Información de Prensa
Press kit con link de descarga fotos ALGUNOS ARTISTAS / 90 HOY
Prensa Publicada
Junio
Sábado 1
Claudio Iglesias + Eduardo Navarro
Sábado 8
Cristina Schiavi + Ariadna Pastorini + Adriana Lauria
Sábado 22
Ana Gallardo + Jorge Macchi
Sábado 29
Pablo Siquier + Laura Batkis
Coordinadora: Ana Schwartzman
Sábado 22 de junio
Ana Gallardo nació en Rosario en 1958. Asistió a los talleres de Miguel Dávila, Víctor Grippo y Juan Doffo. Participó del Grupo de la X, formado por Jorge Macchi, Juan Paparella, Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros, entre otros, con quienes expuso en 1987. Entre otras distinciones, en el 2000 obtuvo una Mención en el Premio Banco Nación a las Artes Visuales y en el 2001, una Mención en el V Premio Klemm. Ha recibido numerosas becas nacionales e internacionales y participado como artista y curadora en exposiciones colectivas e individuales en Rosario, Buenos Aires y México. Vivió en México y en España. Para la exhibición Algunos Artistas / 90 – HOY tuvo a cargo la selección de las obras de la Colección Tedesco que representa la transición entre los años 1990 y los 2000. Actualmente, reside y trabaja en Buenos Aires.
Jorge Macchi nació en Buenos Aires en 1963. Estudió arte en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y formó parte del grupo de artistas conocido como Grupo de la X. Entre 1994 y 2005 realizó residencias en el exterior invitado por fundaciones e instituciones de Francia, Holanda, Inglaterra, Alemania, Italia y Estados Unidos. En 2000 recibió el Premio Banco de la Nación Argentina y en 2001 recibió la beca Guggenheim. Como docente coordinó grupos de discusión y análisis de obra en Intercampos y en Lipac y, en 2009, el seminario de análisis de obra de la Universidad Torcuato Di Tella. Participó en diversas exposiciones en centros de arte contemporáneo de Argentina y el exterior y de las bienales de La Habana (2000), Porto Alegre (2003 y 2007), Estambul (2003), San Pablo (2004), Venecia (2005) y Yokohama (2008). Representó a la Argentina en la Bienal de Venecia 2005. Forma parte de la Colección Tedesco y de la exhibición Algunos Artistas / 90 – HOY. Vive y trabaja en Buenos Aires
Coordinación: Ana Schwartzman
Informes: info@proa.org
¿Amantes del arte, apasionados por “coleccionar”, deseosos de ascenso o prestigio social, inversionistas de riesgo, aspirantes a la celebridad? Los coleccionistas suelen entrar en algunas de estas categorías, pero en realidad son también el motor del avance artístico de un país. Ellos se convierten en el primer paso de acceso a los nuevos artistas, que luego nutrirán a los museos e instituciones, como queda demostrado en Fundación Proa con las colecciones Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff,
La muestra “Algunos Artistas / 90 – Hoy” es un recorrido por los momentos del arte argentino, mayormente de Buenos Aires, y también por galerías e instituciones que lo albergaron, con pistas sobre el contexto político-social.
Según el curador Rafael Cippolini, “las escenas artísticas se parecen a sus coleccionistas”. Los dueños de jóvenes colecciones comparten con los artistas de su generación la misma independencia generada por la distancia geográfica y cierta marginación del circuito global. La frescura de los resultados artísticos tiene como contrapartida a unos coleccionistas también desprejuiciados que suelen adquirir obras por intuición o por impulso sin agenda previa y sin pensar en el valor de reventa; este es el caso.
En estas últimas décadas no existe una sola manera de mirar ni tampoco de hacer; muchos proponen un lenguaje fragmentado con cierta rusticidad. Además de la pintura, escultura y fotografía, los artistas incorporan a sus obras objetos de uso cotidiano, la iconografía de la cultura de masas, elementos de la decoración, para expresar una sensibilidad que no suele expresar ningún proyecto colectivo. Más adelante, con la apertura de internet y la posibilidad de viajar, en los años de “un peso, un dólar”, muchos artistas miraron hacia afuera, crecieron conceptualmente y refinaron su producción artística.
Aquí se exhiben primeros e intermedios pasos de artistas como el sutil Jorge Macchi (Col. Tedesco); el brillante Avello; Gachi Hasper, Pablo Siquier y Fabián Burgos, con elementos geométricos; Andrés Compagnucci, que se nutre de la historieta; Miguel Harte refleja ese arte al que solo le interesa la intimidad; Raúl Flores (Col. Ikonicoff) con fotografía digital; y más. Valiosa, despareja, festiva, esta interesante muestra de archivo vuelve a ratificar el perfil investigativo de las exhibiciones de Proa.
La actual propuesta de Proa se complementa con las intervenciones casi imperceptibles de los artistas Esteban Álvarez, Pablo Rosales y Cristina Schiavi en el edificio de la Fundación, como parte del ciclo Espacio contemporáneo, coordinado por Santiago Bengolea. Además, Proa ofrece talleres para chicos de 6 a 13 años, que combina imaginación y producción con materiales reciclados (viernes, sábados y domingos de julio a las 16; reservas: educacion@proa.org / 41041041).
En la entrada de La Boca, un pintoresco barrio bonaerense famoso por sus casas coloridas y el paseo de Caminito, se encuentra la Fundación Proa.
Nos recibe un edificio imponente y un poco disonante con su entorno, dada su modernidad y colores neutros que contrastan con las pintorescas casitas y el sonido del tango que emana de los alrededores.
Desde su inauguración en el año 1996, la fundación renueva constantemente exposiciones y muestras dignas de ser vistas, contando con el trabajo de artistas de diversas partes del mundo y de ámbitos varios.
Actualmente se está presentando la exposición Algunos Artistas / 90 —- Hoy, un panorama del arte argentino desde 1990 hasta la actualidad, donde Rafael Cippolini eligió un conjunto de obras de la colección de Gustavo Bruzzone que representa parte de la creatividad y diversidad de propuestas que surgieron a lo largo de la década en el país gaucho y que ilustran la voz de una generación. Una muestra genial y con piezas muy interesantes que hablan por sí mismas.
Les compartimos fotos de algunas de las obras que más nos gustaron y los invitamos a que visiten la fundación. Además de ésta, hay otras exposiciones a las cuales se puede entrar de manera gratuita, hay también una librería – con un variado surtido literario, computadoras para hacer consultas en internet y mesas -, auditorios y una cafetería. Un buen plan para complementar la ida a Caminito, indudablemente.
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¿Cómo armar un panorama sobre las dos últimas décadas del arte argentino contemporáneo si no es recurriendo a las colecciones privadas? La respuesta es: no queda otra. Ahora bien, los responsables de la muestra Algunos artistas decidieron problematizar este condicionamiento material y, en vez de armar una retrospectiva en la que cada coleccionista aportara sus granitos de arena y quedara relegado a los créditos en letra chica, pusieron a la figura del coleccionista en primer plano. Tan en primer plano que los tres coleccionistas convocados –Gustavo Bruzzone,Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff– aparecen retratados en la primera sala de la exposición, que sirve como suerte de prefacio o introducción. Luego, cada una de las tres salas está dedicada a cada una de las colecciones que a su vez estuvieron a cargo de distintos curadores.
Con obras seleccionadas por Rafael Cippolini, la colección de Bruzzone comprende un exhaustivo e icónico acervo sobre los años noventa, haciendo hincapié en la galería del Centro Cultural Recoleta de Jorge Gumier Maier –nave nodriza de la década– con obras como elWinco de Marcelo Pombo (foto) o el ñandú velocirraptor de Miguel Harte, además de dar cuenta del fenómeno de la galería Belleza y Felicidad. Curada por Ana Gallardo, la colección de Tedesco orbita alrededor del cambio de década y la crisis de 2001, y agrupa desde obras de artistas consagrados como Jorge Macchi, Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros, así como las primeras producciones del Grupo de la X, Marina De Caro y Adrián Villar Rojas, entre otros. Por su parte, la colección de Alejandro Ikonicoff –que corrió por cuenta de Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico– es la que más se acerca a la actualidad con la fotografía, el dibujo y el papel en un lugar preponderante, en diálogo con obras como las de Leopoldo Estol yJuliana Iriart. Más allá de las inclusiones y las omisiones, lo que una muestra como Algunos artistas viene a poner en evidencia es que, a esta altura, el arte contemporáneo es una gran mesa de banquete sostenida por tres patas: artistas, curadores y coleccionistas. Por si algún ingenuo todavía no se había enterado.
Ellos son los coleccionistas. Tienen la tarasca, el tiempo y el espacio en sus casas para poder llenarlas de obras de arte: Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco son también protagonistas de Algunos artistas/90-Hoy, una fascinante muestra organizada por Fundación Proa, uno de los espacios de arte con mayor criterio y proyección para instalar exposiciones que, como ésta, intentan sintetizar en un marco temporal una escena como la de los ‘90, que explotó en miles de pedazos, en cientos de miles de obras de arte y de artistas. Ahí entran estos coleccionistas que, a mitad de camino entre el mecenazgo y la inversión, hicieron la selección de las producciones. Aunque en muchos casos, como señala Rafael Cippolini en el catálogo, más que de inversión se podría hablar de derroche.
Suerte de pionero de la Internet antes de Internet por su memoria y su capacidad para linkear objetos y personas del arte, don Rafael señala un detalle fundamental que hizo del Centro Cultural Ricardo Rojas o de la galería Belleza y Felicidad lugares ineludibles: en muchos casos, estos coleccionistas privados (sobre todo Bruzzone) apostaron por obras de artistas que eran desconocidos en aquel momento. Espacios de reunión y encuentro, el Rojas (bajo la dirección de Gumier Maier y luego de Alfredo Londaibere), Belleza y Felicidad (con Fernanda Laguna y Cecilia Pavón como anfitrionas) y, luego, una galería como Appetite, tuvieron en su momento algo de club. Daniela Luna, dueña de Appetite, es estudiante de Economía y no es casual: el Club del Arte tiene artistas y mañas y negocios raros.
De modos lúdicos, caprichosos y/o grotescos, todos lograron desarrollar una identidad: Avello, Bairon, De Caro, Ballesteros, De Loof, Grondona, De Aduris, Burgos, Herrero, Gómez Canle, Inchausti, Harte, Freisztav, Gordin, Kacero, Vecino, Ueno, Calcarami, Bruzzone, Fernández, Bejerman, Lindner, Siquier, Liernur, Pombo, Prior, Joglar y Miliyo, en cualquier club del mundo. Acusados oportunamente de tantas cosas, el tiempo, con su capacidad para hacer que las cosas sean reversibles, permite esta calidoscópica retrospectiva: desprolijos, basureros, frívolos, putos, feos, guarangos, lindos, niños terribles, frágiles y astutos, estos artistas (y varios más, hasta llegar al centenar) dejaron una obra inabarcable e inclasificable.
Más allá de gustos y disgustos, el arte porteño de los ‘90 generó un microcosmos específico, local sin caer en el oportunismo de lo nacionalista, e ignorando en sus mejores exponentes las tendencias más asépticas y homogéneas del arte contemporáneo global. Pertenezca o no uno al club, pasear por La Boca, ver a los turistas en Caminito, acercarse al Riachuelo y entrar a Proa es buen plan. Quizá sin darse cuenta, siguiendo sus impulsos e intuiciones, estos artistas hayan definido algo propio, que de sensación bien pudo devenir en estética: la estética del cualquierismo.
Tres coleccionistas, por puro impulso, compraron las primeras obras de artistas emergentes de los 90 hasta la fecha, completando un panorama de inmenso valor para la historia de arte la plástica argentina.
Instalada la modernidad, hablar de arte fue y es hablar de mercado. Y por consiguiente, de coleccionismo. Pero ¿qué sucede cuando un coleccionista desoye o ignora las consignas de un mercado cada vez más caprichoso y discutido? ¿Por qué un coleccionista posa su mirada en la obra de un artista no consagrado, o incluso desconocido, y decide comprarla? Si dejando de lado la cuestión del gusto la respuesta no es “la concreción de algo productivo a partir de una emoción”, que bien podríamos traducir como inteligencia emocional, nos podemos encontrar en un aparente sinsentido.
Un claro ejemplo de la emoción puesta al servicio del arte es la muestra Algunos artistas. Arte argentino 1990-hoy, que se presenta en Fundación Proa, donde se exhiben las inusuales colecciones de Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco. En ella se ven obras con gran diversidad de formas y materiales, hay uso de objetos (la carcasa de un calefón, un tocadiscos, un banco, peluches, etc.) y variedad de temas (el juego, lo infantil, el humor, la ironía) de una década controvertida.
El teórico Rafael Cippolini, en el ensayo inédito Aficciones peligrosas, escrito para el catálogo de la exhibición, plantea la relación entre obra y coleccionista como parte integrante de un ecosistema estético que debe su existencia a las elecciones personales de sus actores. Cippolini distingue maneras de coleccionar: invertir en obras consagradas o apostar por “piezas y artistas con poca o nula confirmación, de dudoso o inexistente prestigio, invariablemente desconocidos por el mercado”, valorando así un muy particular recorte de la escena artística.
Los tres coleccionistas mencionados integran este último grupo. Gustavo Bruzzone comenzó su colección cuando su amigo Daniel lo instó a que amoblara su nueva casa con algún cuadro “verdadero” en lugar de los clásicos posters que allá por los 90 decoraban muchas paredes. Todavía hoy Daniel se sorprende de la repercusión que su consejo “comprá un cuadro” tuvo en su colega. Lo que comenzó como una simple sugerencia se transformó rápidamente en pasión y más tarde en una propuesta capaz de recuperar el arte argentino de la década del 90, haciendo foco, principalmente, en la movida de espacios alternativos como la Galería del Rojas o la regalería/ centro de reunión Belleza y Felicidad, que estaba en una antigua farmacia de Almagro.
La primera obra que Bruzzone compró fue de Beto de Volder; la segunda, de Miguel Harte; la tercera, de Sebastián Gordín, luego perdió la cuenta del orden: el arte lo había conquistado. La fascinación había comenzado cuando, beneficiado por un tiempo libre en su agenda, decidió tomar un taller de pintura en el Rojas, por aquel entonces dirigido por Jorge Gumier Maier, y se sumergió en debates en torno de conceptos como “arte light”, “arte rosa” o “arte guarango” (encabezados por Jorge López Anaya, Pierre Restany y el mismo Gumier Maier). En dicho taller Bruzzone descubrió un mundo completamente diferente a los ambientes tribunalicios propios de un camarista y comenzó a conocer y entablar relación con los artistas. Nombres como Pablo Suárez, Carlota Beltrame, Pablo Siquier, Dino Bruzzone, Benito Laren, Fabián Burgos, Magdalena Jitrik, los nombrados Harte, Volder y Gordín y muchos otros, se hicieron para él cotidianos y, más tarde, amigos. “Fue así como de repente me enteraba de que una obra se estaba deteriorando o que tal artista iba a destruir su obra y me apuraba en ofrecerles comprar”, asegura Bruzzone, que al mismo tiempo fue el encargado de registrar en video muchos de los acontecimientos culturales del momento.
“Había quienes me decían que estaba tirando la plata, que me estaba equivocando”, recuerda el juez. “En una oportunidad alguien me contó que un coleccionista de renombre le había comprado una obra a uno de mis artistas amigos. Feliz por él lo llamé para preguntarle quién había sido. ‘Ese coleccionista sos vos’, me respondió él. Ahí tomé conciencia de cómo era considerado en el ambiente.”
En cuanto a las obras que Proa presenta de la colección de Esteban Tedesco, tienen que ver con la década de 2000. Tedesco sigue como sabueso la labor de estos artistas y cuenta con piezas claves. La colección de Alejandro Ikonicoff, por su parte, incluye obras (dibujos, fotografías, videos e instalaciones) que fueron presentadas en lugares de exhibición como Jardín Oculto, 713 Arte Contemporáneo, Crimson, Appetite y Rosa Chancho.
La importancia de estos actos privados y tan íntimos como elegir qué comprar para ubicar en la propia casa radica fundamentalmente en el hecho de cómo una reacción impulsiva y emocional de un momento fue capaz de generar, a su vez, una acción razonada de cuidado, conservación y valoración de las primeras obras de artistas, otrora ignotos hoy muy reconocidos, que de otra forma se hubieran perdido.
La colección de Bruzzone comprende un extraordinario y único patrimonio sobre los años 90, con obras seleccionadas para la exhibición por Rafael Cippolini. Esteban Tedesco reúne los primeros trabajos de numerosos artistas de principios de la década de 2000, elegidos por Ana Gallardo. La colección de Alejandro Ikonicoff nos trae al presente, con producciones de los últimos años seleccionadas por Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico.
Presenta obras, documentos y fotografías, y propone investigar las relaciones entre coleccionistas y artistas de una misma generación, sus primeras obras y sus comienzos. Algunos de los más de 120 expositores son: Ernesto Ballesteros, Diego Bianchi, Fabián Burgos, Feliciano Centurión, Nicola Costantino, Marina De Caro, Sergio De Loof, Martín Di Girolamo, Matías Duville, Raúl Flores, Alberto Goldenstein, Sebastián Gordín, Vicente Grondona, Jorge Gumier Maier, Miguel Harte, Graciela Hasper, Daniel Joglar, Fabio Kacero, Fernanda Laguna, Luciana Lamothe, Catalina León, Marcos López, Jorge Macchi, Liliana Maresca, Eduardo Navarro, Marcelo Pombo, Cristina Schiavi, Pablo Siquier, Adrián Villar Rojas.
El arte argentino: ¿cuáles son sus particularidades en las últimas dos décadas? ¿Qué características tuvo el tránsito de los 90 a los 2000? ¿Qué relación hay entre la producción local y su contexto social y político? ¿Qué comparación puede establecerse con los lenguajes artísticos internacionales?
Una conversación entre tres artistas sobre el arte argentino de los últimos veinte años.
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¿Cómo armar un panorama sobre las dos últimas décadas del arte argentino contemporáneo si no es recurriendo a las colecciones privadas? La respuesta es: no queda otra. Ahora bien, los responsables de la muestra Algunos artistas decidieron problematizar este condicionamiento material y, en vez de armar una retrospectiva en la que cada coleccionista aportara sus granitos de arena y quedara relegado a los créditos en letra chica, pusieron a la figura del coleccionista en primer plano. Tan en primer plano que los tres coleccionistas convocados –Gustavo Bruzzone,Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff– aparecen retratados en la primera sala de la exposición, que sirve como suerte de prefacio o introducción. Luego, cada una de las tres salas está dedicada a cada una de las colecciones que a su vez estuvieron a cargo de distintos curadores.
Con obras seleccionadas por Rafael Cippolini, la colección de Bruzzone comprende un exhaustivo e icónico acervo sobre los años noventa, haciendo hincapié en la galería del Centro Cultural Recoleta de Jorge Gumier Maier –nave nodriza de la década– con obras como elWinco de Marcelo Pombo (foto) o el ñandú velocirraptor de Miguel Harte, además de dar cuenta del fenómeno de la galería Belleza y Felicidad. Curada por Ana Gallardo, la colección de Tedesco orbita alrededor del cambio de década y la crisis de 2001, y agrupa desde obras de artistas consagrados como Jorge Macchi, Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros, así como las primeras producciones del Grupo de la X, Marina De Caro y Adrián Villar Rojas, entre otros. Por su parte, la colección de Alejandro Ikonicoff –que corrió por cuenta de Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico– es la que más se acerca a la actualidad con la fotografía, el dibujo y el papel en un lugar preponderante, en diálogo con obras como las de Leopoldo Estol yJuliana Iriart. Más allá de las inclusiones y las omisiones, lo que una muestra como Algunos artistas viene a poner en evidencia es que, a esta altura, el arte contemporáneo es una gran mesa de banquete sostenida por tres patas: artistas, curadores y coleccionistas. Por si algún ingenuo todavía no se había enterado.
La charla estará coordinada por la historiadora Valeria González y será de admisión libre hasta agotar la capacidad de la sala, en la fundación que se ubica en Pedro de Mendoza 1929, al lado del Caminito.
Se abordará el arte argentino a partir de una serie de preguntas: ¿Cuáles son sus particularidades en las últimas dos décadas? ¿Qué características tuvo el tránsito de los 90 a los 2000? ¿Qué relación hay entre la producción local y su contexto social y político? ¿Qué comparación puede establecerse con los lenguajes artísticos internacionales?.
La charla se realiza en paralelo a la exposición "Algunos artistas - 90 / hoy", que reúne más de 300 obras de 120 artistas, entre pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, videos, objetos, instalaciones, registros de performance y documentos.
El arte argentino: ¿cuáles son sus particularidades en las últimas dos décadas? ¿Qué características tuvo el tránsito de los 90 a los 2000? ¿Qué relación hay entre la producción local y su contexto social y político? ¿Qué comparación puede establecerse con los lenguajes artísticos internacionales?
Una conversación entre tres artistas sobre el arte argentino de los últimos veinte años.
Mesa de debate: "Arte argentino en los 90 y 2000"
Sábado 15 de junio, 18 hs.
Admisión libre. Hasta agotar localidades.
Arte de los 90 y los 2000
Mesa redonda con Roberto Jacoby, Ana Gallardo y Leo Estol
Coordinadora: Valeria González
Por: Néstor Rivas
Qué tienen en común un juez de la Nación, un cirujano plástico y un empresario textil? En el caso que nos ocupa, la pasión por el arte. A través de tres coleccionistas (respectivamente, las de Bruzzone, Tedesco e Ikonikoff), la Fundación Proa documenta tres décadas de arte argentino en la muestra “Algunos artistas, 1990|Hoy”. El título remite a la histórica exhibición organizada por Jorge Gumier Maier en la galería del Centro Cultural Ricardo Rojas en 1992, que reunió a los artistas jóvenes, a los “talentos dispersos” de aquella época.
Recorriendo las cuatro salas de Proa, se puede seguir la evolución de varios hoy consagrados. Son tres los lugares de referencia que vertebran el recorrido: la citada galería del Rojas en los 90; la ´re-galería´ Belleza y Felicidad, que entre 1999 y 2007 ocupó lo que antes fue una farmacia de Almagro; y la más thrash Appetite, instalada en una ex carnicería de San Telmo entre 2005 y 2010.
La muestra comienza con una serie de retratos de los artistas y el homenaje a movidas pioneras, como las de Gumier Meier, la revista Ramona o el Grupo Mondongo. La sala 2 nos introduce en la colección de Bruzzone, con piezas seleccionadas por Rafael Cippolini. Los artistas de la década de la pizza con champagne irrumpen con descaro, apelando a lo kitsh y lo grotesco. Intervienen objetos cotidianos, recurren a materiales de dudosa nobleza (la cubierta de un neumático, peluches, bolsas de nylon, por ejemplo) y sus temáticas giran en torno a sus mundos personales, a la levedad cultural –fluorescente y pretenciosa– del menemismo y al encuentro de lo popular con la vanguardia.
La sala 3 corresponde a la colección Tedesco, y la selección fue de la artista Ana Gallardo. Con el 2000, hay un reencuentro de los artistas con las obras de gran formato y un vuelco a la introspección. Las temáticas devienen más abstractas, se exploran formas y texturas y la subjetividad pura se expresa nuevamente por encima de lo aparente y del entorno. La colección Tedesco reúne piezas de distintas épocas y refleja así los inicios y la consagración de Jorge Macchi, Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros.
Por último, en la sala 4 se ven obras del presente. La colección Ikonikoff (selección de Cecilia Szalcowicz y Gastón Pérsico) se destaca por su afán de conservar lo efímero, como una performance, una acción artística o el arte en progreso. Muchas veces, a través de la fotografía y de los indicios (programas, textos, filmaciones) que deja una acción que se desvanece en el espacio y perdura en el tiempo. Obras como la de Juliana Iriart –una instalación realizada con materiales perecederos, como el azúcar impalpable y el aceite– abren interrogantes sobre el coleccionismo en la época actual.
Estas tres importantísimas colecciones, que muchas veces se entrelazan, sintetizan el panorama de treinta infatigables años de producción artística local.
During the nineties, alternative art spaces emerged and brought together artists from different disciplines to formulate a new way of being an artist. Their approach included the problems of cultural production and the tasks of gallerists and theorists; they often engaged in the publication of magazines. Many of the works in this show were exhibited at those alternative spaces, like Belleza y Felicidad (Beauty and Happiness) and La Galería del Rojas. Without attempting a reconstruction, the exhibition evokes the atmosphere of that time in its layout and selection of works.
In the early 2000s, the economic and social crisis that gripped Argentina affected the daily work of many artists, accentuating some of the tendencies that were present in the nineties: the use of non-traditional materials taken from daily life and the pursuit of “beauty and happiness” as the mission of art. In the new century, artists dialogued with the world, participating in residencies abroad. This period witnessed a change in aesthetics that led to new artistic formulations in terms of texture, format and material.
The exhibition closes with the section linked to the word “TODAY” in its title, that is, the present and the production of artists who make use of the drawing medium, as well as urban interventions, projects, video and photography.
With more than three hundred works, Some Artists / 90 – TODAY is one of the first exhibitions to bring together a large number of artists active in the last two decades.
The exhibition catalogue includes a dossier of relevant documentary material that evidences the different voices engaged in theoretical debate on the production from this period, as well as an important number of reproductions of works on exhibit.
In Some Artists / 90 – TODAY the holdings of three extraordinary collections are on display: the collections of Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff and Esteban Tedesco. Rather than the public domain, it is collectors who have been responsible for preserving and keeping the works of these artists, thus protecting the artistic patrimony of the period.
The exhibition is sponsored by Tenaris, Organización Techint; Fundación Proa is responsible for its conception, organization and production.
The following artists are in the exhibition:
Pablo Accinelli / Diana Aisenberg / Eduardo “Dudú” Alcón Quintanilha / Marcelo Alzetta / Nicanor Aráoz / Sergio Avello / Elba Bairon / Ernesto Ballesteros / Irene Banchero / Javier Barilaro / Eduardo Basualdo / Leo Battistelli / Gabriela Bejerman / Maximiliano Bellmann / Carlota Beltrame / Diego Bianchi / Sofía Bohtlingk / Fernando Brizuela / Jane Brodie / Sebastián Bruno / Dino Bruzzone / Fabián Burgos / Fernando Bustillo / Juan Calcarami / Andrés Campagnucci / Feliciano Centurión / Gabriel Chaile / Leonardo Chiachio / Daniel Gianone / Nicola Constantino / Ariel Cusnir / Flavia Da Rin / Diego De Aduriz / Marina De Caro / Sergio De Loof / Tulio De Sagastizábal / Beto De Volder / Marula Di Como / Martín Di Girolamo / Jorge Di Paola / Martín Di Paola / Verónica Di Toro / Cristian Dios / Nora Dobarro / Lucio Dorr / Matías Duville / Karina El Azem / Leopoldo Estol / Guillermo Faivovich / Nicolás Goldberg / Guadalupe Fernández / Raúl Flores / Claudia Fontes / Luis “Búlgaro” Freisztav / Rosana Fuertes / Marcelo Galindo / Ana Gallardo / Octavio Garabello / Alberto Goldenstein / Lola Goldstein / Max Gómez Canle / Eubel González / Sebastián Gordín / Mariano Grassi / Alberto Greco / Julio Grinblatt / Vicente Grondona / Marcelo Grosman / Grupo de la X / Nicolás Guagnini / María Guerrieri / Jorge Gumier Maier / Silvia Gurfein / Miguel Harte / Graciela Hasper / Mónica Heller / Carlos Herrera / Alicia Herrero / Agustín Inchausti / Juliana Iriart / Guillermo Iuso / Roberto Jacoby / Magdalena Jitrik / Daniel Joglar / Fabio Kacero / Ruy Krygier / Alejandro Kuropatwa / Fernanda Laguna / Deborah Patricia Landen / Luciana Lamothe / Benito Eugenio Laren / Martín Legon / Valentina Liernur / Lux Lindner / Alfredo Londaibere / Marcos López / Jorge Macchi / Nuna Mangiante / Liliana Maresca / Nicolás Mastracchio / Emiliano Miliyo / Mónica Millán / Gian Pablo Minelli / Jorge Miño / Miguel Mitlag / Grupo Mondongo / Marcela Mouján / Ziliante Musetti / Eduardo Navarro / Esteban Pagés / Ariadna Pastorini / Máximo Pedraza / Sandro Pereira / Provisorio Permanente / Gastón Pérsico / Marcelo Pombo / Alfredo Prior / Deborah Pruden / Rosa Chancho / Mariela Scafati / Cristina Schiavi / Omar Schiliro / Rosana Schoijett / Marcia Schvartz / Pablo Siquier / Hernán Soriano / Elisa Strada / Pablo Suárez / Carlos Alberto Subosky / Cecilia Szalkowicz / Juan Tessi / Guillermo Ueno / Nahuel Vecino / Adrián Villar Rojas / Román Vitali / Osías Yang
02. Una obra que conservaría toda la vida / A work I’d hang onto my whole life
El “libro” de Alicia Herrero “Geisha”. / Alicia Herrero’s book “Geisha”.
03. Tres tips para sobrevivir en una feria de arte / Three tips for surviving an art fair
Mirar mucho, preguntar más y saber escuchar. / Look a lot, ask more and know how to listen.
04.En el arte nunca es tarde para… / In art it’s never too late to…
… comenzar a disfrutarlo. / … begin to enjoy it.
05. La muestra que más me impactó en el último tiempo / The show that affected me most lately
“Algunos Artistas”, en PROA. / “Algunos Artistas” [Some Artists], at PROA.
06. La mayor tontería que cometí alguna vez en el mundo del arte / The biggest blunder I ever made in the art world
No haberle comprado más obras a Feliciano Centurión cuando lo conocí. / Not buying more works from Feliciano Centurión when I first met him.
07. Tres factores a tener en cuenta a la hora de adquirir una obra / Three factors to keep in mind when purchasing a work
Placer, intuición, precio. / Pleasure, intuition, price.
08. La persona que me hubiese gustado conocer del mundo del arte / The person in the art world I’d have most liked to meet
Liliana Maresca / Liliana Maresca
09. Lo primero que hago en el día relacionado con el arte / The first art-related thing I do in the course of a day
Miro mi colección. / I look at my collection.
10. Si no estuviera haciendo lo que hago, hubiese sido… / If I didn’t do what I do, I’d have been …
Entrenador de equipos de rugby del C.U.Q. / A rugby coach at C.U.Q.
11. El arte no tendría sentido sin … / Art wouldn’t make sense without …
Pasión. / Passion.
12. Un artista argentino que está pisando fuerte / An Argentine artist going great guns these days
Maxi Pedraza. / Maxi Pedraza.
13. Un mentor / A mentor
Jorge Gumier Maier. / Jorge Gumier Maier.
14. Un amor imposible / A hopeless passion
El retrato que Marcia Schvartz hizo de Gumier Maier… / The portrait Marcia Schvartz made of Gumier Maier…
15. Una canción que me inspira para trabajar / A song that inspires me to work
La oportunidad para el arte contemporáneo es, definitivamente, única. Cuatro salas de PROA están hoy destinadas al arte argentino de los ´90, del 2000 y de hoy. Y la forma en que esta muestra ha podido lograrse es con la participación de tres coleccionistas que sorprenden por sus elecciones y por la forma que llegaron a ellas; audaces, se diría, apasionados y capaces de haberse dado el lujo de esquivar el mercado. Nada menos.
La muestra comienza con los retratos de aquellos “Algunos Artistas” –tal es el nombre de la misma- realizados por los fotógrafos Alberto Goldenstein, Rosana Schoijett, Gian Paolo Minelli, Jorge Miño, Marcos López, Julio Grimblat y Sergio De Loof (y algunos autorretratos como los de Flavia Da Rin, Marula Di Como, Guillermo Iuso y Gabriela Bejerman). Toda una gran pared presenta y representa en diversas poses y situaciones a los artistas que en las salas contiguas van a ocupar un espacio por pertenecer a las colecciones de Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff
La importancia dada, en este caso, a los coleccionistas no es menor. Podría afirmarse que nunca lo es, pero es en esta muestra donde, de alguna manera, se privilegia el hecho de haber recopilado los primeros trabajos de artistas que recién se estaban haciendo camino, aunque hoy sus nombres resuenen por galerías y museos locales e internacionales.
Estos trabajos, de los cuáles muchos tenían signado el destino de la destrucción –en manos de sus propios autores- o el olvido, se distribuyen en tres salas de la Fundación generando escenas de aprobación, asombro, desagrado y tantos interrogantes como piezas se exhiben. Cuestiones que no son ajenas a la recepción del arte contemporáneo, y que pueden leerse incluso como un ingrediente estimulante más de esta muestra, en la que la indiferencia está completamente ausente.
Atravesar la primera sala es el preámbulo perfecto para acceder a la segunda instancia: las obras pertenecientes a Bruzzone y que representan la producción de los 90. “Trementina el Duende da a su pintura la fluidez necesaria” de Pablo Suárez, “Ydishe mame” de Miguel Harte, “Winko”, “Calefón” y “Banquito” de Marcelo Pombo, “Réplica de la pistola de Bussi” de Carlota Beltrame, “Caja de Zapatos” de Fernanda Laguna, la “Serie Pop Latino” de Marcos López, “Gordigol” de Sebastián Gordín… son apenas un ejemplo de las casi doscientas obras –con proliferación de objetos- seleccionadas por Rafael Cippolini y que fueron concebidas en esa década en momentos que nacían espacios alternativos y se cruzaban las opiniones acerca del arte rosa, light o guarango.
En relación a esta instancia Cippolini expresa en el ensayo inédito escrito para el catálogo de la exhibición: “[…] El 22 de setiembre de 1999 inauguraba en la galería del Centro Rojas Algunas obras de la colección Bruzzone. Un recorte del arte de los 90. Una exposición muy singular por varios motivos. Gustavo Bruzzone propuso un recorrido de lo que ya había sido mostrado en la galería o de lo que podría haber sido mostrado: diferentes obras, algunas desconocidas, de artistas ligados al lugar. En ese momento Jorge Gumier Maier ya no era el responsable de la sala, entonces conducida por otro artista, Alfredo Londaibere. El gesto de Bruzzone fue certero: celebraba el trabajo curatorial de Gumier Maier y al mismo tiempo lo historiaba, mientras dejaba en claro que el suyo era un coleccionismo diferente. […]
Cippolini recuerda también que al mismo tiempo Bruzzone había comenzado a coleccionar obras de otro proyecto que apenas tenía cinco meses de existencia y que reproducía en ciertos aspectos rasgos de la galería del Rojas. Se trataba de Belleza y Felicidad, galería creada por la poeta Cecilia Pavon y por la artista Fernanda Laguna, cuya sede era el edificio de una antigua farmacia en el barrio de Almagro.
La sala 3, con la colección de Esteban Tedesco, corresponde a las producciones del 2000, con obras de Pablo Siquier, Ernesto Ballesteros (Grupo de la X) y Jorge Macchi, Marina de Caro, Nicola Costantino, Eduardo Basualdo, Adrián Villar Rojas y Diego Bianchi entre otros, en cuya selección colaboró Ana Gallardo. En esta parte de la muestra la temática abordada se caracteriza por grandes escalas, diversidad de materiales y una temática un tanto atravesada por lo monstruoso (aunque no excluyente): la “Mujer de vidrio” de Bianchi, forma humana sin cabeza construida a partir de vidrios marrones de botellas; la “Puerta” de Villar Rojas, en la que aparece pintada una figura mitad robot mitad monstruo; “El pájaro autómata” de Hernán Soriano hecho a partir de madera, vidrio, metal, motor y el esqueleto de un ave; la obra de Nicola Constantino realizada en resina a partir de calcos de animales comprimidos; el pequeño mundo onírico, realizado a partir de porcelana fría, ramas de árbol y mueble de madera, de Eduardo Basualdo; y “Monstruo” de Fernando Brizuela, una especie de Hulk hecho con cogollos de marihuana sobre una figura plástica.
El cierre, en la sala 4, pertenece a la selección hecha por los artistas Cecilia Szalkowicks y Gastón Pérsico sobre la colección de Alejandro Ikonicoff. El espacio aquí es abarcado por fotografías, dibujos e instalaciones, como la de Juliana Iriart “Ambar”, recreada por primera vez desde el 2006 y realizada con azúcar, repollo colorado, grasa, carbón, aceite, espejo, farol con luz intermitente y lámpara. Allí están también “Cassette” de Eduardo Navarro; el balde de albañil revestido con fragmentos de espejos de Bianchi y “Baño” de Eduardo Navarro, un inflable de plástico con embudos y secador de pelo andando.
De esta forma, y con todos los elementos educativos a los que PROA nos tiene acostumbrados, el anzuelo está echado: estudiosos, amantes del arte contemporáneo, o simples curiosos, tienen la oportunidad de meterse casi literalmente en la intimidad de tres coleccionistas poseedores de una visión a fuerza de obstáculos.
En una de las muestras del año, Fundación Proa presenta un recorrido por las artes visuales en Argentina desde 1990. Desde los “artistas del Rojas” a los experimentostrash de los 2000, la variedad y el desconcierto son los tópicos más fuertes de esta exhibición antológica.
Los últimos veinte años de arte argentino han sido analizados, a medida que sucedían, con una inmediatez no siempre provechosa. En el texto especialmente escrito para el catálogo de esta muestra, el teórico Rafael Cippolini señala tres hitos institucionales que marcarían este período, la apertura de tres espacios de exhibición: la galería del CC Rojas, a cargo de Gumier Maier, en 1989; Belleza y Felicidad, por Fernanda Laguna y Cecilia Pavón, en 1999; y, por último, Appetite, por Daniela Luna, en 2005. Recorriendo las cuatro salas de Proa el espectador logra formarse una idea bastante sólida de esos tres mundos.
El primer espacio oficia de introducción, con retratos de varios de los artistas, seleccionadores y coleccionistas de la muestra. Hay también material periodístico (como el artículo que acuñó el mote “arte light“) y obras que remiten a publicaciones y editoriales de la época (revista ramona, editorial ByF). La sala 2 aloja las obras de la colección de Gustavo Bruzzone, seleccionadas por el mencionado Cippolini. Se trata en muchos casos de primeras obras de artistas que luego serían emblemáticos (como Marcelo Pombo). Bruzzone estuvo bastante cerca de los círculos del Rojas y de Belleza y Felicidad, lo que le permitió obtener materiales de primera mano cuyo valor es tanto estético como documental (bolsas escritas con marcador de ByF).
En la sala 3 se presentan los elegidos de la colección de Esteban Tedesco que hizo la artista Ana Gallardo. Son obras de mayor formato y madurez, a veces de artistas que ya venían de los 90 (como Graciela Hasper), otras de jóvenes talentos que asomaron en los 2000 (la impresionante “Mujer” de Diego Bianchi). Por último, la colección de Alejandro Ikonicoff incluye obras potentes en diversos formatos (desde la puerta de Adrián Villar Rojas hasta la instalación deJuliana Iriart originalmente presentada en Appetite en 2006) así como documentos de acciones colectivas (el grupo Rosa Chancho).
La exposición se completa con una atractiva agenda de visitas guiadas con artistas y críticos, los sábados; y entrevistas en video con los coleccionistas en el canal de YouTube de Proa.
Algunos artistas. 90-HOY logra combinar el esfuerzo curatorial de construir un relato sobre un período tan controvertido y cercano en el tiempo con el desafío de presentar cientos de obras probablemente desconocidas para el público de arte más consagrado. Es un acierto: el peligro de este tipo de muestras es caer en lo esotérico y “para los amigos” -supuestas características, por otra parte, de los espacios de exhibición aquí rescatados. Se trata de una exhibición imponente pero enfocada, cuyo mayor mérito probablemente sea el despertar el debate sobre una época que nos conmociona porque es la nuestra.
Algunos artistas. 90-HOY. Fundación Proa. Pedro de Mendoza 1929. Martes a domingos de 11 a 19 hs. Entrada general: 12$. Estudiantes y docentes con acreditación: gratis los días martes. Hasta julio de 2013.
El juego, la belleza, lo infantil, así como también el humor y la ironía, construyen esta historia del arte junto con el peculiar uso de los objetos de la vida cotidiana como material para la creación artística. Los años 2000 se inician con trabajos de gran formato que reflejan la consistencia y la madurez de los artistas jóvenes de la década anterior, como Jorge Macchi, Pablo Siquier yErnesto Ballesteros.
Las obras de este período fueron seleccionadas por la artista Ana Gallardo en colaboración con el coleccionista Esteban Tedesco. Su selección se centró especialmente en las primeras producciones de artistas, como los del Grupo de la X, Marina De Caro y Adrián Villar Rojas. La peculiaridad de esta colección se ve en las grandes escalas y la riqueza de los materiales en trabajos que atraviesan la primera década del siglo hasta llegar a las nuevas generaciones. La evolución y el desarrollo de las carreras de algunos artistas se manifiestan en obras de distintos períodos que integran más de una colección.
El momento actual está representado en la selección realizada por los artistas Cecilia Szalkowickz y Gastón Pérsico en la colección de Alejandro Ikonicoff. La etérea presencia de las obras en el espacio, su carácter introspectivo y sutil, exigen una aguda observación de los detalles. La fotografía se vuelve un medio cotidiano, así como también el dibujo y el rescate del papel, en diálogo con obras como las de Leopoldo Estol realizadas sobre afiches publicitarios. La exhibición finaliza con una instalación de Juliana Iriart, reconstruida por primera vez desde 2006.
Algunos Artistas / 90 – HOY remite al título de la histórica muestra curada en 1992 por Jorge Gumier Maier en el Centro Cultural Recoleta, donde exhibió al grupo de artistas que se establecían en torno al Rojas: algunos artistas, algunas obras, sus primeros y segundos pasos y, ahora en Proa, también los primeros y segundos pasos de los coleccionistas. Un diálogo entre múltiples voces –las de los artistas y los coleccionistas– que reconstruye un momento de la historia del arte reciente.
Aficiones peligrosas*
Por Rafael Cippolini
I.
Propongo una inversión de la fórmula: las escenas artísticas se parecen a sus coleccionistas. Y mucho. ¿Por qué razón? Una colección es un pequeño mundo, y si se quiere, la escala de un mundo, de un universo de objetos. Los coleccionistas suelen convivir con estos mundos en escala y no es inhabitual que se reconozcan en ellos. Y viceversa. Al fin de cuentas, se trata de ecosistemas estéticos que existen gracias a sus elecciones, a su catálogo personal. Invito ahora a exagerar un dualismo: clasifiquemos a los coleccionistas en dos grupos bien precisos. Por una parte, aquellos que invirtieron en obras históricamente consagradas, ya por la Historia del Arte, ya por el mercado, por especialistas, por colegas. El otro grupo, que suele ser por definición minoritario, lo conforman aquellos que, al realizar su colección, apostaron por piezas y artistas con poca o nula confirmación, de dudoso o inexistente prestigio, invariablemente desconocidos por el mercado. La división lejos está de ser caprichosa: si a posteriori visitamos una época bajo una u otra mirada, los resultados seguramente serán muy diferentes. Este breve preámbulo es fundamental a la hora de adentrarnos en la exposición que nos convoca. Una muestra en tres estilos.
II.
Jorge Gumier Maier, Fernanda Laguna y Daniela Luna son artistas que, en diferentes momentos entre 1989 y 2005 [1], decidieron estar al frente de espacios de exhibición, y realizar exposiciones con obras y creadores que hubieran sido imposibles o dificultosas en cualquier otro lugar. Propuestas que no tenían previamente un valor económico, y por ende, tampoco coleccionistas. Cada uno convocó artistas que no encontraban la circulación adecuada, que muchas veces ni siquiera sabían dónde buscarla. Estos proyectos –la galería del Centro Rojas, Belleza y Felicidad y Appetite, por citar solo tres– funcionaban por sobre todo como zonas de reunión, sitios de encuentro, de intercambio. No debería resultar extraño que de estas experiencias surgiera otro tipo de coleccionismo, así como otra especie de relación entre artistas y coleccionistas, y colaboraciones entonces para nada usuales. […] Cuando un coleccionista comienza a comprar lo hasta ese momento invendible –y Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff son viejos conocedores de esto–, cuando lo improbable empieza a ser un estímulo y no una frustración, cada vez más artistas se arriesgan más y más allá de “lo que vende”. […]
III.
[…] El 22 de setiembre de 1999 inauguraba en la galería del Centro Rojas Algunas obras de la colección Bruzzone. Un recorte del arte de los 90. Una exposición muy singular por varios motivos. Gustavo Bruzzone propuso un recorrido de lo que ya había sido mostrado en la galería o de lo que podría haber sido mostrado: diferentes obras, algunas desconocidas, de artistas ligados al lugar. En ese momento Jorge Gumier Maier ya no era el responsable de la sala, entonces conducida por otro artista, Alfredo Londaibere. El gesto de Bruzzone fue certero: celebraba el trabajo curatorial de Gumier Maier y al mismo tiempo lo historiaba, mientras dejaba en claro que el suyo era un coleccionismo diferente. […] Simultáneamente, Bruzzone había comenzado a coleccionar obras de otro proyecto, que todavía no cumplía cinco meses de de existencia, y que en algunos aspectos continuaba ciertos rasgos de la galería del Rojas: me refiero a Belleza y Felicidad, la galería fundada por la poeta y traductora Cecilia Pavón y una de las artistas expuestas por Bruzzone, Fernanda Laguna.
IV.
Colecciones Mamushkas. Cada vez que Gumier Maier necesitaba explicar qué era el Rojas, realizaba una muestra a tal fin, un catálogo: una colección coyuntural. Lo hizo en agosto de 1992, inaugurando –junto a Magdalena Jitrik– Algunos Artistas, en el Centro Cultural Recoleta, donde exhibieron Feliciano Centurión, Di Girolamo, Gordín, Harte, Laren, Londaibere, Schiliro y Pastorini, entre otros. Apenas días antes, ese mismo mes, con motivo de una muestra de Gumier Maier, Schiliro, Laren y Londaibere, Jorge López Anaya publicaba en La Nación un breve y laudatorio artículo donde, acaso sin proponérselo, etiquetaba una actitud: “Los productos light pertenecen, sin duda, al contexto de la apariencia y la simulación. Parece lo que son […] También el arte se identifica cada vez más con la ‘ficción’, con la ‘levedad’ generalizada. […]” [2]. Entre abril y julio del año siguiente, en unas jornadas organizadas por los pintores Felipe Pino, Marcia Schvartz y Duilio Pierri, el término light reubica las posiciones: lo que para los organizadores es debilidad, claudicación o impostura, para los aludidos ya es una bandera, con todas las ambigüedades del caso [3] […] En noviembre de 1995, Pierre Restany publicó una crítica sobreimprimiendo otra etiqueta a la aportada por López Anaya: arte guarango, subrayando una posible filiación menemista [4]. Gumier Maier finalmente le contesta en la última de sus colecciones catálogos: El Tao del Arte (de regreso en el Centro Recoleta, en mayo de 1997). “No tuvo en cuenta que estas obras comenzaron a producirse por 1985-86, un lustro antes del recorte de patillas” [5] […]
V.
[…] Esteban Tedesco subrayó en varias oportunidades la influencia de las opiniones de Ernesto Ballesteros en la suya. “A través de Ballesteros me enfoqué en este tipo de arte”. Al igual que Bruzzone, expuso una selección de obras de su colección, Objetos de mi pasión, con curaduría de Philippe Cyroulnik, en el Centro Cultural Borges, a principios de 2009 […] En su elección de artistas, parece mediar y mixturar los elegidos por Bruzzone e Ikonicoff […] Al igual que Ikonicoff, no sólo adquiere obras, sino que ayuda a los artistas en los procesos de producción, obteniendo piezas por intercambio. Sin dudas, de los tres es quien más cerca está de la clásica figura de un mecenas. Sea lo que pueda ser hoy un mecenas.
VI.
[…] “[Tengo] un modelo a seguir: Bruzzone como coleccionista es a donde me gustaría llegar. Donde está puesto Gustavo es muy representativo de toda una década y eso es muy fuerte”. Quien habla es Alejandro Ikonicoff, en mayo de 2005. Por entonces recién comenzaba a reunir obras, todavía no había puesto en funcionamiento sus clínicas para coleccionistas, pero parecía saber perfectamente cuál era su función. […]
VII.
Si de los primeros años de la galería del Rojas, Gumier Maier supo decir: “semejábamos casi un club” [6], otro tanto podría decirse del clima que solía reinar en Belleza y Felicidad, proyecto que se inició como regalería y centro de reunión, en abril de 1999, en lo que había sido una antigua farmacia en el barrio de Almagro. […] Su staff artístico inicial estuvo claramente dominado por creadores de la línea Rojas o muy cercanos a ésta (con exposiciones de Gumier, Goldenstein, Londaibere, Ueno y Avello, entre otros), pero paulatinamente –y en la medida en que ganaron más y más protagonismo las exposiciones de arte– un nuevo grupo de artistas pasó a ser la referencia […]¿Eclecticismo o tensión por contraste? Cuestión de hábito. La dialéctica entonces no estaba regida tanto por los formatos o los soportes, sino por la actitud política.
En mayo de 2003, en el auditorio del Malba, tuvo lugar el encuentro Arte Rosa Light vs. Arte Rosa de Luxemburgo [7], que le dio nombre y mayor visibilidad a un debate que llevaba más de un año. Los sucesos de diciembre de 2001 sirvieron de perfecta excusa para que varios artistas y teóricos filiados a un arte de denuncia desempolvaran las hipótesis de Restany –que fallecería unos días después– actualizándolas como argumento. […]
VIII.
Los tres espacios (la galería del Rojas, ByF y Appetite) fueron un maravilloso rejunte de artistas. “Talentos dispersos” [8], como aseveró alguna vez Gumier Maier. Pero así como el modelo que en aquellos días instaló sigue siendo reconocido por la laboriosidad de sus estéticas, su belleza autista y sus objetos artesanales –y preciosos–, Appetite lo será por su imagen trash, obscena y abiertamente sexual [9]. Daniela Luna, ex estudiante de economía, fundó Appetite con el propósito de provocar, agitar y revertir –sobre todo ideológicamente- lo señalado anteriormente por Tedesco: la improbabilidad de un mercado. […] A veces cuesta entender que un coleccionista –ciertos coleccionistas- pueden ser tan improbables como las obras que coleccionan. Así es: se mimetizan con ellas. Hasta llegan a existir por ellas. […]
Una visita guiada con la artista Graciela Hasper y el crítico Rodrigo Alonso, dos protagonistas de la exhibición Algunos Artistas / 90 - HOY. Mientras que la obra de Hasper integra las colecciones Bruzzone y Tedesco, Alonso es uno de los autores que teorizó sobre la producción argentina contemporánea.
Algunos Artistas remite al título de la histórica muestra curada en 1992 por Jorge GumierMaier en el Centro Cultural Recoleta, donde exhibió al grupo de artistas que se establecían en torno al Rojas: algunos artistas, algunas obras, sus primeros y segundos pasos y, ahora en Proa, también los primeros y segundos pasos de los coleccionistas. Un diálogo entre múltiples voces –las de los artistas y los coleccionistas– que reconstruye un momento de la historia del arte reciente.
El teórico Rafael Cippolini eligió un conjunto de obras de la colección de Gustavo Bruzzone que da cuenta de la creatividad y diversidad de propuestas a lo largo de la década del 90. La selección deja constancia del nacimiento de espacios alternativos como Belleza y Felicidad, La Galería del Rojas, la revista Ramona y numerosos exponentes de las diversas tendencias que marcaron una época. El juego, la belleza, lo infantil, así como también el humor y la ironía, construyen esta historia del arte junto con el peculiar uso de los objetos de la vida cotidiana como material para la creación artística.
Los años 2000 se inician con trabajos de gran formato que reflejan la consistencia y la madurez de los artistas jóvenes de la década anterior, como Jorge Macchi, Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros. Las obras de este período fueron seleccionadas por Ana Gallardo, artista y colaboradora del coleccionista Esteban Tedesco, que eligió especialmente las primeras producciones de artistas, como las del Grupo de la X, Marina De Caro y Adrián Villar Rojas. La singularidad de esta colección se evidencia en las grandes escalas y la riqueza de los materiales, en trabajos que atraviesan la primera década de este siglo hasta llegar a las nuevas generaciones. La evolución y el desarrollo de las carreras de algunos artistas se manifiestan en obras de distintos períodos que integran más de una colección.
El momento actual está representado en la selección realizada por los artistas Cecilia Szalkowickz y Gastón Pérsico en la colección de Alejandro Ikonicoff. La etérea presencia de las obras en el espacio, su carácter introspectivo y sutil, exigen una aguda observación de los detalles. La fotografía se vuelve un medio cotidiano, así como también el dibujo y el rescate del papel, en diálogo con obras como las de Leopoldo Estol realizadas sobre afiches publicitarios. La exhibición finaliza con una instalación de Juliana Iriart, reconstruida por primera vez desde 2006.
La muestra recoge obras de la colección de Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco. Producidas por una diversidad de artistas argentinos más o menos reconocidos, las obras, según el folleto “construyen esta historia del arte junto con el peculiar uso de los objetos de la vida cotidiana como material para la creación artística”.
El recorrido de la expo inicia en planta baja donde nos recibe el primer espacio con algunas imágenes de los artistas a las que corresponden las obras que iremos viendo a lo largo de la muestra. Lo interesante es que las imágenes fueron tomadas en su mayoría por Alberto Goldenstein, director de la fotogalería del rojas entre 1995 y 2005, pero también por los propios artistas exhibidos, dando cuenta de ésta red de auto legitimación que comenzaba a darse entonces.
En la sala 2 encontramos la selección de obras de la colección Bruzzone realizada por el teórico Rafael Cippolini. “El panorama muestra diversos ejes y destaca el surgimiento de los llamados espacios alternativos” de los que daba cuenta antes, y la selección se centra particularmente en la década de los 90. Entre los artistas seleccionados hallamos a Pablo Suárez, Marcelo Pombo, Fernanda Laguna, Sergio De Loof, Jorge Gumier Maier y Roberto Jacoby.
En la sala 3 hallamos la selección de la colección Tedesco realizada por la artista Ana Gallardo y que se centra particularmente en los inicios del nuevo siglo. “Durante esta década, han consolidado sus carreras internacionales artistas como Jorge Macchi, Pablo Siquier, Fabián Burgos y Ernesto Ballesteros, y ya constituyen un lenguaje generacional vinculado con nuevas formas de abstracción y variaciones del conceptualismo”.
Subiendo las escaleras en la sala 4 y con la producción de obras más reciente, está el presente con la colección de Alejandro Ikonicoff cuya selección de obras fue realizada por Cecilia Szalcowicz y Gastón Pérsico. “El clima de la época es efímero, sutil, una mirada a los detalles, un mínimo gesto, un grito o un silbido, también el silencio”.
Un detalle interesante a destacar de la muestra es la forma de montaje y de acercamiento que se pretende dar a las obras. En ninguna de las salas hay referencias que indiquen el nombre de una obra en particular o quien la hizo, y en cambio, están acompañadas por un sencillo número de referencia que encontraremos en alguna de las hojas plastificadas ubicadas en la entrada de las salas y a las que hay que recurrir constantemente si no se conoce lo que se está viendo.
Trazar una vista panorámica en un campo escandido por múltiples mediaciones: ese parece ser el norte que guía la exhibición inaugurada en Fundación Proa el último sábado de abril. Elegir tres colecciones –las de Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff–, elegir a un crítico y a tres artistas –Rafael Cippolini, Ana Gallardo, Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico–, para elegir un repertorio de objetos moderadamente variado. Un itinerario de trescientos cincuenta y ocho puntitos nos conduce cronológicamente por las salas boquenses, donde obras bidimensionales y diversos objetos encaramados a sus pedestales presiden el recorrido. En menor medida, el trayecto puede deparar algunos documentos y publicaciones, entre otras misceláneas gráficas.
Partir de la noción de colección puede ser una manera indirecta e interesante de abordar, y desbordar, el típico recorrido histórico. Las colecciones como programas de lectura y montaje de objetos artísticos, y no artísticos, son huellas de sueños o pesadillas institucionales, de epistemologías triunfantes o fracasadas, de proximidades amistosas, de posesiones fetichistas o del puro querer vivir del capricho. Esta trama se intuye en ciertos instantes, aunque no sea tan explícita en una topografía que se deja llevar por la didáctica infografía del tiempo y el espacio patrio.
Luego de una introducción amenizada por un quién es quién en esta historia en despliegue fotográfico, la sala mayor conjuga una visión cristalizada de los noventa –objetual, ornamental, sentimental y juguetona– anclada en el Centro Cultural Rojas, con la emergencia de otras tribus –Ramona, Belleza y Felicidad– al filo del siglo y con una constelación de personajes más gregarios. Algunos desvíos del libreto aderezan la experiencia. El tercer recinto ofrece obras de grandes dimensiones y modestos comienzos; por momentos, cierta monotonía en el planteo del espacio desalienta. Por último, el lugar del hoy. La uniformidad del trayecto felizmente se interrumpe con el centellear crepuscular de Ámbar, una instalación de Juliana Iriart de 2006 reconstruida para la ocasión. Su ambiente lunar y postapocalíptico parece convocar simultáneamente los inicios y los confines de este derrotero.
Un proyecto de estas características es particularmente bienvenido en un medio que ha sido avaro en materia de miradas autorreflexivas. Aun así, la responsabilidad curatorial diversificada conspira contra la muestra. A la exhibición Algunos artistas le cuesta darse a la invención de imágenes que conmuevan el flujo del tiempo y el despliegue territorial, inquietando ese espacio homogéneo y sucesivo de paredes, vitrinas y pedestales. Todo relato de la historia es precisamente eso, un relato, que no debería ser encomendado al manso discurrir. Se echa de menos la escenificación de algunos ejes que agiten todos esos objetos en el territorio del presente, donde todo lo pensado y lo aún por pensar están latentes.
Algunos artistas / 90 – hoy, Arte argentino en las colecciones de Gustavo Bruzzone / Alejandro Ikonicoff / Esteban Tedesco, Fundación Proa, Buenos Aires, abril – julio de 2013.
Genera cierta irritación en algún público que se presenta en una muestra de arte contemporáneo y encuentra una copa rota y sus fragmentos con un título que empieza con la palabra 'Instalación'. Los comentarios suelen ser hasta de enojo: '¡Esto no es arte!' O en algunos casos más radicales, 'esto lo hago yo'". Así, poniéndole un poco de humor, el escritor mexicano Juan Villoro reflexionaba sobre las preguntas que genera cierto tipo de arte actual a un público no especialista. De paso por Buenos Aires para asistir a la Feria del Libro comentó que desde hace unos meses está tras un artista contemporáneo mexicano, de quien escribirá una crónica con la que intentará meterse en el tuétano del asunto sobre qué es el arte actual. Buscará despedazarlo, hacer explícitas esas preguntas que son las que generan ciertas exposiciones y que muchas veces se vuelven un hecho artístico por el hecho mismo de generarlas.
En Fundación Proa la muestra Algunos Artistas / 90 - HOY propone un recorrido por el arte desde la década de los noventa hasta la actualidad a través de la mirada de tres coleccionistas que buscaron captar esos momentos artísticos: Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff. A la pregunta "qué es el arte actual" se suma la de "qué es ser coleccionista hoy". En una de las salas se encuentra un paisaje compuesto de unas serranías blancas –que, luego sabremos, es azúcar impalpable– que en el medio tiene un lago viscoso y amarillo –que, luego sabremos, es aceite comestible sin filtrar– y en un costado una rugosidad, un color bordó y unas piedras negras y brillantes, que luego sabremos se trata de repollo colorado y carbón. "A veces cuesta entender que un coleccionista –ciertos coleccionistas– pueden ser tan improbables como las obras que coleccionan", dice el teórico del arte Rafael Cippolini.
¿Qué compró Alejandro Ikonicoff cuando adquirió esta instalación de la artista Juliana Iriart? "La compré en Appetite, que era un espacio que fue creado en 2005 con un espíritu de creación joven para artistas contemporáneos. Le pedí a la artista que hiciera un instructivo de su obra Paisaje Ámbar para volver a armarla. Yo me llevé los espejos y la luz y ese manual. La volvimos a armar ahora para Proa. Eso era algo inédito en la Argentina y no implica que pueda realizarse así con todas las instalaciones", explica Ikonicoff, un empresario textil que comenzó a fines de los '90 a acercarse a Belleza y Felicidad, la galería de Almagro creada por Fernanda Laguna y Cecilia Pavón, donde se concentraban artistas de lo más diversos que estaban trabajando en medio de una profunda crisis económica y social. "No todas las piezas son artísticas sólo por el objeto, como podría ser un cuadro impresionista. Sino que es en el discurso donde se termina de definir la obra. Siguiendo el ejemplo de la copa rota, no es sólo los pedazos de la copa lo que hacen que eso sea arte, sino también la explicación o interpretación de quien la ve. O un momento histórico en el que ese artista lo propuso. Aunque no siempre lo que uno termina viendo es lo artístico", dice el empresario.
"El coleccionista de hoy incorpora los diversos formatos del arte contemporáneo, incluso aquellos que no son tan fácil de conservar o exponer en el hogar, por ejemplo. Y en la idea de coleccionista que aparece en esta exhibición, se define alguien que sigue la producción de los artistas, los acompaña en su producción. Artista y coleccionista generan una relación de intercambio. Son vínculos no tan asimétricos como los del antiguo mecenazgo. Sigue habiendo roles: el artista es el artista. Pero se generan vínculos afectivos, de mutuo apoyo. Un coleccionista actual puede seguir respondiendo al imaginario tradicional, tener pinturas y esculturas tradicionales, pero también puede tomar otro camino, seguir el ritmo de algunos proyectos contemporáneos que difieren de esos formatos. Puede tener en su patrimonio una video instalación, el registro de una performance, u otras manifestaciones incluso de arte efímero. A veces hablamos de materiales perecederos como comestibles o de dimensiones complicadas. Las obras en esta exposición dan cuenta también de que muchas personas pueden tener una obra original en su casa, que el coleccionismo contemporáneo admite esa posibilidad", dice Cintia Mezza, que tuvo a su cargo la dirección del proyecto.
El teórico Rafael Cippolini que fue el encargado de seleccionar para esta muestra de Proa las piezas de Bruzzone juega con el preconcepto en el arte que dice que las obras se parecen a sus coleccionistas. "Las escenas artísticas se parecen a sus coleccionistas. Y mucho. ¿Por qué razón? Una colección es un pequeño mundo y si se quiere, la escala de un mundo, de un universo de objetos. Los coleccionistas suelen convivir con esos mundos en escala y no es inhabitual que se reconozcan en ellos y viceversa. Al fin de cuentas se trata de ecosistemas estéticos que existen gracias a sus elecciones, a su catálogo personal", explica el maestro.
"Estoy escribiendo sobre un artista plástico mexicano, Damián Ortega, es un artista que ha expuesto en los mejores museos de arte moderno del mundo, desde la Tate Gallery en Londres, o el Guggenheim de Bilbao, y me interesa mucho tratar de hacer una crónica donde se vuelva para muchos comprensible la película del arte moderno. Yo empecé haciendo una semblanza del artista, pequeña, para una revista norteamericana. Pero me di cuenta de que aquello era mucho más rico, que era interesante y desafiante intentar explicar desde adentro al arte contemporáneo. Que para muchos es incomprensible. Para mucha gente el arte actual es un delirio, una broma. Tratar de entender eso desde adentro, cómo lo piensa el artista. Y sus piezas. Es un desafío muy interesante. ¿Qué es lo que le da valor al arte? ¿La explicación? ¿El precio que le pone el coleccionista? Porque vivimos en un mundo loco. Uno de los grandes logros del arte moderno es haber creado un mercado. Es una invención creativa", cuenta Villoro. Y es justamente Damián Ortega, este artista mexicano al que refiere, quien realizó una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo de Boston con un título que juega con ese "esto lo hago yo" del público. La muestra se llamó "Do it yourself" ( Hazlo tú mismo) en la que invita a los participantes a jugar, a hacer arte. Y a pensar qué es eso que entra en la bolsa del arte contemporáneo. «
Natalia Páez
Genera cierta irritación en algún público que se presenta en una muestra de arte contemporáneo y encuentra una copa rota y sus fragmentos con un título que empieza con la palabra 'Instalación'. Los comentarios suelen ser hasta de enojo: '¡Esto no es arte!' O en algunos casos más radicales, 'esto lo hago yo'". Así, poniéndole un poco de humor, el escritor mexicano Juan Villoro reflexionaba sobre las preguntas que genera cierto tipo de arte actual a un público no especialista. De paso por Buenos Aires para asistir a la Feria del Libro comentó que desde hace unos meses está tras un artista contemporáneo mexicano, de quien escribirá una crónica con la que intentará meterse en el tuétano del asunto sobre qué es el arte actual. Buscará despedazarlo, hacer explícitas esas preguntas que son las que generan ciertas exposiciones y que muchas veces se vuelven un hecho artístico por el hecho mismo de generarlas.
En Fundación Proa la muestra Algunos Artistas / 90 - HOY propone un recorrido por el arte desde la década de los noventa hasta la actualidad a través de la mirada de tres coleccionistas que buscaron captar esos momentos artísticos: Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff. A la pregunta "qué es el arte actual" se suma la de "qué es ser coleccionista hoy". En una de las salas se encuentra un paisaje compuesto de unas serranías blancas –que, luego sabremos, es azúcar impalpable– que en el medio tiene un lago viscoso y amarillo –que, luego sabremos, es aceite comestible sin filtrar– y en un costado una rugosidad, un color bordó y unas piedras negras y brillantes, que luego sabremos se trata de repollo colorado y carbón. "A veces cuesta entender que un coleccionista –ciertos coleccionistas– pueden ser tan improbables como las obras que coleccionan", dice el teórico del arte Rafael Cippolini.
¿Qué compró Alejandro Ikonicoff cuando adquirió esta instalación de la artista Juliana Iriart? "La compré en Appetite, que era un espacio que fue creado en 2005 con un espíritu de creación joven para artistas contemporáneos. Le pedí a la artista que hiciera un instructivo de su obra Paisaje Ámbar para volver a armarla. Yo me llevé los espejos y la luz y ese manual. La volvimos a armar ahora para Proa. Eso era algo inédito en la Argentina y no implica que pueda realizarse así con todas las instalaciones", explica Ikonicoff, un empresario textil que comenzó a fines de los '90 a acercarse a Belleza y Felicidad, la galería de Almagro creada por Fernanda Laguna y Cecilia Pavón, donde se concentraban artistas de lo más diversos que estaban trabajando en medio de una profunda crisis económica y social. "No todas las piezas son artísticas sólo por el objeto, como podría ser un cuadro impresionista. Sino que es en el discurso donde se termina de definir la obra. Siguiendo el ejemplo de la copa rota, no es sólo los pedazos de la copa lo que hacen que eso sea arte, sino también la explicación o interpretación de quien la ve. O un momento histórico en el que ese artista lo propuso. Aunque no siempre lo que uno termina viendo es lo artístico", dice el empresario.
"El coleccionista de hoy incorpora los diversos formatos del arte contemporáneo, incluso aquellos que no son tan fácil de conservar o exponer en el hogar, por ejemplo. Y en la idea de coleccionista que aparece en esta exhibición, se define alguien que sigue la producción de los artistas, los acompaña en su producción. Artista y coleccionista generan una relación de intercambio. Son vínculos no tan asimétricos como los del antiguo mecenazgo. Sigue habiendo roles: el artista es el artista. Pero se generan vínculos afectivos, de mutuo apoyo. Un coleccionista actual puede seguir respondiendo al imaginario tradicional, tener pinturas y esculturas tradicionales, pero también puede tomar otro camino, seguir el ritmo de algunos proyectos contemporáneos que difieren de esos formatos. Puede tener en su patrimonio una video instalación, el registro de una performance, u otras manifestaciones incluso de arte efímero. A veces hablamos de materiales perecederos como comestibles o de dimensiones complicadas. Las obras en esta exposición dan cuenta también de que muchas personas pueden tener una obra original en su casa, que el coleccionismo contemporáneo admite esa posibilidad", dice Cintia Mezza, que tuvo a su cargo la dirección del proyecto.
El teórico Rafael Cippolini que fue el encargado de seleccionar para esta muestra de Proa las piezas de Bruzzone juega con el preconcepto en el arte que dice que las obras se parecen a sus coleccionistas. "Las escenas artísticas se parecen a sus coleccionistas. Y mucho. ¿Por qué razón? Una colección es un pequeño mundo y si se quiere, la escala de un mundo, de un universo de objetos. Los coleccionistas suelen convivir con esos mundos en escala y no es inhabitual que se reconozcan en ellos y viceversa. Al fin de cuentas se trata de ecosistemas estéticos que existen gracias a sus elecciones, a su catálogo personal", explica el maestro.
"Estoy escribiendo sobre un artista plástico mexicano, Damián Ortega, es un artista que ha expuesto en los mejores museos de arte moderno del mundo, desde la Tate Gallery en Londres, o el Guggenheim de Bilbao, y me interesa mucho tratar de hacer una crónica donde se vuelva para muchos comprensible la película del arte moderno. Yo empecé haciendo una semblanza del artista, pequeña, para una revista norteamericana. Pero me di cuenta de que aquello era mucho más rico, que era interesante y desafiante intentar explicar desde adentro al arte contemporáneo. Que para muchos es incomprensible. Para mucha gente el arte actual es un delirio, una broma. Tratar de entender eso desde adentro, cómo lo piensa el artista. Y sus piezas. Es un desafío muy interesante. ¿Qué es lo que le da valor al arte? ¿La explicación? ¿El precio que le pone el coleccionista? Porque vivimos en un mundo loco. Uno de los grandes logros del arte moderno es haber creado un mercado. Es una invención creativa", cuenta Villoro. Y es justamente Damián Ortega, este artista mexicano al que refiere, quien realizó una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo de Boston con un título que juega con ese "esto lo hago yo" del público. La muestra se llamó "Do it yourself" ( Hazlo tú mismo) en la que invita a los participantes a jugar, a hacer arte. Y a pensar qué es eso que entra en la bolsa del arte contemporáneo. «
A través de 300 obras, se muestra un panorama del arte argentino desde 1990 hasta la actualidad con pinturas, instalaciones, fotografías, dibujos, esculturas y collages, entre otros.
Les dejo imágenes de las obras que más me llamaron la atención. Vale la pena darse una vuelta por la Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca, Caminito, de martes a domingo de 11 a 19) para ver esta muestra y de paso, pasean un poco por el barrio de La Boca.
Veinte años ¿no es nada? Como en un viaje en el tiempo, Algunos Artistas / 90-Hoy reúne el derrotero del arte local y la producción de quienes se destacaron en los 80s, de los que explotaron en los 90s, y otros que desde el 2000 continúan madurando. Flashback sobre una historia reciente, facilita la lectura fresca. Proa (Pedro de Mendoza 1929, en La Boca) convocó a tres coleccionistas particulares (Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff) para armar este “grandes éxitos”. Como una mirada a “ecosistemas estéticos”, según el teórico Rafael Cipollini, que los coleccionistas crean (y habitan) a veces sin darse cuenta.
“La mayoría proviene de artistas que fueron seleccionados por Jorge Gumier Maier de la época en la que fue curador de la galería del CC Ricardo Rojas, que fue del ‘89 al ‘96”, dirá Bruzzone sobre su aporte. La particularidad es que muchas son primeras obras. “A veces me enteraba que las iban a tirar, o iban a destruirlas así que se las guardaba”.
Con la selección de Cecilia Salkowickz y Gastón Pérsico, el coleccionista Alejandro Ikonicoff prestó material que surgió del núcleo instalado en Guardia Vieja y Acuña de Figueroa, llamado Belleza y Felicidad. “Tuve suerte de ser parte de ese momento de ByF, que significó un cambio estético entre los 90 y 2000”. Nombres como Adrián Villar Rojas (que llegó a la Bienal de Venecia) refulgen como promesa. “Intentamos señalar el misterio, sensaciones climáticas y algunas cosas oscuras”, explica Pérsico.
Mañana, la muestra se completa con el encuentro entre Lux Lindner, Bruzzone y Cippolini en el marco “Artistas + Críticos”. Diálogos imperdibles.
Son muchas: son trescientas setenta obras. Pertenecen a artistas argentinos de las últimas décadas y se presentan en la Fundación Proa por estos días, en la muestra Algunos artistas/1990-Hoy.
La exhibición expone no sólo un recorte de la producción artística local de los últimos veinte años, sino también una selección de trabajos con un origen muy particular: todos provienen de colecciones privadas. Pero además de integrar esas colecciones personales a las que muy rara vez tiene acceso el público, estos trabajos pertenecen a tres coleccionistas argentinos muy particulares: Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff. Ellos se ajustan a un determinado perfil de coleccionista.
Quizá sea el momento oportuno para mencionar que la idea de “coleccionismo” excede, en mucho, a la sola compra de obra y armado de una colección: ser un coleccionista hoy en día significa, muchas veces, acompañar a los artistas en sus búsquedas y en sus carreras, entrar en una esfera social distinta, descubrir un nuevo campo de sensibilidad y conocimiento, y asumir el riesgo de una aventura ligada al ejercicio de la libertad (como puede llegar a ser, a veces, el arte y todo lo que toca, lo que irradia). En suma, estamos hablando del coleccionismo como un ejercicio ligado a la atracción por lo extraordinario, a la urgencia por poseerlo y a una fuerte inmersión en el cosmos social y cognitivo que se genera desde los propios creadores de “eso extraordinario”: los artistas.
Puede ser difícil de comprender cómo una persona invierte enormes, medianas y pequeñas sumas de dinero en actividades y objetos muchas veces no rentables materialmente; pero pasa. “Tienes que sentirlo, tienes que oír su voz llamándote”, decía respecto de su relación con el arte y los artistas, y también de su actividad como coleccionista, Louisine Havemeyer, esa norteamericana que donó cuatrocientas obras –compradas bajo el consejo de la pintora Mary Cassatt– al Museo Metropolitano de Nueva York.
La anécdota puede ser una ayuda interesante para comprender, en el marco de esta exhibición, al coleccionismo como un ejercicio objetual, plástico, social, espiritual.
La muestra de Proa se relaciona más con la dinámica, organización y características del coleccionismo argentino contemporáneo, que con las obras que expone. En este sentido, las obras casi podrían leerse en clave de anécdota; la verdadera trama que subyace a la exposición, su eje rector, es una invitación a la reflexión sobre la situación del coleccionismo local y sus diversos actores. Todo lo demás contribuye a la discusión acerca de ese punto. Demuestro: por ejemplo, las tres colecciones se muestran por separado, una por sala, aun cuando hay obras en cada una de ellas que podrían convivir; no hay un guión curatorial general ni tampoco un curador –los trabajos fueron elegidos por cuatro “seleccionadores”, la artista Ana Gallardo eligió las obras de la colección de Esteban Tedesco; Rafael Cippolini, las de Gustavo Bruzzone, y los artistas Gastón Pérsico y Cecilia Szalkowickz, las de Alejandro Ikonicoff.
La primera sala es el único espacio en el que trabajos de las distintas colecciones se mezclan; y funciona como una especie de “tarjeta de presentación” de los coleccionistas y sus colecciones. En este lugar hay un retrato de cada uno de los coleccionistas, ubicado junto a las obras de los artistas que sienten más cercanos o que creen que los representan mejor: en el caso de Bruzzone, su retrato lo hizo el grupo Mondongo y está rodeado de las obras de Sebastián Gordín y del colectivo Ramona. El retrato de Tedesco fue realizado por Rosana Schoijett y tiene cerca los trabajos de Ernesto Ballesteros y Jorge Macchi. El de Ikonicoff fue hecho por Carlos Herrera y a su lado se ubica una obra de Sandro Pereira. Una relación de afecto, pensé, es la que se fue tejiendo entre estos coleccionistas y algunos de sus artistas; y cierta afinidad estética, un aprendizaje.
En la segunda sala de Proa se pueden ver las obras de la colección de Bruzzone. Muchas de ellas son obras icónicas del arte argentino: “Los 60 no son los 90”, de Rosana Fuertes (1994); “Yo tengo SIDA”, de Roberto Jacoby (1990); los pequeñísimos perros de papel maché del búlgaro Freisztav (1995); el “Autorretrato con río seco”, de Miguel Harte (1992); las pinturas de Sergio De Loof, Marcia Schvartz, Gachi Hasper, Fabián Burgos, las pinturas-objeto de Jorge Gumier Maier, los relieves de Martín de Girolamo, el inmenso panel con las fantásticas obras de Benito Laren (1998- 2005), todo da cuenta de una parte importante de la producción plástica local de los años 90 y principios de los 2000, en gran parte vinculada al Centro Cultural Rojas.
Esta colección se centra en esto: no comprende otras producciones que circulaban, quizá sin tanta visibilidad, durante la misma década, por circuitos como la Fundación Banco Patricios, las Bienales de Arte Joven, Buenos Aires no duerme… Muchas de las obras de la Colección Bruzzone son históricas, otras son los primeros trabajos de artistas ahora consagrados; y es una preciosa sorpresa, entonces, reencontrarse con ellos en vivo y en directo, después de un largo tiempo de verlos sólo online o en papel.
Sala tres: se exponen los trabajos de la Colección Tedesco. Antiguas obras sobre papel de Pablo Siquier y Jorge Macchi (1987), de la época en que formaban parte del “Grupo de la X”, creado a instancias de Enio Iommi. También pueden verse treinta y cinco dibujos de Ernesto Ballesteros (realizados entre 2006 y 2010), el collage de Marina de Caro (2008), la fotografía de Marcelo Grosman (“Masculino 31-35”, 2009), la “Puerta”, de Adrián Villar Rojas (2006-2007) y la delicada obra de Eduardo Basualdo, entre muchas otras.
En la última sala se muestra la selección de trabajos de la colección de Ikonicoff. Escondida detrás de un panel, apartada, se encuentra la increíble instalación “Ambar” (2006) de Juliana Iriart, y “La Montagne”(video-escultura de Max Gómez-Canle).
“Hay un silencio. Hay otro silencio. El primero es más profundo. El segundo es más largo”, dice el trabajo de Luciana Lamothe (“Sin título”, 2005). También hay, en esta sala, pinturas de Fernanda Laguna, Mariela Scafati y Valentina Liernur.
Pero nada de lo que pasaba en la calle a fines de la década del 90 o principios de los 2000, puede verse aquí, en las salas de las colecciones Tedesco e Ikonicoff: no hay obras de arte explícitamente político, de arte “callejero” ni de colectivos formados por obreros y artistas. Acá la selección pasa por otras coordenadas. Y toca una época de las galerías Apettite y Belleza y Felicidad. Toca, también, a artistas locales con proyección internacional.
Esta muestra es una selección de obras y también de colecciones. Y señalan un cierto ecosistema amoroso, creado entre las obras, los artistas y los coleccionistas. Las preguntas en torno a ellos cobran sentido mientras se recorre el espacio. Allí, de tramo en tramo, todo es celebración.
Ni bien ingresamos, y a la manera del álbum privado, decenas de retratos de los artistas nos reciben, remitiendo a la estrecha (casi “familiar”) relación que mantienen con sus coleccionistas. Tanto Gustavo Bruzzone, cuyas obras se presentan en la Sala Dos, como Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff, en las Salas Tres y Cuatro, respectivamente, mantienen una relación de amistad con algunos de sus artistas, apoyando su obra desde sus comienzos. Y es en esto que se parecen, ya que sus colecciones persiguen fines diversos y distintos períodos de tiempo.
“Algunos artistas” es, además, un recorrido cronológico que nos lleva de los noventas, con el surgimiento de los espacios alternativos (la Galería del Rojas y el emprendimiento Belleza y Felicidad) donde lo infantil, lo cotidiano, el kitsch y lo popular irrumpen en la escena artística, a los primeros dos mil, con la aparición de Malba y artistas consagrados como Jorge Macchi y Pablo Siquier, que van de la abstracción al conceptualismo. Por último, arribamos a la Colección Ikonicoff, la más actual y vinculada también a nuevos espacios de exhibición, como Jardín Oculto, Appetite y Rosa Chancho, y artistas que van de los objetos cotidianos resignificados a la instalación.
Cuatro salas, tres colecciones y múltiples artistas representan veinte años de arte argentino, décadas donde nuevos circuitos sumados a los ya tradicionales, nuevas temáticas y técnicas, pero también estilos históricos y revisitados dan cuenta de un panorama muy amplio y diverso. “Algunos artistas” nos invita, por último, a reflexionar acerca de las relaciones con el mercado, en este caso, coleccionistas que acumulan pero acompañan, un mercado que crece pero apoya y financia.
During the nineties, alternative art spaces emerged and brought together artists from different disciplines to formulate a new way of being an artist. Their approach included the problems of cultural production and the tasks of gallerists and theorists; they often engaged in the publication of magazines. Many of the works in this show were exhibited at those alternative spaces, like Belleza y Felicidad (Beauty and Happiness) and La Galería del Rojas. Without attempting a reconstruction, the exhibition evokes the atmosphere of that time in its layout and selection of works.
In the early 2000s, the economic and social crisis that gripped Argentina affected the daily work of many artists, accentuating some of the tendencies that were present in the nineties: the use of non-traditional materials taken from daily life and the pursuit of “beauty and happiness” as the mission of art. In the new century, artists dialogued with the world, participating in residencies abroad. This period witnessed a change in aesthetics that led to new artistic formulations in terms of texture, format and material.
The exhibition closes with the section linked to the word “TODAY” in its title, that is, the present and the production of artists who make use of the drawing medium, as well as urban interventions, projects, video and photography.
With more than three hundred works, Some Artists / 90 – TODAY is one of the first exhibitions to bring together a large number of artists active in the last two decades.
The exhibition catalogue includes a dossier of relevant documentary material that evidences the different voices engaged in theoretical debate on the production from this period, as well as an important number of reproductions of works on exhibit.
In Some Artists / 90 – TODAY the holdings of three extraordinary collections are on display: the collections of Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff and Esteban Tedesco. Rather than the public domain, it is collectors who have been responsible for preserving and keeping the works of these artists, thus protecting the artistic patrimony of the period.
The exhibition is sponsored by Tenaris, Organización Techint; Fundación Proa is responsible for its conception, organization and production.
The following artists are in the exhibition:
Pablo Accinelli / Diana Aisenberg / Eduardo “Dudú” Alcón Quintanilha / Marcelo Alzetta / Nicanor Aráoz / Sergio Avello / Elba Bairon / Ernesto Ballesteros / Irene Banchero / Javier Barilaro / Eduardo Basualdo / Leo Battistelli / Gabriela Bejerman / Maximiliano Bellmann / Carlota Beltrame / Diego Bianchi / Sofía Bohtlingk / Fernando Brizuela / Jane Brodie / Sebastián Bruno / Dino Bruzzone / Fabián Burgos / Fernando Bustillo / Juan Calcarami / Andrés Campagnucci / Feliciano Centurión / Gabriel Chaile / Leonardo Chiachio / Daniel Gianone / Nicola Constantino / Ariel Cusnir / Flavia Da Rin / Diego De Aduriz / Marina De Caro / Sergio De Loof / Tulio De Sagastizábal / Beto De Volder / Marula Di Como / Martín Di Girolamo / Jorge Di Paola / Martín Di Paola / Verónica Di Toro / Cristian Dios / Nora Dobarro / Lucio Dorr / Matías Duville / Karina El Azem / Leopoldo Estol / Guillermo Faivovich / Nicolás Goldberg / Guadalupe Fernández / Raúl Flores / Claudia Fontes / Luis “Búlgaro” Freisztav / Rosana Fuertes / Marcelo Galindo / Ana Gallardo / Octavio Garabello / Alberto Goldenstein / Lola Goldstein / Max Gómez Canle / Eubel González / Sebastián Gordín / Mariano Grassi / Alberto Greco / Julio Grinblatt / Vicente Grondona / Marcelo Grosman / Grupo de la X / Nicolás Guagnini / María Guerrieri / Jorge Gumier Maier / Silvia Gurfein / Miguel Harte / Graciela Hasper / Mónica Heller / Carlos Herrera / Alicia Herrero / Agustín Inchausti / Juliana Iriart / Guillermo Iuso / Roberto Jacoby / Magdalena Jitrik / Daniel Joglar / Fabio Kacero / Ruy Krygier / Alejandro Kuropatwa / Fernanda Laguna / Deborah Patricia Landen / Luciana Lamothe / Benito Eugenio Laren / Martín Legon / Valentina Liernur / Lux Lindner / Alfredo Londaibere / Marcos López / Jorge Macchi / Nuna Mangiante / Liliana Maresca / Nicolás Mastracchio / Emiliano Miliyo / Mónica Millán / Gian Pablo Minelli / Jorge Miño / Miguel Mitlag / Grupo Mondongo / Marcela Mouján / Ziliante Musetti / Eduardo Navarro / Esteban Pagés / Ariadna Pastorini / Máximo Pedraza / Sandro Pereira / Provisorio Permanente / Gastón Pérsico / Marcelo Pombo / Alfredo Prior / Deborah Pruden / Rosa Chancho / Mariela Scafati / Cristina Schiavi / Omar Schiliro / Rosana Schoijett / Marcia Schvartz / Pablo Siquier / Hernán Soriano / Elisa Strada / Pablo Suárez / Carlos Alberto Subosky / Cecilia Szalkowicz / Juan Tessi / Guillermo Ueno / Nahuel Vecino / Adrián Villar Rojas / Román Vitali / Osías Yanov
Collections
Gustavo Bruzzone / Alejandro Ikonicoff / Esteban Tedesco
During the nineties, alternative art spaces emerged and brought together artists from different disciplines to formulate a new way of being an artist. Their approach included the problems of cultural production and the tasks of gallerists and theorists; they often engaged in the publication of magazines. Many of the works in this show were exhibited at those alternative spaces, like Belleza y Felicidad (Beauty and Happiness) and La Galería del Rojas. Without attempting a reconstruction, the exhibition evokes the atmosphere of that time in its layout and selection of works.
In the early 2000s, the economic and social crisis that gripped Argentina affected the daily work of many artists, accentuating some of the tendencies that were present in the nineties: the use of non-traditional materials taken from daily life and the pursuit of “beauty and happiness” as the mission of art. In the new century, artists dialogued with the world, participating in residencies abroad. This period witnessed a change in aesthetics that led to new artistic formulations in terms of texture, format and material.
The exhibition closes with the section linked to the word “TODAY” in its title, that is, the present and the production of artists who make use of the drawing medium, as well as urban interventions, projects, video and photography.
With more than three hundred works, Some Artists / 90 – TODAY is one of the first exhibitions to bring together a large number of artists active in the last two decades.
The exhibition catalogue includes a dossier of relevant documentary material that evidences the different voices engaged in theoretical debate on the production from this period, as well as an important number of reproductions of works on exhibit.
In Some Artists / 90 – TODAY the holdings of three extraordinary collections are on display: the collections of Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff and Esteban Tedesco. Rather than the public domain, it is collectors who have been responsible for preserving and keeping the works of these artists, thus protecting the artistic patrimony of the period.
The exhibition is sponsored by Tenaris, Organización Techint; Fundación Proa is responsible for its conception, organization and production.
The following artists are in the exhibition:
Pablo Accinelli / Diana Aisenberg / Eduardo “Dudú” Alcón Quintanilha / Marcelo Alzetta / Nicanor Aráoz / Sergio Avello / Elba Bairon / Ernesto Ballesteros / Irene Banchero / Javier Barilaro / Eduardo Basualdo / Leo Battistelli / Gabriela Bejerman / Maximiliano Bellmann / Carlota Beltrame / Diego Bianchi / Sofía Bohtlingk / Fernando Brizuela / Jane Brodie / Sebastián Bruno / Dino Bruzzone / Fabián Burgos / Fernando Bustillo / Juan Calcarami / Andrés Campagnucci / Feliciano Centurión / Gabriel Chaile / Leonardo Chiachio / Daniel Gianone / Nicola Constantino / Ariel Cusnir / Flavia Da Rin / Diego De Aduriz / Marina De Caro / Sergio De Loof / Tulio De Sagastizábal / Beto De Volder / Marula Di Como / Martín Di Girolamo / Jorge Di Paola / Martín Di Paola / Verónica Di Toro / Cristian Dios / Nora Dobarro / Lucio Dorr / Matías Duville / Karina El Azem / Leopoldo Estol / Guillermo Faivovich / Nicolás Goldberg / Guadalupe Fernández / Raúl Flores / Claudia Fontes / Luis “Búlgaro” Freisztav / Rosana Fuertes / Marcelo Galindo / Ana Gallardo / Octavio Garabello / Alberto Goldenstein / Lola Goldstein / Max Gómez Canle / Eubel González / Sebastián Gordín / Mariano Grassi / Alberto Greco / Julio Grinblatt / Vicente Grondona / Marcelo Grosman / Grupo de la X / Nicolás Guagnini / María Guerrieri / Jorge Gumier Maier / Silvia Gurfein / Miguel Harte / Graciela Hasper / Mónica Heller / Carlos Herrera / Alicia Herrero / Agustín Inchausti / Juliana Iriart / Guillermo Iuso / Roberto Jacoby / Magdalena Jitrik / Daniel Joglar / Fabio Kacero / Ruy Krygier / Alejandro Kuropatwa / Fernanda Laguna / Deborah Patricia Landen / Luciana Lamothe / Benito Eugenio Laren / Martín Legon / Valentina Liernur / Lux Lindner / Alfredo Londaibere / Marcos López / Jorge Macchi / Nuna Mangiante / Liliana Maresca / Nicolás Mastracchio / Emiliano Miliyo / Mónica Millán / Gian Pablo Minelli / Jorge Miño / Miguel Mitlag / Grupo Mondongo / Marcela Mouján / Ziliante Musetti / Eduardo Navarro / Esteban Pagés / Ariadna Pastorini / Máximo Pedraza / Sandro Pereira / Provisorio Permanente / Gastón Pérsico / Marcelo Pombo / Alfredo Prior / Deborah Pruden / Rosa Chancho / Mariela Scafati / Cristina Schiavi / Omar Schiliro / Rosana Schoijett / Marcia Schvartz / Pablo Siquier / Hernán Soriano / Elisa Strada / Pablo Suárez / Carlos Alberto Subosky / Cecilia Szalkowicz / Juan Tessi / Guillermo Ueno / Nahuel Vecino / Adrián Villar Rojas / Román Vitali / Osías Yanov
Coordinado por Ana Schwartzman, el ciclo contará con diez encuentros de los que participarán artistas de la exhibición junto a algunos de los críticos que articularon el debate en torno a la producción artística de ese período.
En el ciclo tendrán un lugar destacado los seleeccionadores de obras de cada colección, así como los mismos coleccionistas, Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff.
El formato de Artistas + Críticos reúne al público con un crítico y un artista en las salas de la exhibición, destacando las obras clave de la muestra, discutiendo sus puntos de vista y generando, así, un debate que se nutre de diversas experiencias.
Daniel Molina
Es escritor y crítico cultural, licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sus investigaciones se centran en las nuevas tendencias en el arte, la literatura y la vida cotidiana. Desde 1986 dirige el Área de Letras del Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA). Dicta cursos sobre Literatura Argentina y Arte Contemporáneo. Ha sido editor cultural de las revistas El Porteño, Crisis y Fin de Siglo, y escribe regularmente para importantes medios argentinos.
Artistas + Críticos en mayo:
Sábado 11 - Daniel Molina
Sábado 18 - Gustavo Bruzzone + Rafael Cippolini + Lux Lindner
Sábado 25 - Graciela Hasper + Rodrigo Alonso
El arte, fuera del lenguaje, es la posibilidad más radical que posee el ser humano para testimoniar sobre el mundo. ¿Qué sería de nosotros sin arte y sin lenguaje? ¿Es posible pensar que existe sentido fuera del lenguaje? Es posible, pero impensable. Es impensable, pero imaginable: el arte imagina ese mundo fuera del lenguaje. Por eso suele haber siempre (aún en las experiencias más racionales y autónomas) un componente autobiográfico en todo arte. La muestra Algunos artistas. Arte argentino desde 1990 hasta hoy , que se exhibe en Fundación Proa, pone el acento no sólo en un arte que hace de la biografía del artista y del contexto cultural un centro incandescente del sentido, sino que también coloca al coleccionista en el centro de la escena, a la vez que resume la historia de los últimos 25 años de arte en tres espacios culturales: la Galería del Rojas, Belleza y Felicidad y Appetite.
A fines de 1988 le propuse a Leopoldo Sosa Pujato, quien por entonces dirigía el Centro Cultural Ricardo Rojas, que creáramos allí una galería de arte y aceptó entusiasmado. Convoqué a un artista, Jorge Gumier Maier, para que fuera el curador del nuevo espacio. Eso ya era todo un manifiesto: no sería la academia ni el mercado los que seleccionarían a los nuevos artistas. La primera muestra de ese espacio, a mediados de 1989, fue una instalación de Liliana Maresca que el personal de limpieza del centro cultural tiró a la basura inadvertidamente: hubo que volverla a armar pocas horas antes de la inauguración. El arte que se exhibía en el Rojas parecía invendible (hasta el punto de ser irreconocible como arte para los profanos), pero hubo un coleccionista que apostó por él y creó una colección increíble con lo mejor de lo que se expuso allí: Gustavo Bruzzone.
Cuando la Galería del Rojas cumplía 10 años, se abrió en un local del Abasto un espacio cultural, regenteado por Cecilia Pavón (escritora y traductora) y Fernanda Laguna (artista visual, escritora, curadora y emprendedora): Belleza y Felicidad. Expusieron algunos artistas que habían surgido en el Rojas (como el propio Gumier Maier) y casi todos los que emergieron en la primera década de este siglo. Bruzzone siguió comprando arte en Belleza y Felicidad, pero por entonces se sumó un nuevo coleccionista que apostó con todo a los jóvenes del año 2000: Esteban Tedesco, quien reconoce la influencia que ha tenido en la conformación de su colección la opinión del artista Ernesto Ballesteros. Así como Bruzzone mostró por primera vez su colección del arte del Rojas en el propio Rojas en 1999, Tedesco presentó su colección en público (curada por Philippe Cyroulnik), bajo el título Objetos de mi pasión , en el Centro Cultural Borges, en 2009.
En 2005, la artista Daniela Luna creó Appetite: un espacio que fue el hogar de los emergentes que surgieron tras la crisis de 2001. Así como el Rojas y Belleza y Felicidad apostaron por el glamour , el rescate de lo íntimo, el lujo de la purpurina y la factura elaboradamente artesanal, Appetite concentró lo trash , lo obsceno y lo conceptual. El coleccionista que apoyó la aventura de Appetite fue Alejandro Ikonicoff. Estas tres colecciones, estos tres espacios del arte emergente, estas tres condensaciones de energía creativa conforman los núcleos conceptuales de la muestra Algunos artistas .
Más que un panorama completo del arte argentino del último cuarto de siglo, la muestra de Proa es una antología exquisita que rescata estas formas de producción y atesoramiento. Como gemas perfectas del sinsentido del mundo, más de 300 obras producidas por 120 artistas muestran la enorme variedad de propuestas que surgieron a lo largo de esas dos décadas. El recorrido curatorial hace especial hincapié en las colecciones, más que en las épocas o en los artistas. En la primera sala se presenta un panorama de conjunto, con un artista emblemático asociado a cada colección. Hay también retratos de los artistas exhibidos y de los coleccionistas, tomados por otros artistas (como Alberto Goldenstein, Rosana Schoijett o Gian Paolo Minelli), además de retratos que son también obras conceptuales, como los de Flavia Da Rin o Guillermo Iuso.
El curador de la segunda sala fue Rafael Cippolini, que presenta un panorama de la colección Bruzzone, centrada en (pero no reducida a) los artistas del Rojas. Hay aquí un estallido de color y materiales innobles. Se destacan obras de Marcelo Pombo, Alfredo Londaibere, Ariadna Pastorini, Gumier Maier, Liliana Maresca, Miguel Harte, Cristina Schiavi, Pablo Suárez, Roberto Jacoby y muchísimos otros que marcaron a fuego la última década del siglo XX.
La selección de la tercera sala fue realizada por Ana Gallardo. Ella toma muchas de las piezas más importantes de la colección Tedesco, con las que construye un recorrido por los primeros años del siglo XXI en torno a obras emblemáticas de Jorge Macchi, el Grupo de la X, Pablo Siquier, Marina Di Caro y Adrián Villar Rojas. Mientras que los artistas de los años 90 tienen una potente impronta local, con una estética basada en lo personal y lo artesanal (y con un rescate de materiales usados en las artesanías o encontrados en la calle), los artistas que privilegia la colección Tedesco tienen un fuerte sello internacional: más que dialogar con sus pares locales, tratan de sumarse al discurso que circula por el mundo del arte que tiene su centro en las bienales y en los museos de los países del Norte.
Por último, en la cuarta sala se ubican las obras de la colección Ikonicoff que seleccionaron Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico. Aquí se exhiben trabajos de Diego Bianchi, Leopoldo Estol o Eduardo Basualdo. También se encuentran algunas de las propuestas más audaces, como la gran instalación de Juliana Iriart con la que cierra el recorrido. Da la sensación de que a medida que avanza el tiempo los artistas se van apoyando en las experiencias pasadas, lo que les permitió arriesgarse más y apostar a una mayor experimentación.
Algunos artistas debería leerse en diálogo con la muestra Arte argentino actual en la colección de Malba, con la que ese museo celebró su primera década. Ambas muestras dejan en claro que cuando hablamos de contemporaneidad en el arte argentino nos estamos refiriendo a ese momento inaugural que sucedió en la Galería del Rojas en medio de la hiperinflación de 1989, cuando todo parecía desmoronarse. La instalación de Liliana Maresca que dio origen a esa constelación de talentos era un comentario poético sobre la desolación y la pérdida. Es hermoso ver que de aquel desamparo surgió esta riqueza.
Los años 2000 se inician con trabajos de gran formato que reflejan la consistencia y la madurez de los artistas jóvenes de la década anterior, como Jorge Macchi, Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros. "Las obras de este período fueron seleccionadas por la artista Ana Gallardo en colaboración con el coleccionista Esteban Tedesco. Su selección se centró especialmente en las primeras producciones de artistas...". La singularidad de esta colección se evidencia en las grandes escalas y la riqueza de los materiales, en trabajos que atraviesan la primera década de este siglo hasta llegar a las nuevas generaciones. La evolución y el desarrollo de las carreras de algunos artistas se manifiestan en obras de distintos períodos que integran más de una colección.
El momento actual está representado en la selección realizada por los artistas Cecilia Szalkowickz y Gastón Pérsico en la colección de Alejandro Ikonicoff. La etérea presencia de las obras en el espacio, su carácter introspectivo y sutil, exigen una aguda observación de los detalles. La fotografía se vuelve un medio cotidiano, así como también el dibujo y el rescate del papel, en diálogo con obras como las de Leopoldo Estol realizadas sobre afiches publicitarios. La exhibición finaliza con una instalación de Juliana Iriart, reconstruida por primera vez desde 2006.
Algunos Artistas remite al título de la histórica muestra curada en 1992 por Jorge GumierMaier en el Centro Cultural Recoleta, donde exhibió al grupo de artistas que se establecían en torno al Rojas: algunos artistas, algunas obras, sus primeros y segundos pasos y, ahora en Proa, también los primeros y segundos pasos de los coleccionistas. Un diálogo entre múltiples voces –las de los artistas y los coleccionistas– que reconstruye un momento de la historia del arte reciente.
El catálogo Algunos Artistas / 90 – HOY coordinado por Cintia Mezza, reúne una selección de textos históricos, ensayos inéditos, documentación fotográfica y un destacado cuerpo de reproducciones de obras en exhibición.
Algunos Artistas / 90 – HOY
Arte argentino en las colecciones de Gustavo Bruzzone / Alejandro Ikonicoff / Esteban Tedesco
Selección de obras
Rafael Cippolini / ColecciónBruzzone
Ana Gallardo / ColecciónTedesco
Gastón Pérsico y Cecilia Szalkowicz / ColecciónIkonicoff
Registro de colección
Roberto Macchiavelli / ColecciónBruzzone
Ana Gallardo / ColecciónTedesco
Luciana Zaglio y Victoria Ghergo / ColecciónIkonicoff
ARTISTAS:
Artistas: Pablo Accinelli, Diana Aisenberg, Eduardo “Dudú” Alcón Quintanilha ,Marcelo Alzetta, Nicanor Aráoz, Sergio Avello, Elba Bairon, Ernesto Ballesteros, Irene Banchero, Javier Barilaro, Eduardo Basualdo, Leo Battistelli, Gabriela Bejerman, Maximiliano Bellmann, Verónica Di Toro ,Cristian Dios, Nora Dobarro, Lucio Dorr, Matías Duville, Karina El Azem, Leopoldo Estol, Guillermo Faivovich / Nicolás Goldberg, Guadalupe Fernández, Carlota Beltrame, Jorge Gumier Maier, Silvia Gurfein, Miguel Harte , Graciela Hasper, Mónica Heller, Carlos Herrera, Alicia Herrero, Agustín Inchausti, Juliana Iriart, Guillermo Iuso, Roberto Jacoby, Magdalena Jitrik, Daniel Joglar, Fabio Kacero, Ruy Krygier, Alejandro Kuropatwa, Fernanda Laguna, Deborah Patricia Landen, Diego Bianchi, Sofía Bohtlingk, Fernando Brizuela, Jane Brodie, Sebastián Bruno, Dino Bruzzone, Fabián Burgos, Fernando Bustillo, Juan Calcarami, Andrés Campagnucci, Feliciano Centurión, Gabriel Chaile, Leonardo Chiachio / Daniel Gianone, Nicola Constantino, Ariel Cusnir, Flavia Da Rin, Diego De Aduriz, Marina De Caro, Sergio De Loof, Tulio De Sagastizábal, Beto De Volder, Marula Di Como, Martín Di Girolamo, Jorge Di Paola, Martín Di Paola, Raúl Flores, Claudia Fontes, Luis “Búlgaro” Freisztav, Rosana Fuertes, Marcelo Galindo, Ana Gallardo, Octavio Garabello, Alberto Goldenstein, Lola Goldstein, Max Gómez Canle, Eubel González, Sebastián Gordín, Mariano Grassi, Alberto Greco, Julio Grinblatt, Vicente Grondona, Marcelo Grosman, Grupo de la X, Nicolás Guagnini, María Guerrieri, Luciana Lamothe, Benito Eugenio Laren, Martín Legon, Catalina León, Valentina Liernur, Lux Lindner, Alfredo Londaibere, Marcos López, Jorge Macchi, Valeria Maculán, Nuna Mangiante, Liliana Maresca, Nicolás Mastracchio, Diego Melero, Emiliano Miliyo, Mónica Millán, Gian Pablo Minelli, Jorge Miño, Miguel Mitlag, Grupo Mondongo, Marcela Mouján, Ziliante Musetti, Eduardo Navarro, Esteban Pagés, Alberto Passolini, Ariadna Pastorini, Máximo Pedraza, Sandro Pereira, Provisorio Permanente, Gastón Pérsico, Marcelo Pombo, Alfredo Prior, Deborah Pruden, Rosa Chancho, Mariela Scafati, Cristina Schiavi, Omar Schiliro, Rosana Schoijett, Marcia Schvartz, Pablo Siquier, Hernán Soriano, Elisa Strada, Pablo Roberto Suárez, Carlos Alberto Subosky, Cecilia Szalkowicz, Juan Tessi, Guillermo Ueno,Nahuel Vecino, Adrián Villar Rojas, Román Vitali, Osías Yanov.
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El teórico Rafael Cippolini eligió un conjunto de obras de la colección de Gustavo Bruzzone que da cuenta de la creatividad y diversidad de propuestas a lo largo de la década del 90. La selección deja constancia del nacimiento de espacios alternativos como Belleza y Felicidad, La Galería del Rojas, la revista Ramona y numerosos exponentes de las diversas tendencias que marcaron una época. El juego, la belleza, lo infantil, así como también el humor y la ironía, construyen esta historia del arte junto con el peculiar uso de los objetos de la vida cotidiana como material para la creación artística.
Los años 2000 se inician con trabajos de gran formato que reflejan la consistencia y la madurez de los artistas jóvenes de la década anterior, como Jorge Macchi, Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros. Las obras de este período fueron seleccionadas por Ana Gallardo, artista y colaboradora del coleccionista Esteban Tedesco, que eligió especialmente las primeras producciones de artistas, como las del Grupo de la X, Marina De Caro y Adrián Villar Rojas. La singularidad de esta colección se evidencia en las grandes escalas y la riqueza de los materiales, en trabajos que atraviesan la primera década de este siglo hasta llegar a las nuevas generaciones. La evolución y el desarrollo de las carreras de algunos artistas se manifiestan en obras de distintos períodos que integran más de una colección.
El momento actual está representado en la selección realizada por los artistas Cecilia Szalkowickz y Gastón Pérsico en la colección de Alejandro Ikonicoff. La etérea presencia de las obras en el espacio, su carácter introspectivo y sutil, exigen una aguda observación de los detalles. La fotografía se vuelve un medio cotidiano, así como también el dibujo y el rescate del papel, en diálogo con obras como las de Leopoldo Estol realizadas sobre afiches publicitarios. La exhibición finaliza con una instalación de Juliana Iriart, reconstruida por primera vez desde 2006.
Algunos Artistas remite al título de la histórica muestra curada en 1992 por Jorge Gumier Maier en el Centro Cultural Recoleta, donde exhibió al grupo de artistas que se establecían en torno al Rojas: algunos artistas, algunas obras, sus primeros y segundos pasos y, ahora en Proa, también los primeros y segundos pasos de los coleccionistas. Un diálogo entre múltiples voces –las de los artistas y los coleccionistas– que reconstruye un momento de la historia del arte reciente.
Por Claudio Iglesias
“Más de una vez me enteraba de que estaban por destruir ciertas obras. Entonces los llamaba y les decía: ‘No las tiren, esperen’.” La anécdota de Gustavo Bruzzone sobre los orígenes de su colección se ajusta perfectamente a los artistas que pasaron por la galería del Centro Cultural Rojas entre 1989 y 1996, bajo la dirección artística de Jorge Gumier Maier, con una nómina que incluye a Alfredo Londaibere, Marcelo Pombo, Fernanda Laguna y muchos otros. Sus obras a veces estaban hechas con materiales baratos y poco durables, eran demasiado pequeñas, y tal vez no muy fotogénicas. No eran lo que uno esperaría de una colección de arte contemporáneo. Rebosantes de ingenuidad y patología, no eran producto, tampoco, de artistas profesionales. Sin embargo, entrarían en los libros de historia y recorrerían páginas enteras de diarios y revistas. Más de veinte años después siguen resultando referenciales: el Winco de Pombo, los objetos de Gumier Maier o el ñandú velocirraptor de Miguel Harte robándose una empanada son imágenes indelebles, sedimentos de un momento específico y liminal de las relaciones entre arte y conciencia, cuyo significado cambió drásticamente en Buenos Aires, en el curso de pocos años.
Algunos artistas fue el título que Gumier Maier utilizó para presentar a su elenco en una muestra en 1992 en el Centro Cultural Recoleta. Algunos artistas es, ahora, el título elegido para presentar tres recortes posibles del arte argentino entre los noventa y el presente, surgidos de las colecciones de Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff, en la Fundación Proa. Con un innegable acento en los noventa, con ánimo muy dicharachero y sin una curaduría central, la muestra extiende al público una pregunta por los cambios que experimentaron la idiosincrasia artística y la escena del arte en Buenos Aires desde aquellos noventa hasta estos dos mil diez.
Ya desde la introducción (curada por Rafael Cippolini, como el capítulo correspondiente a Bruzzone), la intelección de sí mismo de la que es capaz el arte aparece representada en un panel de retratos de artistas realizados por colegas (como Alberto Goldenstein y Rosana Schoijett). La revista ramona, el Rojas, Belleza y Felicidad son algunos de los ambientes reconstruidos en esta sección prologal que, más allá de sus acentos sentimentales, estimula la percepción del ambiente artístico de Buenos Aires en el tránsito que va del siglo pasado al nuestro como una escena vivificada por un fuerte pathos artístico, encarnada en espacios dirigidos por artistas, con un sentido de la entrega y el extremismo libre de cualquier tufillo a burocracia, gacetilla de prensa o discurso institucional.
Justamente, la particularidad imborrable de la colección Bruzzone tiene que ver con el arte argentino de los noventa como nicho ecológico diferenciado, en el concierto de la institucionalización global del arte contemporáneo. El esteticismo a contrapelo de la época, el concepto de arte como objeto de una devoción desequilibrada y gratuita, el culto de lo imaginario y una sensibilidad al mismo tiempo atrofiada y voluptuosa pueden individualizarse más o menos en los distintos artistas que pasaron por el Rojas, pero constituyen una fuente de rasgos comunes, una idiosincrasia genética distintiva de una generación que tuvo entre sus premisas la “necesaria innecesariedad” (según Gumier Maier, parafraseando a Kant) del arte, como momento específico en su relación con la sociedad y la historia. Lo que quiere decir que no existe vara alguna para comparar el arte argentino de los noventa, ni a partir del neoconceptualismo académico entonces en ascenso en otras plazas latinoamericanas, ni a partir de los modelos de artista “internacional” disponibles en la década del ochenta. En el mejor de los casos pueden deslizarse hipótesis sobre algunos atavismos del propio arte argentino: Aizenberg, Cándido López, Prilidiano Pueyrredón y Berni, tal vez en ese orden, serán los artistas con los cuales la generación del Rojas dialogará encendidamente. Las referencias a la geometría serán laterales, de raigambre más morfológica que propiamente concreta. Dos grandes cuadros imprevistos, de dos figuras secundarias pero sugerentes, son los de Ziliante Musetti (Colorido de árboles, 1987) y Guadalupe Fernández (Edificio Libertador, 1997).
Indiferente a los requisitos de inserción global en una década de fronteras abiertas, los artistas del Rojas formaron un microclima intenso, dotado de reglas propias, que inmediatamente se convirtió en historia, en tradición, en forma. Sin embargo, como artistas de carne y hueso que vivían y trabajaban en una ciudad, no se sustrajeron al balance ecológico general. De la misma manera, la historia de los mamíferos no depende de la historia de los reptiles; pero sin el repliegue de los grandes reptiles, es imposible entender cómo las diminutas ratas placentarias del Cretácico llegaron a dominar la biosfera como lo hacen hoy en día.
Gracias al despliegue de una infraestructura institucional que en los noventa no había existido (basta pensar en el Malba, o en la consolidación de la feria arteBA), con el cambio de siglo se produjeron nuevas condiciones de acceso a un mercado más globalizado en el que, simultáneamente, el concepto “arte contemporáneo” comenzó a tener más presencia hasta convertirse en una marca, un sinónimo de estilo de vida. La idealización del arte morbosa y espiritual hasta en sus elementos más sensuales que había dado vida a la escena de los noventa, entre el Rojas y Belleza y Felicidad, ya no tenía las ventajas adaptativas de antaño en un contexto de demandas profesionales crecientes, y en el que la ecuación “arte-consumo” adquirió nueva forma.
Y si bien sería erróneo decir que Esteban Tedesco representa al coleccionista profesionalizado y supuestamente internacional que proliferó en la década pasada, su colección (curada por Ana Gallardo) permite apreciar el espíritu de esa época: con la vista todavía inflamada por las imaginaciones deformes de Lindner o Benito Laren, un pequeño paso hacia la segunda sala trapezoidal de la Fundación Proa alcanza para ver cuadros más grandes, piezas más fotogénicas y actitudes más rígidas. Esta sala es un diorama evolutivo del boom comercial doméstico: una época de grandes animales monocromáticos y prolijos que se pasean orondos por el entorno de exhibición comercial, del que son nativos. Enmarcadas o embutidas en vitrinas, sus obras nos hablan de una trama de galerías e instituciones privadas que en la década anterior no existía, así como de la creciente dispersión en el ambiente de cierta internacionalidad aséptica y homogénea.
Tomando en cuenta estos rasgos puede reconocerse la dimensión casi contracultural de la colección de Alejandro Ikonicoff (curada por Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico) como exponente de los años dos mil. Más que en la lucha de los grandes predadores del mercado que pelean por llevarse el hueso más grande y vistoso, el trabajo de Ikonicoff como coleccionista cubre los desarrollos del segmento emergente, por un lado, y por otro los desempeños de artistas que tuvieron siempre un pie fuera del mercado, o trataron de generar experiencias performativas esporádicas. La colección misma surge como resultado colateral del apoyo ofrecido por Ikonicoff a la producción de los artistas, en muchos casos financiando sus proyectos o ideas a cambio de “algo”. Este “algo” es lo que le da a la colección un aspecto más gestual que material. Casi no hay cuadros grandes (casi no hay cuadros, a secas), pero hay un cuadro emblemático: un Retrato (2007) de Valentina Liernur que consta de depósitos de pigmento negro, chorreaduras violáceas y apliques plateados que forman una idea nocturna y bizantina del color como maquillaje, como consumo, como moda, que Liernur desarrolló en muchos otros cuadros y exhibiciones. Hay una imagen de época en este cuadro: la imagen de una belleza profesionalizada, espectacular y rígida, sensual, pero a la vez inerte.
Si bien el arte argentino de los noventa existió como tal y tuvo conciencia de sí mismo, no existe sin embargo un libro que haya recogido sus trazas fundamentales y justificado, al mismo tiempo, el esfuerzo y los costos de impresión. Los teóricos que en su momento pensaron en el tema, llegada la década del dos mil, se escaparon por la puerta lateral de sus ocupaciones paralelas, tal vez con el olfato de que los noventa podían convertirse en un tabú intelectual. Los mejores textos teóricos sobre el tema siguen siendo un artículo de Inés Katzenstein y algunas intervenciones puntuales de Rafael Cippolini. La muestra concluye por eso de la mejor forma: en un libro, un catálogo con lo más significativo del debate sobre el arte de los noventa, en el que intervinieron muchas voces, desde un imprevisto Pierre Restany (que cinceló el concepto del “arte guarango”) hasta un crítico local como Santiago García Navarro, que acusó a Gumier Maier de amputador. De esta manera, el catálogo promete ser como la edición en DVD de una película de culto, un compilado de ideas, absurdos y excesos teóricos alrededor de una pieza central: el texto que Gumier Maier escribió para acompañar la muestra El Tao del Arte, también en el Centro Cultural Recoleta, en 1997, con la que el ciclo de exhibiciones en el Rojas quedaría cerrado.
Hacía mucho que no se veía en Buenos Aires una exhibición institucional importante. Habría que remontarse a la retrospectiva de León Ferrari de 2004, o a las muestras antológicas de Liliana Porter, Pablo Suárez y Liliana Maresca en distintos museos por esa época, momento tras el cual las instituciones vernáculas entraron en una especie de invierno científico sazonado de exhibiciones internacionales enlatadas. Algunos artistas corta con el letargo y genera curiosidad, preguntas. Y la sensación de que hay todavía mucho para decir.
Como habrán visto en las fotos, la muestra presenta obras, documentos y fotografías. Proponiendo investigar las relaciones entre coleccionista y artista de una misma generación, sus primeras obras y sus comienzos.
Fundación PROA in La Boca inaugurated a new exhibit this past weekend featuring contemporary art from the nineties to today. The exhibition showcases Gustavo Bruzzone’s private collection of nineties art, Esteban Tedesco’s collection of the early 2000′s and Alejandro Ikonicoff’s collection of works from the last five years.
The art center also inaugurated a collective art installation by Esteban Álvarez, Pablo Rosales and Cristina Schiavi in which the artists incorporated the traditional La Boca facade aesthetic to Fundación Proa’s architecture.
Fundación PROA is open from Tuesday to Sunday from 11am to 7pm. Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca.
La exhibición -enmarcada en la tradición y el aporte de Proa al estudio del arte argentino con muestras de relevancia histórica- recupera los debates intelectuales que surgieron a comienzos de los años 90, el escenario institucional y los acontecimientos que se suscitaron en ese entonces: las discusiones en torno del arte light y el arte rosa, la creación de galerías dedicadas a promover a artistas jóvenes y el giro que toma La Galería del Rojas, que bajo la dirección y curaduría del artista y gestor Jorge Gumier Maier, pasa a ocupar un lugar predominante.
Las obras de la década del 2000 reflejan el cambio en el campo artístico, a partir de la irrupción de nuevos espacios culturales, desde los considerados periféricos, como Belleza y Felicidad, hasta el Malba - Fundación Costantini. La transformación del panorama de las artes visuales, los nuevos circuitos de exhibición, las ferias, las becas, las clínicas y las residencias impactan en los modos de construcción de las carreras de los artistas.
Algunos artistas - 90 / hoy reúne más de cuatrocientas obras de ciento veinte artistas, entre pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, videos, objetos, instalaciones, registros de performance y documentos. El patrimonio pertenece a las colecciones particulares de Gustavo Bruzzone,Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco, que fueron elegidas por poseer las primeras obras de numerosos artistas y por reflejar un estrecho diálogo y colaboración con su producción.
Las obras de los primeros años fueron seleccionadas por Rafael Cippolini, mientras que Ana Gallardo comprendió los comienzos de los años 2000. Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico hicieron su aporte en la selección de los trabajos más recientes.
El catálogo de la exhibición, coordinado por Cintia Mezza, documenta las tres últimas décadas de arte argentino, a través de un ensayo inédito de Rafael Cippolini y un apartado especial de textos históricos de diversas fuentes, que dan cuenta de las distintas voces que participaron de las discusiones de la época, la diversidad de puntos de vista y el despliegue teórico en el campo cultural a partir de 1990. La publicación también reproduce gran parte de las obras en exhibición.
Algunos de los artistas en exhibición son Ernesto Ballesteros, Diego Bianchi, Fabián Burgos, Feliciano Centurión, Nicola Costantino, Marina De Caro, Sergio De Loof, Martín Di Girolamo, Matías Duville, Raúl Flores, Alberto Goldenstein, Sebastián Gordín, Vicente Grondona, Jorge Gumier Maier, Miguel Harte, Graciela Hasper, Daniel Joglar, Fabio Kacero, Fernanda Laguna, Luciana Lamothe, Catalina León, Marcos López, Jorge Macchi, Liliana Maresca, Eduardo Navarro, Marcelo Pombo, Cristina Schiavi, Pablo Siquier y Adrián Villar Rojas, entre otros.+
FUNDACIÓN PROA - Av. Pedro de Mendoza 1929
Desde el 27 de abril, se presenta en Fundación Proa un panorama del arte argentino desde la década del noventa hasta la actualidad a través de tres colecciones: la de Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejando Ikonicoff. En "Algunos artistas - 90/hoy" se reúnen más de 400 obras, en todo tipo de soportes, de 120 artistas.
Las obras de los primeros años de los noventa, fueron seleccionadas por Rafael Cippolini; Ana Gallardo se ocupó de elegir qué mostrar en el período de los 2000; y Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico se encargaron de los trabajos más recientes.
La exhibición -enmarcada en la tradición y el aporte de Proa al estudio del arte argentino con muestras de relevancia histórica- recupera los debates intelectuales que surgieron a comienzos de los años 90, el escenario institucional y los acontecimientos que se suscitaron en ese entonces: las discusiones en torno al “arte light” y el “arte rosa”, la creación de galerías dedicadas a promover a artistas jóvenes y el giro que toma La Galería del Rojas, que bajo la dirección y curaduría del artista y gestor Jorge Gumier Maier, pasa a ocupar un lugar predominante. Las obras de la década del 2000 reflejan el cambio en el campo artístico a partir de la irrupción de nuevos espacios culturales, desde los considerados periféricos, como Belleza y Felicidad, hasta el Malba - Fundación Costantini. La transformación del panorama de las artes visuales, los nuevos circuitos de exhibición, las ferias, becas, clínicas y residencias impactan en los modos de construcción de las carreras de los artistas.
El catálogo de la exhibición, coordinado por Cintia Mezza, documenta las tres últimas décadas de arte argentino a través de un ensayo inédito de Rafael Cippolini y un apartado especial de textos históricos de diversas fuentes que dan cuenta de las distintas voces que participaron de las discusiones de la época, la diversidad de puntos de vista y el despliegue teórico en el campo cultural a partir de 1990. La publicación también reproduce gran parte de las obras en exhibición.
Algunos de los más de 120 artistas en exhibición sonErnesto Ballesteros, Diego Bianchi, Fabián Burgos, Feliciano Centurión, Nicola Costantino, Marina De Caro, Sergio De Loof, Martín Di Girolamo, Matías Duville, Raúl Flores, Alberto Goldenstein, Sebastián Gordín, Vicente Grondona, Jorge Gumier Maier, Miguel Harte, Graciela Hasper, Daniel Joglar, Fabio Kacero, Fernanda Laguna, Luciana Lamothe, Catalina León, Marcos López, Jorge Macchi, Liliana Maresca, Eduardo Navarro, Marcelo Pombo, Cristina Schiavi, Pablo Siquier, Adrián Villar Rojas.
Texto, galería de imágenes y links
Algunos Artistas / 90 – HOY presenta un revelador panorama de las producciones de las últimas dos décadas, con obras provenientes de las colecciones particulares de Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco.
La colección de Bruzzone comprende un extraordinario y único patrimonio sobre los años 90, con obras seleccionadas para la exhibición por Rafael Cippolini. Esteban Tedesco reúne los primeros trabajos de numerosos artistas de principios de la década de 2000, elegidos por Ana Gallardo. La colección de Alejandro Ikonicoff nos trae al presente, con producciones de los últimos años seleccionadas por Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico.
Algunos Artistas / 90 – HOYpresenta obras, documentos y fotografías, y propone investigar las relaciones entre coleccionistas y artistas de una misma generación, sus primeras obras y sus comienzos.
Algunos Artistas remite al título de la histórica muestra curada en 1992 por Jorge GumierMaier en el Centro Cultural Recoleta, donde exhibió al grupo de artistas que se establecían en torno al Rojas: algunos artistas, algunas obras, sus primeros y segundos pasos y, ahora en Proa, también los primeros y segundos pasos de los coleccionistas. Un diálogo entre múltiples voces –las de los artistas y los coleccionistas– que reconstruye un momento de la historia del arte reciente.
El teórico Rafael Cippolini eligió un conjunto de obras de la colección de Gustavo Bruzzone que da cuenta de la creatividad y diversidad de propuestas a lo largo de la década del 90. La selección deja constancia del nacimiento de espacios alternativos como Belleza y Felicidad, La Galería del Rojas, la revista Ramona y numerosos exponentes de las diversas tendencias que marcaron una época. El juego, la belleza, lo infantil, así como también el humor y la ironía, construyen esta historia del arte junto con el peculiar uso de los objetos de la vida cotidiana como material para la creación artística.
Los años 2000 se inician con trabajos de gran formato que reflejan la consistencia y la madurez de los artistas jóvenes de la década anterior, como Jorge Macchi, Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros. Las obras de este período fueron seleccionadas por Ana Gallardo, artista y colaboradora del coleccionista Esteban Tedesco, que eligió especialmente las primeras producciones de artistas, como las del Grupo de la X, Marina De Caro y Adrián Villar Rojas. La singularidad de esta colección se evidencia en las grandes escalas y la riqueza de los materiales, en trabajos que atraviesan la primera década de este siglo hasta llegar a las nuevas generaciones. La evolución y el desarrollo de las carreras de algunos artistas se manifiestan en obras de distintos períodos que integran más de una colección.
El momento actual está representado en la selección realizada por los artistas Cecilia Szalkowickz y Gastón Pérsico en la colección de Alejandro Ikonicoff. La etérea presencia de las obras en el espacio, su carácter introspectivo y sutil, exigen una aguda observación de los detalles. La fotografía se vuelve un medio cotidiano, así como también el dibujo y el rescate del papel, en diálogo con obras como las de Leopoldo Estol realizadas sobre afiches publicitarios. La exhibición finaliza con una instalación de Juliana Iriart, reconstruida por primera vez desde 2006.
Galería Popa inicia su temporada 2013 con una muestra de pintura el sábado 27 de abril a las 19 hs, en Araoz de Lamadrid 882 (La Boca). La misma podrá ser visitada hasta el 25 de mayo.
Con la curaduria de Marcelo Bosco, Esteban Campili y Nicolás Rodriguez, dos artistas de distintas generaciones que conviven en la estética contemporánea, expondrán sus obras más recientes.
Al mismo tiempo Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929) abre sus puertas para presentar "Algunos artistas - 90 / hoy", un panorama del arte argentino desde 1990 hasta la actualidad.
Rafael Cippolini seleccionó las obras de la primera década, Ana Gallardo eligió los trabajos de los comienzos de los años 2000, y Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico hicieron su aporte en la selección de los trabajos más recientes.
El circuito, según los que saben, comienza en Proa y termina en Popa con una de sus típicas fiestas inaugurales. Una buena oportunidad para viajar al Polo Sur
"La imagen, en su afán por aparentar, tomará de todas las artes los medios para elevarse por encima de su naturaleza.Importa poco que los ardiles y el artificio sean conocidos por todos si el éxito es seguro y el efecto siempre irresistible"
Baudelaire
Acerca de los artistas
Esteban Campili: Nacido en Buenos Aires, pinta, esculpe y dibuja desde los 3 años. Es un destacado montajista. Trabaja para Fundación Proa, Faena Arts Center, Malba, Premio Itaú.
Nico Rodriguez: Nació en Mendoza y actualmente reside en Buenos Aires. Ha recibido innumerables premios, en el último año Premio adquisición, Salón Roberto Di Paolo, Premio Prilidiano Pueyrredón, Salones San Fernando, Palacio Sans Souci.
Acerca de Galería Popa
A principios de los 90 Marcelo Bosco y Jo Johannes se unen para crear un espacio de arte, único y tan poco tradicional como el resto de sus carreras, este se llamo "Galpón Plateado de La Boca" ubicado en la misma calle Lamadrid donde esta ubicada hoy la galería P.O.P.A y allí, a lo Factory de tradición Warholiana concurrían artistas como Judi Werthein, Florencia Braga Menendez, Fabiana Barreda, Gabriel Grippo, Febe de Felipe entre otros.
El sábado 27 de abril a las 17 horas inaugura la muestra "Algunos Artistas / 1990 – Hoy".
Algunos Artistas / 90 – Hoy presenta un revelador panorama de las producciones de las últimas dos décadas, con obras provenientes de las colecciones particulares de Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco.
La colección de Bruzzone comprende un extraordinario y único patrimonio sobre los años 90, con obras seleccionadas para la exhibición por Rafael Cippolini. Esteban Tedesco reúne los primeros trabajos de numerosos artistas de principios de la década de 2000, elegidos por Ana Gallardo. La colección de Alejandro Ikonicoff nos trae al presente, con producciones de los últimos años seleccionadas por Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico.
Algunos Artistas / 90 – HOY presenta obras, documentos y fotografías, y propone investigar las relaciones entre coleccionistas y artistas de una misma generación, sus primeras obras y sus comienzos.
Algunos Artistas / 90 – HOY presenta un revelador panorama de las producciones de las últimas dos décadas, con obras provenientes de las colecciones particulares de Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco.
La colección de Bruzzone comprende un extraordinario y único patrimonio sobre los años 90, con obras seleccionadas para la exhibición por Rafael Cippolini. Esteban Tedesco reúne los primeros trabajos de numerosos artistas de principios de la década de 2000, elegidos por Ana Gallardo. La colección de Alejandro Ikonicoff nos trae al presente, con producciones de los últimos años seleccionadas por Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico.
Algunos Artistas / 90 – HOYpresenta obras, documentos y fotografías, y propone investigar las relaciones entre coleccionistas y artistas de una misma generación, sus primeras obras y sus comienzos.
Este sábado abre sus puertas en el espacio artístico del barrio de La Boca la exhibición “Algunos artistas - 90/hoy”.
La exposición constituye un panorama del arte argentino de 1990 a la actualidad, reuniendo más de 300 obras de cien artistas, entre pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, videos, objetos, instalaciones, registros de performance y documentos.
Ernesto Ballesteros, Diego Bianchi, Fabián Burgos, Nicola Costantino, Marina De Caro, Sergio De Loof, Matías Duville, Alberto Goldenstein, Sebastián Gordín, Miguel Harte, Graciela Hasper, Fernanda Laguna, Luciana Lamothe, Jorge Macchi, Liliana Maresca y Adrián Villar Rojas, son algunos de los artistas que integran la muestra.
La Fundación Proa se encuentra en la Avenida Pedro de Mendoza 1929 (La Boca, Capital Federal).v
El teórico Rafael Cippolini eligió un conjunto de obras de la colección de Gustavo Bruzzone que da cuenta de la creatividad y diversidad de propuestas a lo largo de la década del 90. La selección deja constancia del nacimiento de espacios alternativos como Belleza y Felicidad, La Galería del Rojas, la revista Ramona y numerosos exponentes de las diversas tendencias que marcaron una época. El juego, la belleza, lo infantil, así como también el humor y la ironía, construyen esta historia del arte junto con el peculiar uso de los objetos de la vida cotidiana como material para la creación artística.
Los años 2000 se inician con trabajos de gran formato que reflejan la consistencia y la madurez de los artistas jóvenes de la década anterior, como Jorge Macchi, Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros. Las obras de este período fueron seleccionadas por Ana Gallardo, artista y colaboradora del coleccionista Esteban Tedesco, que eligió especialmente las primeras producciones de artistas, como las del Grupo de la X, Marina De Caro y Adrián Villar Rojas. La singularidad de esta colección se evidencia en las grandes escalas y la riqueza de los materiales, en trabajos que atraviesan la primera década de este siglo hasta llegar a las nuevas generaciones. La evolución y el desarrollo de las carreras de algunos artistas se manifiestan en obras de distintos períodos que integran más de una colección.
El momento actual está representado en la selección realizada por los artistas Cecilia Szalkowickz y Gastón Pérsico en la colección de Alejandro Ikonicoff. La etérea presencia de las obras en el espacio, su carácter introspectivo y sutil, exigen una aguda observación de los detalles. La fotografía se vuelve un medio cotidiano, así como también el dibujo y el rescate del papel, en diálogo con obras como las de Leopoldo Estol realizadas sobre afiches publicitarios. La exhibición finaliza con una instalación de Juliana Iriart, reconstruida por primera vez desde 2006.
Algunos Artistas remite al título de la histórica muestra curada en 1992 por Jorge Gumier Maier en el Centro Cultural Recoleta, donde exhibió al grupo de artistas que se establecían en torno al Rojas: algunos artistas, algunas obras, sus primeros y segundos pasos y, ahora en Proa, también los primeros y segundos pasos de los coleccionistas. Un diálogo entre múltiples voces –las de los artistas y los coleccionistas– que reconstruye un momento de la historia del arte reciente.
El catálogo Algunos Artistas / 90 – HOY coordinado por Cintia Mezza, reúne una selección de textos históricos, ensayos inéditos, documentación fotográfica y un destacado cuerpo de reproducciones de obras en exhibición.
Una intensa programación de actividades paralelas acompaña la muestra y se propone revitalizar las discusiones sobre este período. El ciclo Artistas + Críticos invita cada sábado a los protagonistas de la escena de estos años –curadores, coleccionistas, críticos y los artistas de la exhibición– para recorrer las salas junto al público. El programa educativo propone visitas guiadas, actividades para escuelas y universidades, y encuentros con docentes e instituciones que permiten revisar algunas nociones del arte contemporáneo. En Proa TV, un registro de las opiniones más diversas conforman un archivo documental de esta época, con la palabra de los propios artistas, los coleccionistas y los críticos.
La expo Algunos Artistas / 90 – HOY presenta un panorama de las producciones de las últimas dos décadas con obras provenientes de las colecciones privadas del juez-coleccionista Gustavo Bruzzone y de los coleccionistas Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco.
Siempre y cada vez, el recorte del gusto de tres tipos millonarios. Excelente idea la de Proa, ésta de nombrar a la muestra con estas palabras bien claras: “algunos artistas”, descontando que, sin duda, hay otros que no aparecen en sus muros y que son coleccionados por otros.
Lo bueno es que la Fundación revela los gustos más o menos secretos, siempre cuestionables. de los coleccionistas elegidos para organizar esta muestra que ofrece un panorama de lo que compran con consecuencia aquellos que pueden. A mí me hubiese gustado ver otras colecciones colgadas, con gustos que apelan a otras sintonías: qué pena no ver la maravillosa colección de Ignacio Liprandi o las compras de Mauro Herlitzca, descubridor de los ahora cotizados textileros Chiachio&Giannone.
Dice la gacetilla de Proa: “La colección de Bruzzone comprende un patrimonio sobre los años 90, con obras seleccionadas para la exhibición por Rafael Cippolini. Esteban Tedesco reúne los primeros trabajos de numerosos artistas de principios de la década de 2000, elegidos por Ana Gallardo. La colección de Alejandro Ikonicoff nos trae al presente, con producciones de los últimos años seleccionadas por Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico. Algunos Artistas / 90 – HOY presenta obras, documentos y fotografías, y propone investigar las relaciones entre coleccionistas y artistas de una misma generación, sus primeras obras y sus comienzos”.
Se trata de un panorama del arte argentino de 1990 a la actualidad a través de más de 300 obras de cien artistas, entre pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, videos, objetos, instalaciones, registros de performance y documentos.
Ernesto Ballesteros, Diego Bianchi, Fabián Burgos, Nicola Costantino, Marina De Caro, Sergio De Loof, Matías Duville, Alberto Goldenstein, Sebastián Gordín, Miguel Harte, Graciela Hasper, Fernanda Laguna, Luciana Lamothe, Jorge Macchi, Liliana Maresca y Adrián Villar Rojas son algunos de los que integran la nómina.
Se trata de un panorama del arte argentino de 1990 a la actualidad a través de más de 300 obras de cien artistas, entre pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, videos, objetos, instalaciones, registros de performance y documentos.
Ernesto Ballesteros, Diego Bianchi, Fabián Burgos, Nicola Costantino, Marina De Caro, Sergio De Loof, Matías Duville, Alberto Goldenstein, Sebastián Gordín, Miguel Harte, Graciela Hasper, Fernanda Laguna, Luciana Lamothe, Jorge Macchi, Liliana Maresca y Adrián Villar Rojas son algunos de los que integran la nómina.
El patrimonio exhibido pertenece a las colecciones particulares de Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco, elegidas por poseer -en algunos casos- las primeras obras de numerosos artistas y por reflejar un estrecho diálogo y colaboración con su producción.
La exhibición recupera los debates intelectuales que surgieron a comienzos de los 90, el escenario institucional y los acontecimientos de entonces: las discusiones en torno al arte light, la creación de galerías dedicadas a promover a artistas jóvenes y el giro que toma La Galería del Rojas -bajo la dirección de Jorge Gumier Maier-, que pasa a ocupar un lugar predominante.
Las obras de la década del 2000 reflejan el cambio en el campo artístico a partir de la irrupción de nuevos espacios culturales, desde los considerados periféricos, como Belleza y Felicidad, hasta el Malba - Fundación Costantini.
La década del 90 se inicia con un desdoblamiento entre las obras de Pablo Suárez, Miguel Harte y Marcelo Pombo, quienes se salen del marco de la pintura para cuestionar las obras de los 80, y el comienzo de un nuevo lenguaje estético.
"Este nuevo lineamiento hace entrar en escena el mundo de lo doméstico, lo grotesco, el choripan, la pizza, la imagen del comic, la humorada, lo berreta, explica a Télam la historiadora de arte Cintia Mezza, coordinadora del catálogo, durante una recorrida por la muestra en pleno montaje de las obras.
A fines de los 90, casi 2000, aparece Belleza y Felicidad -herederos del Rojas en su libertad-, proyecto editorial y suerte de regalería que abre un espacio para artistas que no tienen taller, un espacio que realmente agita a toda una generación y cambia la manera de pensar los espacios alternativos.
La exposición se reserva un espacio para algo muy representativo de los 90: lo kitsch, el tejido, el bordado, la costura, en trabajos de Marina de Caro, Román Vitali, Mónica Millan, las obras desopilantes de Benito Laren, o las maquetas de Sebastián Gordín.
No pueden faltar en este espectro una serie de fotografías con la particular mirada del santafesino Marcos López, quien colocó a la fotografía en la esfera de las artes visuales, asegura Mezza.
"En los 2000, el artista empieza a tener una carrera más de galería, más internacional, más de feria, crece el formato pictórico, la obra enmarcada, vendible, un sistema muy distinto al sistema `doméstico` de los 90. Lo que pasa ahora es más `museable`, reconoce la historiadora de arte.
También en los 2000 irrumpe otra característica en las prácticas artísticas: no sólo aparece la noción de proyecto, sino también de algo efímero, de la fragilidad de la materia, o lo poquito que representa materialmente la obra de arte, sostiene Mezza.
Así se suceden las obras de arte en soportes como una bolsa de nylon, papel higiénico, un paño ballerina.. No es necesario el gran formato ni la gran carrera sino el gesto pequeño, que se relaciona a veces con el grito, con el susurro o el silencio, desliza Mazza.
La generación de artistas que produce en los 2000 realiza una revisión de casi todos los formatos y las técnicas artísticas, por ejemplo el dibujo que cobra una gran importancia en el arte contemporáneo, evidenciado en galerías que se dedican a esa disciplina exclusivamente.
Por último, en ambas décadas el espectador no es considerado de igual manera: En los 90, lo tenían muy poco en cuenta y se abocaban más al debate artístico visual, y en los 2000 vuelve el espectador al centro de la escena, con el artista que ofrece un guiño, un gesto, una vivencia en sala, puntualiza Mezza.
Para esta exposición las obras de los primeros años fueron seleccionadas por Rafael Cippolini, mientras que Ana Gallardo comprendió los comienzos de los años 2000, y Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico hicieron su aporte en la selección de los trabajos más recientes.
Se trata de un panorama del arte argentino de 1990 a la actualidad a través de más de 300 obras de cien artistas, entre pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, videos, objetos, instalaciones, registros de performance y documentos.
Ernesto Ballesteros, Diego Bianchi, Fabián Burgos, Nicola Costantino, Marina De Caro, Sergio De Loof, Matías Duville, Alberto Goldenstein, Sebastián Gordín, Miguel Harte, Graciela Hasper, Fernanda Laguna, Luciana Lamothe, Jorge Macchi, Liliana Maresca y Adrián Villar Rojas son algunos de los que integran la nómina.
El patrimonio exhibido pertenece a las colecciones particulares de Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco, elegidas por poseer -en algunos casos- las primeras obras de numerosos artistas y por reflejar un estrecho diálogo y colaboración con su producción.
La exhibición recupera los debates intelectuales que surgieron a comienzos de los 90, el escenario institucional y los acontecimientos de entonces: las discusiones en torno al “arte light”, la creación de galerías dedicadas a promover a artistas jóvenes y el giro que toma La Galería del Rojas -bajo la dirección de Jorge Gumier Maier-, que pasa a ocupar un lugar predominante.
Las obras de la década del 2000 reflejan el cambio en el campo artístico a partir de la irrupción de nuevos espacios culturales, desde los considerados periféricos, como Belleza y Felicidad, hasta el Malba - Fundación Costantini.
La década del 90 se inicia con un desdoblamiento entre las obras de Pablo Suárez, Miguel Harte y Marcelo Pombo, quienes se salen del marco de la pintura para cuestionar las obras de los 80, y el comienzo de un nuevo lenguaje estético.
"Este nuevo lineamiento hace entrar en escena el mundo de lo doméstico, lo grotesco, el choripan, la pizza, la imagen del comic, la humorada, lo berreta”, explica a Télam la historiadora de arte Cintia Mezza, coordinadora del catálogo, durante una recorrida por la muestra en pleno montaje de las obras.
A fines de los 90, casi 2000, aparece Belleza y Felicidad -“herederos del Rojas en su libertad”-, proyecto editorial y suerte de regalería que abre un espacio para artistas que no tienen taller, un “espacio que realmente agita a toda una generación y cambia la manera de pensar los espacios alternativos”.
La exposición se reserva un espacio para algo muy representativo de los 90: lo kitsch, el tejido, el bordado, la costura, en trabajos de Marina de Caro, Román Vitali, Mónica Millan, las obras desopilantes de Benito Laren, o las maquetas de Sebastián Gordín.
No pueden faltar en este espectro una serie de fotografías con la particular mirada del santafesino Marcos López, “quien colocó a la fotografía en la esfera de las artes visuales”, asegura Mezza.
"En los 2000, el artista empieza a tener una carrera más de galería, más internacional, más de feria, crece el formato pictórico, la obra enmarcada, vendible, un sistema muy distinto al sistema `doméstico` de los 90. Lo que pasa ahora es más `museable`”, reconoce la historiadora de arte.
También en los 2000 irrumpe otra característica en las prácticas artísticas: “no sólo aparece la noción de proyecto, sino también de algo efímero, de la fragilidad de la materia, o lo poquito que representa materialmente la obra de arte”, sostiene Mezza.
Así se suceden las obras de arte en soportes como una bolsa de nylon, papel higiénico, un paño ballerina.. “No es necesario el gran formato ni la gran carrera sino el gesto pequeño, que se relaciona a veces con el grito, con el susurro o el silencio”, desliza Mazza.
La generación de artistas que produce en los 2000 realiza una revisión de casi todos los formatos y las técnicas artísticas, por ejemplo el dibujo que cobra una gran importancia en el arte contemporáneo, evidenciado en galerías que se dedican a esa disciplina exclusivamente.
Por último, en ambas décadas el espectador no es considerado de igual manera: “En los 90, lo tenían muy poco en cuenta y se abocaban más al debate artístico visual, y en los 2000 vuelve el espectador al centro de la escena, con el artista que ofrece un guiño, un gesto, una vivencia en sala”, puntualiza Mezza.
Para esta exposición las obras de los primeros años fueron seleccionadas por Rafael Cippolini, mientras que Ana Gallardo comprendió los comienzos de los años 2000, y Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico hicieron su aporte en la selección de los trabajos más recientes.
Exposiciones de arte para todos los gustos: Fundación Proa con "Algunos artistas"; el Museo de la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, con la muestra de Roberto Aizemberg y la Fundación Elía Robirosa con la apertura de su nuevo espacio en el barrio de Barracas.
Éstas son sólo algunas de las opciones que mueven las aguas del ambiente de arte por estos días. Fundación Proa inaugurará el sábado próximo la muestra "Algunos artistas" con las colecciones de Gustavo Bruzzone, Alejandro Ikonicoff y Esteban Tedesco. En Espacio Contemporáneo exhibirán también Esteban Álvarez, Pablo Rosales y Cristina Schiavi. La colección de Bruzzone comprende un extraordinario y único patrimonio sobre los noventa, con obras seleccionadas para la exhibición por Rafael Cippolini. Esteban Tedesco reúne los primeros trabajos de numerosos artistas de principios de la década de 2000, elegidos por Ana Gallardo. La colección de Alejandro Ikonicoff nos trae al presente, con producciones de los últimos años seleccionadas por Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico.
La muestra del reconocido artista Roberto Aizenberg, que se exhibirá desde mañana en la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, representa una nueva propuesta de exposiciones temporales iniciada en 2012, que se suma a la colección permanente de este museo.
"Roberto Aizenberg, Trascendencia/Descendencia" reúne 65 obras de este artista argentino, junto con algunas producciones de artistas contemporáneos. La exhibición se articula desde la trascendencia que adquiere la obra de un artista, atravesando épocas y realidades distintas hasta la estela que produce en generaciones posteriores traducida en descendencia artística. La curaduría a cargo de Valeria González se organizó de acuerdo con dos instancias: una primera, basada en la asociación libre, semejante al propio modo de composición del pintor. Y una segunda, en la que se buscó dar un orden expositivo a los vínculos visuales establecidos tanto entre obras del propio artista, como entre éstas y las de artistas argentinos contemporáneos.
Por otra parte, la Fundación Elía Robirosa, que tuvo una larga vida como galería en su local de Uriburu y Las Heras de Barrio Norte, se reinventa en un nuevo espacio que abrió sus puertas el sábado pasado. Después del cierre de esa galería, el crítico de arte Miguel Briante convenció a los propietarios que con los cuadros y esculturas que fueron comprando a artistas habían construido una importante colección. Al cerrar la galería realizaron una serie de exhibiciones con parte de la colección en el Museo Nacional de Bellas Artes, en el Museo Caraffa de Córdoba y en el Museo Niemeyer de Brasil. La Fundación posee una colección con obras valiosas de la década del ochenta. Entre los artistas podemos mencionar a Pablo Suárez, Marcia Schvartz, Eduardo Iglesias Brickles, Luis Felipe Noé, Carlos Gorriarena, Duilio Pierri, Felipe Pino, Jorge Pietra, Luis Wells, Keneth Kemble y otros más. En el nuevo espacio, ubicado en la calle Villarino 2310 (esquina Gonçalves Dias), se exhibirá la colección y se organizarán muestras de artista, música, danza y presentaciones de libros.
Este lugar ubicado en Barracas donde funcionará la Fundación es poco transitado, casi desconocido, y, según quienes ya lo conocieron, muy atractivo. Es un espacio bastante conocido por quienes hacen cine como locación porque está ubicado en una zona de la ciudad que todavía atesora los sortilegios de antes y la magia de un pasado-presente sin tiempo.