06 / 05 / 2024
La fachada histórica de Proa recupera su blanco original
Nuestra fachada histórica vuelve a lucir impoluta luego de más de un mes de andamios y obreros trabajando en la recuperación de su apariencia original. Tras limpiar los vestigios del desgaste propio del clima costero y reparar algunos de sus ornamentos, se mantuvo la elección del blanco total para el exterior, decisión que no es fortuita: en el pasado los muros estaban pintados a la cal, como tradicionalmente se hacía.
La antigua casa Dall’Orso de impronta neoclásica y acentos italianizantes, que en el siglo XIX había alojado un almacén con depósito en planta baja y vivienda familiar en la parte alta, fue puesta en valor hacia 1995 para convertirse en la primera sede de Fundación Proa, punta de lanza para el resurgimiento del barrio más austral de la ciudad de Buenos Aires. A partir de entonces La Boca fue resignificando su linaje artístico gracias a la llegada de nuevas galerías de arte e instituciones que eligieron la zona para anclar sus proyectos culturales.
Los arquitectos Giuseppe Carusso y Agata Torricella, del prestigioso estudio homónimo de Milán, tuvieron a cargo la transformación de aquel viejo solar cuya estructura se conserva hasta hoy. Más tarde, en 2008, el mismo equipo realizó una ampliación acorde a las nuevas necesidades y estándares de los centros de arte contemporáneo del mundo, logrando una fusión temporal que hoy es referente dentro de la arquitectura porteña. Desde la fachada se puede leer la articulación de la antigua sede y las dos propiedades vecinas, anexadas en diagonal mediante el lenguaje vanguardista del vidrio y el hierro.
Invitamos al público visitante a contemplar con atención el edificio para descubrir cómo vuelven a destacar algunos de sus elementos distintivos. Por ejemplo, en la planta alta de la casa Dall’ Orso se conserva la secuencia de aberturas con sus balcones y respectivos frontis triangulares y circulares; otro rasgo notorio es el juego de ángulos y trapecios en el remate de la construcción nueva, en clara alusión al pasado naviero de la Vuelta de Rocha, igual que el revestimiento en chapa acanalada que es el material característico de las viviendas de La Boca. Los pisos de la explanada de Proa están intervenidos por los artistas Juan Maidagan y Dolores Zinny, que tomaron el poema Un golpe de dados jamás abolirá el azar del poeta de Stephane Mallarmé y la transcripción del artista belga Marcel Broodthaers, para componer un damero con rima de colores.
Y para los que se quedan un rato más paseando por el barrio, a no perderse la fachada con luces (incrustadas en la parte acanalada del muro) que hacen guiños de colores al atardecer, idea del artista Jorge Pastorino. Experto en iluminación, Pastorino realizó intervenciones en los antiguos templos romanos de Paestum (Italia), en el Valle de la Luna, y en el puente transbordador Nicolás Avellaneda, entre muchos otros sitios patrimoniales.