Presentación
Patria Petrona, por Alfredo Arias
Créditos de la exhibición
Presentación
Un homenaje a la memoria, entre la evocación autobiográfica y la narración colectiva: hasta el 28 de agosto, Fundación Proa presenta Patria Petrona, un proyecto interdisciplinario ideado por el director, actor y dramaturgo Alfredo Arias –figura fundamental del teatro internacional de los últimos 40 años– en colaboración con el diseñador Pablo Ramírez y el artista Juan Stoppani, con el apoyo de Tenaris.
Vehículo de ilusiones y síntesis de fantasías infantiles, la imagen de “la torta” en la producción de la cocinera Doña Petrona C. de Gandulfo –personaje clave de la cultura popular argentina desde la década del 40 hasta los años 80– reactiva la fuerza interna de los recuerdos en la propuesta de Arias para Proa.
Una vez más, el sistema creativo del director dispara una singular revisión del pasado, revisitado con herramientas propias de la contemporaneidad. Arias toma como referencia las láminas ilustradas del antológico libro de Doña Petrona (reeditado en más de 100 ocasiones) y presenta escenas que repasan momentos cruciales de la vida (nacimiento, aniversarios, casamiento, el festejo patrio, el ocio).
Las escenas, compuestas por “tortas” y trajes, reproducen la situación para la que cada “torta” y cada traje fue concebido, al tiempo que restituye su función básica: la reunión social y la celebración.
Las versiones tridimensionales de las “tortas” de Petrona son posibles, en palabras de Arias, por la “adecuación perfecta de la cerámica con la cocina. La idea de hacerlas en cerámica es que no se las pueda comer pero que todos las puedan ver. Ésta es la única manera de comprobar su existencia” apunta el director.
Pablo Ramírez creó los trajes. Sobre su trabajo, con certeza, afirma: “En cada festejo hay un rito y en cada rito hay un traje. Nadie come una torta sin un traje”.
Las tres pinturas de Juan Stoppani amplían el universo representado y exponen la “torta” bodas de oro, abundante en detalles dorados e indicadores conmemorativos, el arrollado Caruso y la torta conejo. A diferencia de las reproducidas en cerámica, estas “tortas” remiten más directamente a las curiosas ilustraciones de Petrona.
Imágenes que cifran los orígenes artísticos de Arias y entre las que asoman fragmentos de un período histórico clave: las décadas del 40 y el 50 en la Argentina, atravesadas por la irrupción de la cocina a gas, las revistas de temática femenina, la aparición de la televisión y la fijación de patrones para la mujer, el ama de casa, la madre y la esposa.
Imperativos de buena conducta, consejos para el bienestar familiar, deberes y obligaciones femeninas: Tortazo, el espectáculo de recitado en el Auditorio de Proa con la actuación de Alfredo Arias y Alejandra Radano, surge a partir de una selección de textos de recetas de Doña Petrona. Con la proyección de imágenes alusivas, las lecturas de Tortazo subrayan, en su oralidad, la peculiaridad y extrañeza de los recursos culinarios y las referencias temáticas del “estilo Petrona”.
Patria Petrona es, para Alfredo Arias, un “desplazamiento poético de la memoria” que invita a la apropiación activa de un imaginario.
Patria Petrona cuenta con el apoyo de Groupe TSE, subvencionado por el Ministerio Francés de Cultura, y es posible gracias al auspicio de Tenaris.
Patria Petrona, por Alfredo Arias
Patria Petrona es un homenaje a la memoria, a la capacidad de cada uno de nosotros de reconstituir el paisaje donde crecimos, ese lugar donde las palabras, los gestos, los perfumes, las imágenes quedarán para siempre grabados y harán parte de nuestra persona. Definirán nuestra percepción del mundo adulto.
La Patria es la tierra que nos hizo; en ese territorio viven hadas y fantasmas. Petrona es uno
de esos personajes de la fantasía Patria.
La experiencia que propone Patria Petrona es ir más allá del personaje elegido, de su mundo visual sin igual, puesto que son esas láminas en los libros de cocina de la gran maestra que
hacen parte de mis recuerdos infantiles. Sólo imágenes. Nunca probé un plato preparado por
Petrona, todo era transmisión televisiva, ondas e interpretaciones de esas recetas; más allá,
en lejanos barrios del Gran Buenos Aires.
La casa donde miraba los programas de Doña Petrona se situaba en Remedios de Escalada. Ahí, frente al chalet a la americana que mi padre había construido, se produjo un cataclismo: el gobierno decidió expropiar las casas vecinas para hacer pasar un Camino de Cintura, o una General Paz, o una Panamericana que nunca pasó.
En ese desierto se fue instalando poco a poco una villa de emergencia, mientras que el baldío se extendía chato y silencioso hasta el club Talleres, un gran potrero para los fantasmas donde cocinaba la doña.
Cuando Perón daba sus discursos, la gente de la villa nos pedía ver la televisión; mis padres acercaban el aparato a la ventana y detrás de unas rejas el Coronel arengaba a sus fieles. Era una misa. En ese mismo aparato apareció un día Petrona: para mí fue un refugio; en cambio de ir a Disneylandia iba a Petronalandia, y cada vez que mis padres se peleaban (se peleaban seguido) yo trataba de realizar un plato, de preferencia un postre de Petrona, para evadirme.
Esos postres de Petrona que yo preparaba eran siempre un fracaso. Además del disgusto de no lograrlo, este acto contribuía a reforzar las nefastas dudas de mi madre sobre mi tendencia a apreciar todo lo femenino, como leer Para Ti o Radiolandia… Puedo suponer ahora que Petrona hizo parte del cortejo de íconos que me llevaron a pasar cinco años de Liceo Militar, institución en la cual mis padres depositaron todas las esperanzas donde finalmente deberían borrarse esas fascinaciones fantásticas y así aligerado, bien parado y con la cabeza bien despejada, podría enfrentar el futuro que me esperaba. Tortazo no es un trabajo histórico o sociológico, es solo un planeo poético de la memoria. Un Twist again.
Créditos de la exhibición
Patria Petrona
Idea, proyecto y dirección Alfredo Arias
Con la colaboración de Pablo Ramírez y Juan Stoppani
Investigación Larry Hager
Cerámicas José Luis Caruso
Pintura y decoración Matías Nazareno López
Trajes Ramírez
Mary Monti, Gonzalo Barbadillo, Natalia Ruiz Díaz, Eugenia Cantero, Noemí Jurado, Valeria Vega y Miguel San Jorge
Coordinación y producción Luciana Milione
Fotografías Gustavo Di Mario
Agradecimientos Jean-Yves Legrave, Mercedes Urquiza y Choly Berreteaga
Con el apoyo de
Groupe TSE, subvencionado por el Ministerio Francés de Cultura