Pica Pica, Bajada Cordón
Una exhibición sobre la vereda porteña


Por Martín Huberman

La trama que caracteriza a la Ciudad de Buenos Aires, cuya traza es oriunda de tratados españoles para el dominio colonial, dispuso a la manzana como célula madre en la conquista urbana del territorio. En esa constitución básica de urbanidad celular, el núcleo sería destinado a albergar principalmente todo aquello que define el ámbito de lo privado, y estructuraría un espacio práctico para la domesticidad y otros derrames programáticos que definen a la vida puertas adentro. Por fuera de aquel núcleo todo sería de índole pública, es decir territorio aún indómito y hostil, dónde se ubicarían las infraestructuras que proyectarían a la ciudad a otra escala, un sistema evolutivo y sin dudas funcional.

Para proteger y nutrir al núcleo habitable el sistema dispondría de una membrana celular, cuya acción fundamental sería la de mediar en las interrelaciones entre el afuera y el adentro, lo público y lo privado y especialmente entre habitantes, abrazando a la escala humana como fundamento y principio estético. 
Esa membrana adoptaría las formas de aquello que hoy llamamos vereda.
La vereda es ante todo el primer espacio público, y en ella se desarrollan un sin fin de intermediaciones entre dominios técnicos, cívicos e individuales. 

Como organismo tecnocrático, es ahí donde se distribuyen infraestructuras de todo tipo, algunas a simple vista en sistemas aéreos y otras ocultas en tramas subterráneas, que sirven, conectan, integran, drenan o desagotan, de manera solapada y silenciosa gran parte de los fundamentos necesarios para el desarrollo de nuestro ser urbano. Como estructura social, es en la vereda que se producen y se suceden gran parte de nuestros actos cívicos, condensando relaciones vecinales, profesionales y hasta inter especies, que le dan verdadero carácter y densidad a nuestra ciudad.

A escala de nuestro contrato social como urbanitas, ¿Qué nos define más como ciudadanos, el cuidado de nuestras casas o de nuestras veredas?  ¿Es posible que, en esos escasos tres metros lineales, de cordón a fachada, podamos representar nuestra verdadera idiosincrasia urbana? 
¿Y por ende, podemos definir a través del estudio de nuestras veredas la urbanidad que verdaderamente nos merecemos? 
Esta muestra dispone un catálogo de observaciones, de un grupo heterodoxo de profesionales que pasaron tiempo con la cabeza gacha, en gesto pensante, buscando en nuestras veredas rasgos identitarios ensayando sobre la especificidad de la construcción identitaria urbana desde nuestras veredas.

Una veredita alegre
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Del Pica Pica en adelante, las veredas pueden considerarse como un canvas de interpretación y apropiación urbana en clave frentista. La vereda de la Fundación Proa en particular, es un claro ejemplo de la riqueza de constelaciones performáticas que pueden ser las veredas de la Ciudad de Buenos Aires. 

Su particularidad es la de un frentista con rigor institucional que intermedia entre las definiciones clásicas del espacio público a través del arte. 

Así a lo largo de los años, se redactó un historial único de intervenciones diseñadas por artistas y arquitectos locales e internacionales, que rindieron tributo al potencial público y comunicacional de la vereda a partir de su reinterpretación artística, espacial, performática y educativa.

Ese espacio albergó escuelas nómades, arañas madre desmedidas, laberintos borgeanos, desfiles universitarios y un fachadismo performático único en la ciudad. Hizo de soporte, registro y escenario para albergar a las audiencias ávidas de experiencias artísticas que densifiquen su interpretación de la ciudad. 

Desde sus inicios la institución hizo de la gestión de su primer espacio público un caso único y resonante para la memoria del barrio, de sus vecinos y de la ciudad toda que en clave nostálgica la recuerdan a partir de las experiencias personales y populares que en ella suscitaron.

100 años de vereda


Obras de Horacio Coppola y Facundo de Zuviría

En el campo de los gestos simples que pasan casi desapercibidos a nuestro cotidiano, la vereda suscita un vergel de registros afines a la expresión libertina de sus habitantes, definiendo un espectro estético compositivo de carácter vecinal, peatonal, animal, poético, residual y vegetal. La evolución de la ciudad esta plasmada en el registro de sus veredas y esto es visible en la lente de Horacio Coppola y de Facundo de Zuviría que hicieron de ella su objeto de estudio. Desde veredas techadas en recovas que abrigan a los transeúntes hasta veredas que dan cobijo a los sin techo, el registro histórico de los primeros 20 centímetros de altura de una ciudad que se verticalizó a ritmo frenético en los últimos 100 años es fundamental para entenderla como un organismo vivo, que necesita fundamentarse en lo público para articular sus crecimientos espasmódicos.

La primera vereda


Obras de Ivan Breyter, Marcos Zimmermann y Fernando Schapochnik

En el límite Este de la ciudad, aquel que bordea al río y que el sol ilumina al alba en pampeana horizontalidad, se desarrolla la primera vereda de la ciudad. Ese borde que dirime agua y territorio, fue mutando desde la consolidación de Buenos Aires como territorio autónomo, empujado por el progreso río adentro en gesto atropocentrista. Con el tiempo esa vereda se cristalizó como gesto fundamental en la relación con el Río de la Plata, tanto a nivel hedonista como en el campo de la infraestructura hídrica urbana. A si es que su ancho nominal fue definido por los paseos dominicales y su altura por una distancia prudencial al agua fruto de las prohibiciones a los bañistas, y sus balaustradas por una necesidad de resiliencia a rompientes de tormentas y mareas que dicta el Río.

Borde este es un registro sistémico del arquitecto Ivan Breyter, que recorre la costa de la Ciudad de Buenos Aires recopilando un historial estético de la relación entre vereda y balaustrada y que transforma al Río en una fachada compuesta por relaciones improbables. 

En épocas de tormentas, donde la Sudestada es abanderada y las anegaciones son corrientes, esa vereda deja de ser un punto de observación al horizonte para devenir en escenario de rompientes abruptas obra del copioso oleaje del Río. La obra de Marcos Zimmermann, retrata ese enfrentamiento brutal entre naturaleza y artificio que redefine las condiciones formales tanto de esa defensa costera como la de los barrios bajos que se ven intervenidos por el agua.

En los barrios bajos, como La Boca y alrededores de los márgenes del riachuelo, es común transitar por veredas dispares que buscaron dar una respuesta informal a los desbordes que anegaban al cotidiano. Vereda pólder, el registro de Fernando Schapochnik describe con sutileza la excentricidad del ingenio de algunos frentistas para solucionar el tormento del agua creciente, haciendo de su propia vereda el último bastión de defensa contra las inundaciones.

La no vereda
Obras de Cristobal Palma

La vereda es para la ciudad un sistema de conexión urbana, no solo en clave peatonal o vehicular (en conjunción con la calle) pero específicamente a nivel infraestructural. 

Por lo general, allá dónde llega la vereda, llegan los servicios, y con ellos la noción de infraestructura urbana que define su formalidad. En los barrios populares de la ciudad cuyos programas de urbanización trabajan copiosamente en procesos de ordenamiento y esponjamiento de la trama informal, la llegada de la vereda simboliza el proceso de reconfiguración de las lógicas de crecimiento, apropiación y ordenamiento.

En su foto reportaje Construcción, Villa 31, el fotógrafo chileno Cristóbal Palma, se dispone a hacer un registro de las particularidades urbanas de uno de los barrios informales más dinámicos de la ciudad. 

La ausencia de veredas en este recorte de su registro, deja en evidencia su poder ordenador en la sistematología urbana, su desaparición hace de los espacios intersticiales entre lo construido un campo absoluto para la vida exterior, en todos sus lenguajes, pero en especial en el de la apropiación desregulada y rica en posibilidades.

Cultura Vereda
Obras de Ignacio Coló y Grupo Bondi

Para el vecino de esta ciudad, la vereda es ese primer espacio de apropiación pública, donde se forja de manera particular, su carácter urbano. Quizás sea a razón de esa ley primera que complejiza al dominio de nuestras veredas en ámbitos públicos, pero de gestión privada, rindiéndolas escenario primordial de un sin fin de apropiaciones urbanas. 

La serie Carritos de Ignacio Coló tipologiza un pedazo de esa idiosincrasia local que hace de las veredas un paseo, y en este caso uno costanero que la vincula al río en clave gastronómica. Los carritos, asaderos informales que se consolidaron sobre las veredas de la Costanera Sur, fueron el complemento ideal al proyecto de costanera como paseo centenario diseñado por el ingeniero Benito Carrasco. 

En la misma clave, el Parrichango del Grupo Bondi, sistematiza la apropiación culinaria de las veredas en asados de carácter transitivo y semi-públicos a partir de la intervención sutil de un carrito de supermercado para transformarlo en un asador portátil. 

Código Vereda


Obras del Plan Visual para Buenos Aires de Gonzalez Ruiz - Shakespear y de RRAA.-

En la liturgia urbana porteña, que desborda en un sinfín de mecanismos lingüísticos que organizan y señalizan nuestra vida citadina, los carteles de Pica Pica, Bajada Cordón se destacan por sobre la media reglada. Principalmente por la informalidad de su trazo en puño y letra y en especial por lo certero y enigmático de su poesía en formato haiku cuya sonoridad proviene del oficio de la changa albañil. 

La obra de RRAA.- (colgada en la vereda de PROA21) encuentra fundamento en esas oportunidades lingüísticas que ofrece la calle, sus intervenciones se mezclan entre carteles en desuso, apropiaciones de postes de luz y cierto carácter de vigilante anónimo que profesa recuperando el poder de la palabra en el medio del caos.

El "Plan Visual de Buenos Aires" (1971-1972) diseñado por Ronald Shakespear y Guillermo González Ruiz, es el primer esfuerzo formal por reglar ese caos de información que habitan las veredas porteñas generando un plan integral para la señalética urbana de la Ciudad. El diseño sistematizó y mecanizó las guías necesarias para la correcta habitabilidad de las calles a su vez que integraba de manera poética la tórrida relación de la urbe con el Río de la Plata, los arroyos pampeanos y el agua.

Todo Vereda


Obras de Daniela Mac Adden y Pedro Ignacio Yañez

La zona central de la ciudad, cuenta con algunas de las veredas más emblemáticas de Buenos Aires, su potencia no solo esta signada únicamente por el fundamento historicista del área, o bien por la impronta y gran calidad de los edificios que las lindan, sino por la densidad de público que las transitan. Esto se traduce en una serie de programas oficiales de saneamiento y peatonalización del Área Central que comienza en la década del 70, con la peatonalización de la Calle Florida y que tiene un pico de intervención en las últimas décadas con los Planes Microcentro, Prioridad Peatón y Calles Verdes. En esos años fue marcada la transición del sistema tradicional de calles de la zona central a un sistema hibrido de calles de convivencia entre autos y transeúntes que elimina esos primeros veinte centímetros de urbanidad.

Estos planes lograron erradicar el trazado de líneas de colectivos de las calles pequeñas hacia las avenidas, se nivelaron las calzadas con las veredas, que a su vez se ensancharon para dar prioridad a los peatones. El último eslabón de esta cadena, el Programa de Calles Verdes, ensaya una serie de soluciones sobre la nueva realidad del Área Central que sufrió un fuerte vaciamiento luego de la pandemia y cuyo destino aún incierto parece estar virando del característico centro neurálgico para los negocios a un barrio de programas mixtos.

El díptico compuesto por las obras de Daniela Mac Adden y Pedro Ignacio Yañez hace pie en el emblemático edificio del ex Banco de Londres del arquitecto Clorindo Testa, para hacer foco en la emblemática esquina de Reconquista y Bartolome Mitre, donde la arquitectura parece dar refugio a escala urbana y donde las veredas se horadan en sistemas drenantes donde la vegetación promete un futuro de sombra, oxigenación y drenaje para prevenir los efectos de la isla de calor urbana.

Habitat Vereda
Obras de Martin Simonyan y el Estudio Cabeza

Las veredas funcionan como sistemas compuestos de infraestructuras urbanas, donde la sanitaria, la señalética, la lumínica y la pluvial son las más evidentes, hay otra de rigor fundamental para los tiempos que corren, que es la ecosistémica. 

Las veredas son el principal hogar para el arbolado público de la Ciudad de Buenos Aires, superando por siete el volumen de especies plantados en los parques públicos. 

Este dato, resultante de una investigación del paisajista Martin Simonyan concientiza a las veredas como el escenario principal para la vida vegetal de la ciudad. Desde ese lugar es que se las puede interpretar como uno de los principales sistemas para la mitigación de las olas de calor, brindando sombra en verano, pero también como eje fundamental para la proliferación de especies animales que co-habitan el territorio en las copas de sus árboles 

Para ello es fundamental generar conciencia sobre la identidad vegetal de la ciudad, reconociendo y fomentando especies que oriundas al territorio, previo a la urbanización. 

En su línea de investigación destaca que el top 4 de especies plantadas en veredas está integrado por especies exóticas como, el Fresno Americano (con 141.826 ejemplares), el Plátano (con 34.786 ejemplares) y el Paraíso (con 24.561 ejemplares). 

Sin embargo, quizás el caso más destacable sea el del Ficus (con 23.909 ejemplares) que nunca fue parte de un programa de plantación urbano por parte de la ciudad y cuya presencia en las veredas tiene que ver con un proceso de apropiación, cuya transición del interior de las casas a las veredas era ejecutado de manera informal por los vecinos frentistas.

En carácter proteccionista, tanto de los canteros como de los transeúntes que los recorren, la serie de alcorques diseñados por Diana Cabeza y el Estudio Cabeza, reconocen la importancia de dar cobijo a los principales habitantes de nuestras veredas, Los árboles. Su diseño reconoce a la vez la necesidad de adaptabilidad para respetar los ritmos de crecimiento de los troncos y su materialización recoge en la fundición en acero una tradición material de carácter ancestral del dominio de las veredas, en la que se fundían los sumideros que drenaban el agua de la ciudad, una vez más hacia el Río.

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Horacio Coppola
 

Esto es Buenos Aires, 1931/2024 
Puerto, 1931
Calle Corrientes 3060, 1931

Archivo Horacio Coppola. Cortesía Galería Jorge Mara - La Ruche

Horacio Coppola solía hacer caminatas por barrios de Buenos Aires -sobre todo Palermo- con Jorge Luis Borges y el pintor Alfredo Guttero. En uno de esos paseos Borges se detuvo a mirar el reflejo de los árboles y las casas sobre un charco de agua en la calle empedrada. Lo miró durante un largo momento y exclamó: “¡Esto es Buenos Aires!” 

Coppola sacó su cámara de fotos, la disparó y luego tituló la imagen tal cual la exclamación de Borges: Esto es Buenos Aires

Las fotografías exhibidas de Horacio Coppola forman parte de la selección realizada por Facundo de Zuviría para el libro Buenos Aires. Coppola + Zuviría, con fotografías sobre la ciudad tomadas por estos dos fotógrafos en las décadas de 1930 y 1980. Estas imágenes inauguran un diálogo entre épocas, estilos y una realidad urbana que fue evolucionando con los años. En ellas se puede apreciar la singularidad de la mirada de estos dos destacados fotógrafos argentinos, que desarrollaron en su obra una vinculación muy estrecha con la ciudad de Buenos Aires. Los trabajos de Coppola describen la década de los 30 desde una perspectiva vanguardista, se centran en la imponente arquitectura a través de algunos de los planos más sorprendentes y atractivos que se hayan tomado de la ciudad a lo largo de su historia.

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Iván Breyter
 


Serie Borde Este, 2024
Cortesía del artista

Borde Este es un registro sistémico del arquitecto Ivan Breyter, que recorre la costa de la Ciudad de Buenos Aires recopilando un historial estético de la relación entre vereda y balaustrada y que transforma al Río en una fachada compuesta por relaciones improbables. 

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Diana Cabeza
 


Protector Hojitas redondo con crecimiento, 2024
Cortesía Estudio Cabeza

Este protector posee aros desmontables ideados para ser removidos a medida que crece el árbol. Está realizado en fundición de hierro granallado y pintura negra especial para fundición. Diseñado como protección para los árboles brinda además la posibilidad de incorporar un iso-logotipo reforzando así la imagen institucional. Se utiliza enso en veredas y maceteros públicos o institucionales.

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Ignacio Coló
 

Serie Carritos, 2012
Cortesía del artista

La serie Carritos es un proyecto fotográfico que captura la vida y el paisaje urbano de la Costanera de Buenos Aires, centrándose en los carritos de comida que pueblan esta zona. A través de su lente, Coló documenta tanto la estética de estos espacios como las interacciones humanas que ocurren en ellos.

Las imágenes reflejan la cultura local, la vida social de las veredas de la costanera y una actividad comercial tradicional de la ciudad. Esta serie no solo es un homenaje a la gastronomía y la vida al aire libre de la ciudad, sino también una reflexión sobre el espacio público y su significado en la vida de los ciudadanos. 

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Daniela Mac Adden
 

Banco # 3, 2024
De la serie Edificios dormidos
Cortesía de la artista

Edificios dormidos es una serie de fotografías que captura edificios en su estado de reposo, cuando "descansan" del uso para el cual fueron concebidos. Las imágenes están tomadas exclusivamente con luz natural, resaltando la atmósfera tranquila y la interacción sutil entre la arquitectura y su entorno. A través de esta técnica, se enfatiza la relación entre el espacio y el tiempo, mostrando cómo los edificios adquieren una nueva presencia en la quietud, alejados de la actividad humana.

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Facundo de Zuviría
 


La City, Reconquista y Bartolomé Mitre, 2001
Casa de Chapas y arbolito,1986 
Peatones en la Recova del Bajo, 1995

Crisis, Centro Sur, 1986

Las fotografías de Facundo de Zuviría seleccionadas para el libro Buenos Aires. Coppola + Zuviría establecen el diálogo con las de Coppola desde una visión más actual y urbana. Retratan negocios, vidrieras, calles y personajes representativos del Buenos Aires de las últimas décadas. Se trata de dos miradas tan distintas como complementarias del día y la noche, de las calles y los negocios, de los aconteceres y las costumbres porteñas. Coppola ha dejado impresa en la memoria visual de la capital argentina algunas imágenes arquetípicas. Facundo de Zuviría, su discípulo y seguidor, realizó lo propio casi cinco décadas más tarde, siguiendo los pasos de su maestro.

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Guillermo González Ruiz y Ronald Shakespear
 

Planos de señalética del Plan Visual de Buenos Aires, 1971-1973/2024
Fondo Guillermo González Ruiz. Fundación IDA, Investigación en Diseño Argentino

El Plan Visual de Buenos Aires, diseñado por Guillermo González Ruiz y Ronald Shakespear en la década de 1970, tuvo como objetivo mejorar la comunicación visual en el espacio urbano. Este plan integral establecía un sistema de señalización que facilitaba la navegación y reforzaba la identidad visual de la ciudad. Incluyó señalización de calles y espacios públicos, teniendo en cuenta tanto la funcionalidad como el contexto cultural. Con el paso del tiempo, el plan se ha convertido en un referente perdurable en el diseño urbano de Buenos Aires.

Parada de taxi, c. 1971. Señalética urbana (Señal de prevención niños escolares), c. 1973

La señalética diseñada por el estudio González Ruiz - Shakespear se ha transformado en un verdadero ícono de Buenos Aires. Estas piezas, que han sido adaptadas con el tiempo, están diseñadas de manera sistemática y predecible. Carecen de publicidad en sus superficies informativas y son fácilmente reconocibles desde cualquier ángulo, lo que las hace altamente visibles tanto para peatones como para conductores. Con décadas de historia, la señalética forma parte del patrimonio urbano y está profundamente arraigada en la memoria colectiva de los porteños.

En particular, la señal de parada de taxis fue concebida con la misma lógica constructiva que el resto del programa, pero se presenta con mayor libertad. Este diseño evoca el acto cotidiano de detener un taxi, utilizando una paleta cromática que remite a los taxis de Buenos Aires de manera evidente.

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Grupo Bondi
 


Parrichango, 2015 
Fondo Grupo Bondi. Fundación IDA, Investigación en Diseño Argentino  

El Parrichango es una reinterpretación del chango de supermercado, diseñado como una parrilla portátil. Este proyecto se enmarca en aspectos culturales de la sociedad argentina, famosa por sus asados, y aspectos de su historia política y social, como los saqueos a supermercados que ocurrieron durante la crisis de 2001.

La estructura se realiza con una sola pieza de chapa de 1,5 milímetros de espesor, cortada por láser, lo que permite una fabricación sencilla y accesible. Grupo Bondi proporciona en su página web el archivo para el corte, así como proveedores e instructivos disponibles para descarga gratuita, promoviendo la democratización del diseño y el uso de materiales locales. Este enfoque combina funcionalidad y cultura, celebrando la tradición del asado argentino de manera creativa.

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Martín Simonyan
 

Arbolado público de la Ciudad de Buenos Aires, 2024
Cortesía del artista

Mapa del arbolado público en veredas y espacios verdes realizado en base a información pública disponible en el portal de datos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y del sitio colaborativo ArboladoUrbano.com

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Cristóbal Palma
 

Serie Villa 31, 2019-2020/2024
Cortesía del artista

Las fotografías que componen esta serie documentan la vida en una de las “villas miseria” más emblemáticas de Buenos Aires. Cristóbal Palma registra la complejidad de su entramado urbano y de la vida de quienes lo habitan. Las imágenes ofrecen una perspectiva íntima y auténtica sobre la vida en el barrio, y dan cuenta de las características particulares de las personas y de su entorno. El registro fue realizado antes de la pandemia de COVID-19, y busca retratar las condiciones de la Villa 31 antes de los cambios por venir.

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Fernando Schapochnik
 

Vereda Pólder, 2024
Cortesía del artista

Vereda Pólder es una serie de cuatro fotografías que exploran aspectos urbanos y sociales de las veredas elevadas del barrio porteño de La Boca. Mientras que en el resto de la Ciudad de Buenos Aires no suelen superar los veinte centímetros de altura, algunas veredas de La Boca se levantan por encima de los techos de los autos. Esta singularidad surgió principalmente como respuesta informal a las repetidas inundaciones que sufría la zona desde la fundación de la ciudad en 1536, anegando viviendas y comercios. A partir de mediados de los años noventa diversas obras infraestructurales lograron contener las inundaciones, y los veredones de La Boca quedaron como testigos de otro tiempo. Sin embargo, los pólderes son actualmente una extensión de la vida doméstica y el primer espacio donde se entretejen las relaciones familiares, sociales y comerciales del barrio.

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Pedro Ignacio Yañez
 

Serie Calles Verdes, 2023
Cortesía del artista

Las fotografías de esta serie retratan las intervenciones de la secretaría de paisaje urbano en las veredas de Buenos Aires. Forman parte del libro Paisaje de Buenos Aires. Regeneración urbana 2012-2023, que compila el trabajo realizado por la subsecretaría de Paisaje Urbano del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, durante ese período. 

En estas imágenes puede observarse la relación entre la naturaleza y el entorno urbano. Yañez captura espacios públicos donde la vegetación se integra armónicamente con la infraestructura urbana, destacando la importancia de los árboles y áreas verdes en la calidad de vida de las ciudades.

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Marcos Zimmermann
 

Sudestada. Costanera Norte, Buenos Aires, 1994 
Balaustrada. Costanera Norte, Buenos Aires, 1993
Inundaciones. La Boca, Buenos Aires, 1993 

Cortesía del artista

El ensayo Río de la Plata, río de los sueños fue realizado entre 1991 y 1994, y el libro homónimo se publicó en 1994. Las fotografías capturan la esencia del Río de la Plata, destacando la relación entre el paisaje natural y la identidad urbana.

Las imágenes evidencian la interacción entre la naturaleza y la arquitectura, revelando la fragilidad de los elementos urbanísticos frente a la fuerza de la naturaleza. En esta mirada sobre el paisaje urbano de Buenos Aires, la balaustrada se presenta como un límite y un elemento de interacción entre el río y la ciudad. Las composiciones destacan la linealidad y la perspectiva, así como el contraste entre la rigidez de la estructura arquitectónica y la imprevisibilidad de la naturaleza.