Carlos Trilnick
Paisajes Políticos


Por Marcela Römer

Esta muestra homenaje a Carlos Trilnick, precursor del videoarte en Argentina, reúne una selección de obras que evidencian cómo su interés por la tecnología lo llevó a experimentar diversas plataformas y soportes.

Los distintos Paisajes políticos se construyen a partir de su interés en la imagen electrónica, concebida como un proceso de barrido de impulsos eléctricos que iluminan un punto tras otro sucesivamente. Este concepto, que parece muy técnico y específico, tiene estrecha relación con la temporalidad y la factura real de lo que se puede percibir, convirtiéndose en la idea central que recorre toda su producción artística y su vida de enseñanza. 

Trilnick siempre tuvo una postura ideológica clara relacionada con la defensa de los derechos humanos, el respeto a los devenires ecológicos naturales sin incidencia de la industrialización depredadora y la construcción de la imagen visual centrada en los mecanismos y no solamente en los resultados finales. 

Los procesos políticos artísticos son un estímulo en su búsqueda de experimentación y en ese sentido centra su preocupación por la enseñanza como herramienta transformadora de la realidad. El legado de su obra consiste en una gran red de redes que impulsa procesos como lo hace constantemente la imagen en movimiento.

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Viajando por América, 1989

Videoinstalación, 4 ́
Archivo Carlos Trilnick

Video
Carlos Trilnick

Música
Carlos Trilnick y Alfred Olivieri

Viajando por América es una instalación de tres monitores característicos de la época en que fue concebida, en palabras del artista, por su disposición simulan una cinta de Moebius.  Es una pieza que se relaciona visualmente con la idea del infinito, de una manera no orientable y semifija para el espectador. Las imágenes son generadas a partir de diseños circulares prehispánicos que por efecto del video analógico giran sobre sí mismos generando la ilusión de movimiento continuo y entrecruzamiento.

La obra en su versión instalativa fue exhibida por primera vez en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires en la exhibición Video arte internacional, 1990. La obra en versión monocanal recibió el Premio Revista Sin Cortes (1989),1990.

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Zona Cero, 2019
Video 360° color, 5K con casco de realidad virtual, 4’
Archivo Carlos Trilnick

Video: Carlos Trilnick
Logística: Juan I. Acevedo, Eduardo Imasaka, Mariano Ramis
Producción: Luciana Malavolta
Edición: Javier De Azkue
Sonido: Pablo Trilnik

La video performance realizada en la planta nuclear Atucha I de la ciudad de Buenos Aires titulada Zona cero, es una obra inédita en donde se ve al propio autor recorriendo los espacios contaminantes que los residuos atómicos dejan suspendidos durante años y que son imposibles de controlar. Esos átomos libres generadores de energía son virtualmente detenidos en un mínimo instante por marcos negros que el propio artista sostiene en el espacio.

La obra está basada en la multiplicidad de probabilidades de que un cuerpo se encuentre en determinado lugar y no en otro, en “saltos cuánticos” o cambios de estado azarosos, aleatorios y/o caóticos dentro de un mismo entorno físico. Una visión ecológica no antropocéntrica sobre el peligro de manipular átomos en simultáneo en los cuatro puntos cardinales del planeta.

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Proyecto Minas antipersonales, 2009

Instalación
Medidas variables
Archivo Carlos Trilnick

Este proyecto se concibió como un site-specific para la Galería Calit2, Universidad de California, San Diego (EE.UU.) y trata sobre la proliferación de las minas antipersonales que afectan principalmente a campesinos y animales. La obra se instaló en la galería que está ubicada donde antiguamente hubo un campo militar y en un área de California donde actualmente se siguen fabricando este tipo de armas. Estados Unidos, junto a China, Rusia, Corea del Norte y del Sur, Egipto, Irán y Cuba, entre otros pocos países del mundo, son los únicos que no han firmado los tratados de Ottawa de 1997 que proponen la destrucción de los arsenales y el freno a su fabricación. Se calcula que en el mundo hay plantadas más de 110 millones de minas en 64 países.

La instalación constaba de dos partes, una primera intervención en el espacio público que rodeaba al edificio de la galería donde se ubican señales de alarma sobre campos minados en doce idiomas que simulan el peligro de transitar un espacio de esas características. En la sala se ve el material documental sobre esta acción. La segunda parte constaba de un área interactiva dentro de la galería tapizada por césped sintético que, con el movimiento del público, disparaba un sistema de luz, audio y proyecciones de video. La versión que aquí presentamos consta de un video monocanal, editado por el propio Trilnick en 2009, que busca evidenciar la problemática de las minas en relación a la utilización del suelo como arma de destrucción individual y masiva.

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Libertad, Igualdad, Fraternidad, 2005

Serie de 3 fotografías impresión digital
30 X 71 cm
Archivo Carlos Trilnick 

Esta serie de fotografías generadas a partir de archivos bajados de Internet incompletos y con defectos, producto de la mala conectividad. Para generar estas imágenes toma como punto de partida los metadatos que circulan internamente dentro de los programas que sostienen la fuerza mundial que poseen las redes de tecnología. Muestran lo que no se ve pero está allí dentro de los circuitos de acceso informático en constante movimiento en un formato visual asequible.

En el surgimiento de Internet uno de los pilares sostenidos por los inventores era el acceso ilimitado de los usuarios sin ningún tipo de control. Hoy en día vemos esos postulados un poco ingenuos sin dejar de ser valiosos desde su sustento ideológico. En ese sentido el título alusivo al lema de la Revolución Francesa hace referencia a lo que el artista considera han sido las tres situaciones más relevantes que ha posibilitado la tecnología digital: la libertad de creación, la igualdad de posibilidades para acceder a los recursos y la fraternidad que posibilita la generación de comunidades en red.

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Tierra del Fuego, 2006

Tríptico y serie de 3 fotografías a color
Tríptico de 100 x 90 cm/ 70 x 50 cm , 50 x 70 cm c/u
Archivo Carlos Trilnick

En la serie fotográfica, el tríptico Tierra del Fuego, muestra la desolación energética que queda luego de la destrucción de un bosque de lengas, árbol originario de esta área geográfica, provocada por la acción de un voraz incendio intencional. La mortandad de las especies arbóreas que componen el retablo que ideó el autor, en un soporte característico del periodo artístico de la Edad Media. 

El paisaje monumental del sur y su belleza natural se contrapone con las siluetas de estos árboles muertos de pie. Este tríptico dialoga con tres tomas directas analógicas que muestran mayor amplitud de escena sobre el mismo bosque arrasado. 

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No se puede postergar el tiempo, 2018
Video, 5’17”
Archivo Carlos Trilnick

Este video registra en distintos momentos la superposición de los pies del artista que pareciera estar caminando en el mar en distintos momentos que aparecen y desaparecen. Estas imágenes en movimiento desde una mirada poética plantean una reflexión sobre la crisis de los emigrantes y refugiados con un mensaje explícito de solidaridad. En palabras del artista: “Jesús caminó sobre las aguas (Mateo 14:22-33) y Moisés abrió camino entre el mar para liberar a su pueblo de la esclavitud (Éxodo 14). Hoy a miles de inmigrantes no se les concede ese “milagro” y mueren ahogados por tratar de cruzar el Mar Mediterráneo para intentar salvar sus vidas. No se puede postergar el tiempo, tampoco las injusticias ni las guerras”.

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Mar, 2003
Serie de 3 fotografías a color
100 x 128 cm
Archivo Carlos Trilnick

Esta serie fotográfica de toma directa registra los mares del sur de Argentina. El artista se introducía en el mar con cámara en mano esperando el momento de luz adecuado del atardecer para poder captar la imagen que le interesaba, en función del movimiento y la incidencia de la luz. El resultado de estas caminatas en el agua dan como resultado un juego visual de imágenes abstractas, casi pictóricas, como afirma el artista: “Las olas rompen estando yo adentro y se genera esta cuestión de planos fuertes, de mucho movimiento”.

Entrevista a Marcela Römer, curadora de la exhibición
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¿Qué momento o etapa de la producción de Trilnick representan las obras seleccionadas?

La intención es mostrar una línea de tiempo, partiendo de una de sus primeras obras -Viajando por América, de 1989- hasta su obra inédita, que es Zona Cero. Las cinco piezas seleccionadas obviamente no dan cuenta de la trayectoria de más de 40 años de un artista como Carlos Trilnick. Es muy difícil que el público en una sola sala pueda ver toda su carrera, pero de todas maneras en Viajando por América muestra una tecnología muy de la época, bastante avanzada. Carlos había estudiado en Israel durante su exilio político y cuando volvió a la Argentina, con el regreso a la democracia, traía un background de avanzada para lo que sucedía acá. Esta obra es muy importante, además, porque expresa intenciones ideológicas muy concretas que mantuvo a lo largo de toda su vida.

Las obras tienen una actualidad notable…

Coincidimos en mostrar obras inéditas y actuales como Zona Cero donde trabaja con realidad virtual, un tema del que recién se hablaba cuando empezó a investigar, y en la Universidad pública, con su grupo de trabajo. También nos parecía sumamente interesante incluir el proyecto Minas antipersonales, la puesta que hizo en la Universidad de San Diego en 2009, por lo que está pasando hoy en la Franja de Gaza y en Ucrania. Hablo en plural porque hicimos un pequeño equipo con Mónica, su viuda, su hija Zoe y Luis Campos, su colega en la universidad, para discutir entre todos lo más adecuado para esta exhibición. La instalación de las minas dialoga muy bien con la serie fotográfica de los bosques: el espectador puede imaginar la desolación de estar pisando alguna de esas minas que quedaron en el mundo y que producen serios accidentes, muertes, mutilaciones, etc. 

¿Qué orden de importancia tenían el soporte y el discurso en la producción de Trilnick?

Esta selección se llama “Paisajes políticos” porque para él lo ideológico era lo importante. En su caso, ese interés siempre tuvo que ver con los movimientos sociales y políticos. Muchas de sus obras eran denuncias sutiles o a veces directas, como Minas antipersonales, que denuncia directamente la problemática de las minas en el mundo; otras son más sutiles como las fotografías de Tierra del Fuego, por ejemplo, o la otra serie fotográfica sobre los metadatos que suceden en Internet. Para Carlos era muy importante que la tecnología no se excediera, que no fuera lo primero que impactara al espectador porque primero estaba el concepto. La tecnología era un recurso para mostrar un pensamiento. Por supuesto que le encantaba usarla y fue un pionero en el tema, pero si no tenía la última pantalla LED no importaba, usaba un recurso acorde con el concepto de su obra. Ese equilibrio se lo transmitió a sus alumnos en la UBA. Y eso aprendí de él: no tenés que usar la última tecnología si no la necesitás porque ésta puede matar el tema de tu obra, y como un buen artista que trabaja con la memoria tiene un gran respeto por sus cuestiones personales, familiares e ideológicas. Fue coherente hasta el final. Jamás retrocedió, siempre estuvo ahí, al pie del cañón, no porque sí tuvo que irse del país durante la dictadura.

¿En qué medio consideraba que podía expresarse mejor?

En la fotografía, y en la “obra tecnológica”, por generalizar, porque es muy amplia. Se interesaba en cada herramienta innovadora que aparecía. No lo tomaba como una simple novedad sino como una posibilidad para expresarse de una manera distinta. ¿Por qué no le interesó la pintura? Tiene en su archivo unos pequeños dibujos y pinturas inéditos, pero para él lo más interesante eran la fotografía, las instalaciones, los accesos mediante computadora. Eso tiene que ver con su paso por la universidad en Israel, que le dió una apertura distinta respecto al arte. Cuando regresó a la Argentina volcó todo eso en su obra, y en su vida cotidiana también, por supuesto.

¿Qué pensaría hoy Carlos Trilnick sobre el uso de la inteligencia artificial como herramienta artística, y posible “reemplazo” de la inteligencia “humana”, ésa que se nutre de la memoria y la historia que tanto defendió?

Difícil la pregunta, porque pudimos hablar bastante poco del tema antes de que él falleciera. Pero creo que seguiría pensando lo mismo: que es un “otro”. La inteligencia artificial es como un otro que está ahí, que obviamente no reemplaza al ser humano, pero que de acá a dos años o más, uno, cinco meses… Hoy es un otro muy presente y fuerte. No hay que desconocerlo, pero de ninguna manera va a reemplazar al humano, ni a su memoria, ni a su estructura ideológica, ni a nada.

Entre la migración tecnológica y la presentificación del pasado
Acercamiento a la obra de Carlos Trilnick

Por Mónica Acosta en Revista La Fuga, Chile

“Trilnick ha hecho un periplo que empieza con una estancia voluntaria en Israel durante la dictadura militar. Su intención era estudiar cine, pero ganó una beca que lo llevó a estudiar fotografía en la Neri Bloomfield Academy of Design and Education. Su iniciación en el diseño a partir de su vocación fotográfica fue temprana y azarosa. En el año 1982 fue invitado a realizar su primera exposición en la White Gallery de Tel Aviv, galería que además le compró la fotografía Rosa y Raúl para su muestra permanente: una imagen en blanco y negro a una escala media entre blancos y grises, de un espacio que no cierra en los límites del plano sino que parece continuar más allá del marco. Atraviesan la foto, en una lejanía media, su padre, y más al fondo, su madre. Separados por una línea que llega al horizonte, el padre, parece mirar a cámara; la madre, en cambio, está de espaldas, caminando hacia el horizonte. No hay una escena diegética, no hay figuración salvo por la existencia de esas diminutas figuras en el espacio infinito, seres que parecen decir algo acerca de lo inefable e inabarcable de la existencia. Trilnick ha realizado un viaje que, llevándolo fuera de su espacio y su tiempo, lo devuelve, ya en 1983, a un país que recupera, muy lentamente, su vocación democrática. Las formas de la memoria, los paisajes inconclusos, los cortes biográficos, las incrustaciones históricas, los cuerpos en un espacio infinito, las intervenciones digitales en imágenes familiares, genealógicas, históricas, ya eran una intuición cierta en el proyecto de artista que partió de Rosario para irse a Israel y volvió para convertirse en un referente del videoarte”.  

Memorias del presente
Por Rodrigo Alonso

“Si repasamos rápidamente la trayectoria artística de Carlos Trilnick, no nos será difícil constatar su preferencia por la fotografía y el video como soportes para su labor. Sin embargo, una mirada un poco más detenida no puede dejar de observar que su acercamiento a estos medios ha sido –y continúa siendo hoy– eminentemente plástico.
Ciertamente, su formación en la Escuela de Diseño “Nery Bloomfield” de Haifa constituye parte de la explicación. Pero a este antecedente debe sumarse la decidida conciencia del artista en cuanto a los medios y los caminos que asumiría su obra. Precisamente, quizás una de las mayores contribuciones de la mencionada escuela no deba adjudicarse a lo estrictamente académico, sino a la posibilidad que ofreció al joven Trilnick de experimentar con medios técnicos aún no demasiado explorados en el terreno de indagación audiovisual”.

El oficio de la distancia acerca de la obra de Carlos Trilnick

Por Ticio Escobar, en el libro Carlos Trilnick, editado por el Museo Castagnino+Macro

“Carlos Trilnick encara el conflicto entre el orden de la forma y el ímpetu de contenidos apremiantes midiendo, en cada caso, el componente estético, regulándolo y sopesando su acción según lo requiera la necesidad de afirmar una posición ético-política: su compromiso con una realidad dura, marcada por la crítica de la exclusión social y la violencia globalizadas, así como la denuncia de todo modelo autoritario y cualquier forma de discriminación. Se trata de una operación compleja, capaz de sortear tanto la seducción de la belleza apaciguada como la literalidad de la pura denuncia. Se trata de una operación audaz: trabaja con rigor la puesta en imagen y con osadía la experimentación formal haciendo de estas operaciones dispositivos de enunciación y discurso. Sabe que el silencio de la poesía es un resguardo contra la mudez de la pura forma y la estridencia del grito incontinente, del sonido sin pausa. Por eso se expone hasta la obviedad y frena a tiempo sobre el límite: se desvía; busca el rodeo, el extravío de la cifra; desmiente con un gesto breve la inercia del sentido. Por eso se atreve a asumir una postura crítica ante la iniquidad y a hacerlo de manera más radical que puede un artista, mediante el rodeo de lo birlado al lenguaje. A punto de consumarse el relato, Trilnick introduce un punto de torsión que descarría su curso y remite a otras instancias de sentido. Las narraciones, críticas y conceptos son interceptados por operaciones rápidas que introducen mediaciones, provocan cortocircuitos e impiden que el mensaje sea descifrado: que el acontecimiento devenga evento en clave de panfleto, información o espectáculo”.

Indeterminaciones del paisaje
Por Fabián Lebenglik, Página 12

“El género ‘dado’ que Trilnick toma para su muestra, y sobre el que viene trabajando desde hace tiempo, es el del paisaje, tomado como categoría artística. Desde este relativo punto de partida (en todo caso, punto “medio” de partida), Trilnick genera una serie de fotografías crepusculares, movidas, de una gran plasticidad, que dialogan con el género del paisaje pictórico y el fotográfico, explotando especialmente el cruce inaugural y decimonónico entre una pintura y una foto. La exposición presenta un conjunto de fotos de imagen magmática y fluida que oscilan entre lo reconocible (árboles, agua, horizonte, nube...) y lo irreconocible, hasta llegar casi a una mancha gestual. Con un impecable refinamiento en el tratamiento del color y la imagen, el artista toca además otros límites. Diluye y abstractiza la imagen hasta llevarla al lugar exacto de cruce entre movilidad e inmovilidad, entre composición y ejercicio casual. La fotografía de Trilnick es una imagen en fuga, el efecto de un corrimiento y un recorrido, el resultado de la mirada de un viajero frecuente. El fotógrafo genera y retrata movimientos exploratorios de luz crepuscular, como ejercicios de romantización del paisaje, donde la oscuridad introduce un componente sutilmente dramático. Y de paso incluye el arte fotográfico como parte de un espectro pictórico ampliado. Sus fotografías generan una relación poética y provocativa entre la noción de instante y la de eternidad, colocándolas como categorías complementarias o, en todo caso, como aspectos de un mismo proceso visual y psicológico: duración y fijación quedarían abolidos como polos, en busca de una nueva lectura del tiempo de la cual la fotografía sería hábil instrumento”.