Esteban Pastorino tiene una reconocida carrera como fotógrafo que acompaña con diversas investigaciones sobre el medio fotográfico, los sistemas de cámaras y efectos visuales.
En esta ocasión, coloca dos dispositivos visuales en la terraza de Fundación Proa: un estereoscopio y un periscopio realizados en latón, remitiendo a los artefactos marinos.
Estas obras modifican el paisaje de La Boca mediante un sistema de lentes y espejos internos:
El estereoscopio genera un efecto tridimensional, mientras que el periscopio muestra el paisaje como si fuera una pequeña maqueta.
La terraza se vuelve así un mirador de la esquina más representativa del barrio, estableciendo un diálogo entre la institución y su entorno.
Una apuesta con cierta carga nostálgica para reinstaurar simbólicamente al viejo mirador del puente antiguo de La Boca.
Obras
Estereoscopio, 2009
Latón, acero, madera y espejos
200 x 70 x 100 cm
Periscopio, 2009
Latón, acero, madera, espejos y lentes
240 x 70 x 100 cm
Esteban Pastorino nació en Buenos Aires en 1972.
Estudió fotografía publicitaria en la academia Fotodesign (Buenos Aires). Fue seleccionado como artista residente por el Photographic Centre of Skopelos (Grecia), la Rijksakademie Van Beeldende Kunsten (Países Bajos), la Casa de Velázquez (España) y la Fiskars Artist Residency (Finlandia).
Recibió numerosas distinciones entre las que se destacan el Premio Leonardo a la Fotografía (Museo Nacional de Bellas Artes) y el Premio Abraham Haber al Fotógrafo del Año (Asociación Argentina de Críticos de Arte).
En Buenos Aires, expuso en forma individual en ICI, Fotogalería del Teatro San Martín, MAMBA, C.C. Rojas y Galería Dabbah Torrejón. También exhibió sus trabajos en Bélgica, España, Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Holanda y México.
En 2009 publicó su primer libro que incluye una selección de fotografías aéreas (Esteban Pastorino, Ediciones Larivière).
Textos y Links
Elogio del juego. Por Alejandro Castellote y Esteban Pastorino. Ediciones Larivière
“En mi opinión, lo más impactante de esta colección de fotografías de Esteban Pastorino no es la subversión de la realidad, que él activa mediante una intervención en el plano focal de la lente; lo más sorprendente es que esa manipulación en un dispositivo de la cámara es capaz, por ejemplo, de trasladarnos al territorio de la infancia; no sólo hacer mutar los paisajes urbanos y naturales en maquetas, también puede convertir a todos los elementos de la imagen en parte de los universos que inventábamos en nuestros juegos de niños. Y jugar nos sumerge en una relación directa con la fantasía, con la magia; es una desconexión voluntaria de la racionalidad, una emancipación que permite al hombre relacionarse de otro modo con la realidad. Y esa facultad coincide con una de las propiedades esenciales del arte moderno, que se separaba así de la teoría clásica de los filósofos griegos, que definían el arte como una mímesis de lo real. Una idea en cierto sentido paralizadora, que afectó también a la definición de la esencia de la fotografía desde su invención, dado el carácter eminentemente técnico de su funcionamiento y las aplicaciones científicas y documentales que se le adjudicaron en sus primeros años. La aparición de la fotografía fue una de las causas de la crisis de la pintura, ya que cumplía con mayor eficacia y menor coste su objetivo clásico, pero la fotografía no sólo contribuyó a la crisis de la pintura también facilitó su emancipación.
(...)
Las paradojas visuales de Esteban Pastorino, son el resultado de su fascinación por construir artefactos capaces de provocar en el espectador una ilusión en los sentidos. En cierto modo, desarrolla un ritual de ecos mágicos que lo emparenta con los apasionados pioneros de la fotografía en el siglo XIX; especialmente con aquellos que se concentraron en la génesis de dispositivos capaces de detener el movimiento, extender el campo visual o simular la tridimensionalidad. A ese grupo pertenecen Arthur Batut y Eadweard Muybridge. El primero desarrolló en 1890 un artilugio capaz de tomar fotografías aéreas desde una cometa ampliando, merced a la versatilidad del aparato, los posibles usos de unas visiones cenitales que ya habían sido obtenidas por primera vez desde un globo aerostático por Nadar en 1858. El segundo se hizo famoso por sus panoramas y sus cronofotografías, que descomponían y congelaban el movimiento de personas y animales. Sus investigaciones para simular la animación de imágenes le llevaron a inventar el zoopraxiscopio, para muchos una de las máquinas precursoras del proyector de cine. El siglo XIX y los albores del XX fueron ricos en experimentos de este cariz y solían tener una extraordinaria caja de resonancia en las Exposiciones Universales, donde el público contemplaba fascinado esos inventos de nombres inquietantes: Zootropos, fenaquitiscopios, kinoras, kinetoscopios, folioscopios, dioramas o cámaras y visores estereoscópicos. En algunos casos, estos dispositivos tenían aplicaciones científicas, en otros, meramente lúdicas pues eran sólo puntos de vista o percepciones de la realidad inaccesibles para el ojo humano.”
La ficción técnica. Por Juan Valentini. FOTO ESPAÑA 2008. Catálogo de exhibición
“A menudo los fotógrafos eligen la cámara según la imagen que pretenden obtener. Lo distintivo, en el caso de Esteban, es que él establece las reglas de juego de la imagen, pero el que juega no es él, sino su cámara. O, dicho de otro modo, que una de las tareas principales de Esteban es transformar la cámara (junto con los procesos de revelado y copiado) en la imperceptible protagonista de la imagen.
Sus fotos, entonces, vuelven sobre el problema de la objetividad fotográfica, pero en el sentido de que se conectan con el mundo poniendo de relieve la tecnicidad de la fotografía, la fotografía explorada en su voluptuosidad técnica. Así es como, también, el fotógrafo se “tecnifica”: dejando de controlar, en gran medida, lo que hay del otro lado del visor, delegando esa tarea a las leyes internas del aparato. Como si fotógrafo y cámara entablaran una conversación (en algunos casos, incluso una discusión). Como si el fotógrafo le dijera a la cámara: te dejo sola (por ejemplo, frente a la costa del balneario uruguayo de Piriápolis, o montada en un barrilete que sobrevolará la Ciudad Universitaria de Buenos Aires), a ver qué sos capaz de hacer por tu cuenta. No se trata, así, de la objetividad como voluntad de documentación, de una fe en la verdad histórica del objeto fotográfico, sino de una retirada del ojo del fotógrafo en función del predominio de la materialidad y el proceso técnicos. Se trata, en suma, de un juego lingüístico.
(...)
A nosotros, sujetos construidos en medio de un contexto ampliamente tecnificado, nos sigue asombrando el mundo que las imágenes de Esteban producen. Y no porque nos atraiga meramente lo técnico. En realidad, si el artificio que hay en esas imágenes desequilibra nuestra percepción, es porque quiebra, o excede, la normalidad de constantes innovaciones que la propia tecnología realiza. Y es también, a la vez, la clave que nos entrega a mundos imposibles, y aquello que, enseguida, estimula en nosotros un deseo irrefrenable de ficción. Ficción, de esta manera, en un doble sentido: la que se despliega a partir de los lugares creados por una forma técnica no conocida –o por lo menos no experimentada- por nosotros; y la que nosotros, como espectadores, generamos sobre la base de esa invención. Podríamos llamar a esta confluencia ‘ficción técnica’.”
http://www.estebanpastorino.com.ar/
http://www.pdnbgallery.com/artists/esteban/
http://www.boladenieve.org.ar/node/472
http://www.photography-now.com/artists/K10104.html
http://www.cpw.org/exhibitions/2005/foreign_diaz/diaz/pages/gallery_diaz.html
http://blogs.lanacion.com.ar/merle/varios/esteban-pastorino-y-sus-camaras/