16 / 11 / 2023
El barrio | Declaran Sitio de Interés Cultural al Museo Histórico de La Boca
Medio siglo después, el sueño de un grupo de vecinos alcanza el reconocimiento más elogioso que entonces hayan podido imaginar: finalmente la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires declara sitio de Interés Cultural al Museo Histórico de La Boca Rubén Granara Insúa, institución nacida con el fin de resguardar la memoria de este enclave sureño donde comenzó Buenos Aires. Este 17 de noviembre, por iniciativa de la diputada María Patricia Vischi, la distinción quedó plasmada mediante una placa conmemorativa sobre la fachada del emblemático edificio que ocupa el museo, en la esquina de Lamadrid y Almirante Brown.
La institución fue un viejo anhelo de la comunidad boquense y, en particular del Seminario y Archivo de Historia de La Boca del Riachuelo fundado por el historiador Antonio J. Bucich en 1968, reza en su Web. Impulsada por parroquianos y descendientes de los primeros inmigrantes italianos llegados al barrio, en su mayoría artesanos y expertos en navegación, entre sus iniciativas más destacadas figuran la creación del Día de la Autonomía de La Boca y la distinción de su Ciudadano Ilustre. Pero desde el inicio el objetivo mayor era contar con un espacio propio, como dejó establecido su presidente Rubén Granara Insúa en la Carta Magna de la III República de La Boca: “Será tarea número uno del programa de acción de Gobierno, coadyuvar a la fundación del Museo Histórico de La Boca en un imponente edificio digno de su linaje…”
Al cabo de un tiempo funcionando en el almacén de un vecino, lo más acorde a su nivel de importancia resultó el edificio del Nuevo Banco Italiano que había quedado abandonado tras el cierre definitivo de la sucursal boquense. Proyectado por el arquitecto Tavassa y levantado entre 1910 y 1912, su arquitectura ecléctica destaca sobre la ochava junto al conjunto de viviendas especialmente diseñadas para los empleados de la sucursal, en sus orígenes, la más importante de Buenos Aires. Hacia 1986, Granada Insúa, entonces presidente vitalicio de la República de la Boca, logró convencer a los propietarios de que les vendieran el edificio a precio simbólico, dada las malas condiciones en las que se encontraba. Diez años más tarde, gracias a donaciones privadas y al esfuerzo de los vecinos, se pudo terminar la restauración y puesta en valor de esta esquina palaciega donde hoy se conservan objetos, fotografías, obras de arte y un valioso archivo sobre la historia del barrio y su gente.