Enrique Jeik. Desatar la catástrofe / PROA21

8 septiembre - 28 de Octubre 2018

Artista: Enrique Jezik

Organizada en colaboración con Fundación Osde

Auspiciantes: Tenaris – Organización Techint

Desde el sábado 8 de septiembre en el primer piso de PROA21 se puede ver la obra “DESATAR LA CATÁSTROFE” del reconocido artista argentino Enrique Jezik.

“Traigamos la catástrofe” es una instalación de gran tamaño compuesta por varias chapas de metal oxidadas que fue concebida y producida para la exposición En defensa propia. Enrique Jezik en Espacio de Arte de la Fundación OSDE. Esta obra remite en su mensaje al discurso pronunciado por el economista y sociólogo Frédéric Lordon en la acampada de la Place de la République en el 2016 y a la vez se despliegan en Proa21 como un largo poema espacial que denota la violencia originaria en la articulación propia del lenguaje. Pedazos de metal apilados que funcionan como un alfabeto disperso que en cualquier minuto ante la acción de quien lo requiera pueden transformarse en un arma hechiza. Así también la muestra hace referencia desde ese lugar revolucionario y transgresor a las vanguardias históricas del arte con una versión en chapas de metal del famoso cuadrado negro, circulo y cruz del artista ruso Kazemir Malevich anteriormente expuesto en Fundación Proa en el 2016.

Enrique Jezik ha enfocado su trabajo desde hace años en al análisis de la violencia desde diversos ángulos y con estrategias distintas. Reflexiona sobre el poder, la violencia urbana y la guerra, el uso de las armas y la vigilancia. En Proa21 este trabajo de Jezik se hace visible desde distintas ópticas en obras que contienen el carácter destructivo como reflejo de los procesos violentos que caracterizan nuestra época.

La exhibición inaugurada el 8 de septiembre del 2018, cuenta con el auspicio de Tenaris - Organización Techint.

En defensa propia. Enrique Jeik 
por María Teresa Constantín

La doctrina jurídica ha discutido siempre acerca de los usos, la validez y los límites de la legítima defensa. En la construcción de su sistema de creencias pareciera que el cuándo y cómo un contraataque debe ser eximido o sancionado es materia opinable, maleable, acomodaticia a las necesidades epocales.

En defensa propia presenta un conjunto de trabajos de Enrique Jeik en los que el instinto de conservación, en los límites de aquella doctrina, emerge como un sustrato que justifica un amplísimo arco de espantos contemporáneos que se asientan justamente en la custodia de supuestos derechos propios o ajenos.

Así, en 1996, Jeik realizaba una obra (no exhibida aquí) titulada de la misma manera. En aquel objeto, entre la pureza minimal de una caja de cristal sobre patas de metal pulido y la brutalidad de un alambrado protector que rodeaba la parte superior de la caja, el artista refería a diversos universos concentracionarios. El sentido se intensificaba con los huesos humanos que el cubo transparente contenía en su interior. Con gravedad irónica, el título aludía allí a los regímenes que en nombre de la defensa de los valores occidentales y cristianos cometían las peores aberraciones contra los ciudadanos que debían proteger. Escogido como título para esta exposición, el enunciado —como señala el artista— me pareció apropiado al carácter de ese conjunto de trabajos y vi esa expresión como adecuada para aludir a todo o casi todo mi trabajo. De alguna manera, hablar de los temas que trato es una forma de autodefensa frente a una realidad muy dura, e incluso si lo pienso en un sentido más colectivo o social del cual soy producto y parte, también me parece que hay una necesidad de defenderse/defendernos de tanta situación dañina que se nos echa encima¹.

Los trabajos exhibidos fueron producidos a lo largo de casi 20 años de trabajo, entre 2001 y 2018, durante los cuales el artista ha estado fuera de la Argentina. Una extensa trayectoria exploratoria que va del cuerpo del escultor de sus inicios en el arte —producción que subyace en sus trabajos y que suele retomar regularmente en diferentes objetos artísticos—al cuerpo propio del artista, un cuerpo performer que se involucra–como intérprete o director— en las acciones retenidas en los video se instalaciones. Como señaló el curador Cuauhtémoc Medina para una exposición de 2011 … son parte de un diagrama más amplio que de hecho fluye, y refluye, sin un orden cronológico estricto, como parte de un complejo ciclo de trabajos que giran en torno a modalidades del empleo y visibilidad de la fuerza y su instrumental como signos y factores de la historia contemporánea².

De tal modo, nos interesa pensar las obras expuestas no como unidades expositivas aisladas sino como un espacio, el de la sala de arte, ocupado por el conflicto. Un territorio donde prácticas performáticas, videos, instalaciones, fotografías y sonido son atravesados por un fleje que conduce la disputa entre territorios de poder, dominación, violencia, resistencia y destrucción. Así, la brutalidad del gesto resuena en la institución en los sonidos que se prolongan en la sala. Persistentes,repetidos incansablemente, ejercen ellos también un acto de violencia. Institución y público son sometidos a una acción intangible pero no por ello menos inocente³.

De la misma manera, una balacera en un país cualquiera, la exacerbación del derrame de tripas y sangre, los golpes a la carne como acto de dolor interminable, los primeros planos y la monumentalización de la imagen o la palabra —en tanto oráculo o como estrategia de guerra— obstruyendo el deambular libre son discursos poderosos, ellos también, para ser arrojados al espectador.

Si los cuerpos muertos son ya fáciles de ignorar, la obra de Jeik, su cúmulo de vísceras y cuerpos perforados señala y obliga a enfrentar la repugnancia de los desechos de la muerte.


¹ Tomado de una conversación por correo electrónico.

² Cuauhtémoc Medina, “La fiesta interminable”, en Obstruir, destruir, ocultar. Enrique Jeik, México, UNAM/MUAC, 2011.

³ Suzanne Cusik, musicóloga de la New York University, ha investigado la violencia acústica en las guerras contemporáneas. En sus casos —Irlanda del Norte, EEUU, entre otros—analiza cómo la repetición y la música en alto volumen son tortura psicológica pero también efecto físico, y fueron utilizados no sólo en prisioneros sino también en el entrenamiento delas tropas para desarrollar su resistencia.

--------------------------------------------------------------------------------------------

La obra “Traigamos la catástrofe" fue concebida y producida para la exposición En defensa propia. Enrique Jezik en Espacio de Arte de la Fundación OSDE, donde estuvo exhibida entre los días 17 de mayo y 21 de julio de 2018, y se presenta en la sala de planta alta de PROA21 durante los meses de septiembre y octubre de 2018.