Esta pintura constituía, como lo señalan las fuentes, la insignia del barbero Oletta, representado junto con un dependiente y con un jornalero, en una suerte de corte de la sociedad de la primera mitad del siglo XVIII, que oscila entre las últimas manifestaciones del afectado Rococó y el protoiluminismo lombardo, relacionado a su vez con la pintura realista. Por el cuidado de sí, del aspecto, de las pequeñas prácticas ligadas con la vida en sociedad, con la valoración de la persona, con su placidez, la insignia remite a las actividades y a los rituales asociados a la cotidianidad.