“En la pampa las impresiones son rápidas, espasmódicas,
para
luego borrarse en la amplitud del ambiente, sin dejar huella.”
Ricardo Güiraldes. Don Segundo Sombra.
Sala 2
Espacio social y territorio político
En esta sala un conjunto de piezas y objetos de uso cotidiano dan cuentan de las costumbres de los pueblos originarios en las llamadas pampas. Las piezas, confeccionadas en cuero, madera y piedra, muestran la vida diaria en las tolderías en el siglo XIX.
"La toldería fue [...] el ámbito nuclear de la vida social aborigen [...]. El sostenimiento de la vida de la toldería se apoyaba en una activa economía de carácter doméstico o comunal. Es aquí donde se nota más el impacto del largo contacto con la sociedad criolla y la incorporación de elementos de origen europeo y mapuche. En torno a los toldos, el pastoreo de rebaños en pequeña o mediana escala proveía alimento [...] para consumo familiar y distintas materias primas, principalmente cueros y lana [...]. Las tolderías eran el centro de una importante actividad artesanal que, además de cubrir necesidades internas, dejaba saldos para intercambiar”, apunta Raúl Mandrini en Los pueblos originarios de las regiones meridionales en el siglo XIX.
Un círculo de ponchos ubicado en el centro de la sala emula el modo en que se organizaban las asambleas y parlamentos, espacios de discusión y plataforma política de cada comunidad. Mandrini explica: “La institución tradicional y característica de la vida política indígena eran las asambleas, juntas o parlamentos en los que participaban todos los conas u hombres de lanza. En ellas residía, en principio, el poder supremo y les correspondía decidir los asuntos fundamentales, consagrar a los grandes caciques y resolver cuestiones relacionadas con la guerra o la paz. […] A mediados de ese último siglo [XIX], eran ya el centro de la vida política y su autoridad e influencia excedían sus tradicionales funciones guerreras. En efecto, aunque carecían de aparatos formales –como leyes escritas, fuerza pública y un aparato administrativo–, los grandes caciques, cuya creciente autoridad se asentaba en el prestigio de su linaje y en el número de conas que eran capaces de movilizar, ejercían influencia determinante en las decisiones fundamentales y las resoluciones de las asambleas. […] La riqueza concentrada por cada cacique se redistribuía a través de la compra de esposas, que implicaban alianzas políticas con otros linajes; de los repartos de licor y los permanentes banquetes con que se agasajaba a los invitados; de la manutención de los allegados, indígenas o blancos que solían vivir junto con él, desempeñaban distintas tareas y lo acompañaban en los malones y las asambleas. Cuanto más generosos se mostraban los caciques, mayores eran, seguramente, su prestigio y la autoridad sobre sus seguidores, cuyo apoyo era esencial a la hora de tomar decisiones en los parlamentos, donde debían demostrar su poder de convencimiento y su autoridad”.
Bibliografía:
- Raúl Mandrini, Los pueblos originarios de las regiones meridionales en el siglo XIX