La obra, por desgracia mutilada de manera visible en su lado derecho, y atribuida a Tintoretto, se incluye en la galería de los retratos que celebran el poder. La profunda capacidad de introspección psicológica de los retratos del famoso pintor veneciano, focalizada en la mirada, se asocia al rostro que emerge desde un fondo oscuro, atrayendo la atención sobre él. Los ojos que aparecen marcados por la experiencia y por la sabiduría de haber visto, oído, y aprendido, deja en un segundo plano la Cruz de la Orden de Malta, símbolo visible del poder y de los honores del noble veneciano.