Prensa Publicada

  • Título: Exposición Vitullo y su significado
    Autor: Ignacio Pirovano
    Fecha: 11/04/1997
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    El Museo Nacional de Arte Moderno de París es la Institución que consagra los valores estéticos internacionales.
    Su fallo es inapelable e indiscutible.
    La obra de Vitullo es una valor internacional de la escultura contemporánea, 25 años de Francia no hicieron más que afirmar su raigambre argentina. Enorme porcentaje de su obra está dedicado a enaltecer las realidades nuestras, Río de la Plata, Esfinge Pampeana, Via Crucis del Gaucho, Monumento a Martín Fierro, Piedra Tumbal a José Hernández, Nahuel Huapí, etc, así lo confirman.
    El único escultor extranjero que formaba parte de la antigua Asociación de Talladores de Piedra de Francia, que viene de la Edad Media.
    Vitullo era un tallador directo. Unía pues a su inspiración estética una técnica artesanal impecable y rarísima.
    Todo esto hace de él, aparte de los gustos personales, una figura argentina del primer plano.
    Hay que dividir, en estética, los valores nacionales de los va-lores internacionales. Vitullo representa un valor internacional.
    Así lo confirma el hecho de haber sido invitado a exponer en el Museo Nacional de Arte Moderno de París.
    Como valor internacional argentino, era lógico que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, en la Dirección de Asuntos Culturales, invitara a la embajada Argentina a que auspiciara, junto con ella, la muestra.
    Todas las exposiciones internacionales realizadas en ese Museo se hicieron siguiendo esa práctica protocolar.
    Es falso e inexacto que la Comisión Nacional de Cultura auspiciara esa Exposición. Vitullo murió en la más absoluta pobreza... 8 días su cadaver en la Morgue así lo confirma. Abandonado por la Argentina en todo momento, olvidando su humildísimo origen, su jerarquía artística y sus convicciones Peronistas, y sobre todo, haber estado encarcelado por las autoridades alemanas de ocupación como rehén argentino, en represalia de las personas internadas del Acorazado Graf Spee.
    Independiente del acierto o deshacierto de la obra en sí, que puede considerarse muy mala, la interpretación simbólica de Eva Peron como trasunto de expresión telúrica de América liberada por el Justicialismo en sus razas milenarias y autóc-tonas, por lo menos puede ser discutible en cuanto a rea-lización, pero justificable en cuando al sentido de la interpretación.
    Por último, la muerte de Vitullo, como elemental respeto hacia un artista, debía haber evitado la discusión prematura de su obra, consagrada por los críticos de arte más importantes del mundo.
    Raymond Ronze, una de las más altas autoridades del mundo, Director, por otra parte, del intercambio universitario o franco - argentino, consideró su obligación realizar el ho-menaje de la cultura y el arte de Francia a a la cultura y el arte argentino, escribiendo la oración fúnebre publicada en el rotograbado del diario "La Prensa".
    Este artículo provocó la acerba crítica en el artículo de fondo del diario "Democracia" del día 16 de Setiembre y el día 17, al día siguiente, noticias argentinas del exterior publicaban la recepción que en la Embajada Argentina en París se realizaba ese mismo día para condecorar al Profesor Ronze con la Orden de Mérito Nacional en vista de la activa labora de intercambio cultural y artístico que realizara dicho señor.
    El ataque y el premio no guardan relación en la orientación política e internacional argentina.



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  • Título: Sesostris Vitullo: del Abasto a París
    Autor: Adlo Galli
    Fecha: 09/04/1997
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    Por primera vez se exhiben en nuestro país esculturas de la colección de la Universidad Di Tella.
    La Fundación Proa (Pedro de Mendoza 1929) expone un valioso conjunto de esculturas de Sesostris Vitullo (Buenos Aires, 1899-París, 1953), uno de los más altos y originales exponentes de nuestro arte. Lamentablemente, su mérito merece más reconocimiento que la secreta fama que lo rodea.
    Es la primera vez que esas piezas pueden verse en el país, después de haber estado en Francia durante tantos años que cuesta creerlo. Allí, pese a haber llevado una vida de penurias derivadas de la pobreza, Vitullo tuvo un reconocimiento mayor poco antes de morir, por mediación de Ignacio Pirovano, entonces director del Museo de Arte Decorativo argentino. Este contó el hecho más o menos así. Estaban en el taller del escultor, donde había llevado a Georges Salles -director general de los museos franceses- y a Bernard Dorival, del Museo de Arte Moderno de París. Salles miró a Dorival, éste miró a Salles y, sin mediar palabra, le ofreció a Vitullo una retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de París.
    El promisorio final de la entrevista conmovió a Vitullo hasta las lágrimas. Lo consideró un reconocimiento que si bien no justificaba los años de aislamiento y de miseria implicaba que algo había quedado de su prédica en favor de una escultura en cierto sentido monumental, tanto por la fortaleza de su estructura como por su potencial comunicativo y, sobre todo, portadora de una identidad argentina poco menos que excluyente.
    Conmueve pensar que Vitullo nació en el Abasto, aunque "no fue exactamente un porteño -la observación viene del escultor argentino Raymond Ronze-, el cosmopolitismo de la gran ciudad no lo tocó". Un cuarto de siglo en París no bastó para atenuar la argentinidad de su lenguaje. Hay algo en sus esculturas que las enriquece con un toque expresionista enraizado en las cosas de la tierra.
    La obra de Vitullo es hierática, es cierto, pero también es sólida e inesperada en su conformación, a veces ligeramente barroca y, a menudo, cargada de simbolismos. Tiene la rudeza primitiva que exalta la naturaleza de la madera y la piedra.
    Quien quiera conocer su obra, que enriquece en el más alto nivel nuestra escultura, contribuirá a reparar la injusticia de mantener en secreto el nombre de un artista mayor.
    Entre las piezas que se exhiben, está la piedra titulada Eva Perón - Arquetipo de símbolo, de 1952, pedida por el gobierno argentino de entonces y finalmente, después de conocida,inhabilitada en algún lugar de París.



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  • Título: Vitullo y el mito
    Autor:
    Fecha: 18/01/1997
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    Semanario "ARTS" Nº350, Faubourg Saint Honoré, París 16/01/53.

    "Mi abuelo era domador de caballos en la Pampa. Fue él quien me educó. Vivíamos en una naturaleza salvaje, una naturaleza que hacía estremecer. Cuando una carreta se encajaba en la tierra mojada por la lluvia de las tempestades, sus ruedas pareciera que abrían un abismo; muy niño entonces me quedaba al borde del hueco angustiado. El viento, sobre todo, era terrible. Luego venía el sol, un sol tórrido, enceguecedor. Inmensas llanuras y. de pronto, un muro; la Cordillera. Horizontales, verticales. Yo no he comprendido totalmente esa violencia, no me ha sido posible expresarla hasta que la dulce finura de Francia me hubo envuelto. Tres elementos me han comprometido: el paisaje de la Argentina, su viento, su luz. He extendido mis bloques sobre la tierra o bien los he levantado como totems, capaces de afrontar la más cruda iluminación..."
    Así se sintetiza Vitullo. Sus ojos, en los que se lee la bondad, fulguran en el rostro anguloso, como tallado a golpes violentos en un madero duro, dulcificado solamente por enormes patillas plateadas que se esfuman hasta la comisura de los labios. El corderoy marrón, del que emergen los rasgos de la figura, acentúa su rudeza, animada por el encarnado del pañuelo de seda que lleva anudado al cuello. Sus gruesos zapatos resuenan sobre las lozas. Vitullo camina entre el bosque de granito, de mármol y de madera esculpidos, colocados en el Museo de Arte Moderno, en el alto salón donde, para responder a las manifestaciones del arte francés, organizada en la República Argentina desde la guerra, Francia ha acogido su obra.
    Es típicamente argentina, lo que equivale a decir "indígena". Pero ella ha sido realizada en París, donde el artista vive desde 1925. Es decir que su obra participa de la influencia de nuestros más grandes escultores franceses, pero tan bien digerida, tan perfectamente asimilada que sólo sus métodos de trabajo se mantienen a través de una personalidad nueva, intacta, que ha surgido. Y este método, salta a la vista primeramente, por su análisis profundo, sensible, exigido hasta su máxima intensidad de la forma viviente para llegar, gracias a síntesis sucesivas, a la expresión de símbolos plásticos de una extrema estilización, en el deseo, quizás, de encontrar una forma para aquello que se nos escapa, que puede ser la amistad animal en el desierto, la aparición continuada del bosque o la majestad del canto gregoriano.
    Esta voluntad de llegar a la abstracción por el duro camino del análisis de formas concretas, se ha hecho particularmente visible en obras donde el escultor ha querido presentarnos etapas sucesivas: Cristo Muerto, por ejemplo, del que hablamos en estas mismas columnas y que ha dado lugar a cinco esculturas escalonadas entre l935 y l952. En ellas Vitullo ha abandonado, poco a poco, la imagen anecdótica y la forma sensible para sólo expresar la tragedia del más sublime de los mitos mediante un ritmo de planos socavados, cortados, violentamente contrastados. Igualmente en lo que se refiere al Cóndor, quien se yergue en dos totems, el primero de granito rosa -esculpido en l949-, el segundo, más depurado, de formas más amplias en las que aflora la sensibilidad apareciendo más profunda, más intensa, más humana en una palabra, y que data de l951.
    Es también el Cóndor quien le ha proporcionado a Vitullo el tema, permitiéndole simbolizar al Libertador de Chile y Perú, San Martín.
    El poeta Antonin Artaud está representado por un alto bloque de ébano, en el que los hermosos planos, sobrios y pulidos, ascienden del suelo. El jugo de la tierra era su alimento ya que nada esperaba del cielo y la espalda, evocando casullas, lo envuelve de misticismo.
    Finalmente, para el poeta argentino José Hernández, Vitullo ha acostado de cara al sol a una piedra sepulcral. El poeta del Martín Fierro luce los atuendos típicos del gaucho. Esculpido en un magnífico granito negro, sus hermosos planos, simples, comulgan con el verdadero suelo de las Pampas. Reposando en medio de sus "cacharpas" el poeta yace tirado cara al cielo.
    Vitullo es un escultor monumental. Ha buscado tan intensamente recrear su universo mítico que nos propone representaciones hasta del sol y de la luna. Hoy en día se clasifica, por esta excepcional exposición, entre los estatuístas más valiosos que ha producido la Escuela de París. Su aparente abstracción no vagabundea por los meandros de una fantasía desordenada. El análisis sutil que le sirve de trampolín para lanzarse hacia las más altas cumbres de la fuerza o de la sensibilidad, todo en función de crear el mito, hacen que su arte repose sobre las más sanas bases. Finalmente, nos hace rendir homenaje, la disciplina que actualmente sabe imponer a sus más entusiastas impulsos.



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