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Press kit con link de descarga fotos PROA21 | Temporada Alta 2025
Prensa Publicada
Con las prácticas educativas de la Bauhaus como faro, Proa 21 viene ofreciendo espacios para la experimentación escénica, visual y audiovisual sin poner alambrados entre los lenguajes. En ese contexto surge esta tercera edición del ciclo de verano Temporada Alta, que presenta cuatro obras site specific producidas en formato de residencia. La propuesta surge de la sumatoria de saberes del equipo de programación y producción integrado por Santiago Bengolea, Renzo Longobucco y Pilar Victorio, junto a Gabriela Karasik.
A cien metros del edificio principal de Fundación PROA, en remodelación hasta principios de abril, este espacio fue pensado desde un inicio para el cruce de artes, con pequeñas salas de exposición y un exuberante jardín brotado de plantas nativas y containers.
Cuentan las reseñas de las vanguardias visuales nacionales, que en el predio se erigía la Mansión Cichero, casa de una familia mecenas del barrio, que amparó en las primeras décadas del siglo XX al Grupo Bermellón, y que luego trasladaron allí sus talleres Fortunato Lacámera y Quinquela Martín, entre otros.
Volviendo a las vanguardias actuales, Temporada Alta fue creciendo con el método de bola de nieve, ya que en cada edición se acercan nuevos artistas propuestos por los participantes de veranos anteriores. Este año, el proceso colectivo comenzó en primavera e incluyó una inmersión territorial y fluvial por el barrio de La Boca. Las cuatro obras producidas son muy distintas entre sí, entre otras razones, porque tienen mentores que aportan su perspectiva desde un lenguaje diferente al de los directores o coreógrafos.
Es el caso de ¡Ríndete, Dorothy!, dirigida por la bailarina y performer Malena Giaquinta, quien tuvo como tutor a Demián Rugna, director y guionista de cine, especialista en género de terror.
Así es como se plasmó una propuesta de folk-horror, que abreva en el universo de El Mago de Oz, pero sobre todo en el tornado inicial que sacude Kansas y la vida de la adolescente de trenzas y arcoiris
Parte de ese proceso creativo que se puede visitar en las salas de exposición, está habitado por los cuadros de Brueghel, registros del proceso en los jardines y materiales audiovisuales que conjugan el terror y la inteligencia artificial.
El reparto se compone de varios performers enmascarados, un cantante romántico y un DJ que dispara sonidos en vivo (se destaca la actuación de Carla Rímola, bailarina de pura cepa, una de las pocas a cara descubierta). Contar demasiados detalles llevaría a un spoiler que podría matar la sorpresa y las risas. Pero es necesario advertir que, aunque la puerta está abierta gratuitamente sin restricciones, esta es una propuesta con escenas de desnudez y clima gore, recomendada para público adulto.
El montaje site-specific es exhaustivo y no deja una planta, un paredón o un portón sin intervenir coreográficamente. Por eso el espacio se habita por completo con seres sin edad ni rostro, sin adelante ni atrás. Sin pasado ni futuro. Atrapados en un tornado infinito e inmóvil en medio del pasto.
Los dueños de casa recomiendan atravesar la experiencia empapándose en el proceso creativo que dio vida a la obra, presenciarla sentados en las alfombras desparramadas en el césped y luego regresar a las imágenes que le dieron origen, para ratificar o resignificar las sensaciones vividas.
Para agendar¡Ríndete, Dorothy! 1° y 8 de marzo, a las 18.30, en Proa 21, Av. Pedro de Mendoza 2073. Entrada libre y gratuita
Por Laura ChertkoffSábado de verano por la tarde. El viento sopla desde el río refrescando el ambiente. El pasto aloja una humedad agradable, anticipando el rocío de la noche que se acerca. Son las 20 h en el jardín de Proa 21. Está por empezar De riesgo, el segundo proyecto del programa Temporada Alta 2025; iniciativa que acompaña y financia a jóvenes creadores en sus procesos de exploración, creación y producción de obras escénicas. Estas se estrenan cada verano.
De riesgo, dirigida por Dana Crosa y Valentina Cottet, nos invita a adentrarnos en el mundo actoral los próximos sábados de febrero. Nos coloca dentro de películas, sets de filmación, ensayos y entrenamientos con el peligro como eje central. Ya que la pieza se dedica a traer a la luz el universo de los actores de riego. Reivindica a estas personas con cuerpos súper hábiles que trabajan casi fuera de foco para promover la magia y el artificio. Sombras que se exponen a caídas, explosiones y golpes con el mero fin de crear ilusiones. Crosa y Cottet nos presentan esa tensión que surge en la coexistencia del miedo y la fantasía.
“No es lo mismo ser invisible —que es lo que queremos—, a ser invisibilizados”, dice uno de los personajes. Y de eso mismo se ocupa este grupo de artistas que no solo investigaron y ahondaron en este submundo, sino que contrataron a un doble de riesgo real, Nahuel Lozano, para que los entrene y coreografíe.
El espacio es utilizado en su plena potencialidad. Los intérpretes suben, bajan, corren, se esconden, trepan, saltan: sorprendiendo al público, que por momentos creyó haberlo visto todo; y no. El escenario es 360 y se convierte en un set, en el far west, en un escenario de lucha, una proyección al aire libre, una prueba. “El jardín es enorme, parece un back de rodaje. En espacios así tan grandes y abiertos hay que meter mucho cuerpo. En ese sentido es una buena manera de habitar el jardín, que es la propuesta del ciclo” confía Dana en la página de Proa 21. A su vez, la original iluminación eleva la apuesta escénica.
Utilizando el humor como clave, este proyecto se ocupa de exhibir no solo el ambiente cinematográfico —con sus metodologías, tratos y formatos—; sino también sus propios lenguajes audiovisuales y escénicos. Es a partir de las risas, el juego y muchas veces el ridículo que los artistas despliegan sus versátiles interpretaciones.
La estructura de la obra llama la atención. Como por escenas desmembradas, avanzamos por la trama que se presenta en un formato de “viñetas que hilvanan escenas sobre el origen, la práctica y los desafíos del trabajo de los dobles” afirman las directoras.
Una de las protagonistas de la noche es la pantalla gigante que corona la pared de cemento que tenemos delante al sentarnos. Nos propone un consumo escénico diferente. No solo en el comienzo anticipa la temática y formato de lo que estamos por ver a partir de la reproducción de retazos de videos que analizan la filmación/armado/animación/edición de películas de acción; sino que se ocupa de regalarnos como público una experiencia de lo doble. Ya que en ella, por un lado, se reproduce lo que se está interpretando a su costado. Por el otro, se puede leer el guion de lo que se está actuando; y llegando al final hasta se proyecta la película que se filmó durante la misma obra.
De riesgo no solo mezcla lenguajes del cine y del teatro, sino que es un espectáculo vivo. En el sentido de que su operación es realizada en el momento y es llevada a cabo por técnicos- performers entre piñas, risas, cuchillos, saltos, vueltas y caídas.
— Candelaria PenidoPor Javiera Miranda Riquelme
@javieramirandariq
Dramaturgia y dirección: Grupo Besa. Intérpretes: Casandra Velazquez, Max Suen, Tomás Masariche, Felipe Saade, Maga Clavijo. Gestión escenográfica: Viki Masariche, Eva Palottini, Milagro de Catamarca. Creación audiovisual: Milagro de Catamarca. Tutoría: Florencia Bergallo. Sala: Patio de PROA21 (Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca, CABA). Última función: sábado 25 de enero a las 20 horas. Duración: 50 minutos.
Un grupo de cinco guardabosques sale en búsqueda de su compañero Gabi Palacios, quien se extravió mientras buscaba, a su vez, a otro grupo perdido en el “Parque Nacional Jacarandá”. Pareciera ser que cada búsqueda se transforma en la ofrenda de un nuevo guardabosques desaparecido, aunque, esta vez, estos cinco guardabosques filmarán con una cámara su propio devenir. Se trata de Estúpido Esperpento, la nueva pieza escénica de Grupo Besa, que se presenta el patio/jardín de PROA21 en el marco del programa Temporada Alta.
Si bien el tema de la obra aborda una desesperante cadena de desapariciones, ésta no se construye desde el código del drama, sino que juega con los signos de los géneros del terror y la comedia a través del lenguaje del teatro, el cine y la performance.
Estúpido esperpento es una pieza de grata y fácil expectación, aunque no por ello sencilla en sus procedimientos. Por el contrario, es una obra experimental. La función comienza con la reproducción sonora de una radio local que anuncia la desaparición de Gabi Palacios, seguido de una prolepsis audiovisual que proyecta un momento de tensión entre los cinco guardabosques ante un fenómeno paranormal. La proyección se trata de un video hecho por uno de los guardabosques que, además de filmar un suceso terrorífico, también registra lateralmente a otro compañero suyo que se encuentra hilarantemente distante ante ese mismo suceso. Esta primera presentación advierte el juego que Besa armará en el espacio escénico durante gran parte de la obra: una parodia al “found footage» (metraje encontrado) al estilo de El proyecto de la bruja de Blair y los falsos documentales.
El terror está dado por la ficcionalidad del mundo (el bosque) y el conflicto (las desapariciones), y la comicidad surge del registro afectado de la dramaturgia; la escenografía y utilería absurdamente equipada; las reacciones exageradas o desconcertantes de los personajes; y la capacidad de los mismos para cantar y reproducir sus propios efectos sonoros de suspense.
Aunque el desafío de la propuesta se encuentra en el espacio escénico objetivo, es decir el patio de PROA21 situado a poco metros del Riachuelo de La Boca (y donde suelen haber actividades culturales en las calles), Grupo Besa se mete al bolsillo el ruido proveniente del exterior y los incorpora a la obra de manera rápida, hábil y cómica dando cuenta de sus capacidades de improvisar y situar la puesta en escena en el presente real en la que transcurre.
Conforme se precipita la noche sobre el patio, la obra comienza a dar un giro hacia la performance para crear una tensión entre el cuerpo de los intérpretes y la monstruosidad de sus contorsiones y movimientos.
Desde hace tres años, PROA21, el espacio que funciona como un laboratorio de investigación ubicado a una cuadra de la Fundación PROA en el barrio de La Boca, desarrolla el programa Temporada Alta. Es una iniciativa que acompaña y financia a creadores jóvenes en sus procesos de exploración, creación y producción de obras escénicas que se estrenan cada verano en el jardín de la institución. Desde este sábado 11 de enero, cuatro artistas con perfiles distintos pero todos con muchas ideas, ávidos de arriesgar y de explorar nuevos terrenos, desembarcan con sus creaciones tras recorrer un camino de búsqueda secundados por tutores de lujo.
El primero de ellos es Grupo BESA, la compañía novel que sorprendió con Breve enciclopedia sobre la amistad, y que se define como un grupo volcado a la experimentación y al cruce de estéticas diversas y disciplinas como la música, la danza, las artes visuales, la performance y el teatro. Van a presentar Est***do esperpento (Estúpido esperpento) los sábados 11, 18 y 25 de enero a las 20. “Trabajaron con la historia de la Mansión Cichero, la casona construida en 1868 hoy sede de PROA21, y con la idea de explorar historias de terror. Querían abordar el terror desde lo corporal y lo matérico y tuvieron de tutora a la actriz, directora y dramaturga Florencia Bergallo que profundizó mucho en la voz y la gestualidad de los intérpretes”, cuenta a Página/12 Gabriela Karasik. Ella es una de las responsables de Temporada Alta junto al equipo de programación y producción de PROA21 integrado por Santiago Bengolea, Renzo Longobucco y Pilar Victorio. Según anuncian, la propuesta articula el grotesco, el humor y lo siniestro para explorar lo desconocido a partir de la desaparición de un guardaparque tras enfrentarse a una misteriosa criatura. Un equipo de rescate sale a buscarlo y en el camino se topan con situaciones que develarán lo reprimido y lo monstruoso que habitan en los integrantes del equipo.
Los sábados 1, 8 y 15 de febrero, siempre a las 20, se podrá ver De riesgo, una pieza de Dana Crosa (Lomas de Zamora, 1992), actriz pulpo que escribe, dirige y produce, conocida entre otras cosas por la creación de las series Esto no es un hotel y Mejor quemarse, producciones de la UNTREF que tuvieron proyección internacional siendo la última premiada en Cannes. “Es una investigación muy interesante sobre los dobles de riesgo y sobre lo que implica poner el cuerpo en nombre de otro. Trabajaron en el jardín explorando los golpes, los saltos, se filmaban, van a usar la pantalla. Contrataron un doble de riesgo real para que los entrene y él va a estar ahí, siendo uno más en las funciones. Es un trabajo delirante, gracioso, viñetado, que plantea distintas situaciones en relación a ese tema”, anticipa Karasik. Como tutor contaron con Mariano Llinás, referente del cine argentino independiente. “Se produjo un match increíble entre ellos. Estamos muy contentos porque queríamos que algún proyecto tuviera una expansión hacia lo cinematográfico”, comenta la gestora cultural.
Hacia fines de febrero, el sábado 22 y el 1 y el 8 de marzo llegará La granja de don Carnal y doña Cuaresma, de Malena Giaquinta. “Malena viene del campo de la performance, la coreografía, la danza. Está haciendo el programa de cine de la Universidad Di Tella, estudió crítica de artes en la UNA y, como el grupo BESA, también se volcó a investigar el género del terror pero derivando en algo de más inspiración folk cercano al imaginario El mago de Oz”, anticipa Karasik. El cineasta y guionista Demián Rugna, reconocido en el cine de terror y cuyo film Cuando acecha la maldad recibió el Premio al Mejor Largometraje del Festival de Sitges en 2023, fue el tutor. “Se dio un cruce entre dos artistas como Guiaquinta y Rugna con trayectorias alejadas pero que produce destellos muy particulares”, adelanta.
Por último, los sábados 14, 22 y 29 de marzo se presentará Composición de verano de Santiago Nader, artista tucumano nacido en 1997 con una trayectoria en el teatro de texto. Se formó en dramaturgia con Ignacio Bartolone, Maruja Bustamante, Ariel Farace y Mariano Tenconi Blanco, estudia Artes de la Escritura en la UNA y recibió la beca Fulbright - Fondo Nacional de las Artes para perferccionarse en la Universidad de California, San Diego. La obra que pergeñó para el jardín de PROA21 con el cineasta y escritor Santiago Loza como tutor, se relaciona con una Buenos Aires devastada en la que sólo quedan dos sobrevivientes con personalidades contrapuestas. “Ellos reflejan una dinámica bastante típica de las relaciones humanas donde uno es más proactivo y exigente, y el otro más relajado. Es interesante el uso que hacen de objetos y cómo esos objetos van trayendo, traficando historias de lo que eran sus vidas antes”, advierte Karasik. En esa ciudad donde todo ha sido destruído, a cada uno solo le queda el otro y el jardín. Así que a pesar de las diferencias, convendrá aceptarlas y amigarse con ellas.
Los cuatro artistas elegidos para esta tercera edición resultaron de un proceso de búsqueda riguroso y horizontal. Lejos de seleccionar en forma autónoma, el equipo de programación y producción de PROA21 invitó a los artistas y a los tutores de la edición anterior a armar un listado de nominaciones. “Buscamos que ellos, que conocen el campo artístico desde adentro, sugieran candidatos como una manera de pasar la antorcha. Es una forma de que no sean solo nuestras cabezas como programadores y productores pensando sino con una idea de abrir el juego”, explicó Karasik. La lista inicial superaba los cincuenta candidatos, finalmente quedaron sólo cuatro. “Nos interesa que en el arco de los cuatro grupos haya algo así como una radiografía de la diversidad de lo que es la escena en la actualidad. Nos sorprendió que dos propuestas fueran por el lado del terror y del horror pero a la vez con humor y diversión”, explica.
El punto de partida fue siempre el mismo, crear un proyecto inédito y específico para el jardín de PROA 21, no uno que tuvieran en carpeta. Y los caminos para llegar a ese puerto resultaron muy distintos. “Grupo Besa y Dana Crosa, por ejemplo, dedicaron todo el primer mes y medio a acopiar materiales; en cambio, Santiago Nader, desde habitar el jardín, empezó a armar una dramaturgia”, compara. El trabajo comenzó en noviembre en el territorio: conociendo el espacio, conversando con el equipo de PROA21 y empapándose de la idiosincrasia y la tradición del barrio. Hicieron una navegación profunda por el Riachuelo llegando a provincia, por donde entró a la ciudad Juan de Garay; visitaron el Museo Quinquela, comieron en la pizzeria Banchero, entre otras salidas grupales. Y compartieron una jornada de clínica de trabajo: cada grupo presentó su proyecto y los demás preguntaron. Fue una forma de incentivar el diálogo, el intercambio de ideas entre ellos.
Cada equipo artístico sugirió cuatro posibles tutores y PROA21 eligió al definitivo. “Los tutores no son los responsables de los proyectos, son una mirada externa que les permitió abordar el trabajo desde otra perspectiva y enriquecer sus búsquedas, expandir el diámetro de lo que están investigando para que se den cruces que nutren los trabajos”, advierte. Durante la etapa de investigación y creación, los cuatro grupos trabajaron semanalmente en el jardín. Allí escribieron, discutieron ideas, las probaron, ensayaron y también se produjeron los cuatro encuentros que cada grupo tuvo con su tutor: instancias de discusión conceptual y de ensayos. Finalmente estos experimentos ya están listos para encontrarse con el público cuando cae el sol, en funciones con entrada libre y gratuita en el mismo lugar en el que fueron creados: el jardín de la ex Mansión Cichero. Esta propiedad perteneció a una familia muy prominente del barrio y entre 1917 y 1918, albergó al grupo El Bermellón, una de las primeras vanguardias artísticas de la ciudad. Luego allí funcionaron los talleres de Benito Quinquela Martín, Emilio Centurión y Fortunato Lacámera, entre otros. Un poco más de siglo después, el arte experimental vuelve a tomar ese espacio emblemático.