La espectacularización de la muerte encuentra en los santos y en los mártires pintados por Tiépolo una dimensión nueva y original. Aquello que tradicionalmente asumía tonalidades dramáticas y patéticas, bajo su pincel se transforma en gestos luminosos, escorzos elegantes, graciosos vuelos, complejas arquitecturas. El pequeño boceto, que anticipa la gran tela realizada para la Catedral de Bergamo, se juega en su totalidad en los vestidos del mártir y en la cromaticidad cálida del ángel, que se contrapone a la sombra, que parece barrer con los gestos crueles de los carniceros.