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Peter Kogler Sin título (proyecto para Fundación Proa), 2021 Impresión digital en vinilo sobre pared Dimensiones variables Cortesía del artista

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Peter Kogler es un artista multimedial y uno de los pioneros del arte generado por computadora. Estudió en la academia de Bellas Artes de Viena y ha expuesto sus obras desde 1979. Su trabajo adopta un enfoque basado en la arquitectura, el cine y los nuevos medios de comunicación digitales. Comenzó a experimentar en el arte a principios de la década de 1970 con piezas que exaltaban lo gestual-simbólico; el quiebre llegó veinte años más tarde con la inclusión de computadoras y un trabajo denominado Cave Automatic Virtual Environment (Cueva con un entorno automático y virtual), una habitación de tres metros de alto, por tres de ancho, por tres de largo, abierta en uno de sus lados. En toda la superficie, techo y suelo incluidos, se proyectan imágenes digitales en tres dimensiones que se realzan con un sistema de lentes que deben llevar puestos los espectadores. El concepto es modificar el espacio expositivo, mediante la utilización de la tercera dimensión, la tecnología aplicada a la información, la comunicación y la arquitectura cinematográfica.

 

Con sus hipnóticas instalaciones, Peter Kogler transforma habitaciones ordinarias en espacios surrealistas llenos de movimiento. Inspiradas en el minimalismo estadounidense, las líneas de Kogler suelen ser blancas y negras para producir el mayor contraste e impacto posible. El artista usa tanto pintura como proyecciones para “tapizar” espacios que a menudo quedan en el olvido, como escaleras, vestíbulos y pasillos. De esta manera, elementos arquitectónicos comunes y corrientes se convierten en espacios de exhibición.

 

La carrera profesional de Kogler abarca más de 30 años y desafía constantemente los límites de lo que es posible con la tecnología que tiene a la mano, es una figura clave en el ámbito tecnológico-artístico. “Siempre me ha interesado mucho la pregunta de hasta qué punto mis lenguajes visuales o artísticos pueden ser transformados por el desarrollo tecnológico y su cambio a diferentes medios”, compartió en una entrevista en 2014. “Es algo que observo permanentemente, y eso significa que a menudo tengo que modificar mis piezas. Esta es probablemente también la razón por la que decidí trabajar con un vocabulario visual muy reducido”.

Con líneas serpenteantes que casi lucen como tubos, cada habitación en la que trabaja Kogler se convierte en un espacio dinámico que invita al visitante a sumergirse en el mundo del artista. Al jugar con las ilusiones ópticas, el movimiento cinético de las líneas y los conceptos del minimalismo, Kogler afina y perfecciona su arte con cada nueva instalación.

 

“Las cuadrículas en blanco y negro proporcionan un contraste intenso que tiene una presencia visual muy fuerte”, comparte Kogler. “La estructura de la imagen es completa y rodea íntegramente al espectador. En cierto modo, estás en medio de la escena, y el trabajo se puede experimentar físicamente”.

 

SALA 1
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La tensión, el equilibrio y el ritmo del pulso son algunas de las premisas que se encuentran presentes en esta sala. Los artistas seleccionados recuperan objetos industriales, más específicamente del ámbito constructivo, y elaboran diversos y nuevos universos de sentidos.
 

La obra Roue, 2005/2021 (Rueda) del artista francés Vincent Ganivet es una sólida construcción autoportante que rescata de las antiguas construcciones, los arcos de medio punto. Con la utilización de cuñas, la rueda encuentra su propio equilibrio sin utilizar ningún otro tipo de material generando en el espectador admiración frente al balance alcanzado entre equilibrio y tensión. El artista comenta: “(...) Utilizo el bloque de cemento como si fuese un lego, un juego de construcción que se mantiene unido como por arte de magia. Construyo formas redondas e inestables. Estoy haciendo algo delicado, con una materia prima muy pobre (...) No creo haber inventado mucho: uso técnicas muy antiguas para probarlas, aprenderlas. Recurro a materiales comunes pero lo hago desde otro ángulo.(...)”. La citación y recuperación histórica es también un homenaje a lo que significó y significa el invento de la rueda en la construcción de la civilización, en las migraciones y en el movimiento cultural.

 

En diálogo aparecen las mesas enfrentadas, fragmentadas y cada una sostiene un barril con un simple alambre. Roman Signer, uno de los más destacados artistas conceptuales suizos reúne en sus obras objetos de la vida cotidiana, potencializando sus posibles usos y limitaciones. Esta obra, llena de humor, yuxtapone el orden y el caos, lo estable y lo inestable, proponiendo al espectador atravesar un espacio en tensión.

 

El video de Monica Bonvicini, introduce el sonido en la sala, a través del latido y del martillazo sobre una pared blanca. El curador comenta: “...Así como la rueda fue el comienzo de la construcción del mundo como lo conocemos, el pulso es el cimiento sobre el que se construye la música. Esa repetición constante del martilleo contra la pared aparece como un pulso insistiendo en transformar el tiempo y el espacio.” Bonvicini artista feminista y comprometida políticamente, porpone derribar el muro, el límite, la frontera. Quien martillea es una mujer con su mano, la misma que busca quebrantar los límites impuestos para encontrar su lugar y su voz.

 

Los curadores consideran: “...Existe cierta tensión en esta sala, tanto en la construcción como en la aparente inestabilidad que tienen la rueda de Ganivet y los bidones a punto de caer de Signer. El precario equilibrio de las instalaciones dialoga con el video de Bonvicini, que muestra un intento de demolición. En resumen, hay tensión tanto en la construcción como en la destrucción representada en las tres obras, generando espacios tan vacíos como desconcertantes.”

 

Las tres piezas conforman un universo histórico y político. La obra de Ganivet es un homenaje a la arquitectura, recuperando la antigua y artesanal construcción. Por otro lado, el video de Bonvicini intenta voltear los muros, recuerda quizá la destrucción del muro de Berlín, o los muros que actualmente impiden las migraciones. Y Signer, por su parte, suma con su obra un inestable equilibrio en el que se encuentra el mundo actual.

 

Vincent Ganivet (Francia, 1976) Roue, 2005/2021 (Rueda) Cortesía del artista

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Un recurso habitual en el arte contemporáneo es la utilización de materiales encontrados y del entorno cotidiano para la confección de las obras y la adaptación de los proyectos al sitio específico.

 

Vincent Ganivet es un artista francés que trabaja principalmente con formas escultóricas y estructuras constructivas. Sus obras recuperan elementos claves de la historia de la arquitectura. En este caso, se recrea y homenajea a la invención de la rueda como elemento fundacional en el desarrollo de la civilización y de la transmigración cultural. En Roue (Rueda), un conjunto de bloques de cemento apilados estructuran una rueda a gran escala en un llamativo equilibrio suspendido en el tiempo. En sus palabras “Realmente no creo en la nobleza de los materiales. Los bloques de hormigón me interesan como un producto industrial, barato y disponible en todas partes. Es vulgar, nadie lo mira y generalmente preferimos esconderlo bajo un yeso. Me gusta sacarlo de su uso habitual, es una especie de juego de construcción a gran escala”.

 

En relación a esto, el artista reflexiona: “Utilizo el bloque de cemento como un lego, un juego de construcción que se mantiene unido como por arte de magia. Construyo formas redondas e inestables. Estoy haciendo algo delicado, un trabajo de encastre, con una materia prima muy pobre. No creo que haya inventado mucho, recupero técnicas muy antiguas para probarlas, aprenderlas, uso materiales comunes pero los utilizo desde otro ángulo”.

 

Admira la obra del arquitecto catalán Antonio Gaudi, de quien toma el “modelo de cadena colgante”, es decir, una técnica que mantiene un arco de hormigón en posición vertical sin que se derrumbe. Recupera de esta manera una forma constructiva muy antigua en la que la resistencia de los materiales, la geometría y las características de un arco de medio punto hace que todos sus puntos trabajen en compresión por medio de cuñas. En este ejemplo la madera es el elemento que comprime las caras laterales de los bloques.

 

Sus esculturas autoportantes diseñan espacios no convencionales ampliando las fronteras entre esculturas, objetos y arquitectura.

Roman Signer (Suiza, 1938) Zwei Fässer / Two barrels, 2021 (Dos barriles) Cortesía del artista

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Desde el comienzo de su trayectoria artística Roman Signer es considerado uno de los representantes más significativos del arte conceptual y el arte procesual. Con sus acciones efímeras, también llamadas “esculturas del tiempo”, que pueden ser explosivas pero también silenciosas, ha contribuido significativamente a la renovación de la escultura desde la década de 1970.


Al considerar la cuestión del tiempo como un tema constante, no sólo como concepto sino también como material susceptible de ser utilizado, ha redefinido la escultura a través de sus múltiples series.

 

Según sus palabras: Me veo a mí mismo como escultor y artista de acción. Lo que no soy es un surrealista o un artista de la tierra. Es cierto que me gustan las cosas sencillas, pero tampoco soy minimalista en un sentido clásico, ya que mis obras tienen un contenido y no se tratan sólo sobre la forma”.

 

Signer explora los posibles usos y limitaciones de objetos cotidianos como sombrillas, botellas, mesas, sillas y velas, tal como sucede en Zwei Fässer / Two barrels, 2021 (Dos barriles). Esta obra establece una relación entre una mesa que se encuentra fraccionada y dos barriles, una situación que oscila entre la destrucción y la potencialidad de un encuentro. La pieza pone en duda el equilibrio absurdo de dos barriles sobre una mesa que solo posee dos patas. Cada mesa soporta un pesado tanque sujetado por un simple alambre. Ambas están enfrentadas. La escena interpela al espectador, quien la atraviesa contemplando la sutil tensión entre los soportes.

 

Según los curadores: “La pieza de Roman Signer también tiene un poco esa situación que generan muchas de sus performances, que es la idea de que si se corta el hilo que mantiene unidos a los bidones, éstos se caen y generan destrucción. Por lo tanto, se forja un equilibrio y una tensión entre los dos momentos de la obra: en uno se habla de construcción y en el otro de destrucción”.

Monica Bonvicini (Italia, 1965) Hammering Out (an old argument), 1998 [Martilleando (un viejo argumento)] Colección FRAC Lorraine

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Monica Bonvicini es una artista conceptual italiana, que reside en Berlín desde 1986 y desarrolla una práctica multifacética en la que se entrecruzan la arquitectura, el poder y el género.

 

En el video Hammering Out (an old argument), 1998 [Martilleando (un viejo argumento)], la artista documenta el golpe de un mazo que va destruyendo progresivamente el muro. Su acción es un ataque a esta pieza genérica de arquitectura, en este caso, concebida como una pared blanca, neutra, la cual pretende abrir revelando su estructura. En palabras de la artista: “La arquitectura es a menudo la expresión de algo que se ha ocultado”.

 

El muro configura una barrera, un límite y puede leerse desde múltiples miradas, tanto como valor histórico como simbólico: es la imagen de la división, de la frontera por la que los hombres luchan históricamente tanto por construir como por derribar.

Los curadores dan cuenta de la elección: El martillazo de Bonvicini, introduce en esta sala al pulso –como latido musical– que es un gesto muy inicial. Así como la rueda fue el comienzo de la construcción del mundo como lo conocemos, el pulso es el cimiento sobre el que se construye la música. Esta repetición constante del martilleo contra la pared aparece como un pulso insistiendo en transformar el tiempo y el espacio, aún buscando la transfiguración psicológica y física de la artista, así como la de las y los observadores”.

 

Este gesto puede ser leído como un intento de romper con la tradición, las convenciones museísticas y ciertas construcciones sociales e ideológicas. Estas intenciones son constantes en sus obras. En este sentido, Bonvicini reflexiona: Desde la década de 1990, todas mis obras han reflejado estos temas. Sin embargo, raspar la superficie por sí solo no es suficiente. No se trata solamente en reconocer desequilibrios, sino, y sobre todo, de sabotear las estructuras que dirigen nuestra mirada y nuestra forma de pensar. Quiero desestabilizar estas consideraciones anticuadas sobre la arquitectura, pero también aquellas en torno al poder y al género para demostrar cómo su imposición y control es en realidad algo arbitrario.”

 

Monica Bonvicini es una reconocida artista que intenta dar luz y derribar con sus obras los clichés sobre el lenguaje, la arquitectura y todos aquellos temas acerca del poder político en las estructuras sociales.

SALA 2
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En esta sala el cuerpo es uno de los hilos que une las obras reunidas, desde distintas miradas, recursos, soportes y épocas artísticas. En algunas, el cuerpo del propio artista es el protagonista, en otras aparece un cuerpo fragmentado, o simplemente su ausencia y evocación.


En diálogo con los conceptos de construcción y destrucción, la obra de Gordon Matta-Clark, desarrolla una mirada singular al examinar críticamente las estructuras del entorno construido. En su registro, el cuerpo efectivamente cobra fuerza y presencia a partir de la destrucción de un edificio en el que el artista se autorretrata y lo documenta.

 

En el video de Sebastián Díaz Morales, aparece el cuerpo en movimiento, se escuchan solo los pasos del personaje en la ciudad y no el estruendo de los autos, de las motos, del paisaje urbano que aparece en las imágenes y del que podríamos vislumbrar el nivel de la polución auditiva. Incluso los micrófonos que se balancean, de Shilpa Gupta, remiten al cuerpo a través de la voz humana, pero acá se revierte la funcionalidad de los micrófonos, dispuestos como parlantes. Se escucha el relato de dos discursos: el de la independencia de la India y de Pakistán, respectivamente, que suenan al unísono: cada uno de los micrófonos reproduce estas voces y recupera las tragedias sucedidas después del momento de la declaración de la independencia. Esa voz humana es trágica y anticipa las batallas que vinieron meses después.

 

En la obra de Clément Cogitore, según los curadores: “... se asoma la danza (...) con la obra de Cogitore (Las Indias galantes) entramos casi en una analogía directa con La Suite como movimiento musical. La voz humana también se revela como parte del cuerpo: el cuerpo danzante, el cuerpo sufriente, el cuerpo ausente..”.

 

En sintonía con el uso de las citas y vínculo con la historia del arte, aparece una mirada distinta sobre el cuerpo, en la selección de las fotografías de Joel-Peter Witkin. Una serie de obras que ponen en el centro de la escena a aquellos que son expulsados y marginados por los cánones estéticos de nuestra sociedad. Trabaja con “personas únicas”, y desde su mirada, nos presenta temas como la muerte, la podredumbre e incluso cadáveres y personas mutiladas y con deformaciones físicas.

 

El cuerpo en la videoperformance aparece en la década del 70 y a través de tres extraordinarias representantes: Joan Jonas, Geta Brătescu y Lotty Rosenfeld. En el video Wind (Viento), la playa nevada de Long Island es el escenario escogido por Joan Jonas para grabar una serie de figuras que realizan movimientos luchando contra el viento, construyendo una danza, en el conflicto del hombre con la naturaleza. En contraposición, el video de la artista rumana Geta Brătescu, es en un espacio interior, su estudio y las manos de la artista son las únicas protagonistas. Estas manos van seleccionando distintos objetos, se dibujan a sí mismas y realizan movimientos sobre una mesa. Estas acciones generan un diálogo entre la dinámica constante de lo que se muestra y lo que el espectador no ve: el rostro de la artista. En el caso de la artista chilena Lotty Rosenfeld aparece el cuerpo como denuncia política. La acción, realizada durante la dictadura de Pinochet, se desarrolló en el lapso de cuatro horas. La artista cubrió de cruces una extensión aproximada de una milla de pavimento, en una zona urbana de Santiago de Chile. Una voz silenciosa que se alza para denunciar las muertes y desapariciones forzadas en este período.

 

El juego entre el cuerpo presente y ausente dialoga con la obra de Séverine Hubard, donde las gradas vacías reflejan en gran parte, lo que sucede en el mundo actual. Estos cajones se encuentran dispuestos como gradas, la estructura que tiene como finalidad recibir gente, se encuentra vaciada de sentido, una Tribuna libre, sin propósito. La artista da cuenta en la instalación del tiempo presente y como los espacios que fueron pensados para ser habitados hoy son inaccesibles.

 

En el centro de la sala se encuentra la obra de Michel Blazy, pensada según los curadores como una plaza en cuyo centro se ubica esa suerte de fuente rodeada por las gradas de cajones. La obra adquiere diversas formas y presenta los procesos de cambio que sufre el material que la conforma. Una suerte de escultura orgánica donde el cuerpo de la propia obra se encuentra en constante transformación, una metáfora de la vida misma.


Joel-Peter Witkin (Estados Unidos, 1939) Cortesía galería Baudoin Lebon

Séverine Hubard (Francia, 1977) Tribune Libre, 2021 (Tribuna libre) Cortesía de la artista y Galería Lily Robert

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Séverine Hubard es una artista francesa que vivió y trabajó varios años en nuestro país. Con su particular modo de trabajo, realiza exposiciones a partir del espacio con materiales y maquinarias dispuestas en el lugar. Esta mixtura le da a los escenarios montados por la artista una potencia visual inquietante. En varias de sus instalaciones experimenta con los materiales, los descontextualiza y les da un nuevo uso alterando las reglas de escala y espacio, desafiando al tradicional lenguaje artístico.

 

En Tribune libre (Tribuna libre) utiliza el cajón de madera, un objeto muy familiar en nuestra cultura, y construye con 624 unidades una sucesión de gradas en el espacio de la sala. A la manera de una plaza pública estas gradas no obstante no pueden ser habitadas.

 

Realizada especialmente para La Suite, y con instrucciones y diseño a distancia, Tribuna libre es una de las obras más actuales que refieren al momento histórico que estamos viviendo producto de la pandemia global. Los curadores comentan “Hay algo muy actual en esa obra, son unas gradas, un elemento arquitectónico que sirve generalmente para recibir gente y, de pronto, su propósito está vaciado de sentido…”

 

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Michel Blazy, nacido en Francia, es uno de los artistas más destacados de la escena contemporánea. Sus objetos se pueden categorizar como “esculturas orgánicas” debido a los procesos de cambio que están presentes desde su concepción.

 

Está presente en La Suite con la obra Junk Garden: tas d'ordures (Jardín de basura: depósito de desechos), un contenedor de basura del cual emerge espuma translúcida y blanca. Esta espuma se va armando a lo largo del día gracias a un mecanismo que permite la formación de estructuras monumentales y flexibles que luego se van derramando lentamente invadiendo el espacio que habita.

 

La notable singularidad en el encuentro de los dos componentes de la instalación los cubos de basura y la espuma resultan un collage entre un elemento asociado a los residuos, la suciedad y otro vinculado a la limpieza. Una sensación reforzada aún más por el olor a jabón que se percibe en el espacio que ocupa la obra.

 

Desde el espacio que generalmente aloja la basura, emerge un elemento suave y seductor, etéreo y en constante renovación, una propuesta lúdica y paradójica que resulta del encuentro de estos elementos. La escultura se crea a sí misma, en vivo, y provoca en el espectador un estado de alerta y de asombro generado por ese movimiento continuo de derrame.

 

En palabras de los curadores: “El diseño arquitectónico o urbanístico de la sala está determinado por la obra de Blazy. Está pensado como una plaza de pueblo en cuyo centro está ubicada esta obra a la manera de una fuente con circulación de una misteriosa espuma”

Gordon Matta-Clark (Estados Unidos, 1943-1978) Days End, 1975 (El final del día) Colección FRAC Bretagne

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El reconocido artista Gordon Matta-Clark es una figura central en la escena artística neoyorquina de la década de 1970. Experimentó una amplia gama de medios como la performance, el arte conceptual, el arte procesual y el Land Art. Sus investigaciones lo convirtieron en uno de los artistas más innovadores e influyentes de su generación.

 

Uno de los trabajos más destacados del artista son los denominados Building Cuts (edificios seccionados). Matta-Clark realizaba grandes cortes a edificios y construcciones abandonadas y trasladaba las partes removidas a espacios interiores como museos y galerías, poniendo de manifiesto la construcción, la estructura y el orden que ocupaban en su situación original.

 

Day’s End, 1975 (El final del día) registra un corte monumental realizado en un almacén abandonado en un muelle de Nueva York. La acción se realizó en 1975 durante dos meses con la ayuda de tres asistentes. Estas performances arquitectónicas reflejan los entonces nuevos entornos urbanos, las nuevas propuesta arquitectónicas y las distintas miradas sobre la ciudad. Fue pionero del trabajo grupal, sin autorías, sin obras, simplemente enfocándose en la documentación y el registro como testigo de la acción.

 

Las películas y las fotografías son los únicos registros que se conservan de sus efímeros proyectos. En diálogo con la obra precedente de Monica Bonvicini, inaugura el recorrido de la sala dos dedicada al cuerpo y la ciudad. De esta manera, el artista norteamericano sintetiza en el film la acción del cuerpo en el trabajo urbano.

 

Sebastián Díaz Morales (Argentina, 1975) Pasajes III, 2013 Producido en colaboración con Ruang Rupa, 15th Jakarta Biennale Cortesía del artista y la galería carlier | gebauer, Berlín

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Sebastián Díaz Morales es un artista argentino radicado en Bélgica. Se destaca por sus obras en video, muchas de carácter documental, y también por la realización de instalaciones.

 

Paisaje III, es un retrato de las calles congestionadas y del tráfico de la ciudad de Yakarta, Indonesia. “Los atascos diarios no se van a aliviar en un futuro próximo. De hecho, según la mayoría de las estimaciones oficiales, es probable que empeoren. (...) Los vehículos ocupan cada centímetro de espacio disponible en carreteras y autopistas, dejando la ciudad como un escenario de fantasía distópica”*. Este video, retrata estas complejas estadísticas.

 

La obra muestra el deambular de una persona en la gran ciudad donde no hay lugar ni reglas, en la que según el artista el automóvil y las autopistas son la imagen icónica y decadente del siglo XX. El camino que realiza el protagonista por las calles superpobladas se vuelve un sin sentido, un recorrido hacia ningún lugar.

 

En palabras de los curadores: “El cuerpo en movimiento también está en el video de Díaz Morales: se escuchan sólo los pasos del personaje en la ciudad y no el estruendo de los autos, motos, del paisaje urbano que aparece en las imágenes y podemos pensar en la polución auditiva de la gran ciudad”.

 

*Jam Jakarta, The Economist, Indonesia, 4 de febrero de 2010

 

Shilpa Gupta (India, 1976) In Our Times, 2008/2021 (En nuestros tiempos) FRAC Franche-Comté

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Shilpa Gupta es una artista nacida en Mumbai, India. Desde sus inicios recupera en su trabajo artístico los aspectos conflictivos de su contexto social que incluyen principalmente cuestiones de género, clase y diferencias religiosas, planteando una crítica a las estructuras represivas del estado.

 

La instalación In Our Times (En nuestros tiempos) cuenta con dos micrófonos que, ubicados en los extremos de de un sostén, se balancean y reproducen una melodía que recita de manera errática los discursos presidenciales impartidos en 1947 durante la Declaración de la Independencia de la India y la Declaración de la Independencia de Pakistán sobre la India (proclamados por J. Nehru y Ali Jinnah).

 

El conflicto causó innumerables muertes durante este periodo. En este sentido, la obra pone en diálogo ambas posturas en una nueva melodía donde los discursos se entrecruzan y tejen. En palabras de los curadores “suenan al unísono: cada uno de los micrófonos reproduce estas voces y recupera las tragedias sucedidas después del momento de la declaración de la Independencia. Esa voz humana es trágica y anticipa las batallas que vinieron meses después”.

 

La presencia de Gupta en esta sala nos hace pensar en el cuerpo ausente. Es la voz que queda suspendida sin cuerpo, afianzando el discurso, el lenguaje, el habla y el escuchar. También una forma de estar presente.

 

Geta Bratescu (1926 - 2018, Rumania) Les Mains. Pentru ochi, mâna trupului meu îmi reconstituie portretul (The Hands. For the eye, the hand of my body reconstitutes my portrait), 1977 (Las manos. Para el ojo, la mano de mi cuerpo reconstituye mi retrato) Cortesía Legado of Geta Brătescu, Galería Ivan y Hauser & Wirth

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Geta Brătescu es una de las primeras representantes del arte conceptual en Rumania. Su obra comprende dibujo, collage, textiles, fotografía, cine experimental y performance. En su carrera de siete décadas, ha publicado varios libros que documentan sus actividades diarias en su estudio y experiencias personales relacionadas al arte y sus viajes. Brătescu pasó gran parte de su vida laboral en Bucarest bajo el régimen comunista y desarrolló una práctica vinculada a su historia personal y preocupada por temas de identidad, género y procesos de desmaterialización, tomando el cuerpo como un elemento clave.

 

En el video Les Mains. Pentru ochi, mâna trupului meu îmi reconstituie portretul, 1977 (Las manos. Para el ojo, la mano de mi cuerpo reconstituye mi retrato), las propias manos de la artista son las protagonistas. A través de una sucesión cinematográfica de sugerentes movimientos gestuales; las manos están viendo, seleccionando, jugando con objetos pequeños y luego dibujando su perfil lineal en la mesa. Un modo alternativo de reconstruir el retrato de la artista, así como el entorno de su estudio; la coreografía provocativa y repetitiva del movimiento de las manos y la expresividad de su forma connotan un proceso de identificación. El diálogo entre las manos ofrece una dinámica constante entre lo que se muestra —los objetos, el estudio y el entorno del artista— y lo que el espectador no ve —el rostro de la artista—*.

 

La obra dialoga con los videos de Lotty Rosenfeld y Joan Jonas, dos mujeres que participaron muy activamente en la videoperformance que se desarrolla en la década de 1970. Denominada videoperformance dado que es el uso del propio cuerpo documentado en el film, estas artistas muestran sus voces en temas de género, reclamando derechos esenciales para las mujeres.

 

*Fragmentos extraídos de Alina Serban: “Rethinking Privacy. On Theatricality and Self-Representation in the Work of Geta Brătescu” (Repensando la privacidad. Sobre la teatralidad y la autorrepresentación en la obra de Geta Brătescu) p.217 .

 

Joan Jonas (Estados Unidos, 1936) Wind, 1968 (Viento) Electronic Arts Intermix (EAI)

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Joan Jonas es una artista visual estadounidense, pionera en la performance y en el vídeo, y su trabajo abarca habitualmente distintos medios. Considerada una de las figuras centrales de la vanguardia neoyorquina de finales de los sesenta y principios de los setenta, contribuyó al desarrollo de distintos géneros entonces emergentes principalmente, la performance, el videoarte y el arte conceptual. En palabras de los curadores: “Desde lo curatorial priorizamos obras donde están presentes los cuerpos de los artistas en escena. Elegimos uno de los primeros videos de Joan Jonas, en el que un grupo de personas luchan contra el viento en una playa desierta, desencadenando un baile”.

 

El escenario escogido por la artista para grabar Wind (Viento) es la playa nevada de Long Island, allí una serie de figuras que realizan movimientos enigmáticos luchan contra el viento. En esta pieza, parejas cubiertas con máscaras caminan espalda contra espalda mientras otras se ponen y quitan los abrigos. Grabado con tomas largas, en blanco y negro y sin sonido, deja que sea el viento quien dicte los movimientos de los intérpretes, que se mueven entre la coreografía, la ceremonia y la improvisación.

 

Con un lenguaje muy cercano al minimalismo, figura clave de la performance evoca así los inicios del cine, en el sentido de captar instantes de acción, sin el foco argumental o ficcional.

 

Lotty Rosenfeld (Chile, 1943 - 2020) Una milla de cruces sobre el pavimento, 1979 Cortesía Malba | Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires

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Lotty Rosenfeld es una artista chilena que hasta fines de los setenta su práctica artística estaba principalmente vinculada a la técnica del grabado. Debido a las circunstancias políticas de la dictadura cívico-militar, tras el golpe de 1973, Rosenfeld se replanteó su rol como artista y comenzó a ligar su práctica al espacio público y a desarrollar un trabajo vinculado a las intervenciones, al arte de acción y la performance. Fue miembro fundador del Colectivo Acciones de Arte (CADA), grupo interdisciplinario gestor de diversas intervenciones durante la dictadura chilena.

 

Una de sus intervenciones más emblemáticas es Una milla de cruces sobre el pavimento, 1979. Durante la dictadura de Pinochet, intervino los alrededores del Palacio de La Moneda con cruces blancas sobre la calle. En palabras de los curadores: “En 1979, ella transformó en cruces —pegando una cinta de forma transversal sobre el pavimento— a las señales urbanas que ordenan el tránsito, como una manera de interrogar a la autoridad, de enfrentar a la dictadura militar chilena vigente entonces”. En esta acción aparece el cuerpo de la artista como denuncia política. La acción, se desarrolló en el lapso de cuatro horas y cubrió de cruces una extensión aproximada de una milla de pavimento, en una zona urbana de Santiago de Chile. Una voz silenciosa que se alza para denunciar las muertes y desapariciones forzadas en este período. Con algunas variantes, ha realizado esa misma acción, a lo largo de 40 años en diferentes lugares del mundo, trazando/marcando lugares de poder político o económico, en los alrededores de la Casa Blanca en Washington, en el Muro de Berlín y en la Plaza de la Revolución en La Habana, entre otras "arquitecturas" del poder real y simbólico.

 

En palabras de la artista: “En noviembre de 1979, la exterioridad social y su devenir que demarcan nuestras rutinas, pasó a ser el soporte material de mis intervenciones creativas. Para ello, utilicé como modelo analógico primordial un signo de tránsito —las líneas blancas que dividen las pistas de circulación vehicular— las cuales modifiqué materialmente, generando como resultado un signo otro: el signo +. Este signo lo produje mediante el entrecruzamiento de dos líneas, la primera impuesta por un código de reglamentación social y la segunda propuesta por el arte a modo de interrogación crítica, que altera un tramo de la circulación cotidiana llamando la atención sobre la relación entre sistemas comunicativos, técnicas de reproducción del orden social y uniformización de sujetos dóciles”.

 

Clément Cogitore (Francia, 1983) Les Indes Galantes, 2017 (Las Indias galantes) FRAC Auvergne

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Clément Cogitore es un artista y cineasta francés que trabaja en distintos formatos audiovisuales; entre ellos, películas, videos, instalaciones y fotografías. El repertorio de temas recuperados por el artista es muy amplio; desde problemáticas vinculadas al mundo actual hasta esquemas arcaicos que conviven en la contemporaneidad, todo desde una mirada particular que lo caracteriza.

 

La ópera-ballet de Jean-Philippe Rameau Les Indes Galantes (Las Indias galantes)

es, en su propia narración, la historia de una conquista amorosa en el contexto de una batalla entre indios y tropas franco-españolas que se desarrolla en un bosque americano. Renueva temas ancestrales como el encuentro entre distintas culturas y cuerpos que simultáneamente se enfrentan, miden, rozan y se seducen entre sí dentro de un círculo profano.

 

La reversión de esta obra original del siglo XVII se vuelve actual en la mirada que ofrece Cogitore cuando evidencia la diversidad de grupos que tienen que convivir en la actualidad. Para ello, el artista y coreógrafo recupera las danzas urbanas con los elencos de ballets de la Ópera de París y de la Bastilla. El krump es un baile que surge en los barrios marginales a principios de la década de 1970. Es un baile catártico, una salida para la ira y la agresión que hoy se convierte en un símbolo de libertad. El artista contrapone este estilo de baile con la música barroca de Jean-Philippe Rameau con el objetivo de representar la batalla existente en la cultura urbana actual.

 

La presencia de la obra en esta sala da cuenta de la diversidad de culturas que pueblan las ciudades. Los conflictos, las creencias, y la diversidad cultural están presentes en este video donde un grupo de hombres y mujeres se enfrentan en un diálogo que oscila entre lo amoroso y lo violento.

 

Joel-Peter Witkin (Estados Unidos, 1939) Cortesía galería Baudoin Lebon

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Joel-Peter Witkin es un fotógrafo norteamericano que ha dedicado su trabajo a evidenciar aquello que es expulsado de los cánones estéticos de nuestra sociedad: la muerte, los cadáveres, así como también personas mutiladas o con deformaciones físicas. Su justificación es simple: “Me gusta trabajar con personas únicas”. En ellas retoma con gran intensidad temas que tienen que ver con el sexo, el dolor y la muerte, utilizando referencias a la Historia del Arte.

 

Participa en la exhibición con una selección de doce fotografías que reflejan el espíritu provocador y extraño que lo caracteriza. Desde la mirada curatorial: “En su trabajo realiza muchas interpretaciones tanto de pinturas clásicas como modernas. Reprodujo a Velázquez, Picasso, Dalí, a través de escenografías montadas en el espacio real. No utiliza Photoshop ni ningún otro recurso digital (...) pone a menudo el énfasis en la representación del cuerpo muerto, el cuerpo mutilado, transformado. A través de esas series, se puede ver con mayor profundidad su inmensa obra, propia de un fotógrafo bastante particular: “quiero que mis fotografías sean tan poderosas como la última imagen que una persona ve o recuerda antes de la muerte”, dice el artista respecto a sus imágenes.

 

Su obra recorre temas de la mitología, motivos clásicos de la pintura o géneros con siglos de tradición como la vanitas, vertiente del bodegón dedicada a advertir sobre la fugacidad de la vida y la insignificancia de los esfuerzos humanos. Casi todas las vanitas de la historia del arte incluyen una calavera que simboliza a la muerte en estado de acecho.

SALA 3
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Desde la mirada curatorial se concibió este espacio como un momento de quietud, de calma en la exhibición. El predominio del blanco se asocia al silencio, e interpela a los sentidos, haciendo alusión al aire, a las vibraciones y al agua. Está estructurada como una analogía entre lo sonoro y lo visual, entre los tonos de los colores y los de la música.


En Ventilador, obra del artista mexicano Gabriel Orozco, la permanencia del movimiento y del ritmo se oponen a la vulnerabilidad del material elegido y por agitación del aire se hace simplemente visible, desde una mirada experimental y lúdica. Con este simple gesto se activa la percepción visual, como un movimiento espiralado sin fin, asemejando una danza hipnótica.

 

También la música está presente en la obra de Cartsten Nicolai, un artista que trabaja intensamente en el área de transición entre la música, el arte y la ciencia.

Su instalación Wellenwanne (Canal de olas), está concebida como modelo o sistema de prueba. La bandeja plana está llena de agua y se encuentra apoyada sobre cuatro altavoces que transmiten las composiciones sonoras a través de vibraciones sobre la superficie del agua, generando imágenes de los sonidos que se pueden apreciar en los registros fotográficos.

 

En oposición a lo inmaterial, Vincent Lamouroux, habita el espacio con cubos blancos que se desprenden del contexto. Un territorio ficticio que invita a explorar y experimentar. La tridimensionalidad de estas figuras geométricas, dialogan con los espacios reales, pero bidimensionales de las pinturas de Victor Florido. Despliega en estos interiores la acumulación de objetos de su archivo documental que tienen que ver con la memoria y el espacio arquitectónico como contenedor de la experiencia y los recuerdos.

 

En relación con los lugares familiares y reconocibles, el video Dimanche (Domingo) de Denis Savary, muestra la cotidianeidad de un lago helado invadido por turistas.

También en Blink (Destello) de Jennifer Douzenel, está presente el agua como elemento de paso hacia lo natural, resulta algo hipnótico, es como si fuera un cuadro, una sola imagen. Es un fragmento de naturaleza que fascina, invita a que se amplifique esta ilusión, en su imagen tiene algo poético y surrealista. Ambos videos trabajan con la cámara fija: Douzenel muestra la naturaleza y Savary presenta un marco donde sucede el paso de los hombres, que entran y salen de la cámara.

Gabriel Orozco (México, 1962) Ventilator, 1997/2021 (Ventilador) FRAC Occitanie Montpellier

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El artista mexicano Gabriel Orozco es internacionalmente reconocido por sus renovaciones dentro del arte conceptual. Su trabajo explora técnicas que incorporan objetos comunes y cotidianos. Los materiales que retoma le permiten al público explorar asociaciones creativas entre objetos frecuentemente ignorados, apropiándose de realidades, en apariencia insignificantes.

 

Orozco comenta: “Lo importante no es lo que la gente ve en una galería o en un museo. Creo que el arte regenera la percepción de la realidad, la enriquece y la transforma”.

 

Durante una exposición en Bélgica en 1997, Orozco ideó Ventilator (Ventilador), una obra compuesta por dos ventiladores con rollos de papel higiénico en las aspas que giran, formando en su movimiento líneas espiraladas. Este simple gesto lo asocia a Duchamp y a los artistas que utilizan objetos cotidianos para la realización de su arte.

 

Opera con intervenciones mínimas, sin imponerse, reciclando y transformando las cosas para abrirse a otros espacios, a otras temporalidades. Su proceso creativo lo resume de esta manera: “ La palabra arte es un verbo, como correr, navegar, mirar, respirar, comer. La palabra hacer se define por la acción. En esa acción se descubren las posibilidades del arte, no en el objeto fijo, acabado, resuelto, sino en lo que sucedió infinitamente antes. Ese objeto final debe ser la calma del gesto contenido, de los gestos anteriores que llevaron a su realización.”

 

Carsten Nicolai (Alemania 1965) Wellenwanne, 2001-03 (Canal de olas) FRAC Champagne-Ardenne

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Carsten Nicolai es un artista y músico alemán que forma parte de una generación de creadores, trabaja intensamente en la interrelación entre la música, el arte y la ciencia.

 

Para sus producciones musicales utiliza el seudónimo de Alva Noto, lleva sus experimentos sonoros al campo de la música electrónica creando su propio código de signos, acústica y símbolos visuales. En su trabajo busca superar la separación de las percepciones sensoriales haciendo que los fenómenos científicos como las frecuencias de luz y sonido sean perceptibles tanto para los ojos como para los oídos.

 

Su instalación Wellenwanne (Canal de olas), está concebida como modelo o disposición de prueba. La bandeja plana está llena de agua y apoyada sobre cuatro parlantes que transmiten composiciones sonoras a través de vibraciones sobre la superficie del agua. El artista registra fotográficamente estas variaciones complementando la percepción de la obra en la pared.

 

Se pueden observar en la superficie de la bandeja imágenes que cambian al ritmo de la vibración del sonido. Pareciera que las frecuencias de sonido son una forma de energía capaz de modular partículas y generar imágenes visuales. Su búsqueda se orienta a la investigación de estrategias que le permitan visualizar el sonido, logrando una estética minimalista que por su elegancia y consistencia, resultan interesantes para el espectador.

 

Víctor Florido (Argentina, 1976) Habitación nº2, 2013 Pasillo, 2017-2018 Mesa de trabajo, 2018

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La pintura está presente en la Colección FRAC con la presencia de tres obras del artista argentino Victor Florido. Estas pinturas forman parte de la Serie interiores, que el artista viene realizando hace varios años. Su iconografía proviene de un archivo fotográfico familiar del cual selecciona minuciosamente imágenes para luego combinarlas con fragmentos de libros y revistas de tiendas de segunda mano. Le interesa crear un registro que sea documental y ficcional al mismo tiempo. El tema de estas pinturas es la representación y la memoria personal, individual como suma o acumulación de contenidos que se despliegan en un espacio arquitectónico. Los temas de este trabajo tienen que ver con la memoria, la acumulación y la reconstrucción. En palabras del artista: “Me interesa representar la interioridad, utilizo generalmente el espacio del interior arquitectónico como metáfora y como representación de la memoria en tanto acumulación de capas de sentido. Las imágenes utilizadas para componer la obra son una combinación de fotos de acervo personal con imágenes de libros y revistas de tienda de segunda mano”.

La selección de óleos en esta sala dialoga con los planos constructivos de Vincent Lamouroux creando una asociación entre la bidimensión y la tridimensión generando espacios interiores.

 

Vincent Lamouroux (Francia, 1974) AR.07, 2008/2021 IAC Villeurbanne / Rhône-Alpes

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La trayectoria de Vincent Lamouroux concentra su interés en la arquitectura y en la instalación. Su enfoque artístico modifica el espacio reinventando las prácticas arquitectónicas y escultóricas, involucrando al espectador en una experiencia presencial.

 

AR.07, 2008, está vinculada con una serie de obras que produjo anteriormente titulada Cubes (Cubos), en las que trabaja con estructuras geométricas básicas.

Esta instalación se compone de una pila de cubos blancos de diferentes dimensiones que se van entrelazando entre sí, en las que cada pieza se inserta dentro de la otra. Estas estructuras emergen o se funden en el contexto creando espacios que asemejan paisajes, cuadros tridimensionales, escenas de cine donde la vivencia es una transición hacia nuevas realidades físicas y sensoriales.

 

Desde la mirada curatorial: “La tridimensionalidad de las figuras geométricas de Lamouroux invita a que ese sea el gesto de toda la sala. Al introducirnos dentro del blanco del ruido y de la luz, nos sentimos ingresando en otra dimensión. Es un cambio de estado, el estado del blanco. A partir de ese silencio, que en verdad es una suerte de rumor parejo casi imperceptible, pueden comenzarse a visualizar contornos y figuras que aparecen.”

 

Esta cristalización de geometrías transforma la obra de Vincent Lamouroux en un territorio ficticio para explorar.

 

Denis Savary (Suiza, 1981) Dimanche, 2016 (Domingo) Video, 7'39'' FRAC Alsace

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Denis Savary es un artista suizo que trabaja en diversas disciplinas como el dibujo, videos, instalaciones, escenografías y puestas en escena. En esta muestra se presenta Dimanche (Domingo), una película intencionalmente borrosa, en la que un lago helado es invadido por una avalancha de visitantes.

 

En línea con la estética videográfica del artista, Dimanche consta de una toma fija en altura que documenta el paseo de una comunidad durante el domingo. En las imágenes se ven las actividades y acciones de diversos grupos, perros, niños jugando, en un día de descanso. La imagen remite no solo a pinturas históricas en las que se retrataban personas en los parques en momentos de ocio, sino también nos remite a nuestros propios domingos, a pensar o identificarnos con esos personajes que contemplamos.

 

Según los curadores : “El paisaje del video de Denis Savary, con personas patinando y deslizándose por un escenario natural helado, blanco y silencioso, se adelanta a los elementos que, artificialmente, remiten a aspectos de la naturaleza de la siguiente sala. Es un video clásico sin sonido y con un punto de vista fijo. Por supuesto, trae a la memoria obras de la Historia del Arte.”

 

Jennifer Douzenel Blink, 2017 (Destello) Colección FRAC Champagne-Ardenne

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Jennifer Douzenel es una artista contemporánea francesa que desde sus inicios ha mantenido una estrecha conexión con la historia de la pintura. Blink (Destello) es una ventana abierta al mundo, tal como un pintor se vincula con la superficie del caballete, la artista elige cuidadosamente el encuadre, el punto de vista, grabando el video en una sola toma y sin interrupciones.

 

En relación a la obra, filmada en Australia, comenta la artista: “Suelo grabar momentos de la realidad reducidos en el marco de un solo plano fijo. La imagen detenida ya contiene casi todo. Soy una "cazadora de milagros". Rastreo efímeros momentos de gracia donde la realidad se transfigura. Silenciosos, mis vídeos llaman a la contemplación de lo inútil. Son casi nada, una atención, una espera de vida que aspira a dilucidar la complejidad del mundo”.

 

Desde la mirada curatorial: “Está presente el agua como elemento de paso hacia lo natural, es algo hipnótico, es como si fuera un cuadro, una sola imagen. Es un fragmento de naturaleza que fascina, invita a que se amplifique esta ilusión, tiene algo poético y surrealista.”

 

Arno Rafael Minkkinen Beach Pond, Connecticut, 1974/2021 FRAC Champagne-Ardenne

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El fotógrafo finalndés Arno Rafael Minkkinen ha generado un concepto fotográfico concreto, lo que hace fácilmente identificable su trabajo por más aislado que se encuentre. Imágenes que buscan expresar la belleza de la naturaleza y del cuerpo humano en perfecta relación. En sus palabras: “La motivación en sí proviene del propio proceso. Rara vez estoy detrás del visor en el momento de la exposición y por lo tanto yo nunca tuve la oportunidad de ver lo que tengo hasta que procese la película. Mantenerme libre y limpio de cualquier manipulación, trabajando como siempre lo he hecho de la única exposición negativa, significa que el procesamiento se convierte en un acontecimiento extraordinario en mi cuarto oscuro”.

 

Las fotografías, tomadas con 42 años de distancia, son autorretratos de las manos y los pies del artista (1974 y 2016 respectivamente): “Yo sería el tema principal de las imágenes para no poner a nadie más que a mí mismo en peligro. Y finalmente, para conservar mi firma en el trabajo y no convertirlo en un proceso colaborativo, el único ojo con acceso a la imagen en el momento de la exposición sería el visor de mi cámara.”

 

SALA 4
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La búsqueda de una respuesta a las problemáticas ambientales está presente en esta sala a la que los curadores denominaron “paisaje reinterpretado”.


En la pintura mural de Pauline Fondevila se representa al Riachuelo en color negro, simbolo de su polución. Pequeños barcos de juguete tienen escrito en sus velas frases tomadas de canciones populares que ella interpreta junto a su grupo de música. En estas frases, a la manera de poesías, la música se vuelve presente pero no ya por el sonido sino por sus palabras, por lo que enuncian. Una construcción que apela a lo surreal con la presencia de veleros que vuelan y peces que cantan. La artista comenta: “Donde la oscuridad está habitada por fantasmas de pinturas de puerto y reminiscencias abstractas, donde las identidades son múltiples, los corazones rotos, pero las lunas muchas y de colores”. Pauline es una artista francesa radicada en nuestro país, su trabajo comprende diversas disciplinas: performance, muralismo y música.

 

Frente a ella se despliega un inesperado escenario, un bosque que, construido con mangueras a escala natural, sorprende por representar árboles mutilados. El conjunto de tocones encarna los restos de un bosque deforestado. El artista, Laurent Perbos, elige la manguera para construir estas piezas convirtiendo a este material en una paradoja conceptual: el mismo elemento que transporta el agua, alimento esencial para la perpetuación de la naturaleza, se encuentra vacío. El artista nos señala un mundo devastado sin agua y sin árboles. El agua se vuelve recurrente en la exhibición, en este caso, por su ausencia.

 

Las piletas sonoras de Céleste Boursier-Mougenot crean un espacio de reflexión, contemplación e introspección. Las vasijas de porcelana, dispuestas dentro de las piscinas, chocan entre sí aleatoriamente gracias al movimiento interno del agua y producen un paisaje sonoro de percusión inesperado. Los sonidos resonantes de campanas son el resultado de la interacción de los elementos que integran la obra. Boursier-Mougenot encontró en el arte de la instalación un vehículo para lograr un espacio atmosférico, con múltiples miradores para los visitantes y sin principio ni fin de la composición, a diferencia del concierto tradicional. Las dos piletas albergan vasijas de diversas formas y tamaños para generar una musicalidad diversa.

 

Para concluir el recorrido, encontramos en esta sala un conjunto de diez fotografías monocromas del artista Patxi Bergé formando un monumento. Enriquecen con un nuevo punto de vista nuestra mirada sobre nuestro hábitat: los colores de los distintos cielos despejados capturados en distintos puntos geográficos conforman una pieza escultórica en la se que presentan las múltiples y variadas gamas del color azul cielo.

Pauline Fondevila (Francia, 1972) 13 lunas en el Riachuelo, 2021 Cortesía de la artista

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Pauline Fondevila es una artista francesa que vive y trabaja en Rosario desde el año 2007. Todos sus proyectos involucran el dibujo de una forma u otra.

 

Los dibujos de Pauline se basan en un sistema de libres asociaciones y de encuentros. En algunos casos más o menos azarosos, entre elementos sacados de registros diferentes, de imaginarios diversos, de choques entre recuerdos, raramente fieles, algunas veces inventados, siempre re-versionados. En su obra resuenan ecos de las obras de los demás que trata de orquestar y dar a ver en una misma composición dibujada.

 

Los lugares donde despliega sus murales son casi siempre el disparador de una ficción que va desarrollando según una lógica emotiva propia. Compone este mural a partir de la idea de paisaje nocturno, tomando en cuenta su contexto geográfico, sin ninguna pretensión de describir una realidad pero sí quizás la de captar algo del imaginario que rodea este lugar. 13 lunas en el Riachuelo es un momento surrealista imaginado como una sonata melancólica pero con ritmo sostenido. Vuelan los veleros y galopan las anclas, la oscuridad está habitada por una infinidad de fantasmas, por restos de naufragios y de historias de amor. El río contiene la promesa de un viaje cósmico, breve y largo, como un cigarrillo fumado a solas, o acompañado, contemplando los colores de todas las lunas que pintó para el público que visita.

Céleste Boursier-Mougenot (Francia, 1961) Sin título. Series IV-1,2,3, 2000/2021 FRAC Lorraine

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Céleste Boursier-Mougenot es un compositor y artista visual francés que cuenta con una amplia formación musical. En su proceso creativo, podemos decir que se inspira y continúa la tradición estilística desarrollada por John Cage.

 

En sus obras se refleja el interés del artista por las creaciones musicales aleatorias, recurso que le permite conseguir nuevas variables a la hora de concebir las melodías.

 

Las piscinas contienen vajilla de porcelana de diferentes tamaños donde el agua es agitada por bombas que provocan el movimiento de estos elementos que chocan entre sí provocando variaciones de sonido. La interacción de estos cuencos producen un paisaje sonoro de percusión y de musicalidad inesperada. Boursier-Mougenot incorpora la piscina, una construcción de exteriores, al interior de un espacio artístico para crear lo que él describe como "una especie de sueño".

 

En palabras del artista “Los cuencos se mueven mediante una fuerza invisible y la presencia de agua es fascinante. Hay una conexión totalmente natural entre los objetos. Me siento atraído espontáneamente por este tipo de estado entre la incertidumbre y la acción de flotar”.

 

Encontró en el arte de la instalación un vehículo para lograr un espacio atmosférico, con múltiples miradores para los visitantes. A diferencia de una composición tradicional,no hallamos ni un principio ni un fin.. De esta manera, utiliza como estrategia compositiva la indeterminación y el uso de instrumentos poco ortodoxos. Ha experimentado y refinado los componentes de esta serie de instalaciones a lo largo del tiempo: la forma y el tamaño de las piscinas, la temperatura, la velocidad de la agua, el tipo, e incluso el tamaño y la cantidad de vasijas flotantes que se desprenden de una corriente diametral dirigida al centro.

Patxi Bergé (Francia, 1988) Bleus du ciel (Berlin, Buenos Aires, Dhërmi, lstanbul, Kos, New York, Saint Jean de Luz, San Pedro de Atacama, Ulcinj, Uyuni), 2017-2020 [Azules del cielo (Berlín, Buenos Aires, Dhërmi, Estambul, Kos, Nueva York, San Juan de Luz, San Pedro de Atacama, Ulcinj, Uyuni)] Cortesía del artista

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Patxi Bergé es un artista contemporáneo francés que en su práctica artística recurre a fotografías, objetos, pinturas y otros medios que le permitan expresar su mirada sobre las cosas. Juega con distintas representaciones planteando dudas e interrogantes sobre los temas que intenta redefinir.

Bleus du ciel (Azules del cielo) es una serie fotográfica iniciada en 2015, que surge de fotografiar distintos cielos totalmente despejados en las múltiples ciudades que el artista tuvo oportunidad de visitar. Esta serie, que acumula hasta el momento unas 60 fotografías monocromas, adquiere una nueva dimensión en la era del confinamiento global. ¿Qué es una frontera? ¿Qué es una ciudad, un país? ¿Qué significa viajar? ¿Ir a alguna parte? ¿Estar en algún lugar? Estas preguntas, cuya resonancia es muy fuerte en estos días, se materializan en una intención que es, por el contrario, muy ligera: simplemente mirar al cielo, la nariz en alto, lo que podría verse como uno de los actos de libertad más pequeños. El hecho de permitirse contemplar un solo color, un azul libre de cualquier restricción, de cualquier circunstancia; pero que, por su extrema ligereza, nos devuelve inmediatamente al suelo. ¿Qué compartimos? Ciertamente, el azul del cielo. ¿Qué es diferente? Inevitablemente, el azul del cielo.

 

Estas imágenes monocromas producidas como fotografías e impresas en papel fotográfico, encuentran una resolución más parecida a la de una escultura. El papel, recién salido de la imprenta, apenas se desenrolla, por lo que conserva cierta sujeción. La espacialidad que adquiere este conjunto de imágenes retoma en cierto modo la ambigüedad que existe al momento de mirar el cielo: una imagen y al mismo tiempo un espacio inconmensurable.

 

Laurent Perbos (Francia, 1971) Souches, 2009/2021 (Tocones) FRAC Provence-Alpes-Côte d'Azur

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El trabajo de Laurent Perbos gira en torno a un trabajo minucioso en la forma y en el material, ambos componentes se tratan como un fin en sí mismo,- Sus obras son parte de la tradición del ensamblaje y en ellas opera una curiosa mezcla entre lo real con los objetos cotidianos seleccionados y lo maravilloso.Podemos encontrar incluso referencias al mito, a la fábula ya lo ficcional.

En sus instalaciones convive una armonía de proporciones y una preocupación por las cualidades plásticas intrínsecas a los materiales que utiliza, todo acentuado por una serie de colores llamativos. Utiliza el objeto como elemento básico de composición, acción heredada del ready-made, reutiliza un objeto fabricado, en este caso las mangueras de jardín. En otros casos, recurre a elementos como cuerdas elásticas y pelotas de tenis imponiendo una nueva lectura, y reinterpretando el paisaje. Desde una mirada nostálgica, se muestra un paisaje devastado, un bosque destruido, del cual solo quedan sus restos.

 

Desde la propuesta curatorial: “Perbos plantea aquí una naturaleza arrasada, quizás demasiado estetizada. Aparecen árboles talados; hay un solo árbol en pie. Es una naturaleza devastada, hecha con materiales que destruyen lo natural. Encontramos elementos cotidianos que se transforman en obras a través de un gesto. La presencia de obras hechas con materiales comunes, cotidianos, es algo que se repite a lo largo de toda la muestra”.

 

Sus producciones se descubren más como una historia que como una imagen. Un mundo en el que las cosas han sufrido una metamorfosis, tanto formal como filosófica, creando obras ambivalentes, tanto en el plano mental como visual.

Christian Marclay (Estados Unidos, 1955) Telephones, 1995 (Teléfonos) FRAC-Artothèque Nouvelle-Aquitaine

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Christian Marclay es un artista visual y compositor que explora los patrones del lenguaje: conecta el sonido, la fotografía, el video y el cine utilizando discos de vinilo para sus performances y así produce loops continuos.

 

En Telephones (Teléfonos), el arte sonoro se convierte en la matriz del proceso creativo discutiendo las relaciones convencionales existentes entre imagen y sonido. Basada en el ready-made —en tanto que el material de partida es metraje fílmico preexistente— y el remix como medio narrativo, se está creando un producto creativo nuevo a partir de la combinación y manipulación de otros existentes. Aún así, el interés de esta pieza no reside tanto en estos dos aspectos, sino en destacar otras características que la hacen trascender la categoría de videoarte convencional para convertirse en algo que pasaremos a denominar pieza sonora con imágenes.

 

Una secuencia de films que capturan escenas de personajes reconocidos tomando el teléfono, conversando y despidiéndose. Son editadas de manera dinámica resaltando diferentes variedades de teléfonos, todos diseñados antes de la era de los teléfonos inteligentes en la que vivimos hoy. Es importante destacar que en el momento de su lanzamiento, la tecnología estaba llegando a su punto máximo, por lo que los teléfonos se convirtieron en una pieza revolucionaria que a menudo se celebra hoy por su papel pionero en la historia del videoarte.

 

Maurizio Cattelan - Philippe Parreno La Dolce Utopia, 1996 (La dulce utopía) Cortesía de los artistas

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La Dolce Utopia (La dulce utopía) fue originalmente el título de un proyecto nacido de la colaboración de Maurizio Cattelan y Philippe Parreno para la exposición Traffic presentada en el Capc de Bordeaux en 1996.


La Dolce Utopía se refiere inevitablemente a la Dolce Vita italiana (Dulzura de la vida), así como a la mítica película de Federico Fellini de 1960. Hay una idea de un espacio de convivencia, como una utopía “doméstica” al alcance de todos. También juega con el simbolismo de las imágenes y la asociación de objetos: un globo en el aire, un candelabro iluminado. Una puesta en escena bastante poética, que remite a una situación de ensueño y que por supuesto, transforma el lugar de exposición.

Elina Brotherus (Finlandia, 1972) The Black Bay Sequence, 2010 (La secuencia de la bahía negra) FRAC Provence-Alpes-Côte d'Azur

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Elina Brotherus es una artista finlandesa que combina la fotografía y el videoarte basándose principalmente en los géneros del autorretrato y el paisaje. Utiliza sus experiencias personales como inspiración para sus obras, que tienen además, un fuerte carácter performativo. Como se ve en este film, The Black Bay Sequence (La secuencia de la bahía negra), realiza un estudio con la cámara ubicada en una posición ventajosa, desde el encuadre del agua y del cielo, con el horizonte como telón de fondo constante. La artista camina desnuda en las aguas heladas de un lago ártico. Sus movimientos son tranquilos y decididos mientras se adentra en el vasto paisaje de cielo y agua, dividido por la delgada línea oscura del horizonte.

 

Al igual que sucede con su obra fotográfica, para el espectador resulta más como mirar una pintura que una película: una visión cuidadosamente construida de un paisaje sublime, en lugar de una grabación. La acción es simple, en este corto viaje una y otra vez, aunque sí sus movimientos son repetitivos, hay diferencias sutiles de un plano a otro. Debido al encuadre consistente de la imagen, notamos cómo el clima impacta en la escena. A veces el agua es tranquila, la superficie plana y reflectante como un espejo, mientras que en otros puntos es turbulenta y se vuelve desagradable y salvaje.

 

Aunque filmada durante muchos días y en diversas condiciones climáticas, la posición de la cámara es fija y mientras Brotherus camina o nada en la misma línea una y otra vez. Sus repetidas inmersiones en el lago parecen mantener el tiempo en un bucle que no se puede detener.

 

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SALLE 1

La tension, l’équilibre et le rythme de la pulsation sont autant de prémisses que l’on trouve dans cette salle. Les artistes sélectionnés récupèrent des objets industriels, notamment relevant du domaine de la construction, pour élaborer des univers de sens divers et nouveaux.

Roue 2005/2021, l’œuvre de l’artiste français Vincent Ganivet, est une construction solide autoporteuse qui reprend les arcs en plein cintre employés dans l’Antiquité. À l’aide des cales, la roue trouve son propre équilibre sans faire appel à d’autres éléments, suscitant chez le spectateur une admiration face à l’harmonie atteinte entre équilibre et tension. L’artiste dit à ce propos : « J’utilise le bloc en béton tel un Lego, un jeu de construction qui se tient uni comme par magie. Je bâtis des formes rondes et instables. Je fais quelque chose de délicat avec une matière première très pauvre. Je ne crois pas avoir inventé grand-chose : je me sers des techniques très anciennes pour les tester, les apprendre. J’ai recours à des matériaux ordinaires, mais sous une autre optique ». La citation et la récupération historique est également un hommage à l’invention de la roue par rapport à ce qu’elle a signifié et signifie toujours pour la construction de la civilisation, pour les migrations, pour le mouvement culturel.

En dialogue, des tables en face à face, fragmentées, dont chacune tient un tonneau par un simple fil de fer. Roman Signer, l’un des principaux artistes conceptuels suisses rassemble dans ses travaux des objets du quotidien, renforçant leurs potentiels usages et contraintes. Cette œuvre pleine d’humour juxtapose l’ordre et le chaos, le stable et l’instable, tout en proposant au spectateur de traverser un espace en tension.

Quant à la vidéo de Monica Bonvicini, elle introduit le son dans la salle par le biais du battement et du coup de marteau sur un mur blanc. Le commissaire de l’exposition signale : « Ainsi que la roue marque le commencement de la construction du monde tel qu’on le connaît, la pulsation est le socle sur lequel se construit la musique. Cette répétition constante du martèlement contre le mur apparaît telle une pulsation qui insiste à transformer le temps et l’espace. » Bonvicini, artiste féministe politiquement engagée, propose d’abattre les murs, les limites, les frontières. La main qui martèle appartient à une femme, celle qui cherche à briser les contraintes imposées pour retrouver sa place et sa voix.

Les commissaires considèrent qu’il « existe une certaine tension dans cette salle, aussi bien dans la construction que dans l’instabilité apparente de la roue de Ganivet et des bidons bancals de Signer. Cet équilibre précaire des installations dialogue avec la vidéo de Bonvicini, qui montre une tentative de démolition. En somme, la tension est présente aussi bien dans la construction que dans la destruction représentée dans les trois œuvres, lesquelles suscitent des espaces aussi vides que déroutants. »

Ces trois pièces forment un univers historique et politique. L’œuvre de Ganivet rend hommage à l’architecture dès lors qu’il reprend la construction ancienne et artisanale. La vidéo de Bonvicini tente par ailleurs d’abattre les murs ; elle rappelle peut-être la chute du mur de Berlin, ou bien les murs qui entravent à présent les migrations. Signer, lui, ajoute avec son travail l’image de cet équilibre instable dans lequel se trouve le monde actuel.


SALLE 2

Dans cette salle, le corps est l’un des fils conducteurs reliant les œuvres regroupées à partir de différents regards, ressources, supports et époques artistiques. Tantôt, c’est le corps de l’artiste qui devient le protagoniste ; tantôt l’image montre un corps fragmenté, ou bien simplement son absence ou son évocation.

En dialogue avec les concepts de construction et de destruction, le travail de Gordon Matta-Clark nourrit un regard singulier en scrutant d’une manière critique les structures de l’environnement bâti. Dans son registre, le corps acquiert effectivement une force et une présence lors de la démolition d’un édifice sur lequel l’artiste dresse son autoportrait et le documente.

Sur la vidéo de Sebastian Diaz Morales paraît le corps en mouvement. On n’entend que les pas du personnage dans la ville, pas le vacarme des voitures et des motos qui caractérise le paysage urbain chargé de pollution acoustique.

Quant aux micros de Shilpa Gupta, ils renvoient au corps à travers la voix humaine. On entend en effet les discours d’indépendance de l’Inde et du Pakistan, qui résonnent à l’unisson créant une nouvelle mélodie. Chacun des micros reproduit ces voix et récupère les tragédies survenues après ce moment historique. La fonctionnalité des micros, ici utilisés en tant que haut-parleurs, est inversée, et le récit anticipe les batailles qui ont eu lieu quelques mois après.

Selon les commissaires, chez Clément Cogitore : « (...) c’est la danse qui surgit. Par le biais des Indes galantes, nous sommes dans une analogie directe avec La Suite en tant que mouvement musical. La voix humaine se dévoile aussi comme une partie du corps : le corps dansant, le corps souffrant, le corps absent. »

En phase avec les citations et les liens avec l’histoire de l’art, dans le choix des photographies de Joel-Peter Witkin émerge un regard singulier sur le corps humain. Une série d’œuvres qui placent au cœur de la scène ceux qui sont refoulés ou marginalisés par les canons esthétiques de notre société. L’artiste travaille avec des « personnes uniques », et nous propose sous son regard des sujets tels la mort, la pourriture, et même des cadavres et des gens mutilés ou subissant des malformations physiques.

Dans la vidéo-performance des années 1970, le corps est abordé par trois représentantes extraordinaires : Joan Jonas, Geta Brătescu et Lotty Rosenfeld. Dans le film Wind (Vent), la plage enneigée de Long Island est le scénario choisi par Joan Jonas pour filmer un groupe de silhouettes esquissant des mouvements pour lutter contre le vent, formant ainsi une danse à partir du conflit de l’homme avec la nature. En contrepartie, la vidéo de l’artiste roumaine Geta Brătescu se déroule dans un espace intérieur, son studio, et voilà que ses mains sont les seules protagonistes. Celles-ci choisissent différents objets, se dessinent elles-mêmes, puis font des mouvements sur une table. Autant d’actions qui suscitent un dialogue avec la dynamique constante créée par ce qui est montré ou ce que le spectateur n’aperçoit pas : le visage de l’artiste. Dans le cas de Lotty Rosenfeld, le corps véhicule une dénonciation politique. Cette action menée par l’artiste chilienne pendant la dictature de Pinochet s’est accomplie en un laps de quatre heures. Rosenfeld a collé des croix sur la chaussée sur une étendue d’un mille environ, dans une zone urbaine de Santiago de Chili. Une voix silencieuse qui s’élève pour dénoncer les morts et les disparitions forcées perpétrées à l’époque.

Ce jeu entre le corps présent et le corps absent dialogue avec l’œuvre de Séverine Hubard, où les gradins vides reflètent en grande partie ce qui arrive aujourd’hui dans le monde. Ces cagettes disposées sous forme de tribune représentent une structure dont la finalité est d’accueillir des gens. À présent vidée de sens, c’est une tribune libre sans but. Dans cette installation, l’artiste rend compte de l’actualité, de la manière dont ces espaces étaient conçus pour être habités mais deviennent actuellement inaccessibles.

Au cœur de la salle, se trouve l’œuvre de Michel Blazy, conçue d’après les commissaires comme une place dont le centre est occupé par une espèce de fontaine entourée des cagettes qui servent de gradins. Ce travail acquiert différentes formes et témoigne des processus de changement que subit le matériau qui le compose. Une sorte de sculpture organique où le corps même de l’œuvre est en transformation permanente, comme une métaphore de la vie.


SALLE 3

Le projet curatorial a conçu cet espace comme un moment de quiétude, de calme dans l’exposition. La prédominance du blanc est associée au silence et interpelle les sens, faisant allusion à l’air, aux vibrations et à l’eau. La salle est aussi structurée en tant qu’analogie entre le sonore et le visuel, entre les tonalités des couleurs et celles de la musique.

Dans Ventilator (Ventilateur), œuvre de l’artiste mexicain Gabriel Orozco, la permanence du mouvement et du rythme s’opposent à la vulnérabilité du matériau choisi. La perception visuelle est activée d’un simple geste, à partir d’un mouvement en spirale sans fin qui nous renvoie à une danse hypnotique. Un travail qui dévoile le regard expérimental et ludique de l’artiste.

La musique est également présente dans la pièce de Carsten Nicolai, un artiste qui travaille intensément dans le domaine de la transition de la musique à l’art ou à la science. Son installation Wellenwanne (Canal aux vagues) est conçue tel un modèle ou un système d’essai. Elle comporte un bac plat rempli d’eau, posé sur quatre haut-parleurs qui transmettent les compositions sonores faites à partir des vibrations sur la surface de l’eau, tout en produisant des images qui peuvent ensuite être appréciées sur les registres photographiques.

En contraste avec l’immatériel, Vincent Lamouroux remplit l’espace avec des cubes qui se détachent du contexte. Un territoire fictif qui invite à explorer et à expérimenter. La tridimensionnalité de ces figures géométriques dialogue avec les espaces réels mais bidimensionnels des peintures de Victor Florido. L’artiste déploie dans ces volumes un amas d’objets issus de son archive documentaire, liés à la mémoire et à l’espace architectural en tant que conteneur de l’expérience et des souvenirs.

En rapport avec les lieux familiers et reconnaissables, la vidéo Dimanche de Denis Savary montre le quotidien d’un lac gelé envahit par les touristes. Dans Blink (Éclat), de Jennifer Douzenel, l’eau est également présente en tant qu’élément de passage vers le naturel. Il en résulte quelque chose d’hypnotique, comme s’il était question d’un tableau, d’une seule image.
Un fragment de nature qui fascine, qui invite cette illusion à s’amplifier, doté d’une nuance poétique et surréaliste. Ces deux vidéos utilisent une caméra fixe : Douzenel montre la nature ; Savary présente une image où se déroule le passage des hommes qui entrent et sortent du cadre.



SALLE 4

Cette salle nommée par les commissaires « paysage revisité » témoigne de la recherche d’une réponse aux problématiques environnementales.

Dans la peinture murale de Pauline Fondevila, le Riachuelo est représenté en noir, symbole de la pollution. De petits bateaux jouet affichent sur leurs voiles des phrases empruntées aux chansons populaires que l’artiste interprète avec son groupe de musique. À la manière de poésies, la musique dans ces phrases devient présente non pas par le son mais par les paroles, par l’énoncé. Une construction qui fait appel au surréel, avec des voiliers qui s’envolent et des poissons qui chantent. L’artiste précise : « Là où l’obscurité est habitée par les fantômes des peintures portuaires et par des réminiscences abstraites, là où les identités sont multiples, les cœurs brisés, mais les lunes nombreuses et en couleurs ». Pauline Fondevila est une artiste française installée en Argentine, son travail embrasse différentes disciplines dont la performance, le muralisme et la musique.

Face à elle, se déploie une scène improbable : une forêt construite avec des tuyaux d’arrosage grandeur nature, qui surprend car elle représente des arbres mutilés. Cet ensemble de souches incarne ce qui reste d’un bois ravagé. Laurent Perbos choisit le tuyau d’arrosage pour construire ces pièces, le transformant en un paradoxe conceptuel : ce même élément qui transporte l’eau, aliment essentiel à la perpétuation de la nature, se retrouve vide. L’artiste pointe vers un monde dévasté, sans eau, sans arbres. L’eau devient récurrente dans l’exposition, ici par son absence.

Les bassins sonores de Céleste Boursier-Mougenot créent un espace de réflexion, de contemplation et d’introspection. Les bols en porcelaine, disposés dans les bassins, s’entrechoquent de façon aléatoire grâce au mouvement interne de l’eau, tout en produisant un paysage de percussion inattendu. La sonorité des cloches résulte en effet de l’interaction des éléments qui composent l’œuvre. Boursier-Mougenot a trouvé dans l’art de l’installation un dispositif à même d’aménager un espace atmosphérique, avec de multiples miradors pour les visiteurs, dont la composition n’a ni début ni fin, à la différence d’un concert traditionnel. Ses deux bassins contiennent des récipients aux formes et aux tailles différentes, dans le but de susciter une musicalité diverse.

Pour clore le parcours, nous trouvons dans cette salle un ensemble de dix photographies monochromes de l’artiste Patxi Bergé. Cette série qui compose un monument enrichit d’un nouveau point de vue notre regard sur notre habitat : les couleurs de ces ciels dégagés saisis depuis différents points géographiques forment une pièce sculpturale qui reflète les multiples gammes du bleu ciel