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últimos días para visitar esta gran exposición realizada con la asesoría académica de María Laura Rosa y la curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Otero, quienes investigaron en los archivos de la fundación el pasaje de las mujeres -tanto argentinas como extranjeras- durante los últimos 24 años de PROA.
Con un recorte de 60 artistas con más de 60 piezas por sobre 250 mujeres. Un gran esfuerzo el que llevaron adelante desde la institución para reunir las obras en épocas de restricciones pandémicas. En paralelo realizaron desde Proa21 proyectos experimentales de artistas argentinas contemporáneas, donde Mariela Yeregui y Gabriela Golder trabajaron con una frase de Emily Dickinson que habla sobre atravesar la niebla, como una forma poética de atravesar la realidad.
El guión curatorial parte de cuatro temáticas no exclusivas del arte feminista, pero según la mirada experta de María Laura Rosa -con quien estuvimos en diálogo- considera que las artistas mujeres han dejado su impronta muy marcada. Estos ejes temáticos se encuentran organizados por sala en cuatro núcleos: la materialidad, el espacio, el lenguaje y la corporalidad. En el descanso de la escalera nos dejan una importante pista “ (…) qué materiales usamos para pensar otros materiales, que cuentos contamos para contar otros cuentos y que historias hacen mundos” desde esta cita de Donna Haraway nace “Crear mundos” tanto para dar nombre a la muestra como así también abre el espacio a la meditación “con el propósito de reflexionar sobre sus aportes a la historia del arte contemporáneo a la vez que considerar el carácter singular y global de las problemáticas que atraviesan las experiencias de las mujeres en el campo del arte” este señalamiento es para destacar ya que la presente exposición propone visibilizar el paso de las mujeres por la institución sin la intención de formular una muestra de arte feminista activista. En la exhibición se encuentran las artistas feministas militantes como aquellas que no lo son, pero la mirada en los textos de sala integra la teoría del arte feminista en la lectura de estas piezas.
La primera sala está dedicada a la temática de las materialidades, en la cual se evidencia cómo las artistas mujeres han dejado su impronta en la ´desjerarquización´: “trazar puentes entre jerarquías canónicas como el diseño y el arte de la alta cultura, el de las bellas artes; el cruce entre el arte textil siempre enlazado a lo femenino, generando esos saltos y relaciones entre objetos de moda y las Bellas Artes. Esto sucede en el arte hasta mediados del siglo XX, luego el arte contemporáneo seguirá rompiendo estas jerarquías. Pero las artistas mujeres tuvieron una fuerte presencia”. Una obra clave que inicia el recorrido es Nin de Mariela Scafati, 2015, sweater y soga, esta pieza aborda la abstracción textil y se puede leer en clave con la sala cuatro que se trabaja la temática del cuerpo, se realizan lecturas dinámicas entre las salas. O la pieza de Alicia Herrero en tanto para hablar de la cotidianidad y lo doméstico “Me interesaba prestar atención en aquellos objetos que están todo el tiempo alrededor de nuestro cuerpo, objetos que, al generarse una pequeña distancia con ellos, al ponerlos bajo una luz, al tomar perspectiva, forjan una composición equis en un espacio artístico, y comienzan a arrojar otros simbolismos.” Mona Hatoum con su obra imponente "Globe" (2007) fue tomada como ese globo que simboliza el confinamiento que atravesamos en la actualidad o los límites de una historia del arte canónico en donde muchas de estas artistas quedaron soslayadas.
La segunda sala tiene una mirada dedicada al espacio en un sentido amplio, las obras hablan del espacio emocional-psicológico, el del medioambiente y también un cuestionamiento sobre lo público y lo privado. En el caso de Rosa Barba o Agnes Denes -pionera en el arte ambiental realizan cuestionamientos medioambientales bajo tono de denuncia a las crisis climáticas. La pieza de Ana Gallardo “Boceto para la construcción de un paisaje: la Laguna de Zempoala” aborda lo psicológico y privado, trabajado en la despedida a su madre dejando sus cenizas allí, abordando una vinculación muy afectiva con trazos que evidencias la tristeza y la felicidad en los contrastes del blanco y el negro del grafito. Sobre las obras que friccionan las ideas del espacio público, es para destacar que este ámbito fue un espacio bastante connotado para las mujeres como género y a partir de las luchas de los feminismos, el espacio público comienza a cuestionarse toda la circulación de género a lo largo de la historia. Adriana Lestido trabaja desde el vacío de la Antártida en un espacio espiritual que te hace confrontar con la propia espiritualidad y dialoga junto a la pieza de Marina de Caro repara a través del tejido curando las heridas de la naturaleza. Jenny Holzer es una artista militante feminista, que a partir de los años 2000 comienza a trabajar esta serie junto al artista Henry Cole, del cual toma sus poesías a las que las pinta de sentimientos a través del uso del color, son piezas de interior donde contrasta la emocionalidad con los espacios institucionales.
El pasaje entre la sala dos y tres lo realiza una obra de Liliana Porter del año 69 influenciada por la música y los silencios de John Cage, indaga sobre lo real y lo ficcional incluyendo la sombra del propio espectador. En esta tercera sala se trabaja sobre el lenguaje, en un sentido semántico, como una lengua política, o cuestionando lo formal en tanto la forma y cómo el cuerpo está implicado en el acto del habla. El silencio político presente en el video artístico de Shirin Neshat. “Desde la levedad poética hasta los actos más contundentes de denuncia, en presencia o en ausencia del cuerpo, las artistas crean diferentes estrategias en donde la lengua adopta múltiples posibilidades estético-políticas” texto de sala.
La sala cuatro trabaja la temática del cuerpo tanto a partir de las identidades sexo-genéricas, indagando en la identidad como algo fijo y estable y cómo ha sido representado en el campo del arte contemporáneo, y también atravesados con la interseccionalidad: por ejemplo, el cuestionamiento de la identidad en mujeres negras, o mujeres indígenas, y las mujeres blancas que están más presentes en sala “en la medida que hemos podido seleccionar cuestiones de interseccionalidad que se hallaban en los archivos de Proa, se seleccionó; pero hay un recorte que está dado por el archivo” María Laura Rosa.
Cada sala presenta un clima diferente y a destacar, por ejemplo en la puesta intimista para la obra de Bourgeois “La imponente obra de Louise Bourgeois, destaca desde un mundo íntimo la idea de maternidad, como concepto asociado a lo femenino y en relación a la historia del arte. El culto a la Diosa Madre, presente en la obra de Bourgeois desde los años setenta, aquí se evidencia en dos obras, la primera que nos recuerda en su forma a las venus paleolíticas y la segunda, una acuarela, que remite la pulsión de vida y muerte del momento íntimo del nacimiento.” Texto de sala
Una gran puesta donde Fundación Proa se destaca una vez más. No se la pueden perder. Hasta el 4 de Abril con entrada gratuita.
últimos días para visitar esta gran exposición realizada con la asesoría académica de María Laura Rosa y la curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Otero, quienes investigaron en los archivos de la fundación el pasaje de las mujeres -tanto argentinas como extranjeras- durante los últimos 24 años de PROA.
Con un recorte de 60 artistas con más de 60 piezas por sobre 250 mujeres. Un gran esfuerzo el que llevaron adelante desde la institución para reunir las obras en épocas de restricciones pandémicas. En paralelo realizaron desde Proa21 proyectos experimentales de artistas argentinas contemporáneas, donde Mariela Yeregui y Gabriela Golder trabajaron con una frase de Emily Dickinson que habla sobre atravesar la niebla, como una forma poética de atravesar la realidad.
El guión curatorial parte de cuatro temáticas no exclusivas del arte feminista, pero según la mirada experta de María Laura Rosa -con quien estuvimos en diálogo- considera que las artistas mujeres han dejado su impronta muy marcada. Estos ejes temáticos se encuentran organizados por sala en cuatro núcleos: la materialidad, el espacio, el lenguaje y la corporalidad. En el descanso de la escalera nos dejan una importante pista “ (…) qué materiales usamos para pensar otros materiales, que cuentos contamos para contar otros cuentos y que historias hacen mundos” desde esta cita de Donna Haraway nace “Crear mundos” tanto para dar nombre a la muestra como así también abre el espacio a la meditación “con el propósito de reflexionar sobre sus aportes a la historia del arte contemporáneo a la vez que considerar el carácter singular y global de las problemáticas que atraviesan las experiencias de las mujeres en el campo del arte” este señalamiento es para destacar ya que la presente exposición propone visibilizar el paso de las mujeres por la institución sin la intención de formular una muestra de arte feminista activista. En la exhibición se encuentran las artistas feministas militantes como aquellas que no lo son, pero la mirada en los textos de sala integra la teoría del arte feminista en la lectura de estas piezas.
La primera sala está dedicada a la temática de las materialidades, en la cual se evidencia cómo las artistas mujeres han dejado su impronta en la ´desjerarquización´: “trazar puentes entre jerarquías canónicas como el diseño y el arte de la alta cultura, el de las bellas artes; el cruce entre el arte textil siempre enlazado a lo femenino, generando esos saltos y relaciones entre objetos de moda y las Bellas Artes. Esto sucede en el arte hasta mediados del siglo XX, luego el arte contemporáneo seguirá rompiendo estas jerarquías. Pero las artistas mujeres tuvieron una fuerte presencia”. Una obra clave que inicia el recorrido es Nin de Mariela Scafati, 2015, sweater y soga, esta pieza aborda la abstracción textil y se puede leer en clave con la sala cuatro que se trabaja la temática del cuerpo, se realizan lecturas dinámicas entre las salas. O la pieza de Alicia Herrero en tanto para hablar de la cotidianidad y lo doméstico “Me interesaba prestar atención en aquellos objetos que están todo el tiempo alrededor de nuestro cuerpo, objetos que, al generarse una pequeña distancia con ellos, al ponerlos bajo una luz, al tomar perspectiva, forjan una composición equis en un espacio artístico, y comienzan a arrojar otros simbolismos.” Mona Hatoum con su obra imponente "Globe" (2007) fue tomada como ese globo que simboliza el confinamiento que atravesamos en la actualidad o los límites de una historia del arte canónico en donde muchas de estas artistas quedaron soslayadas.
La segunda sala tiene una mirada dedicada al espacio en un sentido amplio, las obras hablan del espacio emocional-psicológico, el del medioambiente y también un cuestionamiento sobre lo público y lo privado. En el caso de Rosa Barba o Agnes Denes -pionera en el arte ambiental realizan cuestionamientos medioambientales bajo tono de denuncia a las crisis climáticas. La pieza de Ana Gallardo “Boceto para la construcción de un paisaje: la Laguna de Zempoala” aborda lo psicológico y privado, trabajado en la despedida a su madre dejando sus cenizas allí, abordando una vinculación muy afectiva con trazos que evidencias la tristeza y la felicidad en los contrastes del blanco y el negro del grafito. Sobre las obras que friccionan las ideas del espacio público, es para destacar que este ámbito fue un espacio bastante connotado para las mujeres como género y a partir de las luchas de los feminismos, el espacio público comienza a cuestionarse toda la circulación de género a lo largo de la historia. Adriana Lestido trabaja desde el vacío de la Antártida en un espacio espiritual que te hace confrontar con la propia espiritualidad y dialoga junto a la pieza de Marina de Caro repara a través del tejido curando las heridas de la naturaleza. Jenny Holzer es una artista militante feminista, que a partir de los años 2000 comienza a trabajar esta serie junto al artista Henry Cole, del cual toma sus poesías a las que las pinta de sentimientos a través del uso del color, son piezas de interior donde contrasta la emocionalidad con los espacios institucionales.
El pasaje entre la sala dos y tres lo realiza una obra de Liliana Porter del año 69 influenciada por la música y los silencios de John Cage, indaga sobre lo real y lo ficcional incluyendo la sombra del propio espectador. En esta tercera sala se trabaja sobre el lenguaje, en un sentido semántico, como una lengua política, o cuestionando lo formal en tanto la forma y cómo el cuerpo está implicado en el acto del habla. El silencio político presente en el video artístico de Shirin Neshat. “Desde la levedad poética hasta los actos más contundentes de denuncia, en presencia o en ausencia del cuerpo, las artistas crean diferentes estrategias en donde la lengua adopta múltiples posibilidades estético-políticas” texto de sala.
La sala cuatro trabaja la temática del cuerpo tanto a partir de las identidades sexo-genéricas, indagando en la identidad como algo fijo y estable y cómo ha sido representado en el campo del arte contemporáneo, y también atravesados con la interseccionalidad: por ejemplo, el cuestionamiento de la identidad en mujeres negras, o mujeres indígenas, y las mujeres blancas que están más presentes en sala “en la medida que hemos podido seleccionar cuestiones de interseccionalidad que se hallaban en los archivos de Proa, se seleccionó; pero hay un recorte que está dado por el archivo” María Laura Rosa.
Cada sala presenta un clima diferente y a destacar, por ejemplo en la puesta intimista para la obra de Bourgeois “La imponente obra de Louise Bourgeois, destaca desde un mundo íntimo la idea de maternidad, como concepto asociado a lo femenino y en relación a la historia del arte. El culto a la Diosa Madre, presente en la obra de Bourgeois desde los años setenta, aquí se evidencia en dos obras, la primera que nos recuerda en su forma a las venus paleolíticas y la segunda, una acuarela, que remite la pulsión de vida y muerte del momento íntimo del nacimiento.” Texto de sala
Una gran puesta donde Fundación Proa se destaca una vez más. No se la pueden perder. Hasta el 4 de Abril con entrada gratuita.
Festejos, muestras, seminarios, concursos, recitales obras que invitan a repensar el Día de la Mujer
8 de marzo de 202100:05De femenina a feminista... autopercibida, diversa, otra. La categoría mujer y su efeméride mutan y amplían su espectro al de las diversidades en sentido amplio y luchas varias. O por lo menos, eso reflejan los festejos, muestras, seminarios, concursos, recitales, obras de teatro, ciclos de cine y otras actividades culturales que lo embanderan. El lema que se repite, Nosotras movemos el mundo, lleva implícito un empoderamiento, además de una idea de que nada es fijo. ¿Qué se celebra, entonces, el 8M? En la caja de resonancia de la sociedad que es la cultura algo parece estar cambiando.
En una sala del CCK hay 62 sillas vacías y un maniquí en el medio. En sus manos tiene un cartel que explica que hay una silla por cada femicidio perpetrado en 2021. Esta obra es un elocuente acto de protesta de Esther Ferrer, una artista feminista histórica, radicada en París, e integra la muestra Cuando el mundo cambia. La curadora Andrea Giunta seleccionó artistas de diferentes edades y latitudes, que en cinco salas exploran identidades y espacios, y señalan las diásporas, los femicidios, la esclavitud y los estereotipos, con obras de Pau Delgado Iglesias, Joiri Minaya, Sebastián Calfuqueo y Aline Motta. “En un tiempo en el que el feminismo pregunta por el Yo constante e intensamente, incluso por el concepto jurídico del cuerpo, estxs artistas señalan que el sujeto se constituye en relación con lxs otrxs, que habita el planeta junto a la naturaleza toda y conforma experiencias de subjetividad”, escribe Giunta. “El feminismo reúne una matriz crítica que propone volver a pensar las formas en las que conocimos el mundo, instrumentos para entender la contemporaneidad, imaginarios del cuidado para el futuro. Las obras de esta exposición abordan tal estado de cosas. Aunque fueron realizadas antes de la pandemia, nos proponen estrategias éticas, estéticas, conceptuales y políticas desde las que podemos pensar todo de nuevo. Como expresión del pensamiento paralelo, desnormativizado y alterno, el arte expande las formas de entender el mundo”, sigue Giunta en su texto curatorial.
En el Centro Cultural Recoleta planearon actividades y una cuarta campaña feminista tras un proceso participativo. Durante febrero realizaron 50 conversatorios virtuales de los que participaron más de mil mujeres de diferentes edades y partes del país, en donde pusieron en común los sentimientos con los que llegan a este 8 de Marzo: fuertes, libres, empoderadas, en lucha, despiertas, inagotables, seguras, unidas, conscientes, hermanadas, resistentes, inclaudicables, furiosas, críticas, victoriosas, abrazadas, en movimiento, incondicionales...
Ese mapa de sentimientos tiene eco en la propuesta del Ministerio de Cultura de la Nación, que enfocó sus propuestas en la mujer trabajadora, lejos de la imagen del ama de casa que hornea bocadillos. Tiene lógica, si se piensa que la fecha evoca aquel 8 de marzo de 1908, cuando 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo. El “Nosotras movemos el mundo” está impulsado por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y el Ministerio de Cultura de la Nación, y de ahí toma la CONABIP su lema “Nosotras leemos el mundo”: un conjunto de actividades orientadas a la ampliación, actualización y visibilización de las temáticas de género y diversidades.
El 8M también resuena en las paredes de los museos, urgidos a repensarse. El Museo Moderno compartirá datos de su historia, su acervo y su programa de exposiciones para analizar las estadísticas que ponen en evidencia la desigualdad histórica de la participación de la mujer en el arte. De su acervo de 7637 obras, sólo 1334 corresponden a artistas mujeres: es el % 17. Algo viene revirtiéndose: de las 16 exhibiciones temporarias que organizó en los últimos dos años, la mitad fueron de artistas mujeres. La última es la retrospectiva de Elda Cerrato, que inauguró el viernes.
El Museo Sívori también hace revisionismo y encara este mes una investigación sobre la presencia femenina de autoría en su propia colección. El Museo Nacional de Bellas Artes por fin tiene fecha para la exposición El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950), el 25 de marzo, tras un año pospuesta. Curada por Georgina Gluzman, aspira a cuestionar los relatos establecidos por el canon del arte en la Argentina que siempre ha sido un espacio vedado a las mujeres. La muestra reunirá obras del patrimonio y de otras colecciones que no se han mostrado en décadas, muchas desde su presentación original al público. Una reparación histórica.
La obra de artistas varones es la absoluta mayoría en los acervos públicos, pero algo se está empezando a mover. En estos días se anunciarán las ocho obras ganadoras del Premio Adquisición de Artes Visuales 8M, destinado a artistas mujeres, lesbianas, trans y travestis, como parte de una nueva política de adquisición patrimonial con perspectiva de género. Cada artista recibirá $500.000 y sus obras serán exhibidas en el CCK y luego incorporadas a la colección del Palais de Glace. La convocatoria fue la primera en su tipo y marcó un récord histórico, con 4500 inscripciones. El salón general tuvo 2940 inscriptos, con una edad promedio un 34% más baja. “El Salón no se vuelve obsoleto en la medida en que conecta con los artistas del presente y del futuro, no sólo al abrirse a debates por estructuras de género, sino también socioeconómicos y de orígenes étnicos”, señala Fedx Baeza, directora trans del Palais, que en una de las instituciones más vetustas del arte está haciendo una revolución: con sus faldas de seda, collares y manicuría impecable, abrió el juego para sexualidades diversas. “Negarse a una misma es muy violento. Me vi obligada a repensarme y fue muy fuerte la dimensión política. Entendí que debía poner mis privilegios a disposición para que quienes no los tienen puedan abrirse camino”, explica. “Los museos no son neutros y construyen un relato legitimante de un estado de cosas. Estas son acciones que intentan reparar esos relatos. No se trata de incluir a las minorías sino de repensar el conjunto para beneficio de todos. El 8M es un buen momento para eso, y para desandar esquemas de violencia”, dice Baeza.
Fundación Proa ya estaba a tono con la muestra de más de 60 artistas mujeres Crear mundos. Pero redobla la apuesta al extenderla un mes más y sumarle un seminario académico, Lenguaje, corporalidades y géneros, que comprende desde el pensamiento de Judith Butler y el carácter performático de la identidad, hasta las artistas mujeres en disciplinas como el videoarte o la ópera, y la escena de los años 90. “No estoy de acuerdo con el término mujer en singular –explica María Laura Rosa, curadora de la muestra y una de las disertantes–. Fue el gran tema de la exposición porque, si bien se parte de la premisa de que es un recorrido del archivo Proa a través de la presencia femenina, se plantea la diversidad y se incluyen artistas que pueden no sentirse reflejadas con el término mujer, como Mariela Scafati, dado que se lo entiende como una categoría heteropatriarcal, como ya lo había señalado Monique Wittig. El plural marca la diversidad el colectivo femenino. Sexo y género son asignaciones culturales. A las mujeres cis, trans y las disidencias este 8 de marzo nos encuentra aliadas de forma masiva. Ya no hay una voz única feminista, sino que muchas, sumamente plurales”. Nuevos signos de los tiempos, más abiertos e inclusivos.
Una agenda extensaLuces y sombras en el conjunto de fotografías blanco y negro de las reconocidas Graciela Sacco, Adriana Lestido y Matilde Marín. La fotografía en blanco y negro, que incluye toda la gama de grises, goza de un enorme prestigio, incluso porque tienen algo de cinematográfico y aparecen como atemporales. Y aún cuando las vistas son irreales -puesto que nadie ve en blanco y negro, a no ser que se padezca de acromatopsia-, comandan toda la atención del observador. Sin la distracción del color, las envolventes representaciones asoman como más íntimas, permiten concentrarse en las formas y transmiten una atmósfera de misterio.
Las obras de estas artistas sensibles y comprometidas con su tiempo, el contexto y la preocupación sobre el pasado y el presente del país, en este caso coinciden no sólo en la utilización del blanco y negro. Acuerdan también en el abordaje, por distintos caminos, de cuestiones que remiten a la crítica social, el territorio y la reflexión cultural.
En blanco y negro“Entre nosotros” es la muestra de Graciela Sacco (Rosario, 1956- 2017) que revisita la obra con la que representó a la Argentina en la 49 ° Bienal de Venecia, hace 20 años. Entonces, fue elegida por la recordada curadora Irma Arestizábal (Bahía Blanca, 1940-Roma, 2009), que sumó al envío a Leandro Erlich, con su ahora famosa “Piscina”, en el Fondaco dei Tedeschi. Allí, Sacco realizó una instalación con pares de ojos heliografiados sobre acrílicos, suspendidos en el aire. El proyecto surge de un sitio Web, habilitado por aquellos tiempos por la artista, para que los visitantes pudieran enviar fotos de sus miradas, incluidas en esta pieza y en diferentes formatos que realizó posteriormente. La instalación en Venecia se convirtió en obra participativa e interferencia urbana, cuando la artista decidió pegar “miradas” en muros, escaleras, puentes e invitar a los visitantes a llevarse ojos impresos sobre adhesivos transparentes para multiplicar la acción por toda la ciudad. La interferencia, con 30 mil ojos de personas desconocidas y de diversas culturas, interpeló a los transeúntes, transformando a la ciudad de los canales en un escenario.
La exhibición en Rolf Art toma su título de la serie desplegada en Venecia: “Entre nosotros”. Sintetiza diversos lenguajes y soportes transitados por Sacco durante gran parte de su destacada trayectoria. Serigrafía, video, instalación, fotografía -con los inéditos registros fotográficos de su interferencia urbana, como la del Puente de los suspirospueblan el espacio de la galería. Antes que evocar nostalgia, estas tomas dejan en claro por qué utilizaba la palabra interferencia. Es que esas miradas anónimas interfieren el deambular del paseante, que es compelido a detenerse. ¿De qué “otro” son esas miradas? ¿Migrantes, excluidos, desaparecidos? ¿Qué (me) quieren decir? Al 6/3; visitas contactar info@rolfart.com.ar.
“Antártida Negra” es la serie de fotografías analógicas tomadas por Adriana Lestido (Buenos Aires, 1955) en el continente blanco, con la intención explícita de “comprender lo que la naturaleza podía decirme sobre la inmensidad, sobre la vida y la muerte, a través de la austeridad del paisaje, de la pureza y la desolación”. Ahora, dos de ellas participan hasta fin de marzo de la notable exhibición “Crear Mundos”. Al observar los negros, blanco y grises de las vistas registradas por la artista, en las bases argentinas Decepción y Cámara, parece un contrasentido hablar de la blancura del confín de la tierra. Lestido permaneció entre febrero y marzo 2012 en las islas Media Luna y Decepción, y también se desilusionó al no ver hielos y nieves durante la época estival.
La base Decepción se llama así porque su apariencia engaña: la isla es un anillo de tierra con forma de herradura que rodea la cima de un cráter volcánico inundado. Estas estremecedoras imágenes capturan la forma caprichosa del terreno, acentúan cierto dramatismo pero también la belleza de la naturaleza.
La elección del uso del blanco y negro viene de sus años de reportera gráfica. Ella es la autora de la perturbadora foto “Madre e hija de Plaza de Mayo” (1982), mujer con una niña en brazos con pañuelos blancos e idéntico gesto de reclamo por un desaparecido. Tras varios ensayos fotográficos con protagonistas mujeres, y en los que los hombres están ausentes, miró al amor y a los portentosos paisajes de la costa argentina y de distintos lugares de México, que son más bellos a través de su mirada. Las fotos de “Antártida Negra” confirman el poder de síntesis de la artista, revelan una luz sobrenatural y un imposible vuelo de un solitario pájaro. En Fundación Proa, al 31/3, reservas en www.proa.org/esp/ tu-visita.php.
La preocupación de Matilde Marín (Buenos Aires, 1948) por los temas centrales del ser humano y sus múltiples viajes alrededor del mundo enriquecen su obra; la llevan a percibir al artista como testigo. Desde hace tiempo que reconoce que “todo me ha sido dado en los viajes”. A punto de volar a Francia para cumplir una residencia en el Instituto de Estudios Avanzados de Nantes, Marín tuvo que suspender su viaje cuando la pandemia paralizó a gran parte del planeta. Artista inquieta pero aislada en su taller, para cumplir con el texto e imágenes solicitadas por sus frustrados anfitriones, realizó entonces una travesía por su archivo y recuperó las imágenes de “Tiempo Suspendido”, publicado por Ediciones Manuela López Anaya. Este bello libro, repleto de variopintas emociones a menudo contenidas, habla del pavoroso y amenazante tiempo vivido en 2020. Las 16 fotos en blanco y negro están acompañadas por un medular texto de la artista y la penetrante y delicada poesía de la escritora y también crítica Adriana Almada. Previas a la crisis sanitaria, las imágenes presentan contrastes y descubren persistentes soledades preexistentes. Recorren diversas geografías -Tokio, Berlín, Punta del Este, Buenos Aires, y más- y confirman la maestría de la artista. Libros y fotos consultar en Del Infinito: galeria@delinfinito.com.
Luces y sombras en el conjunto de fotografías blanco y negro de las reconocidas Graciela Sacco, Adriana Lestido y Matilde Marín. La fotografía en blanco y negro, que incluye toda la gama de grises, goza de un enorme prestigio, incluso porque tienen algo de cinematográfico y aparecen como atemporales. Y aún cuando las vistas son irreales -puesto que nadie ve en blanco y negro, a no ser que se padezca de acromatopsia-, comandan toda la atención del observador. Sin la distracción del color, las envolventes representaciones asoman como más íntimas, permiten concentrarse en las formas y transmiten una atmósfera de misterio.
Las obras de estas artistas sensibles y comprometidas con su tiempo, el contexto y la preocupación sobre el pasado y el presente del país, en este caso coinciden no sólo en la utilización del blanco y negro. Acuerdan también en el abordaje, por distintos caminos, de cuestiones que remiten a la crítica social, el territorio y la reflexión cultural.
En blanco y negro“Entre nosotros” es la muestra de Graciela Sacco (Rosario, 1956- 2017) que revisita la obra con la que representó a la Argentina en la 49 ° Bienal de Venecia, hace 20 años. Entonces, fue elegida por la recordada curadora Irma Arestizábal (Bahía Blanca, 1940-Roma, 2009), que sumó al envío a Leandro Erlich, con su ahora famosa “Piscina”, en el Fondaco dei Tedeschi. Allí, Sacco realizó una instalación con pares de ojos heliografiados sobre acrílicos, suspendidos en el aire. El proyecto surge de un sitio Web, habilitado por aquellos tiempos por la artista, para que los visitantes pudieran enviar fotos de sus miradas, incluidas en esta pieza y en diferentes formatos que realizó posteriormente. La instalación en Venecia se convirtió en obra participativa e interferencia urbana, cuando la artista decidió pegar “miradas” en muros, escaleras, puentes e invitar a los visitantes a llevarse ojos impresos sobre adhesivos transparentes para multiplicar la acción por toda la ciudad. La interferencia, con 30 mil ojos de personas desconocidas y de diversas culturas, interpeló a los transeúntes, transformando a la ciudad de los canales en un escenario.
La exhibición en Rolf Art toma su título de la serie desplegada en Venecia: “Entre nosotros”. Sintetiza diversos lenguajes y soportes transitados por Sacco durante gran parte de su destacada trayectoria. Serigrafía, video, instalación, fotografía -con los inéditos registros fotográficos de su interferencia urbana, como la del Puente de los suspirospueblan el espacio de la galería. Antes que evocar nostalgia, estas tomas dejan en claro por qué utilizaba la palabra interferencia. Es que esas miradas anónimas interfieren el deambular del paseante, que es compelido a detenerse. ¿De qué “otro” son esas miradas? ¿Migrantes, excluidos, desaparecidos? ¿Qué (me) quieren decir? Al 6/3; visitas contactar info@rolfart.com.ar.
“Antártida Negra” es la serie de fotografías analógicas tomadas por Adriana Lestido (Buenos Aires, 1955) en el continente blanco, con la intención explícita de “comprender lo que la naturaleza podía decirme sobre la inmensidad, sobre la vida y la muerte, a través de la austeridad del paisaje, de la pureza y la desolación”. Ahora, dos de ellas participan hasta fin de marzo de la notable exhibición “Crear Mundos”. Al observar los negros, blanco y grises de las vistas registradas por la artista, en las bases argentinas Decepción y Cámara, parece un contrasentido hablar de la blancura del confín de la tierra. Lestido permaneció entre febrero y marzo 2012 en las islas Media Luna y Decepción, y también se desilusionó al no ver hielos y nieves durante la época estival.
La base Decepción se llama así porque su apariencia engaña: la isla es un anillo de tierra con forma de herradura que rodea la cima de un cráter volcánico inundado. Estas estremecedoras imágenes capturan la forma caprichosa del terreno, acentúan cierto dramatismo pero también la belleza de la naturaleza.
La elección del uso del blanco y negro viene de sus años de reportera gráfica. Ella es la autora de la perturbadora foto “Madre e hija de Plaza de Mayo” (1982), mujer con una niña en brazos con pañuelos blancos e idéntico gesto de reclamo por un desaparecido. Tras varios ensayos fotográficos con protagonistas mujeres, y en los que los hombres están ausentes, miró al amor y a los portentosos paisajes de la costa argentina y de distintos lugares de México, que son más bellos a través de su mirada. Las fotos de “Antártida Negra” confirman el poder de síntesis de la artista, revelan una luz sobrenatural y un imposible vuelo de un solitario pájaro. En Fundación Proa, al 31/3, reservas en www.proa.org/esp/ tu-visita.php.
La preocupación de Matilde Marín (Buenos Aires, 1948) por los temas centrales del ser humano y sus múltiples viajes alrededor del mundo enriquecen su obra; la llevan a percibir al artista como testigo. Desde hace tiempo que reconoce que “todo me ha sido dado en los viajes”. A punto de volar a Francia para cumplir una residencia en el Instituto de Estudios Avanzados de Nantes, Marín tuvo que suspender su viaje cuando la pandemia paralizó a gran parte del planeta. Artista inquieta pero aislada en su taller, para cumplir con el texto e imágenes solicitadas por sus frustrados anfitriones, realizó entonces una travesía por su archivo y recuperó las imágenes de “Tiempo Suspendido”, publicado por Ediciones Manuela López Anaya. Este bello libro, repleto de variopintas emociones a menudo contenidas, habla del pavoroso y amenazante tiempo vivido en 2020. Las 16 fotos en blanco y negro están acompañadas por un medular texto de la artista y la penetrante y delicada poesía de la escritora y también crítica Adriana Almada. Previas a la crisis sanitaria, las imágenes presentan contrastes y descubren persistentes soledades preexistentes. Recorren diversas geografías -Tokio, Berlín, Punta del Este, Buenos Aires, y más- y confirman la maestría de la artista. Libros y fotos consultar en Del Infinito: galeria@delinfinito.com.
De niña solía arrancar los moldes que venían en la revista Burda que compraba mi madre para confeccionar ropa. Me gustaban sus formas, su papel, parecían mapas de lugares que no existían. Los pegaba sobre la pared y los intervenía. Recordé todo esto cuando vi una de las primeras obras que integran la muestra “Crear Mundos”, exhibida en Proa. Se trata de la obra “Vestuario” de Mini Zuccheri, es una instalación de papel y dibujo, que muestra las partes de un vestido en confección.
“Crear mundos” trata sobre la intervención de la mujer a través de diversas expresiones y actividades, y su relación con los materiales, con el espacio (urbano, fantástico y natural); el lenguaje y el cuerpo.
64 mujeres artistas, entre nacionales e internacionales, integran la muestra de Proa que se podrá visitar hasta fines de febrero. Con la obra “Carteras Hermés…” Nicola Constantino interpela al visitante con una serie de carteras que aparentan ser de piel humana con tetillas masculinas. La artista reflexiona sobre el vínculo entre la muerte, el placer y el consumo en la sociedad capitalista.
Otro eje de la muestra es el espacio intervenido y habitado, público y personal. La norteamericana Jenny Holzer conquista el espacio público con proyecciones y carteles luminosos. En “Looming”, un cartel luminoso recita en loop -repetición de un audio o video- un momento del poema “Self portrait with Hornets” (Autorretrato con avispones) de Henri Cole. Su trabajo se enfoca en comunicar palabras y frases que examinan realidades sociales y emocionales.
A través de su relación con la naturaleza, Ana Gallardo presenta una obra autobiográfica. La artista dibuja sobre papel el lugar donde ella y su familia eligieron para el reposo de las cenizas de su madre. La obra integra la “Serie Bocetos para la construcción de un paisaje: la Laguna de Zempoala”.
Al salir de la sala dos, tres enigmáticas sombras engañan nuestra percepción ¿Están permanentemente ahí, en ese espacio? Esta obra es de la artista Liliana Porter.
La sala dedicada al lenguaje abre con la obra “Leyendo las noticias” (1965), de Marta Minujín. La artista se envolvió en papel de diario y se metió dentro del Río de la Plata. El agua de río disolvió el papel. Se trata de una pieza performática que destaca el armado de los discursos y cómo los medios interfieren en nuestro vínculo con lo real.
En el último tramo del recorrido se exponen las obras que reflexionan sobre el cuerpo. La artista cubana Ana Mendieta altera su color de piel, su género y sus facciones para cuestionar los ideales de belleza y binarismos de género.
La argentina Liliana Maresca posa para unas fotos junto a sus obras. Estas piezas son escultóricas y están construidas con materiales reciclados provenientes de la basura. Maresca integra su cuerpo con estos objetos, generando una ambigüedad entre lo artificial y lo cuasi orgánico.
La sala dedicada a pensar sobre el cuerpo culmina con dos obras de la artista franco americana Louis Bourgeois: “Mujer embarazada” y “El Nacimiento”. Ambas piezas rodean el universo de la gestación y la maternidad. La primera es una pequeña escultura hecha de retazos de tela rosa. La figura recuerda las ancestrales Venus del Paleolítico, de contornos exagerados. La segunda obra que acompaña la escultura es un Gouache (procedimiento similar a la acuarela) de color rojo, sobre papel. Las manchas forman un acontecimiento: el nacimiento.
Los mundos creados por mujeres se contraponen a los representados en la obra “Globe” de la artista libanesa Mona Hatoum. Esta pieza rígida, pesada, de hierro y con forma esférica, nos habla de un lugar de opresión y desigualdad; y constituye una suerte de desafío para recorrer la muestra y pensar cómo resistir y avanzar en la conquista de derechos. Allí donde haya injusticias, estará la mujer creativa. Otros mundos serán posibles.
Con estrictos protocolos, aparecen formas innovadoras de crear y consumir las obras surgidas durante la pandemia
30 de Enero de 2021Sábado, diez de la noche. Un sector de la explanada de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno se transformó en un pajonal de la pampa argentina. En la Buenos Aires de 1792, dos mujeres esperpénticas huyen en una noche virreinal, iluminadas por las llamas de un incendio. Mientras tanto los espectadores, sentados a cierta distancia unos de otros, con barbijos y fragancias varias de alcohol en gel, parecen representar una pieza distópica que se desarrolla en tiempo real. La pandemia también impone su guion en la oferta cultural. En este caso, se trata de Civilización, de Mariano Saba, con dirección de Lorena Vega. Es una de las funciones del ciclo El Cervantes en la Biblioteca, una de las tantas propuestas surgidas luego de la reapertura de instituciones culturales en la ciudad de Buenos Aires. De espaldas al Río de la Plata, las actrices se lucen; entre el escenario y el público circula la brisa de una noche de verano porteño y se oyen los caños de escape de motos, colectivos y autos que circulan por la avenida Las Heras.
Sucede que museos y otros espacios culturales, públicos y privados, tuvieron que apelar a la imaginación para retomar las actividades presenciales: con la llegada del calor, jardines, plazas y terrazas de museos y centros culturales son los nuevos escenarios donde se despliega la programación cultural veraniega. Si en las salas tradicionales de teatros o museos reina el silencio y la oscuridad, ahora los pájaros, los ecos del exterior y el rumor de los árboles es la melodía de fondo.
Hay movimiento, hay contacto visual, hay efervescencia luego de tantos meses congelados en el golpeado campo de la cultura. ¿Acaso se está transformando la forma de vivir la experiencia artística? ¿Qué cosas debemos cambiar, de ahora en más, como espectadores de la cultura en pandemia?
Por empezar, lo básico: distanciamiento, barbijo, alcohol en gel y reserva de turnos online para ir a ver una muestra o asistir a un espectáculo teatral, un concierto o una charla pasaron a ser regla corriente. “Tuvimos que replantearnos la forma en la que podíamos disfrutar la cultura –plantea Viviana Cantoni, subsecretaria de Gestión Cultural de la ciudad de Buenos Aires–. Readaptamos espacios y, fundamentalmente, priorizamos el aire libre a los lugares cerrados”. Según la funcionaria, lo que más cambia es “la manera de vivir determinadas actividades culturales, porque la masividad hoy no es viable y el espacio vital de cada uno es importante”.
Para Cantoni, “los vecinos y los artistas se sienten seguros, contenidos, y todos necesitaban volver a vivir la presencialidad; el contacto visual mutuo que provoca ese feedback es el que define la experiencia artístico-cultural”. En la página web de Cultura del gobierno porteño se puede consultar la agenda semanal y solicitar turnos para participar de estas experiencias colectivas (con aforo).
“Había como una fantasía de que si el vínculo entre artistas y público no se mantenía la gente se iba a olvidar del arte y se iba a meter de lleno en Netflix, se iba a olvidar de que existen otras experiencias y lenguajes, pero eso no pasó. Apenas volvió a abrir todo, las salas de teatro se llenaron y así siguen hoy (con 30% de aforo); también sucede con los museos. Hay avidez por la cultura. Hoy estamos habitando propuestas culturales de lo más diversas. En el teatro a sala cerrada, hay algo que remite al tiempo prepandemia, porque entrás y el protocolo invade todo: barbijo, temperatura, asientos con distancia. Hay como una ‘normalidad ortopédica’. Pero después están las propuestas al aire libre que, por su naturaleza misma, no tienen ese tinte melancólico ni proyectan la sensación de que algo podría haber sido distinto –dice Natalia Laube, periodista y crítica de teatro–. Son algo radicalmente nuevo, muy interesante para esta época. Ahora en el FIBA, por ejemplo, va a haber muchísimas propuestas al aire libre: recorridos performáticos por el cementerio de Chacarita a partir de la lectura de textos de Mariana Enríquez (dirigido por Analía Couceyro) o Jardín Sonoro II, una propuesta donde vos paseás por el Botánico y se activan piezas sonoras escritas por dramaturgas y actrices. Son propuestas que ya nacen permeables a esta nueva normalidad. Es una oportunidad tanto para los artistas como para los espectadores” .
Nuevo públicoPor otro lado, hay un nuevo público que se está gestando a partir de estas dinámicas. Mucha gente, en especial los jóvenes, que rara vez se acercaban a un museo, llegan hoy a través de propuestas alternativas, como música o teatro en los jardines, y eso a su vez funciona como puerta de entrada para ver una muestra de arte por primera vez en su vida. “Estuvo genial y además pudimos conocer el museo por dentro, nunca habíamos venido”, dice en este sentido Luisa, una estudiante de Diseño Gráfico en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, en un intervalo del set solista del músico Santiago Vázquez en el jardín del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco (Suipacha 1422). El concierto tuvo lugar la noche del viernes 23, en el marco de “Sesiones en el jardín”; el público se acomodó en pufs y sillas de madera para escuchar a Vázquez, ubicado delante del aljibe del patio-jardín. Mañana a las 20 se presentará Amanda Querales, guitarrista y cantante venezolana radicada en Buenos Aires, acompañada por Gastón Jalef y Juan Manuel Colombo. La actividad es gratuita, con inscripción online previa. Otros conciertos de jazz, música latinoamericana y folclore convocan a los espectadores en los jardines del Museo de Arte Español Enrique Larreta, el Centro Cultural Recoleta y el Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio Saavedra.
Para los espectadores en general, volver a participar de un evento presencial representa, como dijeron algunos, un “programón”. Algo similar pasa con los artistas. Mientras en la ciudad de Buenos Aires las cifras de contagios se mantengan estables, las autoridades prevén que esta modalidad podría continuar por un tiempo, siempre y cuando se acate el protocolo de actividades al aire libre establecido por el gobierno. Por ahora, los eventos presenciales en jardines de museos y espacios abiertos de centros culturales se extenderán hasta el 16 de febrero. La única antagonista de estos eventos culturales al aire libre es la lluvia.
El ciclo Museos Abiertos al Cielo, organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación, comenzó a principios de noviembre en los espacios verdes y parques de los museos nacionales. En la ciudad de Buenos Aires, uno de los espacios elegidos fue el Patio de la Procuraduría de la Manzana de las Luces. La recepción del público, ávido por tomar un poco de distancia de las pantallas, fue muy buena. “Volver a ver un show es una caricia al alma –dijo Laura, una espectadora del recital de Bruno Arias y La Chicana, con Liliana Herrero y Teresa Parodi como invitadas especiales, que tuvo lugar el domingo 24–. Además, nos sentimos seguros y vivimos un atardecer fantástico. Hace mucho esperábamos esto”.
En Tecnópolis, de jueves a domingo, se hace el ciclo Atardeceres en Tecnópolis, que convoca a unas 1400 personas por día. Con el lema-hashtag #ReencuentrosCuidados, la programación se extenderá hasta el 16 de febrero con actividades que incluyen conciertos de música clásica y popular, proyección de películas, espectáculos infantiles y de stand up, paseos por la Tierra de Dinos y talleres de paleontología y astronomía, skatepark y una muestra de fotografía que rinde homenaje a Diego Maradona.
“Son Reencuentros Cuidados, pero también encuentros de felicidad y magia –dice María Rosenfeldt, directora de Tecnópolis–. Enero fue un mes de encuentro y acceso a la cultura, y eso nos gratifica enormemente”. Los lunes a partir de las 14 se publica la agenda de las propuestas y se puede hacer la reserva anticipada de entradas en la página web de Tecnópolis; las cantidades varían en función de las capacidades máximas validadas por protocolo oficial.
Otra experiencia cultural propiciada por el contexto es el ciclo de teatro al aire libre, con entrada gratuita, organizado por el Teatro Nacional Cervantes (TNC) en la explanada de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM, Agüero 2502) desde el jueves 21.
Las instituciones culturales privadas, por su parte, también se adaptaron al contexto actual para reabrir sus puertas. Es el caso de Fundación Proa y Proa21, en el barrio de La Boca, donde tiene lugar el ciclo Cine Poco Exhibido, curado por Tomás Guiñazú, los sábados de 18 a 22 en el jardín de Proa 21, con debate, música y cine de directores jóvenes. La particularidad de este ciclo es que el equipo del film que se presenta ese día está a cargo de la organización, musicalización y exhibición de la jornada. Hoy se presenta una serie de cortos. En la vereda de Proa, los sábados y domingos se realiza Centro Cultural Nómade, un programa dirigido a los niños del barrio. Proa está abierta de jueves a domingos, de 12 a 19. Además, de jueves a domingo se puede visitar la muestra Crear mundos, con obras de cincuenta artistas mujeres contemporáneas. Y en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) comenzó la cuenta regresiva para visitar la muestra Remedios Varo. Constelaciones, con pinturas, dibujos, bocetos y objetos de la artista española Remedios Varo.
“La experiencia del online se agota, es muy difícil generar acontecimiento en ese formato, necesitamos vernos”, concluye Natalia Laube. El campo cultural, al parecer, está totalmente de acuerdo.
Letras en la hierba, por Virginia CosinAl 2020 lo recordaré como el año en el que las coordenadas de tiempo y espacio se reconfiguraron. Si antes del virus y el confinamiento obligatorio el living de mi casa era el lugar en donde los participantes de los talleres y yo nos reuníamos para compartir lecturas, mate, té, galletitas y, en ocasiones, algún vino, de un día para el otro ese mismo espacio se convirtió en una burbuja solitaria. Hubo que acostumbrarse a ver solo torsos y cabezas en dos dimensiones, a veces pixeladas; a retomar la conexión cuando se cortaba o el otro se “congelaba”, a “silenciarnos” a “compartir pantalla”. Incorporamos neologismos a nuestro lenguaje habitual. Y también descubrimos que podíamos conectarnos y trabajar con mucha gente con la que antes parecía imposible, porque nos separaban distancias demasiado extensas para recorrerlas en un medio de locomoción. Cuando casi se estaba terminando el año, en noviembre del año pasado, apliqué a una convocatoria del gobierno de la ciudad de Buenos Aires que ofrecía los jardines de los museos para dar talleres y cursos. Durante un mes, un grupo de diez personas y yo nos encontramos una vez por semana al aire libre para compartir lecturas de narradores norteamericanos que escribían sobre el matrimonio, y la experiencia, después de todo ese tiempo de encierro, resultó aliviadora y, de un modo extraño, nueva. Porque no es lo mismo reunirse cuando es lo habitual que volver a reunirse cuando la cercanía de los cuerpos se vuelve algo extraordinario. Conversamos en el jardín del Museo Sívori rodeados de verde, pajaritos y cada tanto nos interrumpía el ruido del tren. Este año que empieza, hasta que no sea seguro volver a reunirnos en espacios cerrados, voy a continuar coordinando talleres en modalidad virtual.
La autora es escritora y profesora; para consultar por sus talleres de escritura, clic aquí.
A la manera de un archivo público, la nueva muestra de Fundación Proa traza una genealogía de artistas que formaron parte de la institución a lo largo de sus veinticuatro años de vida. Desde una impronta multidisciplinar, multigeneracional y con la internacionalidad característica de este espacio, Crear mundos despliega una historia de sus exposiciones a través de una selección de artistas mujeres.
La épica encuentra su orden en cuatro cuestiones generales: la materialidad, el espacio, el lenguaje y el cuerpo. Frente a semejante amplitud, las obras expuestas simulan ser pinceladas dentro de una pintura del romanticismo francés impulsadas por un gesto individual evidentemente señalado. Pinceladas en la búsqueda de una apertura floreciente que son el inicio de un camino posible. Aunque como en una pintura de 1861, resultan más bien el germen de algo que no está del todo presente, como un portal de ingreso a discusiones aún pendientes. Tal es el caso de Niñ* (2015), de Mariela Scafati, en la sala 1, dedicada a la cuestión de lo cotidiano, la materialidad y la artesanía, o de Porque es lindo vivir (2005), de la sueca Nathalie Djurberg, en la sala 4, referente al motivo del cuerpo. Ambos ejemplos estallan con una fuerza poética que desborda el corsé temático que las contiene, para dejarnos frente a una hilacha de la que dan unas ganas irrefrenables de tironear.
Si proyectamos un paneo general respecto del cupo de creadoras en las instituciones de arte, es ineludible la importancia de una muestra capaz de recorrer veinticuatro años de trayectoria sólo a través de artistas mujeres. Nunca sobra apuntar la desigualdad estructural y las múltiples opresiones que históricamente se imponen sobre el colectivo, en todos los campos imaginables. Sin embargo, en plena pugna por la soberanía sobre los cuerpos —ya no sólo de las mujeres, sino de los cuerpos gestantes—, brota como una cascada la urgencia de poner preguntas sobre la mesa. Porque, en el linde del segundo decanato del siglo XXI, ciertos conceptos repetidos como un hechizo adolescente caen por su propio peso. ¿Dónde se encuentran representadas las identidades que no se inscriben en la lógica reivindicatoria “mujer”? Quizás la muestra ensaya una respuesta con la propuesta paralela de Proa 21, tanto en el ciclo de videodanza, disponible en su IGTV, como en la incorporación de un evento musical del Festival Internacional de Arte Queer bajo el título de Crear mundos queer. Quizás algunas escrituras todavía permanecen en los márgenes de muchas instituciones.
Giorgio Agamben dijo que contemporáneo es aquel que tiene la mirada fija en su tiempo, para percibir no la luz sino la oscuridad. Es probable que mirar de frente el propio tiempo exija crear mundos y representaciones que escapen al desigual y desgastado mundo que conocemos. La convocatoria entonces puede ser a ensayar otros interrogantes, como invitar a bailar unos pasos jamás vistos. Necesitamos incógnitas capaces de tensar y desestabilizar los riesgos de acomodamiento de las contrahegemonías para que asomen otras respuestas posibles: enriquecidas, inconclusas y pujantes de nuevas preguntas.
Varias artistas, Crear mundos, curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Otero, asesoría académica e investigación de María Laura Rosa, Fundación Proa, Buenos Aires, 14 de noviembre de 2020 – 28 de febrero de 2021.
Eugenia Garay Basualdo, Buenos Aires, Argentina*
In Argentina, very few times there is a chance to appreciate contemporary international art live as it happens in the exhibition Crear Mundos. Proa made this possible in different occasions like no other Institution in this country for the last 24 years. In any case, it is not simply a matter of praising Proa, but of highlighting the truth. During its existence this art center was turned into the par excellence space to exhibit the contemporary art in Buenos Aires. For example, in 2012 we could see Aire de Lyon curated by Victoria Noorthoorn. This was a short but powerful version of her curatorial work at the Lyon Biennal made in 2011. Precisely, the artists Eva Kotátková, Tracey Rose y Lenora de Barros, and the Argentinian Marina De Caro participated in that group show, and they continue up today in Crear Mundos too. We could consider Aire de Lyon as a landmark in the Proa’s exhibitions history, because it not only showed the most recent and relevant art but also crossed artistic productions from several places as Europe, United States, Africa, Latin America and Argentina itself. Also, the curator highlighted a very strong inclusion of the Latin American region art into a European Biennal until 2011. Indeed, we could observe this interesting proposition in the biennal remake made at Proa in 2012.
In this way, the curators Cecilia Jaime and Manuela Otero are recovering the connection and the coherence of that previous exhibition to curate the current show Crear Mundos. And it is very important to note the research work of the feminist specialist María Laura Rosa to make this exhibition possible. Certainly, we note that the context interpretation of the art produced by women in the last 60 years concentrate in two crucial aspects to make the curatorial script. On the one hand, we observe the research and the analysis of the production conditions that, at the same time, revel the thematic, rhetoric and expository aspects of the artworks. The exhibition as a discursive construction is also constituted by all the information that provides data on the context in which each piece was created. In a case like this with characteristics of the anthological exhibition, and with a broad time frame, this aspect is essential to the effectiveness of its communication. On the other hand, we note the work of rescue of the recognition conditions of these artworks –or artists- in the Proa’s exhibitions history. With respect to this aspect, it is very important to remark that Proa, since its beginning, was constructing an inexhaustible and online archive, with free access and unique in this type in Argentina.
Because of this, the curators and the feminist specialist recap about the institutional history to emphasize how the curatorial politics were in more than two decades. In this point and because it is a date’s matter, we need to note the intervention at the Proa's and the Riachuelo's public space by Jenny Holzer in 2000 as an unprecedented event from a contemporary woman artist with world importance. Indeed, the Proa’s vision was always in line with the international artistic scene, and in this way, the Institution brought the most recent art to Argentina. In addition, the Jenny Holzer’s action produced the visibility of Proa in the Latin American institutional map since the beginning of 21 century. For example, at that moment the Latin American Art Museum of Buenos Aires –MALBA- didn’t exist, and there were very few art spaces to exhibit
international contemporary art in our country. So, the Jenny Holzer’s presence at Crear Mundos involves several connotations and the same happens with Louise Bourgeois (1911-2010). In March 2011, we attended to one of the most amazing exhibition that was set in Buenos Aires called Louise Bourgeois: el retorno de lo reprimido. Ten years after we can´t add any new comment to what was said about the exhibition and that transcended all we could ever imagine. Crear Mundos includes Pregnant Woman (2003), a very similar piece to The reticent child which is another work of the same series exhibited at Proa in 2011. It is paradoxical that a very small piece like this, but loaded with a lot of intensity, were so important in this exhibition as in the Proa’s exhibitions history.
With respect to the local artists, that include the foreigner artists Elba Bairon and Ailí Chen who live in Argentina for a long time, we observe several generations that converge in this exhibition, and at the same time, a lot of influences between different artists. In this way, the Proa’s curatorial team made a relation scheme that result in a short genealogy that shows the Argentinian art made particularly by women since the sixties to the present. As well, it's true that in this artists’ selection exists a fight for the prominence that all of them wined, with no doubt, because in this exhibition there are three artist categories: renowned, intermediate career, and emergent with some important merits. But it’s interesting to notice how we can find the different work lines, like layers, that many of these artists have built across the time until today, for them and the younger ones to be seen in an unprecedented way. For example, without Liliana Maresca’s performative actions we wouldn't have this aspect from Nicola Costantino with her own mark. Probably, without Delia Cancela and Dalila Puzzovio we wouldn't have the different stylistic lines of the design which are currently so outstanding. Also present in the Nicola Costantino artworks. Eventually, without Mónica Girón, Mónica Millán y Teresa Pereda, and others, the strong basis that have the textile art wouldn’t exist in the last time and that we can observe in Mariela Scafati y Mini Zuccheri. Furthermore, without Minujín and Paksa, “the neo avant garde with capital letters”, there wouldn’t be women’s representation in the artistic expressions of mass media and minimalism. Without Liliana Porter and Ana Gallardo’s conceptual experimentations, or Adriana Lestido o Gachi Hasper’s technical explorations, there would be no possibility to put in context Gabriela Golder or Mariela Yeregui technological searches. The before, during and after are shown in chronological lines that, from a superposition view, they form one part of the Argentinian art history made by women, and wrote by women too.
In this last point, it’s necessary to came back to the Proa’s team original idea because with their work not only they propose an anthology exhibition “with an unprecedented cast” of international contemporary art but also they include the Argentinian art. Besides, they rewrote one part of the most recent global art History, that makes unstable what has been said and what has not been said and, especially, trigger the most several and complex discussions that we must have in the times we live. Crear Mundos opens all those doors that the hegemonic art history tried to close, seal and cover, and releases the power of thinking. And, indeed, Proa did it again.
Academic consultancy and investigation: María Laura Rosa (Ph.D in Contemporary Art, UNED, Madrid, Spain)
Proa curated by: Cecilia Jaime – Manuela Otero
Closing: April 4, 2021. / Visits: Thursday to Sunday from 12 a.m. to 6 p.m. with previous appointment on: www.proa.org / PROA Foundation: Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca, Caminito, Buenos Aires, Argentina. Phone [54.11] 4104.1000. E info@proa.org
*Currently attending Ph.D in Arts (Universidad Nacional de las Artes). Master in Criticism and Diffusion of Arts (Universidad Nacional de las Artes). Member of the Argentine Association of Art Critics. She lives and works in Buenos Aires, Argentina.
Crear Mundos es una exposición en la Fundación PROA en la que se explora la obra de cincuenta artistas que forman parte de la historia de esta institución. Esta muestra pretende crear pequeños universos, desde lo privado, la intimidad, la artesanía, el diseño, las artes visuales… Como su nombre indica, prestado de la teórica Donna Haraway y su libro Staying with the Trouble (2016) en el que tal como indica: «(…) qué materiales usamos para pensar otros materiales, qué cuentos contamos para contar otros cuentos y qué historias hacen mundos.” se realiza una cuidadosa recopilación de artistas que a través de su obra crean otras historias.
La exposición se divide en cuatro ejes: «Materialidades» dedicada a las distintas formas de hacer, al ámbito laboral o a la posición de la mujer en el mundo, «espacio» vista desde diversos ámbitos y mostrando esa dicotomía entre lo privado y lo público tan arraigada al mundo femenino, la tercera sala dedicada al lenguaje que va desde la estética, la semántica, la política o la denuncia y, por último, la última estancia que se centra en los cuerpos desde el retrato a la performance. Recapitulando, Crear Mundos es una gran reivindicación de la trayectoria de muchas artistas a través de diversas temáticas comunes que recorren las obras.
(Crear Mundos en Fundación PROA, Buenos Aires. Hasta finales de febrero de 2021)
En la Costanera Sur, con una lámpara y una linterna, un personaje espectral envuelto en diarios lee las noticias de un periódico. Luego, se sumerge en el Río de la Plata: esas noticias –inscriptas en el cuerpo– se disuelven en el agua. Marta Minujín hizo esta performance llamada Leyendo las noticias, en 1965, cuando los periodistas la llamaban día y noche. Ya había ganado el Premio Di Tella en 1964, trabajaba en La Menensunda. “Me habían ahogado las noticias”, recuerda la artista en diálogo con Radar.
LEER MÁSEl regreso de Tecnópolis, con protocolos | La muestra de ciencia, arte y tecnología reinauguró con un espectáculoEsta es una de las obras que integran Crear mundos, deslumbrante e imperdible exhibición con la que Proa abre sus puertas en período de distanciamiento social, preventivo y obligatorio. Con la asesoría académica de María Laura Rosa y la curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Otero, la exhibición reúne 64 obras de artistas mujeres que en los 24 años de historia de Proa expusieron en la institución. Algunas piezas son las que se vieron antes en sala; otras son diferentes. La exhibición se completará en Proa21 con un grupo de curadoras invitadas que participaron del programa Espacio Contemporáneo; audioguías en Spotify; un ciclo de danza coordinado por Andrea Servera; una instalación de sitio específico de Gabriela Golder y Mariela Yeregui, y proyecciones.
Imposible escapar a la crudeza que esas imágenes dramática de Leyendo las noticias provocan hoy por motivos absolutamente diferentes a los que llevaron a Minujín a realizar esta performance, influenciada por las teorías de Marshall McLuhan. “El tema era cómo el arte se disuelve en las noticias, se disuelve en el mass media”, comentó la artista en una entrevista con Javier Villa para la biografía del catálogo de Marta Minujín, obras 1959-1989, en el Malba, en 2010. Después de Leyendo las noticias continuó su investigación sobre los medios con Invasión instantánea y Simultaneidad en simultaneidad, ambas propuestas cobran absoluta actualidad con la híper conectividad pandémica.
Cuando en 1965 la joven Minujín trabajaba en La Menensunda desplegó estrategias sobre su propio cuerpo. “Yo era una especie de embestida brutal. Siempre me llevé todo por delante: nunca pensé en si era hombre o mujer porque para mí el arte no tiene sexo –señala la artista–. Me casé, me fui a París, tuve un hijo, lo dejé, me fui, volví. Estaba decidida a vivir del arte y tenía claro que el arte era mi eje rector”. Hoy podría pensarse que se trató de una especie de atuendo de supervivencia: “Me empecé a vestir con esos overoles de trabajo para que los hombres no se me tiraran encima: no mostraba las piernas, era como una armadura –dice la artista–. Por suerte nunca nadie me segregó por ser mujer, sí por ser latinoamericana”.
En un contexto de reivindicación del rol de las mujeres en distintos ámbitos de la cultura en nuestro país, Proa revisó su propio archivo, un corpus de obras pertenecientes a 250 artistas mujeres. En el Malba, Gabriela Rangel, directora desde septiembre de 2019, en la nueva lectura curatorial de la exposición permanente incluyó obras de artistas mujeres que podrían constituir núcleos de la colección en el futuro.
Bajo la premisa conceptual de la filósofa Donna Haraway, Crear mundos está organizada en cuatro ejes temáticos –que no son estancos, sino que permiten cruces ricos entre obras de distintas salas–. Haraway, especialista en estudios feministas de la ciencia, “considera los desafíos que implican ensayar nuevas aproximaciones hacia los materiales con los que trabajamos en nuestro quehacer cotidiano para crear otras realidades y sociabilidades diferentes de las existentes”, señala Rosa en el texto del catálogo.
La primera sala aborda la cuestión de la materialidad con eje en las desjerarquizaciones que propiciaron las artistas a través del arte textil, los cruces entre arte y diseño, y artes populares. Globo, de la artista palestino-británica Mona Hatoum es una escultura en acero con forma de un globo terráqueo que al tiempo opera como una jaula que puede contener a un hombre. Hay también obras de Mini Zuccheri, Mónica Millán, Dalila Puzzovio, Mónica Giron, Mariela Scafati, Nicola Costantino (con sus carteras Hermès de tetillas masculinas de la serie Peletería humana) y un conjunto de joyas del atuendo femenino mapuche. De Alicia Herrero, se exhibe Estimate U$S 5.000.000.- Quianlang Vase (1998), en la con un patrón que vincula dólares y centímetros, problematiza la cuestión del valor de la obra de arte.
De Delia Cancela –quien se propuso cuestionar desde la vestimenta los límites impuestos por géneros en los años setenta–, apenas uno entra en la sala captura su Homenaje a Mujeres Artistas, donde en el delantal de un maniquí sin rostro incluye retratos de Raquel Forner, Victoria Santa Cruz, Sonia Delaunay y Natalia Gontcharova, entre otras creadoras potentes.
El segundo núcleo hace foco en diversas interpretaciones referidas al espacio desde los afectos con los dibujos de la Laguna de Zempoala de Ana Gallardo y trabajos de Agnes Denes, Adriana Lestido, Marina de Caro, Jenny Holzer, Gachi Hasper, Rosa Barba, Marcela Sinclair, y Cecilia Szalkowicz. Sin título (Sombras), 1969/2020, es una obra efímera y cambiante de Liliana Porter que se completa con las sombras proyectadas del espectador. Las siluetas de esta obra tienen un vínculo poético con la figura espectral de Leyendo las noticias, la performance de Minujín que se encuentra en la sala 3, junto con obras de Sarah Grilo, Margarita Paksa, Leticia Obeid, Julia Masvernat, Inés Drangosch, Mirtha Dermisache, Alejandra Seeber.
La última sala está dedicada a problemáticas vinculadas con la corporalidad, con obras de la artista sudafricana Tracey Rose, integrante del movimiento black feminism, que sostiene que existen concepciones y experiencias vividas por las mujeres de color que son ajenas a las miradas del feminismo occidental blanco. De la reconocida artista alemana Rosemarie Trockel se proyecta el video Buffalo Milly + Billy, donde alude con acidez a la famosa performance Me gusta América y a América le gusto yo (1974) de Joseph Beuys.
Al entra en esa sala del segundo piso lo primero que se ve son tres obras que se potencian mutuamente: VB45, una de las fotografías que registra la performance realizada por Vanessa Beecroft en Kunsthalle, Viena; Silueta Series de Ana Mendieta y cuatro fotografías de la serie Liliana Maresca con su obra.
Los cuerpos femeninos de las performances de Vanessa Beecroft –el vínculo visual con la escultura de Elba Bairon es un hallazgo–son como maniquíes, siempre unificados, perfectos, despojados de imperfecciones humanas. La artista trabaja con cuerpos semidesnudos que llevan accesorios de Gucci, Helmut Lang o diseños Azzedine Alä, entre otros diseñadores. Las fotografías intervenidas digitalmente de Flavia Da Rin, artista con sello inconfundible que hace más de 20 años se pone en la piel de personajes hipnóticos, aluden también a la sumisión a los estereotipos de belleza femenina. Además, en la galería Ruth Benzacar, Da Rin presenta, en una muestra con Mariana Telleria montada en los dos nuevos espacios contiguos a la galería, una serie de imágenes ácidas y al tiempo cargadas de humor que hizo durante el aislamiento social obligatorio.
Tras un cristal y con luz tenue y escenográfica, se exhibe Pregnant Woman (Mujer embarazada) de Louise Bourgeois, una pequeña maravilla hecha con tela y acero inoxidable que remite a las venus paleolíticas, primeras representaciones del cuerpo femenino.
En Facial Cosmetic Variations (1972), Ana Mendieta se cuestiona su identidad como mujer y migrante latina. Con pelucas, exceso de maquillaje y una media para deformar su rostro, la artista aborda la cuestión de la identidad y los cánones de belleza impuestos a las mujeres alterando su propia apariencia. La niña Mendieta y su hermana habían sido enviadas a EE.UU. por sus padres por medio de la Operación Peter Pan, un programa secreto dirigido por la Iglesia, con ayuda del Departamento de Estado, para sacar de contrabando a miles de chicos de Cuba al inicio del régimen castrista. Con tan sólo 12 años, estuvo en distintas casas de acogida en Florida y en Iowa, sin ver a su madre durante 5 años y a su padre por 18.
Tenía 36 años cuando cayó del piso 34 de un edificio de Nueva York. Se barajaron varias hipótesis: suicidio, accidente u homicidio cometido por su marido, el reconocido artista del minimalismo Carl Andre. Tras 3 años de proceso judicial, Andre, que consiguió que no hubiera jurado en el juicio, fue absuelto por falta de pruebas, aunque hubo vecinos que testificaron haber oído gritos antes de la caída y Andre tenía rasguños, quizá de una pelea.
Liliana Maresca con su obra (1983), la primera serie de fotoperformances de la artista, realizada con Marcos López, se encuentra a pasos de la fotoperformance Facial Cosmetic Variations (1972), de Ana Mendieta: la comunión entre las obras de ambas pioneras de la performances y la centralidad del cuerpo como herramienta de cuestionamiento político es intensa –no se conocieron y tampoco es probable que Maresca conociera la obra de Mendieta–. Como si fueran prótesis o elementos ortopédicos disfuncionales, Maresca incorpora a su cuerpo objetos encontrados y ensamblados recogidos en la basura. “Lo que me interesa particularmente de Maresca es cómo ella ve en el cuerpo un elemento de una carga política muy fuerte. Con los objetos que muestra en esta fotoperformance, el cuerpo aparece comprimido, oprimido. Maresca está problematizando cuestiones del cuerpo a la salida de la dictadura (esas obras son del 83) –explica Rosa. Por lo tanto, no podemos soslayar que las mujeres bajo dictadura sufrieron un tipo de tortura muy diferente que la de los varones: fueron violadas, fueron embarazadas, parieron en cautiverio. En las obras de Maresca aparece esa politización del cuerpo y del desnudo femenino, que deja de ser un desnudo para el deseo masculino”.
La exhibición ilumina la capacidad de estas grandes artistas para crear universos que parecían imposibles. Pusieron el cuerpo –literal y simbólico– en el centro de la escena: abrieron el camino para repensarnos e imaginar nuevas cosmovisiones. Dejaron obra que interpela con avidez abrumadora.
Crear mundos se puede ver en Fundación Proa: entrada con reserva a través de la web. Jueves a domingo de 11 a 18, Av. Pedro de Mendoza 1929 La Boca, Caminito
La exposición Crear Mundos propone un recorrido a través de las obras de más de cincuenta creadoras que han expuesto en Fundación PROA a lo largo de sus veinticuatro años de trayectoria, con el propósito de reflexionar sobre sus aportes a la historia del arte contemporáneo, a la vez que considerar el carácter singular y global de las problemáticas que atraviesan las experiencias de las mujeres en el campo del arte.
Con la asesoría académica de María Laura Rosa y la curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Otero, la muestra se organiza a través de cuatro temáticas que se consideran, si bien no las únicas, de gran relevancia para el arte contemporáneo: la cuestión de la materialidad, diversas interpretaciones referidas al espacio y al lenguaje entendidas en un sentido amplio y, finalmente, problemáticas vinculadas con la corporalidad. Algunas de las obras pueden enlazar con más de un tema, ya que sugieren varias cuestiones a la vez, y es por ello que en el recorrido completo de la exhibición se manifiestan múltiples asociaciones.
Compartimos algunos fragmentos del texto escrito por María Laura Rosa para esta exposición, que podrá verse hasta febrero de 2021 en PROA.
CREAR MUNDOS
Por María Laura Rosa
Las artistas que integran Crear Mundos nos presentan piezas que conforman en sí mismas pequeños universos en donde nos hablan sobre las complejidades de nuestra época. A través de ellos nos acercamos a experiencias singulares y situadas en los contextos de cada una de las creadoras, aunque a la vez no dejen de referir a problemáticas globales.
El itinerario de la exposición se inicia con distintas aproximaciones creativas hacia la materialidad. Las obras comprenden diversos tipos de circulación, de sentidos simbólicos que aluden a lo íntimo, a lo privado, entre otras cuestiones. Asimismo, el arte contemporáneo debilita las fronteras tradicionalmente trazadas entre las artesanías y las bellas artes, las artes mayores y menores o el Arte y el campo del diseño, situación que amplía las interpretaciones y los puntos de vista. Los materiales y las técnicas se vuelven maleables, cuestionados en su naturaleza y en su función, tornándose así en transmisores de preguntas reflexivas y críticas.
El itinerario continúa a través de la temática dedicada al espacio, entendida en función de nuestros hábitos y rutinas atravesadas por los cambios y las inestabilidades. Crear Mundos aborda interpretaciones amplias sobre este concepto a través de propuestas vinculadas con la geopolítica mundial, con aspectos de la subjetividad y de la percepción, así como también con miradas críticas sobre las exclusiones de las mujeres del espacio público y su confinamiento en el privado.
De igual manera, lo social se produce, se negocia y adquiere sentido en el espacio en el que habitamos, por tanto, origina para las artes un laboratorio de experiencias, acciones y propuestas que abarcan varias problemáticas de nuestro presente, tales como el medio ambiente, la ecología y la ubicación de nuestros cuerpos inmersos en fenómenos como el nomadismo y la (des)(re) territorialización, entre otros.
El lenguaje es otro de los asuntos en los que se detiene Crear Mundos. Ya sea como un elemento estético que va más allá de su semanticidad o formando parte de enunciados poéticos, de denuncia o subversión del orden impuesto, la lengua adopta múltiples posibilidades estético-políticas. Las artistas contemporáneas expanden el campo textual y visual, empleando nuevas tecnologías, así como también técnicas más tradicionales. Apelando a la poesía o a los actos más contundentes de denuncia, el lenguaje es una herramienta creativa fundamental para las artistas del siglo XX y del XXI.
Finalmente, el último recorrido de Crear Mundos se detiene en la noción de cuerpo. Las artistas contemporáneas exploran múltiples estrategias de representación para responder a los significados patriarcales de la corporalidad; éstas conforman un escenario privilegiado en donde problematizar y deconstruir cuestiones relacionadas con la identidad, la femineidad y los géneros, a la vez que explorar la subjetividad. En ese sentido, crean mundos en donde lo íntimo, lo privado y lo personal es analizado desde diferentes ángulos, planteando también posibles relaciones entre lo subjetivo y lo social, que llevan a pensar críticamente la circulación del poder en nuestro mundo contemporáneo.
MATERIALIDADES
Una cuestión a destacar es el tema de la domesticidad en las mujeres, quienes aún continúan siendo educadas para aguantar sus demandas. Dicha situación conduce a la división sexual del trabajo, la cual se sostiene a través de la educación diferencial de los géneros que se encuentra vigente, sin cuestionamientos, en varios lugares del mundo.
Es por ello que lo doméstico es el lugar silencioso que, con frecuencia, sostiene la función pública del varón: más allá de que las mujeres se incorporen al ámbito laboral durante el siglo XX, no por ello dejan de cumplir con las tareas domésticas.
Las artes de la aguja, los wallpapers, los diferentes diseños —de objetos e indumentaria, decoración, joyas, etc.—, son empleados en la creación de nuevos relatos. Las labores —aquello que no es arte ni artesanía—, vinculadas a la idea de trabajo no remunerado, característico de la domesticidad, cambian su estatus y con ello abren el juego de la superposición de narrativas, exponiendo posiciones críticas, ironizando prejuicios históricos y reflejando creencias espirituales.
La obra Globe de Mona Hatoum inaugura Crear Mundos con un globo terráqueo construido en acero. La desnudez, la estructura de barras, la desolación, remiten a múltiples significados para pensar el mundo que habitamos. El silencio y la soledad que marcan esta obra son el hilo que une las piezas exhibidas. Ese silencio y esa soledad que construyen el tiempo de la materialidad, de la orfebrería, de la ornamentación.
Delia Cancela plantea también un delantal construido con retratos de mujeres destacadas en la historia del arte y que la acompañan hasta hoy. Son sus amigas, son los fantasmas con los que dialoga, sus compañeras de trabajo. El reconocimiento a las influencias y admiraciones es un tributo. Un homenaje con quienes compartir, a quienes compartir.
Las plataformas de Dalila Puzzovio se sitúan en los años en los que el arte salía a la calle, conquistaba vidrieras, se convertía en objeto de la vida cotidiana y rompía las fronteras entre arte y diseño, entre arte y moda. Así, en la obra Niñ̃* de Mariela Scafati se hace presente, mediante una prenda atada, el debate sobre las cuestiones de género que se da en la actualidad.
La piel del cuerpo, ¿puede ser usada para confeccionar carteras de lujo? ¿Es posible hacer esta pregunta sin conflicto? Nicola Costantino plantea este dilema: ¿la piel humana o la animal? La obra de Mónica Girón aborda a quien teje ropa para proteger a las especies en vías de extinción en la Patagonia. Sutiles prendas que, además de su belleza, brindan desde el arte una reflexión sobre la muerte de las especies. Como Mónica Millán, quien trabaja con las comunidades textileras paraguayas que tejen esta pieza que la artista emplea, en un acto simbólico, para remitir a formas del paisaje.
Alicia Herrero presenta una vasija china realizada en lata y la nombra Estimate U$S 5.000.000.- Quianlang Vase. Propone reflexionar sobre la distancia entre el quehacer silencioso del artista y el espacio creado para su comercialización. De esta manera, las obras se enfrentan al sistema del arte o lo modifican al ingresar en él.
El material es pensado más allá de la forma, adquiriendo nuevas categorías que van desde lo tangible hasta lo identitario, y se transforma en reivindicación, poesía, autobiografía.
ESPACIO
En nuestra contemporaneidad la noción de espacio es reinterpretada en función de nuestras temporalidades cambiantes e inestables —en comparación con la época moderna— de nuestros hábitos y rutinas. Quizás con más rapidez que ningún otro siglo haya experimentado, nos encontramos ante transformaciones constantes que incorporamos con naturalidad en nuestra cotidianidad. Es por ello que las artistas contemporáneas abordan una interpretación amplia del concepto de espacio que nos conduce a nociones vinculadas con la geopolítica mundial, con aspectos de la subjetividad y de la percepción, con reflexiones críticas sobre las exclusiones de las mujeres del espacio público y su confinamiento en el espacio privado, así como también a miradas poéticas y estéticas.
El filósofo francés Félix Guattari y la pensadora brasileña Suely Rolnik expresan que las ideas de territorialidad, desterritorialización y reterritorialización están interconectadas para los sujetos contemporáneos, por tanto, son pasajes de un mismo recorrido. Las artes, a través de sus diferentes lenguajes, han reflejado este paradigma desde variadas aproximaciones conceptuales y críticas.
Si tomamos como punto de partida la noción de espacio público que propone la filósofa Hannah Arendt, es decir, el ámbito que se conforma cuando las personas, concibiéndose como iguales, se reúnen para actuar y dialogar en concierto, lo cual comporta un carácter espontáneo que surge cada vez que los individuos deciden recuperar su libertad y su capacidad de acción —durante la segunda mitad del siglo XX tenemos los ejemplos de los movimientos feministas, pacifistas, estudiantiles, etc.—, debemos indicar que este lugar tiene históricas marcas de género. Para nuestra cultura occidental, la feminidad se construye a partir de su desempeño dentro del espacio doméstico: quienes salen de él lo hacen por necesidad económica. Vale decir, lo público conlleva marcas de género, a las que se agregan las de clase y las étnicas.
En las dos obras monumentales de Ana Gallardo, Boceto para la construcción de un paisaje: la Laguna de Zempoala, en las intervenciones e instalaciones de la artista húngara Agnes Denes (pionera del arte ambiental) y en las fotografías de Adriana Lestido se presentan una diversidad de puntos de vista y de abordajes. Gallardo recupera la carbonilla, con referencias precisas a la historia del arte, y también al paisaje, para dar cuenta de un momento preciso de su vida.
En la actualidad, las intervenciones en el espacio realizadas por la artista Agnes Denes adquieren especial valor y reconocimiento internacional por el llamado a la reflexión sobre el hombre y su entorno. Las fotos son el registro de la intervención que es considerado el primer site-specific de preocupación ambiental y de advertencia acerca de cómo el hombre trata y destruye su propio hábitat.
LENGUAJE
El arte contemporáneo juega con la palabra desde diferentes aspectos: como un componente en sí mismo más allá de su semanticidad, como un elemento autorreferente y autosuficiente con cualidades estéticas o formando parte de enunciados poéticos, de denuncia o subversión del orden impuesto.
Las artistas contemporáneas emplean palabras escritas para ser leídas en el espacio, tanto virtual como real, planteando así una hibridez de géneros que circulan por los confines de lo textual y lo visual, trazando puentes entre el acto de leer y el de contemplar. En algunos casos, el texto deviene imagen mental al utilizar elementos lingüísticos e icónicos; con ello, las creadoras rompen con la interpretación occidental de que el logos —el pensamiento— se transmite, preferentemente, a través de la palabra escrita.
En otros casos, nos encontramos con la creación de alfabetos que separan al lenguaje de su significación y ponen en jaque a la propia legibilidad de los textos, creando espacios para la libertad de la imaginación. Numerosas escrituras tienen fundamento fonético —cada signo representa un sonido de la lengua hablada—; otras tienen principios ideográficos —los signos son representativos de la idea que se quiere transmitir— y se complementan con señales fonéticas, como por ejemplo las lenguas orientales.
A su vez, el arte emplea el grafismo, es decir, el trazo inicial que comprende a todas las expresiones que surgen de este; se encuentra entre la escritura y el dibujo, dado que por un lado incluye a la caligrafía y al arabesco, así como al grabado y al esquema.
Otra de las características del lenguaje es la de delimitar, determinar y restringir los significados de las cosas, ejerciendo el control sobre las personas a través de patrones de percepción, convenciones y normas de conducta. En ese sentido, las artistas contemporáneas exponen los efectos políticos y los juegos de poder que se ocultan tras “inofensivas” o “simples” frases naturalizadas cuyos efectos son físicos al instaurar regímenes de comportamientos. El arte es el territorio de la libertad de expresión, del desocultamiento de las complejas redes de poder que conforman nuestro tiempo histórico.
En una época donde las teorías de comunicación están en pleno auge, Marta Minujín realiza la acción Leyendo las noticias (1965), donde simplemente se envuelve a sí misma en periódicos para sumergirse luego en el Río de la Plata hasta que éstos se disuelven en el agua, una reflexión de cómo las noticias se construyen, invaden y se esfuman.
En formatos propios de la comunicación, como libros, cartas, artículos, diarios, postales, Mirtha Dermisache construye “escrituras ilegibles”, grafismos, en los cuales la obra es concebida como escritura en sí misma. En Lenora de Barros, en tanto, las relaciones entre texto e imagen y sonido e imagen se combinan al accionar con su propia boca una máquina de escribir.
CUERPO
Las artistas contemporáneas plantean múltiples estrategias de representación para reflexionar sobre el cuerpo, situación que ha ido conformando un escenario privilegiado en donde debatir, problematizar y deconstruir cuestiones relacionadas con la identidad, la femineidad y los géneros. Asimismo, nuestra contemporaneidad se ha abierto a la exploración y exposición de nuevas nociones de subjetividades alternativas como consecuencia de asumir el fin del modelo cartesiano de sujeto, característico de la modernidad, el cual se manifiesta centrado, coherente, trascendental y, sobre todo, masculino. En consecuencia, las creadoras vienen desarrollando diferentes estrategias de representación para responder a los significados patriarcales de la corporalidad, proponiendo otras experiencias de los cuerpos y otras subjetividades.
Sin embargo, desde la última década del siglo XXI, las estructuras variables del capital globalizado, la fragmentación e inestabilidad laboral y las mudanzas ideológicas impactan sobre los vínculos humanos, así como también la acelerada transformación de las identidades locales, religiosas, étnicas, regionales y nacionales. Este dinamismo cambiante trae consecuencias sobre las estructuras de clase, los roles de género y las sexualidades, llevando a la reconfiguración de las interpretaciones simbólicas sobre el cuerpo y la subjetividad.
El cuerpo conforma, en las propuestas de las artistas, un escenario privilegiado en donde problematizar y deconstruir cuestiones relacionadas con la identidad, la femineidad y los géneros, a la vez que explorar sobre la subjetividad. En ese sentido, ellas crean mundos en donde lo íntimo, lo privado y lo personal es analizado desde diferentes ángulos, reflexionando sobre las posibles relaciones entre subjetividad y sociabilidad y asumiendo posiciones críticas ante la circulación del poder en nuestro mundo contemporáneo.
Las obras trabajan desde múltiples puntos de vista, épocas y geografías un abanico amplio y variado de formas de pensar el cuerpo: desde su utilización como denuncia en la obra de artistas como Ana Mendieta o Eleanor Antin, que alteran su color, su género o sus facciones cuestionando los ideales de belleza y binarismos de género, hasta las fotos de Vanesa Beecroft, que en una operación radicalmente opuesta nos presenta los cuerpos hegemónicos de modelos que parecen maniquíes para cuestionar temas similares.
Artistas como Flavia Da Rin o Guadalupe Miles elaboran desde estéticas y obras muy distintas las ideas de autopercepción y transformación de la imagen en la vida contemporánea, mientras que Liliana Maresca, a través de la fotoperformance, utiliza su cuerpo desnudo como medio y como objeto, camuflándose entre sus propias obras.
ACTIVIDADES
La exposición va acompañada de un extenso programa público —virtual y presencial—, que permite profundizar sobre los contenidos presentados a través de visitas guiadas con las artistas y las curadoras de la exhibición, clases impartidas por el Departamento de Educación y María Laura Rosa, videos que exploran en profundidad las obras presentadas, audioguías en Spotify, un ciclo de danza coordinado por Andrea Servera, una instalación de sitio específico de la mano de Gabriela Golder y Mariela Yeregui, y proyecciones afines a las temáticas abordadas, entre otros.
La exhibición prosigue en Proa21 con un grupo de curadoras invitadas —que participaron del programa Espacio Contemporáneo—, donde ensayan una experiencia curatorial colectiva, creando un mundo para el debate, para la escritura y para la teatralidad.
ARTISTAS PARTICIPANTES
Eleanor Antin (1935, Nueva York, EE.UU). Vive y trabaja en San Diego, California, EEUU).
Elba Bairon (1947, La Paz, Bolivia). Vive y trabaja en Buenos Aires.
Rosa Barba (1972, Agrigento, Italia). Vive y trabaja en Berlín, Alemania.
Vanessa Beecroft (1969, Génova, Italia). Vive y trabaja en Nueva York, EE.UU.
Louise Bourgeois (1911, París, Francia – 2010, Nueva York, EE.UU.)
Delia Cancela (1940, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en París, Francia y Buenos Aires, Argentina.
Aili Chen (1971, Taipei, Taiwán). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Nicola Costantino (1964, Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires.
Chicks on comics (colectivo conformado en 2008. Integrantes: Schalkx, Powerpaola, Sole Otero, Chiquinha y Julia Homersham).
Elena Dahn (1980, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Flavia Da Rin (1978, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Lenora de Barros (1953, São Paulo, Brasil). Vive y trabaja en São Paulo, Brasil.
Marina De Caro (1961, Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Agnes Denes (1931, Budapest, Hungría).
Mirtha Dermisache (1940 – 2012, Buenos Aires, Argentina).
Nathalie Djurberg (1978, Lysekil, Suecia). Vive y trabaja en Berlín, Alemania.
Inés Drangosch (1956, Buenos Aires, Argentina). Vive trabaja en Mar del Plata.
Ana Gallardo (1958, Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina). Vive y trabaja en Ciudad de México.
Mónica Girón (1959, San Carlos de Bariloche, Argentina. Vive y trabaja en Buenos Aires.
Gabriela Golder (1971, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires.
Sarah Grilo (1919, Buenos Aires, Argentina – 2007, Madrid, España).
Gachi Hasper (1966, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Mona Hatoum (1952, Beirut, Líbano). Vive y trabaja en Londres, Reino Unido.
Alicia Herrero (1958, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Jenny Holzer (1950, Gallipolis, Ohio, EE.UU). Vive y trabaja en Nueva York, EE.UU.
Eva Kotatkova (1982, Praga, República Checa). Vive y trabaja en Praga, República Checa.
Adriana Lestido (1955, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Liliana Maresca (1951, Avellaneda, Provincia de Buenos Aires – 1994, Buenos Aires, Argentina).
Julia Masvernat (1973, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Ana Mendieta (1948, La Habana, Cuba – 1985, Nueva York, EEUU).
Guadalupe Miles (1971. Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja entre Buenos Aires y Salta, Argentina.
Mónica Millán (1960, San Ignacio, Provincia de Misiones, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Marta Minujín (1941, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Shirin Neshat (1957, Qazvin, Irán). Vive y trabaja en Nueva York, EE.UU.
Leticia Obeid (1975, Córdoba, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Margarita Paksa (1932, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Liliana Porter (1941, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Nueva York, EE.UU.
Dalila Puzzovio (1942, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires.
Tracey Rose (1974, Durban, Sudáfrica). Vive y trabaja en Johannesburgo, Sudáfrica.
Alessandra Sanguinetti (1968, Nueva York, EE.UU.)
Mariela Scafati (1973, en Olivos, Provincia de Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Alejandra Seeber (1969, Buenos Aires, Argentina).
Marcela Sinclair (1972, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Cecilia Szalkowicz (1972, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Rosemarie Trockel (1952, Schwerte, Alemania). Vive y trabaja en Colonia, Alemania.
Mariela Yeregui (1966, Buenos Aires, Argentina). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
Mini Zuccheri (1940, La Plata, Provincia de Buenos Aires). Vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina.
En esta reapertura, Proa decidió hacer foco en la mujer. Su exposición “Crear Mundos” recorre la producción de más de 50 artistas mujeres que han formado parte de la historia de esta fundación a lo largo de los años. Entre muchas otras, podrán disfrutarse obras de Liliana Porter, Delia Cancela, Dalila Puzzovio, Louise Bourgeois, Nicola Costantino y Marta Minujín. Partiendo de la historia del arte y a través de distintas disciplinas (como el video, la fotografía, la instalación y la performance), las artistas reflexionan sobre distintas problemáticas desde diversas generaciones y culturas del mundo. La idea central es no solo recuperar 24 años de historia de la institución en términos de aporte femenino, sino además considerar el carácter singular y global de las experiencias (y problemas) que atraviesan las mujeres en el campo del arte. El resultado es un recorrido súper rico, con múltiples estímulos y miradas que dejan reflexionando mucho más allá de la visita.
Sobre qué esperar de Proa en esta nueva etapa, al protocolo clásico de barbijos, alcohol en gel, reserva de entradas, circulación guiada y control de temperatura se suma el de completar un formulario con los datos de cada visitante.
In Argentina, where sudden setbacks are not uncommon and often lead to creative solutions, alternative online programmes quickly popped up. Yet for all the deserved praise for such initiatives, some of which were brilliant (and are still online on the museums’ websites), nothing can compare to experiencing art in person. Standing in front of a painting. Walking around a sculpture. Making associations between artworks placed near to each other. Or perhaps, for the regular visitor, reconnecting with the works of art you love.
That possibility is now before us once again: museums across the country, including the cultural staples of the capital, have reopened. Under strict protocols, the public has been invited back to the Museo Nacional de Bellas Artes, MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), Museo Moderno and Fundación PROA, among others. Visitors need to visit each institution’s respective website, where days and time slots can be reserved and you, and the rest of your household, can sign up for a visit.
It is quite an experience – regulations allow for only a limited amount of visitors, which turns each trip into a near private viewing. You can be alone with Rodin’s Kiss or Rembrandt’s Portrait of a Young Woman at the Museo de Bellas Artes. There is time to see and read the fascinating new narrative of MALBA’s permanent collection. Or you could go see the Sergio De Loof exhibit at the Moderno – which gained extra weight because of the artist’s death in March – and is now still on display, as the entire museum programme has been postponed. Or embark, in peace and tranquility, on a walk around PROA’s exhibit Crear Mundos, masterfully showing the broad array of female artists the art space has worked with over the years.
Provided one is not looking for the social aspect of art events, visiting a museum in this new reality can be regarded as something marvellous. Reserve in advance, let your temperature be taken, sanitise your hands, keep your mask on and follow the dots or lines on the floor, or the indications of the security staff – and you will almost have the museum to yourself.
Reinvention and adaptation
Besides reinventing themselves as virtual platforms of and for art during quarantine, the real-life experience of museums has not changed much. Adaptations in curatorial plan have sometimes been necessary in order to be able to guarantee distance between the onlookers – at the Moderno for instance, when searching for Liliana Maresca’s work, I learned it had been taken out, even though the wall text has not yet been adapted. Interactive works have not been replaced though, so the audience is free to activate Julio Le Parc’s Forma en contorsión – but only after sanitising your hands with the spray left to the side the artwork. One temporary exhibit by young artist Santiago Iturralde could not have been more appropriate, even though unintentionally, as the exhibit opened in February: his paintings show museum audiences. People with their phones trying to take pictures of famous art pieces, avoiding the crowd in order to be in it. A shrill contrast to today’s empty museum galleries.
At PROA, which reopened with a new exhibit, Adriana Rosenberg, the museum’s director, told the Times that the effect of the new regulations meant that “we had to drastically downsize the amount of works that we intended to show, which led us to rethink the exhibition.” Curators had to choose different works and developed new angles for an exhibition showing art created by women, with their wide array of visual languages and takes on the world. She points to Marta Minujin’s work Leyendo las Noticias (“Reading the News”), which is a photo-series of the artist dressed up in newspapers, including a newspaper-hood. She pretends to read the news, but she can’t. “We chose this work because of the space limits, but in fact it turned out well, as it is not such a well-known work, and now, for once, it is being shown again,” explained Rosenberg.
The collection-less museum cleverly used its own exhibition archive to build from, and shows works by internationally acclaimed artists including Jenny Holzer, Mona Hatoum and Louise Bourgeois, aside a diverse and interesting selection of Argentine artists, such as Delia Cancela, Liliana Porter, Leticia Obeid and many more, which should be on display more often.
MALBA also re-opened with a new proposal. As you enter the museum, a line on the floor first leads the visitor to the surrealist world of Spanish Mexican painter, Remedios Varos, and then to its newly curated permanent exhibit, which could be read as the new director’s visiting card. Clearly, Gabriela Rangel researched the collection well – there are a host of works on display that had not been shown before. The masterpieces of the MALBA – Frida Kahlo, Diego Rivera, Tarsila do Amaral, Xul Solar and Antonio Berni – are of course still on display, but all placed in a way that invites you to (re)consider the origin of Latin American art. The altar-like entrance centered around Joaquin Torres-Garcia’s Composition symétrique universelle en blanc et noir is flanked by archaeological figurines, whose forms and shapes are unmistakably recognisable in his painting made thousands years later. Placed opposite photos of Leandro Katz’s Catherwood Project – a reconstruction of two British 1850s expeditions to the Maya areas of Central America and Mexico – it seems that this curatorial proposal encourages us to look deeper into our own roots.
The Museo de Bellas Artes did not open with a new take on their collection, despite having one of the largest collections of Latin America, and enough hidden treasures, as their online course on women artists attests. During quarantine, the museum also made catalogues of their exhibits (2016-2019) available online and disclosed an amazing archive of Leon Ferrari’s work, celebrating what would have been his 100th birthday. His Moon looms over you upon entering to see the 16th to 19th century European and 19th century Argentine art, housed on the museum’s ground floor.
For now this is the only floor open, as the museum takes it step by step. Learning from these first visits, the first floor might also reopen. The guards, outnumbering the visitors, make sure one follows the destined route, and distance is being kept – not so much from the artworks, but from the other visitors, if there any at all.
ras el encierro, en el circuito del arte predomina una atmósfera efervescente similar a la de marzo, cuando todo vuelve a recomenzar tras el letargo veraniego. Nadie sabe cómo seguirá todo; hay que aprovechar estos entusiastas rayos de actividad visitando, por ejemplo, el Distrito de las Artes.
San Telmo. En Av. San Juan 350 está el Museo Moderno. Que reabrió las exposiciones de Mildred Burton, Sergio de Loof y la dedicada a la colección: “Una llamada pertinaz”. Inauguró “Sueño sólido” con esculturas monumentales de Nicanor Aráoz, “La pintura desnuda” de Santiago Iturralde y el gran mural de Cotelito en la cafetería y librería. En alegre bienvenida, las instalaciones de Diana Aisemberg enmarcan con brillo las puertas de vidrio que dan al patio, nunca antes usado. El MACBA –museo dedicado a las distintas variantes de la abstracción– está al lado y presenta las individuales de Liliana Iturriaga, Catalina Chervin y Miguel Ángel Giovanetti.
La Boca. En Av. Almte. Brown 1031, el MARCO despliega “Stoppani - Legavre. De París a Buenos Aires”, celebrando la trayectoria del artista argentino Juan Stoppani y del francés Jean Yves Legavre, juntos en el arte y en la vida. Resumen 50 años en 60 piezas con los colores y el desparpajo del Pop, y más.
Sobre Av. Pedro de Mendoza, el Quinquela Martín recibe a los visitantes con la colección de arte argentino del patrimonio y la exposición-ambientación “500 Jueves. El otro tango”, el homenaje a la mítica milonga de Cochabamba 444. En la Vuelta de Rocha, Fundación Proa despliega “Crear mundos”, con obras de 50 artistas mujeres. A pocos pasos, Fundación Andreani ofrece proyecciones, robots interactivos, sensores y algoritmos de inteligencia artificial en las obras de Mariano Sardón y Mariano Sigman y fotografías de Gian Paolo Minelli.
ARTE
Crear mundos Fundación Proa presenta una muestra que recorre la producción de más de cincuenta artistas mujeres que han formado parte a lo largo de todos estos años de la historia de Proa. Partiendo de la historia del arte y a través de distintas disciplinas –como el video, la fotografía, la instalación y la performance–, las artistas, reflexionan sobre problemáticas asociadas a los materiales y elementos de la vida cotidiana, la relación con el espacio, las sutilezas del lenguaje y el lugar cuerpo –como soporte, material y metáfora– desde diversas generaciones y culturas de todo el mundo. Las artistas Delia Cancela, Nicola Costantino, Mónica Giron, Mona Hatoum, Alicia Herrero, Mónica Millán, Dalila Puzzovio, Mariela Scafati y Mini Zuccheri presentan un conjunto de piezas en las que se destacan los procedimientos constructivos para la elaboración de obras de arte y la versatilidad de las prácticas artísticas. Hasta el 28 de febrero de 2021.
De jueves a domingo de 11 a 18, en Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929. Disponible en http://proa.org/
La Fundación Proa reabrió sus puertas al público con la muestra Crear Mundos, tras varios meses de espera, con un repaso de los 24 años de su archivo sobre artistas que estuvieron presentes en su espacio como Marta Minujín, Liliana Porter, Alicia Herrera, Liliana Maresca y Louise Bourgeois, entre otras, en una nueva narrativa temática sobre materialidad, espacio, lenguaje y cuerpo.
Crear Mundos se presenta como un legado que retoma la emergencia de los movimientos de mujeres, cuestionamientos políticos, prácticas, micropolíticas, denuncias, incomodidades, saberes disímiles visibilizados en nuestro país en la emergencia del Ni Una Menos en el 2015 y la irrupción del feminismo como fuerza avasallante en la agenda pública de Occidente con el MeToo (2017), que desemboca en una variedad de apropiaciones en la esfera de los espacios de exhibición.
PUBLICIDADLa Fundación Proa no es ajena a ese universo y luego de una larga pausa de casi ocho meses reabrió sus puertas al público con esta exposición que traza un despliegue en el que se entrecruzan artistas y materialidades diversas.
Con el asesoramiento académico y guion curatorial de la investigadora María Laura Rosa y curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Otero, Crear Mundos puede visitarse de manera gratuita del 14 al 31 de noviembre, con reserva previa.
La pausa de estos meses incentivó la presencia virtual de Proa con cursos, conferencias y adelantos de la muestra programada desde el año pasado para ser estrenada a fines de marzo, después de la de Anish Kapoor, y que el 24 de octubre fue estrenada virtualmente en Instagram el marco de la acción Los Museos Iluminan y acompañada por videodanza.
“Estamos muy contentos. Esta muestra está compuesta por más de 50 artistas nacionales e internacionales y de diversas generaciones, se dividió en varias salas y en cada una se mezclan técnicas, hay fotografía, video, pintura y obras. Es una muestra muy universal, muy contemporánea que brinda un panorama muy actual de lo que está pasando en el arte en este momento”, expresa Adriana Rosenberg, presidenta de la Fundación Proa.
En ese sentido, indica que la idea de la exposición, que iba a inaugurarse el 20 de marzo, “surge por todo el debate de recuperar la historia de la mujer” y señala: “Como a lo largo de Proa tuvimos más de 200 mujeres, esta muestra es una selección de alguna de las obras, y un homenaje a nuestra historia, a las mujeres, al archivo”.
Crear Mundos retoma la frase de Donna Haraway “qué materiales usamos para pensar otros materiales, qué cuentos contamos para contar otros cuentos y qué historias hacen mundos” a partir de los 24 años del archivo de Proa y a través de las artistas que pasaron por sus exposiciones, y de las 250 se seleccionaron 64.
De esta manera las artistas seleccionadas reflexionan sobre problemáticas asociadas a los materiales y elementos de la vida cotidiana, la relación con el espacio, las sutilezas del lenguaje y el lugar del cuerpo como soporte, material y metáfora.
La exposición se organiza en cuatro núcleos temáticos bien definidos: la materialidad, el espacio, el lenguaje y cuerpos (que tendrá una restricción de edad para su acceso). En los descansos de la escalera, como acompañamiento, está la frase de Haraway y un ploteo de Chick on Comics, un colectivo de historietas que expuso a fines de 2016, conectando públicos desconocidos entre sí.
El recorrido inicia en la sala dedicada a la materialidad con Globe (2007), de la artista palestino-británica Mona Hatoum, en la que se amplían las categorías de arte y se muestran “las relaciones que históricamente han desarrollado a lo largo del siglo XX y XXI las artistas con los materiales, saltando fronteras y generando esta desjerarquización de las artes entre artes mayores, menores, diseño, artesanías, artes populares y diferentes lenguajes, textiles”, explica Rosa.
La investigadora señala que se evidencia el modo en que “las mujeres han saltado jerarquías, han roto compartimentos estancos entre alta cultura y baja, textiles, arte de la aguja, pintura, diseño” y así se exhiben las obras de Mónica Millán, Mónica Giron, Mariela Scafati, Mini Zuccheri, Delia Cancela, Dalila Puzzovio y Nicola Costantino que abren el juego sobre consumo e indumentaria, y se suma la mirada sobre el mercado del arte de Alicia Herrero.
La siguiente sala es “una interpretación de espacio en sentido amplio”, que según indica Rosa implica “un espacio público, privado, íntimo, emotivo, de denuncia” en el que se puede ir pasando “por diferentes interpretaciones de la naturaleza y el paisaje”, e incluye obras de Ana Gallardo e instalaciones de la artista húngara Agnes Denes (pionera del arte ambiental) o fotografías sobre la Antártida de Adriana Lestido.
Entre las salas del espacio y el lenguaje, la transición casi imperceptible -si no se está atento a los detalles-, propone siluetas dibujadas y trae conceptualizaciones de Liliana Porter con la reconstrucción de una experiencia del 69 del Di Tella, donde reflexionaba sobre la realidad, y cómo opera el tiempo y el espacio para que el espectador termine completando la obra.
La sala dedicada al lenguaje trata sobre su interpretación “a través de las artes visuales como un elemento político más allá de su valor simbólico y semiótico”, señala Rosa. Allí la argentina Sarah Grilo -primera artista que gana la Beca Guggenheim, 1962- en Nueva York comienza a trabajar con un sentido artístico, visual las palabras en los graffitis callejeros y los integra en su obra.
También está Marta Minujín con su performance Leyendo las noticias (1965), que toma el concepto “el medio es el mensaje” de Marshall MacLuhan, y vestida con un traje de periódico se introduce en el agua y las palabras se disuelven. Para Rosa se trata de “un acto poético fabuloso” donde Minujín pone “la corporalidad del mensaje en el cuerpo” con “la idea de que las noticias están construyendo nuestra realidad y subjetividad”.
La sala se despliega como si fuera un libro, con obras de Inés Drangosch, Mirtha Dermisache y Julia Masvernant y Leticia Obeid muestra cómo el cuerpo va dejando marcas en los libros.
Margarita Paksa con su obra con tubos fluorescentes quiso trasladar el código matemático de Fibonacci a la luz. Alejandra Seeber con Burbujas de diálogo (2010), -para Rosa- este silencio dialoga con el video de Shirin Neshat The Last Word (La última palabra, 2003), donde el silencio es resistencia.
Otras artistas presentes son Gachi Hasper, Leonora de Barros, Cecilia Szalkowicz, Inés Drangosch con sus mapas conceptuales, Julia Mavernat con Gestos Textiles (selección de frases encontradas que se resignifican en un contexto específico) y Lenora de Barros, y como una continuación de lo gráfico, pero en línea de cómic, el colectivo Chick on Comics.
En el primer piso, la muestra cierra con el núcleo cuerpo, relacionado con las interpretaciones sobre políticas del cuerpo realizadas por las artistas y se muestran performatividades de género, construcciones de ideales de belleza, críticas a los roles establecidos como el de maternidad, el modo en que las identidades se construyen, “especialmente en la obra de Ana Mendieta y Flavia del Rin”, cuenta Rosa.
Otras artistas también presentes son Liliana Maresca, Louise Bourgeois y el cierre es con un video de Nathalie Djurberg, una obra sobre la trata, las violaciones y un determinado tipo de racialización y objetualización de las mujeres.
Fuente: Télam
Está organizada a través de cuatro grandes ejes temáticos:
El listado de artistas mujeres incluye a:
Eleanor Antin, Elba Bairon, Rosa Barba, Lenora de Barros, Vanessa Beecroft, Louise Bourgeois, Delia Cancela, Aili Chen, Nicola Costantino, Chicks on comics, Elena Dahn, Flavia Da Rin, Marina De Caro, Agnes Denes, Mirtha Dermisache, Nathalie Djurberg, Inés Drangosch, Ana Gallardo, Mónica Girón, Gabriela Golder, Sarah Grilo, Gachi Hasper, Mona Hatoum, Alicia Herrero, Jenny Holzer, Eva Kotátková, Adriana Lestido, Liliana Maresca, Julia Masvernat, Ana Mendieta, Guadalupe Miles, Mónica Millán, Marta Minujín, Shirin Neshat, Leticia Obeid, Margarita Paksa, Liliana Porter, Dalila Puzzovio, Tracey Rose, Alessandra Sanguinetti, Mariela Scafati, Alejandra Seeber, Marcela Sinclair, Cecilia Szalkowicz, Rosemarie Trockel, Mariela Yeregui, Mini Zuccheri.
Una nueva muestra que recorre la producción de más de cincuenta artistas mujeres que han formado parte a lo largo de todos estos años de la historia de Proa.
Partiendo de la historia del arte y a través de distintas disciplinas –como el video, la fotografía, la instalación y la performance–, las artistas, reflexionan sobre problemáticas asociadas a los materiales y elementos de la vida cotidiana, la relación con el espacio, las sutilezas del lenguaje y el lugar cuerpo –como soporte, material y metáfora– desde diversas generaciones y culturas de todo el mundo.
Participan las artistas Delia Cancela, Nicola Costantino, Mónica Giron, Mona Hatoum, Alicia Herrero, Mónica Millán, Dalila Puzzovio, Mariela Scafati y Mini Zuccheri.
Un destacado y original cuerpo de obras que transita desde los dibujos de mujeres célebres de la historia en un sutil vestido, hasta los anónimos atuendos utilizados y construidos con la joyería mapuche. Los objetos del mundo cotidiano, son los elementos que las artistas toman para sus obras y nos introducen en este universo de materialidades que cuestionan los límites del campo artístico. La selección está atravesada por distintos ejes que permiten varias conexiones y niveles de lectura ampliando los Iímites entre arte, artesanías, oficios y generando un nuevo mapa de relaciones e interrogantes.
Con la asesoría académica de María Laura Rosa y la curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Otero, Crear Mundos parte desde la segunda mitad del siglo XX a la actualidad, cubriendo técnicas y soportes contemporáneos como el video, la fotografía, la instalación y la performance
La exhibición se puede visitar de jueves a domingo de 11 a 18h, son los nuevos días y horario de apertura y cierre al público.
Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca
Un destacado y original cuerpo de obras que transita desde los dibujos de mujeres célebres de la historia en un sutil vestido, hasta los maravillosos atuendos utilizados y construidos con la joyería mapuche. Los objetos del mundo cotidiano, son los elementos que las artistas toman para indagar y construir sus obras. Nos introducen en este universo de materialidades que cuestionan los límites del campo artístico. La selección está atravesada por distintos ejes que permiten varias conexiones y niveles de lectura ampliando las fronteras entre arte, artesanías, oficios y generando un nuevo mapa de relaciones e interrogantes.
Con la curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Oter, la asesoría académica de María Laura Rosa, enriquecen la investigación con su mirada puesta en esta selección de cincuenta artistas que conforman y nutren con estas ideas las formas posibles constructivas de mundos.
La pandemia, nos propone una perspectiva diferente, nos insta a re-pensar las formas de encuentro de recorridos en espacios ya conocidos como son las exposiciones: Con protocolos, se puede disfrutar de la exhibición que también cuenta con recorridos virtuales y Programas Públicos por Instagram Live (@fundación_proa)—, Se puede recorrer la SALA 1, ver las actividades en ProaTV que adicionan a estos espacios sumando contenidos.
En estos meses tan particulares, en donde todos reflexionamos las nuevas formas posibles de habitar los espacios y a su vez cuidarnos, esta exposición nos habilita a ir más allá, nos llama a imaginar, a interpelar, a reflexionar y crear nuevas y pensar nuevos futuros posibles, y el arte como una de las herramientas tangibles para construir ese proceso.
Por Ana María Labuntés
Participan de la muestra las artistas: Delia Cancela, Nicola Costantino, Mónica Giron, Mona Hatoum, Alicia Herrero, Mónica Millán, Dalila Puzzovio, Mariela Scafati y Mini Zuccheri
La muestra inauguró el 24 de octubre de 2020 en PROA (La Boca - Buenos Aires)
"Crear Mundos integra un conjunto de piezas en las que se destacan los procedimientos constructivos para la elaboración de obras de arte y la versatilidad de las prácticas artísticas. Un destacado y original cuerpo de obras que transita desde los dibujos de mujeres célebres de la historia en un sutil vestido, hasta los anónimos atuendos utilizados y construidos con la joyería mapuche. Los objetos del mundo cotidiano, son los elementos que las artistas toman para sus obras y nos introducen en este universo de materialidades que cuestionan los límites del campo artístico. La selección está atravesada por distintos ejes que permiten varias conexiones y niveles de lectura ampliando los Iímites entre arte, artesanías, oficios y generando un nuevo mapa de relaciones e interrogantes".
Se inauguró en Fundación Proa de manera virtual la primera sala de la exhibición Crear Mundos. Con la asesoría académica de María Laura Rosa y la curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Otero, la exhibición recorre la producción de más de cincuenta artistas mujeres que han formado parte a lo largo de todos estos años de la historia de Fundación Proa.
El título de la exhibición retoma una frase de la teórica Donna Haraway, de su libro Staying with the Trouble (2016): “(…) qué materiales usamos para pensar otros materiales, qué cuentos contamos para contar otros cuentos y qué historias hacen mundos.”
Partiendo de la historia del arte y a través de distintas disciplinas –como el video, la fotografía, la instalación y la performance–, las artistas, reflexionan sobre problemáticas asociadas a los materiales y elementos de la vida cotidiana, la relación con el espacio, las sutilezas del lenguaje y el lugar cuerpo –como soporte, material y metáfora– desde diversas generaciones y culturas de todo el mundo.
"Crear mundos" tomó como referente e inicio del recorrido de la exposición a Globe (2007), obra de la artista palestino-británica Mona Hatoum. Este globo con aspecto de jaula, tiene el tamaño aproximado de una persona de estatura media, y tiene el mismo grado de inclinación que el planeta Tierra.
Con barras de metal entretejidas, recursos que la artista utiliza en varias de sus esculturas, la pieza parece una enorme y pesada jaula a punto de salir rodando. En esta obra, el globo ha sido despojado de sus fronteras geográficas y políticas, para crear un espacio mínimo de encarcelamiento, en donde los límites del adentro y el afuera se mezclan. Refleja la complejidad con la que la artista logra desafiar, y por momentos perturbar, nuestra experiencia de lo cotidiano.
En esta sala vemos como las artistas de distintas generaciones nos introducen en este universo de materialidades, que amplían las categorías de arte, artesanías, oficios y se genera un nuevo mapa de relaciones e interrogantes.
El conjunto de joyas mapuches realizadas por artesanos anónimos muestran la importancia que tenían estos elementos y de qué manera con el paso del tiempo se transforman en un testimonio del valor del ornamento en la figura femenina en dichas culturas. Con una mirada antropológica, Mónica Millán, recupera el trabajo artesanal y la manufactura silenciosa de un grupo de tejedoras de Yataití. El resultado es una pieza colaborativa, de sutil encaje que recrea la forma de un termitero, nido que construyen las termitas como refugio para vivir.
El vínculo de lo textil con la naturaleza también está presente en la serie de Mónica Giron, compuesta por un grupo de vestimentas para aves patagónicas que evidencian la ausencia de estos cuerpos animales en peligro de extinción. Siguiendo la línea de cuerpos y ausencias la obra Niñ* (2015) de Mariela Scafati, propone lecturas que van más allá de la discusión arte/artesanía, aunque trata también de la porosidad de límites entre los géneros
La muestra cuenta con el patrocinio de la Embajada de México en Argentina y podrá visitarse hasta fines de febrero de 2021, de martes a domingo de 11 a 19 hs en Fundación Proa.
La Fundación reabre sus puertas este sábado con un repaso de los 24 años de su archivo sobre artistas que estuvieron presentes en su espacio como Marta Minujín, Liliana Porter, Alicia Herrero, Liliana Maresca y Louise Bourgeois, entre otras.
Por Marina SepúlvedaVolver el cuerpo al espacio Fundación Proa convoca a la coreógrafa y bailarina Andrea Servera para realizar junto a la colaboración de seis intérpretes un ciclo de video danza. Inspiradas en las artistas que conforman la muestra Crear mundos, y dialogando con sus obras, crearon sus propias piezas feministas y tomaron las salas de Proa y Proa21 para reflexionar sobre el presente y el cuerpo. Las cuatro piezas que se presentan en el marco del ciclo son Galope, Iridiscente, Resplandor y Sustancia, creadas colectivamente por la coreógrafa y por las intérpretes Andres Andino, Gisel Vilugron, Valeria Polorena, Mariela Puyol, Romina Sosa y Ana Deutch. Este ciclo promueve repensar cómo a través de la danza se puede reflexionar sobre el presente y la mutación del cuerpo dentro de un espacio de arte, un espacio que le da a los bailarines la posibilidad de desplegar las ganas de volver a bailar y sentir el vértigo. La música es de Pato Smink y el vestuario a cargo de Victoria Otero. El registro de video y la edición son de Sofía Mele. Los domingos de noviembre se estrenan Iridiscente, Resplandor y Sustancia.
A las 17, a través del canal de Fundación Proa en www.youtube.com.ar
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Por la vuelta Luces de esperanza: los museos se encendieron para señalar su importancia
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Apenas pasadas las 20 un guardia de seguridad entreabrió la puerta principal del Museo Nacional de Bellas Artes y asomó la cabeza, como para corroborar con sus propios ojos que el gran edificio sobre Avenida Del Libertador estuviera, después de muchos meses, completamente iluminado. Incluso las luces led de la escalera brillaban. Como el gran museo, más de 50 instituciones culturales de todo el país iluminaron el viernes por la noche sus fachadas de manera simultánea para destacar su valor esencial para la comunidad, en medio de una demorada reapertura.#LosMuseosIluminan se llama la iniciativa de la Red Argentina de Museos y Espacios de Arte (RAME), fundada por Malba, el Museo Moderno, Fundación Proa y Bellas Artes al comienzo de la pandemia con la idea de armar en conjunto el protocolo más adecuado y ya se consolida como una plataforma para futuros proyectos. Este domingo 25, habrá actividades virtuales y presenciales.A pocas cuadras de allí, los caminantes y ciclistas habituales descubrieron al Malba con más luminarias que de costumbre. Una luz que reveló los ploteos sobre el vidrio de las muestras todavía montadas dentro, como en un mundo detenido, pero también los senderos demarcados en el suelo para circular, en un indicio de inminentes cambios.
El Malba. Parte de la inciativa para señalar el lugar de los museos. Foto Emmanuel Fernández
El viernes también fue el día en que las autoridades de la Ciudad -donde están los museos fundadores de RAME- anunciaron la autorización para abrir. Un primer paso en el camino que tiene por delante la aprobación del protocolo por parte del Gobierno Nacional, y la puesta en marcha de, por ejemplo, la reserva de turnos vía web y el control estricto de visitantes dentro del edificio, prácticas que los museos locales no tenían entre sus tareas.Mientras la onda verde por Figueroa Alcorta proveía de una fluida manada de vehículos, la vereda ofrecía una imagen del proceso: las mesas comunitarias del café Ninina convertidas con cinta de advertencia en mesas para dos en contraste con el subibaja vacío de Pedro Reyes. Leverage se llama la obra del artista mexicano emplazada esta semana en la explanada que se pondrá en funcionamiento, siempre regulado, cuando el museo pueda recibir visitantes. Funciona como alegoría de la desigualdad (utiliza un término financiero), a la vez que destaca el potencial de la influencia social, indispensable para el juego.
Proa. Entre los museos iluminados.
En otro extremo de la ciudad, el Ministro de Cultura porteño Enrique Avogadro estaba entre el pequeño grupo que, desde la vereda de enfrente, vio iluminarse de a uno los ventanales del Museo de Arte Moderno sobre la Avenida San Juan.Todos aplaudieron la iniciativa, según se pudo ver en la transmisión en vivo por la cuenta de Instagram del museo. En Fundación Proa, la acción que se mantendrá todo el fin de semana consiste en una instalación lumínica de Jorge Pastorino, Intermitencias, que emite luz desde el edificio en lugar de ser proyectada.El quizás modesto espectáculo de edificios iluminados, simbólicamente contundente, continuará con una agenda de actividades, híbrida entre virtuales y presenciales, en medio de la «lucha por la presencialidad», como afirmó en la conferencia de prensa de RAME Andrés Duprat, director de Bellas Artes. Habrá visitas guiadas por muestras transmitidas en vivo por redes, una exhibición colectiva efímera en los muros exteriores del Moderno, videoperformance en PROA21, entre otros eventos.Y con música de Ginastera, unas cien obras emblemáticas de la colección de Bellas Artes se proyectarán sobre el edificio este domingo. Una manera poética en que las obras pujan por salir del edificio, en palabras de Duprat, hacia el reencuentro con su público fiel, y como un hallazgo para los transeúntes del atardecer.PK
El sábado 24 de octubre de 2020 a las 17h, Fundación Proa inaugura de manera virtual en vivo — vía Instagram Live (@fundación_proa) —, junto a las artistas participantes, la sala 1 de la exhibición CREAR MUNDOS. Se presenta un extenso programa público virtual que permite un recorrido online por la sala y acerca al público general los contenidos presentados, optimizando al máximo los recursos disponibles durante el cierre temporal de las instalaciones. Las artistas Delia Cancela, Nicola Costantino, Mónica Giron, Mona Hatoum, Alicia Herrero, Mónica Millán, Dalila Puzzovio, Mariela Scafati y Mini Zuccheri presentan un conjunto de piezas en las que se destacan los procedimientos constructivos para la elaboración de obras de arte y la versatilidad de las prácticas artísticas. Un destacado y original cuerpo de obras que transita desde los dibujos de mujeres célebres de la historia en un sutil vestido, hasta los anónimos atuendos utilizados y construidos con la joyería mapuche. Los objetos del mundo cotidiano, son los elementos que las artistas toman para sus obras y nos introducen en este universo de materialidades que cuestionan los límites del campo artístico. La selección está atravesada por distintos ejes que permiten varias conexiones y niveles de lectura ampliando los Iímites entre arte, artesanías, oficios y generando un nuevo mapa de relaciones e interrogantes. Con la asesoría académica de María Laura Rosa y la curaduría de Cecilia Jaime y Manuela Otero, CREAR MUNDOS parte desde la segunda mitad del siglo XX a la actualidad, cubriendo técnicas y soportes contemporáneos como el video, la fotografía, la instalación y la performance, a través de las diversas generaciones y culturas a nivel global. CREAR MUNDOS - TEXTO CATÁLOGO (FRAGMENTOS) Dra. María Laura Rosa Aprendí que las alturas estaban en mis sueños. Dalila Puzzovio El estatus artístico de los objetos está determinado por su valor simbólico. Como portadores de señales reconocidas y reconocibles en un determinado contexto cultural, ellos mismos construyen relaciones a la vez que reflejan una particular interpretación del mundo. Sin embargo, hoy nos encontramos abiertos al juego interdisciplinario que subvierte jerarquías y trastoca viejos prejuicios. A lo largo del siglo XX la permeabilidad de los lenguajes del arte liman suspicacias y debilitan fronteras, ingresando otros puntos de vista e interpretaciones ideológicas que hacen tambalear conceptos canónicos de las disciplinas artísticas como la calidad y el buen gusto. Las discusiones históricas dedicadas a la distinción entre artes mayores y menores, o entre bellas artes y artes decorativas, siendo estas últimas consideradas inferiores, pierden sentido en nuestro presente. (...) Una cuestión a destacar es el tema de la domesticidad en las mujeres, quienes aún continúan siendo educadas para aguantar sus demandas. Dicha situación conduce a la división sexual del trabajo, la cual se sostiene a través de la educación diferencial de los géneros que se encuentra vigente, sin cuestionamientos, en varios lugares del mundo. Es por ello que lo doméstico es el lugar silencioso que, con frecuencia, sostiene la función pública del varón: más allá de que las mujeres se incorporen al ámbito laboral durante el siglo XX, no por ello dejan de cumplir con las tareas domésticas. En relación con esto, el mundo de la domesticidad ingresa al campo del arte con las artistas feministas de los años 70 —primero anglosajonas y europeas, luego latinoamericanas—, lo cual origina una profunda crítica a su sistema y jerarquías. En este proceso, reivindican privadas, autobiográficas. Las artes de la aguja, los wallpapers, los diferentes diseños —de objetos e indumentaria, decoración, joyas, etc.—, son empleados en la creación de nuevos relatos. Las labores —aquello que no es arte ni artesanía—, vinculadas a la idea de trabajo no remunerado, característico de la domesticidad, cambian su estatus y con ello abren el juego de la superposición de narrativas, exponiendo posiciones críticas, ironizando prejuicios históricos y reflejando creencias espirituales. El material es pensado más allá de la forma, adquiriendo nuevas categorías que van desde lo tangible hasta lo identitario, y se transforma en reivindicación, poesía, autobiografía. La teórica feminista Donna Haraway, en su libro Staying with the Trouble (2016), hace hincapié en la importancia de saber: “(...) qué materiales usamos para pensar otros materiales, qué cuentos contamos para contar otros cuentos y qué historias hacen mundos.” [Haraway, Donna (2016). Staying with the Trouble: Making Kin in the Chthulucene (p. 108). Durham: Duke University Press.] En ese sentido, las artistas amplían las fronteras entre artístico y no artístico, entendiendo que todos los encuentros implican una interconexión. Los objetos, a medida que se van cargando con las experiencias de las creadoras y disparan asociaciones en las y los espectadoras y espectadores, van ganando en historias. ACERCA DE LAS OBRAS Desde sus comienzos, Delia Cancela introduce al lenguaje de la moda en su producción, convirtiéndolo en un elemento central. Pinturas, figurines, ilustraciones, dibujos, diseños de patrones para tela, vestuarios para obras de teatro, retratos y grabados — entre muchos otros —, son los recursos a los que esta multidisciplinaria artista recurre. Su producción oscila entre la fluidez del mundo del arte, el diseño y sus implicancias con el universo de lo femenino. En Homenaje a Mujeres Artistas, la artista emplaza sobre un maniquí sin rostro, un delantal intervenido con inscripciones en tinta y retratos de mujeres creadoras de relevancia histórica como Raquel Forner, Sonia Delaunay, Sophie Tauber, Suzanne Duchamp, Rosa Bonheur, Paula Modersohn, Natalia Gontcharova, Marie Laurencin, Mariette Robustiano, Louise Bourgeois, Leonora Carrington y Remedios Varo, entre otras. En este caso, su interés en lo textil trasciende la bidimensionalidad y se traslada al espacio en un delantal erguido con una larga cola repleta de rostros de mujeres. La selección de retratos, recupera a partir de casos puntuales, las luchas universales de las mujeres, evidenciando las históricas desigualdades de género en el ámbito artístico. La elaboración artística sobre soportes textiles es algo habitual en su trayectoria, así como también los procesos de creación colectiva. En este caso, con la colaboración de La Banda de las Agujas, varias mujeres participan en el proceso de costura que documenta y releva rostros de mujeres que tuvieron una visibilidad excepcional en los relatos canónicos en distintos momentos de la historia. “Ella [Simone de Beauvoir] hablaba de algo que yo sentía: cuál era el rol de la mujer, por qué no podíamos hacer ciertas cosas las mujeres, por qué había que vestirse de determinada manera. Cuando yo era chica, los atributos femeninos tenían que estar a la vista y yo detestaba todo eso, toda esa cosa del físico, de lo femenino y lo masculino. Cuando leí a Simone de Beauvoir entendí muchas cosas que no podía explicar con mis propias palabras.” Los proyectos de Nicola Costantino recurren sistemáticamente a motivos y temas que la obsesionan: partes del cuerpo humano, comida, calcos de animales y a su propia imagen, con la intención de cuestionar y reflexionar sobre la violencia intrínseca en el mundo de la moda. En la serie Peletería Humana, una de las más reconocidas de su trayectoria, la artista demuestra su destreza en el ámbito del diseño, la costura y la confección. Este proyecto, reúne piezas cuya precisión remite al tratamiento de la alta costura, no solo en su atención a los detalles, sino en la alusión directa a marcas del mundo de la moda. Tres carteras Hermès de tetillas masculinas, Birkin, Kelly y Mini Kelly (2006) parte de modelos preexistentes de la conocida marca internacional Hermès y los rediseña reemplazando el cuero animal por una emulación de la piel humana. Los motivos seleccionados (pezones masculinos, ombligos y anos), exhiben sin censura partes del cuerpo que usualmente son cubiertas por la vestimenta. La composición a partir de fragmentos alude a la violencia y también al proceso de objetivación del cuerpo humano, muchas veces tomado como objeto de consumo. La decisión de tomar como referencia para la elaboración de los calcos, modelos de pezones masculinos, invierte, mediante la manipulación y exhibición, la permanente sexualización del género femenino. La minuciosidad en el proceso de manufactura, y la provocación que subyace a los temas trabajados, ofrecen una mirada crítica frente a la frivolidad del consumismo desenfrenado de nuestro mundo contemporáneo. “Mis conceptos, ya de por sí ʻmatéricosʼ, vienen con el medio para realizarlos incorporado. Incluso puedo pensar mis obras como el resultado de una ecuación cuyos factores son técnicas que he ido aprendiendo a dominar. La Peletería humana es confección, cuerpo humano calcado con molde de alginato, más diseño en tela de silicona conforme a técnicas que de hecho se usan en peletería.” El proceso creativo de la artista Mónica Giron está fuertemente marcado por su biografía. Su infancia en la la Patagonia Argentina y la experiencia sublime del vasto paisaje del sur del país, se constituyen como campo, materia y metáfora de toda su producción artística, que a su vez reviste múltiples capas de interpretación sensible y conceptual. Los tejidos presentados — pulóver y medias para cóndor, colibrí cabeza de granate y caburé patagónico —, forman parte de la instalación Ajuar para un conquistador (1993) en la que recrea a partir de pequeños ‘abrigos’ de lana merino tejida, la fisionomía de aves patagónicas en peligro de extinción. El título remite, por un lado, a la historia geopolítica de este territorio específico, apropiado por múltiples culturas a lo largo de los años y, por el otro, retoma poéticamente el conflicto urgente de la extinción de las especies patagónicas representando la ausencia de los cuerpos mediante la sutil manufactura de pequeños abrigos. La carga simbólica contenida en el concepto de conquista, es además elaborada en los materiales y la técnica: Tanto la lana merino —oveja de origen español—, como los botones —moneda de cambio con las culturas originarias—, y la técnica del tejido a dos agujas, son todos elementos de origen europeo. La obra se constituye así como una propuesta que se origina en la experiencia subjetiva de la artista, y se complejiza conceptualmente en una crítica social frente al ejercicio de dominación del hombre hacia el hombre y del hombre hacia la naturaleza. “Aprendí a tratar de adaptar la técnica o la materialidad del trabajo a la imagen que quiero plasmar para que, en la medida de lo posible, la forma y la representación construidas mantengan una relación estructural esencial. (...) para realizar una obra de arte que es una suerte de reflexión sobre el paisaje —que es de por sí una construcción cultural— no sólo se van a traducir algunos aspectos de las muchas impresiones sensoriales o anímicas de un espacio físico-temporal particular, sino que también se va a negociar con el material físico (real, imaginario y simbólico) con el que esa impresión o sentido se materializa cuando se plasma como obra de arte y deviene representación.” El desplazamiento, el exilio y el hogar son temáticas recurrentes en la producción de la artista palestino-británica Mona Hatoum. Los objetos domésticos, utilizados de manera recurrente en su obra, revelan nuevos sentidos vinculados a la violencia y dejan entrever cualidades amenazadoras, que le son ajenas en su uso cotidiano. Dentro de la obra de Hatoum, existe un importante grupo de instalaciones y esculturas que configuran un paisaje de formas hechas de grillas, rejas, jaulas, y rígidas estructuras metálicas, arquitectónicas por su diseño, pero que remiten precisamente a la arquitectura del confinamiento y el encarcelamiento, con un poderoso sentido de encierro y violencia. Este globo con aspecto de jaula tiene el tamaño aproximado de una persona de estatura media, y tiene el mismo grado de inclinación que el planeta Tierra. Con barras de metal entretejidas a la manera de barrotes de ventana medievales, la escultura parece una enorme y pesada jaula a punto de salir rodando. En Globe, el globo ha sido despojado de sus fronteras geográficas y políticas, para crear un espacio mínimo de encarcelamiento, que apenas alcanza para una persona. La desterritorialización y la reterritorialización, vivenciadas en primera persona por la artista durante su juventud, nos habilita a interpretar varios de sus trabajos desde los estudios postcoloniales. La grilla regular de las barras — barrotes — de hierro, reemplaza a las fronteras geográficas y políticas típicas de un mapamundi, transformando metafóricamente nuestro hábitat en una jaula atravesada por infinitas disputas, un espacio amenazante del que no tenemos escapatoria. A lo largo de su carrera, la artista Alicia Herrero recurre a múltiples técnicas y materiales para abordar cuestiones como el lenguaje, la economía, el derecho o las problemáticas de género, desde técnicas tan variadas como el grabado, el video, la performance, la pintura o la instalación, con una búsqueda siempre orientada al cuestionamiento del orden establecido. Dos ejes son recurrentes en su obra: por un lado, el uso de objetos cotidianos — principalmente aquellos circunscritos al ámbito de lo doméstico — y, por el otro, las referencias al mercado del arte, a la producción, circulación y consumo, de bienes culturales y/o artísticos. En Estimate U$S 5.000.000.- Quianlang Vase (1998), la artista parte de la imagen de una porcelana china publicada en un catálogo de subasta y la somete a un proceso de dilatación y transformación, mediante un patrón derivado del pasaje de dólares a centímetros. Las variaciones resultantes en el objeto resultan del aumento o disminución del precio de la obra subastada, alterando y deformando la pieza según su valor de mercado. Mediante desplazamientos de sistemas de medición y de comunicación visual, esta serie de obras tiene como objetivo visibilizar el problema del valor y la distorsión que este ejerce sobre la obra de arte. “Me interesaba producir atención sobre aquellos objetos que están todo el tiempo alrededor de nuestro cuerpo, objetos que al generarse una pequeña distancia con ellos, al ponerlos bajo una luz, al tomar perspectiva, forjan una composición equis en un espacio artístico, y comienzan a arrojar otros simbolismos.” Con un amplio y heterogéneo registro de materiales y procedimientos, Mónica Millán expone en su producción artística una delicada manufactura. Las relaciones entre el hombre, el trabajo y la naturaleza son retomadas en sus dibujos, bordados, esculturas e instalaciones. La obra aquí presentada fue realizada en el contexto de una gran exhibición del mismo título que tuvo lugar en 2002-03. La instalación original, producto de un trabajo procesual e interdisciplinario, comprende elementos heterogéneos como dibujos a lápiz sobre papel, video, tejidos de algodón con encaje, adobe y elementos de mobiliario de madera. La obra tiene su origen en el año 2002, cuando, becada por el Instituto Rockefeller y asesorada por el ensayista crítico de arte Ticio Escobar, la artista se dedicó a estudiar el trabajo de los pobladores de una pequeña localidad llamada Yataití, ubicada a 180 km de la capital paraguaya. Allí, muchas mujeres se dedican al tejido, bordado de ao poi (tela fina o angosta, en guaraní) y a las construcciones en delicado encaje yu, técnica en la que está realizada la pieza exhibida. Luego de un exhaustivo trabajo de observación sobre la técnica de estas tejedoras, los paisajes circundantes y el clima, Millán materializa sus investigaciones en la exhibición El vértigo de lo lento. Conformada por la estructura de un termitero — nido que construyen las termitas como refugio para vivir —, la pieza en exhibición forma parte de este extenso proyecto. El textil, modelado inicialmente en adobe y posteriormente recubierto con el tejido presentado, es entendido por la artista como un componente más de la naturaleza. El proyecto surge como resultado del trabajo en comunidad y de las relaciones originadas en este encuentro. “Encajes-paisajes pensados por mí y hechos por ellos. Dibujos-retratos. Las guaridas, de tierra amasada, hogar de las termitas, reflejo del paisaje”. Dentro de la escena cultural de la década de los años 60 y en todo su recorrido artístico, Dalila Puzzovio se destaca por transformar ciertos objetos — plataformas, osos, yesos ortopédicos — en íconos y referentes de su obra. Fusiona elementos de distinta naturaleza, selecciona materiales y colores poco convencionales, como el flúo, el vinilo, para sus creaciones dentro de una tendencia generalizada del estilo pop art de nuestro país. Las plataformas exhibidas forman parte de la Colección “El Deslumbre” (2011), inspirada en su mítica Dalila doble Plataforma, obra con la que ganó en 1967 el II Premio Internacional del Instituto Di Tella. Este proyecto, presentado en Arteba 2011, recrea el ambiente de una tienda de zapatos donde se expusieron los calzados originales. La obra, instalada dentro de un espacio ploteado con una gigantografía con la imagen de la artista, invitaba al público a probarse los zapatos y desfilar en la pasarela especialmente instalada para la ocasión, desdibujando de esta manera las fronteras entre arte, moda y performance. “Resultaron ser un objeto del mañana en un contexto de redefinición. Nunca fueron tomas errantes en el paisaje moderno; fueron de tonalidades flúor indecisas en ese mundo previo a los años 60. Asumí que debían desaparecer los zapatos blancos de verano y los marrones de invierno. Aprendí que las alturas estaban en mis sueños.” La obra Niñ* (2015) de Mariela Scafati, artista que a lo largo de su carrera refleja una constante crítica al lenguaje de la abstracción geométrica, llegando incluso a su expansión y subversión, trabaja la cuestión del cuerpo ausente y cuestionamiento de los límites. Niñ* propone lecturas que van más allá de la discusión arte/artesanía, aunque trata también de la porosidad de límites entre los géneros. La ambigüedad de la obra apela a la interpretación amplia del significado de género, dado que abre a la relación que podemos establecer con las temáticas artísticas así como también con las disidencias sexo genéricas. Scafati sexualiza al objeto textil, lo vuelve cuerpo erótico, deseado. Niñ* va más allá de los géneros establecidos: la obra es un cuerpo que muestra la práctica del bondage, la geometría emerge entre sogas como rastro ornamental, como tatuaje textil de una corporalidad transgresora. Sin embargo la referencia a la infancia nos lleva a cierta fantasía íntima que se filtra a través de la pieza. Al respecto, la artista comenta: “Ya venía jugando con cuerdas en relación con el cuerpo del espectador: les decía ‘acostate en el piso’ y subía y bajaba una obra que colgaba del techo sobre su cuerpo. Cuando surge la asociación con “cuánto puede un cuerpo” [en relación con la obra del filósofo Spinoza], empecé a meterme con el bondage. (...) La acción del bondage la tomo como un juego, como un acto de liberación. (...) Yo siento que es una obra que tiene que ver con lo íntimo, con mis fantasías.” Mini Zuccheri llega al mundo del vestuario desde la plástica. Estudió Artes en la Universidad Nacional de La Plata, eso se ve en sus dibujos y figurines, en el cuidado por los detalles, en la soltura de la línea y en la creatividad compositiva. En Vestuario (2020) la artista presenta una propuesta site specific que reconstruye los vestuarios realizados para la ópera de Giuseppe Verdi, Un Ballo in Maschera, encargada por el teatro Colón. Esta obra fue parte de la exhibición “Giuseppe Verdi. Instalaciones: escenografía y vestuario” que tuvo lugar en Proa en 2001. La obra consta de dos elementos: por un lado, un dibujo mural conformado por una serie de moldes trasladados a la pared mediante un trabajo minucioso de cálculo y observación, y por otro, un elemento corpóreo, un vestido realizado en papel, que se desprende por su volumen más allá de los límites del muro hacia el espectador. Este tipo de creación reconstruye los pasos del proceso creativo hasta materializarse en un objeto y da cuenta de la importancia del trabajo manual de todas las personas que están detrás de escena, en este caso, en el mundo del teatro. “El mural, con los vestidos que funcionan como desprendimientos del dibujo de línea en la pared, habla de esa fuerza que se apodera del espacio.” PALABRAS DE ARTISTAS (FRAGMENTOS) “Me interesaba utilizar un delantal, iba a empezar a llenarlo de mujeres. Yo trabajo con “mis favoritos”. Estas, son “mis favoritas”. Entre esas mujeres, hay una artista que se llama Rita Renoir, ¿qué artista es Rita Renoir? En realidad, era una stripper de los años 60, que yo la había visto filmada. Me encantaba la idea de hacer un stripptease, soy demasiado tímida, y nunca lo hice. (...). Son mujeres, de golpe está Agnes Varda, también hay pintoras; y así comenzó, tengo una lista enorme, enorme, de artistas, pero bueno, fui eligiendo y faltan... Todo esto es un work in progress. Somos tantas, todavía no llegué a ahora, a las contemporáneas. Me falta seguir con todo esto.” Delia Cancela “Soy hija de una diseñadora de moda y un cirujano, esas dos cosas estaban muy presentes. Uno empieza a trabajar con lo que mejor sabe hacer, lo que más dominás, y para mi, eso era la moda. Creo que no fui consciente en ese momento, yo no entendía por qué despertaba tanto interés y me invitaban a muestras internacionales. Claro después me daba cuenta que el peso, lo diferente, era que eran objetos, algo escultórico un objeto que te podes poner, de uso, una cosa real y en ese momento, incluso hasta ahora, no había la producción de objetos, y escultura es mucho menor a la digital y de fotografía. Creo que eso hizo la diferencia por la que valía la pena incluir mi trabajo y no el de otros que estaban en el tema del cuerpo. Era la época del cuerpo y la identidad.” Nicola Costantino “Me interesaba prestar atención en aquellos objetos que están todo el tiempo alrededor de nuestro cuerpo, objetos que, al generarse una pequeña distancia con ellos, al ponerlos bajo una luz, al tomar perspectiva, forjan una composición equis en un espacio artístico, y comienzan a arrojar otros simbolismos.” Alicia Herrero “Encajes-paisajes pensados por mí y hechos por ellos. Dibujos-retratos. Las guaridas, de tierra amasada, hogar de las termitas, reflejo del paisaje.” Mónica Millán “Bajando el ADN de la doble plataforma desaté el silencio alborotado de los arty-shoes. Resultaron ser un objeto del mañana en un contexto de redefinición. Nunca fueron tomas errantes en el paisaje moderno; fueron de tonalidades flúor indecisas en ese mundo previo a los años 60. Asumí que debían desaparecer los zapatos blancos de verano y los marrones de invierno. Aprendí que las alturas estaban en mis sueños. Antes había pintado el vacío oriental, le había arrancado los yesos ortopédicos a los pacientes antes de curar, ironicé con las coronas mortuoria, inventé gestos, sentimientos y objetos que habitan luego de cincuenta años la mitología que, sin duda, no ha sido pensada como una ciencia exacta. Mis autorretratos, las dobles plataformas, el póster panel ¿Por qué son tan geniales? despertaron y despiertan pasiones fulminantes. Lo he comprobado físicamente también, han trascendido el estatus de fetiches para transformarse en íconos, a veces imperdonables. A través de estos años pareció que cambié, pero en todas las obras que realicé en arte, arquitectura o moda sobrevino siempre sin excepción, una tozudez que me permitió reflejar una realidad como es hoy y cómo va a ser mañana, una combinación de presente, pasado histórico e individualismo en un alerta continuo. Mi deseo es deslumbrar para sobrevivir en el planeta con mitos manufacturados que debemos descubrir y usar. Dalila Puzzovio “Por la naturaleza misma de la región de donde provengo o por la imagen que esta ha proyectado sobre el imaginario occidental las imágenes patagónicas me sirvieron para poner en escena una sensación muy clara del cuerpo vacío. Tracé así una analogía entre mi cuerpo y el cuerpo de la Patagonia. Ahora entiendo que, desde 1997 en adelante, estuve trabajando para descubrir cómo llenar el cuerpo. Un cuerpo lleno y vivo no necesita referirse a sus orígenes o a su pasado; le basta con actualizarse a sí mismo, aunque siempre haya alusión a algún contexto.” Mónica Giron “No tengo ninguna estrategia específica; No me siento allí y digo: ‘Oh, esto va a significar esto’. Estoy interesada en explorar la fenomenología del espacio y los materiales. Realmente he mantenido una actitud muy experimental. Me gusta sorprenderme y, con suerte, de esa manera, seguir sorprendiendo a otras personas.Creo que el trabajo está abierto a interpretación. Y me gusta mantenerlo así.” Mona Hatoum “En un principio pensé en hacer algo historicista, pero después al investigar los trajes de Un Ballo in Maschera en el Colón ví que, aunque hubo ocho puestas de la obra en Argentina, había poco material porque desde la primera producción (en 1913), mucho no quedó documentado. Se me empezó a ocurrir otra cosa, decidí mostrar en la instalación tres grandes momentos: una puesta de los años cuarenta, que es la más antigua que pudimos recuperar, una de los setenta que son cinco trajes de Titus Vossberg, muy rigurosos, y otra de 1994 de Franca Squarciapino, que estaba perfecta y, a mi entender, bellísima. Son vestuarios bien diferentes entre sí, los elegí por su calidad, por las telas y el modo en que están hechos. Al curar la selección me propuse mostrar que el traje por sí solo tiene muchísima fuerza dramática. El mural, con los vestidos que funcionan como desprendimientos del dibujo de línea en la pared, habla de esa fuerza que se apodera del espacio. Los maniquíes que diseñé son muy aéreos, como cuerpos ausentes, y la iluminación, que alude al ballo de Verdi, completan la propuesta. Por último, me di el gusto de diseñar una colección de zapatos que conforman el segundo mural.” Mini Zuccheri
La coreógrafa y bordadora Andrea Servera, reconocida por vincular la danza contemporánea con los ritmos urbanos y el folklore, regresa a la felicidad del movimiento en un ciclo de videodanza para la Fundación Proa. Servera fue convocada para crear cuatro obras en diálogo con la muestra Crear mundos, en la que más de 60 artistas mujeres presentan su trabajo en las salas de Proa y Proa21.
Completamente filmado bajo los protocolos de la nueva normalidad en los museos, este ciclo tendrá sus estreno los domingos, a las 17. "Antes de grabar nos tomaban la fiebre y nos daban alcohol para las manos -explica Servera- siempre mantuvimos la distancia y los tapabocas puestos. Sólo se lo quitaron las bailarinas cuando nos decían ¡Acción!".
Con cámara y edición de Sofìa Mele, cada video tiene coreografía y dirección de Servera en encuentro creativo con sus intérpretes y otros queridos socios de muchos proyectos: Pato Smink en la música y Vicki Otero en el vestuario. "Pensé los cuatro videos como independientes pero armando un todo. La relación con la muestra Crear mundos se teje con algunas de las artistas y sus obras y con el nombre de la muestra en sí. Hicimos el intento de inventar pequeños mundos donde la danza es protagonista - señala Servera - Fue un trabajo muy emocionante. Los espacios son muy inspiradores, amplios y luminosos".
En Galope, que se estrena el domingo 25 por YouTube, Mariela Puyol baila en soledad en el espacio de las salas de exposición de Proa. Aunque el silencio y el vacío son ensordecedores, el desarrollo del ciclo va hacia el encuentro y la fiesta. El siguiente estreno será Iridiscente, donde se cruzan Gisel Vilugron, desde el folklore, y Andrés Andino, desde el voguin. "Es el encuentro entre esos dos mundos, que parecen muy lejanos pero no lo son", sostiene Servera.
Le sigue Resplandor, que en este caso es un encuentro entre generaciones. Servera ya venía trabajando en video con Ana Deuscht. Y eso es lo que se proyecta sobre Valeria Polorena, mientras baila en las salas de Proa21.
El último estreno es Sustancia, un trío donde a Mariela Puyol y Valeria Polorena se les suma Romina Sosa, bailarina de hip hop y militante feminista a la que Servera conoce que fue su alumna en los talleres del Barrio La Cava, con la Fundación Crear Vale la Pena.
"Ese dia de sol pleno, invitamos a Pato Smink que musicalizó en vivo, armamos una fiesta al aire libre, en medio de ese espacio de naturaleza y cielo que nos protegía y nos llenaba de ilusión pensando en el futuro", aclara.
Después de meses de entrenar y bailar en habitaciones y balcones, volver a explayarse en el espacio y encontrarse con otros a bailar fue una alegría inolvidable. "Vivimos un presente muy difícil, estas pequeñas piezas fueron una bocanada de aire fresco -asegura Servera- nuestra fiesta del reencuentro con lo que somos y hacemos".
Volver el cuerpo al espacio. Cuatro piezas de Video Danza de Andrea Servera.Intérpretes: Mariela Puyol, Andres Andino, Gisel Vilugron Valeria Polorena, Ana Deutch y Romina Sosa.
Comienza el domingo 25 de octubre, a las 17, vía YouTube, en el canal ProaTV.
or qué abren los shoppings y no los museos?”. Se preguntó Gabriela Rangel, directora artística de Malba, en la conferencia de prensa que brindó RAME, la Red de Museos y Espacios de Arte de Argentina, una organización creada en la pandemia para reflexionar sobre la actividad de estas instituciones durante la cuarentena.
La iluminación de las fachadas de los museos el viernes 23 a la noche dará inicio a una serie de actividades virtuales y semi presenciales (ver agenda más abajo), a fin de seguir en contacto con la comunidad, a pesar de las restricciones impuestas a los espacios cerrados a causa del Covid-19.
“Los museos del país iluminarán sus fachadas para transmitir en ese gesto el aporte esencial y fundamental del arte para la ampliación del espacio público y para la reconstrucción de los lazos sociales en nuestras comunidades”, explicó RAME, la institución que se creó a partir del trabajo conjunto de la Fundación Proa, Malba, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y que hoy suma a más de 50 museos nacionales.
La única novedad de estos tiempos en que los museos permanecen cerrados, es la posibilidad de ingresar a librerías y cafeterías con espacios abiertos en los distintos establecimientos, por ejemplo, Proa o Malba o el Museo Moderno, que tienen cafeterías al aire libre.
También en estos días, el Ministerio de Cultura de la Nación, anunció la apertura de los jardines y terrazas de los museos con espacios al abiertos. En Buenos Aires, estos son: Museo Nacional de Arte decorativo, Museo Histórico Nacional, Museo de Malvinas e Islas del Atlántico Sur y Complejo Histórico Cultural de la Manzana de las Luces.
Por su parte, Muntref se suma a "LosMuseosIluminan" y desarrolla una programación propia, centrada en la obra de la artista tucumana, Carlota Beltrame, docente, investigadora y Doctora en Artes. Nueve obras, algunas a gran escala que se iluminan con su propia luz, forman parte de una exposición muy “norteña”y autorreferencial que muestra el arte de las provincia argentinas del norte del país. La acción podrá verse por las redes @muntref además de varios vídeos y recorridos virtuales en 360.
Agenda
A continuación consignamos la agenda de actividades del festival #LosMuseosIluminan para el sábado 24 y el domingo 25.
Sábado 17hs.
FUNDACION PROA. Instagram Live @fundacion_proa
Inauguración virtual de la exhibición CREAR MUNDOS, Sala1 con presencia de las artistas: Delia Cancela, Nicola Costantino, Mónica Giron, Mona Hatoum, Alicia Herrero, Mónica Millán, Dalila Puzzovio, Mariela Scafati y Mini Zuccheri y la participación de Teresa Pereda.
MUESTRAS SIMULT{ANEAS
El año en que las artistas serán las protagonistas de los museos
En 1989, las Guerrilla Girls denunciaban que solo el 5 por ciento de las artistas en las secciones de Arte Moderno del Met de Nueva York eran mujeres, mientras que el 85 por ciento de los desnudos eran femeninos. Si hicieran una nueva visita a Buenos Aires (como la de 2018), probablemente se sentirían satisfechas con la agenda cultural para este año: desde marzo, las salas de los museos más importantes se irán poblando solo con creadoras.
El Museo Nacional de Bellas Artes, el Malba, la Fundación Proa, el Centro Cultural Kirchner, la Usina del Arte y el Museo de Arte Moderno porteño son algunas de las instituciones que van a ser parte de esta reparación histórica que, si bien es coincidente, no es coincidencia: los museos buscan abrir el espacio que durante buena parte de la historia fue restringido para las artistas.
"Autorretrato” (1932), óleo sobre tela de Ana Weiss que se verá en el Bellas Artes. / MNBA
Casi todas las generaciones de los últimos 130 años van a quedar cubiertas, desde las creadoras que polemizaron en los salones nacionales a fines del siglo XIX hasta las exponentes de las vanguardias del siglo XX y las protagonistas del panorama contemporáneo.
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El primer gran evento que pone, literalmente, a las mujeres en el centro de atención es la muestra Women. Poder femenino en foco, que desde este viernes presentará en la Usina del Arte una selección de más de 60 fotografías del archivo de National Geographic, en las cuales será posible apreciar la evolución de la mirada de y sobre la mujer a lo largo de los últimos 130 años. Se trata de una selección de imágenes, tomadas alrededor del mundo, que reflejan tanto a personalidades inspiradoras como los cambios sociales.
En el Malba. “Knitt pink blue”, 2017, óleo de Alejandra Sebeer.
El mismo período se va a cubrir, pero desde la pintura, en el Museo Nacional de Bellas Artes. Esta institución central del arte argentino ha reconocido, en los últimos años, la selección injusta que ha pesado sobre muchas artistas en lo que tiene que ver con su acervo. En marzo de 2018, mediante una acción que durante media hora por día dejaba todos los trabajos de hombres a oscuras, se llevó la atención al primer piso del museo: solo había 20 obras realizadas por mujeres entre más de 270. Dos años después, el Bellas Artes inaugurará, el 13 de abril, la exhibición El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950). Su curadora, Georgina Gluzman, busca en esta propuesta llevar adelante la misma reivindicación que ya había realizado con su libro Trazos invisibles (Biblos), en el que sacó a la luz a muchas de las argentinas enterradas bajo el canon masculino.
En el marco de esa exhibición, se podrá ver obra de Sofía Posadas, quien protagonizó un escándalo al exponer un desnudo en el primer Salón de Ateneo, en 1891; Julia Wernicke, considerada la primera pintora “animalista” de Argentina; y la retratista y paisajista María Obligado. Para fin de año, el Bellas Artes también está organizando una gran exposición con pinturas, dibujos y grabados de la vanguardista Raquel Forner, quien frecuentaba el famoso Grupo de Florida, donde era colega de pintores como Antonio Berni, Xul Solar y Norah Borges –hoy, con su propia muestra en el museo de Avenida del Libertador, que continúa hasta el 1° de marzo–.
“Pregnant Woman” (Mujer embarazada, 2003), de Louise Bourgeois, se verá en Fundación Proa. © The Easton Foundation / ARS, Nueva York / SAVA, Buenos Aires
El Malba ya tiene programadas dos exhibiciones con las mujeres como protagonistas. La primera, con apertura el 5 de marzo, será una antología de la surrealista, esotérica y fantástica Remedios Varo. Si bien era española, Varo se exilió en México durante la Segunda Guerra Mundial y logró convertirse en una figura reconocida del arte latinoamericano de mediados de siglo XX. La exposición, titulada Constelaciones, va a incluir 35 pinturas, 11 dibujos y 60 bocetos producidos entre 1938 y 1963. Luego, desde el 27 de marzo y hasta junio, la exposición Fuera de Serie reunirá a dos exponentes femeninas de la experimentación de los límites físicos de la pintura en Latinoamérica: la brasileña Leda Catunda y la argentina Alejandra Seeber.
Mientras que en el Bellas Artes y en el Malba se verá una recuperación histórica de artistas argentinas y latinoamericanas, la Fundación Proa, ubicada en Caminito, repasará en una exposición aquellas creadoras que ya fueron parte de la agenda de la institución en los últimos años. Será una recopilación retrospectiva con obras de unas 150 mujeres argentinas como Marta Minujín, Ana Gallardo, Mónica Girón, Margarita Paksa, Delia Cancela, Dalila Puzzovio, Liliana Maresca, Narcisa Hirsch y Elba Bairon, con trabajos también de creadoras del exterior como Louise Bourgeois, Mona Hatoum, Rosemarie Trockel, Ana Mendienta y Eleonor Antín.
En un formato similar, pero dedicado exclusivamente a los talentos nacionales, el Centro Cultural Kirchner está planeando un importante evento (ver recuadro).
“Mujer Saliendo del psicoanalista” (1960), de la surrealista Remedios Varo, en la gran muestra que protagonizará en Malba.
En tanto, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (antes conocido como MAMBA, ahora El Moderno), va a ser hogar de al menos dos muestras con protagonistas femeninas durante 2020. La primera, que abrirá sus puertas el 30 de abril hasta fines de agosto, se va a centrar en la obra de la italoargentina Elda Cerrato, cuya obra se desarrolló en idas y venidas marcadas por tensiones políticas tanto en nuestro país como en Venezuela. Luego, se presentará una exhibición de la extensa obra de la pintora entrerriana Mildred Burton, quien supo construir en sus pinturas, dibujos y collages una visión surrealista y perversamente humorística de su contexto.
El camino por la equidad de género en el mundo del arte sigue siendo largo, pero empieza a ser un poco menos empinado: a estas instituciones se suman muchas otras durante 2020. El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA), por ejemplo, tendrá una muestra de Liliana Iturriaga y Catalina Chervin; el Muntref de la Universidad Tres de Febrero expondrá obras de Maria Lai y Bruna Espósito; y el Museo de Arte Popular José Hernández propondrá, desde abril, una retrospectiva de la artista visual Nora Iniesta.
“Torso”, óleo sobre tela de Lía Correa Morales que se exhibió en el Salón Nacional de Artes Plásticas en 1913. Se verá en el Bellas Artes.
Por otro lado, aquellos interesados en los campos del cine y la fotografía tendrán, en la Casa Nacional del Bicentenario y desde abril, una retrospectiva de la fotógrafa Alicia D’Amico; en el Museo del Cine, entre mayo y septiembre, la muestra Crónica de una Señora recorrerá la trayectoria de la guionista y directora María Luisa Bemberg; el Museo Eduardo Sívori, desde junio, expondrá videoarte de Gabriela Golder; y, finalmente, la Fototeca Latinoamericana (FoLa), desde marzo, tendrá una nueva muestra dedicada a la misteriosa fotógrafa y niñera Vivian Maier, quien, desde los años 50 se dedicó a retratar la cotidianeidad estadounidense.
Si en algún momento se dudó del rol de las mujeres en el arte, la agenda de este año va a ayudar a moverlas del lugar que en otros tiempos se les adjudicaba para reconocer sus hábiles manos detrás del pincel.
Adelanto: megamuestra en el CCKEn el contexto del próximo Día de la Mujer, el 8 de marzo, el Centro Cultural Kirchner (CCK) inaugurará una muestra colectiva en la que participarán unas 300 artistas de todas las provincias del país. Entre las creadoras convocadas se destacan Marcia Schvartz, Diana Dowek, Elda Cerrato (quien contará con muestra propia en el Museo de Arte Moderno de BuenosAires desde el 30 de abril), Mónica Millán, Adriana Bustos, Ana Gallardo, Carlota Beltrame, Gloria Polo, Mónica Alvarado, Mane Guantay, Cecilia Teruel, Fátima Pecci, Soledad Dahbar, Abril Barrado y Cristina Schiavi, junto con los colectivos Identidad Marrón y Tejiendo Feminismos.
Diana Dowek, una de las artistas que participará.
La propuesta buscará también romper prejuicios en el abanico de los géneros y la identidad sexual, con un conjunto de obras de “mujeres, lesbianas, trans, travestis, no binaries, queers, agénero y género fluido”, según explicó María Eugenia “Kekena” Corvalán, curadora de la muestra.
Esta exhibición, convocada por el Ministerio de Cultura junto al nuevo Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, ocupará no uno sino tres de los nueve pisos que tiene el edificio del ex Correo Central. Será uno de los eventos importantes del CCK bajo su nueva gestión. Ese programa comenzó el 31 de enero con una serie de homenajes dedicados a María Elena Walsh –conciertos y lectura de poemas, entre otras actividades– y con proyecciones de una performance del artista tucumano Tomás Saraceno.
La investigadora, docente, escritora y curadora “Kekena” Corvalán, que llevará las riendas en esta muestra, fue la encargada en marzo del año pasado de la curaduría de la exposición donde se encontraba la polémica María feminista (una estatuilla de la Virgen con un pañuelo verde), en el Centro Cultural Haroldo Conti. Obras de Para Todes Tode, nombre de aquella exhibición que terminó en litigio judicial, también se incluirán en la nueva propuesta.
María Elena Walsh, Diana Aizenberg y Raquel Forner, entre otras
Con la apertura de una muestra-tributo a María Elena Walsh el 1 de febrero en el CCK se pondrá en marcha el calendario artístico 2020, un año que llevará como insignia el rescate de mujeres artistas en un amplio rango que va desde trayectorias invisibilizadas hasta el recorrido por producciones icónicas como las de Raquel Forner, María Luisa Bemberg o Alicia DAmico.
La retrospectiva dedicada a Walsh (1930-2011) será montada bajo la supervisión y colaboración de quien fuera su compañera durante más de treinta años, la fotógrafa Sara Facio, y marcará la reapertura del CCK, que por primera vez desde su inauguración en 2015 pasará a estar bajo la órbita del Ministerio de Cultura.
Un mes después, la Fundación Proa presentará una muestra que da cuenta del aporte de artistas, investigadoras y curadoras a la escena cultural a partir de una selección de obras de creadoras argentinas como Ana Gallardo, Margarita Paksa, Marta Minujín, y Diana Aizenberg junto a piezas de Louise Bourgeois y Mona Hatoum, que también exhibieron antes en la institución.
También en marzo tendrá lugar en FoLa una muestra sobre la excepcional fotógrafa norteamericana Vivian Maier. Hace dos años, el mismo espacio había presentado también una megamuestra sobre la artista.
El calendario con impronta femenina tan fuerte tendrá impacto también en el Museo Nacional de Bellas Artes, que cerrará el año con una mega exposición dedicada a Raquel Forner (1902-1988) centrada en la segunda etapa de su producción. Estará integrada por pinturas, dibujos y grabados. Además, desde abril a junio se presentará "El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950)", una muestra curada por Georgina G. Gluzman.
Otra trayectoria que será revalorizada es la de la realizadora María Luis Bemberg, a la que entre mayo y septiembre se le dedicará en el Museo del Cine una muestra titulada "Crónica de una señora: María Luisa Bemberg y la mujer en el cine", integrada por piezas de escenografías y vestuario de films como "Camila" y "De eso no se habla".
Por su parte, la Casa Nacional del Bicentenario presentará hacia abril una retrospectiva de la fotógrafa Alicia DAmico con curaduría de María Laura Rosa y el Museo de Arte Popular José Hernández una de Nora Iniesta.
Continuando con la labor de artistas pioneros en el Parque de la Memoria la realizadora Lucrecia Martel presentará una instalación en noviembre junto a Alejandro Ros, mientras que en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori se expondrán en junio un conjunto de videos de la artista Gabriela Golder.
Por fuera de la trama femenina, los fanáticos de la fotografía no faltarán seguramente a la primera retrospectiva latinoamericana dedicada al fotógrafo alemán Helmut Newton: será a partir del 2 de julio en el Malba. La institución ofrecerá por su parte a partir del 6 de marzo una muestra antológica sobre Remedios Varo, figura central del surrealismo latinoamericano.
Alberto Greco será otro de los grandes homenajeados del año a través de una exhibición curada por Marcelo Pacheco, María Amalia García y Javier Villa que se montará en el Museo de Arte Moderno y llevará por título "íQué grande sos!".
Con la apertura de una muestra-tributo a María Elena Walsh el 1 de febrero en el CCK se pondrá en marcha el calendario artístico 2020, un año que llevará como insignia el rescate de mujeres artistas en un amplio rango que va desde trayectorias invisibilizadas hasta el recorrido por producciones icónicas como las de Raquel Forner, María Luisa Bemberg o Alicia D’Amico.
La retrospectiva dedicada a Walsh (1930-2011) será montada bajo la supervisión y colaboración de quien fuera su compañera durante más de treinta años, la fotógrafa Sara Facio, y marcará la reapertura del CCK, que por primera vez desde su inauguración en 2015 pasará a estar bajo la órbita del Ministerio de Cultura.
Un mes después, la Fundación Proa presentará una muestra que da cuenta del aporte de artistas, investigadoras y curadoras a la escena cultural a partir de una selección de obras de creadoras argentinas como Ana Gallardo, Margarita Paksa, Marta Minujín y Diana Aizenberg junto a piezas de Louise Bourgeois y Mona Hatoum, que también exhibieron antes en la institución.
También en marzo tendrá lugar en FoLa (Fototeca Latinoamericana) una muestra sobre la fotógrafa norteamericana Vivian Maier, que entre 1956 y 1972 captó con una mirada singular la vida cotidiana en la ciudad de Chicago. Hace dos años, el mismo espacio había presentado también una megamuestra sobre la artista.
El calendario con impronta femenina tan fuerte tendrá impacto también en el Museo Nacional de Bellas Artes, que cerrará el año con una mega exposición dedicada a Raquel Forner (1902-1988) centrada en la segunda etapa de su producción: bajo el título de Ciclo espacial 1960-1987 y curaduría de Marcelo Pacheco, estará integrada por pinturas, dibujos y grabados.
En el máximo espacio público dedicado al arte tendrá lugar también, desde abril a junio, El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950), una muestra curada por Georgina G. Gluzman que presentará obras del patrimonio y de otras colecciones con el propósito de rescatar nombres omitidos por el canon.
"Translunar", de Raquel FornerOtra trayectoria que será revalorizada es la de la realizadora María Luis Bemberg, a la que entre mayo y septiembre se le dedicará en el Museo del Cine una muestra titulada Crónica de una señora: María Luisa Bemberg y la mujer en el cine, integrada por piezas de escenografías y vestuario de films como Camila y De eso no se habla.
Por su parte, la Casa Nacional del Bicentenario presentará hacia abril una retrospectiva de la fotógrafa Alicia D’Amico con curaduría de María Laura Rosa y el Museo de Arte Popular José Hernández una de Nora Iniesta.
Continuando con la labor de artistas pioneros en el Parque de la Memoria la realizadora Lucrecia Martel presentará una instalación en noviembre junto a Alejandro Ros, mientras que en el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori se expondrán en junio un conjunto de videos de la artista Gabriela Golder.
Por fuera de la trama femenina, uno de los puntos fuertes del 2020 será la muestra antológica que el Museo Nacional de Bellas Artes consagrará a León Ferrari, donde a través de objetos, dibujos, videos, esculturas y cerámicas se indagará en el universo creativo del artista nacido en 1920 y fallecido en 2013 que ha sido valorado por su crítica al poder y la defensa de los derechos humanos.
La curaduría de la exposición estará a cargo de Cecilia Rabossi y de Andrés Duprat, quienes están trabajando en las casi 100 piezas que recorrerán la producción del artista desde los años 50 hasta sus últimos días, como La civilización occidental y cristiana y Jesús crucificado sobre un avión de guerra norteamericano, que será cedido por el Museo Castagnino de Rosario.
"La Civilización Occidental y Cristiana" de León FerrariEl Bellas Artes estará a cargo también de otros de los grandes homenajes: el que se tributará a Antonio Seguí, el artista cordobés radicado en Francia, que el próximo 11 de enero cumplirá 86 años y que en esta ocasión presentará Los territorios de la pintura, un conjunto de óleos, esculturas, dibujos, pasteles y grabados.
Paralelamente, el pintor, escultor y grabador será homenajeado a partir del 18 de febrero en el Museo Nacional del Grabado con una muestra que destacará su singular perspectiva de la disciplina a lo largo de su carrera.
Los fanáticos de la fotografía no faltarán seguramente a la primera retrospectiva latinoamericana dedicada al fotógrafo alemán Helmut Newton: será a partir del 2 de julio en el Malba en coincidencia con los cien años de su nacimiento y abarcará unas 150 fotografías realizadas entre comienzos de los 60 y el 2000 que incluyen algunas de las portadas que hizo para publicaciones como Vogue, Elle y Playboy.
La institución dirigida por Gabriela Rangel ofrecerá por su parte a partir del 6 de marzo y hasta el 15 de junio una muestra antológica sobre Remedios Varo, figura central del surrealismo latinoamericano y referente de la escena mexicana de mediados del siglo XX.
Durante ese lapso se podrá apreciar la producción más relevante de la artista nacida en España, realizada durante su exilio en México; un conjunto de 35 pinturas, once dibujos y 60 bocetos que van de 1938 a 1963, en una muestra con curaduría de Victoria Giraudo (de Malba) y Carlos Molina.
Alberto Greco será otro de los grandes homenajeados del año a través de una exhibición curada por Marcelo Pacheco, María Amalia García y Javier Villa que se montará en el Museo de Arte Moderno y llevará por título ¡Qué grande sos!.
En ese mismo espacio se presentará una exhibición sobre la obra de Mildred Burton, que bajo la curaduría de Marcos Kramer propondrá un recorrido parcial sobre cuatro décadas de producción de la artista fallecida en 2008.
Fuente: Télam