PRESENTACIÓN
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Curador: Daniel Moquay, Yves Klein Archives
Patrocina: Embajada de Francia en Argentina
Auspicia: Tenaris – Organización Techint
18 marzo - 31 julio 2017
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Conjuntamente con los Archivos Yves Klein, la Embajada de Francia en la Argentina y Tenaris,  Proa presenta la primera retrospectiva de Yves Klein en nuestro país.

La exhibición cuenta con más de 70 obras y alrededor de 100 documentos, incluyendo las producciones más emblemáticas del artista francés, uno de los mayores exponentes del arte contemporáneo del siglo XX y creador de un nuevo color en la historia del arte: el International Klein Blue (IKB). De trayectoria audaz e infinita, Klein es muy reconocido por las nuevas generaciones, quienes rescatan tanto sus gestos performáticos como sus notables escritos y la audacia en sus obras.

La muestra reúne sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus célebres cuadros de azul ultramarino saturado; las pinturas de fuego; las Cosmogonías de lluvia y viento; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro –resultado del trabajo de varios años combinando práctica pictórica, espiritualidad, la fuerza de la naturaleza y la exploración de un camino hacia lo absoluto. 

Klein es también uno de los precursores del happening con la realización de sus Antropometrías en público, el Salto al Vacío, la iluminación del Obelisco de la plaza Concorde, entre otros proyectos que integran la exposición a partir de documentos, registros, escritos y una exhaustiva presentación de material de los Archivos del artista.

A través de sus obras, Klein cambió el foco perceptual desde el objeto material hacia una "sensibilidad inmaterial", desafiando las nociones preexistentes sobre el arte e inyectándolas de un nuevo sentido de espiritualidad a través del color puro: "Con el color alcanzo un sentimiento de plena identificación con el espacio y estoy completamente liberado (...) Busco, por sobre todas las cosas, alcanzar en mis creaciones esa "transparencia", ese "vacío" inmensurable en donde reside el permanente y absoluto espíritu liberado de todas las dimensiones"  (Yves Klein)

El grado en que Yves Klein empujó su experimentación con ideas y materiales es impactante para un tiempo en que las prácticas conceptuales no eran tan comunes. Sus trabajos con modelos vivos intentan registrar las energías cósmicas del cuerpo, rociando con pinturas los contornos de las modelos. Estas Antropometrías reflexionan sobre el tiempo y la presencia física en un plano material.

Esta primera gran retrospectiva de Yves Klein en América latina nos muestra a un artista provocador e innovador, que constantemente hacía borrosas las fronteras entre el arte y la vida, entre la pintura y la performance, entre los objetos y las ideas. Repensando su propia época desde una perspectiva espiritual y estética, actuó como bisagra con las generaciones venideras, permitiendo la irrupción de otros movimientos como el arte conceptual, el minimalismo y el pop. Su objetivo revolucionario consistía en repensar radicalmente el mundo en términos tanto estéticos como espirituales.

La muestra de Yves Klein se acompaña de un intenso programa de extensión cultural que se desarrollará durante la exhibición. Incluye charlas y seminarios y un programa educativo especialmente diseñado para comprender la relevancia del artista francés y para disfrutar en familia los aspectos más interesantes de la muestra. Junto con la exhibición se publicará un catálogo ilustrado que incluye imágenes a todo color de los  principales trabajos de Klein y una extensa documentación sobre su trabajo pensada para estudiantes y especialistas. 

Sumado a esto, los programas educativos paralelos ProaTv y ProaRadio y la Audioguía online para acercarse más en profundidad a las obras desde cualquier dispositivo móvil. Proa ofrece, en su conjunto, la posibilidad de apreciar desde distintas perspectivas el trabajo de uno de los artistas más innovadores de la escena artística del siglo XX.

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Yves Klein, Retrospectiva
Archivos Yves Klein, París
Fundación Proa, Buenos Aires

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Organización
Archivos Yves Klein, París
Fundación Proa, Buenos Aires

Colabora
Embajada de Francia en Argentina

Coordinación - Producción
Charlotte Ménard - Mabel Tapia François Roulin - Philippe Siauve Cintia Mezza - Cecilia Jaime

Investigación
Archivos Yves Klein, París
Ana Schwartzman - PROA

Diseño de imagen y gráfica
SPIN, Londres - Guillermo Goldschmidt

Montaje
Pablo Zaefferer

Registro y Conservación
Soledad Oliva
Teresa Gowland
Pia Villaronga
 

Departamento de Prensa
Josefina Insausti 
Víctor López Zumelzu 
Juan Pablo Correa

Educación
Paulina Guarnieri - Rosario García Martínez - Camila Villarruel

Educadores
Juan Carlos Urrutia - Noemí Aira - Cora Papic

Auspicia
Tecpetrol - Ternium - Tenaris Organización Techint

ENTREVISTA DANIEL MOQUAY
Por Adriana Rosenberg

La riqueza de episodios y anécdotas con las que Daniel relata su relación con Klein merece esta pequeña entrevista donde su palabra pueda tomar ese espacio.

AR: ¿Cómo es tu encuentro con la obra de Yves Klein?

DM: Mi encuentro con la obra de Yves ha sido en 1968. Es el momento en que conozco a Rotraut, su viuda, quien estaba organizando una retrospectiva en Dinamarca, en el Museo Louisiana, donde por primera vez se exponía un conjunto de obras. Fue una exposición fenomenal, el museo también es magnífico. Allí también me encontré con otras personas que conocían bien la obra de Yves Klein como el galerista Iolas, uno de los mejores galeristas del mundo del arte en ese momento.

Al volver, Rotraut me mostró unas cajas de cartón llenas de papeles, literatura y de páginas escritas por Yves que nadie había leído. Allí estaban todos sus escritos. Desde el fallecimiento de Yves, Rotraut no había tenido oportunidad de ver todo el material que él había dejado. Pasé varios meses, leyendo esos escritos, en la misma habitación donde Yves realizó su obra. Viví meses tratando de clasificar todo. Había muchas páginas que parecían decir lo mismo una y otra vez pero en realidad no decían exactamente lo mismo. Yves escribía y re-escribía sus textos. Me encontré, por ejemplo, con ocho páginas que parecían la misma ¡pero que no lo eran! El material que Yves dejó es inmenso. Durante 4 o 5 meses leí y estudié todo lo que fui encontrando; y así entré en la parte más íntima de Yves Klein... y me fascinó. Yo era un novicio y estaba descubriendo un universo increíble; me enamoré de ese universo y de la personalidad de Yves que me parecía extremadamente interesante.

Este material conforma el actual Archivo Yves Klein... ¿Cuándo y cómo surgió? ¿Y cuáles son sus objetivos futuros?

El archivo Yves Klein se estableció hace más o menos 25 años. Antes estuvimos organizando muestras e incluso, produjimos algunos libros, pero no teníamos la posibilidad de tener una estructura como la que representa hoy el archivo. Al principio, yo trabajaba solo. Luego tuvimos una colaboradora, pero todo se hacía de manera muy artesanal. Desde ese entonces hasta hoy, la celebridad de la obra de Yves ha cambiado mucho, también el mercado del arte. He organizado más de 50 exposiciones en el mundo entero. Estuvimos en la XX° Bienal de San Pablo, Brasil, en 1989, realizamos exposiciones en casi todos los países de Europa, por supuesto, muchísimas en Alemania, en Japón, en fin... Ahora estamos preparando la gira en América latina, pero luego iremos al norte de Europa, e incluso a Rusia. En este momento estamos planeando una exposición Yves Klein - Gunther Uecker - Lee Ufan que irá a 5 o 6 museos de Asia donde hay un gran interés por el arte de post-guerra. También colaboramos mucho con museos; de hecho, constato que cada vez hay más personas e instituciones que se interesan por la obra de Yves Klein quien ha sido seguramente uno de los pioneros del arte contemporáneo de la segunda mitad del siglo XX. El caso es que hoy en día, los archivos están trabajando intensamente. Somos un equipo de siete personas dedicados a la obra de Yves, como sabemos, el mundo se ha vuelto más pequeño y comienza a ser difícil responder a todas las demandas.

El objetivo ineludible es el de añadir al catálogo razonado lo que hemos descubierto en más de 50 años de ejercicio e investigación. A la fecha, el único catálogo razonado existente — publicado en 1969— no está actualizado. Nuestro deber es hacer público todo la que sabemos sobre la obra de Yves.

¿Y la colección de obras de Klein?
La colección de obra de Klein está constituida por las obras que quedaron en manos de Rotraut en el momento de su repentina muerte. Yves siempre había dicho que todo lo que él hacía pertenecía a Rotraut. Lo que ella tiene hoy es un fondo histórico, que ha ayudado a desarrollar gracias a su labor para que se reconozca como una de las mayores expresiones artísticas de la segunda mitad del siglo XX, y que se considere una obra mayor.

¿En qué radica a tu parecer la actualidad de su obra?

Es interesante comprender que los mejores defensores de la obra de Yves Klein son los propios artistas. Son sus primeros admiradores y aquellos que reconocen perfectamente el alcance de su obra. Yves es un gran creador que, en muy pocos años, ha dejado una producción que no se agota ni se repite, una obra que seguimos descubriendo aún hoy. Actualmente comienza a revelarse cómo su trabajo ha cambiado la forma de pensar el arte. Es difícil darse cuenta, como era la escena de los años 1950s, luego del final de la Segunda Guerra Mundial. Estoy convencido que gracias a su obra hay más espiritualidad y más libertad en el mundo.

Comenzamos a diseñar esta exhibición hace varios años y para Proa es un orgullo poder inaugurar "Yves Klein. Retrospectiva". Acordamos la necesidad de presentar todo el conjunto de obras, como fue la selección para su gira sudamericana.

La exposición que se inaugura actualmente en PROA —y que irá a México y a Brasil— recorre prácticamente toda la producción de Klein. Toma como punto de partida la doble exposición “Pinturas monocromas”, que Yves realizó en 1957 en las galerías de Iris Clert y Colette Allendy. El recorrido por las diversos núcleos hasta sus últimas obras permitirá conocer estas nuevas perspectivas y formas de ver el mundo, y dejar constancia de cómo artistas como Lucio Fontana e Yves han sido capaces de confrontar la escena artística de los años 60, que está monopolizada por los artistas americanos. También creemos que cumpliremos con la demanda de una generación de artistas que han oído hablar del trabajo de Yves pero no conocen su obra.

Recorramos juntos algunos puntos de su trabajo presente hoy en Proa...

Pienso que Yves Klein se planteó desde el comienzo una mirada muy amplia de lo que era una obra. Durante toda su vida, utilizó todos los instrumentos, todas las cosas que le habían servido para hacer obra, pensándolos como obra en sí mismo; ya sea el pincel, el rodillo o el plato donde mezclaba los colores. Él consideraba absolutamente todos los instrumentos que había utilizado como una obra en sí. Tanto sus escritos como, incluso todo lo que tocaba estaban dotados de un valor máximo para Yves. Era una persona muy atenta a todo su alrededor. Para él, el entorno que posibilitaba la obra era factible de ser obra. En el periódico Dimanche [Domingo, 1960], por ejemplo, todos los artículos fueron escritos por él y cada uno era considerado, también, como obra de arte al mismo nivel que un monocromo.

En un comienzo, Yves pintaba a partir de modelo, dentro de la tradición académica de la pintura. Él pintaba monocromos azules por lo que las modelos se extrañaban de ver cómo hacía un mundo de color, pero no hallaban absolutamente nada que representaba la persona o el cuerpo. Yves solía decir: para crear yo necesito un ambiente. Un día pensó que era necesario hacer más explícita la participación de las modelos en la obra. En vez de dejarla como una especie de objeto ella empieza a ser protagonista.

Es así que la modelo pasa de ser representada dentro de una tela a dejar su propia huella en ella. La idea surgió de una de sus modelos. Frente al monocromo propuso “¿no sería mejor si hacemos nosotras el cuadro? ¿Por qué no participamos directamente?” Así es como Yves empezó a hacer huellas. Las primeras fueron estáticas y luego incursionó en el movimiento. Era la unión de la sensibilidad del cuerpo y de la emoción de las modelos y el artista. Sería interesante que se pudieran leer las entrevistas con las modelos. Era un mundo ajeno en las que ellas se sentían bien. Él se dio cuenta que había que mostrar cómo se hacían estas cosas. Yves siempre pensó las Antropometrías como obra colectiva. Esa obra colectiva rememoraba otros tiempos, un tiempo lejano. En ese momento Yves resucita, o, mejor dicho, crea un lazo con el arte parietal treinta mil años después.

¿Cómo llega a realizar las obras de fuego?

El fuego... Siempre he pensado que Yves Klein era una suerte de Prometeo que ha dado a la humanidad otra forma de mirar al fuego, conocimiento que ha cambiado la forma de ser y de pensar. Otra vez quiso registrar todo esto. Hizo un film donde se ve todo lo que hizo e intentó convencer al público que las obras de fuego eran la huella de la personalidad del ser humano. Yves Klein era una persona muy espiritual y los cuadros de fuego tienen este mensaje. La unión de los modelos y el fuego son obras excepcionales.

También incursiona en la música, en la Sinfonía-monótonasilencio, un silencio prolongado es gran parte de la obra y la vamos a presentar en Proa. Qué nos puede decir sobre ese silencio, que algunos postulan anterior a John Cage.
¡No es una competición! La última representación se realizó hace unos meses en San Francisco y fue verdaderamente fantástica. El director que estuvo a cargo fue el mismo que trabajó con John Cage. Todo lo que estamos haciendo, ya sea firmado por John Cage o por Yves Klein, se llama música.

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YVES KLEIN EN PROA
Por Adriana Rosenberg

A finales de 1988, Pierre Restany hizo su último viaje a la Argentina y en la comida donde se despidió de Jorge Romero Brest, juntos recordaron a los artistas que admiraban. Fue el último acto de una larga relación en el que repasaron las infinitas exposiciones y momentos que habían compartido. Yves Klein era admirado por ambos, pero cada uno tenía sus preferencias: Romero Brest consideraba que la invención del color Blue le garantizaba a Klein un lugar privilegiado en la historia del arte del Siglo XX, mientras que Restany rescataba la inmaterialidad, el vacío, y las performances del artista. Una admiración genuina y compartida que les permitía demorar el adiós.

La participación directa de Restany en algunas muestras de Yves Klein y su contacto personal con el artista quedaron plasmados en su libro La otra cara del arte. Fueron Romero Brest y aquella publicación de Restany quienes me mostraron la importancia de los “nuevos realistas”, del diálogo entre París y New York, y de la obra de Klein. Hoy, casi tres décadas después de aquella despedida, y tras muchos años de pensar junto a Daniel Maquay la posibilidad de presentar la obra de Klein en Argentina y hacerla itinerar por Sudamérica, Fundación Proa inaugura con enorme ilusión y pasión esta gran retrospectiva de uno de los artistas más sobresalientes del pasado siglo, cuya influencia sigue siendo enorme en las prácticas artísticas contemporáneas.

La obra de Klein exige una gran puesta, y es así que a través de setenta y seis obras y más de cien documentos, el visitante podrá recorrer la sucinta pero excepcional producción de Klein: la invención del color, los albores de la performance, la “antropometrías”, los monocromos, el dimanche con su salto al vacío, su bosque de esponjas, videos, y el enorme enigma que siempre se presenta cuando estamos frente a la obra de arte.

En uno de los textos contenidos en el catálogo y que actualizan la importancia de Klein, Denys Riout escribe: “Después de haber inmaterializado el azul, después de haber superado la problemática del arte, ¿se puede ir más lejos? Sin duda no, pero ir a otra parte, sí, con seguridad. Y eso es precisamente lo que hizo Klein. Paralelamente al eje monocromía/ sensibilidad pictórica inmaterial, no deja jamás de explorar otros caminos, conquistar dominios hasta ahora desconocidos e inventar territorios posibles”. Por su parte, para Klaus Ottmann, la importancia de Klein puede resumirse con una única afirmación: “haber reimaginado el rol del arte en la sociedad del modo más radical, un modo que no se queda corto en honrar su promesa utópica, aun si eso significara el fin del arte mismo”.

Este volumen también reúne una serie de textos históricos y las repercusiones que tuvo en la prensa y en el sistema del arte cada una de las exhibiciones de Klein. Y son sus escritos, publicados aquí en español, los que apoyan su visión trascendente del arte y muestran la multiplicidad no solo de su voraz personalidad, sino de su energía para trascender. Una exhaustiva cronología sobre su vida, un apartado especial en las que se reproducen la totalidad de las obras exhibidas, cierran este catálogo con las cariñosas y profundas palabras de Routreau Klein Moquay, quien fuera esposa del artista.

La exhibición Yves Klein en Fundación Proa llega acompañada de un extenso programa de actividades: un concierto donde se interpretará la Sinfonía Monótona, un coloquio internacional, un desfile de los jóvenes estudiantes de la carrera de Diseño de Indumentaria de la Universidad de Buenos Aires inspirado en la obra del Klein, y una serie de performances dedicadas al artista.

En uno de los textos contenidos en este volumen y que actualizan la importancia de Klein, Denys Riout escribe: “Después de haber inmaterializado el azul, después de haber superado la problemática del arte, ¿se puede ir más lejos? Sin duda no, pero ir a otra parte, sí, con seguridad. Y eso es precisamente lo que hizo Klein. Paralelamente al eje monocromía/ sensibilidad pictórica inmaterial, no deja jamás de explorar otros caminos, conquistar dominios hasta ahora desconocidos e inventar territorios posibles”. Por su parte, para Klaus Ottmann, la importancia de Klein puede resumirse con una única afirmación: “haber reimaginado el rol del arte en la sociedad del modo más radical, un modo que no se queda corto en honrar su promesa utópica, aun si eso significara el fin del arte mismo”.

Este volumen también reúne una serie de textos históricos y las repercusiones que tuvo en la prensa y en el sistema del arte cada una de las exhibiciones de Klein. Y son sus escritos, publicados aquí en español, los que apoyan su visión trascendente del arte y muestran la multiplicidad no solo de su voraz personalidad, sino de su energía para trascender. Una exhaustiva cronología sobre su vida, un apartado especial en las que se reproducen la totalidad de las obras exhibidas, cierran este catálogo con las cariñosas y profundas palabras de Routreau Klein Moquay, quien fuera esposa del artista.

La exhibición Yves Klein en Fundación Proa llega acompañada de un extenso programa de actividades: un concierto donde se interpretará la Sinfonía Monótona, un coloquio internacional, un desfile de los jóvenes estudiantes de la carrera de Diseño de Indumentaria de la Universidad de Buenos Aires inspirado en la obra del Klein, y una serie de performances dedicadas al artista.

Todas estas acciones abren las puertas del conocimiento a la obra de uno de los más sólidos y polifacéticos artistas del siglo XX. Para lograrlo, fue necesario el aporte de muchas personas que admiran la obra de Klein. En principio, vaya mi agradecimiento a los Archivos Yves Klein, a Routreau por su generosidad en el préstamo de las obras, a Daniel Moquay por haber sabido transmitirnos su pasión por la obra y por su exigencia en que sea exhibida con la mayor calidad posible, y a todos los equipos de los Archivos Yves Klein y de Fundación Proa, que gracias a su trabajo conjunto han logrado esta muestra histórica en nuestro país. A todos ellos nuestro agradecimiento, y por supuesto y como siempre a la Organización Techint, cuya colaboración inclaudicable nos permitió una vez más llevar a término la compleja logística de esta exhibición. Y también un merecido y especial reconocimiento para la Embajada de Francia y el embajador francés en la Argentina, quien desde los primeros momentos estuvimos juntos para la concreción de esta maravillosa experiencia.

YVES / ROTRAUT UECKER KLEIN
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Yves

Fue en 1957 que vi por primera vez las obras de Yves. Estaba en Düsseldorf, dando un paseo, cuando descubro en las vitrinas de la galería Schmela uno de sus monocromos azules. Ese azul me aspiraba literalmente; me sumergí totalmente en ese color. Frente a su arte, tuve la sensación de estar como en casa. Ese cuadro despertó en mí una sensación muy fuerte, fue como si él predijera algo de mi futuro. Y así fue.

Conocí a Yves el año siguiente, en Niza, en la casa de su amigo Arman donde yo cuidaba a los hijos. Antes de encontrarlo me imaginaba que Yves era un señor mayor, una especie de sabio espiritual. En realidad, me encontré con un hombre joven, bello y encantador. Desde ese momento no nos separamos más. Nuestra vida de joven pareja se concertaba de manera muy orgánica con la creación artística. Me maravillaba trabajar con él, sin dejar de lado mi propia pintura. Necesitábamos la misma libertad, compartíamos la misma fascinación por la espiritualidad de la vida, la naturaleza y el cosmos. Los cuatro años que he compartido y vivido con él, los cincuenta años que he estado en contacto con su obra, el continuo asombro cotidiano de descubrir sus intenciones detrás de la obra, hicieron de mí una privilegiada, por ello siento que es mi deber dar testimonio ahora.

Nuestro departamento en el número 14 de la calle Campagne-Première fascinaba a todos nuestros amigos artistas. Vivíamos prácticamente en una sola habitación. Todo sucedía allí: creaciones, reuniones, cenas, debates, fiestas, pensamientos, escritura, esos treinta y cinco metros cuadrados fueron el verdadero laboratorio de la parte esencial de su trabajo. Es así que se inscribe el impulso creativo que siempre lo ha animado. Nuestra vida estaba dedicada al arte.

Yves trabajaba duro, al límite del agotamiento físico, siempre con ganas de avanzar, de ir más allá de sus obras, con radicalidad y, sobre todo, con pasión. Su aspiración final yacía en esa búsqueda constante de lo absoluto, lo invisible, la sensibilidad. El azul era para él el espacio cósmico donde soñó levitar libremente, física y espiritualmente.

Era organizado y metódico. Nunca dejaba nada al azar. Antes de pintar, protegía todo el suelo recubriéndolo con papel y cuando las obras estaban secas, las fijaba en la pared. A continuación, reunidos en contemplación frente al trabajo, ambos compartíamos la misma satisfacción de la obra realizada. Cuando el cuadro estaba terminado, sin tocarlo ni añadir ningún artificio, lo dejaba vivir su propia vida. Yves pensaba que la sensibilidad del momento era esencial, ella era la obra.

Por otro lado, Yves siempre daba la impresión de estar a la escucha del otro, tenía una actitud generosa y estimulante. Sereno, reflexivo, extremadamente comprensivo, tolerante e indulgente, era una persona respetuosa de todas las artes, las personas y las culturas, sobre todo de la vida que era para él la fuente del arte... y viceversa.

Él sabía transponer su carisma a sus cuadros. Abordaba sus pinturas, sus escritos, sus acciones sin restricciones, sin hacer compromisos, sin intelectualismo ni psicología. Algunas personas percibieron solo el exterior de su enfoque, su sentido de lo espectacular; no obstante él hacía de la sinceridad el elemento esencial de su obra. Él sabía bien cuál era el precio a pagar por la monocromía y en especial por el triunfo de lo inmaterial en el arte y asumió esta posición hasta el final.

Creo que, por muchos años aún, Yves y su trabajo serán un enigma a descubrir; las lecturas de su obra están lejos de haberse agotado. Esta exposición da a todos la oportunidad de experimentar una obra concebida en la pasión, al ritmo de una idea por minuto y construida en siete años de trabajo tenaz. Una obra que se impuso por su propia fuerza y ​​diversidad, que induce a la reflexión y a la meditación y que habla a cada uno del arte, de la creación y de sí mismo.

Verdaderas experiencias sensoriales, las obras de Yves Klein son atemporales, universales, más allá de dogmas y religiones. A través de ellas, el público va a descubrir el arte, que es la vida... “La vida que es el arte absoluto...”