Prensa Publicada
Fotos, bocetos, videos y obras a escala distorsionada, de artistas como lya & Emilia Kabakov, Aldo Rossi y Grazia Toderi, pertenecientes a la colección del Museo de Arte Contemporáneo de Roma, llegan a Buenos Aires para proponer una reflexión sobre el rol de las instituciones en la actualidad.
Arte en Escena reúne los diversos puntos de vista y prácticas artísticas contemporáneas que dan cuenta del espacio de exhibición como escenario; del artista como performer; de la cultura del espectáculo; y las citas al mundo onírico de las leyendas y fabulas literarias.
El Teatro del Mondo, de Aldo Rossi, nos da la bienvenida a un espacio flotante que navega y donde somos actores y espectadores a la vez, “un lugar donde comienza el mundo de la imaginación.”
Artistas: Ilya & Emilia Kabakov, Maurizio Cattelan, Gino De Dominicis, Gibert & George, Grazia Toderi, Armin Linke, Matthew Barney, Michelangelo Pistoletto, Francesco Vezzoli, Yan Pei‐Ming, Mario Airo, Massimiliano y Gianluca De Serio, Luigi Ontani, Aldo Rossi, Francesco Vezzoli, Carlo Aymonino, Danilo Guerri, William Kentridge.
Curador: Anna Mattirolo
De martes a domingos de 11 a 19hs.
Entrada: $45
No queda mucho tiempo para visitar la muestra Arte en escena, de la colección MAXXI, en Fundación Proa, y hay más de un motivo para hacerlo. El nombre mismo, Museo Nacional de Arte del Siglo XXI, que tiene su sede en Roma, merece varias consideraciones. La primera es evidentemente en qué consistiría un espacio semejante y hasta qué punto referirse a un "arte en escena" no trae consigo la exigencia de instaurar una escena para el arte.
Ya hace más de diez años, Nicolas Bourriaud había anotado, con una entonación un poco demasiado celebratoria, que "el arte se hace en la galería". La "obra" contemporánea todavía existe como "obra", pero ya no como objeto: ahora se presenta más bien como una duración que está llamada a experimentarse. Vista en estos términos, la exposición deja de ser el resultado de un proceso, su happy end, y pasa a ser el lugar mismo de su realización. La obra se convierte así en un lugar de reunión, en una cita.
La muestra de MAXXI nos ofrece por lo menos dos casos significativos. Uno es Madre, de Maurizio Cattelan. En una especie de body art, Cattelan le pidió a un faquir que permaneciera tres horas enterrado bajo la arena y que dejara visibles, en la superficie, sus manos en posición de plegaria. Pero lo único que vemos ahora es la foto de tamaño reducido de las dos manos que salen de la arena. Están también, en una sala, los dibujos de papel sobre grandes telas que la pareja Gilbert & George usaba para sus "esculturas vivientes". Este caso es todavía más radical: lo expuesto, aparte de un film, es el mero decorado de su performanceThe General Jungle. Aquello que se exhibe no es más que el residuo, el resto de la obra, que no puede ser confundido con la obra misma.
La condición documental resulta inseparable de la desmaterialización de la obra. Ya Hegel había advertido, acerca del arte romántico -su contemporaneidad- que la meta residía fuera del ámbito sensible. Nuestra contemporaneidad perfecciona esa sentencia y hace que lo sensible se sustraiga de su fijación en obra, de ahí que adopte la fugacidad del espectáculo.
Buena parte de "lo contemporáneo" se debate así entre el residuo, el resto y la espectacularización como feria de variedades. Es una situación compleja, casi un cul-de-sac, que no parece tener por ahora resolución a la vista. Sin ponernos demasiado mandarines, podríamos simplemente romper otra lanza a favor de Hegel y recordar el final de sus Lecciones de estética: "En el arte no tenemos que ver con ningún juguete meramente agradable o útil, sino con la liberación del espíritu del contenido y de las formas de la finitud [...] con un despliegue de la verdad".
Naves, edificios, covers de cuadros, el ex marido de Björk y los ídolos de Pet Shop Boys en una muestra romántica y romanista.
Buscando rememorar los antiguos teatros flotantes del siglo XVIII que funcionaban sobre el agua, el “arquitecto-poeta” Aldo Rossi le dio forma en 1979 al Teatro del Mundo, una estructura efímera, híbrido entre arquitectura, teatro y barco, que funcionaba como símbolo de la memoria clásica de la cultura italiana (y occidental), y que remitía a ese hito flotante que es la ciudad de Venecia. Fotografías de esa obra, enfrentadas a las costas del Riachuelo, dan la bienvenida a Arte en escena, muestra antológica con obras de la colección del MAXXI, museo romano y por tanto sinónimo de clásico, pero también moderno: creado en 2010, es el primer Museo Nacional italiano de arte contemporáneo que fue creado pos 2000.
Curada por Anna Mattirolo, incluye obras de artistas contemporáneos tanos como Mauricio Cattelan, Francesco Vezzoli (con su video The Kiss), el enigmático Gino de Dominicis, la videasta Grazia Toderi, el performancista Michelangelo Pistoletto y el pintor y escultor Luigio Ontanti, cuyos célebres Le Ore usan la clásica forma de representación francesa del siglo XIX en que los actores posaban con intención de reconstruir pinturas, caracterizándose de múltiples modos, de San Sebastián a Baco, de Dante a Pincho. Y también hay trabajos del estadounidense Matthew Barney, quien vivió con Björk, su pareja durante 13 años, y con la hija de ambos en un barco en Nueva York; y de los ingleses Gilbert & George, una de las principales influencias de Pet Shop Boys (eternos pop kids que acaban de sacar el genial Super).
Pero es la impronta arquitectónica de la obra de Danilo Guerri, Carlo Aymonino, Mario Airo y Rossi la que imprime carácter a una exposición que intenta conformar un espacio cercano a lo teatral, evitando sutilmente caer en la pretenciosidad. Hace siglos que lo romano es para buena parte del planeta un “imaginario” religioso, político, ético, estético, futbolístico y social. Y Mattirolo plantea la importancia de “imaginar mundos”. Según la curadora, “el artista a veces se mete en problemas porque tiene una mirada que va más adelante, entonces puede predecir cosas que dan miedo, mientras que el pasado naturalmente da tranquilidad”.
A su modo, esta muestra colectiva busca expandirse hacia la vida cotidiana, esa donde navegan los sueños, tan bellos y frágiles como el barquito-teatro de Rossi. Pero si las fotografías internas y externas de Armin Linke del SkiDome de Roma marcan un contrapunto con la onírica imagen de Rossi, las imponentes pinturas del chino Yan Pei-Ming y las escalas alteradas de la instalación de las esculturas de los rusos Illya y Emilia Kabakov generan un interesante diálogo multidisciplinario en una curiosa propuesta llegada desde la cada vez más cercana Roma, la Ciudad Eterna.
Desde que fue concebido hasta su apertura en el año 2010, el Museo Nacional de las Artes del Siglo XXI (MAXXI) se constituyó como una fuente extraordinaria de oportunidades.
El compromiso público de dedicarle a la contemporaneidad un proyecto arquitectónico de tan amplia relevancia internacional garantiza que la comunidad cuente con una estructura capaz de albergar un laboratorio de actividades que, con vistas al futuro, les abre sus puertas a todos los aspectos de la contemporaneidad global, pero bien enraizado en un contexto cultural único en el mundo: el italiano.
El desafío que plantea el propio edificio es sólo el primero de muchos: funcionar en un contexto arquitectónico innovador, un unicum que supera todo texto museológico y museográfico precedente, unido al desafío de investigar nuevas perspectivas y estrategias válidas para brindar una oferta cultural que responda a las exigencias que impone el nuevo milenio.
La tarea más estimulante es justamente la de hacer dialogar, en el sinuoso recorrido diseñado por Zaha Hadid, la multiplicidad de escenarios y lenguajes de la cultura contemporánea, imaginando un gran laboratorio para la producción de ideas, donde arte y arquitectura cobren formas diversas.
El espacio del arte –ese tema que constituye uno los puntos cardinales de la práctica artística, de la argumentación crítica y del debate curatorial y museístico– es por lo tanto el nodo crucial que signó el lanzamiento del MAXXI.
De hecho, la colección es el punto fijo de enganche para este flujo ininterrumpido de transformaciones culturales y sociales, así como de líneas arquitectónicas, y la obra de arte es el canon, la unidad de medida sobre la cual se esboza la totalidad del proyecto.
Sobre la sólida base de obras de artistas ya historizados, individualizados entre aquellos cuya línea de investigación fue fundante para la generación de artistas siguiente, la colección va creciendo con la adquisición de obras de artistas que a partir de la década de 1990, interpretaron la poética y las tensiones de un modelo social en proceso de cambio. Después llegaron las generaciones más jóvenes, que siguen marcando el ritmo de la contemporaneidad más acuciante.
La colección se acrecienta al compás de la actividad expositiva, de la producción de obras site specific, y de importantes donaciones destinadas a profundizar algunas líneas de investigación ancladas en la vocación de origen del MAXXI: la de preservar y valorizar su pertenencia a un contexto cultural y geográfico, el italiano, que une a Europa con el Mediterráneo, y que puede ser considerado único por la historia de la que es parte y por la influencia que ejerce.
En este sentido, y gracias también a la excelencia y la originalidad de los espacios expositivos, la colección se caracteriza por su conservación y por su cualidad de poder ser vista una y otra vez desde nuevos puntos de vista, nuevas experimentaciones y nuevas propuestas.
De allí surge la presentación de Art on stage: un proyecto que, para esta ocasión, articula la colección configurándola como un espacio escénico, casi teatral. Las obras con íconos, símbolos de imágenes de una representación del deseo individual y colectivo que, en su conjunto, representa a su vez una sensibilidad abarcadora y una idea de la escena italiana en tanto “imaginario” político, ético, social y existencial en el que los artistas italianos e internacionales más de una vez se cruzan para reflexionar y generar sugerentes propuestas.
Por otra parte, ese imaginario muchas veces implica un territorio en el que la vida ofrece una multitud de cruces y donde los impulsos emocionales corren por los espacios más recónditos del alma humana.
Tragedia y comedia se combinan y transportan ese imaginario a una dimensión a veces onírica, otras sagrada, o lo convierten incluso en un proscenio sobre el que pone en escena la vida, y donde a través de un giro humorístico y desacralizador, el artista encuentra nuevas capacidades creativas que llevan a un sofisticado formalismo y a nuevas posibilidades expresivas. Es precisamente en esa relación entre realidad, representación e interpretación –que más que en ningún otro lugar, emerge con fuerza en Italia cuando el artista se aboca a representar un fragmento de la naturaleza, como en el caso de la Aurora de Mario Airò, o cuando apunta al imaginario popular, como en Le Ore, de Ontani– donde mitos y leyendas resurgen de lo profundo de nuestra cultura iconográfica para enfrentar con ironía y de manera poco convencional el tema identitario presente en nuestra historia.
La extraordinaria capacidad de reelaborar la realidad con ironía es más que evidente en Statua (figura distesa), de Gino De Dominicis, con su búsqueda elaborada, y a veces “oculta”, en torno al tema del paso del tiempo, la conquista de la inmortalidad, la invisibilidad y la consecución de objetivos imposibles, así como lo es en Maurizio Cattelan el modo de observar la vida a través de las distorsiones de la realidad, enviando un mensaje potente sobre el mundo contemporáneo, que desafía la relación umbilical con el pasado y con la historia, convertida de esa manera en una parodia grotesca y a veces caricaturesca.
Es también a través de una sarcástica ironía que mira el mundo Francesco Vezzoli, una ironía que juega entre lo sacro y lo profano, entre la antigüedad y el presente, entro lo áulico y el pop: The Kiss presenta una inversión irónica de roles, un juego de yuxtaposiciones y referencias cruzadas entre cine clásico y atmósfera del pop.
En un recorrido híbrido entre puesta en escena, performance y memoria, se mueven por su parte los personajes de los hermanos De Serio, una identidad arrancada de su región de origen que, a través de los instrumentos de su propia cultura oral y poética, reelabora su experiencia de erradicación.
Pero por su naturaleza, la puesta en escena se propone como un espaciotiempo separado de la cotidianidad. Son los Teatri de Grazia Toderi, a veces abandonados o degradados, pero siempre parte fundamental de nuestra memoria transmitida y vivida por la comunidad que los habitó, por más que las reglas que demarcan esas interacciones sociales hoy sean puestas en discusión, trastocando los límites entre lo natural y lo artificial. Son esos los paisajes contemporáneos fotografiados por Armin Linke, donde la tierra aparece como una obra en construcción en curso, donde se modifican sensiblemente la fisonomía de los paisajes y los contextos urbanos.
Este Art on Stage es, por lo tanto, una verdadera declaración de intenciones que se propone rastrear en la colección del MAXXI aquella línea de representación escénica que encuentra finalmente en los retratos la posibilidad de reconducir una realidad no visible –la psiquis humana–, a esquemas más conocidos y reconocibles. Gilbert & George, como esculturas vivientes, se han entregado al arte con todas las dudas típicas de quien piensa lo que hace.
Yan PeiMing, por el contrario, se arriesga a pintar al hombre si hacerle un retrato, aprovechando a su ícono pop para crear algo largerthanlife, una imagen comunicativa que vale en cualquier lugar del mundo y en cualquier tiempo, una búsqueda de mediación entre la libertad imaginativa y la estructura psicológica, y las imágenes que nos impone la televisión, el cine y la publicidad.
La irresolución, en cambio, es el trazo dominante de toda personalidad, que deliberadamente Kentridge deja deslizar hacia la comedia, cuando basándose en La conciencia de Zeno, de Italo Svevo, un brillante discurso sobre la inercia del hombre burgués del siglo XX, ha decidido contar esa incapacidad de vivir que condiciona el trabajo, el matrimonio, pero también la enfermedad y la muerte, describiendo con sutil ironía los sacrificios, los temores y pávidos deseos de la burguesía europea en los albores de la Primera Guerra Mundial.
Echar luz sobre los problemas más acuciantes, con ese desapego que permite analizar la realidad a través de una óptica sutil y una capacidad de síntesis fulminante: como en la ópera bufa, estos artistas redescubren y realimentan la misma capacidad de crear obras de altísimo nivel imaginativo y psicológico, pero sin abandonar el contexto de una puesta en escena de la invención irónica, a veces histriónica, y al borde de lo surreal. (En Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929, hasta el 5 de junio).
* Curadora de la muestra. Ha sido directora del Departamento de Arte en el PARC desde 2003 y directora de Arte del MAXXI hasta 2015. Actualmente está a cargo de la investigación, documentación y educación en el museo.
El MAXXI (Museo Nacional de Arte del Siglo XXI), es el primer espacio museístico construido en este nuevo milenio. Diseñado por la arquitecta Zaha Hadid, el MAXXI fue concebido como un laboratorio de oportunidades para la producción y creación artística actual, un espacio de diálogo entre el arte y la arquitectura en una ciudad en la que ambas disciplinas dialogan desde los albores de su historia.
El eje fundamental del proyecto es el de generar desafíos: funcionar en un contexto arquitectónico innovador, un unicum que supere todo texto museológico y museográfico precedente, como así también el de investigar nuevas perspectivas y estrategias válidas para brindar una plataforma cultural que responda a las exigencias que impone el nuevo siglo.
Este es uno de los tantos motivos por los cuales Proa, en colaboración con el equipo del MAXXI, organiza la exhibición Arte en Escena, con la curaduría de Anna Mattirolo, que se puede visitar de martes a domingo entre las 11 y las 19 horas.
Arte en Escena articula la colección configurándola como un espacio escénico, cercano a lo teatral. En palabras de la curadora:“… hemos querido poner énfasis en ese rasgo teatral que quizás los argentinos puedan reconocer, ya que hay una gran tradición de teatros italianos en muchas ciudades del país. Contamos una historia con imágenes, representaciones de una sensibilidad abarcadora de un imaginario político, social, y existencial en el que los artistas se detienen para generar y cruzar sugerentes propuestas…”
La muestra reúne los diversos puntos de vista y prácticas artísticas contemporáneas que dan cuenta del espacio de exhibición como escenario; del artista como performer; de la cultura del espectáculo; y de las citas al mundo onírico de las leyendas y fabulas literarias.
El Teatro del Mondo, de Aldo Rossi, nos da la bienvenida a un espacio flotante que navega y donde somos actores y espectadores a la vez, “un lugar donde comienza el mundo de la imaginación.”
La muestra reúne las fotografías, bocetos y registros arquitectónicos de Aldo Rossi; los videos deFrancesco Vezzoli y William Kentridge y las obras monumentales de Gilbert and George, entre otras destacadas obras que presentan el arte como espectáculo y como escenario de propuestas trascendentes.
La obra de Ilya & Emilia Kabakov, con su escala distorsionada, es una de las piezas fundamentales para comprender el concepto de espacio desde diversos y activos puntos de vista. El actor, el sujeto público, el registro del performer en Luigi Ontani, son algunos de los puntos que también Arte en Escena nos propone.
La selección de obras cruzan lo personal y lo histórico, lo espectacular y lo social, lo político y lo individual a través de las diversas prácticas artísticas.
Concebida con la curaduría de Anna Mattirolo, la muestra cuenta con el patrocinio de la Embajada de Italia en Argentina, el Instituto Italiano de Cultura y el apoyo permanente de Organización Techint, a través de sus empresas Ternium, Tecpetrol y Tenaris.
5/2016
Un teatro que flota sobre una góndola en los canales de Venecia. Un escenario virtual en el cual nos paramos como protagonistas, bajo los flashes de las fotos tomadas por el público. Un artista que se fotografía a sí mismo mientras interpreta a personajes de la historia del arte y de la Antigüedad. Son algunas de las principales obras de Arte en escena, la muestra actual en Fundación Proa, que reúne parte de la colección del Museo de Arte del Siglo XXI (Maxxi), con sede en Roma. Una de ellas, de los rusos Ilya y Emilia Kabakov, lleva un título que parece sintetizar toda la exposición: ¿Dónde está nuestro lugar?
El museo como escenario, el rol del artista como actor y las referencias a la literatura abundan en esta exposición, curada por Anna Mattirolo, que propone múltiples cruces interdisciplinarios para repensar la función de las instituciones en un mundo abrumado por la velocidad de los cambios.
Entre ellos, el que impone a Europa el flujo de la inmigración. No parece casual que Mattirolo haya elegido inspirarse en los museos creados en la Argentina por los constructores llegados desde Italia, que funcionaron como puentes simbólicos para las historias que provenían de Europa.
Ahora, un telón abierto invita a atravesar ese pasaje que permite llegar en segundos desde el puerto de La Boca hasta los canales de Venecia, escenario de la obra El teatro del mundo, de Aldo Rossi. Se trata del registro fotográfico de la instalación que el italiano presentó en la Bienal de Arquitectura de 1980: un teatro flotante, ambulante y efímero, con ventanas que vinculan el interior con el cambiante contexto.
La necesidad de abandonar el modelo de "caja blanca" para recrearse como espacios abiertos e interdisciplinarios es uno de los principales desafíos de los museos hoy, sostiene Mattirolo. Un cambio de rol que también incide sobre el público y los artistas, como bien reflejan las obras que siguen a continuación.
Grazia Toderi nos ubica con su videoinstalación en el centro del escenario del Teatro Massimo, en la ciudad de Palermo. Bajo el centelleo hipnótico de los flashes de las cámaras que nos impiden ver quién toma las fotos, podemos reflexionar también sobre cuánto cambió en los últimos años el rol del público. En la era de las redes sociales, todos podemos ser a la vez actores, espectadores, críticos y curadores.
El artista, por supuesto, es parte de esa metamorfosis. En 1975, tal como haría décadas más tarde su colega rosarina Nicola Costantino, Luigi Ontani presentó Las horas en la galería romana L'Attico: son 24 fotografías en las que juega como actor y director de su propia obra, al interpretar personajes como Narciso, Dante o san Sebastián.
Múltiples lenguajesAsí como las disciplinas se cruzan en el espacio del museo y en el taller de los artistas, las propias obras apelan cada vez más a la intertextualidad. El cine, el teatro y la TV se encuentran en El beso. ¡Juguemos a Dinastía!, videoinstalación de Francesco Vezzoli que se exhibe enmarcada como una pintura. Así se cruzan referencias a la película Grupo de familia, de Luchino Visconti, y a la famosa serie estadounidense de los años 80. Yan Pei-Ming también se apropia de imágenes de la cultura popular para crear enormes pinturas con dramáticas pinceladas al estilo de Francis Bacon.
La conciencia de Zeno, novela de Italo Svevo publicada en 1923, inspira otra videoinstalación realizada por William Kentridge ochenta años después con filmaciones documentales, dibujos en carbonilla, teatro de sombras y música de ópera. Y Estatua (figura reclinada), de Gino de Dominicis -definido por Mattirolo como un "pintor, escultor, performer e intelectual muy importante"-, invita a imaginar el cuerpo ausente de una mujer a partir de su sombrero y sus sandalias. El relato curatorial relaciona la obra con una cita del poeta portugués Fernando Pessoa: "Morir es sólo dejar de ser visto".
Aún más lejos llega la relación de esta muestra con otras artes gracias al proyecto Cremaster, conjunto de cinco películas de Matthew Barney, artista que une en su trabajo cine, fotografía, dibujo y escultura. Se proyectarán en el marco del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici) los sábados 16 y 30 de abril, en el auditorio de Fundación Proa.
Obra en tiempo realEsta muestra es también una buena oportunidad para ver valiosos registros deperformances, como la de Gilbert y George en la galería neoyorquina Sonnabend, en 1971. Junto a imponentes dibujos en carbonilla sobre papel traídos por el Maxxi, que sirvieron entonces como telón de fondo mientras la famosa pareja de artistas británicos simulaba ser una escultura metálica en medio de la sala, se exhibe un video aportado por Fundación Proa que muestra aquella acción.
Casi tres décadas más tarde, en la Bienal de Venecia, Maurizio Cattelan le encargó a un faquir indio que se enterrara durante horas bajo la arena. Sólo sus manos en posición de plegaria quedaban a la vista. El registro fotográfico de esaperformance se incluye en Arte en escena acompañado por la siguiente leyenda: "Como en los reality shows televisivos de la actualidad, la obra sucedió en tiempo real. Subyacen las preguntas sobre el arte y los límites imprecisos en arte-espectáculo, y cuestiones existenciales como la madre, la tierra, la plegaria, la fragilidad y la muerte".
Quiso el destino que esta fotografía funcionara como un triste presagio. Días atrás falleció Zaha Hadid, autora del proyecto del Maxxi, que ganó el codiciado premio RIBA Stirling. La arquitecta angloiraquí convirtió un antiguo complejo militar, ubicado en el barrio romano de Flaminio, en una usina cultural multidisciplinaria de 27.000 metros cuadrados.
Desde su inauguración, en 2010, el Maxxi se centró en la innovación, la experimentación y el diálogo entre las artes visuales y la arquitectura. Tiene una colección de unas 400 obras de artistas de todo el mundo, realizadas durante las últimas cinco décadas, y un archivo con más de 5000 documentos producidos por 60 arquitectos desde el siglo XX.
Allí se exhiben en estos días obras del grupo Mondongo, una pareja de jóvenes argentinos, que ya pasaron por el Museo de Bellas Artes de Houston y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Una prueba más de que los puentes culturales, tal como demuestra Arte en escena, son cada vez más sólidos.
L’iniziativa è stata portata avanti dal Museo MAXXI e dalla Fondazione Proa in collaborazione con l’Ambasciata, l’Istituto italiano di Cultura di Buenos Aires e con l’apporto di Tenaris, Organizzazione Techint, della Direzione Generale per il Sistema Paese del Ministero degli Affari esteri e della Cooperazione internazionale, nell’ambito dell’Anno dell’Italia in America Latina.
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Arte en escena es una propuesta audaz que con obras y artistas consagrados de este siglo como Aldo Rossi, Francesco Vezzoli, Gilbert and George, Ilya & Emilia Kabakov, Maurizio Cattelan, Gino De Dominicis, Grazia Toderi, Mario Airo, Danilo Guerri, Carlo Scarpa, Massimiliano and Gianluca De Serio, Carlo Aymonino, Hans Op De Beeck, entre otros, busca abrir debates sobre el arte actual y el espacio del museo, concebido como escenario vivo para las obras. La muestra, organizada por el MAXXI de Roma (primer museo contruido y pensado para conservar y difundir el arte contemporáneo) y la Fundación PROA de Buenos Aires en adhesión al Año de Italia en América Latina, cuenta con la curaduría de Anna Mattirolo y el auspicio de la Embajada de Italia, el Instituto Italiano de Cultura, Tenaris y Techint.
En esa línea se inscribe la muestra que se exhibe en estos momentos, “Arte en escena. MAXXI, Museo del arte del siglo XXI” donde la propuesta curatorial intenta trazar una reflexión sobre el arte y el espacio del museo, concebido como escenario vivo para las obras.
Y si hablamos de futuro, bien vale agendar que en julio se viene la primera retrospectiva de Yves Klein en el país. Se verán sus primeras pinturas monocromáticas de 1955; sus monocromos azul saturado. También las pintura de fuego y las Cosmogonías -de lluvia y viento-; las series de Esculturas Esponjas y las obras en oro.
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Fundación Proa junto con el equipo del MAXXI organizó la exhibición Arte en Escena con la curaduría de Anna Mattirolo- con la colaboración de Rodrigo Aloson- trazando "una reflexión sobre el arte y el espacio del museo, concebido como escenario vivo para las obras"; como así también un pensar sobre "el valor de las imágenes y cómo éstas se entrelazan y proponen al espectador una dinámica tanto de acción como de contemplación".
La muestra reúne fotografías, bocetos y registros arquitectónicos de Aldo Rossi, los videos de Francesco Vezzoli, obras de Gilbert and George, Mathew Barney, Yan Peing-Ming, Mairo Airo y la escala distorsionada de Ilya ¬Emilia Kabakov, entre otras. Además, como siempre, Fundación Proa consolida sus muestras con documentación bibliográfica, material de archivo y un catálogo de textos teóricos.
Av. Pedro de Mendoza 1929
La Boca, Caminito
De martes a domingo
11 - 19 hrs.
Lunes cerrado.
El MAXXI – Museo Nacional de Arte del Siglo XXI, es el primer espacio museístico construido en este nuevo milenio. Diseñado por la arquitecta Zaha Hadid, el MAXXI fue concebido como un laboratorio de oportunidades para la producción y creación artística actual, un espacio de diálogo entre el arte y la arquitectura.
Una gran parte de nuestra cultura está atravesada por el imaginario italiano, de diversos modos el teatro, la inmigración y las narrativas que generaron han dejado una huella potente en muchos de nosotros. Por esta misma razón, es muy interesante recorrer la muestra de Fundación Proa porque nos acerca una Roma del presente, un proyecto que genera un corte en una ciudad donde los rastros de la antigüedad parecen pesar siempre más.
El proyecto arquitectónico del MAXXI ya habla de una irrupción poderosa de otra espacialidad que hace amigable de un modo nuevo las tradiciones entre arquitectura, arte y espacio que representan la historia de Italia. Y apenas se ingresa a las salas de planta baja, la presencia del teatro desde la funcionalidad de su arquitectura, del palco escénico “a la italiana” nos van guiando en un discurso que nos vuelve espectadores y actores al mismo tiempo. La gigantografía de Aldo Rossi “Teatro del Mondo a Venezia”, un proyecto de teatro móvil para 250 espectadores, desarrollado en un barco en una ciudad donde la navegación es sustancial y necesaria para conectar desplazamientos. Realizado para la Bienal de Venecia, aquí podemos ver la fuerza de esa idea desplegada en los desarrollos técnicos que permitieron su construcción, una idea que nació para ser efímera y un punto de partida donde “comienza el mundo de la imaginación”.
Los ejes de la propuesta curatorial, desarrollada por la ex directora del MAXXI que actualmente se ocupa de la investigación y documentación, la curadora Anna Mattirolo se fundamentan en expresar “el espacio de exhibición como escenario; del artista comoperformer; de la cultura del espectáculo y las citas al mundo onírico de las leyendas y las fábulas literarias”.
La potencia de un artista poco conocido entre nosotros como Luigi Ontani en la performance de 24 horas dedicada a repasar la tradición del cuadro viviente presente desde la edad media, Le ore de 1975. Nos da la posibilidad de curiosear las iconografías que nos permiten descubrir la referencia y para dar testimonio del transcurso del tiempo, en todas las fotos aparece un reloj muy antiguo, indescifrable para los contemporáneos. El tiempo y las tensiones que nos provoca está evidenciado de manera cabal en la foto de la performance desarrollada por Maurizio Cattelan en tres horas reloj donde un faquir hindú es enterrado dejando sólo sus manos en oración, fiel a su ironía característica Cattelan llama a esta pieza del año 2000 Mother.
Sostiene Mattirolo “la conquista de la inmortalidad, la invisibilidad y la consecución de objetivos imposibles” aparecen en esa obra y en la propuesta de Gino De Dominicis, Statua que invita a completar imaginariamente el cuerpo apenas esbozado por las sandalias y el sombrero.
Lo ficcional puede darse también en un espacio arquitectónico increíble, como es el registro fotográfico de Armin Linke sobre el SkiDome de Japón o llegar a un formato video o cinematográfico. Para lo primero, recomiendo no perderse Zeno Writing de William Kentridge. En un espacio realmente perfecto para sumergirse en la narrativa genial de un teatro de sombras, se suceden imágenes basadas en obra de Italo Svevo La conciencia de Zeno, un hombre burgués del siglo XX cargado de ironías sobre los sacrificios y los temores de su clase. Para lo segundo la pieza en video de Francesco Vezzoli The Kiss (¡Juguemos Dinastía!) un cruce perfecto entre el cine y la televisión, rodado con dos personajes, el propio autor y el gran actor Helmut Berger, logra inmiscuirnos en un mundo extraño, onírico y ficcional entre dos: el cine de época italiano con su barroquismo y la excentricidad de la serie Dallas de los años 90.
La mayoría de las piezas de este recorrido tienen muchos niveles de interpretaciones, pero creo que la que más provoca al espectador -porque allí es necesario meter el cuerpo dentro de todo un sistema- es la magnífica pieza de los geniales artistas rusos, los hermanos Ilya y Emilia Kabakov. ¿Dónde es nuestro lugar?, un juego de escalas donde importa tanto lo que está arriba, delante y debajo de nuestro cuerpo. Una larga línea de fotografías rusas recuperadas de los medios en blanco y negro forman un nivel: de la altura del ojo. Los cuadros enormes que apenas si dejan ver en lo alto, indican la magnitud del oficio pues tanto ellos como las enormes piernas de la pareja vestidas a la tradición rusa, representan el monumental peso de las tradiciones en la cultura. Pero quien se detenga puede ver el tercer nivel, el que apenas se vislumbra en recortes del piso, que dejan ver campos labrados como si fueran vistos desde el aire. Imperdible también la sala donde Gilbert & George muestran una parte de la pieza The General Jungle or Carring on Sculpting, donde además de los enormes planos de dibujos a grafito aparece el famoso video donde ellos cantan una pieza impecablemente vestidos con el rostro dorado.
Buenísima propuesta que, como anticipa el texto curatorial, a través de la selección de obras se cruza “lo personal y lo histórico, lo espectacular y lo social, lo político y lo individual”.
1.Se exhiben obras de los artistas más cotizados de la escena contemporánea. Hay obras de Ilya & Emilia Kabakov, que en sus complejas instalaciones funden ficción y realidad a escala distorsionada; fotografías, bocetos y registros arquitectónicos de Aldo Rossi y piezas de gran formato de Gilbert and George. También de Maurizio Cattelan, Gino De Dominicis, Carlo Scarpa, Francesco Vezzoli, Hans Op De Beeck, Grazia Toderi y Michelangelo Pistoletto, entre otros.
2. El espectador está en el centro. Quizás como un eco de lo que sucede en su sede en Roma, donde el MAXXI –diseñado por Zaha Hadid– exhibe una arquitectura disruptiva de concreto, vidrio y escaleras sinuosas que desarticula la visión tradicional de la sala, en esta muestra se abre un espacio abierto y dinámico que facilita el encuentro de los espectadores con la obra, me explicaron Josefina Insausti y Víctor López Zumelzu, del departamento de prensa de Fundación Proa.
3. El museo como un teatro vivo, y la vida como ficción. La idea de escenario atraviesa la muestra. Tanto como tema de algunas de las obras como así también como concepto en la puesta, lo teatral sobrevuela. Queda claro que la exhibición reflexiona sobre el arte y el espacio del museo concebido como escenario vivo para las obras.
La muestra fue curada por del área de investigación científica, documentación y servicios educativos del MAXXI.
En Av. Pedro de Mendoza 1929, Capital. De martes a domingo de 11 a 19 horas. Lunes cerrado
Concebida con la curaduría de Anna Mattirolo, la muestra, que cuenta con el patrocinio de la Embajada de Italia en Argentina, el Instituto Italiano de Cultura y el apoyo permanente Organización Techint, se puede visitar hasta el domingo 5 de junio, de martes a domingos, de 11 a 19 hs. en Av. Pedro de Mendoza 1929 y Caminito, La Boca, Buenos Aires, Argentina.
Hay tres tiempos planteados en el mismo espacio de la obra:
- El mundo del arte de salón del siglo 19 habitado por gigantescos personajes de utilería que contemplan pinturas que podrían ser italianas con sus grandes marcos dorados: un mundo habitado por personas que desaparecen a la altura de la cintura (llegan al techo).
- El mucho más liviano arte del presente donde fotos en blanco y negro de revistas de los ’60 dialogan con poemas de la autoría de Ilya. Aquí fotografía y texto parecen inconexos. Somos los protagonistas de esta escena en donde el problema radica en la dificultad de establecer la relación texto- imagen.
- El deshabitado mundo del Arte del futuro que se representa con maquetas de paisajes costeros ubicadas por debajo del piso y que se vislumbran a través de paneles de plexiglás con bordes curvos. El arte del futuro está en la naturaleza y en el paisaje.
Como señala Chiara Bertola, “la experiencia trata de desarrollar un nuevo lenguaje”, lenguaje habitado por personajes, que no solo somos nosotros sino también los que nos precedieron. Creo que hay pocos artistas que manejan las relaciones internas de las instalaciones tan bien como lo hacen los Kabakov porque su Arte radica en cambiar el orden de las relaciones y escalas para generar una ilusión compartida. Hacen uso del espacio para sugerir otros espacios, de los espectadores para sugerir a otras personas, y de los paradigmas para afirmar las utopías de cada sistema. Como sostiene Rodrigo Alonso, co- curador de esta versión de Where is sour place? “siempre hay un afuera en las obras de Ilya Kabakov, siempre hay un escape a través del Arte”. Un afuera real (The house of dreams, Serpentine Gallery, Londres, 2005), icónico- imaginario (I’ll be back on April the 12th, Ars Aevi, Sarajevo, 2002), y uno metafórico, implícito en su representación (The man who flew into space from his apartment , 1984). Y ese afuera siempre es el lugar ideal del espectador o el personaje. Es el lugar a donde se dirigen. Algo que destaca a los artistas es que en un mundo que valora y atesora los objetos por sobre los seres humanos, se las arreglan para que la humanidad esté siempre en el centro del tema. Y el lugar a donde se intentar escapar o proyectar, siempre es un lugar mas liviano, etéreo y natural, despojado de las prisiones materiales.
De todas estas instalaciones mencionadas, The man who flew into space from his apartment involucra una referencia a la dimensión personal de la construcción utópica que fue la Unión Soviética. El personaje que habitaba el humilde cuarto en que nos encontramos parece haberse nutrido por años de propaganda espacial para construir la catapulta con la que se eyectó a si mismo hacia el espacio dejando un agujero en el techo.
Tal vez la lectura más universal corresponda a I’ll be back on April 12th, instalación que se mostró en Buenos Aires hace años, en el MNBA de Glusberg según cuenta Rodrigo Alonso, y que fuerza al transeúnte a una experiencia compartida: un cielo pintado en el suelo, demarcado por una serie de sogas generan la ilusión narrativa de que alguien se zambulló en ese cielo luego de desvestirse y dejar su traje y sus zapatos prolijamente doblados en una silla. Un cartel manuscrito avisa que la persona volverá el 12 de abril. Mas allá de que tirarse a nadar por el cielo resulte muy tentador en el contexto, de esta obra surge con claridad también la economía de recursos que en este caso vira el énfasis hacia la ilusión universal de conquistar lo imposible que se anhela. Después de todo los celulares son adictivos porque la tele- transportación todavía no existe. Y si miramos atentamente, en cada uno de los proyectos se intenta abandonar la realidad material para huir hacia lo etéreo. En Where is our place? la concatenación temporal va en ese sentido. De un pasado pesado con sus enormes marcos dorados y decorativos hacia el despojo más total en la naturaleza.
La Unión Soviética tuvo un violento cambio de paradigma como proyecto de una sociedad unida y educada: hoy las enormes concentraciones de capitales que se establecen en Londres, Paris y Buenos Aires hablan de una falta de conciencia social y humanitaria bastante alarmantes. Los proyectos que involucran el apoyo de los magnates rusos en general se ven empujados a re- inventar la noción de lujo de manera permanente hasta rozar el sin sentido, mientras que el viajero que visita la ex URSS vuelve un tanto frustrado por la falta de educación de la población en general. Rusia es hoy, el desequilibrio inicial del capitalismo: la distinción de los que pueden, por el mero hecho de la distinción material y simbólica misma. Sin embargo, hitos como el Monumento a la Tercera Internacional, los ideales partidarios, las obras de los artistas que emergieron de Rusia en el S. XX para poblar Museos los de Occidente (Chagall, Goncharova, Pevsner, Gabo), la arquitectura Rusa, sus teatros, las compañías de baile, y algunos films, llevan a una permanente fascinación por esta parte del globo que lideró una existencia alternativa y cuyas luces fueron inversamente proporcionales a sus sombras por tres cuartos de siglo.
En la instalación que se presenta en PROA esta co- existencia de 3 tiempos en un espacio saca al espectador de su realidad dimensional para abarcar metafóricamente el todo como más que la suma de las partes. Tal vez este juego si sea cósmicamente una refutación del cuadrado negro. Cuando Malevich decantó una serie de inquietudes en 1915 diciendo: “I felt only night within me and I drew a black square”, la enunciación sensible y espiritual remitía con franqueza a su tiempo de creación en soledad. Los Kabakov, por el contrario, generan aquí un tiempo y espacio compartidos al formular una pregunta en plural: ¿Dónde está nuestro lugar?. Momentáneamente, compartimos ilusiones creadas en estos espacios privilegiados en donde pensar y reflexionar está totalmente permitido.
En la mayoría de la obras visuales de la pareja impera una idea del hogar cotidiano como punto de partida, escape desde la arquitectura hacia otro lugar ficcional en donde la gravedad no exista. No dejo de pensar que en el fondo la propuesta siempre gira en torno a la elevación espiritual y a la desmaterialización: desmaterialicémonos hasta encontrar nuestro lugar.
Ilya Kabakov nace en la Unión Soviética en 1933. Comienza su carrera como ilustrador de libros para niños en la década de 1950. Posteriormente, forma parte de un grupo de artistas conceptuales en Moscú que trabajaban por afuera del sistema oficial del Arte del régimen. En 1983 se muda a Austria y luego a Nueva York. Emilia nace en la Unión Soviética en 1945. Estudia literatura española en Moscú. En 1973 emigra a Israel y en 1975 a Estados Unidos, radicándose en Nueva York para trabajar como curadora y art dealer. Trabajan juntos desde 1989.
BUENOS AIRES - Dal 19 marzo la collezione del Maxxi, comprendente una significativa selezione di opere d’arte e architettura del Museo è arrivata a Buenos Aires, nell’ambito delle celebrazioni per l’Anno dell’Italia in America Latina, iniziativa promossa dal Ministero degli affari esteri in collaborazione con il Ministero dei beni culturali, il Ministero dello Sviluppo Economico, l’Istituto nazionale per il commercio estero, la Conferenza dei Rettori delle Università Italiane, con il contributo di molte imprese.
La mostra, dal titolo Art on Stage, curata da Anna Mattirolo e visitabile fino al 5 giungo, è stata inaugurata presso laFundacion Proa, prestigioso museo della Boca,il quartiere più italiano della capitale argentina.
L’iniziativa è un’occasione di incontro e scambio culturale tra i due paesi e tra musei. In esposizione sono presenti opere di Ilya &Emilia Kabakov, Maurizio Cattelan, Gino De Dominicis, Gibert & George, Grazia Toderi, Armin Linke, Matthew Barney, Michelangelo Pistoletto, Francesco Vezzoli, Yan Pei Ming, Mario Airo, Massimiliano e Gianluca De Serio, Luigi Ontani, Aldo Rossi, Francesco Venezia, Carlo Aymonino, Danilo Guerri, William Kentridge.
Artistas: Ilya &Emilia Kabakov, Maurizio Cattelan, Gino De Dominicis, Gibert & George, Hans Op De Beeck, Grazia Toderi, Armin Linke, Matthew Barney, Michelangelo Pistoletto, Francesco Vezzoli, Yan Pei‐Ming, Mario Airo, Massimiliano and Gianluca De Serio, Luigi Ontani, Aldo Rossi, Francesco Venezia, Carlo Aymonino, Danilo Guerri, William Kentridge.
Sábado 19 de marzo | Inauguración de 17 a 20h.
ENTRADA GRATUITA (*)
(*)Desde el 20/03 de martes a domingo de 11 a 19 hs. Bono: $ 45 / Descuentos a estudiantes y jubilados
Ahora, en la primera sala de la exposición Arte en escena. MAXXI, museo del siglo XXIque la Fundación Proa inaugura hoy, los bocetos de “El teatro del mundo” de Rossi nos reciben dándonos el visto bueno para poder ingresar a la muestra: en un barrio con una fuerte historia de inmigrantes y organizaciones italianas, el boceto adquiere otra resonancia; y el teatro también. “El teatro del mundo”. O El gran teatro del mundo , la obra de Calderón De La Barca escrita alrededor de 1630. “En el teatro del mundo/ todos somos farsantes./ La representación o mucha o poca/ solo al autor de la comedia toca”.
La obra de Rossi presenta la vida como un teatro (teatro, del griego theátron , “lugar para contemplar”). ¿Y qué mejor espacio para observar, mirar la vida y las obras que un teatro y un museo diseñado casi como vidriera, al lado del Riachuelo…? La propia fundación abre, durante los meses de verano, su teatro callejero a cielo abierto, sobre la explanada de Proa: el Teatro Caminito, inaugurado por Cecilio Madanes en 1957.
Pero ahora, en el interior de Proa, esta espléndida e inusual muestra curada por la italiana Anna Mattirolo –con colaboración de Rodrigo Alonso– conmueve. Formada por las obras de la colección del gran museo romano, exhibe las producciones de artistas que hicieron carrera o marcaron un cambio en el mundo del arte contemporáneo de las últimas décadas: Matthew Barney, Ilya & Emilia Kabakov, Maurizio Cattelan, Gibert & George, Michelangelo Pistoletto, Yan Pei-Ming, Hans Op De Beeck, Grazia Toderi, Armin Linke, Francesco Vezzoli, Mario Airo, Massimiliano and Gianluca De Serio, Luigi Ontani, Aldo Rossi, Francesco Venezia, Carlo Aymonino, Danilo Guerri, Gino De Dominicis y William Kentridge.
Cremaster cycle –el trabajo en el que Barney trabajó ocho años, compuesto por cinco películas además de esculturas, fotografías, dibujos y el cuaderno del artista– es la monumental obra que se presentó por primera vez en 2002 en el Guggenheim de Nueva York. La serie luego viajó por varios países. Lo que puede verse de ella en la exposición es un grabado (serigrafía y litografía) y luego en el auditorio, coincidiendo con el BAFICI, las películas del ciclo. Pero recordemos qué es el cremáster para encontrar el hilo conductor a todas las piezas de la serie: cremáster es un músculo vinculado a la sexualidad, ubicado cerca del pliegue de la ingle y las bolsas testiculares. En las obras audiovisuales deCremaster cycle hay sexos gigantes volando por sobre el paisaje de Idaho, la ciudad natal de Barney, al estilo comedia musical; dirigibles Goodyear dibujan en el cielo figuras fetales. Hay racimos de uvas.
En la segunda sala de Proa, al lado de la serigrafía de Barney, hay una foto que documenta una performance: “Madre”, de Maurizio Cattelan. Es la huella y documento que restan del pedido que Cattelan hizo a un faquir hindú (“performance”, lo llaman en el idioma del arte contemporáneo): que todos los días fuese enterrado vivo bajo arena, en una habitación pequeña, durante el tiempo que durase la Bienal Internacional de Venecia de 1999. El faquir salía de su “tumba” 5 minutos cada 5 horas, para beber o ir al baño. La única consigna dada por el artista fue que mantuviese las manos juntas, como en estado de rezo. Con este tipo de obras siempre pasa lo mismo: son provocativas, encienden la polémica sobre si son o no arte, si son o no éticas, si una obra puede involucrar sufrimiento humano o no. En cualquiera de los casos, lo que sí es un denominador común en las producciones de Cattelan son sus ganas de provocar: recordemos la escultura que hizo de Juan Pablo II derribado por un meteorito junto a su cayado, sobre la alfombra roja del Vaticano. Es curioso que la foto de este artista se encuentre ahora junto a un retrato giante del mismo Papa, pintado por Yan Pei-Ming, un pintor nacido en 1960 en Shangai pero que vive en Francia desde hace más de 30 años. Yan sólo trabaja pinturas monocromas, todas de escalas y pinceladas enormes. Al lado, el retrato de Mao rompe todo: es como si se tratara de un monumento bidimensional. ¿Cuánto tienen de crítica, cuánto de homenaje?
En la planta alta de Proa, “Nadie puede imaginarse dónde está nuestro lugar”, la instalación de los rusos Ilya & Emilia Kabakov: una sala con fotografías en blanco y negro sobre las que asoman enormes pinturas del siglo XIX. En medio del espacio, dos pares de piernas gigantescas. En el piso, agujeros: al asomarse a ellos se descubren paisajes. No se trata sólo del movimiento de los artistas rusos hacia la ironía del arte “occidental”: los Kabakov demuestran que, al final, todo es una cuestión de escala.
Dos enormes pares de pies, de un hombre y una mujer vestidos con ropa elegante, ocupan casi toda la sala. También asoman desde el techo los marcos dorados de las pinturas que supuestamente observa esa pareja, cuyo cuerpo excede la capacidad de la habitación. Más abajo, al nivel de nuestras cabezas, se exhiben fotografías en blanco y negro con escenas de la vida cultural rusa del siglo pasado, acompañadas por textos poéticos. Y en el piso se abren grietas que dejan ver paisajes lejanos, como desde un avión.
¿Dónde está nuestro lugar? se titula la instalación de Ilya y Emilia Kabakov. Con su imponente escala y múltiples niveles de lectura, sintetiza la idea central de Arte en escena, muestra que se inaugura hoy, a las 17, en Fundación Proa. Reúne 26 obras de la colección del Museo de Arte del Siglo XXI (Maxxi, con sede en Roma) y es una de las principales citas que tiene para las próximas horas la agenda de La Boca.
"La pieza de los Kabakov abarca tres dimensiones, pero también tres escalas temporales (pasado, presente y futuro) y tres lenguajes (pintura, fotografía y paisaje tridimensional)", señala a LA NACION en una visita exclusiva Anna Mattirolo, curadora de la exposición, que dirigió el Maxxi hasta el año pasado. Igual de amplia debe ser, según ella, la misión de los museos que buscan recrear su rol para adaptarse a las exigencias del nuevo milenio. "El museo cambia como la sociedad, que se está transformando profundamente -agregó-. Sobre todo en Europa, donde hay un gran flujo de migrantes. Ya no es una caja blanca, un espacio cerrado, sino un camino que se abre a la ciudad."
Ese concepto fue tenido en cuenta por la arquitecta angloiraquí Zaha Hadid, autora del proyecto que ganó el codiciado premio RIBA Stirling al convertir un antiguo complejo militar de 27.000 metros cuadrados, ubicado en el céntrico barrio de Flaminio, en una usina cultural multidisciplinaria. Desde su inauguración, en 2010, el foco del Maxxi estuvo puesto en la innovación, la experimentación y el diálogo entre las artes visuales y la arquitectura. Tiene una colección de unas 400 obras de artistas de todo el mundo, realizadas durante las últimas cinco décadas, y un archivo que abarca más de 5000 documentos producidos por 60 arquitectos desde el siglo XX.
¿Por qué se llama entonces museo del siglo XXI? "Porque todos estos artistas influyeron sobre la cultura actual", observó Margherita Guccione, directora del área de Arquitectura.
Un ejemplo, según Mattirolo, es Estatua (figura reclinada), instalación realizada en 1979 por Gino De Dominicis, que sólo muestra un sombrero y un par de sandalias. El cuerpo queda librado a la imaginación del espectador. "Se trata de un importante pintor, escultor y performer que seguramente influyó, con su ironía y su forma de abordar la relación del hombre con la muerte y la naturaleza, sobre la obra de Maurizio Cattelan."
De este último, conocido por esculturas realistas como la que representó a Juan Pablo II aplastado por un meteorito, se exhibe en Proa el registro fotográfico de una performance presentada en 1999 en la Bienal de Venecia, en la que un faquir era enterrado en la arena; sólo quedaban fuera sus manos unidas, como si estuviera orando o suplicando.
La tragedia y la comedia se combinan en esta muestra a la que se accede cruzando un telón, y que permite al público identificarse con distintos personajes. En sintonía con los nuevos tiempos y con Las Meninas, de Velázquez, pintura maestra del siglo XVII que ya invitaba al espectador a completar la obra, Grazia Toderi propone en su videoinstalación Random ocupar un lugar protagónico sobre el escenario del teatro Massimo de Palermo. "Los límites entre museo y teatro se diluyen cada vez más -observó Guccione-. El museo sale de sus límites e invade otras instituciones y la ciudad, el espacio público."
Supersábado en La Boca
Además de la apertura de Arte en escena, en Proa, hoy el Distrito de las Artes convoca a jugar una posta de actividades culturales. El Museo Quinquela Martín iniciará, a las 16.30, un ciclo de visitas guiadas; las galerías Barro e Isla Flotante inaugurarán muestras, y será el último día de la actual en Prisma KH. También habrá presentaciones en La Verdi y en la Usina del Arte.
Sobre la muestra
Inauguración: 19 de marzo de 2016
Artistas: Ilya &Emilia Kabakov, Maurizio Cattelan, Gino De Dominicis, Gibert & George, Hans Op De Beeck, Grazia Toderi, Armin Linke, Matthew Barney, Michelangelo Pistoletto, Francesco Vezzoli, Yan Pei‐Ming, Mario Airo, Massimiliano and Gianluca De Serio, Luigi Ontani, Aldo Rossi, Francesco Venezia, Carlo Aymonino, Danilo Guerri, Carlo Scarpa
Curador: Anna Mattirolo
Organizan: Embajada de Italia en Argentina, Instituto Italiano de Cultura
Auspicia: Tenaris – Organización Techint
This is one of many reasons that Proa, in collaboration with the MAXXI team, has organized Art on Stage, under the curation of Anna Mattirolo. The curatorial design aims to encourage reflections on art and the space of the museum, which is understood as a living stage for the featured works of art.
The exhibition brings together the photographs, sketches, and architectural records of Aldo Rossi, the videos of Vezzoli, and the monumental works of Gilbert and George, among other distinguished works approaching art as both a performance and a stage for transcendental questions. The work of Ilya and Emilia Kabakov (Where Is Our Place?), with its distorted sense of scale, is one of the fundamental pieces for understanding space through such diverse and active points of view.
Art on Stage at Proa is a bold project that, through renowned artists and artworks of this century, seeks to promote a dialogue on contemporary art and the evolution of art institutions. The works assembled provoke in us a conceptual reflection on the value of images, as well as how they can intertwine and create for viewers a dynamic that is at once active and contemplative.
A comprehensive archive (including drawings, videos, photographs, and plans) documenting architect Zaha Hadid’s theoretical foundations for the Museum’s construction enriches the exhibition.
Developed by curator Anna Mattirolo, in collaboration with Rodrigo Alonso, the exhibition is sponsored by the Italian Embassy in Argentina, the Italian Institute of Culture, and the ongoing support of Techint Organization Tenaris.
Proa será una de las primeras instituciones en salir al ruedo con un despliegue que implica un gran esfuerzo en ese sentido. Será el 19 de marzo cuando abra sus salas para acogerArte en el escenario , una selección de piezas procedentes de la colección del MAXXI de Roma que, como es sabido, en estos momentos exhibe la gran muestra del grupo argentino Mondongo, que se vio hace un par de años en el Museo de Arte Moderno. El rutilante museo que diseñó la arquitecta iraní Zaha Hadid para la ciudad de los Papas, atravesó múltiples tropiezos financieros en sus comienzos pero al fin logró afirmar su rumbo y consolidar una colección de neta impronta contemporánea. El público argentino podrá apreciarla a través de la propuesta de la curadora Anna Mattirolo que postula una reflexión sobre el arte y el espacio del museo, relación clave para entender los derroteros conceptuales y espaciales que asumió el arte en las últimas décadas. Así incluirá obra de las figuras más destacadas que produjo Italia en este período. Tal el caso de Michelangelo Pistoletto, Maurizio Cattelan, Grazia Toderi, Francesco Vezzoli, Mario Airo, Massimiliano and Gianluca De Serio, Luigi Ontani, Armin Linke o Carlo Scarpa. Pero también otros notables, procedentes de otras geografías, como el binomio ruso Ilya & Emilia Kabakov, cuya pieza resulta –en la visión de la curadora– fundamental para comprender el concepto de la muestra. El conjunto incluye también obra del americano Matthew Barney, el retratista chino Yan Pei-Ming y el delicado aporte del belga Hans Op De Beeck. A este grupo se sumará la mirada ácida y burlona de los británicos, Gibert & George, Gilbert con sus ironías sobre el espectáculo del arte y sus frívolos códigos. La muestra incluirá fotografías, bocetos y registros arquitectónicos de Aldo Rossi y también documentación sobre los lineamientos que guiaron a Zaha Hadid en su concepción del Museo del siglo XXI.
La segunda apuesta internacional que prepara Proa llegará hacia la mitad de año con la primera retrospectiva de Ives Klein en América Latina. Artista de culto, su demorado encuentro con el público argentino afrontará todos los riesgos de las experiencias diferidas por más de cuatro décadas. La muestra que prepara el director del archivo Ives Klein en París, Daniel Moquay, reunirá unas cincuenta obras que pondrán de relieve los diversos territorios por los que incursionó este artista en el intento de aprehender la atmósfera y el vacío en su obra: desde sus pinturas y esculturas monocromas, a sus cosmogonías resultado de la acción de la lluvia y el viento o los grandes murales monocromos, esculturas esponja y obras en oro. El recorrido incluirá sus primeras pinturas monocromas de 1955, el año de la primera exhibición individual que tuvo en París en el Club des Solitaires. También registros de acciones y piezas derivadas de su experimentación con distintos soportes e instrumentos pictóricos como las Antropometrías y su célebre fotomontaje, el Salto al Vacío.
Por su parte junio es el mes fijado por el MALBA para recibir la exhibición de Yoko Ono que contará con la presencia de la artista, quien viajará por segunda vez a Buenos Aires para participar de la inauguración de una muestra suya.
Dream Come True (Un sueño hecho realidad), tal su nombre, ha sido concebida esta vez como retrospectiva y, como tal, articulará más de 80 trabajos: objetos, videos, films, instalaciones, sonidos y grabaciones que van desde principios de los 60 hasta la actualidad.
Ampliamente conocida por su influyente relación con John Lennon, Yoko Ono (Tokio, 1933) es en el campo específico del arte contemporáneo una figura fundamental del arte conceptual. La muestra estará compuesta por más de ochenta trabajos, que incluyen objetos, videos, films, instalaciones, sonidos y grabaciones producidos desde principios de los 60 hasta hoy. Las llamadas “Instructions Pieces”, que la artista viene desarrollando desde hace más de cincuenta años serán un eje central de la muestra. Se trata de mensajes simples y poéticos que invitan al espectador a realizar determinadas acciones o formulan interrogantes sobre el arte y los principios que le dan lugar y apuntan a la desacralización del objeto artístico. A través de su trabajo, Yoko Ono ha creado diferentes tipos de relaciones con sus espectadores, invitándolos a jugar un papel activo en el proceso creativo. El proyecto expositivo, que está a cargo de Agustín Pérez Rubio y Gunnar B. Kvaran quien fue curador de la Bienal de Lyon en 2013, contempla dos escenarios: la exhibición en las salas de MALBA y la diseminación de obras en el espacio público. Esto es: colectivos y afiches publicitarios; medios de comunicación gráficos y audiovisuales y redes sociales.
Por su parte, para fin de año el MUNTREF anuncia la apertura de una muestra de la iraní Shirin Neshat que se realizará en colaboración con el Hirshorn Museum de Estados Unidos. Mientras tanto para despuntar la temporada en mayo, el español Bernardí Roig realizará una serie de intervenciones en el edificio del Hotel de Inmigrantes en diálogo con Eduardo Stupía y las críticas Estrella de Diego y Diana Wechsler. Esto al tiempo que Leandro Erlich presentará Port of reflections , un ensayo que hace eje en el inconsciente óptico. Otro artista argentino que, como Erlich, goza de gran reconocimiento internacional estará en la apertura de temporada de MALBA. Será Jorge Macchi: su esperada antológica abrirá el 18 de marzo, tras las inauguraciones de Juan Tessi y Claudia Andújar previstas para la semana próxima.
En dirección similar trabajan las nuevas autoridades del CCK que se proponen rescatar la figura de argentinos de reconocimiento internacional que en los últimos tiempos no han tenido presencia local. Mientras culminan los ajustes que les permitirán abrir progresivamente, para la exhibición del Bicentenario de la Independencia tienen en mente dos figuras fuertes que pronto anunciarán.