Prensa Publicada

  • Título: La invasión del espacio urbano.
    Autor: Martin Muzzio
    Fecha: 21/09/2018
    Ver nota completa
    Ver nota original (Salir.com)

    La exposición de Jenny Holzer, que la Fundación Proa presenta en la Boca, es hasta el momento el acontecimiento artístico más destacado de la temporada. Holzer fue la primera artista norteamericana que obtuvo el León de Oro en la Bienal de Venecia. Exhibe en Buenos Aires una selección de 25 años de trabajo.

    Las experiencias de Holzer comenzaron en los años 70. Con el uso del lenguaje en la actividad visual, la invasión del espacio urbano, el uso de la subjetividad y el cambio de función de objetos - remeras, letreros electrónicos, carteles -, la artista modificó los hábitos estéticos. Desde 1977 compuso un cuaderno con frases, sentencias de carácter impersonal, breves aforismos, formulaciones ideológicas irrefutables. Junto con el evidente carácter político de los axiomas - "Nuestra época es intolerable". "Tengan coraje: lo peor es un presagio de lo mejor", "La propiedad privada creó el crimen", "No te darán de comer si te consideran inútil" - y la utilización de técnicas publicitarias (desde 1982 exhibe los mensajes en carteles y letreros electrónicos), Holzer altera los circuitos y contenidos tradicionales de la tarea estética. Entre los escritos político- ideológicos se exhiben diversos temas desagradables: la muerte innecesaria ("Survival" y "Living"), el sufrimiento, la irritación, la violencia sexual ("Laments"), el carácter contradictorio de la vida actual. "Mother and Child" es una reflexión conmovedora y enojada sobre la maternidad, que integró la exhibición norteamericana de la Bienal de Venecia de 1990: la instalación de 12 letreros verticales puede verse en Proa junto con los "Ensayos Inflamados". Una recopilación de obras de los años 90, que incluye "Lustmord" (los textos aparecieron grabados con sangre en el cuerpo de distintas personas), "Erlauf", "Arno" y "Blue", se proyecta de manera continua, incesante. Las frases implacables -Holzer imita la lengua impersonal del capitalismo- rodean una instalación efectuada con huesos humanos, que pueden ser levantados por los asistentes, dispuestos sobre mesas de madera. Distribuida en los dos niveles de la Fundación Proa, la muestra de Jenny Holzer llegó a Buenos Aires con los auspicios de la Secretaría de Cultura de la ciudad, el Centro Cultural Recoleta y el Banco do Brasil.



    Ocultar nota
  • Título: Mensajes y golpes al corazón.
    Autor: Ana María Battistozzi
    Fecha: 27/05/2000
    Ver nota completa
    Ver nota original (Diario Clarín)

    A mitad de camino entre la literatura y las artes visuales, la estadoudinense Jenny Holzer trabaja desde comienzos de los años 80 con textos, escritos por ella misma, que fun cionan como grandes imágenes llamadas a irrumpir inesperadamente en espacios públicos. Son textos que reflexionan sobre cuestiones políticas o íntimas, como el envejecimiento el dolor, la violencia o el miedo y ponen en evidencia las contradicciones de supuestas verdades admitidas.

    En 1982, Holzer deslizó uno de esos textos en uno de los sitios más concurridos del mundo: Times Square. "La propiedad privada crea crimen", decía ese texto, que presentado a la manera de refrán se deslizaba como la propaganda de una aspirina en un gran cartel electrónico en pleno centro de Manhattan.

    A comienzos de mayo de este año, otros textos de Holzer del mismo tenor aparecieron proyectados en Buenos Aires, en el Planetario y en las fachadas del Centro Cultural Recoleta y la Fundación Proa. Y ésa fue la avanzada de la muestra de la artista que exhibe hasta fin de junio en dicha fundación.

    Se trata de una versión intramuros de su obra, que se presenta como instalaciones realizadas con carteles electrónicos móviles. En ellos Holzer combina textos de diversos trabajos anteriores que se deslizan a gran velocidad ante el espectador. El efecto es tan hipnótico como perturbador. Sobre todo porque son textos que tratan cuestiones inquietantes, imposibles de ser captadas en el breve tiempo que pasan ante la mirada.

    La instalación que espera al visitante en la planta baja se llama Lustmord, que en alemán significa a la vez asesino y lujuria. Junto a dos grandes mesas que exhiben diferentes piezas de huesos humanos, los textos móviles de Holzer, que se deslizan en un cartel que ocupa dos lados de la pared, abordan el tema de la violación. Y lo hacen desde tres posiciones diferentes: el discurso del violador, el de la víctima y el de un supuesto observador neutral. Lo interesante es que, puestos a un mismo nivel, los tres pueden llegar a funcionar como verdades equivalentes.


    Ocultar nota
  • Título: El arte en el laberinto de las palabras
    Autor: Ana María Battistozzi
    Fecha: 07/05/2000
    Ver nota completa
    Ver nota original (Suplemento Cultura Diario Clarín)

    Esta semana unos textos proyectados se deslizaron silenciosamente en el planetario de Palermo, en las fachadas del Centro Cultural Recoleta y de la Facultad de Derecho, y sobre la fachada de la Fundación Proa, en la Vuelta de Rocha. Los textos de la norteamericana Jenny Holzer aparecieron en el espacio público porteño desde el domingo al miércoles, sin estridencias como un día de 1982 en la concurrida Times Square de Nueva York o en Venecia y el Palacio Bargagli de Florencia en 1990 y 1996. Son reflexiones sobre el dolor, la muerte, la vida o la violencia política y sexual que la artista escribe haciéndose eco de distintos puntos de vista y que desliza en carteles electrónicos públicos o proyecciones gigantes ante la mirada atónita del apurado habitante de ciudad.

    Muchos de esos textos son truisms, -verdades secas, que de tan obvias es innecesario mencionar- o directamente ensayos polifónicos que dicen cosas como "la propiedad privada crea el crimen" o "sobre el pasto brillante algunos son asesinados y otros están de picnic". Holzer, que cubrió con esos textos la baranda circular de la rampa del Guggenheim de Nueva York, acaba de hacer pie en la Fundación Proa con una selección de esos escritos.

    En la sala de lectura, en el primer piso, están sus Ensayos inflamatorios, una serie de pósters inspirados en Mao Zedong o en elManifiesto Comunista que empezaron a aparecer por la calle a comienzos de los 80. El resto son instalaciones que reiteran el encuentro que urde la artista entre tecnología mediática y filosofía, comentario de tono confesional y reflexión sobre el destino del mundo que habitamos.


    Ocultar nota
  • Título: Problemas de cartel.
    Autor: Dolores Graña
    Fecha: 07/05/2000
    Ver nota completa
    Ver nota original (Suplemento Radar Diario Pagina 12)

    Comenzó pegando afiches callejeros en Nueva York, pero durante los últimos veinte años se ha venido apropiando de los recursos publicitarios para transmitir sus frases impersonales y sus textos inspirados en la filosofía política a través de carteles electrónicos ubicados en la vía pública, spots televisivos, remeras, tallados en piedra y, últimamente, una página en Internet. Desde la semana pasada, una muestra que recorre buena parte de su carrera puede visitarse en Proa, luego de que las proyecciones inesperadas de sus textos en el Planetario y la Facultad de Derecho capturaran la atención de los transeúntes..

    Martes, nueve de la noche en la 9 de Julio. El misterioso cartel que informa del estado del tránsito y el tiempo de pronto despliega una frase aparentemente incomprensible: "Usted es el otro de los demás". No muy lejos de allí, en la Facultad de Derecho, Jenny Holzer proyecta desde una combi y para los sorprendidos transeúntes, una selección de sus textos sobre la fachada del edificio. No fue un efecto programado, pero sí fue algo revelador: hasta qué punto la voz anónima e impersonal que adaptó Jenny Holzer para sus obras es actualmente algo que parece funcionar sin necesitarla. "No elegí los carteles electrónicos por ser nuevos, ni siquiera en el comienzo. Hace diez años eran relativamente novedosos, pero sólo eran producto del desarrollo de una tecnología que ya tenía cuarenta años: esa que se usaba para pasar noticias en un cartel gigante ubicado en el Times Square neoyorquino. Decidí usarlos porque creo que son el medio perfecto para transportar el tipo de información que quiero transmitir", dice Holzer, instalada en Buenos Aires para la apertura de una muestra que recorre gran parte de su obra.

    En sus comienzos, a fines de la década del 70, la artista norteamericana creó Truisms, afiches callejeros compuestos de oraciones de una línea, verdades o koan-zen modernos que borraban toda marca de identificación del autor ("de manera que fueran puro contenido, lo que sea que eso quiera decir", comenta Holzer). A esa serie, le siguieron los Inflamatory Essays (también afiches de textos de exactamente cien palabras distribuidos en exactamente veinte líneas basados en célebres autores de filosofía política), Living (con una temática menos urgente y dedicada a la vida cotidiana) y Survival (la primera serie creada específicamente para carteles electrónicos). En todos ellos la artista norteamericana indagaba en la creencia en verdades universales a través del uso de técnicas publicitarias como los afiches callejeros y los carteles luminosos, interviniendo en los espacios públicos para resignificar sus mensajes, cuya fuerte impronta política (de concientización, de necesaria toma de postura, o de simple provocación contradictoria) hacía imposible permanecer indiferente mientras se estuviera expuesto a ellos. Los truisms se trasladaron con el tiempo a remeras, lápices, libros, tallados en piedra, spots televisivos y ahora pueden visitarse en Internet (www.adaweb.com/cgi-bin/jfsjr/truism) para ser modificados por el público, que también puede sumar sus propios aportes, que son ordenados alfabéticamente y agregados a una lista que ya suma más de diez mil frases de aparición aleatoria.
    La selección de obras que Jenny Holzer traería para su primera muestra en el país debía incluir inevitablemente piezas que explicaran de manera cabal sus 25 años de carrera, dejando de lado sus preferencias personales (una decisión a veces ignorada a la hora de las retrospectivas). Explica Holzer: "Cuando llego a un país por primera vez, trato de armar una especie de exploración de mi trabajo, no tanto una retrospectiva, para que haya cosas viejas y cosas relativamente nuevas, así la gente puede descubrir las diferencias de temas, formatos y técnicas que he tratado de abarcar a lo largo de mi carrera. En realidad, creo que adivino y cruzo los dedos". Y Jenny Holzer (la muestra, no la artista) es una afortunada y acertada recorrida por su carrera. En el primer piso, los Inflammatory Essays, Selections (nueve carteles electrónicos LED horizontales en castellano, inglés, francés e italiano con textos de Truisms, Living, Survival, Under a Rock y Laments, las últimas reflexiones de víctimas involuntarias de todo tipo de violencia). También puede contemplarse Mother and Child (por la que ganó el León de Oro de la Bienal de Venecia en 1990), una instalación de doce LEDs verticales con textos que reflexionan sobre la maternidad ("Salgo a caminar y espero que nadie tome a mi bebé gordo como un insulto").

    En la planta baja, un letrero electrónico que recorre todo el salón, de treinta metros de largo, lleva textos de los más recientes escritosinstalaciones de Holzer: Lustmord (1993, textos presentados en una revistaalemana en colaboración con Tibor Kalman, escritos sobre cuerpos humanos y con sangre en la tapa), Erlauf (1994/5), Arno (1996) y Blue (1998). En el centro, yace la obra Lustmord (una palabra alemana que significa, aproximadamente, "asesino-lujuria"), compuesta por una serie de huesos y dientes humanos ordenados por tamaño, con brazaletes de metal. Dice Holzer: "Empecé a trabajar en Lustmord cuando mis padres estaban muriendo y creo que me sirvió para pensar la muerte con las manos. La instalación fue originalmente una respuesta a la guerra en la ex Yugoslavia, a las violaciones y la tortura a mujeres. Pero cuando llegaron aquí, me di cuenta de que podían representar también el estado de terror y represión que lamentablemente es parte de la historia de este país. Las piezas están pensadas para ser levantadas, pero hasta ahora nadie quiso tocar los huesos. Es algo habitual en todos los lugares en los que presenté esta muestra. Los únicos que los levantan son los viejos, como si quisieran entender algo, como si necesitaran saber".
    La contaminación visual que afecta a las ciudades modernas parece ser un escollo complejo para el arte público de Holzer, que logró apropiarse de técnicas y recursos publicitarios sólo para comprobar que la publicidad terminó aniquilando la capacidad de sorpresa (y atención) del público. La ubicación de los carteles electrónicos en espacios privados (como galerías o museos), también representa necesariamente un cambio en la recepción y el planteo de sus textos. Holzer, en sus últimos trabajos, fue abandonando progresivamente sus experiencias con las "verdades" universales para acercarse a textos más urgentes sobre las encarnaciones más extremas del sufrimiento humano (la guerra, la violencia, la muerte), tratando de ubicarse dentro de ellas para encontrar una forma de comprenderlas y exponerlas. Pero, para esto, es necesario conseguir que la gente preste atención a carteles que ve todos los días en el colectivo, el subte y cualquier negocio. Explica Holzer: "Los LEDs son actualmente la forma habitual en la que se transmite la información bursátil y publicitaria, es cierto. Pero creo que eso no hace más que aumentar el contraste de los contenidos que intento introducir en la discusión pública. Actualmente, lo que puede llamar la atención de la gente, tanto en la calle como en una galería o museo, es la fuerza de los textos. Para mí, lo importante es descubrir qué es lo que hace que la gente pare y mire fijo algo, porque eso es cada vez más difícil. Por eso estoy experimentando más que nada con el Xenon".

    El sistema Xenon (un sistema que comenzó a utilizar para proyectar los textos de Arno sobre el río florentino) con el que se realizaron varias proyecciones inesperadas durante la semana pasada (el del fin de semana en el Planetario, el martes en la Facultad de Derecho y el miércoles en la inauguración de la muestra) parece ser el camino elegido por la artista para continuar consiguiendo ese chispazo de reconocimiento, de introspección y de diálogo con el público que está en el centro de todas sus obras. Para ello, Holzer prepara y elige con mucha anticipación los sitios en los que proyectar sus textos. "El año pasado vine a Buenos Aires para conocer diferentes espacios de arte, donde tenía sentido instalar las obras 'normales', y dar vueltas por la ciudad para descubrir edificios y estructuras que podían servir para proyectar los textos. Los criterios que tengo para elegir los lugares son varios. El primero es siempre: ¿podemos conseguir el permiso para usarlo? El segundo es cómo funciona físicamente esa pantalla para los textos, si es lo suficientemente clara, o lisa. Y el último es qué función cumple el edificio, cuánto le agrega a las proyecciones, cómo las contradice, las mejora o las equilibra. La Facultad de Derecho me parecía apropiada, porque el estado de derecho es generalmente algo deseable, aunque puede abusarse de la ley, y funcionaba bien con la noción de 'arte público', ya que pertenece o debería pertenecer al pueblo. El caso del Planetario fue distinto, porque es un edificio muy extraño, casi delirante, como un OVNI amarrado al piso. Primero probamos proyectar en el frente, pero no funcionaba demasiado, asíque lo trasladamos al lago y entonces la gente empezó a bajar de los autos. En ese momento supe que habíamos acertado."

    Cuando la muestra termine en Buenos Aires, Holzer volverá a la Bic y las hojas rayadas que hace treinta años la acompañan para terminar una muestra que debería haber estado lista en el '98. "Me estoy esforzando por escribir sobre lo que me produce mirar el cuerpo de mi hija. No es realmente sobre ella o sobre mí, en el sentido que mis obras no son ni siquiera parcialmente autobiográficas. Es cierto ese lugar común que dice que siempre es más fácil escribir como si se fuera otro. Pero sigue siendo complicado: el proyecto es para la Galería Nacional de Berlín y es un gran desafío tratar de lograr algo por lo menos la mitad de bueno que ese edificio increíble."



    Ocultar nota
  • Título: Jenny Holzer.
    Autor: Martín Casariego.
    Fecha: 07/05/2000
    Ver nota completa
    Ver nota original (Elsitio.com)

    Esta exposición organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad, Centro Cultural Banco do Brasil y la Fundación Proa tiene el objetivo de presentar las instalaciones de la artista Jenny Holzer fechados entre 1977 y 1999, incluyendo "Truisms", "Mother and Child", "Lustmord", "Living", entre otras. El soporte de estas obras son 28 letreros electrónicos "LED".

    A lo largo de su carrera, Jenny Holzer ha intrigado al público al emplazar sus provocativos mensajes en contextos inesperados, incluyendo posters, placas de bronce, bancos de plaza, letreros electrónicos, spots televisivos y sitios web. Su lúcida manipulación de los medios de comunicación de la cultura de masas, utilizando un lenguaje directo y enfático, es afín a la era de slogans publicitarios, titulares y bytes.

    A pesar de la naturaleza pública de gran parte de su obra, Holzer también ha realizado piezas de un carácter íntimo para ser exhibidas en galerias y museos. Su impactante instalación en la Bienal de Venezia (1990) le mereció el primer premio y el reconocimiento de la crítica internacional, demostrando que el arte de Jenny Holzer es apto para diferentes ámbitos, ya sean espacios urbanos al alcance de las masas, o en los tradicionales espacios de arte con su público específico.



    Ocultar nota
  • Título: El arte revisa la ideología: Jenny Holzer en Proa.
    Autor: Daniel Gigena
    Fecha: 07/05/2000
    Ver nota completa
    Ver nota original (Tutopia.com)

    Jenny Holzer es el nombre de la exposición que la Fundación Proa presenta muy puntualmente en las vastas instalaciones de la Boca. Jenny Holzer, la primera artista norteamericana que obtuvo el León de Oro en la Bienal de Venecia de 1990, viajó a Buenos Aires para inaugurar la muestra (una selección de 25 años de trabajo) y elegir espacios públicos para proyectar sus obras. Las experiencias de Holzer comenzaron en los agitados años 70. Con el restablecimiento del lenguaje en la actividad de las artes visuales, la invasión del espacio callejero, el uso despiadado de la subjetividad y el cambio de función de diversos objetos - remeras, posters, letreros electrónicos, carteles publicitarios -, la artista modificó los a veces un poco evasivos (contemplativos) hábitos estéticos. Becada por el programa Whitney, Holzer efectuó un plan de lecturas que incluía textos de Lenin, Rosa Luxemburgo, Mao, Marx y Engels, Emma Goldman. Desde 1977 compuso un cuaderno con frases, sentencias de carácter impersonal, breves aforismos (algunos de los Truisms impresos en remeras y afiches), formulaciones incontestables.

    Junto con el evidente carácter político de los axiomas - "Nuestra época es intolerable. Tengan coraje: lo peor es un presagio de lo mejor", "Reprimir los impulsos sexuales es muy pernicioso", "No te darán de comer si te consideran inútil", "El abuso de poder ya no sorprende" (muy acertada para Argentina), "La gente me quiere porque pago con dinero cada cosa que obtengo" - y la utilización de técnicas hasta el momento reservadas a la actividad bursátil y publicitaria (desde 1982 exhibe los mensajes en carteles y letreros electrónicos), Holzer altera los soportes, circuitos y contenidos tradicionales de la tarea estética. Survival, Under a Rock y Laments (realizado durante la epidemia del SIDA) señala un giro subjetivo en la producción de la artista. Entre los escritos político ideológicos se exhiben nuevos temas desagradables: la muerte innecesaria, el sufrimiento, la irritación, la violencia sexual, el carácter contradictorio de la vida actual. A partir de entonces dispone de objetos - sarcófagos, bancos de mármol, baldosas/lápidas - y materiales diversos para acompañar las leyendas de los carteles electrónicos LED.

    Mother and Child - una reflexión conmovedora y furiosa sobre la maternidad, el miedo y la muerte - integró el pabellón norteamericano de la Bienal de Venecia de 1990: la instalación de los 12 letreros verticales (que puede verse en Proa junto con los Inflamatory Essays) obtuvo el León de Oro. Una recopilación de obras de los años 90 - Lustmord (los textos aparecieron grabados con sangre en el cuerpo de distintas personas), Erlauf, Arno y Blue - se proyecta de manera continua, incesante. Las frases brutales o melancólicas o heladas - Holzer "imita" cabalmente la lengua impersonal y efectista del capitalismo - rodean una instalación efectuada con huesos humanos, que pueden ser levantados por los asistentes, dispuestos prolijamente sobre mesas de madera.
    Distribuida en los dos niveles de la Fundación Proa, en Pedro de Mendoza 1929, la muestra Jenny Holzer llegó a Buenos Aires en medio de una incomprensible temporada de liviandad estética, con exposiciones incoherentes, cursis y anacrónicas (como la de De Chirico en el C. C. ;Borges). Con la de Pablo Suárez en el C. C. San Martín y la de León Ferrari en el ICI integra un excepcional triángulo de resistencia. Participaron de la organización la Secretaría de Cultura de la ciudad, el Centro Cultural Recoleta y el del Banco do Brasil. Puede visitarse de martes a domingo en el horario de 11 a 19 horas, hasta fines de junio. La entrada general cuesta $ 3 (estudiantes, 2 y jubilados 1) y conviene contar al menos con una hora de tiempo para recorrer el montaje de obras. En el barrio de La Boca, Pedro de Mendoza 1929.



    Ocultar nota