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1) La sede principal en La Boca: si bien arteba ya incursionó en el barrio del sur de la Ciudad en su formato arteba Focus, esta es la primera edición en la que su sede principal también va a ser en el barrio meca de galerías y museos. Los pabellones de las galerías y proyectos artísticos se van a ubicar en Arenas Studios (Av. Don Pedro de Mendoza 965). Una usina centenaria, de estilo industrial, frente a una dársena, puerto y grandes buques. Un escenario espectacular y que grita Buenos Aires. El plano de la feria fue diseñado por el equipo del estudio Clusellas/Ades. Allí, las y los visitantes podrán recorrer las galerías establecidas en Arenas I y II, encontrarse con una generación de nuevas galerías a las cuales arteba acompaña en su crecimiento en Arenas III, y conocer -o reconocer -, los proyectos emergentes con producción nueva en Factor Studio. El ingreso a los pabellones va a requerir de la compra previa de una entrada con horario fijo y aforo establecido.
2) También en la calle: arteba nunca fue tan callejera, porque la programación artística va a extender sus actividades hacia el espacio público en el Paseo de las Artes Pedro de Mendoza, con diversas propuestas: la ya conocida Isla de Ediciones Fundación PROA, un ciclo de performances, música en vivo, el Programa de charlas Andreani, un programa de audiovisuales Zurich, un ciclo de DJ IRSA y una tienda de objetos de artistas. Larisa Andreani detalló: "Es la primera vez que la feria sale a la calle, revalorizando el espacio público como lugar de encuentro. Desarrollamos una programación artística muy variada y muchas actividades gratuitas al aire libre. Hacemos la feria porque queremos restaurar el deseo, el encuentro y el optimismo".
3) Música a pleno: nunca la feria incorporó tanta música como la hará en su inminente edición. Con un programa curado por Guadalupe Chirotarrab (curadora, música y arquitecto). El ciclo apunta a vincular el arte contemporáneo y la producción musical como territorio común de experimentación estética y corporal. Una selección de artistas musicales, tanto consagrados como emergentes, que va a navega por una multiplicidad de sonidos que transitan desde géneros asociados a la cultura dance y el pop, a la música experimental y el despliegue performático; todas perspectivas singulares asociadas al uso de tecnologías electrónicas, analógicas y digitales. La programación contará con shows en vivo que se presentarán en el escenario de la Plaza Usina (en la Usina del Arte) y DJ sets.
4) ¡Y también ciclo de Dj´ s! Así es, el ciclo DJ IRSA, quien también va a estar curado por Guadalupe Chirotarrab, quien va a ser la encargada de la selección del line up detrás de las bandejas.
5) Tienda de objetos (de artistas): ¿las tiendas de los museos no son un verdadero placer, esa joyita, a la que siempre quedamos imantados rodeados de diseño y buen gusto? Por eso, hay que aplaudir que la 30 edición de arteba viene también recargada con una tienda de objetos propia. Un espacio curado por Irana Douer (dibujante y gestora cultural, Buenos Aires) y Luciana Berneri (curadora y gestora cultural, Reconquista) que busca acercar al gran público la compra de objetos de autor.
Nacida con el objetivo de dar cuenta de las vinculaciones entre la práctica artística y editorial, Isla de Ediciones Fundación PROA presenta su octava edición en arteba 2021. Con la selección y coordinación de Clara Esborraz (artista visual, Rafaela), este año va a contar con un espacio de librería especializada en arte contemporáneo, cuatro proyectos editoriales invitados, una sección de publicaciones independientes, un espacio colectivo de revista nacionales e internacionales, una sección de redacción en vivo y un auditorio con una programación de charlas presentaciones de libros. La propuesta curatorial tiene como eje central la exploración del formato libro como medio para la exhibición y circulación de proyectos artísticos. En este sentido, le interesa la militancia editorial, la fe y su potente apuesta en las imágenes -su edición y reproducción- como herramientas para cambiar el mundo. En este aniversario de la feria, la curaduría pone especial énfasis en mostrar proyectos realizados en diferentes territorios argentinos, desde una perspectiva federal que permita conocer materiales y propuestas con poca visibilidad en Buenos Aires. Esta sección se realiza gracias al apoyo principal d Fundación Proa, Ternium y la colaboraciónde Federico Churba.
Y las charlas.
El programa es auspiciado por Andreani y curado por Marcela Sinclair (artista visual y docente, Buenos Aires). Este ciclo invita a artistas y otros agentes del campo de las Artes Visuales a poner en palabras sus posiciones sobre la actividad artística, eso que llamamos obras y la relación de ambas con el contexto más amplio de la sociedad. Una reflexión colectiva sobre problemas de larga data, a la luz de hoy. Participantes: Feda Baeza, Eduardo Basualdo, Emilia Casiva, Gabriel Chaile, Lino Divas, Alberto Goldenstein, Carlos Gradín, Alicia Herrero, Carlos Huffmann, Juan Laxagueborde, Valeria López Muñoz, Alejandra Mizrahi, Alejo Ponce de León, Marisa Rubio, Mariela Scafati, Mario Scorzelli.
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Info: las entradas están disponibles en www.arteba.org a partir del 25 de octubre / Para ingresar a la feria deberás presentar tu entrada digital / Capacidad limitada por aforo / RECORDÁ: Usar tapabocas en el predio de la feria. General: $600. Jubilados y estudiantes: $300 (presentando acreditación).
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Fotos: son todas gentileza Fundación arteba.
Fue un regreso triunfal. Después de la suspensión del año pasado a causa de la pandemia, la Noche de los Museos, la favorita del público porteño, volvió con todo. De la Boca y el Distrito de las Artes al corredor Norte, en Palermo y Recoleta, pasando por San Telmo, el bajo y el casco histórico, los más de cien espacios culturales adheridos al festejo organizado por el Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos Aires recibieron miles de visitantes. Solo en la primera hora, unas mil personas habían pasado por Malba y unas 800 por el Bellas Artes, que abrió a las 17, según cifras de los encargados de prensa de cada institución. A las 22, los organizadores estimaban un total de 500 mil asistentes a todos los museos participantes. La fiesta del arte continuaba hasta las dos de la madrugada.
Los que esperaban afuera del Bellas Artes se entretenían con las cámaras de los celulares: muchas fotos grupales y, también, selfies con el fondo de la fachada del edificio intervenida con el recurso del mapping que, a partir de las 21 y cada media hora, ofreció un collage de imágenes de obras de su acervo.
Barbijos en las filas al aire libre y alcohol en gel en las manos al ingresar a los museos fueron los protagonistas obligados de la jornada. El protocolo sanitario impuso, también, medidas de circulación de público en un solo sentido para evitar tumultos en el interior de las salas.
En una noche con cielo despejado y clima de verano, mucha gente optó por caminar de un museo a otro cercano, como se vio en la Boca y en el corredor de Avenida del Libertador: del Bellas Artes, donde muchos se sorprendieron con obras que nunca habían visto de Raquel Forner y Anne Marie Heinrich en la exhibición “El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950)”, al de Arte Decorativo, ubicado a pocas cuadras. Allí, además de recorrer la muestra “Fantasías plebeyas”, en el marco de Bienalsur, varios visitantes se instalaron en el jardín de estilo francés para disfrutar de un concierto lírico al aire libre.
En Malba, uno de los espacios artísticos que más público convoca en la noche de entrada gratuita (el ticket costará 500 pesos desde noviembre), la imagen era parecida a la de años anteriores a la pandemia: fila larguísima para ingresar desde varias horas antes de las 19, pero esta vez (casi) todos con barbijos. Un grupo de jóvenes comentó a LA NACION que estaban ansiosos por entrar porque era la primera vez que visitaban el museo de Eduardo Costantini. No sabían que la muestra principal está dedicada al artista uruguayo Rafael Barradas. Fueron atraídos, en realidad, porque querían ver de cerca las obras de Frida Kahlo que integran la colección permanente y se exhiben en el marco de “Latinoamérica al sur del Sur”.
Una acción de marketing de Netflix sorprendió a los visitantes. Dos actores vestidos con camperas verdes con la inscripción FBI preguntaban a la gente, en inglés, si habían visto al ladrón de arte más importante del mundo. Entregaban un folleto con la cara de un hombre que decía “Buscado”. La acción siguió luego en las escaleras mecánicas del museo. Era la promoción de una nueva serie que estrenarán el mes próximo.
El Distrito de las Artes, en el sur de la ciudad, fue otro punto de gran convocatoria en la noche del sábado. Desde temprano en la tarde, los que paseaban por avenida Pedro de Mendoza hacia la feria de Caminito se mezclaban con hinchas de Boca que lucían con orgullo sus camisetas a la espera del inicio del partido en la Bombonera. En la ribera del Riachuelo, los adoquines pintados de colores de la Vuelta de Rocha marcaban el Camino de Quinquela con afiches colgados con reproducciones de obras, fotografías históricas y artículos sobre el legado del artista de la Boca. Una actividad con barquitos de papel invitaba a los chicos a pintar con colores inspirados en las obras de Quinquela.
Fundación Proa y Fundación Andreani también congregaron bastante público, al igual que el museo dedicado a la vida y obra de Benito Quinquela Martín. En Proa, con fila de media cuadra en el inicio de la jornada de entrada gratuita, entregaban a los chicos unas bolsitas de regalo con un kit didáctico: un librito con consignas creativas para interactuar con la muestra “La Suite”, materiales para pintar y stickers. “Cosas raras, muy modernas”, decía un señor de bermudas y gorro mientras le sacaba una foto a un nene de unos 7 años delante de una instalación con tachos de basura negros de donde sale algo parecido a espuma blanca.
El boom de la zona sur lo marcó Colón Fábrica, con cientos de visitantes de todas las edades que esperaron con paciencia para ver por primera vez la trastienda dónde se realizan los decorados y el vestuario de Ópera y Ballet del Teatro Colón. A eso de las 20, la fila llegaba hasta Proa, ubicado a tres cuadras. En San Telmo, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires congregó jóvenes tanto en las salas de exhibiciones como en el patio, donde hubo una feria de artistas de Hecho en Buenos Aires y de libros. Las obras de la muestra “Todo es ficción”, de Washington Cucurto, colgadas sobre las paredes coloradas de los pasillos del Moderno, fueron el escenario de fondo elegido por muchos asistentes para sacar fotos para las redes.
La novedad del Moderno en esta edición fue el uso artístico de la vereda. Una enorme pantalla proyectaba imágenes digitales con música electrónica de fondo frente a una platea de cine con dos filas de butacas. Había también mesas del bar en la calle y carritos de food truck en el patio.
El CCK había abierto las puertas temprano, a las 14, por lo que el ingreso de público fue constante y fluido. El frente estaba iluminado con los colores de la bandera argentina. Fue una noche de arte y encuentro, con mucha gente en movimiento bajo las estrellas.
El frente del CCK iluminado con los colores de la banderaGerardo Viercovich - LA NACION
l público se volcó a más de cien espacios en la ciudad, el Bellas Artes y el Malba entre los preferidos. El Distrito de las Artes, en el sur de la ciudad, fue otro punto de gran convocatoria.
Barbijos en las filas al aire libre y alcohol en gel en las manos al ingresar a los museos fueron los protagonistas obligados de la jornada. El protocolo sanitario impuso, también, medidas de circulación de público en un solo sentido para evitar tumultos en el interior de las salas.
1- El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina, en el Bellas Artes
El Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473), que siempre convoca multitudes durante la Noche de los Museos, exhibe la colección permanente y las exposiciones temporarias “El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950)” y “Kimsooja. Nómada”. La primera está dedicada a las artistas que esperaron décadas para que sus obras salieran de la oscuridad de los depósitos y fueran exhibidas al público. Son ochenta piezas de 44 mujeres como Raquel Forner, Anne Marie Heinrich, Gertrudis Chale, María Obligado, Julia Wernicke y Mariette Lydis. Para los que estén en la fila en la vereda, a partir de las 20, y cada media hora, se proyectará sobre la fachada el mapping “Postales urbanas”, un espectáculo multimedia realizado a partir de una selección de obras maestras del acervo, que podrá verse desde Plaza Francia. El museo abrirá las puertas a las 17, dos horas antes que la mayoría.
El Bellas Artes abrirá sus puertas a las 17Hernán Zenteno - LA NACION
2- Rafael Barradas, en Malba
Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415) celebra sus veinte años con una gran muestra dedica al artista uruguayo Rafael Barradas (Montevideo, 1890-1929), un pionero de la vanguardia internacional que brilló en el Río de la Plata e inauguró su propio movimiento en el arte moderno. “Hombre flecha” reúne más de 130 obras distribuidas en cuatro núcleos, entre óleos, acuarelas y obras sobre papel, provenientes de la Colección del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV), junto a una selección de importantes préstamos de colecciones privadas y públicas de Montevideo y de Buenos Aires, como las del Museo Nacional de Bellas Artes y del propio anfitrión, Eduardo Costantini.
3- La Suite, en Proa
Los que vayan a la Boca, aunque hay partido en la Bombonera a las 20, no tendrían que perderse la muestra La Suite en Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929). Reúne más de 40 obras de artistas internacionales que forman parte de las colecciones FRAC (Regionales de Arte Contemporáneo de Francia), con curaduría de Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino. A dos cuadras, por primera vez, se abre Colón Fábrica, el depósito de escenografía, utilería y vestuario del teatro que solamente por este fin de semana tendrá entrada gratuita.
4 –El renovado Museo de la Ciudad
La Noche de los Museos es también una buena oportunidad para visitar museos menos concurridos o que presentan novedades. Es el caso del renovado Buenos Aires Museo (Defensa 187), que ahora tiene un enfoque tecnológico y participativo para que los visitantes puedan conocer la historia, identidad y actualidad de la ciudad. Atención: en la esquina de Alsina y Defensa, personajes emblemáticos de la cultura porteña invitarán al público a fotografiarse en sets de distintas épocas, a disfrutar de sets de DJ desde los balcones del museo y recorridos guiados por performers.
5- Los grandes éxitos del Histórico Nacional
En el parque Lezama, sobre la calle Defensa al 1600, el Museo Histórico Nacional ofrece un recorrido guiado por los objetos y las piezas más importantes de su colección que no siempre fueron exhibidos. La muestra “Grandes éxitos” está estructurada por temas y categorías e incluye piezas que cambiaron la historia, como el sable corvo de San Martín, otras vinculadas con los sectores populares o con la muerte y también símbolos patrios, imágenes, instrumentos y juegos.
6- Experiencia Usina
La Usina del Arte preparó una programación muy amplia para la Noche de los Museos, ideal para disfrutar en familia. El hall central será el punto de encuentro para las visitas “Street art boquense” y el recorrido “Experiencia Usina: visitas guiadas por el edificio”. Para los bebés de entre meses y 3 años, la Sala iUpiiiii ofrece espacios didácticos diseñados especialmente para activar los sentidos. Las propuestas para los que tienen entre 4 y 12 años incluyen el espacio de lectura al paso de Libroteca, actividades literarias y el taller El atelier de los chicos, entre otras.
La Noche de los Museos, esa fiesta masiva que el año pasado había quedado en suspenso por la crisis de coronavirus, regresará el sábado próximo y recuperará las calles porteñas con la apertura, de 19 a 2, de museos e instituciones de arte que convocan a participar de charlas, talleres, shows de música, proyecciones y visitas guiadas totalmente gratuitas.
En esta edición muchos museos saldrán a la calle con propuestas menos contemplativas y más participativas, intervenciones sorpresa y un recorrido que conectará a los artistas con el público y con cada espacio, recuperando el rol esencial de esas instituciones en la ampliación del espacio público y en la construcción de los lazos sociales.
“Lo cultural y lo museístico se unen esta vez con la alegría del reencuentro y del renacer para volver a ocupar los espacios públicos. Nuestros museos nacionales entonces serán epicentros de estos hermosos reencuentros”, dijo Valeria González, secretaria de Patrimonio del Ministerio de Cultura de la Nación, uno de los organizadores del evento. La otra es el Ministerio de Cultura porteño, pionero en la realización del evento que tiene su antecedente en Europa.
Además, se dispondrán más de 2.300 bicicletas en las estaciones de la Ecobici para hacer los recorridos pedaleando y varias autopistas levantarán sus barreras de 18 a 3 para quienes tengan TelePASE: la autopista Illia en los peajes de Retiro e ingresos Salguero y Sarmiento; la 25 de Mayo en los peajes de Alberti y Parque Avellaneda; y la Perito Moreno en el peaje Parque Avellaneda.
El sur de la ciudad concentrará buena parte de la programación. En la feria de Caminito, en el barrio porteño de La Boca, habrá talleres de foto, xilografía y fileteado; los adoquines de la Vuelta de Rocha marcarán el Camino de Quinquela en la ribera del Riachuelo; y Colón Fábrica abrirá sus puertas para recorrer la instalación de decorado y vestuario de ópera y ballet del Colón.
A unos pasos, Fundación PROA repartirá kit didácticos y hará visitas guiadas por la exposición La suite; el Museo Benito Quinquela Martín expondrá al aire libre arte argentino y mascarones de proa; y Fundación Andreani expondrá cuatro muestras, entre ellas, Generación Supernova, protagonizada por adultos mayores en tiempos de pandemia.
Y en la plaza de la Usina del Arte habrá instalaciones, Ignacio De Lucca inaugurará Retratos de cuarentena; el hall central será el punto de encuentro para las visitas al Street art boquense; y para los más chicos estará abierta la Sala iUpi!.
Ya en Barracas, al 33 de calle Lanín, en un espacio de arte a cielo abierto, proyectarán videos, habrá música y un taller de mosaiquismo para niños y adultos. Y llegando a San Telmo, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en avenida San Juan 35,) exhibirá Todo es ficción, de Washington Cucurto.
Dentro del casco histórico, esa noche los visitantes podrán presenciar el cambio de guardia del Regimiento de Granaderos a Caballo, que custodia el sable de San Martín, en el Museo Histórico Nacional, ubicado en Defensa 1600, a las 20, 21:45, 24 y 1:30. Mientras que a pocas cuadras de ahí, a las 19:30 y a las 21:30, en Chile 832, el Museo Nacional de la Historia del Traje ofrecerá teatro de sombras: Cao Chong pesó un elefante.
En el Complejo Histórico Cultural Manzana de las Luces (Perú 222), a las 20:30 cantará Marikena Monti, y a las 21:30 pasarán videos de la afroamericana Luanda para cerrar bailando, a las 23, con el DJ Dr. Trincado. En tanto que a pocos metros, sobre Bolívar 65, el Museo Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo pondrá luz en el trabajo de los arqueólogos y la excavación que todavía está en curso en el Patio Sur.
Llegando al centro de la ciudad, el Museo Casa de Ricardo Rojas (Charcas 2837) organizó una competencia de runway y música para bailar en la vereda, a las 21:30 la primera y desde las 23, la otra. Al tiempo que la Casa Nacional del Bicentenario, sobre Riobamba 985, donde además funcionan el Centro de Arte Sonoro (CASO), el Palais de Glace y el Museo Nacional del Grabado, será sede del 12° Festival de Cine Migrante.
El el 3º piso, desde las 19.30 proyectarán cortometrajes de Kuwait, Canadá, Corea del Sur y otros. como: The craft, de la senegalesa Monira Al Qadiri o The kan comes to town, de la estadounidense Deanna Bowen. A las 21, en el patio, se presentará Bárbara Togander remixando Archivo país, una de las únicas muestras sonoras que tendrá la noche. La otra es la de PROA. Muy distintas y complementarias las dos.
Hacia el norte, en el 1473 de la avenida del Libertador, desde las 21 y cada media hora, el Museo Nacional de Bellas Artes, presentará Postales urbanas, un mapping hecho con obras maestras de su acervo que proyectarán sobre la fachada del edificio, que promete un interesante y contemplativo descanso a la altura de la plaza Francia.
El pulso se aquietará en el Museo Evita (Lafinur 2988) donde cada una hora, desde las 21, en el hall del primer piso. Proyectarán partes de películas y archivos audiovisuales que tuvieron a Eva Duarte como protagonista; acompañado por la muestra Amar es luchar, que explora todo aquello a lo que Eva no renunció e interpela al público con el hashtag #AQueNoRenuncias; y una exhibición de objetos donados de manera espontánea por el público, en la que se encontrarán hasta juguetes repartidos por la histórica Fundación Eva Perón.
Objetos poderosos es justamente el título de otra muestra, esta vez del Museo Nacional del Hombre, ya en el barrio de Belgrano, sobre la calle 3 de Febrero 1320, que recupera instrumentos de fuerte poder simbólico que permiten un desplazamiento entre lo sagrado y lo profano.
Las propuestas son numerosas y heterogéneas –se encontrarán desde obras de teatro de Pacho O’Donnell pasando por muestras hechas por la Bienalsur, hasta el recital de cierre de Antonio Birabent en el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Todo lo encontrarán, desde mañana, en este enlace.
La Masonería Argentina también abrirá sus puertas como nunca antes. En esta edición de la Noche de los Museos, la Gran Logia de Argentina expondrá documentos, obras de arte e instrumentos de trabajo masónico nunca antes exhibidos en público.
También por primera vez, será posible recorrer la casi integralidad de sus instalaciones, con historias y documentos sobre San Martín, Sarmiento y muchos masones del pasado y del presente, y se expondrá parte del trabajo que la Masonería Argentina realiza en la actualidad y su intervención en nuestra sociedad.
Estarán presentes las máximas autoridades, encabezadas por su Gran Maestre, que conversarán con el público visitante. Hay previsto un corte de calle para eventos artísticos y stands de interés cultural, científico, filantrópico y masónico. Una oportunidad única de conocer a fondo una institución con mucha historia en nuestro país y de la que tan poco se sabe. Sábado 30 de octubre, de 19 a 02:00 en Perón 1242 - CABA.
Fuente: Télam.
Es el más visitado de la Argentina y es muy bello. Desde 1932, se aloja en los que fueran estaciones de bombeo y depósitos de agua, en Avenida del Libertador 1473. Hay más de 12.000 obras, entre pinturas, grabados, dibujos, esculturas, tapices y otros objetos
La colección permanente cuenta con obras de artistas argentinos como Berni, Pettoruti y Quinquela Martín e internacionales como Picasso, Goya, Monet, Manet, Renoir, Van Gogh , Rubens, Cézanne, El Greco y Rodin, Actualmente exhibe la muestra “Nómada” de la artista coreana Kimssoja, que se presenta por primera vez en Buenos Aires.
Abre de martes a domingo de 13.00 a 19.00 con inscripción previa en la web. La entrada es libre y gratuita.
Museo Histórico NacionalEstá ubicado en Defensa 1600, San Telmo, en el lugar donde Pedro de Mendoza habría fundado Buenos Aires. A través de objetos, piezas de arte y documentos históricos, invita a pensar y debatir la historia del país. Se exhiben, entre otras joyas históricas, el sable corvo de San Martín y la bandera que en 1812 acompañó a Manuel Belgrano en las batallas del Alto Perú
Abre de jueves a domingos de 11.00 a 19.00. La entrada es libre y gratuita.
Museo del AguaSeguro que pasaste alguna vez por el majestuoso edificio en la manzana de calle Córdoba y Ayacucho llamado Palacio de las Aguas Corrientes.
Ante el avance impiadoso de las epidemias a fines del siglo XIX, las autoridades decidieron construir una red de agua corriente de avanzada. El edificio del depósito, fastuoso y declarado en 1989 Monumento Histórico Nacional, está revestido con 300 mil mayólicas inglesas. En su interior, hay una estructura de hierro fabricada en Bélgica que llegó a albergar millones de litros de agua.
Además de la arquitectura del lugar, que enmudece hasta al más viajado, hay una colección de sanitarios, exposiciones de arte y muchas historias de fantasmas.
Abre de lunes a viernes de 10.00 a 17.00 horas. La entrada es gratuita previa inscripción en museo_del_agua@aysa.com.ar
Xul SolarPintor, astrólogo, inventor, músico, lingüista… ¿Qué no fue Alejandro Schulz Solari? Íntimo de Jorge Luis Borges, hombre de amplia cosmovisión, su obra invita a pensar en otros mundos y otros lenguajes. Todos esos lenguajes se fusionan en Laprida 1212, Recoleta, donde se encuentra el museo inaugurado en 1993 con las obras seleccionadas por el propio artista, su esposa y su marchant. Allí también está la biblioteca que conserva más de 3000 volúmenes.
Abre de martes a viernes de 12:00 a 20:00. Sábados de 12:00 a 19:00. Entrada general: $ 350. Docentes, estudiantes, jubilados y menores con acreditación: $ 150
El ModernoEl fabuloso Museo de Arte Moderno de Buenos Aires –inaugurado en 2012- nada tiene que envidiar a sus pares del mundo. Se encuentra en avenida San Juan 328, de San Telmo, en el llamado Distrito de las Artes. El edificio original fue construido para la tabacalera Nobleza Piccardo. Las muestras son de primer nivel; hay más de cinco en este momento. La cafetería es preciosa.
Abre los lunes, miércoles, jueves y viernes de 11:00 a 19:00. Sábados, domingos y feriados de 11:00 a 20:00. Entrada general: $50 Los miércoles, gratuita. Se recomienda reservar turno en la web del museo antes de la visita.
Museo del HolocaustoUno de los mejores museos de la Shoa que he conocido. Es un espacio vivencial que integra la historia del Holocausto y sus repercusiones en la Argentina. Funciona en Viamonte 919, en lo que fuera una de las usinas “palacio” de la antigua compañía Ítalo Argentina.
El recorrido, que da cuenta del proceso de exterminio de seis millones de judíos a manos de los nazis, es absolutamente interactivo. Descargando una app en el teléfono se realiza la visita auto guiada. Cuenta con tecnología de avanzada que permite una interacción que parece real con una sobreviviente del Holocausto. Una visita tan dolorosa como necesaria.
La entrada es gratuita con inscripción previa en la web del museo. Realizan visitas virtuales 360 grados.
Centro Ana Frank ArgentinaSituado en Superí 2647, Coghlan, es un espacio destinado a los derechos humanos. Es la única institución en la región que posee un museo y sala de teatro que buscan preservar la memoria de Ana Frank, una niña judía que junto a su familia buscó refugio de la persecución nazi en Holanda y fue finalmente deportada a los campos de concentración. El único sobreviviente fue Otto, el papá de Anna, quien encontró el diario de su hija y decidió darlo a conocer al mundo.
La casa en la que funciona el centro fue donada para esta misión y en ella hay muestras permanentes e itinerantes. Los guías son voluntarios de 15 a 25 años.
Abre los jueves, viernes y sábados. Es necesario reservar con anticipación a través de la web o a visitas.centroanafrank@gmail.com
Entrada general: $190 Estudiantes, docentes y jubilados: $160 Menores de 10 años sin cargo
Palacio NoelEl Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco está alojado en el Palacio Noel, una bella casona en Suipacha 1422, Retiro.
La casa perteneció a los Noel, fundadores de la primera fábrica de dulces de Argentina. Martín, uno de los hijos, estudió arquitectura y fue reconocido por un nuevo estilo (el Neoprehispánico) nacido de la combinación del art decó y el estilo neo colonial con elementos precolombinos.
El Museo combina piezas donadas por Martín Noel y la Colección de Isaac Fernández Blanco: platería, imaginería, pinturas, cerámica, de los siglos XVI al XIX. El lugar es mágico y el patio enamora.
Abre lunes, miércoles, jueves y viernes de 12.00 a 19.00. Sábados, domingos y feriados de 11.00 a 20.00. Visitas guiadas los fines de semana a las 15.00 y a las 17.00. Entrada general $50
Fundación ProaEs un centro de arte privado dedicado a la difusión de grandes movimientos artísticos y al intercambio educativo que cuenta con el apoyo de Techint. Se encuentra en la avenida Pedro de Mendoza 1929 y Caminito, La Boca.
El edificio es hermoso y sugiero terminar la visita con un cafecito en la terraza que tiene unas vistas impresionantes al Riachuelo. Hasta noviembre se exhibe La Suite, una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC – Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia.
Abre de jueves a domingo de 12.00 a 18.00. Se requiere reserva previa a través de la web. La entrada es gratuita.
Pasión BoquenseA pocas cuadras de allí, dentro de la Bombonera, está el Museo de la Pasión Boquense, primer espacio temático de fútbol en América Latina.
Hice un recorrido por el lugar, que despliega triunfos coperos y rememora en un recorrido interactivo la historia del club, culminando con la vista del estadio desde la tribuna. Muy solicitado por los extranjeros, es un paseo diferente para hacer en familia, aunque no se sea de Boca.
Abre de miércoles a domingos de 10.00 a 18.00 salvo los días de partido. Entrada general adultos $500. Socios y menores $300
Buenos Aires bajo tierraEl complejo de El Zanjón de Granados en San Telmo es una perla porteña. Bajo una casona de principios del siglo XIX, luego devenida en conventillo, está la historia de la ciudad con sus túneles misteriosos. El antiguo Zanjón de Granados era una depresión natural que escurría las aguas de lluvia de los altos de la ciudad hacia el río de la Plata. La compra de una casona de 1830 en la calle Defensa por parte del empresario Jorge Eckstein terminó revelando por azar el pasado del sistema colonial de desagües de la ciudad de Buenos Aires.
Un impresionante trabajo arqueológico reconstruye el patrimonio. El complejo -que también comprende la Casa Mínima- rescata aljibes, pozos ciegos y muros del siglo XIX. La aventura de excavación, reconstrucción y puesta en valor lleva más de dos décadas.
Hay visitas los miércoles, viernes y domingo. Entrada general $900. Jubilados $700. Menores de 10 años: Gratis
Cassa LeppageHay un hotel en Monserrat que combina arte e historia en una exquisita fusión. Se presentan los hallazgos arqueológicos de la Buenos Aires antigua, encontrados bajo su terreno. La historia se remonta al siglo XIX cuando comenzó a “diseñarse” Buenos Aires. La propiedad perteneció al marido de Felicitas Guerrero.
Los Guerrero construyeron una galería comercial –Pasaje Belgrano- con viviendas de alquiler en la planta alta. El edificio contaba con un pasaje interno sobre el que se disponían las vidrieras de los locales, que conectaba la calle Bolívar con la avenida Belgrano.
Se hacen visitas guiadas al museo y al pasaje de 10.00 a 18.00. El costo es de $500. Menores de 18 acompañados por un mayor, entran gratis.
Museo de InmigrantesEl Museo Nacional de la Inmigración está situado en el antiguo “Hotel de los Inmigrantes”, una institución fundada por el estado a comienzos del siglo XX para recibir y orientar a los inmigrantes que llegaban a la Argentina.
El edificio alberga al Museo de la Inmigración, creado en 1974, y al Centro de Arte Contemporáneo, inaugurado en 2012. Hay documentación histórica, material audiovisual y los libros de registro de todos los inmigrantes que llegaron al país.
Actualmente cuenta con siete salas expuestas al público, entre ellas las exposiciones de BIENALSUR. Durante la visita se puede consultar la base de datos de arribo de pasajeros para conocer los propios orígenes.
Abre de martes a domingos de 11.00 a 18.00. La entrada es gratuita y con cupos limitados. Se reserva es a través de la aplicación móvil Museum View MUNTREF o por correo electrónico a visitasmuntref@untref.edu.ar
(*) Valeria Schapira es escritora y creadora de #ViajoSola. Instagram y podcast.
“Amo a los no amados” dice Joel al principio de la película dedicada a él y a su hermano gemelo, el pintor Jerome Witkin. Y son las imágenes las que corroboran lo dicho con otra potencia, un lenguaje visual cargado de simbolismos y citas a la historia del arte. Una historia que marginó a ciertos cuerpos (los gordos, los enfermos, los desviados) y elevó a otros a la categoría de elegidos, celestiales.
Witkin, “el David Lynch de la fotografía”, como lo llama la prensa intentando clasificarlo, tiene una historia tan compleja como sus imágenes: la de su genealogía como artista, que se labró en espejo con la de su hermano. El documental de Trisha Ziff intenta captar ese big bang de ambos como hombres que consagraron sus vidas a la creación (el 13 de septiembre, día en que SOY accedió a una entrevista con la directora, ellos cumplían 82 años) y es a través del relato de distintas mujeres que los conocen que puede comprenderse algo de la complejidad de esta hermandad, a veces enfrentada, a veces actuando en una danza silenciosa que se conmueve frente a los mismos horrores (la decrepitud, la muerte, la violencia y la belleza cuando se activan al mismo tiempo).
Es la hermana de los gemelos la que narra la infancia: ellos hacían todo juntos, uno empezaba una frase y el otro la terminaba, los vestían igual… Allá por los cincuenta en Brooklyn, el padre se fue y los tres se criaron con su madre y su abuela en una familia de clase trabajadora. Estaban todo el día en la calle. Es muy impresionante ver cómo cada uno da su testimonio desmintiendo un poco al otro. Joel dice que la pierna de su abuela había hecho una gangrena y que del olor que emanaba está hecho un recuerdo demasiado vivo como para ignorarlo y Sara, su hermana, afirma que esa gangrena nunca ocurrió. Ella cree que Joel exagera y Joel está tan compenetrado en su relato que no le importa nada lo que se diga de él o su historia.
Pero algo de su entorno absorbió: fue su hermano gemelo Jerome el que empezó a dibujar y quiso estudiar arte. El estaba más perdido en la adolescencia hasta que decidió alistarse como fotógrafo del ejército, fue a la guerra de Vietnam en 1961 y ya volvió siendo otro. Estudió escultura en Cooper Union y obtuvo la maestría de Bellas Artes en la Universidad de Nuevo México. Jerome estudió en la Escuela de Pintura y Escultura de Showegan, en Berlín, es un pintor y profesor muy respetado pero con otra impronta que su gemelo: más clásico, más formal, más contenido en sus emociones. Vive en Siracuse con su esposa y hace décadas que lo representa la misma galería de Los Angeles.
El afiche de Witkin & Witkin
Las fotos de Joel, entre Mapplethorpe y Arbus
Las fotografías de Joel son puestas en escena complejas, con reminiscencias a Diane Arbus por los personajes elegidos (toda la galería de “monstruosidades” salidas del circo de la época) pero además una re elaboración de ciertas obras icónicas del arte occidental como Las meninas de Velázquez, en clave grotesca bajo la dirección de Joel. El trabajo de observación del cuerpo, vivo o muerto, le otorgó a Witkin la fama, con un nombre de la talla de Mapplethorpe y una cotización de altura (de hecho, su colector más fanática también da testimonio en la peli y confiesa que su hermana tapa las fotografías de Witkin cada vez que va a su casa porque la incomodan). Witkin es además famoso por trashear los negativos de sus obras y conseguir paletas, texturas y terminaciones únicas e irrepetibles.
Son célebres muchas de sus fotos (las dos cabezas de viejos besándose, la recreación de La balsa de la Medusa de Théodoro Géricault o el torso mutilado que descansa como una Venus de Milo pero mostrando las vísceras). Ese fanatismo por aquello que está corrido de la norma lo llevó a un trabajo minucioso con la actriz y performer mexicana Alejandra Bogue, más conocida como La Bogue, a quien fotografió a lo largo de 25 años. “Yo trabajaba como host de un lugar para artistas bohemios en 1990. Adolfo Pérez Butron me dijo que andaba un fotógrafo buscando una chica con mis características. Y yo pensé “pero que me paguen”. Yo pensaba que se pagaba millones de dólares un trabajo así, pero no: el hombre te pagaba con una foto. Entonces me dio 150 dólares. “Lamento mucho señor Witkin pero yo necesito llevar plata a mi casa” le dije. A él le dijeron “hay otras mas guapas” pero él dijo “no, quiero a ésta”, cuenta La Boche en “Tres veces Witkin", un docu breve que puede verse en YouTube, donde también hay imágenes de la muestra en el Museo de Cuatro Caminos, en el DF mexicano, donde converge la narración de la película de Trisha Ziff.
Trisha Ziff y su obsesión por los Witkin
"Yo era amiga de Joel, lo fui durante años. No sabía que tenía un hermano gemelo, él no lo nombraba nunca. Un día fui a una exhibición de arte en Los Angeles y vi una obra de Jerome. Y eso disparó mi obsesión: me compré el cuadro. También tengo una foto de Joel en otra pared, y empecé a ver la relación entre las dos. Hasta que un dia alguien me dijo “Sí, Joel tiene un gemelo idéntico y es pintor” y desde entonces tuve la idea de hacer una pelicula con los dos. Mi fantasía estaba en el diálogo entre sus obras, las conversaciones entre sus obras en mi sala. Mucha gente que los conoce a ambos me decía "no va a ser posible, Joel no va a querer hablar con su hermano". Primero yo fui a Siracuse, en el estado de Nueva York, y le propuse a Jerome participar en una peli con su hermano, en el 2016. Era algo para hablar personalmente, no por correo. Y después le pregunté a Joel. Y dijo que sí. Y el gancho para los dos era una exhibición juntos en México" cuenta a SOY Trisha Ziff, que trabajó durante cinco años en el film.
¿Y qué dijo Joel? El es el más reticente a hablar con el hermano...
--Los dos aceptaron, pero después yo tuve el problema de buscar el museo para la exhibición (risas) que no era para nada simple porque las obras de Jerome son enormes y cuesta una fortuna trasladarlas. El Museo Cuatro Caminos me ayudó con el proyecto. Y también hay un libro. Entonces yo trabajé en las tres cosas: fui la curadora de la exhibición, hice la pelicula y también el libro. Para mí el libro influenció mucho a la peli, es casi un guión. Y mi idea para el libro era ese círculo donde ellos caminaban y las mujeres, porque sin todas las mujeres que los ayudaron a hacer su obra ellos no funcionan. Las esposas de los dos, la asistente de Joel, la colector, son todas personas claves para ellos. Yo soy directora mujer y feminista pero la mayoría de mis películas son sobre hombres grandes, hombres muy difíciles, complicados, y ¿por qué? bueno yo creo que por mi relación muy complicada con mi papá.
¿Cómo dialogaban esas obras en tu living?
--Pienso que los temas del arte de los dos tienen paralelos y ojalá eso se vea en la película. La historia de los dos, crecer en la misma casa, con su madre y su abuela… Al principio son muy similares y después se mueven en muy diferentes direcciones. Y ahora uno vive en la nieve, en el norte y el frío, y el otro en el desierto de Nuevo México, en el calor. Son completamente ying and yang. En su cumpleaños 75, yo fui con un cineasta a la fiesta, pero en el medio ellos se peleron y no se hablaron por uno o dos años.
Una de las cosas más impactantes del documental es que ellos no se hablan nunca.
--Una de las mayores influencias de mi vida es Samuel Beckett. Cuando yo estaba en el colegio de arte en Londres me obsesioné con él, es crudo, pero este es mi pequeño homenaje. Por eso puse a los dos vestidos de negro, solo se les ve la cara… Ellos nunca hablan en la película, es cierto, solo interactúan cuando entran al museo, y en eso yo fui muy estricta: ninguno tuvo la posibilidad de entrar antes al espacio y vinieron vestidos de negro que fue lo que les pedí. Ese fue mi único momento de absolut control de la película (risas). Lo hice con cuatro cámaras en diferentes lugares del espacio. Quería ver qué hacían ellos, si caminaban juntos o separados, y lo que hacen finalmente es revelador de su modo de comunicarse. Cada pieza se relaciona con otra de ellos.
¿Es verdad que en una proyección de la película en la que estuvieron los dos te pasaste mirando a cada punta de la sala para ver qué caras ponían?
--Sí (risas). Hubo un festival de cine de Los Cabos que los invitó a los dos, y ellos se sentaron en diferentes partes de la sala. Yo estaba en el medio y ni miré la pelicula, solo los miraba a ellos. Estaba súper nerviosa. La película es muy honesta sobre la relación de los dos, ellos dijeron cosas más duras pero yo decidí no incluirlas. No es mi trabajo ensanchar la tensión entre ellos entonces fui cuidadosa. Los dos respetan la película.
¿Seguís siendo amiga de Joel?
--Sí. Ahora mismo él está teniendo muchos problemas con su memoria. La película le da una oportunidad para recordar quién es, para saber su historia. Imaginate que toda la gente que tiene Alzheimer o problemas con su memoria tiene la posibilidad de ver una peli sobre su vida. Los dos tienen problemas con la memoria y es lógico porque los dos tienen identico ADN.
¿Los dos siguen creando?
--Jerome sí pero Joel no. Cuando yo fui a esta proyección, mi último viaje antes de la pandemia (en enero de 2020) él me dijo “esta es mi última obra”. Las imagenes de Joel son teatro, mucho más complicadas de construir que el arte de Jerome, que es él frente a la pintura.
Da la impresión que Joel tiene más recelo para comunicarse con su hermano pero aún estando alejados dialogan a través de sus obras. ¿Es así?
--Fueron a la misma escuela, usaban ropa idéntica. La separación de los dos es cuando Joel está en el ejército y Jerome no. Joel cuando regresa va a la misma escuela de arte. El arte de Joel se vende a precios muy altos y Jerome es profesor de la universidad por más de cuarenta años. Es la rivalidad entre los dos. Y la arrogancia de Joel. No es un carácter fácil, pero al mismo tiempo él tiene un corazón enorme. Es complejo: Joel tuvo exhibiciones en todo el mundo, galeristas, colectors, y Jerome tiene la misma galería de toda la vida en Los Angeles. Son hombres competitivos.
Y los dos tienen un paralelo en sus vidas: la pérdida de alguien muy cercano y muy importante que además se ve en la película como un proceso doloroso, incluso con el testimonio de la viuda de Joel que finalmente muere...
--Ella estaba en un momento de mucha fragilidad. Ella tiene su voz en la película, era mi amiga. Ahora Joel vive con Cinthia, su primera esposa, que no quiso participar. La de los dos son tragedias en la vida. Joel perdió a su esposa, Jerome perdió a su único hijo. Esta es una película independiente pero, creo yo, muy importante, y cuando la critican o dicen "no tiene suficiente arte", yo digo "no es sobre arte, es sobre estos hermanos, que son varones grandes y complejos, con vidas apasionantes que han dejado, cada uno a su manera, un legado".
Witkin & Witkin va a proyectarse este sábado 2 de octubre a las 16 y a las 18 horas y el sábado 9 en los mismos horarios en Fundación Proa.
Los famosos gemelos de Brooklyn no solo difieren en sus prácticas artísticas sino que no se hablan desde hace años.
Joel Witkin. Un arte perturbador, a diferencia de las expresiones más clásicas de su hermano gemelo, Jerome.
Fundación Proa junto al Instituto Francés en la Argentina proyectarán la película de Trisha Ziff sobre los artistas gemelos Jerome y Joel-Peter Witkin. Este último integra la muestra La Suite organizada por la FRAC (Fondos Regionales de Arte Contemporáneo) y es la primera vez que se exhibe en el país un conjunto de obras de este destacado fotógrafo. En 1995 hubo una extraordinaria y provocativa muestra en el Museo Guggenheim neoyorkino, organizada por el historiador y crítico de arte italiano, Germano Celant (1940-2020) que acuñó el término Arte Povera.
¿Quiénes son los Witkins? Nacidos en Brooklyn en 1939, su padre judío y madre católica marcaron sus infancias. Jerome estudió Arte en la Escuela de Escultura y Pintura en Berlín, es un pintor reflexivo y formal, sus temas son el Holocausto, las escenas del 11/9; sus retratos tienen una gran agudeza psicológica. Vive con su esposa en Siracusa. Es profesor y lo representa desde hace 40 años la misma galería de Los Angeles. En cuanto a Joel-Peter, las creencias religiosas maternas con santos, mártires, madonas y crucifixiones, son centrales en su obra. Como hijo gemelo, dio gran importancia a la dualidad, de allí que transexuales, hermafroditas, mellizos, siameses aparecen en sus fotografías. La muerte y la degradación del cuerpo humano son temas recurrentes ya que estuvo en Vietnam como reportero gráfico y registró los horrores por él vividos.
Otros de sus temas es la apropiación de maestros del Renacimiento, fotógrafos del siglo XIX y los modernistas del XX. Ha combinado la naturaleza muerta con cadáveres, miembros mutilados, calaveras, convirtiéndolas en imágenes macabras que provocan conmoción en el espectador. Witkin desmitifica tabúes, lo escatológico, lo apocalíptico y hasta se llegó a considerar su obra como pornográfica pero el submundo descripto roza lo místico y lo religioso, convirtiéndose así en una obra estética y emocionalmente poderosa.
Trisha Ziff (Yorkshire, Reino Unido, 1956), cineasta, comisaria artística, becaria Guggenheim, ha expuesto su obra en el Victoria & Albert Museum (Londres), centros especializados estadounidenses y en México, D.F. Conocida por sus películas “Chevolution” (2008), “La maleta mexicana” (2011), “El hombre que vio demasiado” (2015), tardó cinco años en realizar “Witkin & Witkin” (2017) ya que quiso hacer esta película sobre dos seres que tomaron caminos diferentes, no se hablan desde hace años y finalmente aceptaron participar. “Mi fantasía estaba en el diálogo entre sus obras y, generalmente, mis películas son sobre hombres complicados, quizás a causa de la relación con mi padre”, confiesa Ziff. “No quise hacer el retrato de dos artistas sino la relación entre dos hermanos gemelos, su tensión y desarrollo creativo. Una rivalidad entre dos hermanos que comparten cada gen de su cuerpo con otro ser humano”.
Gran importancia tienen las mujeres, entre ellas, sus asistentes, colaboradores, coleccionistas y es la hermana, Sara Jane, la que narra su infancia y la crianza a cargo de su madre y su abuela. La próxima exhibición está programada para el sábado 9 a las 16 y 18 (Av. Pedro de Mendoza 1929).
El film retoma un proyecto que investiga sobre la dualidad, sobre la duplicidad humana, en este caso en los gemelos americanos Witkin: “Joel-Peter Witkin es un fotógrafo muy conocido y desde hace muchos años sigo su trabajo. Su hermano, Jerome es un poco menos famoso, pero tiene una obra muy interesante. Ambos me parecen un caso curioso porque a pesar de que son familia, ninguno habla del otro. Desarrollaron una carrera paralela pero independiente. Al planear el documental me negué a hacer el simple retrato de dos artistas. Quería contar, además, la historia de la relación entre dos hermanos gemelos incluyendo su tensión y desarrollo creativo”.
Una especial historia familiar hizo que cada uno de los gemelos tomara caminos diferentes, evitando el encuentro y contacto. Joel-Peter Witkin tiene la virtud de crear escenas para sus fotografías con citas a la historia del arte habitadas por personajes provocativos, enanos, personas con deformidades, personas que atentan contra el llamado canon de la belleza. Sus fotografías ponen al descubierto un mundo marginado con una maestría y creatividad sorprendentes.
Su hermano Jerome Witkin dibujante y pintor es reconocido entre los artistas por sus obras sobre escenas apocalípticas del 11/9, o el Holocausto, mostrando el horror. Su agudeza psicológica en los retratos permite asociarlo con grandes pintores contemporáneos.
Witkin y Witkin: un fotógrafo y un pintor (2017), explora los mundos internos de los dos hermanos gemelos, sus procesos artísticos, sus obras, sus posturas estéticas, los rumbos que han tomado a lo largo de sus vidas, así como los paralelos y las resonancias de sus trabajos, y las maneras en que se han distanciado como artistas y como familia para reflexionar, cada uno por su cuenta, sobre la existencia y la creación.
Mediante una serie de entrevistas, la directora británica Trisha Ziff, “reconstruye el mundo familiar gracias al aporte de testigos y protagonistas como su hermana Sara Jane, amigos, asistentes, colaboradores y coleccionistas. El film desentierra las tensiones insidiosas que forzaron su relación hasta casi disolverla, una especie de rivalidad entre viejos hermanos, aumentada por la condición surrealista de compartir cada gen de su cuerpo con otro ser humano”.
En ocasión de la presencia de un núcleo destacado de obras de Joel-Peter Witkin en La Suite exhibida actualmente en Proa hasta noviembre de 2021, se proyecta este documental para ampliar los estudios sobre el arte contemporáneo. El ciclo de cine, proyectará también durante la segunda quincena de octubre el film Las Indias Galantes de Philippe Béziat (2021).
De esta manera Fundación Proa, el Instituto francés en Argentina y Platform, Francia colaboran en la difusión de eventos destacados en el ámbito artístico.
Las funciones serán en el auditorio de Av. Pedro de Mendoza 1929 los sábados 2 y 9 de octubre 2021, a las 16 y a las 18, con aforo limitado del 40 por ciento.
Buceando en la colección de los FRAC (Fonds régionaux d’art contemporain, France), dos curadores singulares montan, en Fundación Proa, una selección con mirada propia sobre un patrimonio de más de treinta mil obras.
Dos curadores, Sigismond de Vajay (París, 1972) y Juan Sorrentino (Buenos Aires, 1978), trabajaron durante la pandemia en adaptar el proyecto inicial de construir un circuito con obras de la magnífica colección FRAC, iniciativa que destina fondos regionales para la adquisición de obras. Usando una clasificación que distingue sonidos percutidos de otros más graves, melodías o ritmos con cuencos, música minimalista o la voz humana entre otras situaciones, donde el sonido articula la obra y es posible asistir a la experiencia sonora en el espacio donde se trasmite. Si bien dicho fondo ha comenzado recientemente a incorporar artistas latinoamericanos, ambos curadores decidieron que La Suite esté conformada por obras de la colección junto a otros artistas con los que tuvieron un diálogo directo, que autorizaron las reproducciones o que presentaron nuevos proyectos. Sucedió que tuvieron que adecuar el plan inicial, y el tiempo de espera introdujo una práctica extendida que se vale de instrucciones para reproducir una obra en forma remota; en algunos casos, se trata de una versión y, en otros, una adaptación, ya que algunos medios han cambiado.
Peter Kogler
Por primera vez, una obra ploteada y diseñada especialmente para el espacio ocupa el hall de acceso. Se trata de la obra de Peter Kogler, una trama que parece tensarse y aglutinarse ascendiendo por la escalera y creando ritmos visuales donde el movimiento recupera gráficamente la vibración espacial del sonido, que los dos curadores intentan señalar como una pieza «sonoro-silente». La primera sala incorpora la idea de rueda y el pulso. Los artistas Vincent Ganivet con Rueda, 2005-2021, y Roman Signer, Dos barriles, 2021, usan materiales industriales y sistemas constructivos ancestrales, asociándolos a un sentido de tensión y equilibrio, ambos construidos como versiones. Separada por una pared, el video de la conceptualista italiana Monica Bonvicini con Hammering Out [Martilleando (un viejo argumento)], 1998, produce un sonido hipnótico donde el pulso de un martillazo contra una pared blanca va dejando ver el muro de ladrillos. En la segunda sala, hay varias obras que son notables. Una de ellas es el video Clément Cogitore Les Indes galantes (Las Indias galantes), 2017, una disrupción interesante donde la música es una ópera-ballet francesa de 1735 danzada con gestualidad contemporánea por bailarines callejeros krump. Separada por su contenido sensible, se puede visitar una selección del fotógrafo Joel-Peter Witkin, quien reconstruye escenas mitológicas de la historia del arte cuestionando el canon estético a partir de hermafroditas, transgénero y cuerpos reales, algunos mutilados. Este artista fue bombero y fotógrafo bélico durante la Guerra de Vietnam y como se escuchó en la clase especial por el Día de la Fotografía —uno de los encuentros virtuales programados en relación a La Suite—: «La luz de Witkin ilumina espacios generalmente destinados a la oscuridad».
Joel-Peter Witkin
Los videos de Lotty Rosenfeld, Una milla de cruces sobre el pavimento, 1979, Gordon Matta-Clark, Day’s End (El final del día), 1975, y Joan Jonas, Wind (Viento), 1968, recuperan al cuerpo señalando acciones de resistencia y actividad. En el descanso de la escalera muy bien instalada en grandes dimensiones está la obra del finlandés Arno Rafael Minkkinen, Beach Pond, Connecticut, 1974-2021, un remanso de gran belleza que juega con la cercanía del Riachuelo a través de la ventana, y a medida que se asciende al segundo piso, se pasa de los pies a las manos entrelazadas de dos edades muy diferentes.
Arno Rafael Minkkinen. Beach Pond, Connecticut, 1974_2021
La serie Interiores tiene un juego de sutiles contrastes, conjuga las tres pinturas de Víctor Florido de modulaciones acromáticas sobre el plano junto a la instalación de blanco sobre blanco de Vincent Lamouroux, AR.07, 2008-2021, una instalación de formas geométricas tridimensionales en equilibrio inestable. Y Carsten Nicolai, Wellenwanne (Canal de olas), 2001-2003, es una pieza sonora donde una bandeja de aluminio recibe las vibraciones del sonido por debajo y crea los característicos círculos de las ondas expansivas.
Laurent Perbos Souches, 2009_21 (Tocón de árbol) © Laurent Perbos
La última sala tiene versiones sobre el paisaje y sus derivas. Dos artistas francesas fueron invitadas a participar, una es Pauline Fondevile, con 13 lunas en el Riachuelo, 2021, un mural surrealista con letras de canciones populares, una noche estrellada y criaturas nocturnas, que cubre de negro la pared, símbolo de la polución. La escultura de Laurent Perbos, Souches (Tocones de árbol), 2009-2021, que plantea una naturaleza artificial y arruinada, hecha con mangueras de colores que simulan un bosque talado. Céleste Boursier-Mougenot, Sin título, Series IV-1,2,3, 2000-2021, una instalación donde cada cuenco tiene una nota específica que se consigue en el taller de cerámica al girar mediante un motor, que producen sonidos aleatorios. Una invitación a verlo todo con detenimiento, hasta noviembre.
Céleste Boursier-Mougenot, Sin título, serie IV-1,2 & 3, 2000 Collection 49 Nord 6 Est – Frac lorraine, Metz (FR) Photo_Frac Lorraine © C. Boursier-Mougenot
La Suite
Preludio, Pulso, Scherzo, Andante y Coda
Fundación Proa, Av. Don Pedro de Mendoza 1929, La Boca CABA
Hasta noviembre
La Fundación Proa presenta "La Suite", una muestra colectiva e interdisciplinaria que reúne un conjunto de obras de artistas que forman parte de las colecciones FRAC (Fonds régionaux d'art contemporain) de Francia, con la curaduría de los artistas Sigismond de Vajay (París, 1972) y Juan Sorrentino (Buenos Aires, 1978).
La muestra comenzó a gestarse en 2019 y si bien las líneas de trabajo siempre han sido la sonoridad de las obras, el círculo y el cuerpo, otros ejes debieron ser dejados de lado a partir de las restricciones que surgieron como consecuencia de la pandemia que afectó el normal desenvolvimiento de todas las actividades alrededor del mundo.
El nombre de la exposición hace una primera referencia a esa composición musical constituida por varios movimientos que forman una sucesión de piezas, la "suite". Y esa palabra del idioma francés puede traducirse al español de manera literal como "sucesión", "secuencia" o "continuación", entre otras posibles lecturas, según el contexto en que se utiliza. Esto nos da una segunda idea sobre el diseño expositivo.
"Hemos imaginado un conjunto de obras breves que forman un gran movimiento, una gran obra que es La Suite, compuesta de varias piezas que están, lógicamente, relacionadas con la música, pero también con la experiencia, el espacio y con la idea del porvenir", explicaron los curadores sobre la muestra.
La idea de una incertidumbre sobre la forma en que continuarán nuestras vidas está presente en la muestra. De Vajay y Sorrentino reconocen que debieron adaptarse para sortear los desafíos planteados por el contexto.
La mayoría de las obras que se exhiben se produjeron en Buenos Aires en base a las instrucciones precisas y la supervisión de los distintos artistas.
Esta práctica no es una novedad en el arte contemporáneo, y los curadores encuentran aún la ventaja de reinterpretar y adaptar las obras al espacio de Proa y a los medios y materiales locales.
El visitante recibe el impacto de la muestra desde la recepción de Fundación Proa, donde el espacio fue intervenido por una obra de Peter Kogler -diseñada especialmente sobre los planos que le fueron enviados- que parece borrar los límites entre el cielorraso, el piso y las paredes y convierte un "no lugar", un lugar de tránsito, en un escenario en que se pierde la relación entre fondo y figura.
En la primera sala (Pulso) se exponen tres obras en las que la tensión, el equilibrio, la construcción y la destrucción están presentes en cada una y en la interacción de todas ellas.
“La roue”, del artista Vincent Ganivet, es una estructura autoportante construida con ladrillos de hormigón que se mantiene en equilibrio sin utilizar otro material que unas cuñas de madera para dar forma a una rueda.
En el video de Mónica Bonvicini la artista intenta demoler una pared. La mano de mujer es la que empuña el martillo, el revoque cae poco a poco y los ladrillos aparecen debajo, aunque nunca se llega a ver qué hay al otro lado. Los mazazos son un latido que invade el espacio. El deseo y la acción de tirar un muro llevada a cabo por una mujer no deja de tener un evidente contenido político.
Por su parte, en la obra de Roman Signer dos barriles parecen estar a punto de rodar por sendos planos inclinados que no son otra cosa que una mesa cortada al medio. Violencia, destrucción y tensión forman parte de la pieza.
La segunda sala (Scherzo) está relacionada con el cuerpo y el tema está enfocado desde las miradas particulares de artistas de distintas épocas y lugares diferentes.
Videos, fotografías e instalaciones proponen reflexionar sobre cánones estéticos (las fotografías de Joel Peter-Witkin muestran -con claras referencias a la historia del arte- personas mutiladas o con malformaciones e imágenes sórdidas con partes de cadáveres), prejuicios (el video de Clément Cogitore en que adapta un fragmento del balet "Les indes galantes" de Rameu con la participación de un grupo de bailarines de Krump), la ausencia (Tribuna Libre, de Séverine Hubard, es una construcción con cajones donde las gradas vacías pierden su sentido al no ser habitadas, o la obra de Shilpa Gupta en donde la voz es protagonista) o el devenir (la pieza de Michel Blazy que está en constante movimiento, en la cual una densa espuma fluye durante todo el día para desaparecer durante la noche).
La sala 3 (Andante) responde a una intención de quietud y calma, con el predominio de tonos claros. Los sentidos se mezclan en la obra de Carsten Nicolai donde el agua se mueve sobre una plancha de aluminio con las vibraciones de cuatro parlantes y proyecta una textura de reflejos y sombras sutiles sobre el fondo.
Por su parte, la obra de Vincent Lamouroux, una pila de cubos blancos de diferentes tamaños que se entrelazan y donde unos se insertan en otros, invita a descubrir los relieves y contornos entre las sombras y luces que crean un paisaje abstracto.
Con estas obras dialogan tres pinturas del artista argentino Víctor Florido que tienen por tema la memoria, la acumulación y la reconstrucción.
La obra 'Ventilador' del mexicano Gabriel Orozco y los videos Blink, de Jennifer Douzenel y Dimanche, de Dennis Savary completan el conjunto de esta sala.
En tanto, la cuarta sala (Paisaje reinterpretado) recibe al visitante con un bosque de árboles talados y mutilados construidos con mangueras de goma. Su creador, Laurent Perbos, señala a través del objeto que sirve para llevar el agua pero que en su obra está vacío (y utiliza, por otra parte, para construir un bosque artificial y seco), la crisis ambiental que se acentúa día a día y un futuro cada vez menos distópico que está a la vuelta de la esquina.
Frente al bosque, el mural de Pauline Fondevila representa un Riachuelo de color negro sobre el que vuelan pequeños veleros con mensajes tomados de canciones populares. Cerca del mural, una escultura realizada con un conjunto de diez fotografías tomadas en distintos puntos del mundo por el artista Patxi Bergé muestra las diferencias de tono en el color del cielo de acuerdo a las distintas latitudes.
En el final, Céleste Boursier-Mougenot crea una instalación en la que, empujadas por el movimiento circular del agua, una serie de vasijas de porcelana se golpean entre sí y componen una pieza musical sin principio ni fin.
Otros espacios de Proa están intervenidos por la muestra, como el café, desde donde se ve La Dolce Utopía, de Maurizio Cattelan y Phillippe Parreno, o los pasillos, donde videos de Christian Marclay y Elina Brotherus dan cuenta de los diferentes lenguajes que utilizan en la composición de sus obras.
La muestra es una buena oportunidad para conocer obras de algunos artistas que por primera vez exponen en el país y las de otros que presentan trabajos que no fueron expuestos.
En el marco de la exposición, a partir de octubre reabrirá el auditorio con la proyección de documentales sobre algunos de los artistas y sus trabajos.
La muestra "La suite" se puede visitar hasta noviembre de 2021 en Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929 (a metros de Caminito, en el barrio de la Boca). En vista de los protocolos vigentes para la prevención del CoVid-19, es necesario reservar entradas con anticipación a través de la página web.
Mónica Bonvicini: demoliciones
Los golpes se escuchan desde la entrada de la sala. “Martillando un viejo argumento” se llama la obra. ¿Qué comentario “de géneros” es posible a partir de una obra hecha con pilares de concreto, tubos de acero, ladrillos que caen? Es que los espacios que habitamos no son neutrales, parece querer proponer Mónica Bonvicini, artista italiana que participa de La Suite, la megamuestra de Fundación Proa que se podrá visitar hasta noviembre. El pulso de los martillazos, de esa pared que se cae por obra de los golpes de una mano que podría ser la de una mujer, proviene de un video en loop, realizado a fines de los noventa. Como todas las obras de esta sala, ésta también está atravesada por las nociones de tensión y de inestabilidad y, tal vez, haya recibido alguna inspiración gestada en los años en los que Bonvicini estudió en Berlín: entre 1986 y 1990.
Monica Bonvicini, 1998. Martilleando (un viejo argumento) © Bild-Kunst, Munich
Una de las obras de Bonvicini con mayor repercusión internacional, donde también el eje es una pared intervenida, fue “Creo en la piel de las cosas como en la de las mujeres”, de 1999. Se trata de un video cuyo título fue tomado de una cita de Le Corbusier. Bonavicini la ha descripto como un “análisis crítico de la arquitectura, sus códigos y representaciones, en términos de sexualidad”. Es un espacio hecho de cartón y yeso, en cuyas paredes aparecen citas de arquitectos famosos yuxtapuestos con caricaturas más o menos irrespetuosas de los grandes maestros del modernismo.
El contraste, por un lado, entre los materiales “duros” -de la construcción, de un mundo asociado con la fuerza física y la masculinidad hegemónica- y, por otro, unas texturas más amables, colores pasteles y propuestas sensibles es una propuesta que atraviesa su obra. Ese cruce puede crear una escena graciosa como el que ocurre en “Prozac”: donde se puede leer el nombre de ese antidepresivo delineado con cadenas de acero niqueladas colgando de un árbol. O en “Flores del mal”: una estructura de hierro, una suerte de esqueleto metálico de árbol de Navidad, en el que los adornos son bolsitas rosas símil preservativos desechados.
¿Contra qué murallas se quiere inmolar Bonvicini? En entrevistas ha mencionado que sus obras configuran denuncias al mundo del arte, que en Italia, dice, sigue respondiendo al prototipo del genio y la musa, desde Miguel Ángel al más acá. En “Martillando un viejo argumento”, ese brazo fibroso y depilado que busca derribar un muro con un mazo, con todas las connotaciones políticas del caso, Bonvicini ofrece más indicios.
“Desde la década de 1990, todas mis obras han tratado no sólo de reflejar y reconocer desequilibrios, sino, y sobre todo, de sabotear las estructuras que dirigen nuestra mirada y nuestra forma de pensar. Quiero desestabilizar las consideraciones anticuadas sobre la arquitectura, pero también aquellas en torno al poder y al género para demostrar cómo su imposición y control es en realidad algo arbitrario”. Eso ha declarado esta artista que entiende que la “arquitectura es a menudo la expresión de algo que se ha ocultado”. De todos modos, sus metáforas no se detienen en lo obvio, ni se limitan a lo que ella misma expone como las intenciones de obra: nunca se sabrá qué sucede, en este caso, del otro lado del muro, porque cuando el martillo está a punto de hacer el agujero que permite ver qué hay del otro lado, el video vuelve a empezar.
Joan Jonas: despojos
“No al espectáculo / No al virtuosismo / No a las transformaciones, a la magia y al hacer creer. / No al glamour y a la trascendencia de la imagen de la estrella. / No a lo heroico. / No a lo anti heroico. / No a la imaginería basura / No a la implicación del intérprete o del espectador. / No al estilo. / No al amaneramiento. / No a la seducción del espectador por las artimañas del intérprete. / No a la excentricidad. / No a conmover o ser conmovido”, decía el “Manifiesto del no” (1965), la declaración pública -purista, casi puritana- de principios artísticos del Judson Dance Theater, el movimiento newyorkino al que se considera propulsor de lo que hoy entendemos por danza contemporánea. Una de las artistas estadounidense de referencia de aquella ola, pionera de la performance y el videoarte, fue Joan Jonas. Ella es la autora de “Viento”, video que forma parte de La Suite, en una sala dedicada al cuerpo. “Viento” se proyecta mediante un televisor de tubo y no en un plasma, como sí sucede con otras obras vecinas. Esa fue una decisión curatorial para que los videos, que aquí componen un tríptico –junto a una obra de rumana Geta Brătescu y otra de la chilena Lotty Rosenfeld-, fueran vistos en el formato original en el que se empezó a mostrar el videoarte.
Una de las obras más conocidas de Jonas es “Piezas de espejo”. Inspirada, según ha contado alguna vez, en la lectura de Jorge Luis Borges, la obra fue recreada entre 1968 y 1971. Es una coreografía en la que un grupo de intérpretes femeninas usan espejos para desdoblarse. A medida que avanzan los minutos, el espejo se va convirtiendo en un símbolo de una auto-mostración del cuerpo, y en un juego que desdibuja lo real frente a lo imaginario. A veces Jonas decidía agregar a esa coreografía un elemento de peligro o alguna propuesta de interacción con el público que lo volviera parte integral de la obra.
Wind, 1968 (Viento). Video.
En “Viento” se puede ver la playa nevada de Long Island. Ese es el escenario que eligió para filmar a una serie de figuras -humanas: intérpretes, que además eran sus amigxs- que realizan movimientos luchando contra el clima. Coherente con la corriente artística en la que Jonas se formó, que fundaba su razón de ser en la oposición al artificio en el arte, la seducción y lo presuntuoso, “Viento” es una escena de despojo. Al igual que en la obra de la italiana Mónica Bonvicini, “Viento”, a su modo, es el registro de una lucha cuerpo y cuerpo, más o menos coreografiada de antemano, de un deseo de avanzar en contra, en este caso, un fenómeno natural.
Elina Brotherus: inmersiones
“The Black Bay Sequence (La secuencia de la bahía negra)” se llama la película, la pieza de videoarte de la artista finlandesa Elina Brotherus seleccionada por los curadores de La Suite. El cuerpo desnudo de Brotherus, cuya piel da la sensación de tener los mismos tonos helados del paisaje, entra al agua. No importa la temperatura. La cámara está firme en la orilla, estratégicamente posicionada en el mismo punto día tras día, estación tras estación, como para poder captar la espalda de nadadora de Brothernus. La finlandesa hace de su rito cotidiano, entre el fitness y la espiritualidad, una obra de fuerte carácter autorreferencial. No es la primera vez. Suele trabajar con autorretratos y diferentes grados de exhibición de sus rutinas, ya sean imágenes tomadas en los vidrios empañados de su baño como la serie La anunciación, en la que documentó un tratamiento de inseminación artificial que no resultó.
La secuencia de la bahía negra
Brothernus explora las conexiones entre la imagen fija y la imagen en movimiento, y también la relación entre mostrase a unx mismx y mostrar lo que nos rodea. Una de sus hipótesis -a contrapelo de algunas de las definiciones más canónicas de la historia de arte- podría ser que, al fin y al cabo, retrato y paisaje no son temas tan antagónicos.
Una de las preguntas que aparece con insistencia frente a esta obra es por qué le da la espalda a lxs espectadorxs. Ella responde con estas palabras: “El punto de vista frontal a menudo está demasiado cargado. Se tiene la sensación, para quien mira, de compromiso de tener que responder a la mirada. Mostrar la espalda para mí da como resultado una sensación de que se puede elegir: podemos estar juntos, o si lo deseamos, establecer una distancia. Me gustaría que el arte pudiera volver más atractiva esta perspectiva de la espalda que nos permite cierta quietud. Si pongo al personaje de espaldas, la atención se centra en el paisaje, que se ve en conjunto. Quien mira y el personaje de la fotografía comparten el mismo espacio pictórico. Es el de una contemplación compartida”.
* Para visitar La suite se debe reservar lugar en proa.org.ar
Beatriz Sarlo y Horacio Tarcus participan del homenaje a R. Williams
Centenario: Raymond Williams, un sigloMás que un conjunto de objetos o una variedad de disciplinas, el concepto de cultura que acuñó Raymond Williams (Gales, 1921-1988) sigue ofreciendo claves y herramientas para pensar el mundo contemporáneo. Para el centenario de su nacimiento, la Fundación Williams invitó a organizaciones internacionales a crear materiales públicos para difundir su trabajo y relevancia. Beatriz Sarlo y Horacio Tarcus, lectores expertos en Williams, explican la recepción latinoamericana.
A través de una convocatoria internacional, la institución que preserva el legado del autor de Cultura y sociedad y La larga revolución, creó en su página web la sección de “Explicadores”, que desde diversas perspectivas abordan sus ideas. En la sección están The Hand and the Map, un video animado sobre su mirada sobre comunidad, tecnología, comunicación y educación; otros dos sobre las participaciones del intelectual en la prensa escrita masiva y en los medios en general; polémicas en las que supo participar y un podcast con material del archivo familiar que incluye entrevistas con Stuart Hall, Richard Hoggart y Terry Eagleton, entre otros.
Un capítulo especial está dedicado a Williams en América Latina, o cómo sus ideas llegaron a los intelectuales de la región, ávidos de herramientas para enfrentar los contextos dictatoriales. El ensayo gráfico (con formato de video podcast) está producido por la Fundación TyPA de Argentina, con testimonios de Tarcus, Sarlo y Víctor Vich, y la conducción de Américo Castilla, explora cómo las ideas de Williams encontraron sentido en contextos muy distintos a aquel en el que fueron originadas y cómo siguen siendo centrales hoy para pensar el rol de los espacios y agentes culturales para transformar las sociedades que nos toca vivir.
“Que la cultura no es un concepto estable sino un territorio en disputa, esa idea que hoy nos parece ya casi del sentido común, es una de las que al inicio de los 60 cambiaron el campo de debate, y Williams propició”, dice Américo Castilla en la introducción del video, que se puede ver completo en el Youtube de TyPA.
Feria de Editores, una referencia en gestión editorial independiente.
Una serie de seis encuentros virtuales con referentes de la industria editorial conforman el programa de apoyo a las ferias del libro organizado por el Ministerio de Cultura nacional.
El ciclo de capacitación, que comenzó el primer miércoles del mes, continúa el 15 a las 17 con “Cómo organizar una feria”, a cargo de Victor Malumián (Feria de Editores), María Eugenia Jaldín y Rodolfo Pacheco (Feria del Libro de Jujuy). Mientras que el 22, gestores culturales compartirán sus “Experiencias de armado de cooperativas de trabajo”. El último debate virtual de septiembre será el miércoles 29, también a las 17. “Comunicación y promoción de libros” reunirá a Cecilia Bona, Sebastián Lidijover y Florencia Savarino y Cecilia Di Tirro de Leer Argentinos.
Leonardo G. Alarcón: Brillando en GinebraUno que no para de aburrirse en Suiza... El domingo pasado, en diálogo con Radio Jai, el excepcional director de orquesta y compositor platense Leonardo García Alarcón anunció que será el flamante director de una sala en Ginebra. Cuando concluya la actual refacción, el espacio será llamado Théâtre de la Cité Bleue - Theatre de Musique, dedicado a géneros y teatro musicales de extensión breve, hasta una hora y media. En el estreno de apertura, en 2023, volverá a contar con la coreografía de Bintou Dembele, con quien el argentino ya trabajó en Las indias galantes. Fragmentos de esta ópera barroca de Jean-F. Rameau, montada en 2019 en el teatro de la Bastilla para celebrar los 350 años de la Ópera de París, pueden verse en Fundación Proa.
Leonardo García Alarcón es considerado un referente del barroco.
Nacido en 1976, García Alarcón contó que no viene de una familia de melómanos sino que su vocación surgió en la juventud gracias a la discoteca Salvat de clásicos que su padre le compraba semanalmente. Partió a Europa en viaje de formación a fines de los 90 y se especializó en música barroca. En el 2000 y 2017, en el Teatro Colón dirigió Orfeo, de Monteverdi, y el estreno americano de Il Diluvio Universale, de Michelangelo Falvetti. García Alarcón no le teme a la música popular. Spotify ofrece singulares antologías de su Ensemble Cappella Mediterránea, con repertorioa de Joan Manuel Serrat y clásicos de Piazzolla-Ferrer.
“Cada participante explorará el entorno hasta hallar un lugar de escucha que tenga algo interesante para ser oído y permanecerá escuchando durante unos instantes”. Así comienza una de las instrucciones que Pauline Oliveros compila en Deep Listening. Entrar a La Suite plantea una situación de escucha similar. No porque el oído sea el único sentido involucrado, sino porque las salas de La Suite fueron orquestadas por sus curadores, los artistas Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino, como ejercicios de atención perceptual. Lo sonoro impulsa el recorrido, compone espacios y, fundamentalmente, habilita una forma de pensar y explorar el entorno.
Esta muestra puede leerse como una composición musical en la que las distintas piezas se acoplan, generando una secuencia de movimientos breves, una danza. Las casi cuarenta obras seleccionadas de la colección FRAC (Fondos Regionales de Arte Contemporáneo) muestran una variedad de nacionalidades, épocas y medios —instalación, site-specific, arte sonoro, video, video performance, escultura, fotografía y pintura—. Así, los curadores nos invitan a un recorrido impulsado por un ritmo por momentos casi imperceptible, por momentos vertiginoso. Transitar La Suite nos permite apreciar la intimidad entre sonido y espacio que rige la composición de cada sala.
La primera de ellas nos sitúa en un espacio en tensión, donde lo que domina es el latido de un golpe invisible y las estructuras inestables de la enorme “Rueda” de ladrillos de Ganivet y “Dos barriles” de Signer, congelados en su caída. Muy pronto encontramos la fuente del pulso: los martillazos de la video-performance de Bonvicini, que nos empujan hacia la segunda sala. Aquí el espacio se pliega y repliega, y en los distintos recovecos nos encontramos con piezas cuyo foco son los cuerpos. Cuerpos que destruyen, sostienen, transitan, se recorren; los cuerpos que danzan y jadean de “Las indias galantes” (Cogitore), los cuerpos abyectos y luminosos de las fotografías de Witkin. Pero también el cuerpo ausente de “En nuestros tiempos” (Gupta), del que sólo quedan las voces que emergen de dos micrófonos en vaivén. Esta pieza reconfigura el dispositivo sonoro del micrófono y juega con el contrapunto de los discursos políticos de los dos líderes enfrentados luego de la partición de la India.
El pasaje de esta sala oscura es hacia la claridad de un ágora que se genera en la tercera sala, donde nos rodean los destellos de los videos de Savary y Douzenel, las pinturas de Florido y los inmensos cubos de Lamouroux. Subyacen a esta calma las vibraciones del “Canal de olas”, de Nicolai, y el susurro de los ventiladores de Orozco. La última sala nos regala un extraño jardín regido por el paisaje sonoro que generan los cuencos del estanque de Boursier-Mougenot. Esta pieza hipnótica nos invita a habitar ese espacio, con un efecto de calidez y extrañeza similar a los nenúfares de Monet.
Los núcleos de estas obras son las partituras/instrucciones enviadas por lxs artistas, para que el equipo de realización de Proa pudiera recrearlas con elementos del contexto local. Así, la composición total de la exhibición funciona como las obras de Oliveros y muchxs otrxs artistas de música contemporánea y arte sonoro, donde lxs intérpretes “deberán ponerse de acuerdo sobre la interpretación”. De esta manera, Fundación Proa no sólo sortea las complicaciones que implica el contexto actual para la movilidad de artistas y materiales, sino que también arriesga una pregunta acerca de la autoría en el arte contemporáneo. Como propone Kenneth Golsdmith en Escritura no-creativa, si hoy la primacía del artista se desdibuja, lo que aparece en primer plano es la noción de la obra como la materialización de un contrato social entre artistas, realizadores, instituciones, usuarixs, con los diálogos y tensiones que esto implica.
Michel Blazy, Patxi Bergé, Monica Bonvicini, Céleste Boursier-Mougenot, Geta Brătescu, Elina Brotherus, Tom Burr, Clément Cogitore, Jennifer Douzenel, Sebastián Díaz Morales, Maurizio Cattelan, Philippe Parreno, Michel François, Víctor Florido, Pauline Fondevila, Vincent Ganivet, Shilpa Gupta, Séverine Hubard, Joan Jonas, Peter Kogler, Vincent Lamouroux, Christian Marclay, Gordon Matta-Clark, Arno Rafael Minkkinen, Carsten Nicolai, Gabriel Orozco, Laurent Perbos, Lotty Rosenfeld, Denis Savary, Roman Signer y Joel-Peter Witkin, La Suite. Mirada sobre los artistas de la colección FRAC, curaduría de Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino, Fundación Proa, Buenos Aires, 8 de julio – noviembre de 2021.
La Suite. Foto: Twitter @IFArgentine.
Tras un año y medio de dificultades producto de la pandemia, de a poco los eventos culturales están volviendo a la normalidad. Es por eso que cada vez hay más exposiciones, muestras y demás para los amantes del arte que ansían volver a caminar por los museos y espacios artísticos del país.
El pasado 8 de julio, la Fundación Proa inauguró "La Suite", una exposición compuesta por una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds Regional d’Art Contemporain – Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia), que cuenta con la curaduría de los artistas Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino.
La selección de obras incluye fotografías, performances, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas site-specific y "tematiza problemáticas de actualidad como la autoría de la obra, el original y la copia, y el uso de materiales cotidianos como sustento, entre otras", explican desde la Fundación.
Respecto al término suite y sus diversos significados presentes en la obra, desde la Fundación Proa explican: "En el contexto actual donde el mundo está a la espera de una supuesta 'normalidad', la expresión francesa 'comment vient la suite' ('qué va suceder'), expresa la incertidumbre sobre el porvenir, sobre el nuevo futuro. También, La Suite es una pieza musical con una estructura compuesta por movimientos breves".
Sobre esta muestra, los curadores comentaron:
"Tiene muchas maneras de interpretarse, pero a nosotros nos interesa pensar a este conjunto de obras breves que forman un gran movimiento, una gran obra que es La Suite compuesta por muchas piezas -que lógicamente tiene que ver con lo musical-, con la experiencia, con lo espacial y además con el juego de la idea del porvenir. Son ideas muy presentes en este momento, por el contexto".
La Suite. Foto: Twitter @IFArgentine.
Tras un año y medio de dificultades producto de la pandemia, de a poco los eventos culturales están volviendo a la normalidad. Es por eso que cada vez hay más exposiciones, muestras y demás para los amantes del arte que ansían volver a caminar por los museos y espacios artísticos del país.
El pasado 8 de julio, la Fundación Proa inauguró "La Suite", una exposición compuesta por una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds Regional d’Art Contemporain – Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia), que cuenta con la curaduría de los artistas Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino.
La selección de obras incluye fotografías, performances, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas site-specific y "tematiza problemáticas de actualidad como la autoría de la obra, el original y la copia, y el uso de materiales cotidianos como sustento, entre otras", explican desde la Fundación.
Respecto al término suite y sus diversos significados presentes en la obra, desde la Fundación Proa explican: "En el contexto actual donde el mundo está a la espera de una supuesta 'normalidad', la expresión francesa 'comment vient la suite' ('qué va suceder'), expresa la incertidumbre sobre el porvenir, sobre el nuevo futuro. También, La Suite es una pieza musical con una estructura compuesta por movimientos breves".Sobre esta muestra, los curadores comentaron:
"Tiene muchas maneras de interpretarse, pero a nosotros nos interesa pensar a este conjunto de obras breves que forman un gran movimiento, una gran obra que es La Suite compuesta por muchas piezas -que lógicamente tiene que ver con lo musical-, con la experiencia, con lo espacial y además con el juego de la idea del porvenir. Son ideas muy presentes en este momento, por el contexto".
Michel Blazy, Monica Bonvicini, Céleste Boursier-Mougenot, Elina Brotherus, Tom Burr, Clément Cogitore, Sebastián Díaz Morales, Maurizio Cattelan, Philippe Parreno y Víctor Florido son algunos de los artistas que participan y que, en su mayoría, presentan sus proyectos por primera vez en nuestro país y en la región.
La Suite está disponible en Fundación Proa (Av. Don Pedro de Mendoza 1929, CABA) hasta el mes de septiembre y puede visitarse de jueves a domingo de 12 a 19h. Reservá tu visita acá.
Estímulo para los sentidos, “La Suite” es la nueva muestra de Fundación Proa que enciende la imaginación y confirma la expansión de los modos del hacer. Precisamente, esta mirada sobre los artistas de la Colección FRAC, Fondos Regionales de Arte Contemporáneo, Francia, está mayormente basada en obras realizadas en Buenos Aires a partir de instrucciones de los artistas a distancia.
En ese sentido, ya existían varios antecedentes, como las instrucciones de una obra suya que Marcel Duchamp envió a su hermana, como regalo de bodas en 1916, o la manera de extender instrucciones para que las exhibiciones tengan formatos más abiertos y flexibles, discutida hace más de 20 años entre el crítico suizo Hans Ulrich Obrist y algunos artistas.
Las obras que se exhiben
La exhibición, con idea y proyecto de Fundación Proa, comenzó a pensarse en 2019, mucho antes de que la crisis sanitaria global recortara viajes y movimientos. Proa invitó a los artistas Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino a curar la exposición y bucear en las 30.000 obras de los 23 FRAC, pertenecientes a sendas regiones francesas.
Muestra multidisciplinaria, “La Suite” presenta más de 40 obras, resignificadas por la pandemia, que multiplican el uso de materiales cotidianos como soporte, marcan inquietudes actuales, reflexionan sobre cuestiones históricas y espirituales, crean sonidos que acompañan al visitante y expanden su dimensión sensorial. Su concreción fue un difícil y costoso proceso que implicó la contratación de realizadores y artesanos, trabajando junto al equipo de montaje de Proa.
Los curadores puntualizan que la palabra francesa “suite”, con sus diferentes acepciones (“forma musical” -secuencia de movimientos instrumentales breves vinculados con la danza-, “lo que vendrá”, “a consecuencia de”, “habitación”), les permitió compendiar su búsqueda y proponer esta exhibición que articula experiencias con lo sonoro, lo espacial y la idea de porvenir. Estos conceptos atraviesan los espacios de Proa, incluso la recepción que, a manera de “Preludio”, despliega el proyecto de Peter Kogler cuyas líneas envuelven al visitante.
Sala 1, “Pulso”, alberga tres piezas que discurren acerca del logro y la fragilidad, construcción y destrucción. El parejo golpeteo que se escucha proviene del sonido del video de Monica Bonvicini, “Martillando (un viejo argumento)”, en el que un brazo con una maza trata de derribar una pared rítmicamente. La maravillosa “Rueda” de Vincent Ganivet, que rescata los arcos de medio punto romanos, está armada con bloques de hormigón y madera, sin argamasa; todo se viene abajo si se retira uno de los tacos que le otorgan equilibrio y ocurre lo mismo si se corta la cuerda que une a los “Dos barriles” de Roman Signer.
Sala 2, “Scherzo”, es la más poblada y tiene al cuerpo como eje principal: el del artista, el cuerpo de las personas en el espacio público y la naturaleza, la acción y la voz, “pero también es el cuerpo mutilado, transformado, rechazado (…) en las piezas [fotos] de Joel-Peter Witkin”. Videos de los años ’70 -exhibidos en televisores de la época- reproducen performances de entonces, como la de Lotty Rosenfeld quien, en plena dictadura pinochetista trazó “Una milla de cruces sobre el pavimento” con adhesivos blancos pegados transversalmente sobre señales viales. En “Viento” Joan Jonas enfrenta con su cuerpo a las corrientes extremas y Geta Brătescu “reconstituye su retrato” pintando sus manos. La obra de Clément Cogitore retoma la música y adapta una parte del ballet “Les indes galantes” (Las Indias galantes) de Jean-Philippe Rameau en versión en hip-hop.
En el centro de Sala 2, y a modo de “fuente”, el contendor de residuos de Michel Blazy genera permanentemente una espuma. Los sonidos de los pasos de un caminante por la ciudad cuyos ruidos han sido silenciados, habitan los videos de Sebastián Díaz Morales y de Shilpa Gupta, con discursos de la independencia de India y Pakistán sonando al unísono. La “Tribuna libre” de Séverine Hubard, construida con cajones dados vuelta, indudablemente representa el momento actual. Diseñada para recibir multitudes, como cines y teatros, las gradas están vacías o tienen el acceso acotado.
Los tonos claros y sonidos tenues de Sala 3, “Andante”, transmiten calma visual y sonora, como en las habitaciones pintadas por Víctor Florido. Dan ganas de ingresar a la instalación de Vincent Lamouroux, que aparece como la deconstrucción en el espacio de una pintura constructiva. Arte sonoro de Carsten Nicolai, con una bandeja de agua que vibra con el sonido de unos parlantes. El blanco del hielo, donde patinan los protagonistas del video de Denis Savary, y, las lucen que titilan sobre el agua, en el de Jennifer Douzenel, refuerzan la sensación de serenidad.
En las escaleras internas, las potentes fotografías de Arno Rafael Minkinnen son el “Interludio”. Conduce al visitante a Sala 4 y al “Paisaje reinterpretado” con la vista del Riachuelo en el mural de Pauline Fondevila, el bosque distópico hecho con mangueras de Laurent Perbos y rollos de fotografías con los cielos de distintas ciudades de Patxi Bergé. Caricia para el alma, el concierto de la instalación de Céleste Boursier-Mougenot emite bellos sonidos aleatorios, con cuencos de porcelana afinados que flotan y chocan sobre dos piletas de agua.
A modo de “Coda”, en el café puede verse “La dulce utopía”, el globo rosa de Mauricio Cattelan y Philippe Parreno suspendido que, con su araña antigua, alude a lo doméstico. En la librería el video de Elina Brotherus refleja cuerpo y naturaleza: durante tres meses la artista se bañó todos los días en el mismo lago y desde el mismo lugar; durante ese tiempo el paisaje cambia. Camino al auditorio se halla “Teléfonos” de Christian Marclay, uno de los imperdibles, y en la muestra hay muchos. Es un inteligente video, con secuencias de películas donde el aparato de línea fija tradicional (sí, también hay damas con teléfonos blancos) es la estrella; las escenas arrancan más de una bienvenida sonrisa en el espectador.
Las obras pertenecen a FRAC (Fondos regionales de arte contemporáneo de Francia)
Proa sorprende: ¿cómo es «La Suite», la muestra de colecciones francesas que desafía a nuestra época? Por Melisa Boratyn para MALEVA. Fotos: Philippe Bacqué.
La Suite (hasta septiembre de 2021) es una de esas muestras que a primera vista parece una cosa pero es otra, o mejor dicho es mucho más de lo que percibimos al entrar a las salas de Fundación PROA, algo que se repite una y otra vez frente a las expresiones contemporáneas. Pero no nos detengamos en eso que no entendemos sino en lo que nuestros cuerpos perciben a medida que entramos en contacto con cada una de las obras.
La Suite es un proyecto que comenzó a gestarse en el 2019, mucho antes de la pandemia y que al quedar postergado se vio forzado a re-significarse conceptual y espacialmente, enfrentándose a la necesidad de adaptación en especial frente al hecho de que los artistas y sus obras no iban a poder trasladarse.
Bajo la curaduría de Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino se seleccionaron y pusieron en sintonía trabajos de diferentes artistas que pertenecen a las colecciones FRAC (Fondos regionales de arte contemporáneo de Francia) que cuenta con una colección federal de más de 30.000 obras que refleja la diversidad de cada una de las regiones que la conforma. Es un proyecto excepcional donde un país destina dinero de su presupuesto para crear una colección pública que reúne a artistas de todas partes del mundo.
«La muestra engloba diversas interpretaciones ancladas en un presente que todavía espera el retorno de aquella “normalidad” que alguna vez tuvimos y que hoy esperamos con ansias que regrese. Es la incertidumbre de no saber lo que va a suceder en el futuro y que nos atemoriza al mismo tiempo que nos llena de vigor…»
La Suite no busca significar una sola cosa, sino que tanto el título como la muestra engloban diversas interpretaciones ancladas en un presente que todavía espera el retorno de aquella “normalidad” que alguna vez tuvimos y que hoy esperamos con ansias que regrese. Es la incertidumbre de no saber lo que va a suceder en el futuro y que nos atemoriza al mismo tiempo que nos llena de vigor.
Es una invitación a debatir temáticas que hoy se discuten mucho, como la idea de la autoría de una obra (el original y la copia) o el uso de materiales que forman parte de nuestra cotidianidad y que muchas veces no sólo ignoramos sino que descartamos, un recurso que desde hace décadas muchos artistas utilizan y que no parece tener fecha de caducidad. Hay otra cualidad que se distingue y disfruta en todo el recorrido y es la musicalidad directa e indirecta.
Las instalaciones, piezas site-specific y obras sonoras crean narrativas y juegan con los espacios en los que no solemos encontrar obras. Si bien en un principio la intención era jugar con todos los lugares habitables de la Fundación, como por ejemplo los baños, la idea tuvo que ser modificada. Aún así la carta de presentación de La Suite es una inmensa intervención del artista Peter Kogler que se adueña de la entrada, las paredes, el techo y la escalera que nos lleva hacía el primer piso. Si bien PROA ha sorprendido muchas veces con apuestas donde las obras se presentan por fuera de los lugares de exhibición, esta es una novedad que estimula desde el comienzo.
«La carta de presentación de La Suite es una inmensa intervención del artista Peter Kogler que se adueña de la entrada, las paredes, el techo y la escalera que nos lleva hacía el primer piso. Si bien PROA ha sorprendido muchas veces con apuestas donde las obras se presentan por fuera de los lugares de exhibición, esta es una novedad que estimula desde el comienzo…»
Dividida en tres salas conviven videos, instalaciones, fotografías, pinturas y esculturas que al relacionarse hacen de la muestra una obra en si misma repleta de movimientos, expresiones, silencios y tensiones. Sigismond de Vajay explica que «desde el inicio, la presencia de obras sonoras fue uno de nuestros lineamientos principales. La Suite apareció inicialmente en relación a la forma musical, como una secuencia de movimientos de danza, fragmentos de diferentes cosas que se acoplan y generan un ensamble».
¿Podemos decir que La Suite propone que vivamos una experiencia? A pesar de que esta expresión se ha vuelto casi un cliché, en este caso se adapta con comodidad a las intenciones propuestas que apuestan a la idea de hacernos sentir y vibrar a través de los trabajos que probablemente muchos conozcan aquí por primera vez. Esa es otra de las decisiones que se tuvo en cuenta al momento de pensar en los artistas, entre los que se encuentran sólo dos argentinos y dos extranjeros que vivieron muchos años en nuestro país, planteando la posibilidad poder conocer a artistas que actualmente desarrollan sus carreras en distintas partes del mundo.
Mientras que las primeras salas se enfocan en aspectos más complejos del ser y ese “qué será de nosotros después de todo eso” dónde se distingue el video de Mónica Bonvicini «Hammering out» y la extraordinaria pieza de Clement Cogitore «Las indias galantes», que combina el hip-hop con la conocida ópera-ballet estrenada en 1736 inspirada en diferentes comunidades indígenas. Cogitore nos traslada a un ambiente contemporáneo que hoy cobra un nuevo sentido y nos hace extrañar la sensación de cuerpos chocándose en una fiesta.
«A medida que avanzamos se apodera de nosotros una sensación de quietud en un entorno suave que permite a nuestros cuerpos reposar. Al recorrer los espacios podemos diferenciar detalles vinculados con la sonoridad y los timbres que van cambiando de graves melodías, ritmos y vibraciones sonoras hacia la música minimalista o la propia voz humana…»
A medida que avanzamos se apodera de nosotros una sensación de quietud en un entorno suave que permite a nuestros cuerpos reposar. Al recorrer los espacios podemos diferenciar detalles vinculados con la sonoridad y los timbres que van cambiando de graves melodías, ritmos y vibraciones sonoras hacia la música minimalista o la propia voz humana, creando una Proa sonora e interactiva.
En relación a esto «Sin título. Series IV-1,2,3» de Céleste Boursier-Mougenot nos traslada a otro mundo. Es una de las únicas obras que viajó ya que la artista afina de manera muy específica cada uno de los cuencos que confirma la obra para que produzcan una nota musical particular. La magia que sucede luego corre por parte del espacio, los movimientos del agua y los propios objetos.
Para la mayoría de los artistas la forma de trabajo fue diferente dado que las obras tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones y fueron re-construidas acá, lo que nos invitan a debatir acerca del tema de la originalidad del trabajo y el desafío de entender las necesidades del artista. Sobre esto último los curadores explican que «la idea de la construcción en modo remoto es en sí misma una práctica contemporánea. Logramos concretar la re-adaptación de las piezas o del “ensamble” con un efecto impensado. A todos, incluso a los artistas, nos pareció mucho más interesante exhibir una obra nueva antes que repetir una pieza de hace 25 años«. La Suite es por sobre todo una muestra creada a pesar de los desafíos y un ejemplo de perseverancia y trabajo colectivo.
Galería:
Curada por Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino, la selección de obras de artistas de los Fondos Regionales de Arte Contemporáneo, incluye fotografías, performances, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas site-specific y tematiza problemáticas de actualidad como la autoría de la obra, el original y la copia, y el uso de materiales cotidianos como sustento, entre otras. Las instalaciones sonoras marcan una puntuación que amplía las dimensiones sensoriales del espectador.
Un contundente conjunto de piezas de artistas contemporáneos internacionales se expande por las salas de Fundación Proa interpelando nuestra visión, audición y presencia corporal, a través de un recorrido que propone un tiempo y un espacio tan fragmentados como compactos. Las 41 piezas provenientes de las colecciones públicas FRAC (Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia, que poseen en total treinta mil obras) se agrupan casi con naturalidad –mérito de los curadores Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino– siguiendo y jugando con la estructura de la composición musical de la suite con sus movimientos breves de distinto carácter y ritmo. Un logro nada sencillo al considerar las muy diversas poéticas (con sus formatos –video, instalación, pintura, escultura, fotografía, arte sonoro, site specific– y planteos conceptuales) desplegadas en diferentes momentos históricos y por parte de artistas de variadas procedencias geográficas.
Ingresar en la recepción (Preludio) de Proa es hacerlo al mismo tiempo a la hipnótica instalación del austríaco Peter Kogler, la cual transforma el ambiente por completo. Con este primer efecto visual y perceptivo pasamos a la sala 1 (Pulso), donde el video de la italiana Monica Bonvicini introduce el sonido a partir de los martillazos de una mujer sobre una pared blanca. A esta acción de destrucción se le opone el equilibrio de la gran rueda en bloques de cemento del artista francés Vincent Ganivet y la inestabilidad de los barriles sobre mesas oblicuas del suizo Roman Signer. La sala 2 (Scherzo) nos sitúa en una gran variedad de ritmos y experiencias físicas, visuales y auditivas con eje en el cuerpo. Las gradas vacías de la francesa Séverine Hubard nos enfrenta al presente con los espacios vedados al público. Cerca de ellas, de un contenedor de basura surge constantemente espuma blanca conformando una escultura orgánica, de Michel Blazy. A pocos pasos se exhiben tres videoperformances de la década del 70: la estadounidense Joan Jonas pone de manifiesto la tensión ser humano-naturaleza; la rumana Geta Brătescu aborda lo visible y lo oculto; y la chilena Lotty Rosenfeld plantea el cuerpo como denuncia política. Se encuentran, entre otras obras, el video de Clément Cogitore, las fotografías de Joel-Peter Witkin y la instalación de Shilpa Gupta.
La sala 3 (Andante) propone un espacio-tiempo de quietud con predominio del blanco, que nos acerca al silencio. Enseguida la mirada se posa en los enormes cubos blancos de Vincent Lamouroux y, al elevarla hacia el techo, descubrimos los ventiladores del mexicano Gabriel Orozco de cuyas astas penden y danzan tiras de papel higiénico. La pintura aparece en tres obras del argentino Víctor Florido y cerca de ellas nos atraen los poéticos destellos del video de la francesa Jennifer Douzenel, y más.
Laurent Perbos
Souches, 2009/2021 (Tocones de árbol)
Mangueras Dimensiones variables
Colección FRAC Provence-Alpes-
Côte d’Azur
© Laurent Perbos
En la última sala (Paisaje reinterpretado), los trabajos abordan problemáticas ambientales. La pintura mural de Pauline Fondevila con la representación del Riachuelo en color negro, símbolo de su polución; el bosque con árboles mutilados (construidos con mangueras) de Laurent Perbos; las piletas de Céleste Boursier-Mougenot con un sonido producido por el sutil choque entre sí de las vasijas de porcelana debido al movimiento del agua. Y finalizamos con la imagen de esa enorme esfera rosada colgante y el candelabro deLa dulce utopíade Maurizio Cattelan - Philippe Parreno, con su alusión a un espacio de convivencia.
Otro acierto curatorial son los textos de sala, que guían al público ofreciéndole las claves de lectura de las distintas propuestas artísticas de manera clara y concisa. Cada obra integrante de esta suite nos introduce, así, en un universo específico del cual salimos renovados para sumarnos al siguiente, en una experiencia reflexiva y vital necesaria en este complejo presente.
Artistas que participan:
Artistas: Michel Blazy (Francia, 1966), Monica Bonvicini (Italia, 1965), Céleste Boursier-Mougenot (Francia, 1961), Elina Brotherus (Finlandia, 1972), Tom Burr (Estados Unidos, 1963), Jennifer Douzenel (Francia, 1984), Maurizio Cattelan (Italia, 1960) / Philippe Parreno (Argelia, 1964), Michel François (Bélgica, 1956), Víctor Florido (Argentina, 1976), Pauline Fondevila (Francia, 1972), Vincent Ganivet (Francia, 1976), Shilpa Gupta (India, 1976), Séverine Hubard (Francia, 1977), Joan Jonas (Estados Unidos, 1936), Peter Kogler (Austria, 1959), Vincent Lamouroux (Francia, 1974), Christian Marclay (Estados Unidos, 1963), Gordon Matta-Clark (Estados Unidos, 1943), Arno Rafael Minkkinen (Finlandia, 1945), Carsten Nicolai (Alemania, 1965), Gabriel Orozco (México, 1962), Laurent Perbos (Francia, 1971), Denis Savary (Suiza, 1981), Joel-Peter Witkin (Estados Unidos, 1939)
Se trata de “La Suite”, una muestra que reúne piezas de 41 artistas de todo el mundo, la mayoría inéditas en el país
12 de Julio, 2021Pensada en 2019 por los curadores Sigismond de Vajay y el chaqueño Juan Sorrentino, la muestra "La Suite" se expone en la Fundación PROA, en la ciudad de Buenos Aires, ubicada en avenida Pedro de Mendoza 1929 del barrio de La Boca, donde permanecerá abierta hasta octubre.
“La Suite” es una muestra que se compone de piezas de 41 artistas de todo el mundo, la mayoría inéditas en Argentina, tales como fotos, instalaciones, esculturas, videos, pinturas, arte sonoro y site-specifics elegidos entre las 30 mil obras que integran los Fondos Regionales de Arte Contemporáneo (FRAC) de Francia.
Con “La Suite” PROA reabre sus puertas tras las últimas restricciones sanitarias e invita a reunirse, protocolos mediante, luego de haber sido rediseñada tras la irrupción de la crisis por la pandemia.
Para visitar la muestra, los recorridos serán con reserva online, control de temperatura al ingreso, uso de barbijo y máscaras todo el tiempo, lavado de manos, distanciamiento social, indicaciones de circulación y rellenado obligatorio de un formulario con los datos de cada visitante.
"Como no habrá el turismo que solía haber en La Boca y el público será muy residente, priorizamos artistas desconocidos: extranjeros que exhiben su obra en Argentina por primera vez u obras inéditas de autores locales inspirados en el espíritu de la FRAC", explicó De Vajay.
Fuente: Télam
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Además, reabren sus puertas el Museo Nacional de Bellas Artes y el de Arte Decorativo. Para los amantes de las series, recomendamos la más vista del streaming.Es una de las series más vista de la plataforma Netflix en la Argentina y no es jugada exclusivamente por sus escenas de sexo, sino también por plantear el tema con una mirada femenina, desde las fantasías eróticas a la vida “ideal” y el deseo. Se estrenó el 25 de junio y se ubicó en el primer puesto rápidamente.
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Está basada en las memorias de BB Easton, tiene ocho capítulos y está protagonizada por Billie Connelly, una mujer con, aparentemente, una vida perfecta: está casada, tiene hijos y vive en una casa hermosa de un elegante barrio de Connecticut. Allí Billie se dedica a sus hijos chicos mientras su pareja atraviesa un rutina que no la satisface. Ocasionalmente, recuerda su vida previa, en la que tenía una carrera y vivía su sexualidad libremente.
El quiebre llega cuando decide escribir sobre su relación con su exnovio, Brad, con quien tenía una apasionada vida sexual. Pero su marido encuentra el texto y le propone cumplir sus fantasías. De allí en más, se plantea un triángulo amoroso.
La temporada lírica del Teatro Colón ya está en marchaEl jueves se inauguró la temporada lírica del Teatro Colón con Altri Canti, una selección de piezas del compositor italiano Claudio Monteverdi. La dirección musical es de Marcelo Birman, al frente de un Ensamble Barroco con instrumentos de época. Las piezas que conforman el programa proponen un viaje a la Italia de principios del siglo XVII, a través de las voces de Oriana Favaro, Daniela Tabernig, Adriana Mastrángelo, los barítonos Víctor Torres y Alejandro Spies, los bajos Hernán Iturralde e Iván García, los tenores Santiago Martínez y Pablo Urban y el contratenor Martín Oro, entre otros. El vestuario es de Renata Schussheim.
Funciones: sábado 10 a las 20:00, domingo 11 a las 17:00 y martes 13 a las 20:00/ Entradas en venta únicamente de forma online www.teatrocolon.org.ar
Vuelven el Bellas Artes, el Decorativo y otros museos nacionalesDesde el viernes, bajo protocolos sanitarios y con reserva, se retomaron las actividades en el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional de Arte Decorativo y otras salas nacionales, como el Museo Nacional del Grabado y el Centro de Arte Sonoro (CASo).
Además, desde este sábado, reabren la Casa Histórica Museo Nacional de la Independencia, ubicada en Tucumán, y el Museo de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia, en Córdoba.
El Museo de Bellas Artes, ubicado en Avenida del Libertador 1473, continúa la exposición El canon accidental: Mujeres artistas en Argentina (1890-1950), que reúne más de 80 obras realizadas por 44 artistas mujeres y se propone cuestionar el relato oficial de la historia del arte desde una perspectiva feminista. El Museo Nacional de Arte Decorativo, que se encuentra en Avenida del Libertador 1902, presenta su tradicional recorrido por los salones del palacio integrado por la colección de obras europeas y orientales adquiridas por la familia Errázuriz Alvear, que forman parte de su patrimonio.
A 10 años del asesinato de Facundo Cabral, un streaming en su recuerdoA 10 años del crimen de Facundo Cabral, el patagónico Mauro Guiretti presenta este sábado 17 con un concierto vía streaming de su disco homenaje “Esclavo de libertad”. El juglar argentino fue asesinado en Guatemala el 9 de julio de 2011 en una emboscada preparada para un narcotraficante.
“Esclavo de libertad” reúne clásicos de Cabral como “Vuele bajo”, “No soy de aquí ni soy de allá”, “Amigo mío” o “Vida sencilla”, entre otras, en un grabación que contó con la participación de Piero (padrino artístico de Guiretti), del cordobés Andy Fierro y de Pablo Fernández.
El recital de la sala porteña IFT se transmitirá por streaming el sábado 17 a las 21:00/ Entradas disponibles en Entrada Uno.
“La Suite”: Fundación Proa y una muestra visual dedicada al oídoLa Fundación Proa presenta una exposición que, por su contenido y armado, tiene características inéditas. Apenas se cruza su puerta, una trama de líneas negras ondulantes se extiende en el piso, paredes y techo, que impactan por su carácter tridimensional. Diseñado por el artista austríaco Peter Kogler y realizado por un equipo local, la propuesta también apela al oído, sentido que gana visibilidad en sociedad con las artes visuales.
La exposición reúne obras pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds regional d’art contemporain / Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia), en clave musical, relacionadas con el marco que le impuso la pandemia al mundo. “La Suite” puede ser visitada durante julio de forma gratuita con pedido reserva previa para respetar el aforo autorizado.
Curada por Sigismond de Vajay -artista, curador y editor- y Juan Sorrentino -artista sonorovisual- se presenta en 5 etapas: Preludio, Pulso, Scherzo, Andante y Coda. La muestra incluya piezas de grandes figuras como Maurizio Cattelan, Joan Jonas, Lotty Rosenfeld, Gabriel Orozco, el fotógrafo estadounidense Joel-Peter Witkin y Christian Marclay, que en su mayoría presentan sus proyectos por primera vez en la región.
Fundación Proa: Av. Pedro de Mendoza 1929 Hasta el octubre con entrada gratuita en julio/ Con reserva de turno en proa.org
Más sobre:Descargá la app de TN y mantenete informado
AndroidiOSEl término suite que da nombre a la muestra refiere a variados y múltiples significados. En el contexto actual donde el mundo está a la espera de una supuesta “normalidad”, la expresión francesa “comment vient la suite” (“qué va suceder”), expresa la incertidumbre sobre el porvenir, sobre el nuevo futuro. También, la suite es una pieza musical con una estructura que se compone de movimientos breves.
Ambos significados están presentes en la curaduría al proponer un conjunto de obras sonoras e instalaciones que crean múltiples narrativas, alterando los límites entre el exterior y el interior de Proa.
Artistas: Michel Blazy (Francia, 1966), Monica Bonvicini (Italia, 1965), Céleste Boursier-Mougenot (Francia, 1961), Elina Brotherus (Finlandia, 1972), Tom Burr (Estados Unidos, 1963), Jennifer Douzenel (Francia, 1984), Maurizio Cattelan (Italia, 1960) / Philippe Parreno (Argelia, 1964), Michel François (Bélgica, 1956), Víctor Florido (Argentina, 1976), Pauline Fondevila (Francia, 1972), Vincent Ganivet (Francia, 1976), Shilpa Gupta (India, 1976), Séverine Hubard (Francia, 1977), Joan Jonas (Estados Unidos, 1936), Peter Kogler (Austria, 1959), Vincent Lamouroux (Francia, 1974), Christian Marclay (Estados Unidos, 1963), Gordon Matta-Clark (Estados Unidos, 1943), Arno Rafael Minkkinen (Finlandia, 1945), Carsten Nicolai (Alemania, 1965), Gabriel Orozco (México, 1962), Laurent Perbos (Francia, 1971), Denis Savary (Suiza, 1981), Joel-Peter Witkin (Estados Unidos, 1939)
Eventos más vistos08/07/2021 12:23 - LA SUITE
PROA abre sus puertas con una experiencia inmersiva donde el hilo conductor es el sonidoLa muestra que hasta octubre podrá recorrerse en PROA -Avenida Pedro de Mendoza 1929, CABA- reúne piezas de 41 artistas de todo el mundo, la mayoría inéditas en Argentina: fotos, instalaciones, esculturas, videos, pinturas, arte sonoro y site-specifics elegidos entre las 30 mil obras que integran los Fondos Regionales de Arte Contemporáneo (FRAC) de Francia.
Por Dolores Pruneda Paz
La Fundación PROA reabre hoy tras el segundo cierre obligado por pandemia con novedades varias. La principal, como espacio de arte, es que lo hace con nueva e interesante muestra, La suite, donde reúne una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds regional d’art contemporain – Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia), que durante julio puede ser visitada gratuitamente, pedido protocolar de reserva mediante.
En este regreso, además, el espacio tuvo una renovación en detalles que la vuelven más atractiva para los públicos, como una reformulación de la zona de la librería -con una sección especializada en niños, por ejemplo- como de su Café, con el balcón que fue elevado para que mientras se degusta algún plato se pueda apreciar su privilegiada ubicación en La Boca, con el Riachuelo y aquel imaginario arquitectónico que Quinquela Martín hizo lienzo.
Ahora, La Suite. La exposición, curada por Sigismond de Vajay -artista, curador y editor- y Juan Sorrentino -artista sonorovisual- se presenta en 5 etapas: Preludio, Pulso, Scherzo, Andante y Coda, y si bien esta conformación refiere a una pieza musical con una estructura que se compone de movimientos breves, además la elección del nombre puede ser tomada desde la expresión francesa “comment vient la suite” (“qué va suceder”), en pos de la incertidumbre sobre el porvenir de los tiempos pandémicos, como de su ascepción de habitación, de espacio que contiene.
Y hay algo de todo eso a lo largo de una exhibición coral y de tipo collage que incluye fotografías, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas site-specific, a partir de las cuales se problematiza sobre esta época excepcional atravesada por el coronavirus desde distintas perspectivas: tanto desde lo simbólico, lo referencial directo, como sobre el sistema de reproducción del arte, los nuevos desafíos, como los de montar una muestra con obras de otros países en un mundo cerrado y cambiante.
La muestra comienza a corporizarse haciendo visible lo etéreo y lo infinito, con una impresión en vinilo de Peter Kogler, hecha específicamente para la fundación, que envuelve toda la recepción a partir de líneas que se ramifican, ensanchan y cruzan sobre paredes y techo, como representación de las ondas de sonido que atraviesan el espacio y el tiempo.
La impresión que integra el Preludio se presenta así en tanto ingreso a uno de los sentidos de la puesta, el del sonido, y también como puente a la alegoría de la caverna platónica, explican los curadores, “dado que allí se genera una total inmersión, una apariencia de cambio en las proporciones de la figura humana”.
Durante agosto, en la explanada de ingreso, se instalará Púrpura profundo (Deep Purple), de Tom Burr, una obra que se apropió del concepto de la famosa Tilted Arc de Richard Serra, realizada en los ’80. La pared púrpura de madera y acero pintado de Burr -la de Serra fue realizada en acero corten, que tiene la propiedad que la oxidación natural (y buscada) proteja a la pieza- funciona en varios sentidos: por un lado como una suerte de pared acústica simbólica y se sumerge de pleno en la cuestión de la tradición posmodernista de la apropiación.
Y es que una de las características de la muestra es que sus participantes, salvo Gordon Matta-Clark, está compuesta por todos artistas vivos, y a partir de la mirada curatorial se logra un corpus poético para representar un presente que se vuelve singularisimo históricamente, si tenemos en cuenta que es la primera vez que el arte -que no piensa en términos pictóricos o escultóricos tradicionales- enfrenta un escenario pandémico común en lo global.
Qué se dirá sobre este momento del arte en el futuro no solo pasará por las obras realizadas como manifestación inevitable del contexto, sino también pensando cómo ese contexto produjo una ruptura más profunda aún de lo que se considera una obra única, irrepetible, intransmutable.
En ese sentido, la propuesta de PROA también indaga en la incorporeidad del arte, en la expresión espiritual y en lo fluido de la tecnología, en que la que cada pieza puede viajar en tanto información y convertirse en tanto física, a miles de kilómetros de donde fue pensada como sitio específico y, así, generar la apertura para nuevos paradigmas.
La exhibición fue pensada en 2019, cuando el mundo era el viejo mundo, y con la pandemia no solo se postergó un año, sino que además se alteró la idea original. Lo que iba a ser el tradicional transporte de obras desde las distintas jurisdicciones FRAC, se convirtió -en tiempos de fronteras intermitentemente cerradas y altos costos de transporte, seguros, etc- en un pase de instrucciones y fórmulas, práctica que, sin dudas, llegó para quedarse en el mundo del arte y que fue utilizada, por ejemplo, en varias piezas que se presentaron en Cuando cambia el mundo, realizada en el Centro Cultural Kirchner en marzo de 2021.
Volviendo. En la primera sala, Pulso, el sonido de un golpeteo persistente pero no maquinal, por ende humano, en el video Martilleando (un viejo argumento) de Monica Bonvicini, genera la atmósfera para las otras dos piezas que parecen a punto de perder el eje: la Rueda de Vincent Ganivet y los Dos barriles en una mesa partida, a modo de planos inclinados, de Zwei Fässer.
El pulso podría ser entonces no solo ese estímulo periódico corto que late oculto a primera vista, sino también aquello -lo invisible otra vez- que mantiene un equilibrio sobre las estructuras que por su forma circular -o sea, por lo inevitablemente gravitacional- deberían caer, deberían rodar, sin embargo persisten, desafiando a la lógica física, proponiendo una lectura sobre la continuidad de las cosas -para bien o para mal- aún cuando se las encuentre imposibles.
El Scherzo, nombre de la segunda sala, es un movimiento fijo, rápido, que compone a la sinfonía y es entonces el espacio más desarrollado en esta estética de collage musical de toda la muestra.
La Tribuna libre, realizada con cajón verdulero, de Séverine Hubard remite a los espacios culturales inhabitados, a los espectáculos vacíos, a ese público ausente a través de un dispositivo que -al presentar cada eslabón por su boca y no por su base- manifiesta un objeto que rechaza, que no está preparado.
Más allá de la mirada actual, esa ausencia en las tribunas no es solo la de la pandemia, ya que en el conjunto de obras que la rodean resuena una pasividad social hacia distintas problemáticas que remarcan un mundo herido por la industrialización ciega, la sobrepoblación y la reproducción indiscriminada de basura.
Veamos. En el centro de la escena se encuentra el Jardín de basura: depósito de desechos, de Michel Blazy, donde la espuma desborda un contenedor industrial. La espuma, asociada a lo limpio, a lo estético y por qué no a lo inocente, avanza indiscriminadamente, brota sin pausa y solo estamos allí como espectadores maravillados por su avance, sin un sentido crítico de su expansión.
En dos videos - El final del día, de Matta-Clark y Pasajes III, de Sebastián Díaz Morales- se problematiza sobre la destrucción de las fábricas muertas y la continuidad de la vida desenfrenada -en este caso en Yakarta- donde Díaz Morales sigue a un caminante solitario que se atreve a atravesar un mar de motos, caminar por autopistas y calles en las que otros transportes parecen devorar la escena. Es el cuerpo que se expone, que se presenta indómito, móvil, pero a la vez se encuentra rodeado.
PlayOtros tres piezas de videos (Viento, de Joan Jonas; Las manos, para mi ojo, la mano de mi cuerpo reconstituye mi retrato, de Geta Brătescu, y Una milla de cruces sobre el pavimento, de Lotty Rosenfeld) también recorren la cuestión del cuerpo como medio, contra la naturaleza, contra uno mismo, contra el sistema político.
En un habitáculo independiente, se presenta En nuestros tiempos de Shilpa Gupta, un subibaja con micrófonos en los extremos, que en la voz de la artista recitan de manera aleatoria y desordenada textos de la independencia de India y Pakistán, y ahondan en la cuestión de la palabra como eje de construcción de sentidos necesarios, aún en la inestabilidad.
La sala se bifurca para introducir un video musical y coreografiado de Clément Cogitore, Las Indias galantes, donde la obra maestra barroca de Jean-Philippe Rameau se presenta en clave de street dance y continúa en otra salita para las fotografías, siempre shockeantes, de Joel-Peter Witkin.
La muerte, cadáveres (o partes de ellos), como enanos, transexuales, hermafroditas o personas con deformaciones físicas son capturadas en obras que componen escenas bíblicas, mitos o pinturas famosas, con el procedimiento de gelatino-bromuro, utilizado a fines del siglo XIX. Los cuerpos son, ahora, atravezados por los relatos culturales, aún aquellos que no se encuentran dentro de una estética aceptada.
Andante, el tercer espacio, hace referencia al tempo, la velocidad con la que se ejecuta una pieza. El Ventilador de Gabriel Orozco que aparece en la entrada parece excitar al aire, convertirlo en viento y afectar la superficies de las otras obras hasta hacerlas vibrar, como en el Canal de olas de Carsten Nicolai, en el que de menos a más se pasa de la calma a la oscilación, algo que se reproduce en el video Destello, de Jennifer Douzenel, donde una toma de trípode fijo captura en plano cerrado el ondular de la luz en la bamboleante superficie del mar.
El cuerpo resurge en la video-instalación de La secuencia de la bahía negra de Elina Brotherus en el que una mujer ingresa al agua en diferentes momentos del día y en Domingo, de Denis Savary, una pieza fílmica de toma abierta y distante, donde una multitud transita una tierra desértica y blanca como en figuras realizadas por Brueghel el viejo.
En el extremo, una serie de cubos blancos se entrelazan, parecen desprenderse de la pared, surgir como minerales geométricos rompiendo con la linealidad del cubo, con el orden. Es AR.07, de Vincent Lamouroux, una de las piezas de mayores dimensiones, que sugiere una realidad alternativa.
En la escalera hacia Coda, el último espacio, la fotografías de Arno Rafael Minkkinen, en la que unos pies parecen caminar sobre el agua y en la que unas manos introducen hacia la naturaleza, proporcionan la transición justa, ya que la sala del segundo piso es una suerte de ecosistema que cierra el concepto de Scherzo, al inicio de la muestra.
Los Tocones de árbol (Souches) de Laurent Perbos realizados con cortes de mangueras nos hablan de esa sustitución de los productos de la tierra por lo industrial, haciendo juego con el mural oscuro de Pauline Fondevila, 13 lunas en el Riachuelo.
Un poco más allá, los tubos Azules del cielo, de Patxi Bergé, nos reflejan las derivas cromáticas de un firmamento que puede ser moldeado, modulado, reconvertido y que aún así nos es reconocible.
PlayFrente a ellos se encuentra la pieza sin título de Céleste Boursier-Mougenot, en la que dos estanques circulares contienen toda una serie de cuencos que la artista afinó personalmente para que cada uno generase una nota musical diferente. Así, a partir de la circulación de agua, se van moviendo de manera aleatoria y generando pequeñas sinfonías al contacto, como en una reformulación del cuenco tibetano o rin gong -pero en porcelana- que depende del caos para existir, pero que genera un efecto de relajación similar.
El cierre se encuentra en la librería con La dulce utopía, del dueto Maurizio Cattelan - Philippe Parreno, una esfera de vinilo color rosa chicle, que a modo de globo aerostático parece elevarse por el aire caliente que genera candelabro antiguo.
*La Suite, en Fundación Proa, Av. Don Pedro de Mendoza 1929, La Boca CABA. Desde hoy hasta el octubre, entrada gratuita en julio. Click aquí para reservar entradas
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Se inaugura en Fundación Proa La Suite, exposición compuesta por una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds Regional d’Art Contemporain – Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia), con curaduría de los artistas Sigismond de Vajay – Juan Sorrentino.
El término suite que da nombre a la muestra refiere a variados y múltiples significados. En el contexto actual donde el mundo está a la espera de una supuesta “normalidad”, la expresión francesa “comment vient la suite” (“qué va suceder”), expresa la incertidumbre sobre el porvenir, sobre el nuevo futuro. También, La Suite es una pieza musical con una estructura compuesta por movimientos breves.
Ambos significados están presentes en la curaduría al proponer un conjunto de obras sonoras e instalaciones que crean múltiples narrativas, alterando los límites entre el exterior y el interior de Proa. Los curadores comentan sobre La Suite: “tiene muchas maneras de interpretarse, pero a nosotros nos interesa pensar a este conjunto de obras breves que forman un gran movimiento, una gran obra que es La Suite compuesta por muchas piezas -que lógicamente tiene que ver con lo musical-, con la experiencia, con lo espacial y además con el juego de la idea del porvenir. Son ideas muy presentes en este momento, por el contexto”.
El proyecto comenzó a diseñarse en 2019, adaptándose curatorial y conceptualmente a la nueva realidad de los espacios culturales. Partiendo de los lenguajes de la práctica artística contemporánea, que permiten la edición de nuevas versiones de los site-specific, la ejecución a distancia y la adaptación de la obra a cada espacio expositivo, La Suite se conformó con un grupo de piezas que ponen en diálogo a artistas distantes tanto en el espacio como en el tiempo.
La selección de obras incluye fotografías, performances, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas site-specific y tematiza problemáticas de actualidad como la autoría de la obra, el original y la copia, y el uso de materiales cotidianos como sustento, entre otras. Las instalaciones sonoras marcan una puntuación que amplía las dimensiones sensoriales del espectador.
Una gran oportunidad para recorrer una exposición multidisciplinaria, con obra de artistas internacionales que en su mayoría presentan sus proyectos por primera vez en nuestro país y en la región.
Artistas:
Michel Blazy (Francia, 1966), Patxi Bergé (Francia, 1988), Monica Bonvicini (Italia, 1965), Céleste Boursier-Mougenot (Francia, 1961), Geta Brătescu (Rumania, 1926-2018), Elina Brotherus (Finlandia, 1972), Tom Burr (Estados Unidos, 1963), Clément Cogitore (Francia, 1983), Sebastián Díaz Morales (Argentina, 1975), Jennifer Douzenel (Francia, 1984), Maurizio Cattelan (Italia, 1960) / Philippe Parreno (Argelia, 1964), Michel François (Bélgica, 1956), Víctor Florido (Argentina, 1976), Pauline Fondevila (Francia, 1972), Vincent Ganivet (Francia, 1976), Shilpa Gupta (India, 1976), Séverine Hubard (Francia, 1977), Joan Jonas (Estados Unidos, 1936), Peter Kogler (Austria, 1959), Vincent Lamouroux (Francia, 1974), Christian Marclay (Estados Unidos, 1963), Gordon Matta-Clark (Estados Unidos, 1943-1978), Arno Rafael Minkkinen (Finlandia, 1945), Carsten Nicolai (Alemania, 1965), Gabriel Orozco (México, 1962), Laurent Perbos (Francia, 1971), Lotty Rosenfeld (Chile, 1943-2020), Denis Savary (Suiza, 1981), Roman Signer (Suiza, 1938), Joel-Peter Witkin (Estados Unidos, 1939)
La Suite
Mirada sobre los artistas de la colección Frac
Desde el 1 mayo al 1 de septiembre de 2021
Curaduría: Sigismond de Vajay – Juan Sorrentino
Fundación Proa
Avda. Pedro de Mendoza 1929
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
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Estanque artificial. El curador Juan Sorrentino, en la muestra "La Suite" en Proa. Foto Emmanuel Fernández
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Qué es lo que disfrutamos en un museo es algo difícil de precisar. A veces vemos mundos pasados, a veces admiramos talento; a veces nos divertimos, a veces nos enojamos, nos quedamos sin comprender. Qué es esta emoción de recorrer salas enormes y ver ruedas de hormigón o barriles o espuma que sale de un contenedor. Eso pasa y eso me pregunto en la muestra La suite, con la que reabre Fundación Proa.
La exposición abre este jueves, en La Boca. La tiene difícil Proa: lo que ponga en sus salas siempre compite con el río, enfrente, presente, colándose por los ventanales. Esta vez son fotografías, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas hechas especialmente para el lugar.
Las obras son parte de la colección de los Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia. Pero, ah, casi todo se hizo acá: cosas del arte contemporáneo; se trata de una idea que se puede transmitir para que otro la ejecute. Lo que llegan son instrucciones. ¿Son idénticas todas las versiones? No, pero la obra -la idea, el efecto- es la misma.
Enrique Sotera, realizador, con la obra de Laurent Perbos, en Proa.
"Tengo años de interpretar a otros", dice, máquina en mano, Ernesto Sotera. Está levantando Tocones de árbol, una obra de Laurent Perbos (Bordeaux, 1971) hecha con mangueras. Un bosque trunco y seco, pero colorido y hecho a mano.
"Esta obra es muy laboriosa", dice. Y "acá en el original quedaba un hueco pero preferí hacer un giro con las mangueras y..." Sonríe con un discreto orgullo. Hasta el tipo de manguera y el pegamento que había que usar le indicaron. Pero el pegamento no existía acá, así que ahí también tuvo que ponerse creativo.
Pero empecemos por el principio, por la puerta. Una especie de vértigo tomó la entrada de Fundación Proa. Algo así como una telaraña que cubre el piso y las paredes y de la que hay que abstraerse... o huir. "Impresión digital en vinilo", dice la guía. Es una obra que Peter Koglar (Austria, 1959) diseñó especialmente para este hall. Hola, ya estamos en un lugar de arte, un lugar distinto, quedó claro. Pasemos a la otra sala.
Entrada vertiginosa. Una obra de Peter Koglar cubre el acceso a Proa. Foto Emmanuel Fernández
"Se trata de la tensión" -¿la tensión de la pandemia que vivimos?-, dice uno de los curadores, Juan Sorrentino (el otro es Sigismond de Vajay).
Estamos frente a una rueda hecha con bloques de hormigón y tacos de madera. Los ajusta una cinta pero no los unen tornillos, nada: es una obra de Vincent Ganivet (Suresnes, 1976). En la misma sala otros objetos tan "poco artísticos" como dos barriles. Están puestos sobre planos inclinados, sostenidos pero late ahí la amenaza de la caída y ¿la explosión?
Los barriles son obra de Roman Signer (Appenzell, Suiza, 1938) y entre tanto material de construcción -¿la reconstrucción que habrá que hacer inevitablemente?- no es raro que suenen golpes, como una maza. En la recorrida. pienso que bueno, al lado, por acá, habrá alguien trabajando pero doy vuelta una parecita y no encuentro un obrero sino un video.
Así es: un video -golpes de maza, golpes de maza, golpes de maza- donde una mano femenina va rompiendo el revoque hasta llegar al ladrillo. La obra es de Monica Bonvicini (Venecia, 1955) y se llama Martillando (un viejo argumento). Lo que es necesario romper lo irá pensando quien mire, si se queda un rato.
La tribuna vacíaY entonces una vuelta más y ahí está la tribuna. Como de anfiteatro pero el barrio hace pensar también en la cancha. Tribuna libre, se llama, de hecho y la pensó Séverine Hubard, una artista francesa que vivió en Buenos Aires. Con cajones de manzana está hecha, más frágil no puede ser. Pero los cajones no están dados vuelta sino dispuestos como se usan para poner las manzanas; es decir, nadie se puede sentar ahí.
Es una obra de 2021. ¿Habla del vacío de los lugares públicos? ¿De la vida social? ¿De cómo se vaciaron los teatros, de las canchas, las salas como esta? Hay que ir y sentirlo. Y me cuentan.
Con cajones de manzana. La obra de Hubard, ¿la fragilidad y el vacío? Al costado, la espuma cae del contenedor de basura. Foto Emmanuel Fernández
Ahí nomás, frente los cajones sale espuma de un contenedor de basura que creó Michel Blazy. Una "fuente urbana" me dice Sorrentino. La espuma blanca, suave, tentadora -¿se podrá tocar?- pero en el tacho. Con los cajones al lado, algún efecto urbano produce, además. Y no cualquiera: una ciudad precaria y cercana: a cada rato vemos gente con gancho pescando algo que no es espuma de contenedores así.
Mientras tanto, se oye un ruido como de motor. ¿Qué es eso? La respuesta, en la otra sala: una bandeja de aluminio de Carsten Nicolai (Chemnitz, Alemania, 1955) contiene agua. Y debajo de ella, unos parlantes van tocando distintas notas. Según qué toque, el agua hace figuras. Y se han hecho "copias" de esas figuras, que cuelgan de la pared. Es hipnótico.
Esta sala es blanca, calma. Por al lado de una obra pasa el 29. ¿Qué? Miro dos veces: ¿es un video que recuerda dónde estamos? No, es una puerta vidriada. La avenida Pedro de Mendoza, gente, hasta un poco de Riachuelo si uno se queda y mira. No está mal.
Si me doy vuelta, de espaldas al 29 hay una especia de montaña geométrica que ciega de blanca. O cubos desparramados. La obra es de Vincent Lamouroux (1974) y apostamos que será la que va a funcionar en Instagram, la que usaremos para subir nuestra foto.
Blanco sobre blanco. La obra de Vincent Lamouroux en Proa. Foto Emmanuel Fernández
O quizás compita, en el piso de arriba con los árboles de Sotera (y de Lauret Perbos). Tan plásticos, tan lindos, tan desoladores. Consolados apenas por el sonido acuático de unos cuencos que, efectivamente, flotan en dos estanques redondos. Es un trabajo de Céleste Boursier-Mougenot (Niza, 1961) y los cuencos, afinados para dar distintas notas, sí viajaron desde Francia.
Árboles y estanques, recuerdos de la naturaleza y de la intervención humana en ella. ¿Qué otra cosa es el arte que algo que no es natural, incluso cuando se hace con elementos que sí lo son? El arte es artificio, decía el ruso Victor Shklovski. Desnaturaliza, justamente, y así nos hace volver a ver lo que por efecto de estar siempre ahí ya no percibíamos.
Ya yéndonos, un globo de helio que se verá mejor desde el café que tiene Proa. Es obra de una celebridad, Maurizio Cattelan, con Philippe Parreno. Un globo rosa debajo del que cuelga un candelabro antiguo y comprado en Buenos Aires. El título pesa: se llama La Dolce Utopia. Una utopía rosada, antigua, con intenciones de belleza, me hace pensar en mi abuela.
Una utopía rosa y antigua. La obra de Cattelan y Parreno. Foto Emmanuel Fernández
Volver a ver, volver a mirarnos, bajar un cambio y mirar la música. Algo de eso -¿será?- es parte de la felicidad de recorrer esta muestra y no hay transmisión por zoom que nos pueda hacer sentir algo parecido.
Un paso atrás, en un video, la chilena Lotty Rosenfeld pinta cruces blancas sobre la ruta, en 1979, plenos pinochetismo y muerte en su país. Cuando bajo la escalera, desde la calle se mete por la ventana una enorme cruz del mismo color, plantada en la ribera. El mundo se parece tanto al arte.
PK
FichaLa suite
Dónde: Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929.
Cuándo: Desde el 8 de julio de 2021.
Horarios: De jueves a domingos de 12 a 18.
Entrada: En julio, gratis.
Curadores: Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino.
Visitas: Reservar acá.
Basta abrir la puerta de Fundación Proa para iniciar la experiencia: una trama de líneas negras ondulantes que se extiende por el piso, las paredes y el techo convierte la recepción en una obra de connotaciones múltiples. Al impacto de lo tridimensional, potenciado tras un año y medio de sobreadaptación a las pantallas, se suma la admiración por estar ante un ejemplo de trabajo colaborativo que logró superar las limitaciones impuestas por la pandemia. Diseñado para este espacio por el artista austríaco Peter Kogler y realizado por un equipo local, es también el preludio de una muestra que apela al oído, sentido que quedó relegado de la atención ante el coronavirus pero que se está haciendo escuchar en el terreno de las llamadas “artes visuales”.
Además de ser fácil de transportar en momentos de fronteras cerradas, que impidieron el viaje de los artistas como estaba previsto, “el sonido explora otras dimensiones del arte. Es menos intelectual, incorpora la dimensión del tiempo, está vinculado con la experiencia del momento, es expresivo en lo inmediato”, señala Juan Sorrentino, artista experto en el tema y cocurador junto a Sigismond de Vajay de la exposición que abre al público el jueves.
Ambos comenzaron a revisar hace dos años 30.000 obras de las colecciones de los FRAC (Regionales de Arte Contemporáneo de Francia) para seleccionar las más de cuarenta piezas que componen La Suite, incluidas algunas realizadas por grandes figuras como Maurizio Cattelan, Philippe Parreno, Joan Jonas, Lotty Rosenfeld, Gabriel Orozco, Gordon Matta-Clark, Joel-Peter Witkin y Christian Marclay. En su mayoría, presentan sus proyectos por primera vez en la región.
La inesperada pandemia, por supuesto, cambió varias veces los planes. Y la mayoría de las instalaciones tuvieron que producirse in situ a distancia, en base a las indicaciones de los artistas. “Fue más complejo que montar muestras como la de Ai Weiwei, porque ellos trajeron sus equipos”, dice sin dudar Pablo Zaefferer, responsable de Montaje en Fundación Proa, habituado a encarar proyectos desafiantes. Como la muestra de Anish Kapoor, en 2019, o la de Louise Bourgeois que incluyó hace una década la colosal Maman, una araña de diez metros de alto y 22 toneladas instalada en la vereda frente al Riachuelo.
Eran otros tiempos. “Ahora viajaron las instrucciones, no las obras. Y en varios casos se hicieron versiones distintas de las originales. Es una opción extraordinaria que alienta la creación contemporánea”, opina Adriana Rosenberg, presidenta de Fundación Proa. En sintonía con la estrategia utilizada por la feria ARCO para incluir arte latinoamericano en la edición que se presenta en Madrid esta semana, o con el monumental Big Ben que Marta Minujín recostó en Manchester por videollamada desde Buenos Aires, en este caso tampoco hubo gastos para cubrir fletes, seguros o viajes de artistas y curadores.
Entre esas instalaciones reformuladas, que requirieron un diálogo constante con los artistas residentes en distintos países, se cuenta La dulce utopía concebida en 1996 por Parreno y Cattelan, el polémico artista italiano que instaló hace tres años un cementerio ficticio en el corazón de Palermo y que sorprendió al mundo al vender bananas en Art Basel. El gran globo relleno de helio que flota ahora en el centro del café de Proa es rosa y no azul como el original, y parece impulsado por el calor de un candelabro comprado en Buenos Aires. También los bloques de hormigón que componen la Rueda de Vincent Ganivet son Made In Argentina, y no solo por la dificultad de traerlos desde Francia.
“Para respetar el sentido de la obra, su forma tenía que ser reconocible por el público local”, explica Pablo Zaefferer, mientras lidia a último minuto con la elevación de una columna de espuma que debe alcanzar los dos metros de altura para adoptar después otras formas. “La estamos domando”, asegura, tras haber invertido mucha energía en conseguir el proveedor apropiado para recrear el Jardín de basura de Michel Blazy.
Otras dos obras que involucran el uso de agua, elemento que atraviesa toda la muestra, se cuentan entre las pocas que viajaron desde Francia: el Canal de olas de Carsten Nicolai, en el cual el líquido asume formas abstractas al reaccionar ante frecuencias variables de sonido, y la bellísima instalación sin título de Céleste Boursier-Mougenot, que propone una experiencia de contemplación irreproducible en versión digital. En este caso se importaron los cuencos de porcelana afinados en distintas notas, pero para que pudieran sonar fue necesario construir piletas que les permitieran flotar y chocar entre sí.
Esos tonos e intensidades están reflejados en las palabras que identifican las salas: Pulso, Scherzo, Andante, Interludio y Coda. El término “Suite” que da nombre a la muestra, explican los curadores, alude a una pieza musical con una estructura que se compone de movimientos breves. Pero también a la expresión francesa “comment vient la suite” (“qué va suceder”), que expresa incertidumbre sobre el porvenir.
En el contexto actual, pocas personas más preparadas para dirigir este coro de respuestas que De Vajay. Nacido en París en 1972 y radicado en Buenos Aires desde 2009, es artista, curador y editor, trabajó en distintos países y tiene triple nacionalidad: argentina, húngara y suiza. Impulsó y trajo a la Argentina el proyecto internacional Of Bridges & Borders -exhibido en Cceba, en Proa y en el Moderno-, y produjo las 18 obras de la Art Basel Cities Week: Buenos Aires.
“Nos pareció interesante dar cuenta del proceso, del tiempo pasado y de la idea de lo que se viene, esa nueva normalidad que aún no llega y de la que se habla globalmente”, dice De Vajay sobre esta muestra que reúne fotografías, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas site-specific, y que vuelve a poner el foco sobre temas de actualidad como la autoría de la obra, el original y la copia. Partiendo de los lenguajes de la práctica artística contemporánea, que permiten la ejecución a distancia y la adaptación a cada espacio expositivo, La Suite logró componer un diálogo entre artistas de diversas culturas, distantes en el espacio y en el tiempo, que se hace escuchar en un idioma universal.
Para agendar:
La Suite. Mirada sobre los artistas de la Colección FRAC. Desde el 8 de julio hasta octubre en Fundación Proa (Av. Don Pedro de Mendoza 1929). Con reserva de turno en proa.org
por RotulArte Producción Gráfica Integral | Jul 4, 2021 | Muetras de arte
Este 8 de Julio inaugura en la Fundación PROA, «La SUITE» una exposición compuesta por una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds regional d’art contemporain – Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia), con curaduría de los artistas Sigismond de Vajay – Juan Sorrentino.
El término suite que da nombre a la muestra refiere a variados y múltiples significados. En el contexto actual donde el mundo está a la espera de una supuesta «normalidad», la expresión francesa «comment vient la suite» («qué va suceder»), expresa la incertidumbre sobre el porvenir, sobre el nuevo futuro. El proyecto comenzó a diseñarse en 2019, adaptándose curatorial y conceptualmente a la nueva realizad de los espacios culturales. La Suite se conformó con un grupo de piezas que ponen en diálogo a artistas distantes tanto en el espacio como en el tiempo.
Las elección de obras incluye fotografías, performances, instalaciones, esculturas, videos, pintura, arte sonoro y piezas site-specifi. Tematiza problemáticas de actualidad como la autoría de la obra, el original y la copia, y el uso de materiales cotidianos como sustento, entre otras.
La instalación de Peter Kogler (Austria, 1959) con la producción de RotulArteDesde un archivo en escala digital de formato PDF partíó nuestro desafío de plasmar la visión del artista Peter Kogler a la entrada y hall principal de la Fundación Proa. Primero realizamos un relevamiento exhaustivo en el museo de todas las paredes, techos, pisos y escaleras para determinar fehacientemente que lo real coincida con el plano entregado. La obra del austriáco, una trama de líneas en blanco y negro que varía en toda su extensión y sigue su curso en el piso, paredes y techo. El trabajo se imprimió en sistema digital eco-solvente sobre vinilo Ritrama mate, ya que el cliente así lo requirió. Como un rompecabezas, cada parte se panelizó y se preparó por sector para poder pegarse in situ.
El mayor desafío fue la instalación debido a la complejidad del trabajo. Los andamios provistos en las escaleras y techos requirieron de una gran logística para poder trabajar de forma segura y ágil. Nuestro equipo logró culminar el proceso de instalación en apenas 5 días.
El resultado final genera un gran impacto al espectador que merece ser visto. Agradecemos a la Fundación Proa por la confianza depositada en RotulArte.
Los invitamos a visitar la muestra, una gran oportunidad para recorrer una exposición multidisciplinaria, con obra de artistas internacionales que en su mayoría presentan sus proyectos por primera vez en nuestro país y en la región.
Organiza: Fundación Proa – Platform FRAC, París
Apertura: días y horarios a confirmar
Fundación PROA – Av. Pedro de Mendoza 1929
De jueves a domingo, de 12 a 19 Hs.
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Obra de Dan Graham en Proa., 2019. La traba logística perjudicó a la mejor vereda porteña
Si bien el arte contemporáneo no ha cesado de diversificar sus apuestas en el espacio público, con la pandemia de Covid-19 surge la pregunta acerca de la incidencia de la emergencia sanitaria en la constitución de una relación diferente. Ante la nueva reapertura de los museos y otros espacios culturales desde el viernes 18 de junio, Ñ convocó a un grupo de directores, gestores y curadores del país para conocer su mirada sobre el tema a futuro, con la experiencia de un año de camino desde el inicio de la actual situación. ¿La pandemia está redefiniendo el rol del espacio público para las artes visuales en la tensión entre exterior e interior? ¿de qué manera? ¿Se trata de una respuesta coyuntural o de consecuencias en el largo plazo?
Una de las principales conclusiones, posiblemente, sea que el campo del arte siempre busca el cambio, el movimiento y, por lo tanto, el momento presente se constituye en otra instancia más para llevan adelante nuevas búsquedas. La creación siempre encuentra recovecos y recuerda “las operaciones infinitamente complejas de la inteligencia humana en la forma artística”, tal escribe el historiador del arte Thomas Crow en La inteligencia del arte.
Algunas instituciones fortalecieron su expansión puertas afuera a través de intervenciones en las fachadas de los edificios, performances, mayor contacto con la comunidad y todo el potencial de la virtualidad. María Isabel Baldasarre, directora Nacional de Museos, recuerda que el espacio público y la calle, como sitio para las artes visuales, tienen una tradición fructífera y potente en la Argentina. El domingo último, el artista Bruno Galati realizó una intervención en la fachada del Edificio anexo de la casa histórica del Complejo Histórico cultural Museo Nacional Casa del Acuerdo en la ciudad de San Nicolás.
“¿En estos momentos, lo “público” es el espacio al aire libre o acaso Internet –a pesar de requerir de un dispositivo para su acceso– no se tornó tan o más público que el “espacio público” tradicional?”, se pregunta Florencia Battiti, curadora en jefe del Parque de la Memoria, y considera que esta tensión fue abordada con mayor sensibilidad e inteligencia por los artistas. Un claro ejemplo es el del proyecto “Mi vereda” de Valeria Vilar, quien invitó a varios artistas –Diana Aisenberg, Sofía Bohtlingk, Nushi Munstaabski, Ana Gallardo, Mariano Giraud, Malena Pizani, entre otros– a exponer sobre su vereda de la calle Soler, en Palermo. Este proyecto llegó hasta la vereda del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
Esta última institución es pensada en la actualidad por su directora, Victoria Noorthoorn, a partir de un sistema híbrido entre el adentro y el afuera, que fortalece al museo. Desde febrero puede verse en la fachada de Av. San Juan 350 la cromática intervención de sitio específico del artista Elian Chali. El Moderno acaba de lanzar Kilómetro 1, una propuesta de vinculación con el barrio de San Telmo para potenciar artistas, sus talleres y las propuestas sociales y culturales desarrolladas a diez cuadras a la redonda.
También Adriana Rosenberg, presidenta de Fundación Proa, destaca la importancia de estrechar los lazos aún más con el barrio. Desde sus comienzos, Proa ofrece en su amplia vereda de La Boca una obra de arte público que acompaña a cada exposición. Próximamente se instalará un impactante trabajo del artista Tom Burr como parte de la exposición La Suite, con obras de la colección FRAC, Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia.
"Imaginamos un futuro donde la ciudad sea una plataforma con espacios de participación cultural en todas partes", aportó el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, a propósito del tema. "El espacio público será fundamental para que artistas puedan compartir y desarrollar su trabajo, garantizando la salud y seguridad de todos".
Entre septiembre y noviembre del año pasado, el Museo Nacional de Bellas Artes decidió exhibir en su hall de ingreso la emblemática obra “La civilización occidental y cristiana”, de León Ferrari, para que pudiera ser vista desde la calle, al celebrarse el centenario del artista. La obra iba a formar parte de una muestra antológica que debió posponerse para el año próximo. Andrés Duprat, director del Bellas Artes, consideró como posible desafío a futuro poder integrar más el arte con la vida si se piensa que sacar el arte a la calle es una forma de democratizar. Y agregó: “Si bien esta encrucijada [la de la pandemia] es nueva, no lo es la necesidad de reinvención en el arte”.
Espacios porosos y de contenciónPor Adriana Rosenberg, Presidenta de Fundación Proa.
La presencia de las fachadas de vidrio en el edificio de Proa, en La Boca, persiguió desde su misión fundacional la voluntad de borrar límites entre exterior e interior incorporando al paisaje urbano nuevas vistas de la Vuelta de Rocha. Esta concepción se manifiesta en todo el programa que desarrollamos. El emplazamiento en un barrio histórico pero vulnerable nos invitó a crear espacios de encuentro vecinales, que en diálogo con el barrio permitan activar una comunicación directa entre el espacio artístico y la comunidad.
La necesidad de repensar los sitios de exhibición como espacios abiertos, expandidos, porosos, que puedan generar intercambios significativos con las comunidades que lo rodean, excede por lo tanto las consecuencias de la pandemia y se remonta hasta los años más tempranos de la institución. Una larga historia de los programas educativos construidos en torno a diversas piezas de arte público: Penetrable azul, 1999 de Jesús Rafael Soto; la monumental Maman, 1999 de Louise Bourgeois; Forever Bicycles, 2017 de Ai Weiwei; o la más reciente Whirling, 2019 de Dan Graham, son unos pocos ejemplos de piezas que han propiciado un vínculo directo con los talleres y actividades junto a las familias.
En relación a las nuevas definiciones del uso del espacio público hoy día, es importante dejar sentado que el Barrio de la Boca sufrió especialmente la clausura de negocios, bares y espacios ligados a la tradición barrial, por la ausencia de turismo relevante. Esto hizo que junto a otras instituciones y comedores, Proa participe de una red de contención frente a la grave problemática, apoyando y generando actividades comunitarias. Desde lo artístico, Proa recuperó el jardín de Proa21 con actividades como cine, perfomance, videos, música, que redefinieron el uso del jardín y apoyaron acciones de jóvenes artistas y creadores. La presencia en la vereda de Vuelta de Rocha durante el período estival 2020-21 y las actividades al aire libre nos permitieron diversificar la oferta con propuestas que excedieron los límites del arte, en apoyo de nuestra comunidad.
"La civilización occidental y cristiana", la obra de León Ferrari, colgada en el hall de entrada del Museo Bellas Artes, se podía ver desde la calle.
Por Andrés Duprat, Director del Museo Nacional de Bellas Artes .
Las consecuencias de la pandemia son inciertas, aún la estamos transitando. En este tiempo los museos de todo el mundo debieron cerrar sus puertas y pensar otras formas de relacionarse con su público, en general a través de la virtualidad, teniendo en cuenta la imposibilidad del contacto directo con las obras.
La experiencia indica la necesidad de operar en espacios más abiertos o directamente exteriores. Ese es quizás el desafío futuro. Poder integrar aún más el arte con la vida cotidiana. Y no es una mala noticia, si pensamos que sacar el arte a la calle es una forma de democratizar más su acceso y vincularlo con la sociedad. El arte en el espacio público se articula con la arquitectura, con la naturaleza y con la dinámica social. Le propone al ciudadano una experiencia diferente. Irrumpe en su vida, lo interpela de una forma directa y en ocasiones sorpresiva. Rompe el ritual cultural de prepararnos para ir a un museo a ver arte.
El encuentro entre arte y espacio público es siempre enriquecedor, al proponer un entorno estimulante y cargado de sentidos. Y esa relación es ancestral, y muy anterior a la idea de museo. Baste pensar en las pinturas rupestres, los bajorrelieves y la estatuaria a lo largo de la historia, hasta las formas más recientes de arte público como el Land art, el graffiti o el arte urbano.
Para el mundo del arte, el mayor desafío será reinventarse en las nuevas condiciones. No sabemos cómo quedará configurada la realidad luego de esta crisis, aunque intuimos que la pandemia dejará secuelas importantes. Y si bien esta encrucijada es nueva, no lo es la necesidad de reinvención en el campo del arte. La revisión de sus parámetros es una constante en la historia. O, digamos, es su historia. La historia del arte es la historia de sus múltiples mutaciones.
Intervención de Elian Chali sobre fachada del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en febrero de 2021.
Por Victoria Noorthoorn, Directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
Tras más de un año de pandemia, en el que nos vimos obligados a reinventarnos, hoy El Moderno se encuentra fortalecido. Durante todo este tiempo, asumimos y cumplimos el desafío de generar un museo vivo y relevante para nuestros diversos públicos y para las comunidades artísticas y educativas, apoyando y sosteniendo la creación y la visibilidad de artistas, educadores e intelectuales y gestores de la cultura a través de los programas virtuales y presenciales, tanto dentro del museo como en el espacio público. En tiempos de incertidumbre, creemos que los museos son espacios centrales para acompañar a una sociedad en crisis. El arte, como transformador y reparador, puede ayudarnos a atravesar este contexto. Y el museo tiene el potencial para profundizar más que nunca el vinculo entre el público y el arte.
Pensar el futuro es materia del arte y desde el Museo Moderno continuamos redefiniendo el rol de nuestra institución en relación al presente. Hoy nos pensamos como un museo federal, abierto al barrio, al país y al mundo, generando fuertes vínculos con la comunidad artística a través del encargo de obras para ser exhibidas tanto dentro como fuera del museo, en formatos físicos y virtuales. En este nuevo sistema híbrido, entre el adentro y el afuera, el museo se propuso convertirse en un espacio de reflexión, en una voz colectiva y en un archivo del presente, para llegar con el arte a todos lados.
Entre otras iniciativas, desde el mes de abril, en el marco de la exposición Alberto Greco: ¡Qué grande sos! (ahora abierta), nos propusimos reactivar la aventura de un arte vivo. Convocamos a un conjunto de artistas a recuperar el vivo-dito como gesto radical y a señalar lo que acontece hoy en el barrio y el espacio público, desde fachadas, plazas y mercados. En esta línea presentamos “Kilómetro 1”, una propuesta de vinculación con el barrio con el objetivo de visibilizar, señalar, poner en valor y potenciar artistas, sus talleres y propuestas creativas, sociales y culturales que se desarrollan en la comunidad, a diez cuadras a la redonda. Así, realizaremos una serie de acciones donde el museo sale al barrio y se conecta, a través de sus programas, con espacios de San Telmo y sus públicos específicos: niños, jóvenes, personas en situación de vulnerabilidad económica y social, personal de salud y sus respectivos deseos y necesidades.
Valeria Vilar, creadora del proyecto Mi vereda.
Por Florencia Battiti, Curadora en jefe del Parque de la Memoria y Vicepresidenta de la Asociación Argentina de Críticos de Arte.
Me parece productivo empezar por preguntarnos por la noción de lo “público” que, como tantas otras nociones, fue trastocada por la experiencia de la pandemia. ¿En estos momentos, lo “público” es el espacio al aire libre o acaso Internet? A pesar de requerir de un dispositivo para su acceso. ¿ no se tornó tan o más público que el “espacio público” tradicional? Sin embargo, esa tensión a la que refiere la pregunta, a mi entender, fue abordada con mayor sensibilidad e inteligencia por los artistas que por las instituciones. Probablemente porque desde lo institucional las restricciones sanitarias limitan la capacidad de acción, o simplemente porque, una vez más, los artistas demostraron tener buenos reflejos y permitirse una mayor espontaneidad de gestión. Un proyecto como “Mi vereda”, ideado por Valeria Vilar y llevado adelante en 2020, supo resolver, respetando los protocolos vigentes, la necesidad de devolverle al arte una experiencia estética física y presencial.
A partir de su propia necesidad de socializar y mostrar su obra al público, Vilar invitó a sus colegas a colgar e intervenir “su vereda” sobre la calle Soler en el barrio de Palermo. Aprovechando la cortina metálica cerrada del local contiguo e incluso los árboles y los autos estacionados, una cantidad importante de artistas acudieron a la cita los domingos por la tarde, para exhibir o disfrutar de la exposición de las obras de otros artistas invitados. No hicieron falta permisos ni gestiones burocráticas –necesarias en en el espacio público. “Mi vereda” se tornó más “celebración” del arte entre pares que gestión expositiva pura y dura. La alegría de la gente bajo el sol, reencontrándose tras los rigurosos barbijos, le imprimió al proyecto un carácter único e inolvidable. Participaron de “Mi vereda” Diana Aisenberg, Celina Eceiza, Sofía Bohtlingk, Fernanda Laguna, Zoe Di Rienzo, Nushi Munstaabski, Ana Gallardo, Flavia Da Rin, Mariano Giraud, Malena Pizani, Gachi Hasper, entre muchos otros.
Intervención de Bruno Galati en la fachada del Edificio anexo de la casa histórica del Complejo Histórico cultural Museo Nacional Casa del Acuerdo en la ciudad de San Nicolás.
Por María Isabel Baldasarre, Directora Nacional de Museos. Secretaría de Patrimonio, Ministerio de Cultura de la Nación.
Las artes visuales siempre han tenido un compromiso con el espacio público. Desde murales al aire libre, performances, exposiciones en plazas y ferias, posters, grafiti y arte urbano, intervenciones en manifestaciones políticas y sociales, por solo citar algunos ejemplos, este vínculo no hizo más que acentuarse desde mediados del siglo pasado. Frente al cierre intermitente de centros culturales por la pandemia, el espacio público o la calle, como sitio para las artes visuales vuelve a reconfigurarse pero basándose en una tradición que en el país ha sido muy fructífera y potente. Para que las producciones de los creadores cobren verdadero sentido, es imprescindible que sean vistos y apropiados por otrxs. Los artistas salen permanentemente a la conquista de públicos y es un desafío para el Estado fomentar esta articulación. Las políticas públicas tienen la responsabilidad de apoyar los roles profesionales y productivos de los artistas, más en la coyuntura presente.
*La columna emplea el x inclusivo.
Apartir de mañana, además de cines y teatros, varios espacios culturales reabrirán sus puertas con un aforo del 30% y los protocolos sanitarios que regían hasta el 15 de abril, cuando tuvieron que cerrar por las restricciones de la segunda ola de coronavirus. Sin embargo, no todos estarán listos para recibir público mañana mismo. Aquellos que dependen del Ministerio de Cultura de la Nación aún no tienen fecha de reapertura. Desde ese organismo trascendió que el “trabajo más grande” de los funcionarios se había hecho en principio por la reapertura de teatros y cines, “para sostener ese sector del trabajo cultural”, tan castigado por la pandemia y que se llevó puestas varias salas en el país. Ni el Museo Nacional de Bellas Artes ni la Biblioteca Nacional Mariano Moreno reabrirán este fin de semana; tampoco la Manzana de las Luces y el Centro Cultural Kirchner, que seguirán ofreciendo su programación online. Por un lado, se informó que podría haber novedades durante la semana próxima, cuando termine la vigencia del decreto 241, emitido a mediados de abril para el área metropolitana (AMBA); por otro, se anticipó que la reapertura sería escalonada.
En cambio sí reabrirán algunos museos que dependen de la ciudad de Buenos Aires, como el Museo Sívori, el Museo Larreta, el Museo Fernández Blanco y El Moderno, aplicando el mismo protocolo creado en 2020, donde se disponía que -aproximadamente- hubiera una persona (con barbijo) cada quince metros en las salas. También como el año pasado, las reservas para visitar los museos públicos porteños deben hacerse en forma virtual. En El Moderno, se exhiben muestras de un seleccionado de artistas locales: Alberto Greco, Nicanor Aráoz, Elda Cerrato, Ulises Mazzucca, Diana Aisenberg, Cotelito y Elian Chali, además de obras de la colección.
Mientras tantos, otros espacios culturales de la ciudad de Buenos Aires, como la Usina del Arte, continúan funcionando como vacunatorios.
GÜEMES: HOMENAJES A 200 AÑOS DE LA MUERTE DEL HÉROE SALTEÑOPara alegría de sus incondicionales, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) también volverá a funcionar este viernes. Allí se podrá ver la muestra Terapia, donde se ponen de relieve las transferencias entre arte y psicoanálisis en la Argentina; obras de la brasileña Leda Catunda y Alejandra Seeber, y Latinoamérica al sur del sur, con obras de la colección. Si bien la boletería está abierta, se sugiere comprar la entrada en forma anticipada por la página web de la institución para no quedarse afuera.
Mientras tanto, en el barrio de La Boca, Fundación Proa postergará la reapertura hasta la primera quincena de julio, cuando inaugure la muestra La Suite. Miradas sobre los artistas de la Colección Frac, con trabajos del estadounidense Tom Burr, el italiano Maurizio Cattelan, el mexicano Gabriel Orozco, la francesa Pauline Fondevila y la finlandesa Elina Brotherus, entre muchos otros. “Fue realizada por entero en el país, con indicaciones de los artistas -adelanta a LA NACION Adriana Rosenberg, directora de Fundación Proa-. Curaduría en épocas de pandemia”.
De jueves a domingo, de 11 a 18, se puede recorrer la Séptima Edición del Premio Fundación Andreani, previa reserva en la página web. Esta institución se halla en el barrio de La Boca, igual que el Museo de Arte Contemporáneo de La Boca (Marco), donde a partir del miércoles 16 se podrá visitar la muestra El atajo, de José Luis Landet, de 11 a 19.
En la provincia de Buenos Aires, las reaperturas de museos se definirán según la fase en que se halle cada municipio. En las localidades en fases 1 y 2, se mantendrán cerrados, y las que se encuentren en Fase 3 podrán reabrir con el 30% de aforo y los protocolos sanitarios correspondientes. Desde el Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica, anunciaron que este fin de semana reabrirán todos los museos provinciales. Las bibliotecas, sin embargo, permanecerán cerradas, según lo determina el Anexo II de Municipios.
“A partir de este sábado, abren los museos que dependen de la Subsecretaría General de Cultura de San Isidro -confirma Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria a cargo de Cultura-. Solo abriremos los fines de semana, con muchas actividades para los chicos, con préstamos de juegos para las familias en el Museo del Juguete, y recorridos autoguiados en el Museo Pueyrredón y Quinta Los Ombúes, sede del Museo Biblioteca y Archivo Histórico Municipal Dr. Horacio Beccar Varela”. Los interesados en conocer o volver a visitar los museos sanisidrenses deben reservan turno en esta página web.
MARÍA TERESA ANDRUETTO Y EL OFICIO DE ESCRIBIRLas bibliotecas públicas porteñas también vuelven a abrir, pero solo para retirar y devolver libros. Por ahora, no habrá permanencia de lectores en salas. Los préstamos se realizarán bajo la modalidad de cita previa, mediante un turno acordado telefónicamente en algunas instituciones, como la Biblioteca del Parque de la Estación (que reabrió el martes pasado, al cumplir su segundo aniversario), la Biblioteca Leopoldo Lugones, Miguel Cané, la Casa de la Lectura, la Biblioteca Guido y Spano, Benito Lynch y Antonio Devoto. Se pueden solicitar hasta tres títulos por vez, por un período de 30 días. Para asociarse en forma gratuita a la Red de Bibliotecas Públicas porteñas, hay que llenar un formulario en este enlace. En la misma página se encuentran las listas de libros recomendados por biblioteca y el catálogo general de la red, con más de trescientos mil títulos disponibles. Desde el Ministerio de Cultura porteño anticiparon que, en la medida en que la pandemia se debilite, irán habilitando patios y salas para recibir a lectores y retomar actividades culturales.
Volver al museo. En la imagen, El Moderno, sobre avenida San Juan al 500. / Foto: Lucía Merle
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Después de una prolongada espera, se anunció que este viernes 18 de junio los espacios culturales de la ciudad podrán volver a abrir sus puertas al público de forma segura, tanto para los trabajadores como para los espectadores.
La buena noticia es que, lenta y progresivamente, las galerías de arte, museos, y bibliotecas porteñas, así como los cines y teatros, encaran la "nueva normalidad", con un acceso limitado al 30 por ciento de su capacidad (o de acuerdo a lo que indica el protocolo, de acuerdo a sus dimensiones).
Esto supone que volverán a activarse las actividades de formación, talleres presenciales y también streaming. Todas las actividades y espacios podrán funcionar hasta las 23.
También los cines y teatros, con expectativa de larga data por las reaperturas escalonadas, reabrirán sus salas cumpliendo con las normativas vigentes: un respiro de aire fresco para el sector de la cultura, que se vio muy afectado desde el inicio de la pandemia.
El Museo Nacional de Bellas Artes. Hasta el 25 de junio, no prevee apertura, confirmó su director, Andrés Duprat. / Foto German García Adrastijpg Z GAdrasti
Ya a finales de 2020, la Red Argentina de Museos y Espacios de Arte (RAME), había reclamado la reapertura física de los museos en el país, y los directores de los principales espacios que integran esa iniciativa coincidían en la necesidad de reabrir sus puertas para retomar su agenda y recuperar al público.
Ahora hay clima de celebración, aunque también prudencia: de a poco, dicen los gestores y responsables de estos espacios, esperan recomponerse y hacer frente a lo que sigue, crisis sanitaria mediante, sin descuidar la salud del personal y los asistentes, lo que se impone, argumentan, naturalmente como una prioridad.
Proa"El 2020, con cierres muy estrictos y prolongados, nos deja un recuerdo muy doloroso, pero a partir de noviembre comenzamos a hacer frente a la situación, con una fuerte apuesta por las plataformas online. Y a partir del 1° de julio lo haremos con una gran muestra internacional. Empezamos a planificar un sistema mixto, virtualidad y presencialidad", cuenta Adriana Rosemberg, al frente de Proa.
El espacio de arte de La Boca no se suma a las reaperturas esta semana sino que lo hará recién con esa muestra.
Allí se inaugura en julio La Suite, exposición compuesta por una selección de obras y artistas pertenecientes a las colecciones FRAC (Fonds Regional d’Art Contemporain –Fondos Regionales de Arte Contemporáneo de Francia), con curaduría de los artistas Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino.
"El aprendizaje de este último año -agrega Rosemberg- nos permite encarar con sabiduría y carácter esta nueva etapa, y también se ha demostrado que los protocolos en museos son muy seguros: no ha habido una sola denuncia por contagio de Covid", cuenta.
“Se ha demostrado que los protocolos en museos son muy seguros: no ha habido una sola denuncia por contagio de covid.”
En este sentido, el Ministerio de Cultura porteño, en conjunto con el Ministerio de Salud de la Ciudad, está realizando testeos a la comunidad artística, en el Teatro Colón: desde que se implementó está dinámica -el pasado 12 de enero-, sólo el 0,9 por ciento dio positivo (del total de los 5739 realizados, sólo 55 dieron positivo).
Entre tanto, los museos nacionales, entre los que se cuenta el Bellas Artes, se mantendrán cerrados por el momento: "Habiéndose prorrogado el DNU, seguimos en los mismos términos hasta el 25 de Junio, no están contempladas reaperturas por el momento", confirma su director, Andrés Duprat.
Sívori, Larreta, Fernández BlancoEn cuanto a los museos de la Ciudad, Clarín pudo saber que reabren el viernes 18 el Sívori, el Larreta y el Fernández Blanco (sede Palacio Noel).
El Sívori, emplazado frente al Rosedal de palermo (Av. Infanta Isabel 555), con la muestra inaugurada en marzo de este año, que reúne un conjunto significativo de grabados del artista Guillermo Facio Hébequer que recorren gran parte de su obra y se complementan con un núcleo de témperas y bocetos escenográficos de su colega Abraham Vigo
Guillermo Hebequer. La Internacional, 1935
Ambos artistas se vincularon, en las primeras décadas del siglo pasado, con los escritores del Grupo de Boedo.
El Larreta (Juramento 2291) y el Fernández Blanco (Suipacha 1422) exhibirán sus respectivas colecciones permanentes (con reserva online). En el caso del segundo con colecciones representativas del arte virreinal americano de los siglos XVI, XVII y XVIII.
Museo Isaac Fernández Blanco . Un patrimonio virreinal, Foto Juano Tesone
El patrimonio del Larreta, en tanto, está principalmente integrado por esculturas en madera tallada y policromada y pinturas de los períodos renacentista y barroco.
También exhiben un notable conjunto de mobiliario, armas y artes decorativas, obras que abarcan desde el medioevo hasta principios del siglo XX.
Museo Larreta. Tiene un hermoso jardín.
El Museo Moderno, en San Telmo (San Juan 350) viene impulsando iniciativas en el barrio, como Kilómetro 1, con performances y exhibición de obras de arte en el espacio público. Ahora abrirá sus puertas este viernes, con un máximo de 261 personas en espacios cerrados, que es lo que tienen habilitado de acuerdo a sus dimensiones.
Quienes se acerquen hasta allí se encontrarán con muestras de los siguientes artistas en exposición: Alberto Greco, ¡Qué grande sos!; Nicanor Aráoz, Sueño sólido; Elda Cerrato, El día maravilloso de los pueblos; Ulises Mazzucca, Gimnasia espiritual; Diana Aisenberg, Mística robótica en la economía de cristal. Así como con Una llamarada pertinaz pertinaz, de la colección del Moderno y la instalación de Elian Chali, Plano inesperado.
MalbaEl gran museo privado se suma a las aperturas de este viernes. Es la oportunidad para no perderse su gran muestra de este año, Terapia, sobre los vínculos entre arte y psicoanálisis. Hay obras de 50 artistas, algunos de los cuales son pacientes o estuvieron internados en instituciones psiquiátricas.
El diván. La obra de Karin Idelson, fotógrafa. Foto Gentileza Malba
Entre los nombres consagrados hay obras de Luis Felipe Noé, Guillermo Iuso, Marta Peluffo, Marcia Schvartz y Grete Stern.
La entrada general al museo es de $400 y hay que comprarla online acá.
San Isidro abreMientras que Eleonora Jaureguiberry, Subsecretaria General de Cultura de San Isidro, cuenta: "Nosotros vamos a volver a abrir, con aforo del 30 por ciento, nuestros tres museos, el Pueyrredon, el Beccar Varela y el Museo del Juguete, los sábados y domingos, aunque los contenidos virtuales van a seguir siendo el fuerte, durante este período", explica.
"Todos estos meses tuvimos los jardines de los museos abiertos, aunque el de las salas es otro cantar, para preservar el tema de la salud. Para ir al Museo hay que anotarse, en www.sanisidro.gob.ar.
“En San Isidro vamos a volver a abrir con aforo del 30% nuestros tres museos, el Pueyrredon, el Beccar Varela y el Museo del Juguete, los sábados y domingos, aunque los contenidos virtuales van a seguir siendo el fuerte.”
En paralelo, la funcionaria detalla que "el Museo del Juguete encaró otras iniciativas para colaborar con la comunidad en pandemia, por ejemplo, se está trabajando con la gente de Boulogne con una Juegoteca: préstamos los juegos y juguetes, como si se tratara de una 'biblioteca móvil'. Se prestan a familias que ante la ausencia de escuelas han quedado muy solas, muy desconectadas."
El intríngulis en relación al futuro inmediato son las vacaciones de invierno -anticipa, "pero probablemente preservemos esto de los sábados y domingos, ya que las escuelas están en versión reducida y entonces no sabemos si se justifica abrir los demás días de la semana. Sería: los jardines para potrear, pero la oferta fuerte va a estar en el online, que también va a sumar talleres, para los chicos de todas partes y también espectáculos artistas locales."