Prensa Publicada
Reforzar lo positivo, ¿Y lo negativo? Los medios no críticos
Cuando actualmente el mercado inmobiliario y los medios de información tratan de cualificar de 'lujosas' estas unidades alarmantemente pequeñas, ponen un especial énfasis en su potencialidad, enalteciendo virtudes específicas y evitando discutir y debatir la gran serie de complejidades, responsabilidades e implicancias que conllevará este salto dimensional.
Al momento de anunciar las leyes, se prometen capacidades transformadoras de escala inverosímil y soluciones ideales bajo un optimismo acrítico, primando una agenda especulativa e inmobiliaria. Poner en tela de juicio las nuevas leyes permitirá no solo detectar los puntos conflictivos de las mismas sino también plantear las preguntas necesarias, en una búsqueda por una ciudad mas justa que apunte a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
La arquitectura como dispositivo capaz de producir pensamiento crítico: Reflexiones sobre el nuevo código
Si bien los medios se han ocupado de reforzar únicamente las cualidades positivas de estos cambios legislativos, aún hay campos que se interesan por proponer una mirada crítica sobre los mismos y sobre las nuevas prácticas domesticas derivadas de ellos.
La fricción entre las agendas políticas, las estructuras especulativas y la domesticidad pudo plasmarse en formato expositivo en las salas de la Fundación Proa los pasados meses a través de la muestra “Diseño en Acción”.
A través de un llamado a la reflexión, Martin Huberman, uno de los curadores de la muestra propone exaltar el potencial político y experimental del diseño para la construcción de una agenda propia que participe activamente de la construcción cultural de la ciudad. Tomando a la arquitectura en particular como un dispositivo capaz de producir pensamiento crítico.
La mencionada Ley se desglosó y cuestionó en esta exposición a través de una serie de instalaciones, obras y producciones en formatos variados realizados por distintos estudios de arquitectura y diseño. Esta mirada reflexiva permitió analizar los diversos factores que se podrían llegar a desencadenar a partir de su implementación, abandonando el optimismo acrítico que aparece como denominador común en los medios de información, invitando a pensar las complejidades de la practica arquitectónica y los resultados de los cruces e intersecciones entre el orden legislativo la arquitectura, los modos de habitar y los campos sociales y culturales.
Guarda esta imagen en tus favoritosExperimentar la nueva unidad mínima, por FRAM Arquitectos
Dentro de la exposición, una de las instalaciones más particulares que permiten vivenciar en primera persona los resultados de esta Ley es la realizada por el estudio FRAM. La misma permite explorar espacial y corporalmente la nueva unidad mínima habitable definida en 21 m2.
Agustín Mendiondo y Franco Riccheri proyectaron una instalación inmersiva en el cual la gente pudo explorar por primera vez en la ciudad de Buenos Aires el significado espacial de esta nueva tipología mínima. La propuesta presenta un disparador abierto para la experiencia y la reflexión crítica alrededor de un diseño que nos impacta en los modos de vida, personales y colectivos, trasladando el código de manera pura sin intermediaciones de diseño al campo de lo construido.
En la parte externa del recinto se despliega una cascada de objetos. Desbordan el espacio y se derraman sobre el piso de la sala, entrando en conflicto con el espacio disponible de la nueva unidad: Un microondas, un ventilador, una televisión, zapatos, libros, herramientas. La ley sin duda va a dejar por fuera un montón de piezas que uno tiene comprendidas como fundamentales en la domesticidad. ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar?
A partir de esta exposición pueden derivarse una serie de cuestionamientos y reflexiones que necesariamente deben instaurarse en la agenda arquitectónica.
¿Cómo se regula que el entorno inmediato brinde todo lo que la unidad domestica excluye?
Si el menor metraje en la superficie habitable nos impulsa a salir, la ciudad deberá ser capaz de absorber una gran parte de nuestro campo doméstico compuesto por todas aquellas acciones que eluden a lo básico, como por ejemplo estudiar, reunirse, expandirse, entretenerse. El nuevo código pone sobre la mesa no solo la pregunta por los usos del espacio doméstico sino también por la configuración del espacio público.
¿Cómo se regula que la ciudad supla lo que la vivienda no puede albergar? Si esta derivación hacia la micro domesticidad produce que el espacio privado quede limitado únicamente al área de las actividades esenciales tales como dormir, asearse y comer, el espacio público estará desbordado por el resto de las acciones cotidianas que forman parte de nuestra rutina.
Para que estas nuevas unidades puedan considerarse como dispositivos eficientes, el nuevo Código de Edificación y el nuevo Código Urbanístico más que contemplar únicamente la regulación de la superficie de vivienda, deberá garantizar la compensación de espacios alternativos para desarrollar todas las necesidades que han quedado excluidas de la vida doméstica. Plantear estas problemáticas es el primer paso para detectar los nuevos puntos de conflicto y así aspirar a su solución, estableciendo una agenda social que comprenda los modos de habitar y defienda la búsqueda de una mejora en la calidad de vida en todas las ciudades.
Guarda esta imagen en tus favoritosUn montón de objetos cotidianos están apilados. Zapatos, un teclado, una cuna, electrodomésticos y casi cualquiera cosa imaginable para una casa. A su lado, un mono ambiente vacío. El contraste no puede ser más fuerte y sus preguntas menos inquietantes. ¿Cómo cabe todo eso ahí? ¿A esto se resume la vida contemporánea, un mundo reducido a pocos metros cuadrados?
“Diseño en acción“, una extensa muestra de la Fundación PROA, aborda las distintas variantes de la creación desde su trascendencia histórica hasta aquella más palpable, presente en la composición de espacios comunes y la conceptualización de ropa. El recorrido dialoga entre la bibliografía y el retrato del presente.
La exposición ofrece al espectador una primera sala en la que se desmenuza la historia del diseño local, comenzando en 1871 con la Exposición Nacional de Córdoba, definido como “el primer intento de vincular a las artes y la industria en el país”. El siguiente hecho destaca la fundación de la Escuela Industrial de la Nación, en 1899.
Aquellos primeros pasos dieron sentido a parte de lo que ocurrió en 1940, por ejemplo. Ese año, entre varios acontecimientos, se produjo el diseño de la silla BKF, que fue presentada en el Salón de Artistas Decoradores de Buenos Aires. Ese momento es valorado como el comienzo del diseño en el país. De ahí, hasta llegar a 1994, cuando se inauguró el Puente de la Mujer, y los días presentes.
Más allá de los aspectos históricos, visualmente resulta imponente el tratado que se da a temas como la basura, la relación cotidiana que se sostiene con ella, y el espacio. Cada área de la sala es pensada con un fin, por lo que es necesario apoyarse en los textos de la muestra para guiarse, entender mejor cada propuesta y dejarse abordar por las preguntas que surgen.
Aunque suele pensarse el diseño como un espacio industrial y que, recientemente, tiene a la tecnología como apoyo, la muestra da un especial lugar a la creación artesanal y la cerámica. Con ellos se hizo “desde utensilios vinculados con la comida, la vajilla o servicios de mesa, hasta ladrillos, las tejas y artefactos sanitarios”, se detalla en la exposición.
De esa materialidad a la apariencia y personalidad, con la moda. La especialista María Laura Carrascal explicó que “en los últimos años se ha incrementado notoriamente el interés por un consumo consciente que promueve la reflexión sobre los impactos sociales y ambientales del proceso de vestimenta”. En esa frase se cierra un viaje casi antropológico, en el que se revisan las bases de la industria para contraponerlas con su presente.
Diseño en Acción. Intersecciones contemporáneas es una nueva muestra en Proa que plantea interrogantes y problematiza el diseño argentino contemporáneo a partir de tres disciplinas: urbanismo, diseño de objetos y diseño de indumentaria. Dentro de la exposición hay una sala llamada Políticas de la Moda que reflexiona sobre diferentes ejes: la moda sustentable, genderless y consumo responsable.Desde TN Estilo hablamos con María Laura Carrascal, curadora de las obras de indumentaria de la exposición para que nos cuente más sobre estas nuevas tendencias que están surgiendo en el mundo de la moda.
1. ¿De qué manera se conecta el urbanismo, el diseño objetual y la indumentaria?
Se conectan a partir de su protagonismo, muchas veces inconscientemente, en la vida de las personas. La conexión se establece a partir de las propuestas curatoriales que, de manera singular, abordan cada una de esas disciplinas que demuestran que todo lo que nos rodea es cultura.
2. ¿Qué quiere decir la “multiplicidad de uso de las prendas”?
Significa que hay prendas diseñadas con la posibilidad de que se puedan usar de múltiples formas. Son estrategias de diseño que proponen una participación activa del usuario que puede usar una misma prenda de muchas maneras y combinar sus posibilidades.
3. ¿De que se trata la moda genderless? ¿Cómo se está desarrollando en este último tiempo?
La palabra moda tiene muchas acepciones. En este sentido cabe destacar que la moda genderless no se refiere a una tendencia masiva sino que se inscribe en una problemática muy actual en torno a la discusión sobre lo limitado de la concepción binaria de género.
En la última actividad realizada en Proa, convoqué al docente investigador de la UNR: Javierr Gasparri, quien profundizó estos aspectos en su charla "Cuestiones sexo genéricas, corporalidades e indumentaria" y citó a Paul Preciado. Preciado, nacido como Beatriz Preciado, es un filósofo transgénero feminista destacado por sus aportes a la Teoría Queer, la filosofía del género y la forma en que se presenta resume la perspectiva en la que se puede incluir la noción genderless: “No soy hombre, mujer, heterosexual, homosexual. Soy un disidente del sistema sexo-género. ¡Lo que soy, qué más da, lo importante es cómo puedo ser libre!”.
"Genderless", consumo responsable y moda sustentable, los pilares de la muestra. (Gentileza de Proa)
4. ¿Qué es el slow fashion?
Slow fashion es una de las formas de aludir a una corriente contracultural, esto es, contra la cultura dominante que impone a través del sistema publicitario y de marketing el consumo desmedido. También puede aparecer como moda lenta, fashion revolution o zero waste que son diferentes términos para referirse a la misma preocupación por la destrucción del planeta a partir del uso indiscriminado de recursos naturales y, sobre todo, el lugar que tienen seres humanos de bajos recursos que, partir de su vulnerabilidad, son explotados brutalmente por grandes marcas.
5. ¿Cómo sugerís que debería ser un “consumo responsable”?
Un consumo responsable implica hacer el ejercicio de pensar conscientemente lo que sentimos que nos representa como sujetos y como la indumentaria que elegimos expresa eso. No comprar a partir de ofertas que la mayoría de las veces son estrategias de las marcas para deshacerse de remanentes de temporada. Por otro lado, pensar en otras épocas donde la confección y las telas tenían una calidad mayor que permite extender el tiempo de uso, de hecho, muchos seguimos utilizando ropa que era de nuestro abuelos o abuelas.
6. ¿Cuáles son las nuevas tecnologías que se están incorporando?
Es un momento de gran crisis en la industria nacional así que las nuevas tecnologías se incorporan, mayoritariamente, a partir de las experimentaciones e investigaciones de jóvenes diseñadores que muchas veces se asocian en estas búsquedas con científicos para el desarrollo de textiles novedosos.
Dentro de la muestra hay un caso excepcional en este rubro que tiene a Vanesa Krongold como protagonista. Esta diseñadora siempre ha tenido como una de sus motivaciones el vínculo con las nuevas tecnologías y, por eso, fue convocada por una empresa argentina que trajo una máquina del exterior que realiza las capelladas tejidas de las zapatillas deportivas para que piense en el desarrollo de otros productos. El vestido que está en la muestra está realizado con esta maquinaria que permite una gran velocidad en su ejecución y cero desperdicio porque está tejido de manera tridimensional con un solo hilo continuo.
7. ¿De qué manera puede desarrollarse una moda sustentable y responsable? ¿Crees que se está llevando a cabo en la industria argentina?
Creo que puede desarrollarse a partir del diseño de autor que trabaja volúmenes más pequeños y que tiene unaconcepción filosófica de la vida expresada a través de la indumentaria. Todos los diseñadores que participan en la muestra trabajan de esa manera y hay que apoyarlos nos solo desde el lugar individual que podemos tener como consumidores responsables sino que es un deber estatal garantizar los modos de un desarrollo económico que tenga como protagonistas a grandes sectores de la población que puedan acceder aun trabajo en condiciones dignas.
Mientras esto no suceda, corresponde tener un posicionamiento crítico ante formas de explotación de los recursos humanos y naturales y pensar que una posibilidad es comprar lo necesario y a diseñadores como los que protagonizan la sala Políticas de la Moda en la muestra Diseño en Acción.
De Diario Z
Con sólo unos pocos meses de la aprobación del nuevo Código Edilicio porteño, la Fundación Proa organizó una muestra para contestar una de las preguntas más difíciles que surgieron luego de la aprobación del nuevo diseño urbano: ¿cómo hacer para vivir en sólo dieciocho metros cuadrados? Y si bien la respuesta aún es incierta, un grupo de arquitectas y arquitectos retrató cómo la normativa firmada por el gobierno porteño impacta en el diseño pero, sobre todo, en la manera de vivir.
“Estos nuevos departamentos son pensado para que, en general, las personas vivan solas. Es muy difícil de imaginar vivir con otra persona en sólo 18m2. Entonces uno se pone a pensar cómo, con la dificultad de conseguir la primera vivienda propia, con lo complicado que resulta sacar un crédito, la opción más factible hace que, en realidad, te alejes del contacto social”, relató, a Diario Z, María Zamtlejfer, una de las arquitectas elegidas para imaginar la vida en un «micro» monoambiente.
Cuándo le llegó la invitación de Fundación Proa para la muestra Diseño en Acción para pensar un boceto en el mínimo ambiente disponible Zantlejfer, junto a su socia de Caza Estudio, Nina Carraras, decidieron tomar el camino difícil y “no hacer una crítica de nuestras subjetividades”. Por eso, cambiaron la lógica de la presentación y armaron los modelos a partir de la recopilación de notas periodísticas y promociones de inmobiliarias que, incluso, se habían publicado mucho tiempo antes de la discusión por el Código de Edificación en la Legislatura, en diciembre del 2018.
“Encontramos con un montón de material que sólo hablaba de la potencialidad de esos espacios, en notas publicadas en diarios de gran alcance como Clarín o La Nación. Enaltecían algunas virtudes, pero si las leías fuera de ese contexto que buscaba reforzar lo positivo, el contenido se volvía negativo«, explicó Zamtlejfer.
Los mensajes recopilados por las arquitectas eran contradictorios para describir un nuevo modelo de departamento: “parece una navaja suiza hecha inmueble”, “no hace falta la rigidez de un comedor, aunque se lo extrañe”. A partir de esas notas, las arquitectas trabajaron junto a la renderista Ines Molinari para crear cuatro ejemplos de estas viviendas. ¿El resultado? “Sólo técnicamente son habitables, porque un humano puede adaptarse si es a lo único a lo que puede acceder, pero el tema es bastante más complejo: te obliga a hacer un montón de actividades fuera de tu casa. Para comer o juntarte con otras personas, tenés que salir, y eso termina siendo más costoso. Por eso decimos que son unidades inhabitables”, indicaron en una entrevista para Tiempo Argentino.
Hacinamiento y peleas entre vecinos
Un extenso informe del Observatorio de la Ciudad repasó la normativa edilicia modificada en la Legislatura porteña el 7 de diciembre. Con solo los votos del Bloque oficialista Vamos Juntos, se aprobó reducir los estándares habitacionales, al autorizar viviendas de menor tamaño y permitir que en algunas zonas las alturas de los edificios se igualen (hacia arriba) para maximizar las ganancias de los desarrolladores. El informe alerta sobre algunas de las consecuencias: “El nuevo Código de Edificación establece una superficie mínima de 18 m2, pero no garantiza cómo compensar las necesidades de espacios alternativos para desplegar todas las necesidades de la vida doméstica (…) En espacios reducidos, la convivencia se vuelve hostil ante la falta de privacidad, y los habitantes de estas pequeñas viviendas, desarrollan estrategias para poder afrontar la situación, o bien, pierden los límites de interacción con los demás en un intento de evitar alteraciones, con lo cual se vuelve entonces una pelea por el espacio”, subrayó el informe.
“El hacinamiento es otro de los factores que más influye a nivel psicológico con las nuevas reformas”, explicó, a Diario Z, el titular del Observatorio de la Ciudad, Jonatan Baldiviezo. Y agregó: “En México también sufrieron modificaciones similares en términos edilicios y lo que detectaron fue que este encierro vuelve una circunstancia importante en términos de relación familiar o de sensación de bienestar personal, suele traer conflictos fuertes. Cuando alguien quiere estar solo y no tiene dónde, representa una presión muy seria”.
Más negocio para las inmobiliarias, menos vida para los habitantes
Con el objetivo de incorporar más personas que vivan en la Ciudad, de acuerdo al cambio de normativa, uno de los principales cambios que se modificó en el Código Urbanístico fue haber reducido de 27 alturas máximas actuales a 6: en corredores como la Avenida Del Libertador, habrá un máximo de 38 metros, (12 pisos). En las avenidas el límite será, según la zona, de 22 o 31 metros (entre seis y nueve pisos). Y para las calles el tope será de 16,5 metros (cuatro pisos) y en los pasajes entre 10,5 metros o 9 metros (dos o tres pisos).
Por otra parte, el nuevo Código de Edificación, que determina cómo y con qué materiales debe construirse, estipula que para los monoambientes la medida mínima será de 18 metros cuadrados más 2,50 metros cuadrados para el baño, cuando antes la medida mínima era de 28. Además, se elimina la obligación de vivienda para encargado y se la cambia por un espacio para vestuario, baño, duchas y comedor. También, con el nuevo Código de Edificación sancionado por la Legislatura, el bidet y la bañera, clásicos de la arquitectura sanitaria porteña, dejaron de ser obligatorios.
Tanto las arquitectas de Caza Estudio como el Observatorio del Ciudad coinciden en una idea: este nuevo Código de Edificación está hecho a medida de las inmobiliarias. “Lo que tratamos de mostrar con los cuatro diseños que presentamos en la Proa es que la problemática de la falta de vivienda no se resuelve en 18m2. En la teoría puede ser así, pero en la realidad, ¿cuántas cosas dejás de hacer por tener ese espacio? ¿Cuántas cosas perdés? Estas dimensiones no mejoran la calidad de vida”, expresó Zantlejfer.
Baldiviezo, además, remarcó el nuevo margen de ganancia. “Lo único que no se va a perder es la rentabilidad de las inmobiliarias. Porque se va a construir más y más caro. Con las nuevas medidas de la vivienda mínima, es probable que, en vez de construir dos monoambientes de 30m2, ahora se construyan tres con la unidad mínima. El mercado acomoda su margen de ganancia. Aumenta la rentabilidad porque, con la misma cantidad de ambientes, los departamentos terminan teniendo un 25% menos de superficie pero el m2 incrementa de valor. El negocio es lograr mayor cantidad de departamentos por edificio con el menor volumen constructivo«, concluyó el titular del Observatorio de la Ciudad.
En la muestra que actualmente se exhibe en Fundación Proa, en La Boca, se conjugaron la arquitectura, el diseño de cerámica y el de indumentaria para ocupar las salas en una experiencia estética y política llamada Diseño en acción. Los dos pisos del museo están ocupados por una sala que recrea in situ los problemas urbanísticos que crean las nuevas regulaciones en la ciudad, otra muestra el proceso de creación de la cerámica y la última se detiene en las connotaciones políticas de la moda más reciente o posible. La parte dedicada a la arquitectura cobra especial interés ya que se trata de instalaciones "urgentes": si la regulación que permite la construcción de departamentos de 18 metros cuadrados fue aprobada en 2018, diversos estudios de arquitectos señalan los problemas que tal legislación supone. Infobae Cultura conversó con Martín Huberman, arquitecto y curador de la sección, que brinda una mirada política sobre recreaciones de problemas acuciantes en el escenario de un espacio de arte contemporáneo.
–Esta muestra se realiza en un museo, pero la parte de arquitectura no tiene una presentación usual para las exhibiciones de la disciplina. ¿Cuál es el concepto?
–La tradición de que la arquitectura es una bella arte se basa en que se enseñaba en las mismas escuelas de bellas artes. Cuando se disociaron y aparece la conexión más explícita con la técnica y el diseño se desarma la idea de que la arquitectura forma parte de un elemento cultural. Mi enfoque al respecto es que la pérdida del espacio de la arquitectura como un actor cultural de la ciudad es negativo para la propia ciudad. Buenos Aires muchas veces se vanagloria de ser la París de Sudamérica haciendo una comparación sobre la belleza de sus edificios, es decir, su arquitectura. Hoy se puede entender la arquitectura, sobre todo después de la crisis de 2001, como una actividad regulada por el mercado especulativo: la gente pierde confianza en los bancos y los ladrillos empiezan a tener un rango de salvataje de tener propiedades que siempre aumentan su valor. Entonces se empiezan a poner los ahorros en inversiones en propiedades inmobiliarias. Ahora, si no hay nadie velando por la calidad de lo que estamos construyendo, el mercado regula la forma de habitar: no me importa que la casa esté buena, sino que sea un buen negocio. Y es un mercado bastante voraz que rompe con la vieja tradición construida con buenos edificios, por eso es fundamental que la arquitectura vuelva a formar parte de la discusión cultural de Buenos Aires. Y por eso es la primera vez que se hace una muestra de arquitectura de este calibre en un museo pero no por el tamaño, sino por el enfoque y porque plantea una agenda. En general, las muestras sobre arquitectura exponen planos y maquetas de edificios, es como ir a la ópera y que, en lugar de sentarte a escuchar, te den la partitura para que leas. En este tipo de muestras la obra arquitectónica está lejos, no se vivencia, se entiende a partir de las anotaciones. Y es un acto intelectual que implica un lenguaje muy complejo, muchas veces. Cuando pensamos esta muestra buscamos interpelar al usuario desde la cualidad específica de la arquitectura y que lo toque a partir de la piel, que pueda sentir el espacio.
Martín Huberman
–En ese sentido, la construcción de un departamento de 18 metros cuadrados, ¿seguiría este curso de pensar la arquitectura como inversión?
–Esa parte de la muestra intenta hacer ver cómo el código de construcción urbana regula la forma en la que vivimos y cómo ese código por lo general deja agujeros. Tratamos de visibilizar las agendas que están ocultas en la redacción del código. Hay una agenda política que intenta que la ciudad duplique su población, pasar de tres millones a seis millones de habitantes en una situación de poca accesibilidad al crédito para la vivienda que produce que prolifere en Buenos Aires la vivienda mínima, que hoy cuesta entre cien y ciento veinte mil dólares para un monoambiente de 27 metros cuadrados. Con esta nueva tipología aún más mínima se especula con que ese precio baje a la mitad. Eso plantea una problemática de orden especulativo inmobiliario donde todo lo que el código regula tiende a lo mínimo, no hacia la calidad del espacio. Para el desarrollador está bien porque donde antes podía poner dos monoambientes sobre la fachada hoy puede poner tres monoambientes. Y el usuario no lee el código: por ejemplo, el esquema de ventilación no es fácil de comprender para quien no fue educado en las disciplinas de la arquitectura y el diseño. Por eso decidimos construir el modelo "1 en 1" para que la gente entienda la espacialidad, la sienta y se dé cuenta de qué es lo que se viene en el futuro inmediato.
–Eso significaría aumentar una población de Buenos Aires que permanece en tres millones desde hace décadas.
–Por primera vez en la historia de la humanidad, y desde hace alrededor de cinco años, la población urbana es mayor que la rural. Hoy la ciudad es el mecanismo esencial y necesario para la vida de las personas. Es estratégico. Tener un hospital a cinco cuadras es mucho mejor que tenerlo a cincuenta kilómetros. Tener el colegio a tres cuadras que a veinte kilómetros.
–Pero una perspectiva de esta naturaleza plantea una reforma de la ciudad en términos de transporte, energía, todo…
–Si no se regula en pos de esa perspectiva, como sucede con los códigos que se aprueban hoy, queda la posibilidad de no enfrentar las problemáticas a futuro. Se trata de plantearse los problemas que puede generar este tipo de regulaciones. La unidad de 18 metros cuadrados, de 21 metros cuadrados al incluir el baño, plantea el problema de que no va a entrar toda la vida del usuario ahí. Pero la ley no regula sobre dónde se va a tener que hacer toda esa otra vida. La ley no pone los lugares de reunión, de estudio, para guardar la bicicleta. Lo mismo pasa con la basura o con las políticas de compra excesiva de aires acondicionados sin una política energética que acompañe ese aumento del consumo. O el crecimiento de la cantidad de autos. Los chicos del estudio Fram investigaron el plan Procrear y concluyeron que para acceder a esos créditos en los casos estudiados implicaba cambiar la vida entera, dejar la ciudad e ir a los suburbios. Todos los casos implicaban una mudanza a más de 40 kilómetros de donde vivían originalmente, por el precio de los lotes. Era una herramienta de gentrificación. Es necesario que los arquitectos y diseñadores tomemos una posición, participemos de una agenda sobre lo que está pasando y lo que va a pasar.
–El problema de la gentrificación es doble, porque por un lado expulsa habitantes de ciertos espacios de las ciudades que, por otro lado, son tomados por sectores más pudientes.
–La videoinstalación de CCPM que trabaja sobre la ley que permite que usuarios habitacionales, comerciales o industriales puedan producir energía, inyectarla a la red y que les paguen por eso genera un escenario similar a ese. La ley regula esa posibilidad pero no las intermediaciones de los usuarios. La video instalación toma a la Vuelta de Rocha, que está justo frente a Proa, como un escenario posible de estos conflictos. Donde la ley dice que se pueda generar energía, del mismo modo que la superpoblación de aires acondicionados también supusiera que se le tirara todo el calor al aire de la ciudad, se podrá usar la medianera para poner un panel solar pasando por encima del vecino, que quizás también tenga un panel solar. Y cuando se sanee el Riachuelo, un río abierto de carácter urbano, habrá una estructura de conflicto especulativo.
–Los videos de CaZa plantean una crítica interesante y divertida sobre los departamentos mínimos.
–Hicieron un relevamiento sobre cómo los medios levantaban la noticia sobre estos departamentos de 18 metros cuadrados. Usaron frases publicadas en diarios y revistas como: "Es una vivienda para aquel que sólo ve Netflix y come delivery". Ellas diseñan entonces una tipología frente a esa frase, que muestra cómo los medios cancelan el conflicto que estas unidades mínimas plantean. Esos departamentos no están pensados para una familia, pero si eventualmente se crea una familia y sus habitantes no tienen recursos para mudarse, se las van a ingeniar para colgar la cuna en algún lugar. Con un diseño más sofisticado, se va a generar el hacinamiento que existe hoy, por ejemplo, en una villa miseria. Entender los conflictos genera nuevas miradas sobre estas leyes que regulan el universo de la ciudad. No nos podemos hacer los boludos y sólo ejercer nuestro conocimiento para la realización de los escenarios que marca la ley, sino también intervenir.
Dentro de nuestras casas, fuera de ellas, sobre nuestra piel. El diseño está presente en todo momento.
Aunque no siempre lo veamos, el diseño está. Dentro de nuestras casas, fuera de ellas, sobre nuestra piel. Esto es lo que parece decirnos la muy buena muestra Diseño en acción en Fundación Proa, que a través de una serie de imágenes, prendas y objetos pone en evidencia su presencia en la vida cotidiana, a la vez que ofrece una mirada crítica. Tres ejes temáticos y tres curadores para adentrarnos en el diseño contemporáneo y pensar en el pasado, el presente y el futuro que queremos.
Bajo la mirada curatorial de Martín Huberman, quien convocó a un grupo de arquitectos, diseñadores y artistas, el urbanismo se pone en cuestión a partir del análisis de tres leyes recientes: la nueva de Edificación de la Ciudad de Buenos Aires, la de Basura Cero y la de Generación Distribuida (esta última vinculada a la producción de energía por parte de los usuarios).
La forma comunica. Un objeto es a la vez un hecho estético y político.
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Para hablar de la primera, nos encontramos, por ejemplo, con una montaña de electrodomésticos en color celeste apoyada sobre una de las paredes exteriores de un monoambiente de 21 m2 –maqueta en escala real para ingresar y recorrer– en la sala. La instalación realizada por FRAM arquitectos evidencia todo lo que podría quedar afuera de nuestro hogar con la nueva ley, que permite construir una vivienda de esa superficie, cuando hasta entonces no podía ser de menos de 27 m2. El cada vez más reducido espacio aceptable para vivir supone un problema para quien lo habita y para el espacio público, el cual deberá absorber las actividades casi imposibles de hacer en tan escasa superficie.
Las posibilidades presentes y futuras que ofrecen las nuevas tecnologías como el diseño computacional y la impresión 3D también son ejes de la muestra.
“Bajo el slogan “Vivir mejor es Ley” la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires pone en rigor la absoluta influencia que la legislación tiene sobre nuestra calidad de vida. Sin embargo, las leyes no se discuten ni se redactan en lenguajes accesibles, sino en formalismos legales que en ciertos casos ocultan agendas especulativas y políticas. Mediante títulos efectistas es que aparece el primer intento por subsanar esa distancia representativa”, escribe Huberman.
En el último piso, un ambiente en penumbra permite focalizar la atención en la indumentaria exhibida en el eje Políticas de la Moda, con curaduría de María Laura Carrascal. Libertad para transitar el cuerpo y la sexualidad, posibilidades de innovación científico-tecnológicas, preocupación por el medioambiente y condiciones dignas de trabajo son los ejes que destacada la curaduría en la selección de diseñadores. La túnica en voile de algodón estampada con bioplástico de Chain, el mono amarillo transformable de Kostüme, el conjunto en neoprene liviano en azul metalizado de Nous Etudions, el bolero de caucho de Muta, son algunas de las prendas que nos sitúan en este universo, a lo cual se suman las fotografías de VAL&MUSSO con modelos que las visten.Al respecto, la Ley de Basura Cero plantea desde su título la posibilidad de que en algún momento dejemos de producirla y, según el curador, simplifica y hasta invisibiliza el problema sobre aquello que generamos a diario. En una pared de la sala de exposición encontramos dibujados dos contenedores de basura, uno encima del otro y, delante de ellos, sobre el piso, todo tipo de objetos desechados. Esta instalación, Vereda, realizada por el estudio de diseño HUESO, da cuenta de un paisaje, lamentablemente, bastante frecuente en la ciudad.
Fotografías, videos, instalaciones, objetos, ilustraciones, permiten en este primer núcleo reflexionar, así, sobre la ciudad en la que vivimos y en la que podríamos vivir a partir de los señalamientos y la mirada crítica de estos profesionales del diseño.
Proa tapa
Luego nos adentramos en el Horizonte cerámico, con la curaduría de Olga Martínez. Artistas, diseñadores, artesanos e ingenieros presentan objetos y procesos, su expresión individual en el hacer, las posibilidades presentes y futuras con las nuevas tecnologías como el diseño computacional y la impresión 3D. Leila Córdoba crea una “paisaje” de 400 piezas de yeso y cerámica blanca bizcochada, esmaltada y cruda, donde los objetos inertes parecieran, sin embargo, cobrar vida. Las delicadas y atractivas obras en papel y las piezas en cerámica de Ruth Gurvich (teteras, tazas, jarrones y más) conviven en cercanía con los planos técnicos, las imágenes digitales, el muestrario de color, el pigmento en polvo y los modelos impresos en 3D de la taza de SaV Ceramics. En tanto, en el centro de la sala se sitúa la instalación Site-specific Húmedo, de Santiago Lena, como un alargado cráter donde la arcilla amasada y la tierra negra subrayan el trabajo manual. En oposición, la máquina de impresión 3D diseñada por José Huidobro para hacer obras en arcilla, nos advierte sobre las nuevas posibilidades de la industria.
Una sala, como sostiene Carrascal, que “pretende demostrar que la configuración del estilo personal confronta la noción de tendencias, desenmascarando su objetivo: el consumo irracional y desmedido”. La vestimenta, como lo recuerda, es otra forma más de hacer política.
La presente exposición nos habla entonces no sólo del diseño como la forma estética y la funcionalidad de lo que nos rodea y utilizamos. Nos habla también de cómo en el diseño se ponen en juego ideologías, políticas, desarrollos económicos e industriales de un país, identidades individuales y colectivas, definiciones de ciudadanía, de épocas y más.
La muestra revela cómo en el diseño se ponen en juego ideologías, políticas, desarrollos económicos e industriales de un país, identidades individuales y colectivas, definiciones de ciudadanía, de épocas y más.
En el inicio de este recorrido, una línea de tiempo sintetiza los hitos de esta historia en la Argentina. El comienzo se sitúa en 1871 con la mención de la Exposición Nacional de Córdoba, considerada el primer intento por vincular a las artes y la industria en el país. Y se cierra con los 50 años del Instituto Municipal de Cerámica de Avellaneda que se cumplen en estos días. En medio, nuestra historia, con sus aciertos y desaciertos.
Diseño en acción. Intersecciones contemporáneas Urbanismo-Indumentaria-Objetos.
Dónde: Fundación Proa. Av. Pedro de Mendoza 1929.
Cuándo: Hasta el 9 de junio de martes a domingos de 11 a 19. Los lunes y el 1 de mayo cerrado. Martes: estudiantes y docentes, sin cargo. Menores de 12 años y personas con discapacidad, sin cargo.
DISEÑO EN ACCIÓN. Intersecciones contemporáneas
Medioambiente, nuevas tecnologías y confrontación del binarismo de género son ejes representados en la muestra Diseño en Acción. Intersecciones contemporáneas, en PROA hasta el 9 de junio. Conversamos con la licenciada en Bellas Artes y docente de la Universidad Nacional de Rosario María Laura Carrascal, quien fue la encargada de seleccionar las obras referidas a indumentaria, mientras Martín Huberman y Olga Martínez se ocuparon de la curadoría de las secciones de urbanismo y objetos.
Una de las obras de KOSTÜME en la muestra Diseño en Acción. Intersecciones contemporáneas, en PROA hasta el 9 de junio. Foto: PROA.
El consumo consciente se pone en el centro de la escena de la exposición, para permitirse reflexionar sobre el impacto social, y ambiental, del ¿simple? hecho de vestirse: ¿qué ropa elegimos comprar? ¿Quién, al fin y al cabo, termina pagando “lo barato” de esas ofertas increíbles? Es decir, ¿a costa de quién o quiénes alguien puede vender una ganga súper económica? ¿En qué lugar nos deja como consumidores elegir ese producto que dice “Hecho en Bangladesh”, o en el silencio de un taller clandestino?
María Laura Carrascal, la curadora de indumentaria de la muestra en PROA.
Sobre esto, María Laura dice a Clarín: “Los talleres clandestinos se encuentran en países como la India o ubicados en barcos en altamar –donde se produce para pagar todavía menos impuestos–, y también pueden estar a la vuelta de nuestras esquinas. La globalización nos integra en aspectos positivos y en las experiencias más nefastas, pero si somos conscientes de esta situación, pensaremos con más detenimiento a la hora de comprar en función de necesidades concretas, y no por el solo hecho de aprovechar una oferta. Por otro lado, hay muchas marcas que venden a altísimos precios y producen sus prendas y accesorios a bajísimos costos; los mismos consumidores están al tanto, pero siguen comprando y, ante eso, no puede hacerse nada”.
Pablo Ramírez Colección Ego-Lógica, 2019. Vela y soporte Vela a base de aceite de cocina reciclado y estearina, soporte en chapa de acero con corte láser; 8 x Ø8 / 10 x Ø6 / 6 x Ø8 cm. Colaboradores: Pedro Percivaldi, Camila Sugameli. Foto: PROA.
Y agrega: “Tener un posicionamiento crítico sobre estas situaciones tiene que ver con la empatía con un otro que no conocemos pero le damos entidad en cuanto a que es un ser humano con derecho a condiciones dignas de existencia como las que pretendemos para nosotros y nuestro entorno afectivo”.
De Lucía Chain. Una de las obras de la muestra Diseño en Acción. Intersecciones contemporáneas, en PROA hasta el 9 de junio. Foto: PROA.
Marina Gryciuk. Vestibles, 2018. Estructuras para el cuerpo realizadas en cestería textil. Foto: PROA.
La vestimenta como forma de hacer política. La elección no es distraída ni inocente. Estampas que se suceden y quedan, temporada tras temporada, en el fondo del placard para ser desechadas tiempo después porque ya no se adecúan a los parámetros de moda del momento. Consumismo voraz que nos presiona a sentirnos en offside si andamos con un modelo de taco o un tiro de pantalón que ya “no se usa”. En esta sala, esta fiebre del consumo se confronta con la mirada personal de los artistas: “Los creadores seleccionados sólo se atienen al calendario climático, recurriendo a materiales propios de estación y haciendo persistir su impronta personal. Sus procesos de trabajo apuntan al empoderamiento ciudadano y se proyectan en un individuo con responsabilidad social, que elige cómo se vincula con el mundo y despliega con su vestimenta otra forma más de hacer política”, dice Carrascal, quien investiga las relaciones entre el campo de la plástica y de la moda desde hace una década.
NOUS ETUDIONS (Romina Cardillo). Colección Ego-Lógica, 2019. Compostera doméstica. Estructura de acero fabricada mediante corte láser, contenedores de acero inoxidable y detalles en plástico; h43 x 45 x 34 cm. Colaboradores: Pedro Percivaldi, Camila Sugameli. Foto: PROA.
En tiempos de crisis, ¿moda sustentable y responsable es compatible con lo económicamente accesible? Nos responde María Laura: “Todos tenemos que disponer de algo de dinero si vivimos en una sociedad capitalista, pero creo que se puede combinar el concepto de lo sustentable y la moda con propuestas accesibles económicamente. Para ser consciente con el planeta no es excluyente tener mucho dinero, pero sí supone una perspectiva intelectual que reconozca que la mayoría de las veces compramos cosas no por necesidad, sino por la pulsión a la que nos induce el sistema. Si sacamos la cuenta de lo que tenemos en relación a lo que usamos, nos sorprenderíamos y, además, nos daríamos cuenta que muchas veces invertimos mal nuestro dinero comprando muchas prendas de mala calidad en relación a poder hacer una selección de diseños que respondan a nuestra estética y a nuestra forma de pensar. Poco pero bueno y no mucho malo o, dicho en otras palabras, menos es más”.
Matías Hidalgo. Prototipo para Niña Kid-Folk, 2019. Colección cápsula. Jardinero Pezuña con accesorio para calzado desmontable, mochila de recolección, capucha pañuelo, chaleco y top tejido. Cuero metalizado, algodón y técnicas mixtas. Alianza rubro cuero y accesorios: Florencia Guardia. Foto: PROA.
Slow fashion en cápsulas: NOUS ETUDIONS
Romina Cardillo fundó en 2014 Nous Etudions, marca que fue seleccionada en el London Fashion Week gracias al concurso “Ones to Watch” dependiente del Fashion Scout, una plataforma que selecciona talentos emergentes. Su apuesta por el slow fashion (que plantea la creación de diseños de manera sustentable que no dañen al medio ambiente a partir del respeto por los trabajadores, por los productos utilizados y la no generación de desperdicios de manera excesiva) la llevó a elaborar colecciones “cápsula” -en ediciones limitadas- en lugar de temporadas de invierno o verano; entre ellas, se encuentra una inspirada en la Antártida Argentina que recupera sus colores y texturas. La confección de prendas genderless, que apuesta a vestimentas que puedan ser llevadas por cualquier persona, se combina con un interés en la experimentación con biotextiles elaborados a partir de la kombucha, una bebida a base de té negro y azúcar fermentada a partir de la acción de microorganismos.
KOSTÜME
Camila Milessi y Emiliano Blanco fundaron la marca Kostüme en 2001 y establecieron su local en Palermo Viejo. En 2015 desarrollaron la marca Vulk, una línea de gafas (ópticas y de sol) que tomaba como punto de partida los anteojos utilizados por el arquitecto suizo Le Corbusier. Inspirados en sus ideas modernas crearon esta colección unisex. Su producción continúa la línea genderless (moda sin género) y mantiene su objetivo comercial sin perder el espíritu de la experimentación conceptual.
VANESA KRONGOLD
Hacia 2010, una vez terminados sus estudios en Moda y Diseño Textil, comenzó con su marca, que surgió como resultado de sus intereses en la imagen, en particular, en fotografía y collage. Su primera colección, Paraíso Google, fue presentada en 2012, y desde ese momento exhibe sus diseños en eventos nacionales e internacionales, como Buenos Aires Fashion Week, donde su propuesta combinaba el bordado a mano y el sublimado, técnica que le permite estampar cualquier imagen proveniente de una computadora. Recientemente fue invitada por Vogue Italia para mostrar su colección invierno 2019 durante la semana de la moda en Milán.
MUTA
Gimena Galli nació en 1990 en Rosario, donde vive y trabaja. Se formó como técnica en Diseño y Producción de indumentaria y actualmente está a cargo de un taller textil en un centro de día y coordina grupalmente el taller de experiencias textiles “El Enredo” en el Penal de Mujeres Unidad N° 5 de Rosario. En 2015 inició su emprendimiento MUTA de diseño y producción artesanal de accesorios con materiales reciclados (caucho de cámaras de neumáticos usados y latas de bebidas). Recientemente realizó una colección completa de vestidos y vestuarios artísticos. En esta ocasión se inspiró en la indumentaria y contexto de los años 40, asociando al material con la austeridad de esa época.
Ramírez
Debutó con su marca, Pablo Ramírez, en el nuevo milenio Su primera colección, “Casta”, consistía en vestimentas negras que cubrían el cuerpo de pies a cabeza. En 2005 fue elegido como uno de los 100 diseñadores más influyentes a nivel internacional por la editorial Phaidon en el libro Sample: 100 Fashion Designers - 010 Curators. Sus diseños son exhibidos anualmente en desfiles en diferentes lugares del mundo; se caracterizan por el uso del negro y creación de prendas ajustadas que pueden marcar tanto la silueta de la mujer como la del hombre. En 2016 participó de la muestra “Magia Negra” con curaduría e investigación de María Laura Carrascal.
La relación entre el diseño y otras manifestaciones del arte viene de lejos y está recubierta por un entramado rico y complejo de cuestiones que, cada tanto, se actualizan. De la mano de Tomás Maldonado, las discusiones argentinas sobre las características artísticas del diseño y sobre sus potencialidades para licuar el imperativo estético de una época superando las fronteras entre arte, diseño y política animaron la vida cultural de Buenos Aires en la década del 40 del siglo pasado. Por su carácter social, íntimo y particularmente cotidiano el diseño no podía subalternizarse frente a formas supuestamente superiores del arte, como la pintura o la escultura. La discusión se cerraba con una sentencia inexpugnable, todas las formas creadas por el hombre tienen la misma dignidad.
FRAM Arquitectos (Franco Riccheri, Agustín endiondo). “Nueva Unidad Mínima”, 2019. Perfiles de chapa galvanizada, placas de roca de yeso, pintura acrílica, selección de objetos domésticos pintados.
La importancia social del diseño y su capacidad para involucrarse con otras dimensiones de la experiencia son el centro argumental de la actual exposición de la Fundación Proa. Bajo el título El diseño en acción. Intersecciones contemporáneas, la propuesta es al mismo tiempo una jugada conceptual y artística.
Las intersecciones entre arte y política, no siempre expuestas con la franqueza necesaria, encuentran en esta exhibición una reinscripción virtuosa y experimental que, a un tiempo, no se desentiende del objetivo central de difusión artística que legitima a la institución. Lograr esta conversación no es siempre sencillo y la muestra de Proa lo logra con creces, apelando a la inteligencia.
El diseño en acción se divide en tres espacios expositivos que responden al hilo común pero se independizan en la búsqueda de respuestas rastreando posibilidades, prácticas y soportes distintos.
En la planta baja, recibe al visitante una exhaustiva línea de tiempo realizada por Larisa Mantovani en la que, a modo de guión general de la exposición, se detallan los momentos relevantes y los hitos históricos y culturales del diseño argentino, teniendo en cuenta dimensiones convergentes como la aparición de las escuelas técnicas, la profesionalización universitaria del diseño y su relación con el mercado. Esta aproximación pedagógica, todo un clásico en Proa, ayuda al espectador a ordenar el recorrido y darle un sentido cronológico a lo que vendrá.
Leila Córdoba. “Preproyecto”, 2019 (detalle).
En las otras salas de la misma planta, Martín Huberman y Olga Martínez trabajaron la curaduría desde las perspectivas de la arquitectura y de la cerámica, respectivamente.
El espacio dedicado a lo arquitectónico y urbanístico es el más complejo de la exposición y se encuentra unido por un interrogante central. Tomando tres leyes de mucha influencia sobre el uso del espacio, la habitabilidad y el manejo de los residuos, la pregunta gira en torno a la relación entre la realidad y la ley. Esta sección de la muestra problematiza el código urbano y el tratamiento de la basura mostrándolos en su desnudez, lo que significa por un lado exhibir sus costados débiles, pero al mismo tiempo observarlo como una respuesta a las novedades sociales, demográficas y urbanísticas. La serie de fotografías de CAZA Estudio + MAPA mostrando las potencialidades y los límites de los departamentos que cumplen los requisitos mínimos de medidas fijadas por la ley, son al mismo tiempo una demostración de creatividad y una evidencia del absurdo.
Santiago Lena. “Húmedo”, 2017-2019 (Nueva versión). Arcilla amasada y tierra negra. Instalación Site-specific; 50 x 80 x 500 cm.
Otra obra, la de Fernando Schapochnik, es la que en mejor grado combina la preocupación conceptual del curador con la resolución artística. Una serie de fotos tomadas desde arriba a un grupo de ocho volquetes con distintos tipos y cantidad de basura se une a un video en el que el artista sigue el rastro de su propia basura mostrando en esa trazabilidad el recorrido y la perdurabilidad de lo que cada uno de nosotros desecha. La combinación de los soportes y la idea visual de esta obra es una hermosa síntesis de lo lograda que está la exposición en Proa.
Olga Martínez explora otra faceta del diseño. Enfatiza más sobre lo material, en este caso la cerámica, y demuestra su ductilidad y su condición relacional frente a lo real cotidiano. La elección de la curadora cubre el amplio espectro de posibilidades del material, desde lo ancestral hasta la incorporación de tecnología más sofisticada en 3D. Dos obras destacan desde el punto de vista artístico. Leila Córdoba trabaja un verdadero espectáculo de cerámicas. Su presentación en horizontal y en el piso le da una profundidad visual interesante y la composición de la obra sugiere un paisaje, con sus diferencias de tonalidad, texturas y brillos que son los mismos que los de la naturaleza. La obra es, al mismo tiempo, una relectura de los problemas originales. La convivencia de utensilios y vajillas más comunes con figuras abstractas y hasta con construcciones oníricas se repregunta sobre la utilidad del diseño y sobre el alcance de su valor estético.
En un plano bien distinto, la obra del versátil Santiago Lena, de título “Húmedos”, apela a un tratamiento más originario del material y su resolución visual resulta muy diferente. El espectador puede recorrer la obra, reconocer su humedad y hasta sentir de algún modo su vitalidad y su relación con el espacio de exposición. De hecho hay actualmente una obra de la misma serie en la muestra La marca original en el CCK y las diferencias de luz ambiental proponen al espectador dos experiencias bien diferentes.
La muestra continúa en la planta alta, con una serie de trabajos basados en el diseño de indumentaria. Las inquietudes a las que responden las obras son, en este caso, ambientales, biotecnológicas y de género. Los diseños intentan dar cuenta del amontonamiento de dificultades generadas por el proceso antropocénico de domesticación de la naturaleza y logran dar soluciones estéticas y de sustentabilidad.
La curaduría de María Laura Carrascal logró un hilo muy interesante que es el de mayor visualidad de la exposición y el espectador, con solo entrar en la sala, se encuentra en medio de un ambiente hipnótico. Los distintos trajes, la diferencia de los materiales y la fuerte paleta de color genera un espacio plástico independizado de lo conceptual y que se encuentra reforzado muy inteligentemente por tres pantallas de video a tamaño casi natural en el que se suceden imágenes móviles de modelos posando con distintas vestiduras.
La obra de Lucía Chain, siempre experimental, resume la propuesta combinando criterios estéticos, prácticas sanas y conceptos contemporáneos. Sus teñidos orgánicos tienen una terminación impecable y la idea de ropa biodegradable que se entierra cuando no se usa más y se integra en la tierra, es al mismo tiempo un arte y una filosofía.
Kostüme (Camila Milessi, Emiliano Blanco). “Murphy”, 2019. Mono transformable en gabardina de algodón racleada.
Camila Milessi y Emiliano Blanco, de Kostume, presentan un enterito sin género y multifuncional. Se trata de una prenda intercambiable y móvil, con partes que se separan y se convierten en otra cosa. El diseño es cuidado y el amarillo impactante del modelo presentado en PROA genera, en contraste con los maniquíes negros, un efecto visual interesante.
Como es costumbre, la muestra de Proa se activará con distintas charlas y debates con especialistas e investigadores, lo que refuerza el rol del espacio en la comunidad y su potente impronta de intervención.
Diseño en acción. Intersecciones contemporáneas.Lugar: Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929. Fecha: hasta el 9 de junio. Horario: martes a domin, 11 a 19.Entrada: $100; est., doc. y jub., $80.
La nota es el "boom" de los microdepartamentos. El móvil en vivo de la televisión recorre (aunque bastaría con quedarse parado) el escaso monoambiente inaugurado en Almagro. El periodista habla de una tendencia que se da en las principales capitales del mundo y que se empieza a aplicar en Buenos Aires con "muchísimo" éxito. Al lado de él se encuentra el constructor, quien después de extenderse sobre la "conveniencia" de tener todo cerca, entrega una definición sin ruborizarse: "En este espacio tenemos una sensación térmica de 30 metros cuadrados en sólo 18".
Un informe del Observatorio del Derecho a la Ciudad explica que los nuevos Códigos de Planeamiento Urbano y de Edificación "no garantizan cómo compensar las necesidades de espacios alternativos para desplegar todas las necesidades de la vida doméstica", y destaca que "en las nuevas formas de habitar que se presentan con los microdepartamentos de superficie extremadamente reducida, bajo los slogans del co-working y el co-living, se encarna una solución mágica a la necesidad imperiosa de espacios de descongestionamiento del hacinamiento. Pero no existe una normativa que regule estas cuestiones, que quedan en el ámbito de la discrecionalidad de los desarrolladores".
En diciembre del año pasado, la Legislatura porteña aprobó los nuevos códigos, habilitando la construcción de microambientes mínimos, de hasta 18 metros cuadrados, sin contar el baño. Hasta la reforma, impulsada por la gestión de Horacio Rodríguez Larreta, el tipo de unidad con sólo un ambiente debía tener por lo menos 29,30 metros cuadrados cubiertos.
Ante las muchas críticas que generó la ley, destaca la de las personas con discapacidad o movilidad reducida, que provocó que sólo la mitad de las unidades de un mismo edificio queden autorizadas a tener esas medidas.
El documento del Observatorio, que lleva las firmas de Federico Kulekdjian, Sandra Sánchez y Jonatan Baldiviezo, advierte que en México, por ejemplo, la tendencia a construir viviendas mínimas persiste "a pesar de los riesgos que representa para la salud de los habitantes".
"El hacinamiento –detalla el informe– es uno de los factores que más influye a nivel psicológico. Cuando alguien quiere estar solo y no tiene dónde, representa una presión muy seria. En espacios reducidos, la convivencia se vuelve hostil ante la falta de privacidad, y los habitantes de estas pequeñas viviendas pierden los límites de interacción con los demás en un intento por evitar alteraciones, con lo cual se vuelve, entonces, una pelea por el espacio".
En el mismo sentido, el documento titulado "Hacia una vivienda saludable", de la Organización Panamericana de la Salud, describe a la vivienda como "el lugar donde pasamos la gran mayoría de nuestra vidas" y recomienda que "las cocinas deben estar bien ventiladas y los lugares de preparación de alimentos no deben estar cerca de los lugares de dormir, ya que contar con espacios separados genera bienestar y seguridad a los integrantes de la familia".
Para Baldiviezo, tanto el Código Urbanístico como el de Edificación "fueron formulados con y para los desarrolladores, para su seguridad jurídica y para garantizar futuros negocios inmobiliarios".
Inhabitables
A través de la muestra "Diseño en Acción, Intersecciones contemporáneas", que se exhibe en la Fundación Proa, un grupo de arquitectos y arquitectas se propuso mostrar cómo la nueva normativa impacta no sólo en la manera de diseñar, sino, sobre todo, en la forma de vivir. El resultado sumó una mirada crítica.
"Te muestran que la vida en estos espacios es más sencilla, despojada, pero no te dicen lo que se pierde en el camino; en primer lugar, la capacidad de ocupar el espacio como a uno le gustaría en realidad. Nosotros planteamos que la vivienda propia no es sólo para uno, sino un espacio social: la persona interactúa con su círculo más cercano. Lo que te venden es cumplir las funciones mínimas del ser humano: comer, dormir e ir a trabajar. El ocio no existe, el vínculo social tampoco, quedan anulados en esta concepción", dice a Tiempo María Zamtlejfer, fundadora junto con Nina Carrara de Caza Estudio. Ellas, junto con la renderista Inés Molinari, crearon cuatro ejemplos de viviendas a partir del "desarrollo de una nueva tipología mínima habitable".
"Sólo técnicamente son habitables –remarca Carrara–, porque un humano puede adaptarse si es a lo único a lo que puede acceder, pero el tema es bastante más complejo: te obliga a hacer un montón de actividades fuera de tu casa. Para comer o juntarte con otras personas, tenés que salir, y eso termina siendo más costoso. Por eso decimos que son unidades inhabitables".
Ambas explican que quisieron evitar una crítica basada en la subjetividad, y para eso se valieron de una recopilación de notas periodísticas, publicidades de inmobiliarias y todo lo "que se estaba produciendo en relación al tema".
"Nos encontramos con un montón de material que sólo hablaba de la potencialidad de esos espacios, notas esponsoreadas, de gran alcance, como las que aparecieron en Clarín o La Nación, que enaltecían algunas virtudes, pero si las leías fuera de ese contexto que buscaba reforzar lo positivo, el contenido se volvía negativo", explica Zamtlejfer.
"Parece una navaja suiza hecha inmueble", "Si cocinas, el olor dura días" y "No queríamos la rigidez de un comedor, aunque a veces se extrañe", son apenas tres comentarios que pretenden ser favorables y que influyeron en el armado de la muestra. Para las arquitectas, "no son espacios habitables, no existe el equipamiento permanente, no hay una mesa, una silla, eso es imposible de sostener en el tiempo".
"Cuando uno plantea el problema de la vivienda social –concluye Zamtlejfer–, se dice que lo único que se necesita es un techo. En la teoría puede ser así, pero en la realidad, ¿cuántas cosas perdiste en 18 metros cuadrados? Esta normativa no mejora la calidad de vida de las personas. Simplemente está planteada para favorecer el negocio inmobiliario". «
Casas más chicas que celdas
Con el nuevo Código de Edificación sancionado por la Legislatura, el bidet y la bañera, clásicos de la arquitectura sanitaria porteña, dejaron de ser obligatorios. La culpa tal vez sea de la arquitectura oriental.
Tal como destaca el informe del Observatorio del Derecho de la Ciudad, la corriente "metabolista" tiene una larga tradición en experimentaciones de superficies mínimas. "Actualmente, en Hong Kong vivir en departamentos de 5 metros cuadrados empezó a surgir como solución ante las dificultades de acceso al mercado –explica Jonatan Baldiviezo–. Estas unidades habitacionales tienen superficies más pequeñas que las asignadas a un presidiario en una cárcel de la misma ciudad, y apenas cuentan con cocina, un baño y una cápsula para dormir. El Consejo de Servicios Sociales de Hong Kong está estudiando la posibilidad de convertir contenedores en viviendas temporales."
La reforma en la Ciudad de Buenos Aires también permite que la vivienda para el encargado sea optativa en edificios de menos de 15 departamentos, donde podrá ser reemplazada por un vestuario. Esta medida, según los promotores de estos ínfimos espacios, provocará una reducción de los gastos comunes del consorcio.
"Un monoambiente en Almagro, por ejemplo, cuesta entre 75 y 80 mil dólares. Y un microdepartamento está en 55 mil dólares y viene totalmente equipado, con cama, muebles de cocina y sillón incorporado", explicó Pablo Brodsky, director comercial de Predial Propiedades, la desarrolladora que proyecta construir 13 edificios sólo de este tipo de unidades.
Como todas las manifestaciones humanas, la arquitectura y el diseño también pueden ser vistos como expresiones políticas. Toma de partido, interpelación a las leyes establecidas, militancia de género y por el medio ambiente. Por ahí pasan las intenciones de Diseño en Acción. Intersecciones contemporáneas, la muestra que puede verse en Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929) hasta el 9 de junio.
Aunque los límites entre disciplinas puedan resultar difusos, en verdad la propuesta se divide en tres y posee tres curadores distintos. Desde el urbanismo y la arquitectura, Martín Huberman hace foco entre lo legislado y la vida real, la norma y la creatividad, en base a tres leyes recientemente sancionadas: la Ley de Basura Cero, el Nuevo Código de Edificación de la CABA y la Ley de Generación Distribuida. Olga Martínez, toma el quehacer artesanal y propone reconocer la cerámica en los objetos cotidianos. Por último, María Laura Carrascal indaga en el diseño de indumentaria desde la sustentabilidad, las nuevas tecnologías y la confrontación del binarismo de género.
“Hacia una agenda” es el nombre elegido por Huberman para pensar la arquitectura y el diseño como una respuesta a los escenarios cívicos contemporáneos. El curador se propuso que los participantes fueran jóvenes (la edad promedio es 31,6 años, apunta con precisión matemática) y que hubiera un 50 y 50 a nivel género (cosa que no pudo lograr).
“Me interesa trabajar con arquitectos y diseñadores que están en los primeros pasos de la carrera -explica- porque la idea es dejar huella, que este sea un punto de partida.” Además, Huberman revela que esta fue una curaduría propositiva, porque no hay mucha gente investigando como para elegir entre lo que está sucediendo. “Así se abrió una estructura de investigación conjunta, más transversal, que va generando un vínculo, un grupo de trabajo”, se entusiasma.
Vereda. Los integrantes de HUESO confrontan lo ideal y lo real del tratamiento de residuos
A partir de las tres leyes elegidas, Huberman propone una reflexión acerca de la disciplina a partir de los cruces entre espacio doméstico y urbano. En las instalaciones, videos y fotos se verifican las tensiones entre el espacio público y el privado, la preocupación por el destino de la basura, el desafío de la sustentabilidad y las transformaciones urbanas.
No bien se ingresa a la sala 2 (la 1 está dedicada a una línea de tiempo que pone contexto sobre el desarrollo del diseño local)se hace evidente el contraste entre el adentro y el afuera. Bajo la irónica consigna “Del monoambiente al ‘medioambiente’”nos topamos con la unidad mínima de vivienda autorizada por el código, 21 m2, obra de FRAM. Es un cubículo vacío, donde las funciones están escritas en el piso y en las paredes, que permite explorar espacial y corporalmente las nuevas dimensiones que busca imponer el futuro. “Bajo la excusa de la accesibilidad económica se busca duplicar la cantidad de habitantes de la CABA de 3 a 6 millones en pocos años”, dice el curador. ¿Qué pasa con lo que queda afuera? ¿Con lo que no entra?A un costado, apiladas en un site specific quedan el televisor, ropa, zapatos, libros... Todo lo que vamos a desechar en nuestro nuevo modo de habitar se derrama sobre el piso de la sala e invita a pensar de qué manera el espacio impacta en nuestra vida personal.
CAZA Estudio + MAPA trabajaron sobre esos 21 m2 e imaginaron distintas propuestas que se visualizan en una pantalla:oficina de día, hogar de noche; diseño componible y flexible para el máximo confort;un espacio con pantalla y anafe para un usuario que solo lo habita para mirar Netflix y pedir delivery para comer.
Modelo Netflix. La unidad de habitación pensada por CAZA Estudio + MAPA, dedicada a quienes sólo ven Netflix y piden comida por delivery.
También sobre la normativa urbana trabaja el arquitecto y fotógrafoJavier Agustín Rojas, quien despliega en Aire y Luz una serie de imágenes sobre medianeras, aquellas que Clorindo Testa destacaba como lo más representativo de Buenos. Todas ellas fueron intervenidas por los vecinos, que calaron ventanas más allá de lo permitido. Rojas desmenuza el entorno para evidenciar las mediaciones entre lo doméstico y lo legislado; la tensión entre el ideal de la norma y el uso que proponen los habitantes. Nos muestra cómo el espacio urbano termina de tomar forma en base a la obediencia y desobediencia de lo legislado. Con un toque de humor muestra las transformaciones del vecino, y cómo la vivienda se transforma en un territorio de disputa entre el orden público y el privado.
Los caminos del descarte como el lado B del consumo aparecen vinculados a la Ley de Basura Cero que, según Huberman, es engañosa ya desde su nombre porque “Basura Cero es un ideal inalcanzable”. Es más, la ley fue modificada recientemente para permitir la incineración de residuos, una práctica muy contaminante. Algo de este ciclo es lo que propone HUESO en Vereda, una ilustración digital, en aerosol, esmalte y acrílico.
Sala dos. La “Nueva Unidad Mínima”, de FRAM Arquitectos convive con la “Colección Eco-lógica” de artefactos diseñados por Números Primos, fotos y videos.
Por su parte , los integrantes de Números primos presentan Colección ego-lógica, prototipos que buscan reformular las prácticas de consumo para hacerlas más sustentables, sin dejar de lado el “diseño cool”. Una compostera de acero inoxidable que no genera mal olor ni atrae insectos, por lo que se puede tener en la mesada de la cocina. Lo mismo que el kit de fabricación de velas a partir de la reutilización del aceite de cocina, o una huerta hidropónica para plantar verduras y hortalizas en un espacio reducido. Y un tacho de basura de papel que obliga a separar residuos secos de húmedos, porque si no se rompe. Así, se cumplen los objetivos del curador: reflexionar sobre el potencial político y experimental de la arquitectura y el diseño. ¿Se puede, a partir de estas disciplinas, modificar las prácticas del tratamiento de desechos?
Justamente, Seis metros cúbicos , una serie de fotos cenitales de contenedores de Fernando Schapochnik muestra los residuos de obras en construcción. Y pone el foco en esa “especie de agujeros negros urbanos”donde los vecinos “hacen arrojar todo lo que les sobra”.
Seis metros cúbicos. Fernando Schapochnik realiza tomas digitales de contenedores, donde se desechan materiales de construcción y demolición.
La mirada de Olga Martínez, en la Sala 3 de Diseño en Acción, la muestra de Fundación Proa, toma la cerámica como punto de partida. La curadora abarca este material que viene desde la prehistoria, desde sus inicios con la arcilla, pasando por el torno y hasta la impresión 3D.
Según Martínez, estas piezas ponen de manifiesto el desborde entre artista, diseñador y artesano. En Preproyecto, Leila Córdobaexpone piezas de yeso y cerámica cruda blanca y bizcochada; mientras que Santiago Lena y Cristian Mohaded presentan RAZA, piezas de alfarería en cerámica gres con fibras vegetales; y SaV Ceramics desnuda todo el proceso de producción; su colección MANDALA está presente desde los planos técnicos, muestrarios de color y hasta impresora 3D. En una dimensión más poética, Ruth Gurvich aporta la sutileza de su serie Lightscape, con la Línea Épure (porcelanas esmaltadas en el interior y líneas pintadas a mano).
Tetera. De la serie Lightscape, de Ruth Gurvich. La artista da vuelta el proceso: la maqueta de papel vegetal, con lápiz y pegamento es lo que se ve; la porcelana va por dentro.
En tanto, Heidi Jalkh se vale de la cerámica bizcochada para armar Cobogó digital, un muro hecho a partir de piezas en yeso tipo París, de factura mecanizada.
Impresa en 3 D. La colección MANDALA, de SaV Ceramics muestra el proceso completo:la impresora, planos técnicos, imágenes digitales, muestrarios de color, moldes de yeso y piezas horneadas
El diseño de indumentaria es protagonista en la Sala 4, Políticas de la moda, curada por María Laura Carrascal. Aquí, diseñadores consagrados y emergentes revisan las nociones de lujo, sustentabilidad, identidad de género e innovación tecnológica. Un bolero de caucho (MUTA) o un mono amarillo transformable (Kostumë) pueden ser usados tanto por mujeres como por varones, lo mismo que el conjunto de neoprene azul metalizado (NOUS ETUDIONS). En la sala, con formas escultóricas que van más allá del cuerpo anatómico (Pablo Ramírez, Marina Gryciulk), se apunta a demostrar que la vestimenta no vale solo desde lo estético sino que también es una postura política.
Seis metros cúbicos. Fernando Schapochnik realiza tomas digitales de contenedores, donde se desechan materiales de construcción y demolición.
Con Lo frágil, efímero, CHAIN (Lucía Chaín) pone en primer plano el compromiso bioambiental. La diseñadora elabora bioplásticos a partir de residuos orgánicos y utiliza descarte de verduras para hacer tintes y texturas.
Así, desde la utilización de materias primas orgánicas, desechos de corte, materiales biodegradables y reciclados, la intención es convertir el hecho de vestir en una práctica ciudadana consciente.
En suma, Diseño en Acción propone desarrollar otros campos profesionales. Establecer una postura crítica y visibilizar conflictos que van más allá de las obras o los objetos que se muestran perfectos. De eso se trata.
Diseño en Acción. La muestra de Fundación Proa permite ver uno de los futuros monoambientes porteños en escala real.
Cómo todavía no hay ninguno construido con esas dimensiones, los únicos que se preguntan cómo se podrá vivir en un espacio tan escaso son los arquitectos. Así fue como Agustín Mendiondo y Franco Riccheri construyeron lo que sería el primer monoambiente con las medidas mínimas del Código, lo hicieron en la Fundación Proa de la Boca. Es parte de la muestra “Diseño en Acción, Intersecciones contemporáneas” que abarca urbanismo, objetos e indumentaria.
No entra todo. Los arquitectos Agustín Mendiondo y Franco Riccheri construyeron un monoambiente con las medidas mínimas que establece el nuevo Código, afuera, representaron todo lo que no entra en ese espacio ínfimo.
El arquitecto Martín Huberman curó la sección urbanismo y propuso una visión crítica de las nuevas leyes de la ciudad. Mendiondo y Riccheri tomaron el nuevo Código de Construcción y construyeron una maqueta en escala natural del monoambiente mínimo que describe el Código. Así de sencillo, el espacio libre de muebles y objetos hasta parece amplio.
Afuera, los socios del estudio FRAM Arquitectos amontonaron una pila de cosas que tendrían que entrar en el espacio y ya parecen demasiadas. “Las medidas mínimas de un monoambiente son, en realidad, el espacio mínimo habitable de hoy, aunque nos parece bastante difícil desarrollar la vida en ese espacio”, dice Mendiondo y es por eso que a la puerta de su instalación en Proa, apilaron todo lo que el Código no tiene en cuenta y es necesario para la vida urbana contemporánea.
Máximo Confort. Un monoambiente con todo al alcance de la mano, un mueble monopoliza las funciones de cocina y guardarropas, mientras que el resto queda librado al espacio vacío.
Máximo Confort. Irónicamente, las arquitectas muestran el descontrol que puede inundar ese espacio único.
Antes, el estar-dormitorio-comedor no debía tener menos de 20 metros cuadrados; el baño, 3,30 y la cocina-lavadero, 6. Además era obligatorio un balcón de 1,20 metro cuadrado. Pero ojo, en algunos barrios, los edificios podían tener hasta un 30% de los llamados “estudios profesionales”, unidades que podían tener un mínimo de 19,30 metros cuadrados, y sin balcón.
Máximo Confort. Un espacio mínimo saturado por el equipamiento básico. Realidad o ironía.
Ahora, si tenés en cuenta que en la Ciudad, casi el 80% de la construcción es de departamentos chicos y monoambientes la cosa se pone más que ajustada.
En la misma muestra de Proa, las arquitectas Nina Carrara y María Zamtlejfer de CAZA Estudio e Inés Molinari de MAPAdesarrollaron cuatro equipamientos distintos para hacer posible la vida en estos ambientes únicos, al que les gusta llamar “unidades inhabitables”.
Navaja Suiza. Nina Carrara y María Zamtlejfer inventaron un equipamiento que se despliega y repliega como las famosas Victorinox.
Pero lo novedoso de la propuesta de este equipo femenino es que cada diseño se inspira textos periodísticos y publicidades inmobiliarias que, supuestamente, destacan virtudes de estos monoambientes mínimos que ya se están construyendo. Así nacieron los equipamientos que llevan los nombres de: Navaja Suiza, Nostalgia, Netflix y Máximo Confort.
Navaja Suiza. El espacio central vacío.
Navaja Suiza. El espacio central con todos los accesorios desplegados.
Este último prototipo, por caso, nació de una publicidad que anunciaba “Mínimo espacio, máximo confort”. Las arquitectas imaginaron un monoambiente con todo al alcance de la mano, muebles acolchados y hasta espacio para la bicicleta.
Navaja Suiza. lateral vacío.
Navaja Suiza. El lateral deja ver la zona de estudio detrás de las puertas del mueble.
Para otro de sus diseños, Carrara y Zamtlejfer partieron de un aviso que decía expresamente: “Parece una navaja suiza hecha inmueble”. Así es que incluyeron todos los equipamientos de la casa en muebles recostados sobre las paredes laterales y liberaron el centro del ambiente.
Navaja Suiza. Minimalismo.
Navaja Suiza. La cama sale de uno de los laterales.
En el diseño que llamaron Nostalgia, las arquitectas tomaron la frase de una pareja que anunciaba en un diario: “No queríamos la rigidez de un comedor, aunque a veces se extrañe”. Con esa idea, lograron que el monoambiente se convierta en una oficina de día y en un dormitorio de noche. Obviamente, ignoraron el comedor.
El más extremo de los cuatros diseños es Netflix, inspirado en una frase (créase o no) capturada textualmente de un anuncio: “(el departamento) Está pensado para el que pide delivery y sólo se queda en la casa para mirar Netflix”. El diseño es, básicamente, un espacio casi vacío con un puf y una cama frente a una enorme pantalla de televisión, más una ventanita para recibir el delivery.
Nostalgia. Mesa de comedor y también dos escritorios enfrentados para el home office.
Las críticas a los monoambientes que se vienen no es superficial, estos espacios se están convirtiendo un boom en todo el mundo y Buenos Aires no es una excepción. La razón es que son lo más barato para comprar o alquilar y, además, cada vez es más la gente que vive sola.
Nostalgia. El televisor a los pies de la cama.
En 1980, una de cada 15 porteños mayores 20 años vivía solo. Treinta años después, la cantidad aumentó a una de cada seis personas. Hoy, los solitarios de Buenos Aires son, sobre todo, jóvenes de entre 25 y 34 años y mayores de 65.
Netflix. Un monoambiente para el que solo va a casa a ver la tele y pedir delivery.
Netflix. Lo importante es la pantalla.
El problema es que las medidas mínimas se están achicando tanto que cada vez es más difícil vivir plenamente en espacios de esas características. “La ley habla de las dimensiones mínimas de las unidades pero no dice nada de los edificios y de los espacios que tendrían que tener para mejorar la calidad de vida en ambientes tan chicos. Por ejemplo, podría ser obligatorio que los departamentos con monoambientes compartan lavaderos, zonas para recibir visitas o espacios para estudiar”, se lamenta Mendiondo. “El edificio debería aportar espacios que permitan desarrollar las funciones no entra en los departamentos”, coincide Nina.
Netflix. Un ambiente casi pelado con pantalla y accesorios para calentar la comida.
En Nueva York, donde los alquileres están por las nubes, la nueva tendencia son los micro departamentos, unidades de 24 a 34 metros cuadrados equipados con muebles rebatibles y mesas corredizas que permiten transformar el ambiente de un living durante el día y en un dormitorio por la noche. Además, comparten terrazas, estudios, jardines, gimnasio, lavadero, espacio para bicicletas y bauleras.
Netflix. Una ventana permite recibir el pedido sin mayores problemas.
En materia de creatividad frente a la escasez, primero los franceses. En la ciudad de Bordeaux se está construyendo monoambientes que ocupan apenas 23 metros cuadrados pero de doble altura, lo que no es poca ventaja. Pero, la innovación es que cada unidad está vinculada mediante una puerta a una enorme espacio sin terminar del doble de su tamaño. Este volumen, también de doble altura, tiene solo las paredes exteriores y las carpinterías puestas, un enchufe y conexión a desagües y a agua. El resto lo puede terminar el propietario a su gusto cuando quiera.
Unidades inhabitables. Cuatro proyectos diseñados por CAZA Estudio + MAPA para sacarle el jugo a los monoambientes mínimos que permite el Código de Edificación.
En la muestra de Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929) , que está abierta hasta el 9 de junio, además de la sección curada por Martín Huberman, Olga Martínez rescata lo artesanal y en el paisaje industrial de objetos que nos rodean y María Laura Carrascal cura la exhibición de indumentarias que incluyen sustentabilidad, nuevas tecnologías y superan el binarismo de género.
Del 16 de Marzo al 9 de Junio de 2019, en las instalaciones de la “Fundación PROA” en el barrio de la Boca, ciudad de Buenos Aires, se presenta la muestra denominada “Diseño en acción – Intersecciones contemporáneas” donde se pueden apreciar obras relacionadas al urbanismo, indumentaria, objetos y cerámica.
En el catálogo de la exposición vemos el título de “Horizonte cerámico” donde se plantea la inserción de esta disciplina y se destaca la presencia de artistas, ceramistas, artesanos, ingenieros y diseñadores que eligen los materiales cerámicos tanto para la producción de herramientas de uso como la realización de formas artísticas y experimentales, Las nuevas tecnologías como el diseño computacional, la impresión 3D y el fresado CNC son un nuevo aporte para la creación de modelos formalmente más complejos. Las obras exhibidas confirman que el horizonte de la Cerámica ha dejado de ser solamente analógico para incluir la tecnología digital y la robótica. Las variedades de propuestas revelan los procesos históricos y contemporáneos que sus creadores eligen, desde la expresión y la huella en el tratamiento de la materia, presentes en las piezas de Santiago Lena, Cristián Mohamed y el “paisaje” de Leila Córdoba, hasta la transparente porcelana industrial de Ruth Gurvich mientras que las piezas de Heidi Jalkh, SaV Ceramics y José Huidobro que experimentan e indagan propuestas tecnológicas y funcionales que con su creatividad aportan nuevas alternativas a la industria.
La tendencia de la moda en los museos se va acercando cada vez más a nuestro país. Si bien en Estados Unidos y Europa el vínculo entre el arte y la moda es transitado hace tiempo y avalado por la buena recepción del público, en Argentina la propuesta viene siendo tímida.
La buena noticia para los que valoran y disfrutan de este encuentro es que, a las acciones del Museo del Traje, el Museo Evita y la puesta de Jean Paul Gaultier en el CCK, se suma la exhibición "Diseño en acción. Intersecciones contemporáneas" que inauguró el 16 de marzo en Fundación Proa y que se extenderá hasta el 9 de junio.
Con curaduría de Martín Huberman, Olga Martínez y Laura Carrascal, la exposición da cuenta de nuestra relación actual distintas facetas del diseño, contemplando la arquitectura de la ciudad, la producción de objetos de consumo y sus procesos de manufactura artesanal e industrial, y la indumentaria, generando un recorrido que indaga en la forma en que -desde nuestra contemporaneidad- nos vinculamos con los espacios que habitamos y los elementos que confirman nuestra identidad desde un lugar naturalizado y cotidiano.
Cada uno de los curadores indaga en diversos aspectos de ese "diseño en acción" que nos contiene. Mientras Huberman reflexiona sobre las legislaciones que regulan la arquitectura de la ciudad, como la Ley de Basura Cero o la Ley de Edificación, Martínez revisa la tensión entre la producción artesanal y la industrial a partir de objetos cerámicos y de producción manual.
Carrascal, por su parte, se adentra en las ideas del diseño de indumentaria y sus posibilidades actuales de representación: sustentabilidad, nuevas tecnologías y estética genderless son los conceptos que habilitan el diálogo, y Romina Cardillo (Nous Etudions), Lucía Chain, Matías Hidalgo, Kostüme, Vanesa Krongold y Pablo Ramírez, entre otros, los diseñadores elegidos para representarlo.
La moda en los museos pone de manifiesto la posibilidad de pensar el diseño de indumentaria desde un lugar diferente a la mera funcionalidad. No es lo ropa lo que se presenta, sino la posibilidad de codificar un lenguaje que refleja las manifestaciones culturales y sociales de nuestra época.
Como sistema de signos, la moda propone -a la manera del arte- un modo de representación de la historia y de las tensiones, en este caso, con la ciudad y los objetos con los que nos relacionamos.
En este caso, la posibilidad de comprender “cómo se ha incrementado el interés por un consumo consciente que promueve la reflexión sobre los impactos sociales y ambientales del proceso vestimentario, desde la creación hasta la producción final de las prendas.
Esta nueva concepción pretende resituar un vínculo entre creadores y consumidores que comparten valores sociales y contribuyen al fortalecimiento de una moda nacional y sustentable”, según afirma Carrascal en el texto curatorial.
Además, la incorporación de nuevas tecnologías plantea un proyecto industrial de país y su vinculación ineludible con un sector productivo nacional en crisis, cuyas imposibilidades de desarrollo se reflejan en el segmento de la moda nacional y sus dificultades competitivas.
Por último, la apertura de debates sobre las nuevas formas de transitar el cuerpo, la sexualidad y el género inauguran también nuevas formas de pensar al individuo como sujeto de derecho, con posibilidades de vivir de acuerdo a los deseos personales.