Extractos de entrevistas
A continuación se incluyen algunos extractos de las entrevistas realizadas a los artistas en ocasión del catálogo "Colecciones de Artistas", Fundación Proa, 2001.
Luis. F Benedit
Cuando me gusta la imagen de alguien, no es que quiero tener varias obras, me gusta tener una, independientemente de la fecha, año, valor.
Esta actitud es muy distinta a la que tiene o debe tener un coleccionista.
Muchas cosas me gustaron pero no las tengo y otras que me gustaron hace tiempo, pueden parecerme muy feas.
También muchas obras no resisten el tiempo, y puede que te sigan gustando pero ya no te provoca ese antiguo entusiasmo.
Tengo un amigo que comenzó a comprarse lapiceras, y ahora es un experto. Es un desesperado, no resiste un fin de semana sin ir a comprarse una lapicera. Eso es un coleccionista, ya tiene la fiebre. Va al boliche y, como dicen en Francia, quoi de neuf, a ver qué hay, qué apareció. Y ya tiene más de ciento cuarenta lapiceras en muy poco tiempo.
Es con ese estado que se hace una colección, nada tiene que ver con la acumulación de obras que realiza un artista.
El coleccionista tiene el síndrome de la apetencia. Lo conozco porque cuando era joven me encantaban las cosas de arte popular, era un fanático. Y ahí sí me volvía loco, era un desesperado por los guacos y las cosas peruanas. También era un obsesionado por el arte popular. Llegué a comprar un montón de piezas, un día me harté y las liquidé.
Era joven y hacía lo que podía. Compraba cerámicas y cacharros en España y Portugal. En esos momentos, lugar donde iba compraba algo de arte popular y no podía dejar de hacerlo. Eso pasó, ya no tengo esa apetencia.
Luis Felipe Noé
Personalmente, cambié mucha obra, pero como dije, la mayoría son regalos. Esas cosas a veces no se dan de un modo demasiado formal. Una cosa así como yo te doy...vos me das y así a veces se concreta y a veces no. Tengo mucha obra de mis ex-compañeros de taller, Deira y De la Vega, pero son cosas que de alguna manera uno u otro nos fuimos quedando. Quiero decir, no siempre ese tipo de trueques son equivalentes.
Rogelio Polesello
De las obras de mi autoría que conservo, tengo cosas que prefiero, cosas que me gustan por diversos motivos más que otras. Por historias, momentos de mi vida, o por ideas plásticas que luego sigo trabajando. Hay cosas que me gustan más y me duele vender. Ultimamente trato de no desprenderme, me he puesto algo amarrete. Recientemente me compró la Sra. De Fortabat para su museo, unas obras que ahora realmente extraño. Unas obras muy grandes que me acompañaban desde hace largo tiempo. Pero cuando pienso que van a estar en un museo me parece que puedo desprenderme porque es una propuesta muy interesante.
Antonio Seguí tiene una colección fabulosa de arte precolombino que la está armando hace años. También armó una muy importante de arte contemporáneo que creo que es la que donó al Museo de Córdoba. Seguí fue el comprador de mis primeras témperas, y me alegro que haya sido él porque te das cuenta que es un coleccionista.
Compro obras desde que era muy joven. En ese entonces, también, los intercambios eran más frecuentes... justamente, porque éramos más jóvenes. Era más fácil. Con el tiempo se dificulta. Las cosas comienzan a tomar valor, uno empieza a tener un lugar... y entonces se complica.
Alfredo Prior
Los artistas de mi generación nos regalábamos, sí, ni siquiera eran canjes, ellos me regalaban, yo les regalaba, era así. No era que formalmente proponíamos un canje. Si lo pienso, son cosas que sucedieron hace 20 años. Otros tiempos, pasaron los años.Y si los cambios se sucedieron...a esta altura uno ya tiene mucha obra.
No sigo intercambiando, no quiero tener demasiados objetos. Me pasa con todas las cosas. No quiero discos, no quiero libros; pero, sin embargo uno siempre se tienta con algo. No quiero porque agregar algo -sobre todo en el caso de una obra-, agrega un plus a tu vida. En las paredes y en la cabeza. Yo prefiero despojar.
Josefina Robirosa
Yo nunca propuse cambiar una obra porque era muy tímida. Pensaba que el otro podía no tener interés en lo que le estaba ofreciendo, y no lo iba a poner en el aprieto de decirme que no.
Yo sufría bastante con la pintura, recién ahora pinto con placer, porque ahora sé que va a salir, pongo el cuadro contra la pared y lo espero. Antes lo forzaba, y era una lucha.
Entonces cada tanto, hacía unas fogatas enormes en un lugar que había para prender fuego en San Isidro. Cuando me parecía que una tela no daba para más, la quemaba. Ahí se juntaban vecinos, primos, amigos, que decían "no, no quemes esto, dámelo". ....Cada vez que hoy hay una obra mía en un remate a mí me da taquicardia, voy casi disfrazada para ver lo que va a aparecer.
Cuando eran chiquitos Bueno, Cambre, Kuitca y Prior vinieron a pedirme si yo no les daba un cuadro de un metro por un metro para un señor que ofrecía hacerles un catálogo para su exposición a cambio de un cuadro mío, y ellos me proponían a cambio darme cada uno un cuadro. Así fue que tengo el Cambre, un Bueno, los ositos de Prior y el Kuitca.
Kuitca demoraba muchísimo en traerme ese cuadro, y me decía "… te lo estoy haciendo". Yo le preguntaba, "¿por qué tardás tanto?". Y él me decía: "Porque es sobre algo que vos me contaste".
Yo no me acuerdo mucho de lo que hablo... y a los seis meses apareció con este cuadro que tiene una mujer metiéndole la cabeza a mi hermano en el water y tirando la cadena;- que era lo que hacía con nosotros una niñera- y yo chillando al costado. Y me puso: "Para Josefina, de memoria a memoria". Y a mí me encantó.
Rómulo Macció
Si pudiera sería un gran coleccionista, sé mirar, y compraría, pero no tengo con qué. Tengo que vender para comprar. Aunque he comprado varias cosas... algunas que ya no las conservo.
Si hubiese tenido recursos, me hubiera comprado un cuadro de Leonardo da Vinci. No es fácil de encontrar, pero algo hay y no es un imposible, porque increíblemente es más barato que muchos contemporáneos.
Tengo pocos cuadros. Lo que tengo son trueques... regalos. Algunas obras me las dieron en parte de pago, como el Quinquela Martín, que es un cuadro fantástico, lo tengo en mi casa.
En esta muestra voy a exponer "Un plato fuerte" es del '60 y se llama así y lo es. Porque es la "madre de la Nueva Figuración".
Nicolás García Uriburu
Yo armo una colección porque me gusta. He hecho una crisis de vocación muy rara, que a lo mejor me la inventé yo, de servir a la gente, no sé por qué. Creo que tengo un destino en el que estoy obligado a hacer cosas para los demás. Me encanta que me digan: "Nicolás, vos estás completamente loco, nadie está esperando nada de vos, divertite y gastá tu plata en dar una vuelta". Pero apenas yo vendo un cuadro enseguida esa plata va a distintos lugares, a distintas colecciones que estoy armando.
He armado dos colecciones que son realmente muy importantes. Si yo hubiera sido una persona rica, de repente hubiera hecho un hospital o hubiera hecho algo en educación, pero para eso hace falta dinero.
Además soy artista y estoy en la pintura y me interesa el arte. Veo una obra y en seguida me doy cuenta de su importancia, yo creo que ese es mi aporte. He hecho una colección muy grande de piezas precolombinas argentinas. Después me di cuenta que era demasiado importante tener esas colecciones en mis manos y entonces las estoy haciendo públicas.
Hace tiempo compraba escultura tradicional argentina, la coleccionaba hace veinte o treinta años, la fui viendo con un origen europeo muy marcado y me dejó de interesar.
Ahora me interesa más lo telúrico, lo autóctono, lo étnico, entonces estoy completamente con la cabeza en otro lado.