Prensa Publicada

  • Título: El heredero de Quinquela Martin
    Autor: Ana María Battistozzi - Clarín.
    Fecha: 14/06/1997
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    Rómulo Macció, considerado uno de los mejores pintores argentinos de hoy, eligió el paisaje de La Boca para vivir y plasmar su obra. En la Fundación Proa, en la Vuelta de Rocha, pueden verse sus trabajos.
    Es aquí nomás en la Boca, en la Vuelta de Rocha. De un lado está el viejo puente, con su esqueleto de animal extinguido, las barcas de colores, los cascos herrumbrados y el agua verde, marrón , negra, oleosa. Del otro lado, la casa almacén del tano Dallorso y el bullicio familiar, hoy silenciado en el interior impecable de la Fundación Proa. Allí en un diálogo con su entorno natural cuelgan las Pinturas de contaminación y olvido de Rómulo Macció.
    De un lado, la realidad hecha de retazos y del otro, el artificio, esa transformación que pendula entre los sentidos y el pensamiento, llamada arte.
    Pinceladas marrones, violetas y blancas que buscan aprehender la naturaleza extraña de ese río marginal y los fantasmas que lo habitan.. Un corte violento que divide el plano de las pinturas en dos, el cielo y el agua entre la figuración y la abstracción. Los colores, sus reflejos inventados y la atracción que producen sus figuras inquietantes. Todo un sistema de contrapuntos que contribuye a crear un clima en el que el espectador termina por suspender todo concepto.
    Macció pinta la interminable horizontalidad del río, el cielo de la mañana, la tarde o la noche quién sabe exactamente a qué hora y por qué. En realidad pinta el tiempo, la nostalgia y la melancolía de varias generaciones de inmigrantes que no se cansaronb de mirar esa línea que se vuelve roja y produce ensoñaciones del otro lado de la distancia.
    Hay en esas pinturas un trabajo impecable de color, una trama minuciosa de azules, rojos, amarillos y naranjas que sin embargo se ocultan sabiamente y se abstiene de alrdes. Es un oficio poderoso, donde asoma un pasado en la Nueva Figuración, el arte romántico, la pintura italiana del siglo pasado y la escuela de La Boca.
    Todo surge silenciosamente, como algo natural.
    Pintar es como caminar, cantar, bailar, suele decir el pintor. Y uno lo advierte exactamente así. Que todo se desliza como la lengua madre. Nada parece extraño: el artificio logra imponerse con la fluidez del pacto propuesto y aceptado.
    En el tránsito del río real a las pinturas hay un camino de dominación en el que el pintor va abriendo territorios propios, anticipando algo distinto, que está a punto de ser alumbrado.
    Pero curiosamente, Macció se vale de recursos que han sido objeto de uso y abuso: la pintura, el paisaje del Riachuelo y sus estridencias de color. Y a pesar de todo, allí instala un juego de sentidos.
    Hace ya un siglo el poeta Mallarmé, Macció limpia la pintura y el paisaje de la Boca de su pátina vetusta y le arranca nuevos brillos.
    Acaso hay en este proceso un despojamiento y un volver a la carga que le viene de su obstinada pasión por las ciudades.
    En verdad, este observador errante vuelca en sus pinturas el sello personal de su modo de ver.
    En Nueva York, Roma, Venecia o Buenos Aires, un patio trasero que amontona desperdicios, el elegante Central Park, el Puente los Suspiros, la plaza San Martín, el Castel Santangelo o la Vuelta de Rocha, todo se integra en la expansión simultánea de su pintura.
    Las oposiciones que tanto lo atraen y toman forma en los violentos planos con que construye sus cuadros, cabalgan sobre encuentros entre cercanía y lejanía, presente y pasado como las dos caras de una moneda. O acaso como la ventana y el paisaje que juntan realidad y artificio. Aquí nomás, en La Boca.

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  • Título: Pura pintura Rómulo Macció en Fundación Proa.
    Autor: Victoria Verlichak - Revista Noticias.
    Fecha: 07/06/1997
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    La Fundación Proa alberga Pinturas de contaminación y olvido , la fantastica retrospectiva temática de Rómulo Macció. La palabra albergar no es azarosa. En ningún otro punto de exposición de Buenos Aires, estos retazos de La Boca y del río estarían tan en su casa como en Proa, que desde su lugar de privilegio en la Vuelta Rocha mira hacia el emblemático Riachuelo, con puente de hierro y todo. Estos paisajes de ciudad y agua -óleos y acrílicos de gran formato realizados a partir de 1983- se ofrecen contradictorios pero complementarios al espectador. Trasuntan un evidente placer por la pintura mientras que cargan con los temores y expectativas de los inmigrantes, con la bella inmensidad y contaminación del río, con la alegría y el decaimiento de La Boca, el barrio donde el artista instaló su casa-taller en 1983. A través de los colores, la potente pintura de Macció -uno de los impulsores de la otra figuración junto con Deira, de la Vega y Noé- concita una variedad de sentimientos. La nostalgia y la desolación junto a la luz y el movimiento recrean historias de abandono y belleza. Es cierto que en el mar Mediterraneo se puede encontrar el origen de la antiguedad pero han sido sus artistas y escritores los que consolidaron sus mitos y misterios.
    En ese sentido, no hay duda que las maravillosas pinturas del Río de la Plata de Macció contribuirán a la construcción del necesario relato de esta líquida franja color de león, que cuenta con uno de los mayores caudales del mundo pero aún es pobre en testimonios y representaciones.



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  • Título: Predicado visual: Macció
    Autor: Aldo Galli. - La Nación.
    Fecha: 28/05/1997
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    El gran pintor expone algunas de sus obras más elocuentes.

    Conmueven el espíritu, la inspiración y el sentido escénico de Rómulo Macció, quien traduce una realidad local fácil de entender en parte por la inmediatez de los temas y en parte, también, porque exalta un sentimiento realista que despeja el camino de la verdad.
    La sinceridad de su lenguaje, colmado de osadías formales y de intensidades expresivas, proviene de una actitud desenfadada y romántica.
    Macció no describe más que por los predicados esenciales de lo que siente frente a lo que ve. Su figuración muestra algo que comprendemos porque evoca, más allá de la libertad de sus formas, temas que son del hombre y de su entorno.
    Hace pintura urbana y en cierto sentido impresionista, pero no se queda en lo visual. Es popular en la elección de los temas, romántico en la manera de interpretarlos, repentista y pasional en la acción.
    La denominación general de esos trabajos tiene un propósito crítico; pero éste proviene más de una tristeza provocada por circunstancias ambientales corregibles que de un rechazo afectivo. La contingencia emotiva es superada por la objetividad dolorosa. “Pinturas de contaminación y olvido”, tituló la muestra que exhibe la Fundación Proa, (Pedro de Mendoza 1929).
    Componen la exposición obras grandes, que resumen tres de los temas importantes que realizó en los últimos quince años: el mundo de los inmigrantes, La Boca y el Río de la Plata.
    La inteligencia de Macció no elude sus responsabilidades, pero las envuelve en un repertorio de franquezas sentimentales que terminan por crear una atmósfera poderosa.
    Se impone por la certidumbre de su lenguaje, hecho a fuerza de prácticas que trascienden las apariencias.
    Son antológicos “Los inmigrantes”, el primer cuadro que hizo en 1983, cuando se instaló en La Boca; “La Bombonera Tremma”, del mismo año, o “Riachuelo”, de 1991, donde el andamiaje geométrico adherido a la tela exalta el sentimiento de nostalgia que ésta transmite.
     

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  • Título: Rómulo Macció
    Autor: Mariana Roveta. - Revista La Maga.
    Fecha: 14/05/1997
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    Rómulo Macció se sienta en un bar de Vuelta de Rocha, extiende unos papeles y asegura que ahí está todo lo que tiene para contar. "La pintura no se dice", repite. Sin embargo habla: de su trabajo, de los críticos, de la utilidad del arte, del impulso creativo. Tiene sesenta y seis años: "! Un horor!, exclama. A los cinco minutos de charla, su fama de huraño se desdibuja. Y aparece el hombre que -igual que en la década del 60 cuando junto a Jorge de la Vega, Luis Felipe Noé y Jorge Deira creó el movimiento neo-figurativo- dice lo que piensa. Durante el mes de junio, Macció presenta en la Fundación Proa Pinturas de contaminación y olvido, la muestra dice lo que quiere. "La pintura es intuición, sentimiento; es como bailar o cantar"

    -Exponer en lugares como este me encanta, es un muy buen lugar. Me invitaron, porque si no te invitan, ahí no exponés. Si vas con los cuadros y pedís exponer, no te dejan, te echa el policia que esta en la puerta. Si vas con los cuadros de prepo, no.

    - Los cuadros que expone son todos de La Boca.
    - Sí, desde el año 83 que... pero está todo ahí, en esos papeles que te dí...

    - Bueno, después los leo, pero me puede ir contando...
    - es que yo pinto...yo de chico era una especie de catatónico: pintaba porque no hablaba, y resulta que una vez que pintás, terminás hablando sobre tu pintura. Y la pinturas no se dice, se muestra. La pintura tiene un lenguaje que es mostrar, entonces, ? para qué vas a decir?

    -Pero también hay formas de concebir la pintura.
    - Eso no me interesa nada. Yo soy... ni siquiera del siglo pasado: soy de dos siglos atrás. No manejo auto, apenas hablo inglés. Tarzán...
    No sé ni enchufar una computadora. Soy un hombre antiquísimo, así que yo no hablo de pintura, soy un pintor a la manera de antes. Si yo voy al Louvre y veo un cuadro de Rafael y pregunto dónde está Rafael para que me explique, porque si no no puedo mirar el cuadro... eso no tiene que ver con la pintura. Esto de la cultura y de que el artisat tiene que explicar todo lo que hace, es un invento nuevo. Hay algunos personajes que son como tontos: entran en una exposición, miran y lo primero que preguntan es dónde está el pintor. Lo primero que hacen es buscar el pintor, se acercan al pintor y antes de mirar el cuadro le preguntan que quiso decir. Y Fellini dijo, y tenía razón que se enteró de lo que quería decir con sus películas cuando hablaba con los críticos, que le decían "usted quiso decir tal cosa". "Sí puede ser", contestaba.

    - Los fuerzan a definir cosas que ni siquiera ustedes saben...
    - Es evidente, porque vos ves la realidad y hacés un reflejo de esa realidad. Tratás de hacer una interpretación poética de esa realidad. Una síntesis. Cargás esa realidad con la materia pictórica y la traducís en hecho pictórico. Si hay poesía, conmueve; y si no hay poesía, no. Y eso es un milagro. No tiene explicación, entonces ¿ qué vas a estar explicando? Siempre digo lo mismo.

    - Eso es lo que se llama reproducir o interpretar la realidad.
    - Interpretar la realidad. Hay elementos de la realidad que me conmueven y digo "quiero pintar un cuadro sobre esto". Pero no tengo la receta para pintar.

    - ¿Siempre lo pensó así?
    - No es un pensamiento. El pintor nunca pensó nada. El pintor dice "quiero hacer un paisaje", va con el caballete y se pone a pintar el paisaje. ¿ Hay que pensar eso? No, no hay que pensarlo. No sirve de nada pensar mucho la pintura porque hay gente más inteligente y más culta que los pintores que no puede poner una sola pincelada. Así que no es una cuestión de inteligencia ni de pensamiento; es una intuición, es un sentimiento. Es como bailar, como cantar. Son las expresiones primitivas del hombre, no algo premeditado. Pintar es natural en el hombre. Toda la intelectualización que se ha hecho del arte, bueno... Yo no tengo nada que ver con eso. Porque un intelectual y un creador no tienen nada que ver. Son dos cosas totalmente distintas.

    -¿Tiene una idea de por qué empezó a pintar?
    - No, de chico ya inconscientemente hacía dibujitos. Y así fui manifestándome. Hace años que hago esto y podría no hacerlo más... y sin embargo pinto. Hay algo que me lleva, aunque no tenga ganas.

    - ¿Para quién pinta?
    - Primero, para mí... No es que pinte para mí, es que necesito pintar. Y después, es una especie de comunicación con los demás. Ha y alguien que decía que la diferencia entre un pintor y un plomero es que el plomerohace un trabajo de plomería y no va corriendo a decirle a la mujer "vení a ver como arreglé este caño", y el pintor sí, pinta un cuadro y dice "venía a ver como pinté este cuadro".

    - ¿Le interesa lo que diga la gente de sus cuadros?
    -No cambia para nada mi intención, porque yo no pienso en pintar lo que los demás me piden. Un albañil hace lo que le mandan. La diferencia conmigo es que yo hago lo que yo quiero. Y la gente que lo ve, si se emociona es como un cómplice y si no, es un testigo que ve lo que hizo un idiota como yo. Si me encargaran un trabajo también lo haría.

    -¿ Hizo trabajos por encargo?
    - Sí, me han encargado los murales de la cancha de Boca.

    - Pero en los 60 tenía la intención de movilizar conciencias con la pintura.
    - No sé... Por ahí creías que esto que estabas haciendo era una rebelión visual... Eramos un grupo que tartaba de revelarse a una pintura que consideraba esteticista y decadente. Era una revuelta. Queríamos modificar algo, evidentemente.
    Pero que se yo... Es un poco la rebelión que tiene todo joven. Hay cosas que no te gustan y vos tratás de luchar contra ellas. Pero no creo que esa sea la misión de la pintura.

    - Una vez que tuvo la etiqueta de revolucionario¿sintió la carga de seguir revolucionando cosas?
    - No, porque con la pintura no cambiás la sociedad. esa es una ilusión de jóvenes, una pretensión. Es como un compadreo: "Pinto unos cuadros y vas a ver como cambio la sociedad..." ! Macanas! La sociedad no cambia con eso. La pintura no resuelve los problemas de la gente. El pintor es un artesano. Lo que pasa es que cuando sos joven tenés una pretensiones impresionantes.

    -¿Se desilusionó al ver eso?
    -No, como va a ser una desilución si yo estoy revelando algo de la realidad que otra gente no ve, eso es importante y queda. Todos los hechos políticos desaparecen, son anécdotas y lo que queda es el arte.

    - ¿Y para que sirve que quede?
    - Y, para que entren los japoneses a filmar en la Sixtina o para que la gente se conmueva hasta las lágrimas. Es un hecho humano pero no modifica los problemas cotidianos de la sociedad. Ni hace falta que lo haga, ¿para qué?

    - Hace un tiempo dijo que cree en la obra de arte de calidad. ¿Qué es la obra de arte de calidad?
    - Es lo mismo que comer algo de calidad o una porquería. Esta cerveza no es muy buena, hay mejores. Entonces tendría que ser de más calidad. Para eso tenés paladar, para gustar de las cosas que son buenas. Y los ojos son para ver cosas que valen la pena

    -¿Y qué es lo que para usted vale la pena?
    - Yo see que Leonardo da Vinci es uno de los grandes pintores, hay otros que dicen que no. Pero hay gente que sabe. ¿ Por qué le dijeron a Felipe IV que el mejor pintor de sevilla era Velázquez? ¿ Qué argumentos tenía para decir eso? Sabían; podrían haber mandado a otro, pero no se equivocaron.

    - Y usted sabe?
    - Yo se que hay muchos pintores que son muchísimo mejores que yo, pero también sé que lo que yo hago no está mal. por lo menos, se que es lo que tengo que hacer. Y lo que no me gusta de lo mio , lo deshago.

    - ¿ Va a muestras?
    - Si

    -¿ Cómo ve el panorama del arte en la Argentina?
    - Hay buenos pintores acá. La pintura argentina es mejor acá, ¿viste que se habla de la pintura argentina en París? Pero la buena pintura está acá, no en París. Yo voy mucho a París , pero la pintura argentina está aquí, aunque haya algunos que tienen más fama. Hay otros que no tienen posibilidades de salir al exterior porque hay circuitos de galerías y representantes donde tenés que entrar, pero eso no quiere decir que seas buen pintor. Hay pintores muy buenos y no tienen ninguna posibilidad de seguir. Yo veo que acá hay buenos pintores.

    - ¿ Cuales le gustan?
    - Bueno, esa pregunta provoca una opinión injusta porque siempre te olvidás de alguno. No se, hay buenos pintores y hay que descubrirlos.

    - ¿ Qué opina de las instalaciones y los objetos?
    - Ni me gustan ni me disgustan.No me pasa absolutamente nada mirando esas cosas. Creo que era Luis Benedit que decía "echan una palada de tierra y ponen el retrato de la madre y ya a eso le llaman obra". A mi esas cosas no me interesan. Mirá que instalación hay ahí enfrente: impresionante: los bolivianos trabajando , los caños, el barco del otro lado, el comedero... Llevás todo eso a un museo y la gente se emociona.
    ! Sí está acá, en la calle! ¿ Para qué vas a ir a ver eso a un museo? Las instalaciones están en la realidad.
    Lo que pasa es que (Marcel) Duchamp hizo el truco de agarrar un meadero y llevarlo a una galería, entraron todos y dijeron "!Ahhh! ! Qué maravilla!".
    ¿ Nunca habían visto uno? Sí, lo que pasa es que lo usaban para hacer pipí y de repente vieron que era estético. No sé, son las picardías de los intelectuales. Es picaresca de intelectual;.

    - ¿ Que le parecen todas las interpretaciones que esto genera?
    -Lo que pasa es que la gente que hace estas cosas aparentemente ta tan sesudas es gente que quiere pintar y no puede. A críticos como López Anaya, tan sesudo cuando escribe, yo lo conozco perfectamente; lo conocí en el año 60 y pico, quería pintar y no podía... Entonces se convierten en opinadores de lo que hacen los demás artistas, cuando ellos mismos no pudieron hacer nada. Está lleno de esto. Y Duchamp hizo lo mismo: dejó de pintar y dijo "a ver cómo puedo divertir a la gente". Como estaba en el mundo intelectual, se mandó el chiste, la boutade esa de agarrar la chocolatera... Y empezaron a teorizar. O sea que no es sólo el objeto sino también su concepto y el macaneo.
    Desde esa época hasta ahora es interminable. La pintura no pretende otra cosa que reflejar la realidad y cargar la materia pictórica de sensibilidad para que la gente se emocione. Pero no gente iniciada, que tendría que leer un rollo enorme para comprender una instalación.
    No que la gente sencilla vea un cuadro y le diga si le gusta o no, nada más. El arte no es una cosa tan complicada. Ya te dije bastantes cosas. Al final hablé, soy una especie de cotorra.

    -¿ Cómo es su método de trabajo? ¿Saca fotos, va al lugar..?
    - Voy al lugar. Hace poco estaba en un partido de fútbol... a veces voy, pero me gusta más verlo por televisión. Pasó algo muy gracioso: de pronto, gol. Y yo me quedé esperando la repetición, como en la tele.
    Dije: "La repetición porque no lo ví bien, lo quiero ver otra vez". Me quedé esperando la repetición. Bueno, yo estaba viendo la barra brava, con sus banderas. Una cosa impresionante. Y digo "quiero pintar esto para uno de los murales". Había una fotógrafa que me ofreció sacar una foto y le dije que sí. Sacó la foto y no le dí tiempo a que la revelara. Al día siguiente pinté el mural. se me queda grabado lo que me interesa, hago una síntesis y lo pinto. No es exactamente lo que veo; dentro de mí se produce un desarrollo pictórico y veo el cuadro. Nunca es exactamente igual, es el símbolo de lo que ví. Y encuentro el lenguaje para representar el tema.

    - ¿Con qué materiales está pintando?
    - los murales, con esmalte sintético. Pero yo pinto con óleo y con acrílico.

    -¿ Usa caballete?
    - Sí, siempre . Claro, porque hay quienes pintan en el suelo. Bueno, el mural de las Galerías Pacífico lo pinté en el suelo. No podía pintarlo a lo alto porque tiene cuatro metros y pico de alto. Entonces puse la tela en el suelo, me subía a una escalera, lo miraba de lejos, bajaba y pintaba. Pero en general siempre pinto vertical y en caballete.

    - ¿ En su casa tiene un espacio destinado solo para pintar?
    - Sí, tengo un lugar grande que ahora está ocupado con los murales, tengo cuatro y me falta pintar tres.
    Tienen seis metros por tres, se roban un poco de espacio.

    - ¿ Sobre que soporte está haciendo los murales?
    - Sobre unas planchas de metal.
    No se pueden pintar directamente en la pared porque hay que prepararla muy especialmente. Son bastidores de metal que pesan cuatrocientos kilos.

    - Bueno, ahora lo dejo en paz.
    - No, me encantó. Lo que pasa es que yo soy espontáneo. Te voy a explicar una cosa. Si a mí me decís que el sábado hay una inauguración, yo te digo que no sé si voy a ir, aunque viva acá al lado. Porque de sólo pensar que te dije que sí, y llega el sábado y no tengo ganas de ir, no voy. Resuelvo las cosas en el momento. Por eso ya nadie me invita a ninguna parte.
    Yo soy "gánico", como decía Federico Peralta Ramos hago lo que se me da la gana.



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